Estoy convencido de que el hecho de no encontrar trabajo o de tener un trabajo de baja cualificación y mal remunerado después de haber dedicado media vida a prepararse para él, destruye la vida de muchos jóvenes. El porcentaje de desempleo juvenil en España supera el cuarenta por ciento. Una cifra dramática, escandalosa, insoportable. No tienen futuro quienes son el futuro de la sociedad. Pero estoy más seguro aún de que un ocio mal vivido, entregado a la ociosidad, a la bebida, a la droga o a la delincuencia destruye la vida de muchos más jóvenes. Con el fin de prepararse para el trabajo existe un Ministerio de Educación, muchos años de escolaridad, un enorme presupuesto y muchos exámenes que pretenden comprobar la cualificación del aspirante a un puesto de trabajo. Sin embargo, nada se hace ni se exige para aprender a vivir un ocio saludable. Como si se pudiera aprender por ciencia infusa.
Téngase en cuenta, además, que cada día hay más tiempo de ocio, más horas libres. Y, por otra parte, hay quien está interesado en llenar ese vacío con ofertas que enriquecen a quien las hace con la habilidad y el oportunismo necesarios.
– ¿No sabes qué hacer? No te preocupes. Yo te voy a entretener a cambio de un módico (o elevado) precio. Te pondré el lugar, la compañía deseada y el entretenimiento conveniente.
El ocio es un negocio magnífico. El dinero está en el principio y en el fin de muchas iniciativas. Ahí tenemos la empresa que organizó el viaje de algunos jóvenes a Mallorca y que terminó con un contagio masivo. Esa empresa llegó a pedir a los centros escolares que modificasen la fecha de exámenes para que los estudiantes pudieran realizar la insólita excursión. Lo primero es lo primero.
Ahí tenemos a muchos establecimientos que venden alcohol a menores sin el menor pudor. Qué decir de aquellos que trafican con drogas de diversa naturaleza, arruinando la vida de quienes pagan y consumen.
Tengo una hija adolescente. Y me preocupan muchas cosas que veo en su entorno, que leo y que me cuenta y que me cuentan. Me preocupan las letras de muchas canciones (sexistas, rastreras, pornográficas…). Me preocupa el ambiente hedonista en el que todo invita a la molicie, a la diversión, a la comodidad, al consumo, a la irresponsabilidad, a la falta de esfuerzo… Me preocupa la promiscuidad y la banalización de la sexualidad. Me preocupa el egoísmo que pone por encima de todo la propia satisfacción. Me preocupa la falta de iniciativas culturales, creativas, solidarias…
Mi interpelación se dirige, en primer lugar, a los jóvenes y a las jóvenes, por supuesto. Ellos son los responsables de sus vidas, de lo que hacen y de lo que dejan de hacer. Ellos y ellas son los últimos responsables de llenar el tiempo libre de una forma u otra, más allá de lo que las instituciones públicas y privadas hagan o dejen de hacer. Y más allá del consabido estereotipo: “todos lo hacen”.
Cuando veo esas grandes concentraciones de jóvenes bebiendo y bebiendo, sin hacer absolutamente nada más que escuchar música (que también les dan seleccionada) y parlotear sobre temas banales, me hundo en la inquietud y el desasosiego.
Conectar el móvil y estar pegados a él durante horas y horas, aleja a muchos jóvenes de experiencias estimulantes relacionadas con los deportes, con la naturaleza, con la cultura, con los viajes, con los libros, con la vida real…
Hay alcohol en muchas reuniones, hay tabaco, hay cachimbas (nefasta moda, cuatro veces más perjudicial que el tabaco), hay drogas. Creo que es imposible aislar a un joven de todos esos riesgos. Por otra parte, si se le consiguiese aislar temporalmente, llegaría un momento en el que, al alcanzar la mayoría de edad, se metería él solito en los lugares de más riesgo sin tener preparación alguna. ¿Y qué sucederá entonces? Lo importante, pues, es que sepa comportarse de forma responsable porque eso es saludable para él.
