Menos cinco décimas por llegar tarde

17 Oct

Estoy colaborando de forma asidua con la Fundación Liderazgo Chile en la impartición de algunos cursos, vía online, a través de la plataforma Zoom. El título  de la conferencia  era Evaluar con el corazón (I y II  ya que la actividad se desarrollaba en dos sábados consecutivos). Era la segunda sesión.

Los organizadores suelen insistir en que, al final de la conferencia, haya un turno de preguntas. Les había pedido  que no hablasen de preguntas sino de intervenciones. Porque cuando se limita ese espacio de diálogo a la formulación de preguntas, se da a entender que quienes asisten a la conferencia solo tienen preguntas y quien la imparte es el único dueño de las respuestas. Y no es así. Después de muchos años de investigación, de haber sido evaluador y evaluado, de haber impartido muchas conferencias y cursos y de haber escrito doce libros sobre el tema, tengo cada día más preguntas. Y estoy seguro que muchos de los asistentes tienen respuestas a esas preguntas mías y a muchas otras que se puedan formular.

Pues bien, al finalizar la conferencia intervino, entre otras personas, la profesora Daniela Rivas. No olvidaré nunca la emoción que desprendían sus palabras. Daniela estudió Pedagogía en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica Silva Henríquez. Actualmente es  Orientadora en el Colegio Philippe  Coousteau  de La Florida (Chile). Contó que en el año 2016, cuando contaba con 21 años y estudiaba cuarto curso, vivió una experiencia impactante. Cursaba la asignatura “Evaluación para el aprendizaje”. Contó que tenía que acudir a un examen presentando un portafolio de resumen de  algunos libros míos en los que, como es habitual, hago hincapié en la dimensión educativa de la evaluación.  Era el examen final del primer cuatrimestre. Ella acudió en unas condiciones de salud precarias. Y explicó por qué.  Cuando viajaba en el metro hacia la Facultad, cinco estaciones antes de llegar a la de destino, se sintió mal y se mareó. Después de abandonar el metro, no podía caminar, motivo por el cual se retrasó un poco. Al fin llegó, nerviosa y asustada, a la sala del examen. Explicó a la profesora lo sucedido, le pidió disculpas por el breve retraso y preguntó si podía empezar a realizar la prueba. La profesora le entregó la documentación y, cuando ella se sentó, escribió en la parte superior de la primera hoja: Menos cinco décimas por llegar tarde.

Años después de lo sucedido, la actual orientadora recuerda aquella frase y siente el dolor de la decepción y de la incongruencia de quien la examinaba. Porque lo que tenía que escribir, si había entendido bien lo que debía estudiar, era algo completamente alejado de aquel comportamiento.

Ella quería escuchar de mi boca si la actuación de la profesora era coherente con el contenido de aquellos textos sobre los que examinaba. Le dije de forma contundente que no. Y creo que Daniela sintió un gran alivio. Mis palabras fueron un bálsamo sobre aquella herida todavía abierta.

¿No era más congruente aceptar la explicación, comprender el problema y animarla para que realizase bien la prueba sin esa injusta penalización? Le dije que aquella profesora no había comprendido  el contenido esencial de los textos sobre los que realizaba el examen.

Curiosa experiencia. Una evaluada le cuenta al autor de un texto sobre el que fue evaluada, si aquella evaluadora había sido coherente con el contenido de aquel escrito. Es evidente que no.

He visto muchas incongruencias en nuestra práctica: docentes que hablan de la creatividad al dictado, que explican la motivación teniendo dormido al auditorio y que empiezan la clase diciendo: silencio, comienza la clase de lengua. Cuando hablo de incongruencia recuerdo aquella significativa anécdota de un profesor que le entrega a un alumno una nota manuscrita sobre su hoja de examen. El alumno, que no entiende lo que le dice el profesor, demanda intrigado:

  • Profesor, no entiendo lo que dice aquí.

El profesor contesta con aplomo:

  • Ahí te digo que escribas con la letra más clara.

Qué importante es contar las experiencias que vivimos. No sabe Daniela cuánto le agradezco que haya compartido conmigo aquella vivencia.

Estremece comprobar  cuánto dolor y cuánta angustia han vivido los evaluados y evaluadas en una actividad que debería ser auténticamente educativa. Es decir, que debería educar a quien la hace y a quien la recibe. Lamentablemente los exámenes siguen siendo, como dice Emilio Lledó en su libro “Sobre la educación”, un “chantaje ritual”.

