En estado de resiliencia

16 Ene

 La resiliencia es la propiedad de los metales para  recuperarse de un golpe fuerte. La palabra resiliencia se deriva del latín resilire, que significa rebotar. Se utiliza en el mundo de la física  par reflejar la elasticidad  de un material, propiedad que le permite  absorber energía y deformarse, sin romperse, cuando es golpeado por otro objeto o fuerza exterior y, de forma rápida, recobrar su forma original una vez que cesa dicha presión. Por extensión se aplica a una actitud de los seres humanos (individualmente considerados o en grupo) para superar las adversidades de la vida. 

Comenzó la construcción del concepto de resiliencia humana en los años cincuenta cuando varios investigadores de Europa y Estados Unidos comenzaron a explorar  desde la infancia la vida de algunas personas  que se habían  enfrentado a graves adversidades. Observaron a niños extraordinariamente resistentes y adaptables que crecían con normalidad a pesar de haberse enfrentado a circunstancias perniciosas de pobreza, abandono y violencia. 

Llevamos casi un año metidos en un largo túnel, golpeados por la adversidad. Cuando creemos que estamos a punto de ver la luz, comprobamos que el túnel describe una curva (segunda ola) y tenemos que seguir caminando. Y, cuando de nuevo albergamos una esperanza de salir a respirar aire puro, vemos que el túnel sigue en otra dirección (tercera ola)… ¿Hasta cuándo seguirá el oleaje? 

La resiliencia se produce después de pasar la adversidad. Pero todavía estamos sumidos en ella. Todavía no la hemos superado. Todavía estamos recibiendo golpes. Por eso digo en el título que vivimos en estado de resiliencia. No es que hayamos recibido un golpe, es que estamos siendo golpeados a diario con hechos y amenazas terribles. Muertos, contagiados, ingresados, despedidos… La continuidad es una característica de esta dura pandemia.  Otra característica es la amplitud, porque no afecta a un solo individuo, ni a un pequeño grupo, sino a toda la humanidad… Nadie esta libre de la amenaza del contagio, de la enfermedad y de la muerte.

He hablado muchas veces de la resiliencia como  cualidad de una persona que supera una gran adversidad. Pero ahora hablo de un nuevo tipo de resiliencia: continua en el tiempo y global en la extensión. Estamos caminando hacia los dos millones de muertos. No somos capaces de controlar los contagios y la persistencia de los daños y del miedo se han instalado en la sociedad.

Luis Rojas Marcos, psiquiatra neoyorquino nacido en Sevilla en 1943, escribió hace años un interesante libro titulado “Superar la adversidad. El poder de la resiliencia”. Lo leí en su momento y ahora recupero algunas ideas que considero relevantes para el desarrollo del tema que me ocupa.

Dice Rojas Marcos de que “la resiliencia es un atributo natural y universal de supervivencia, que se compone de ingredientes biológicos, psicológicos y sociales”. Pareciera, por estas palabras, que la resiliencia es una cualidad innata del ser humano. Pero no, la resiliencia se hace, se ejercita, se fragua. Por eso hay personas resilientes y otras que no lo son.

La resiliencia, según Rojas Marcos, se construye sobre seis pilares. El primero tiene que ver con las conexiones afectivas.Las personas que se sienten vinculadas positivamente  a otras superan los escollos de la vida con más facilidad que las que no cuentan con el afecto y la atención de algún semejante.

El segundo pilar son las funciones ejecutivas.Es decir, la capacidad de gobernar nuestra vida. Para ello, practicamos la introspección, que nos permite observamos, conocernos, reflexionar  y recapacitar cuando tomamos decisiones importantes o buscamos formas de salir del atolladero. Entre las funciones ejecutivas más importantes está el autocontrol, la capacidad de esperar, de frenar el ímpetu y retrasar la gratificación inmediata con el fin de conseguir un objetivo superior.

El tercer pilar consiste en situar dentro de nosotros mismos el centro de control. Ante amenazas peligrosas podemos situar en nuestro interior la capacidad de intervenir o ponerla en el exterior, sea en el azar, en el destino o en Dios. Si creemos que la dirección del barco depende de nuestra habilidad, más que de la suerte o del viento o de los dioses, estaremos en mejores condiciones de manejarlo.

La autoestima es el cuarto pilar de la resiliencia. “Aunque no lo reconozcamos en público, para todos los mortales, lo más importante del mundo somos nosotros mismos”, dice Rojas Marcos.   En algún curso he hecho con mis estudiantes la experiencia de “la caja mágica”.  Pido  que escriban el nombre de la persona más importante de su vida. Unos citan al cónyuge, otros a un hijo, otros a un amigo otros a Dios… Después les digo que en la caja mágica que yo tengo está la respuesta a cada uno. Quien quiera verla puede mirar en la caja. Cuando lo hacen, sonríen. En el fondo de la caja hay un espejo…  La autoestima es un factor decisivo para luchar contra la adversidad. Cuando la opinión que tenemos sobre nosotros es positiva, la resiliencia se fortalece.