Sé que en esas edades la presión del grupo es enorme, sé que la deseabilidad social respecto a la aceptación de los pares es muy potente. Por eso resulta decisivo fortalecer el autoconcepto y la asertividad. Un joven, una joven, tiene que ser capaz de decir no a las demandas, a las invitaciones y a las presiones nocivas. No es no.
También interpelo a las familias. Porque la familia tiene que asumir la tarea de poner límites, de dar consejos, de vigilar lo que hacen los hijos e hijas, de corregir los errores, de controlar los excesos… Y aquí veo también una enorme preocupación por los estudios y una menor inquietud por saber lo que sucede con el ocio diurno y nocturno.
Creo que la principal preocupación de los padres y las madres ha de ser que sus hijos e hijas sean responsables. Es imposible alejarles de todos los peligros, de todos los riesgos, de todos los problemas. Y, ¿cómo se consigue eso? Pues dando una progresiva libertad. Nadie aprende a ser responsable si no es primero libre. No es cierto que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que mientras no sean libres no pueden aprender a ser responsables.
Ya sé que no es fácil imponer los criterios. Creo que es más educativo consensuarlos. Cuando esos criterios son razonados y razonables es más fácil respetarlos. Sé que la autoridad de los padres se ha debilitado. Por ejemplo, antes existía un forcejeo en la fijación de horarios de regreso a la casa. Los padres decidían y no se rechistaba. Ahora no es tan fácil.
Después de un acalorado diálogo entre un padre y un hijo para determinar la hora de regreso, se llega a la siguiente solución:
El hijo acaba diciendo: ¿Sabes lo que te digo, papá? ¿Quieres saber a la hora que volveré a casa? A la hora que me de la gana.
Y el padre, enérgicamente, responde: Pero ni un minuto más tarde, ¿eh?
Quiero decir con esta anécdota que es necesario el establecimiento de límites racionales, la exigencia de su cumplimiento y el control de las situaciones de riesgo. Algunas veces son los propios hijos quienes lo demandan. Recuerdo una entrevista que se le hizo en televisión al fallecido Adolfo Marsillach. Contó que él no era capaz de imponer un horario a sus hijos. Y que uno de ellos le decía al negarse el padre a imponer una hora:
– Que no, papá. Que tú tienes que fijar una hora.
– Tú conoces las costumbres, tienes que ser responsable. Ven cuando lo consideres oportuno.
– Que no, que no es así. Tú tienes que decir una hora concreta a la que tengo que llegar. Esa es tu responsabilidad.
Forzado por la presión, decía Marsillah, acabé diciendo una hora concreta, la primera que se me vino a la cabeza:
– Pues venga, vuelve a las cinco.
– Que no, papá, que no, replicó el hijo. Que esa hora es muy tardía. Tú tienes que decir, por ejemplo, a las dos o, como mucho, a las tres.
El hijo veía en esa restricción un interés del padre por la salud de su hijo, una preocupación por su seguridad, una señal de protección y, por consiguiente, de amor.
Interpelo también a las escuelas. ¿Por qué no se hace una planificación y una intervención adecuada que prepare a los alumnos y alumnas para vivir un ocio enriquecedor? Lo cual no quiere decir aburrido, impuesto o tutelado.
Desde la familia y desde la escuela sería estupendo cultivar hobbys en los niños y jóvenes. Hobbys relacionados con la música, las manualidades, el deporte, los juegos de mesa, la fotografía, la grabación de cortos, la lectura, la escritura, los viajes, las colecciones, la ornitología, la gastronomía, el senderismo, el montañismo… Cuando fui Director de un Colegio en Madrid hicimos un proyecto en el que había más de 50 actividades que llamábamos complementarias (no extraescolares o complementarias). Algunos alumnos preguntaban por qué eran obligatorias y nuestra respuesta era que educaban para el ocio. Escribí entonces un folleto titulado “Función educadora del ocio”. Lo releo ahora con curiosidad. Digo allí que la aspiración educativa no debe quedarse en “no veas”, “no consumas”, “no hagas”, “no vayas”… Hay formas de ocupar el ocio de manera divertida y estimulante.
Interpelo también a los políticos. Hacen falta planes para favorecer experiencias de ocio educativas. He visto en la ciudad de Rosario (Argentina) iniciativas creativas impulsadas por la municipalidad. Al aire libre unas y otras de interior. Las vi funcionando, abarrotadas. No tiene sentido, por ejemplo, que los jóvenes estén vagando por las calles mientras todas las pistas deportivas de las instituciones están cerradas durante el fin de semana y las vacaciones.
No debería depender el ocio del dinero que se tiene. En una sociedad democrática los jóvenes deberían poder divertirse de forma sana y gratuita. Parece que la pobreza solo condiciona y limita las aspiraciones relacionadas con el trabajo. No. También empobrece las posibilidades de vivir un ocio atractivo y enriquecedor. Es difícil ser bueno en un mundo donde todo está tan caro.
QUERIDO AMIGO Y MAESTRO MIGUEL-ÁNGEL:
Un saludo muy afectuoso en este día tan especial para ti. No me olvido.
Gracias por el artículo de hoy, en el que abordas varias dimensiones relativas a nuestros jóvenes. Desde hace años, vengo diciendo que son nuestro futuro sin futuro: todos y todas debemos asumir responsabilidades respecto a su educación para el ocio. Siempre te he oído decir que tan importante como el estudio es el tiempo de ocio (¿a qué lo dedican?, ¿con quién o con quiénes?). Me remite al binomio o polaridad clásica de los romanos: “otium”/ “negotium”. Porque todos (y de modo especial los jóvenes) necesitamos lugares y momentos para el encuentro, para el esparcimiento, para desconectar del trabajo y para el cultivo de nuestro ocio e inquietudes, aficiones o hobbies.
La institución escolar tiene, como las familias y la sociedad en general, sus “deberes” al respecto. Recuerdo la importancia (siendo responsable del Departamento de Actividades Complementarias y Extraescolares
-DACE- del IES Mediterráneo de Málaga) de todos los actos, excursiones y actividades que organizaba, entre ellas, el indeleble viaje de fin de curso a Italia. Me decían mis alumnos y alumnas: “Carlos, he aprendido mucho, me gusta el arte, me encanta Italia…volveré cuando me case o con ocasión de algo especial”. Había compañeros y compañeras que colaboraban con entusiasmo e iniciativa (por ejemplo, Lourdes, tu esposa), otros profesores, en cambio, detestaban “perder su lección magistral” dentro del aula, intramuros. Una detallada, cuidada y bien organizada programación de estas actividades complementarias y extraescolares contribuye y despierta sin duda un ocio sano, placentero y responsable en los jóvenes.
-Termino: vais a pensar que llevo pilas Duracell. Cuando visito solo o en compañía algún museo, monumento, etc. y veo que los papás acuden acompañados de sus hijos pequeños pienso que ya están despertando una inquietud cultural en los peques. Os aseguro que, en muchas ocasiones, han sido ejemplo y modelo de respeto y atención ante la explicación de la persona que realizaba la visita guiada.
Cuidemos a ¿nuestro futuro sin futuro? ¿Qué legado les vamos a dejar? Es nuestra responsabilidad.
Feliz fin de semana a todos y a todas. Y perdón si me he extendido. Desde Valladolid (España).
Querido Carlos:
Como siempre, un comentario enriquecedor, sugerente, educativo.
Se ve que hablas desde dentro de la profesión docente.
El ocio tiene dimensiones sociales, psicológicas, económicas, políticas, higiénicas, educativas..
Lo primero que tenemos que hacer es concienciarnos de su importancia.
Y lo segundo, ir más allá de la reflexión para intervenir de forma propedéutica. Una de las formas de intervención es la que mencionas: cultivar aficiones interesantes en la escuela y en la familia.
Sé de tu implicación en el DACE.