El quinto pilar es el pensamiento positivo. Tener una perspectiva favorable de las cosas (pasadas,  presentes y futuras) es un elemento fundamental de la resiliencia humana. El pensamiento positivo no es un obstáculo para el razonamiento y la capacidad de analizar con rigor la realidad. Es una actitud  que nos hace ver la realidad de forma favorable. El pesimista solo ve los agujeros en el queso.

Finalmente, el sexto pilar de la resiliencia es tener motivos para vivir. Si tenemos finalidades consistentes en la vida, podremos afrontar con mayor coraje la superación de las adversidades que se nos presentan.Friedrich  Nietzsche afirma en su obra El crepúsculo de los dioses: “Quien tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo vivir”.

Añadiré a estos pilares una consideración sobre la importancia del sentido del humor, que es algo muy serioen la vida. Ya sé que esta o cualquier otra calamidad no es motivo de risa, pero es mejor afrontarla con sentido del humor. En su estupendo libro “El sentido del humor”, dicen A. Ziv y J.M. Diem: “La utilización del humor negro permite a las personas defenderse de las situaciones o los elementos que les dan miedo”. Riéndonos de la muerte, las catástrofes, las enfermedades y los accidentes, intentamos demostrar que no nos dan miedo. Estamos contentos de podernos reír de la muerte, por ejemplo. He aquí cuatro breves ejemplos.

– Un condenado a muerte, a la pregunta de si quiere fumar el último cigarrillo, responde: No gracias, estoy intentando dejar de fumar.

– Unos veteranos de guerra muy mayores van al cementerio a rendir homenaje a sus compañeros fallecidos. Uno le dice otro en medio de las tumbas: Y, tú, con la edad que tienes, ¿crees que te merece la pena ir a casa?

– Un condenado a muerte avanza un lunes hacia el cadalso, mientras dice: ¡Mal empiezo la semana!

– Le dice la mujer al marido: Dada la edad que tenemos, uno de los dos podría ya morirse, y así yo me podría ir a vivir con nuestra hija a Barcelona.

Está demostrado que el sentido del humor facilita la descarga de la tensión emocional y nos hace fuertes y resistentes ante la adversidad.  

Hoy  necesitamos ser resilientes de forma solidaria y persistente, reponernos juntos de los golpes de la pandemia. Y preocuparnos de enseñar a nuestros hijos y alumnos a superar la adversidad. El mejor modo de conseguirlo es que vean nuestra  propia y acendrada resiliencia. Enseñamos como somos, no diciendo a los demás cómo tienen que ser.

31 respuestas a «En estado de resiliencia»

  1. Muy interesante su artículo. El contenido del mismo es muy necesario en los tiempos que corren. Casi tan necesario como el humor al que se refiere.
    Pena que la palabra ‘resiliencia’ acabe asociada a determinados personajes que nos hacen aborrecer hasta el caldo caliente tan necesario en las sobremesas con estos fríos.
    Un abrazo.

    • Querido Rafa:
      Qué alegría verte aparecer por la plaza de El Adarve.
      Mil gracias por leerme con esa mirada crítica que caracteriza a los lectores inteligentes.
      En La Cala podemos coger fuerzas para enfrentarnos a la crisis mirando al hermoso mar Mediterráneo.
      Un abrazo.
      Y gracias por leer y escribir.
      MAS

  2. Muy buenos días Miguel Ángel!
    Lo primero recordar y reconocer que si el autor de éste artículo es Dr. del Bienestar no es una opinión subjetiva y generosa por mí parte, es simplemente una descripción de la realidad. Recuerda que la culpa la tienen los chilenos al reconocerte como persona que deja huella y tú mismo escribiendo artículos como éste y siendo como eres! Ergo tenemos derecho.
    Muy interesante considerar la resiliencia en su aspecto colectivo y social cuando suele estudiarse como cualidad individual.
    Coincido en la importancia del aprendizaje de la resiliencia junto con la asertividad y el ser proactivos ya que se pueden y se deben aprender si queremos sociedades inteligentes, justas y felices.
    Las conexiones afectivas y los motivos para vivir se estudiaron a fondo en los supervivientes de los campos de concentración, se comprobó que fueron clave para superarlo durante y después.
    Me parece genial que añadas de tu cosecha el sentido del humor como cualidad necesaria para la resiliencia y los ejemplos que pones..buenísimos!!!
    Justo ayer estuve viendo varios vídeos de Les Luthiers y leyendo sus famosas frases sin saber que estaba construyendo resiliencia.
    Saldremos de ésta seguro, pero ojalá que juntos y mejores.
    Seguimos en contacto.
    Un fuerte abrazo familiar con cariño sincero.