Hay profesores y profesoras que solo ven la dimensión académica del curriculum. Y, además, tienen miedo a verse desprotegidos en el caso de que suceda algo negativo en un viaje, por ejemplo.
Un gran abrazo,
Gracias por el comentario y por la felicitación de este 21 de agosto.
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Querido Miguel Ángel, qué magnífico artículo, a mi modo de ver, lleno de realismo y sensatez. Dices lo que sucede y lo que debiera suceder.
A mí me preocupa el sentido que se da hoy en día, en general, a la vida. Parece que todo debe ser diversión, hasta el estudio debe ser divertido. También parece que para los jóvenes si no es con una botella de alcohol en la mano no hay diversión.
Me preocupa, por lo que veo en la TV, que muchos jóvenes ya no hagan ni caso a la autoridad, incluso apedrean a la policía que ejecuta la normativa impuesta por los encargados de regular ciertas actuaciones. La libertad de la Sra. Ayuso, que viene a ser, haz lo que te venga en gana, parece que va imperando.
Educar hoy a los hijos es enseñarles, parece, a caminar por un mar de minas sin pisar ninguna: que si drogas, que si móvil, que si vagancia, que si descontrol en el amor, que si el juego con sus apuestas, las adiciones de todo tipo. En fin, con todo eso, muchas veces sin formación suficiente, tienen que lidiar.
Como bien dices, más que quejarnos lo que tenemos que hacer como sociedad es dar soluciones, canalizar su fuerza y sus inquietudes por caminos constructivos, que los mejoren como personas.
Se quiere de verdad eso? Qué pensar de lo destructiva que es la droga, que parece que corre a raudales y que no se analice con asiduidad en los medios de comunicación. Destruye individuos, familias, causa enorme dolor, pero lo peor de todo es que da enormes cantidades de dinero, por eso se habla tan poco de ella, que siga corriendo…
Con todo, nada es todo así o todo asá. También tenemos una juventud extraordinaria, enormemente preparada, socialmente madura. Es la otra cara de la moneda.
Quizás nos falte análisis, como tú has hecho, y actuaciones coherentes como se ha hecho can la Covid 19.
Un abrazo y saludos a todos.
Querido Joaquín:
Otro comentario lleno de sensatez
Comparto tu metáfora del campo de minas. Los intereses del negocio están por encima de la salud de los jóvenes. Hay peligros en todas las partes. Carla me acaba de decir que va a un lugar esta tarde en el que se reúnen muchos jóvenes. Le pregunto si sirven alcohol a menores. Me contesta que sí, en ese local y en todos. Tiene que aprender a evitar las minas, pero sería mejor que no las hubiera.
¡Qué decir de la droga! ¿Cómo es posible que no se desmonten pin<tos de venta que todo el mundo conoce?
Es cierto, como dices, que no se puede meter a toda la juventud en el mismo saco.
Cuánta tarea pendiente en la educación para el ocio.
Un gran abrazo.
Y gracias, amigo.
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Muy buenas Miguel Ángel!
Un tema para reflexionar socialmente.
Gracias por el artículo!
La mercantilización del ocio es para hacernoslo pensar. Hoy es casi imposible no pasar por caja para cualquier actividad de ocio..y es muy fuerte, pero lo más grave es lo que apuntas con tanto tino…
Quién nos educa en el ocio?
Para llegar a ser responsables del tiempo “libre”
Encontramoss esta tierra de nadie que ni familia ni educación formal trabajamos como deberíamos y ya vemos las consecuencias. Políticamente también hemos de exigir alternativas sanas al ocio botellón… que existen!.
Me encantaría conocer el folleto función educadora del ocio..donde se podría conseguir?
Gracias por compartir este tema de densidad educativa que nos interpela como familias educadoras.
Un saludo y abrazo a la famila.
Querido amigo y tocayo:
Pues el folleto solo se puede conseguir si yo te envío un ejemplar. Y lo puedo hacer porque tengo más de uno.
A pesar de los años que han pasado creo que sigue teniendo plena vigencia. Mándame la dirección postal.
Es una cuestión que siempre me ha preocupado y que, al tener en casa una adolescente, ha adquirido mayor relevancia.
Los pares tienen una enorme influencia y en el ocio se fraguan unas relaciones que pueden resultar nocivas o salvíficas.
Un gran abrazo y besos para los tuyos.
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Querido Maestro:
Es absolutamente cierto que para que la juventud cambie tenemos que encontrar soluciones en todos los ámbitos de la sociedad: familia, escuela, grupo amigo..
Siento en mis adentros, la dificultad que lleva, dirigir a los jóvenes hacía un ocio saludable y que no implique sustancias nocivas.
Mi mente me lleva muchos años atrás, cuando yo gozaba de la más bella ingenuidad, mi padre, que siempre ha sido un verdugo, y lo digo después de comprobar su nefasta actuación, me pegaba palizas con la correa por llegar cinco minutos tarde de las 10, hora que el imponía.
Pongo mi mano sobre la Biblia que jamás pegué a mis hijos!
Podría llevar acabó su maligno ejemplo!
Pero no, opte por dar amor y afectos y ayuda en todo lo que necesitan.
Otra cosa es que ellos fijen sus ojos y sus acciones en mí.
Se por experiencia, que el buen camino es muy duro, pero también sé que caminar por él es más largo pero te traerá las mayores recompensas.
Mi lema es ir siempre adelante para conseguir tus sueños.
Los míos son sencillos, conseguir relaciones satisfactorias conmigo misma y con los demás eso me llena de paz y plenitud mi ser.
Las barbaries recibidas nunca pueden cambiar tu esencia!
Tienes que brillar hasta el infinito!
Sin más me despido con un fuerte abrazo para todos.
Que la semana os sea leve!
Besos.
Querida Loly:
Me han dolido los golpes de tu padre con la correa por causas tan insignificantes.
Pero yo digo que NINGUNA HERIDA ES UN DESTINO.
Eso ha pasado en tu caso. Tu actuación como madre estuvo en las antípodas de la que viviste como hija.
En cuanto a la juventud de hoy creo que tiene que sortear muchos peligros que la sociedad tiende a través de las drigas, del alcohol,del tabaco, de la ociosidad, del desempleo…
Y ahí tiene que jugar su papel la educación.
Y la política.
Gracias y feliz fin de semana.
Y buena semana siguiente, como tú nos deseas siempre.
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Hola Miguel Ángel.
Leyendo el primer comentario me ha intrigado a qué se refería. Internet aporta mucha información. No sé si en algunos casos excesiva. En este caso me sirve para enviarte mis mejores deseos en esta fecha. Espero que sigas dándole muchas vueltas al Sol.
Felicidad-des!!
Un abrazo desde una playa nublada y bochornosa… Hoy no ha hecho falta refugiarse bajo la sombrilla…
Querido Juan Carlos:
Muchas gracias por la felicitación.
Es de agradecer el recuerdo de los amigos.
Yo ya he acumulado tantos años que voy a decir lo que Edmond Rostand decía mientras se miraba al espejo cuando cumplió mi edad : Desde luego los espejos ya no son lo que eran
Sí, hoy ha sido un día nublado y gris también en Málaga, pero el sol de la amistad lo ha iluminado.
Un gran abrazo.
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PD: Aprovecha la sombrilla que ya no queda mucho o, mejor, que todavía queda mucho.
Inquietante tema que ahora, en tiempo de vacaciones, se agrava.
¿Qué hacer con tanto tiempo libre?
No se trata solo de no hacer estupideces o cosas dañinas para la salud propia y la del prójimo.
Se trata de llenar el tiempo con actividades que, a a la vez que divierten y permiten descansar, forman a quien las realiza.
Lo que veo negativo es botellón de noche y dormir de día.
Gracias.