    • Querido Miguel/querida Gema:
      Es una lotería contar con un comenrarista como tú: diligente, generoso, inteligente, ingenioso, afectivo…
      Cada uno tiene que ser Dr. del Bienestar de sí mismo.
      Hay que ejercitar la resiliencia y hay que fortalecer la resiliencia de nuestros hijos y alumnos.
      Si todo se lo damos hecho, no aprenderán a superar la adversidad.
      Veo personas que están a punto de arrojar la toalla.
      Un abrazo en el que quepamos todos.
      Y gracias de nuevo.
      MAS

  3. Hola Miguel Ángel.

    Como lo has dicho prácticamente todo, sólo voy a completar el apartado de humor con algunos chistes más que tratan sobre algunos de los conceptos que has manejado en el artículo :

    Le dice un anciano a otro: ¿Tú qué prefieres que te dé el Parkinson o el Alzheimer? El otro anciano le contesta: “Prefiero el Parkinson porque es mejor derramar un poco de vino que olvidar donde dejastes la botella…”

    Uno mirándose al espejo, se dice a si mismo “Tú ya sabes que siempre puedes contar conmigo”

    Éste es de Forges… En la cama el marido le dice a la mujer: “he tenido una pesadilla horrible, yo era yo” La mujer le contesta: “Jo; qué palo!”.

    Le dice una persona a otra: Mi nuevo libro se llama “la paciencia y el autocontrol”. El otro le pregunta: ¿De qué trata exactamente?, Y les responde: a tí que te importa”.

    Le dice el jefe al empleado: “Piense en positivo López. No le mire como un despido. Véalo como un año sabático sin sueldo y sin seguridad social”.

    El padre le dice al hijo: “calentamiento global, precios del petroleo, del gas y la electricidad por las nubes, pandemia de covid, crisis económica mundial, cambio climático, caída de las bolsas”,… El hijo le responde: “Déjate de rodeos, ¿este año vamos o no de vacaciones?

    ¡Soy soltera y hago lo que quiero!… Abuela, por favor, que aún estamos en el velatorio del abuelo…

    Buen finde a todos y todas… 🙂

    • Querido Juan Carlos:
      El humor es una forma de bondad.
      Gracias por sacarme unas sonrisas con estos chistes.
      Yo tengo una libreta con 1350 chistes que he ido recopilando durante más de 50 años.
      Se acabó y la tuve que agrandar.
      Un día me la quisieron comprar dos cómicos argentinos.
      Ya sé que se puede identificar el sentido del humor con el hecho de saber o de contar chistes, pero ayuda…
      En el libro de Rojas Marcos que he citado en el texto se cuenta que una mujer acudió al médico para decirle que su marido había recibido un diagnostico, pero que nose cuerda si le dijo que tendí Alzheimer o Sida.
      El médico le dijo que había una forma de despejar la duda:
      – Déjelo en medio del bosque y, si regresa a casa, no se acueste con él.
      Un cordial saludo y gracias, como siempre.
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  4. Este es un nuevo día, / Para empezar de nuevo, /Para buscar al ángel, /Que crece en los sueños, / Para cantar para reír,/ Para volver a ser feliz”. Facundo Cabrales

    Apreciado doctor:

    Esta emotiva letra de la canción de Facundo Cabrales, es apropiada en tiempos de COVID-19, y en el amanecer de un nuevo año escolar en Colombia, continuando con presencialidad remota, cuando las cifras enlutan nuestras vidas y requiere de un gran esfuerzo del talento humano resiliente en las Instituciones Educativas.

    Doctor, su siempre acertado aporte semanal a la educación, me remonta a varias décadas cuando cursaba la asignatura Resistencia de Materiales, en pregrado en Licenciatura de Física, y se trataban de los materiales resilientes. Hoy extendido a las ciencias sociales “Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas…”, pasando por el campo de la mecánica, la ecología y la arquitectura entre otras.

    Personas humanas resilientes al máximo, a fe, que la necesitamos en el caso nuestro, cuando la furia del huracán Iota, destruyó totalmente la paradisiaca Isla de Providencia, dejando a sus 4500 pobladores como cubierta la inmensidad del cielo de ese territorio, y miles de personas más empobrecidas por inundaciones en el Chocó y Norte de Santander .
    Sortear los retos educativos actuales que impone el Covid-19, es y será un desafío para los directivos y docentes, más resilientes; donde se “fragüe” las “conexiones afectivas”, con la trascendencia en niños, niñas y jóvenes; cuando el confinamiento ha convertido al monitor e Internet en el cordón umbilical que nos une con los alumnos(as) y padres de familia. Minimizando las relaciones interpersonales.

    Anhelo, con fe y esperanza… ver florecer los tulipanes en la primavera… donde podamos ver la sonrisa de los labios de familiares, amigos(as) y alumnos… y pronto nos estrecharnos en un abrazo, que nos ha robado la pandemia.

    Al mal tiempo …

    -¿Me pregunto si será muy pronto para poner el árbol y el Nacimiento? Es que ya no sé qué hacer.

    —Doctor, tengo un hipo muy fuerte desde hace dos días. —No es hipo es Covid-19. –¡No!, eso es mentira. —Pero se le quitó el hipo.

    Acaban de extender la cuarentena hasta cuatro kilos más.