QUERIDA MARINA:
Hay dos dimensiones en la forma de vivir el ocio:
a. Evitar los riesgos evidentes: droga, alcohol, ociosidad, delincuencia…
b. Realizar actividades formativas: para ello hace falta creatividad, curiosidad, comunicación con el grupo…
Pero todavía se puede pensar en algo más provechoso: realizar actividades solidarias, porque hay mucha gente que necesita ayuda de todo tipo…
Gracias por tu participación en el blog.
Besos.
MÁS
Estimado profesor,
Viajé atrás con su relato hasta mi adolescencia. Mi primera droga fue el cigarro, y me pegó a eso de los 16, pero me llamó la atención desde mucho antes. De ahí hasta los 22, ya en la Universidad, a veces eran 5-10 cigarrillos al día… Felizmente, lo dejé y nunca más volví a eso. ¡Pero costó mucho! Más cuando en todos lados alguien fuma, en un rincón de los hospitales, el personal de salud fuma, en un rincón de las escuelas, funcionarios se escapan a fumar. Hay una ley que lo prohíbe pero no basta la ley, ¿qué le queda a niñas y niños? Yo sería partidario de instalar espacios para fumadores en plazas, parques y lugares de trabajo. Un espacio cerrado con extractor de aire y filtros que además que al menos en su exterior presente información de que el asunto es peligroso y quienes entran ahí están poniendo en riesgo su salud. La idea es proteger al que no quiere recibir humo de tabaco ajeno y permitir el derecho del que quiere fumar a que lo haga.
La segunda droga fue el alcohol. Y Por los mismos 16 años, lo hice en cantidades industriales. Me conocí borracho, aprendí a saber qué pasaba con distintos tragos. Lo mismo en la Universidad. Felizmente nunca me pasó nada, pero vi infinidad de peleas en contextos de alcohol y arrastré hasta su casa a muchos amigos y amigas. Pero tomé en exceso. Las fiestas de inicio de año y las fiestas patrias y las de fin de año siempre estuvieron rodeadas por alcohol y excesos. Ahora más sensato y bebiendo ocasionalmente una cerveza o de preferencia vino, me cuestiono que nunca nadie en todo el sistema Universitario haya hecho un esfuerzo por sacarnos de ahí, por acompañar ese proceso y decirnos “hey, no es necesario tomar tanto”, porque la biología de la juventud aguanta bastante y se recupera rápido, y uno se cree súper-humano por trasnochar y poder aguantar la rutina del otro día. Faltó una cara amiga que nos incentivara a utilizar esa biología de la juventud para ocuparla en algo más trascendental que beber y fumar. Me habría gustado ver profesores ahí, tomando incluso, compartiendo esa cerveza, pero demostrando que se puede festejar sin destrozarse en el camino.
Me soprende lo de la cachimba, me parece que acá en Chile no ha llegado esa moda. Por ahí aparece el marketing mal intencionado que juega con “lo natural”. Quema esto que es “más natural”, “agrégale ginseng y eucaliptus que son buenos para la salud” (omitiendo que cualquier sustancia quemada es nociva). Cuento aparte, la poca fiscalización que existe en este tipo de mercados, ¿se consume realmente lo que dice el producto?
Qué necesario el ocio fuera de la virtualidad, de los teléfonos. Cuando era niño y en casa había 1 televisor, nos juntábamos en familia a ver algún programa. Luego cuando cada uno tuvo su pieza y televisor, dejamos de vernos. Los teléfonos móviles a veces logran recrear esta escena en un mismo salón, la familia en la mesa almorzando, cada uno con su portátil, cada uno como avatar de su propia matrix. A ratos es bueno tener cada uno sus intereses, pero entendiendo que Facebook, Instagram o Tik Tok, precisamente están diseñados para atrapar a cada público según sus intereses, uno puede entender que nunca deje de ser interesante. “Oh, qué bonito”, siguiente. “También está lindo”. Siguiente. “Wow, eso no lo conocía”. Siguiente. “Me encantó también”. Siguiente. “Me gustaría comprar eso”. Siguiente. “Uff, esto está mucho mejor.” Siguiente…. y así, puede ser muy útil o una caída en un precipicio sin fondo donde todo lo que va apareciendo parece útil y entretenido. Muchas familias no logran entender aún los riesgos de las redes sociales, más allá de los potenciales beneficios. Recientemente en nuestro país una pequeña de 11 años sufrió quemaduras graves por un desafío de Tik Tok, red que está creada para ser usada desde los 13 años. Fallaron muchos filtros ahí. La familia quiso hacer público el caso, con mucho dolor, porque quieren advertir a otras familias.
Días atrás le instalé un juego a mi hija de 7 años. Tiene un laptop de hace 15 años que re-acondicioné con un disco duro moderno y quedó muy bueno para las clases on-line. Decidí buscarle un juego que la incentivara a buscar soluciones, a leer. Y encontré uno bien bonito, gráfica antigua en 2D y algo pixelada, colorido, con distintas melodías bien armónicas y bellas en su desarrollo, tan sencillas como el juego. Su personaje llega al campo porque se aburre de la ciudad y puede desarrollar habilidades en minería, pesca, agricultura o ganadería. En el pueblo hay más habitantes y puede interactuar, hacer favores, regalar cosas, contribuir al desarrollo de la comunidad, como también puede desmayarse si trabaja todo el día y no descansa. En la medida que trabaja y recolecta elementos, puede mejorar su casa, comprar y vender elementos. Me pareció interesante propuesta para fomentar la lectura y jugar con matemáticas, además de entender la mecánica de un juego, donde las teclas mandan, dirigen acciones y movimientos, coordinar mano derecha-izquierda y vista-pantalla. Y le encantó (hasta yo me pondría a jugar jajajaja). Así que jugó un buen rato, leía, me preguntaba qué significaban algunas palabras, leímos procesos productivos, vimos algo de matemáticas mientras ganaba-perdía dinero digital. Hasta ahí, funcionó la intención, algo bello…. sin embargo, terminar la partida de juego no está exenta de “espérame un poquito”, “ya termina”, “sólo me falta esto”. Y me veo en la necesidad de explicar “hija, entiendo tanto que quieras completar algo más, pero créeme que esto está diseñado para que siempre tengas algo que hacer, y es muy entretenido, se puede aprender mucho, pero si te dejo más tiempo del que habíamos acordado, podrías pasar todo el día acá sin darte cuenta y tu cerebro necesita descansar, al igual que el computador que tiene un cerebro similar al tuyo y también necesita un descanso”. Tengo la bendición de tener tiempo para estar, compartir el juego, ayudarla, buscar cosas y poder cerrar la sesión cuando pasa el tiempo establecido. Me cuestiono de todas formas, ¿qué pasará en el futuro? ¿Querrá tener redes sociales? Un misterio, ¿cómo actuar frente a esto? Y ahora que lo pienso, me pondré a buscar algún manual u orientación al respecto, ¿alguien más estará investigando-proponiendo cómo abordar la paternidad y la libertad de niños y adolescentes a usar redes sociales encontrando comunión entre la privacidad y la prevención de situaciones de riesgo?
Qué importante el ocio, ahora que en Chile se desarrolla un cambio constitucional, algunos académicos han elevado este concepto para ser tomado en cuenta, el derecho al ocio, como una entidad independiente al derecho al descanso.
Agradecido que comparta estos espacios, un gran abrazo !
Estimado Felipe:
Gracias por tu interesante comentario que parte con la sincera y valiente manifestación de tus errores de juventud. El cerebro del adolescente está todavía en desarrollo y el alcohol resulta dañino.
Es peligroso aprender a basa de errores. Por eso haces bien en aconsejar que haya presencia de educadores que sepan señalar el camino correcto.
Gracias por compartir la experiencia que has tenido con tu hija. Las redes sociales tienen ventajas innegables y encierran riesgos tremendos.
Lo que he querido decir en el artículo es que ea preciso educar para vivir un ocio saludable, que no solo proteja la salud sino que pueda ser llenado de actividades interesantes, motivadoras y formativas.
Un gran abrazo y muchas gracias por tu participación.