    PD: Doctor, le escribo desde Bucaramanga Colombia, donde fui afortunado de sus enseñanzas hace unos años. Por favor, y con todo respeto si es de su aceptación, requiero tratar un tema más privado institucional. Si fuera tan amable por el correo que queda registrado. Gracias

    • Estimado Jorge:
      Para ese asunto más privado, puedes utilizar mi correo electrónico particular: arrebol@uma.es.
      Recuerdo muy bien mis dos estancias de Bucaramanga. ¡Qué tiempos en los que se podía viajar, compartir y darse un abrazo! Estoy seguro de que volverán.
      Hermosa la canción de Cabrales. Y hoy necesaria.
      Es bueno que las escuelas se planteen la necesidad de que la comunidad educativa sea resiliente.
      Gracias por las sonrisas que me han provocado tus historias de cierre.
      Un gran abrazo.
      Y gracias por participar.
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  5. Buenas tardes, Miguel Ángel.
    Excelente análisis sobre la resiliencia. Yo también creo que uno no nace residente, sino que se hace. No creo que para conseguir esa resiliencia, tan necesaria en la vida, sea lo mejor tratar de evitar a los niñ@s toda situación conflictiva o penosa para ellos. Hay quienes a la mínima se descomponen y ven todo trágico; otros, se ríen de lo mismo.
    Esta pandemia es una desgracia y una pesadez, pero pronto será un recuerdo. Por cierto este año no hemos tenido gripe, también, cada año, acababa con muchos y molestaba a más.
    Pienso que si tuviéramos un termómetro para medirnos la resiliencia individual, los que más grados tendían serían los que más palos han resistido en la vida.
    Gracias por tus reflexiones que también nos ayudan a ser más resilentes.
    Un abrazo para ti y saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      He hecho una pequeña corrección en tu texto: ha cambiado residentes por resilientes. Sé las malas pasadas que ocasionan los teclados. Suòngo que no tendrás problema en que te haya corregido. No me gusta hacerlo sin permiso del autor.
      Qué tema más importante el de no darle a los niños y a las filas todo hecho… Nosotros tuvimos una infancia menos fácil que muchos peques de hoy dìa. Los que yo digo que perteneces a la generación del yo-yo y del ya-ya.
      ¡Ah, qué buena idea la del termómetro de la resiliencia!
      Un gran abrazo, querido amigo.
      Y gracias, como cada sábado.
      MÁS

  6. Querido Maestro!
    Ni que decir tiene y yo me lo atribuyo soy maestra en resiliencia.
    Respiro hondo y agradezco todo lo que he superado, también lo que he vivido que me permite ser la persona que soy.
    Alguien que mira al futuro con mejor templanza y mejores recursos psicológicos.
    Agradezco todo lo superado porque cada adversidad cada abismo sorteado ha creado en mí un puente de aprendizajes
    y valiosas experiencias.
    Hay sufrimientos, y yo los he tenido a raudales, lo que nos otorgan valiosas lecciones.
    La superación personal es una de las áreas más conocidas de la psicología humanista.
    Si el destino guarda para nosotros un revés inesperado y estamos obligados a encarar esa dificultad es responsabilidad nuestra reaccionar sabiendo decidir sin dejar nuestros valores atrás.
    Se decide mejor si nos entrenamos en la calma, el enfoque reflexivo y sintonizado con nuestras responsabilidades, principios, valores y necesidades y más en esta pandemia.
    La resiliencia, la superación personal es por encima de todo aprendizajes.
    Es saber activar recursos propios, es estar abiertos, ser receptivos bb para elegir el cambio antes que el miedo, el avance antes que la quietud y el estancamiento.
    Es cierto que todo lo que está pasando es duro y deja secuelas pero todo crecimiento implica transformación en nuestra manera de vivir y alteración en el pensamiento psicológico y en nuestras mareas emocionales.
    Michael Unghar experto en resiliencia dice: A veces debe ocurrir algo en el exterior para activar ese potencial que es la resiliencia.
    Hay que mirar el futuro,el mañana sin temor.
    No porque lo que vaya a traer el destino tenga el color o el sabor de la felicidad.
    Sino porque tenemos mejores recursos, tenemos la vacuna, para afrontar lo que venga y mejor información para encarar las dificultades.
    Por tanto aprendamos a manejar todo lo que nos venga, cada cosa que nos llega siempre con esperanzas siempre con resiliencia y sabiendo activar todos los recursos excepcionales y afectivos que todos tenemos.
    Siempre positivos esperando que la pandemia mejore.
    Besos y un cordial saludo para todos.
    Nos encontraremos la semana que viene si Dios quiere

    • Querida Loly:
      Lo sé. Sé que eres una mujer resiliente. Una mujer que has ganado a pulso la superación de muchas adversidades.
      El valor de una persona se mide por la fuerza que hace falta para derribarla. Y a ti la vida no te ha derribado, no te ha quitado la ilusión de vivir, no te ha robado la esperanza en el futuro.
      Estoy muy feliz de contarte entre las personas asiduas en la lectura y en los comentarios.
      Hace falta mucha gente como tú para adquirir esa resiliencia colectiva de la que hablo en el artículo.
      La situación es crítica, una vez más, con la tercera ola, pero saldremos adelante.
      Besos.
      Y gracias, claro.
      MÁS

  7. Por favor, Miguel Ángel, gracias por la corrección, muchas más podías hacer. El teléfono me pone nervioso, pues a veces escribe no lo que uno quiere sino lo que él entiende. Gracias.