MÁS
El problema es de toda la sociedad, aunque los jóvenes son los responsables de sus vidas.
Ver cómo el ocio consume el tiempo sin hacer nada y cómo, incluso, mete a muchos en el mundo de las drogas y el alcohol.
Es muy importante aprender a vivir el ocio de una manera placentera, divertida y provechosa.
Saludos y gracias
Estimado Manuel:
Gracias por leer el artículo y por escribir el comentario.
Creo que la segunda frase ha quedado inconclusa, pero parece claro que te parece horrible que el ocio no solo eche a perder posibilidades de aprovechamiento del tiempo sino que meta a los jóvenes en las drogas, el alcohol y la delincuencia.
Estoy de acuerdo contigo en la necesidad dar aprender a vivir el ocio de forma saludable.
No podemos mirar para otra parte.
Un cordial saludo.
MÁS
LA EQUIDISTANCIA
El título de tu artículo alude a un monólogo sobre la educación del extraordinario humorista Miguel Gila.
En esa misma intervención él comentaba que antes cuando un adolescente llegaba tarde a casa no se iba directamente a su cuarto sin responder al padre, sino que éste le “arreaba un guantazo”. Y es que antes – decía el genial don Miguel – había “comunicación”.
Un muy fuerte abrazo Miguel Ángel, así como a todos los que hacen posible con sus intervenciones este
– cualquier adjetivo se me quedaría corto – blog.
No nos dejes nunca, maestro.
Recordando a José Luis Cuerda, “nosotros somos contingentes, pero tú eres necesario”.
Querido Luis:
Qué hermoso e ingenioso comentario. De los que mejoran el artículo.
Voy a recuperar el gag de ese genio del humor que fue Gila. Cuando te he leído he querido recordar la fuente de la anécdota.
Solo los alcaldes son necesarios. No un humilde jubilado. Estoy con Cuerda. Qué gran película Amanece que nos poco. El humor es una forma de bondad.
Hace más el lector por el autor, que a la inversa.
Así que muchas gracias a ti.
Un gran abrazo.
MÁS
Siempre he tenido preocupación por estas cuestiones.
Y una de las más inquietantes es la influencia de los amigos/as que se cuece en los tiempos de ocio.
El grupo impone unos comportamientos que muchas veces son transgresores. Y, por ganar la aprobación del grupo, los jóvenes hacen lo que haga falta.
Por eso considero muy importante hacer algo de carácter educativo en esa parcela.
Gracias.
Querida Mar:
Es cierto que la influencia de los pares en esas edades es enorme.
Las malas amistades resultan muy nocivas.
Es conveniente saber con qué personas se relacionan nuestros hijos.
Lo que pasa es que no podemos imponerles los amigos o amigas.
Sí podemos aconsejarles que la deseabilidad social no sea tan grande que les impida ser ellos mismos.
Un beso y gracias.
MÁS
No puedo estar más de acuerdo.
Tengo os hijos adolescentes y me quita el sueño lo que puede pasar cuando salen con amigos y amigas.
Me tachan de anticuada cuando les hago indicaciones sobre la forma de vestir, sobre el consumo de alcohol y drogas y sobre las relaciones sexuales.
Entre el desenfreno de una edad que está gobernada por las hormonas y las malas influencias que pueden tener, no estoy tranquila hasta que llegan a casa.
Sé que no me lo cuentan todo y sé que su vinculación más fuerte es con amigos y amigas.
Muy difícil.
Tengo la esperanza de que sea una etapa, una crisis que pasa.
Pero el tiempo se hace eterno.
Querido Elena:
Pues claro que la adolescencia es una etapa.
Una etapa llena de complicaciones, a veces, pero también llena de posibilidades.
Terminará en algún momento, aunque cuando está metido en una crisis, el tiempo parece congelarse.
Creo que lo importante es que no pierdan la confianza en nosotros y que no corte el diálogo.
Tienen encontrar en nosotros protección y ayuda, no temor y frialdad.
Besos y gracias.
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