  8. ¡En Estado de Alerta, en estado de Resiliencia! Hay personas en el mundo que la convierten en un Arte. El Arte de la Resiliencia o Kintsugi es una técnica centenaria de Japón que consiste en reparar con oro piezas de cerámica rotas, resaltando las propias grietas en lugar de disimularlas. Los japones creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. Por eso reparan los objetos rotos con oro. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, éstos se acentúan y celebran, se han convertido en una prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también en la Resiliencia, la capacidad de recuperarse y hacerse más fuerte.

    La escritora Céline Santini, nos cuenta en su libro Kintsugi, el arte de la resilencia (Ed.Cúpula) cómo se aplica esta técnica de reparación para “embellecer” o aceptar las cicatrices que nos va dejando la vida. El Kintsugi es en realidad una filosofía de vida. Aplicado de este modo, pretende que hagamos una reflexión interior sobre las heridas que nos hemos encontrado en nuestro camino, y las veamos no con dolor y sufrimiento, sino como algo que nos ha permitido crecer. Tras el paso del tiempo somos mejores, “más resistentes y más preciados”, precisamente por haberlas padecido.
    Algunos de nuestros adolescentes, al no saber canalizar y calmar sus emociones, tienden a autolesionarse (Cutting), haciéndose cicatrices porque dicen que observan consuelo y los demás de su alrededor se dan cuenta que están sufriendo.¡Tristes manifestaciones! ¿Qué hace la Escuela al respecto? ¿Qué podría hacer para poder visibilizar esas heridas del corazón que aunque pasan desapercibidas necesitan ser curadas para que cicatricen?. Cicatrices que nos recordarán que “Algo muy bonito le pasa a la gente cuando su mundo se ha venido abajo: una humanidad, una nobleza, una inteligencia superior surge justo en el momento en que nuestras rodillas golpearon el suelo.” Hay personas que nos ayudan a mantenernos vivos, sanos y resilientes. Vale la pena encontrarlos” Sam Owen.

    Una persona resiliente comprende que “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”. Darwin. La música salva vidas: “La resiliencia se hará contigo, disfrutarás paso a paso el camino, positivo. Soy valiente por quererme, poco a poco soy más fuerte. En mis manos tengo el cambio, la tristeza ya es pasado. Tomo el mando estoy a salvo”. Diana Navarro. https://www.youtube.com/watch?v=by6tEEBN69k

    En el libro de Anna Forés y Jordi Grané “Hagamos que sus vidas sean extraordinarias” Hemos aprendido que las escuelas que sí cambian el mundo y mejoran el bienestar humano son aquellos que se atreven a convertir lo ordinario en extraordinario en la vida de sus Estudiantes. Aprender, enseñar, educar, resiliar son verbos de acción. Las escuelas podrán cambiar el mundo sí nos enseñan a resiliar, a ser nosotros mismos, a desarrollarnos y vivir plenamente. Entre las palabras ordinario y extraordinario desglosamos 12 acciones que responden a cómo educar para resiliar, como elevar lo ordinario a lo extraordinario en la cotidianidad del aula” (p.11). Asimismo, en “ Los patitos feos y los cisnes negros” los autores analizan la resiliencia concebida como un desafío vital repleto de fragilidad, belleza, altibajos y plenitud. Basándose en la ciencia, la ética e incluso la espiritualidad, esta obra invita al lector a trabajar su capacidad de adaptación e ir siempre un paso más allá.

    Estoy muy de acuerdo en la necesidad en la Escuela, de restablecer conexiones afectivas, en practicar el autocontrol, desarrollar una autoestima adecuada, resaltando todo lo positivo que nos ocurre y tener motivos para vivir y para ello es necesario cultivar el sentido del humor.

    El humor es clave y como dice Jesús Damián Fernández Solís en Humor Positivo, empresa especializada en la aplicación del humor, la diversión y las emociones positivas en el trabajo “El Humor es demasiado serio para tomárselo a risa”. Termino felicitándote a ti y a todos los comentaristas que han utilizado el humor para agradarnos este fin de semana y yo no quiero ser menos. Humor de un malagueño Miguel Ángel Martín “Tú no mandas”
    https://www.youtube.com/watch?v=pRcJ7zOUQcM

    Gracias Miguel Ángel por contribuir a nuestro enriquecimiento con tus conocimientos y reflexiones, a establecer conexiones afectivas, a resaltar todo lo positivo de lo que escribimos y a cultivar nuestro sentido del humor, en definitiva a hacernos más resilientes. Hoy comparto un cuento precioso Todo Saldrá Bien de Albert Espinosa: “Si solo te fijas en los problemas, te perderás la belleza del mundo que te rodea” https://www.youtube.com/watch?v=lO8a68dqgbs
    Un fuerte abrazo

    • Querida María José:
      Ya has vuelto. Tal como eres.
      Con un comentario que va más allá del artículo. Tú lo mejoras siempre.
      Ahí está la hermosa canción de Diana Navarro, el humor de Miguel Ángel Martín y el interesante cuento de Albert Espinosa.
      Y más citas.
      Tú te trabajas los comentarios. Da gusto leerte.
      Conozco a Jordi Grané. Hace poco compartimos una entrevista dirigida por nuestra común amiga Celeste, que pertenece a un movimiento asturiano por la PAZ.
      Citó en alguna ocasión el libro sobresal resiliencia que comparte con Anna Forés. Iba a citarlo en el artículo pero el espacio me lo impidió.
      También había pensado citar no solo la obra sino la vida de Boris Cirulnick, que superó una experiencia amarga en los campos de concentración.
      Mientras te leía, pensaba en ti. Y me imaginaba que ibas superando paso a paso los difíciles días que has vivido.
      Has hablado de la resiliencia sin decirlo.La estás practicando. Estás volviendo a ti después del duro golpe que te ha dado la vida.
      Me alegro.
      Gracias por tu comentario.
      Y muchos besos.
      MÁS

  9. Querido Miguel Ángel:
    Muchas gracias por este maravilloso artículo y por todos los que le preceden. Siempre te leo y cada semana, al finalizar la lectura de tu artículo, tengo la misma sensación: poco puedo añadir a lo que tan bien expresas sobre la perspectiva concreta que escoges cada semana (en los últimos tiempos) para abordar las diferentes caras de lo que está aconteciendo en el mundo desde diciembre de 2019, más allá de manifestar mi admiración por tu capacidad de analizar la Pandemia como si de un prisma se tratara.

    Siento que tus últimos artículos están cumpliendo una función noble: ayudar a tus lectores y lectoras a mantener la esperanza de que esta situación que nos tiene sumergidos un poco en el pesimismo, otro poco en la tristeza, por no hablar de la preocupación por nuestros seres queridos, de las personas que han perdido familiares o amigos, o su trabajo…y con ello su medio de vida, etc. No perder la esperanza e ilusionarnos con ella siempre, mantener la resiliencia pensando que quizás pronto la vacuna le va a devolver los colores a la vida…palabras bonitas que alientan al leerse y sobre todo a imaginar todo lo bueno que tendremos cuando esto termine…porque terminará y será en ese momento del fin cuando seamos capaces de analizar todo lo malo que nos ha ocurrido, pero también que debemos valorar aquellas cosas que de verdad merecen la pena.
    Muchas gracias por unirnos cada semana para ser más fuertes.
    Un beso grande
    Mª Ángeles Peláez

    • Querida María Ángeles:
      Siempre me alegra ver tu nombre en el blog.
      Sé que lees con inteligencia y sensibilidad.
      Por otra parte, tus comentarios siempre aportan ideas magníficas y sentimientos nobles.
      Y a me animan a seguir escribiendo.
      Besos para ti y para tus preciosos hijos.
      Tengo mucha ilusión por mantener el encuentro con Laura.
      Besos.
      Gracias.
      MÁS

  10. Buenas tardes a todo el mundo,

    Interesante tema este también, Sr. Guerra. Engrandece tu compendio sobre de las emociones. Como ya algún comentarista te dice o alude, hombre, con tus palabras arrasas casi con todo lo decible sobre la resiliencia. Qué poco nos dejas a los demás. Y en la onda que a mi me toca, porque es tema tan recurrente en mí que cuanto menos resulta cansino, ya habló el Don Joaquín Alvarez, si es que a los niños no se les puede dar todo, que el buenismo a la larga es negocio para psicólogos y psiquiatras, que no puede ser solo conocer lo bueno de la vida, que la ultraprotección perjudica, que no puede ser que un titulado universitario sea sinónimo de parásito social….buen va, mejor callo, entre otras para no redundar.

    El sufrimiento también enseña, y mucho, porque el sufrimiento es parte de la forma de vida del ser humano, no podemos evitarlo, solo hay que canalizarlo para hacerlo útil. El mundo, la vida, es hostíl. No hay que confundir la velocidad con el tocino, no ha de estar reñida la sensibilidad con hacer del individuo un ser duro ante las adversidades. Sirva de excepción lo que no suelo hacer nunca, recomendar un libro, “el hombre en busca de sentido”, de Victor Frankl.

    Como hablamos de emociones, y ya metidos en citas, además de las que ya apuntan el Sr. Guerra y otros contertulios, para estos estados de preocupación e incertidumbre, por lo menos a mí me sirve en gran medida, las teorías del psicólogo de origen búlgaro Mihaly Csikszentmihalyi, cuando habla del flujo, pero no solo saber de ellas, llevarlas efectivamente a la práctica.

    Y como no sé ningún chiste a voz de pronto, solo explicar una pequeña tragedia al hilo de por qué no recomiendo libros, una situación verídica que me ocurrió: Discusión con un señor mayor pero muchísimo más joven que yo, ya acalorados los dos, dentro de una mutua tosquedad bruta y en una retahíla espontánea de palabras aún más abruptas que los ánimos, le aconsejé leer un libro,

    ¿Qué libro?, me dice, apaciguando su ánimo, con los ojos como platos y siendo todo oídos.
    Cualquiera le irá bien, -respondo-.

    Casi me pega. Aún no entiendo muy bien por qué.

    Que tengan buena tarde.

    • Estimado Don Quintiliano:
      La anécdota final es magnífica, yo diría que magistral. Qué tremendo consejo. Apabullante.
      Decía Unamuno que, si no tuviéramos dolor, ni siquiera podríamos tener conciencia de nosotros mismos.
      Por supuesto que la vida es dura y que la sobreprotección es muy dañina. Es una trampa terrible. Por querer ayudar, perjudicamos. Por querer proteger dañamos. Por querer cuidar, destruimos.
      Un peligro de nuestros días.
      Gracias por tus elogios que valoro sobremanera.
      Un fuerte abrazo.
      MÁS
      PD: Parece que el miércoles el cielo te ayudará con el riego.

  11. Saludos D. Miguel Ángel.

    Interesante artículo sobre la resiliencia en el que expresas lo tremendamente duro que está siendo para la sociedad superar esta pandemia que parece que no tiene fin.

    Gracias por enumerar lo seis pilares sobre los que se construye la resiliencia, según Rojas Marcos. Me agrada saber que en mi familia hemos aprendido durante la pandemía a ser más positivos, a controlar más nuestros deseos, a relacionarnos más y mejor con la familia aunque fuese de manera telemática y a sentirnos afortunados de conservar la salud. También el sentido del humor ha estado presente, tan necesario siempre en situaciones adversas. Y eso contando que también nosotros hemos padecido la muerte de un amigo cercano por la Covid-19 , varios miembros de mi familia han perdido su empleo y aún seguimos sin poder hacer vida normal en muchos aspectos. (viajes, ocio, visitas, encuentros con amigos/as etc…)

    Me comentaba mi hija Sofía que cumplió 4 años en octubre que ella está “harta de tanto coronavirus”. Me lo dijo ayer mientras iba en el coche. Comprendo su enfado pasajero. Lo cierto es que lleva meses sin ir a ningún parque infantil que tanto le gusta. Ya no acude a los parques de bolas, tampoco va a ninguna fiesta de cumpleaños. No podemos quedar en casa con ninguno de sus amigos y tampoco podemos viajar, no vamos al cine o al teatro o a ningún otro evento que le gusta por miedo al contagio. Trato de explicarle en su lenguaje que no podemos hacer lo que le gusta porque ese bichito invisible que sigue ahí y contagia y hace mucho daño. Ella me ha pedido que luche contra el coronavirus y lo derrote de una vez por todas y para siempre.

    Ojalá la vacuna que se está suministrando por fin ya su segunda dosis consiga derrotar de una vez por todas al bicho invisible y nos proteja para poder vivir como antes de la pandemia.

    Un abrazo como siempre desde Ronda para Málaga.
    Felíz semana.

    • Querido Juan Francisco:
      Tu hija ha descrito con una frase algo que yo he tratado de describir en la primera parte del artículo: la persistencia de la crisis. Ella está ya cansada de tanto coronavirus. Y eso que no ve lo que queda todavía. En este fin de semana ha habido en España más de 84000 contagios y más de 400 fallecidos. No es para menos su cansancio.
      Me alegra saber que en tu familia estáis aprendiendo de la crisis, estáis saliendo fortalecidos, estáis practicando la resiliencia.
      Ojalá que todos lo hagamos así para ser más fuertes, más solidarios, más afectuosos, más honestos.
      Un abrazo, que tiene que ser más fuerte ya que es tamos confinados.
      Y gracias por esta nueva aportación rondeña.
      MÁS

  12. Excelente artículo.
    Hoy resulta indispensable la resiliencia porque estamos sumidos en una crisis sin precedentes. Hay que superar los constantes golpes que nos da la pandemia. Contagios, ingresados, fallecidos…
    Familias y escuelas tienen que ayudar a que los hijos y alumnos se hagan fuertes ante la persistencia de la diversidad.
    Gracias.
    Saludos.

    • Querida Aitana:
      Gracias por leer el artículo y por haberte decidido a escribir.
      Siempre es de agradecer el tiempo y la atención.
      No puedo estar más de acuerdo contigo.
      He visto a personas desanimadas ante la duración del problema y ante la falta de buenas perspectivas ante la proximidad del final de la crisis.
      Hay que educar para la resiliencia.
      Una resiliencia que tenemos que compartir porque se trata de una crisis colectiva.
      Besos y ánimo.
      MÁS

  13. Querido maestro:

    “El sufrimiento nos amenaza desde el propio cuerpo, que no puede prescindir del dolor ni de la angustia; desde el mundo exterior, capaz de ensañarse con nosotros; y desde otros seres humanos, el más doloroso…

    No nos asombre, pues, que ya nos consideremos felices por el mero hecho de haber sobrevivido al sufrimiento”.

    Sigmund Freud
    El malestar en la cultura, 1970

    Esta reflexión profunda de Freud, quizás esté orientada a la visualización de la capacidad resiliente de nuestra especie.

    “En estado de resiliencia”, indudablemente, más que un título, un fuerte deseo que, mayoritariamente, ronda nuestra cabeza con el fin de sobrevivir a todas las adversidades que nos acontecen. No es fruto de la casualidad que en estos momentos, sin saberlo, yo esté leyendo el libro que citas en tu artículo. Recientemente, también he leído – podría decirse que estudiado a conciencia- “La fiesta mágica y realista de la resiliencia infantil” de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, “Psiconeurobiología de la resiliencia” de Patricia Faur o “La resiliencia en entornos socioeducativos” de Anna Forés y Jordi Grané, entre otros.

    Hace ya algún tiempo, escuché en una charla que, para poder ayudar, primero hay que estar preparado. Incluso citaron como ejemplo el de las mascarillas de oxigeno en el avión. Llegada la situación, es necesario ponérsela primero para poder ayudar a los demás. Quizás se deba a ello mi avidez por “empaparme” sobre este tema. Aunque he de confesar que siempre he admirado a las personas con “mirada resiliente”, seres humanos que, en momentos difíciles, muestran su enorme capacidad para rehacerse desde la esperanza y el optimismo.

    ¿Cómo estar preparados para lo inesperado? Sin duda, como tú bien señalas y citas, el afecto, el conocimiento, el autocontrol, la autoestima, el humor y un buen porqué para vivir, son herramientas indispensables en nuestra “mochila vital”. Resistir y rehacerse para co-construir.

    Señalaba Cyrulnik que la actitud necesaria para el cambio consistía en:

    “Con solo subir a un taburete el paisaje cambia y se puede ver el mar…
    Por el simple cambio de actitud del observador, el ser observado cambia de forma”.

    Nuestra forma de observar y analizar cambia nuestro presente y futuro, incluso aquello que nos narramos sobre lo que sucedió en el pasado, modifica lo que somos y seremos. La memoria se reconstruye continuamente. ¿Qué nos contamos?

    Totalmente de acuerdo cuando afirmas el “valor” del sentido del humor. En uno de los libros mencionados, en concreto “La resiliencia en entornos socioeducativos” pude leer la experiencia de Miguel Gila – conocido humorista ya fallecido -, a quien no pudieron arrebatarle su ingenio. Durante la Guerra Civil, como él solía contar, “lo fusilaron mal”. Un pelotón borracho erró en su propósito y él supo “hacerse el muerto”. Gracias a ello, dedicó su vida a mostrar el lado cómico de un conflicto nada divertido. Tras conocer la historia, lo admiro especialmente. Es solo un ejemplo de muchos.

    Escuchamos, a menudo, hablar de la “inmunidad de rebaño”, pero deberíamos también poner el foco en la resiliencia individual y social, actitud acompañada de responsabilidad y fuertes dosis de empatía. Como bien dices también, enseñamos como somos. Gracias siempre por todo lo bueno aportado.

    Un abrazo y mil sonrisas para ti y tu maravillosa familia.

    • Querida Lidia:
      Qué alegría me ha producido ver tu nombre.
      Ya se terminaba el viernes y estaba a la puerta el nuevo artículo cuando ha llegado tu estupendo comentario.
      Te veo reflejada en él:
      tiene sensibilidad, inteligencia, buena escritura y citas de autores relevantes quw conozco muy bien. De Jordi soy amigo desde hace tiempo. También me gusta la vida y la obra de Cirulnik.
      Me gustaría verte con más frecuencia por aquí por bien de los lectores y lectoras.
      Muchas gracias por la lectura del artículo y muy especiales por la estupenda aportación.
      Os mando muchos besos de los tres.
      Espero que esteis biwn en estos momentos tan críticos.
      MAS

  14. Hola Dr. Miguel:

    Tuve el privilegio de escuchar su ponencia en el diplomado de Innovación Docente para la Resiliencia Escolar en México, Tabasco. Y mientras estaban los comentarios de los compañeros aproveché para leer este artículo. Sin lugar a dudas, le agradezco lo que aprendí de usted porque he reflexionado en muchos aspectos que no había querido. Un fuerte abrazo.

    • Querido Osiel:
      Muchas gracias por haber asistido esta tarde a la conferencia.
      Ha sido un placer trabajar con vosotros desde España.
      Gracias también por leer el artículo y por escribir el comentario.
      Un abrazo.
      MÁS

  15. Apreciable Doctor, es un gusto poder conocer más de su trabajo, me encantó la clase del sábado pasado en el diplomado de resiliencia del parte del PNUD; en lo personal me gustaría saber si podría colaborar con nosotros el departamento técnico primaria de la secretaría de educación, con alguna reflexión para los niños del estado, sobre la solidaridad.

    • Mensaje para Abdi de la Rosa:

      Muchas gracias por compartir conmigo tus impresiones tan positivas sobre la conferencia.
      Estaré encantado de colaborar con vosotros en el Departamento Técnico de Primaria.
      El tema me parece sumamente importante. Lo mismo digo de los destinatarios.
      Podéis contactar conmigo a través de estos dos medios.
      Espero vuestras propuestas de fecha y formato.
      Un cordial saludo.
      Miguel A. Santos

    • Agradezco la lectura y la felicitación aunque desconozco los motivos de por qué el lector ha disfrutado con la lectura.
      Saludos cordiales.
      MÁS

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