Hace años invité a mis alumnos de la asignatura de Evaluación a contar sus vivencias. No dije si positivas o negativas. Pero al leerlas me encontré con que casi todas se parecían a la que me contó hace unos días Daniela. Algunos de esos testimonios figuran en mi libro “Evaluar con el corazón”.

Hace unos días he redactado el Prólogo para un libro coordinado por la Profesora Analía Leite Méndez de la Universidad de Málaga. Un libro que contiene relatos  sobre evaluación  escritos por los alumnos y alumnas de un Máster en el que yo impartí la asignatura Evaluación para el Aprendizaje durante muchos años. Y me he vuelto a encontrar con el mismo fenómeno.  La mayor parte de los escritos están impregnados de angustia, de dolor y de tensión.

Reproduzco algunos párrafos de ese libro que se titulará “Narraciones sobre evaluación”.

Ana Becerra Martínez dice en su relato, titulado Y entre las fronteras y los horizontes, siempre TÚ: “Tan solo son diez letras las que forjan dicho término, pero cuánto peso presentan… La experiencia con la evaluación a lo largo de mi vida ha sido similar en las diferentes etapas, lo cual me entristece”. 

Esperanza Pilar Corbacho Mazón, con un tono inquietante, que choca con su nombre, de contenido tan optimista, explica: “Casi 20 años después de finalizar mi enseñanza obligatoria me doy cuenta de que todo sigue igual: un sistema memorístico, competitivo, y segregador en el que se siguen valorando habilidades que posiblemente no son nada útiles para el futuro que nos espera”.

María José Palma Moreno, nos cuenta una experiencia que está en los antípodas del diálogo fecundo que debería propiciar la evaluación “¿Cómo tienes la cara de venir a reclamar?, me preguntó. Nunca olvidaré la frase que vino a continuación: Anda, vete de aquí y céntrate, que es lo que tienen que hacer. Y para la próxima estudia mejor”. ¿Quién se atrevería a volver a negociar?

“La evaluación, desde mi experiencia, lejos de suponer un aprendizaje como indica el nombre de este módulo (La evaluación como aprendizaje) ha supuesto más bien momentos de tensión y angustia”, dice Adrián Jiménez Jurado. 

“Llegué a odiar la guitarra y a ella (la profesora), no quise saber nada de música por mucho tiempo al acabar mis diez años de estudio”, apunta con dolor Laura Andrea Pañagua Domínguez.

“Para ella, mis compañeros y yo teníamos más de loros que de personas, pues al parecer no servíamos para otra cosa que para repetir lo que otros habían dicho”. Dice en un lugar de su relato Ana Márquez Román.

“En ese momento me sentí avergonzada y derrotada. No sabía por qué tenía que hacer aquello, por qué lo hacía mal o qué tenía que hacer para hacerlo bien”, escribe Gabriela María Flores Ávila González.

Me pregunto por qué es tan recurrente el entramado de sentimientos angustiosos en las narraciones si la evaluación ha de ser un proceso de diálogo, comprensión y mejora, si tiene que ser un proceso humanizado y formativo. El problema es que la evaluación encierra poder y el poder no siempre se utiliza al servicio de las personas. Debería favorecer el análisis, la comprensión, el diálogo, la mejora  y la liberación. 

31 respuestas a «Menos cinco décimas por llegar tarde»

  1. Muy buenas Miguel Ángel!
    Esta nueva Oda a la coherencia que nos cuentas en la anécdota ” menos cinco décimas” realmente, cuesta creer, de lo real que es. Es tan coherente como un “cerdo carnicero” que ya es rizar el rizo.
    Cuando creemos los centros educativos públicos “Santos Guerra” será imprescindible como mínimo, saber evaluar como proceso participativo sin perder su contenido social ético y que sirva para el aprendizaje.
    Que más requisitos deberán tener los nuevos docentes de esta comunidad educativa “Santos Guerra” ??
    Ya estoy salivando, nada más pensarlo.
    Gracias por dar contenido y sabor a los desayunos sabatinos
    Un fuerte abrazo Queridísimo amigo Maestro.
    Besotes a la tribu comandada por Lourdes y Carla.

    • Querido Miguel (querida Gema):
      Hay dos ideas en el texto que me preocupan: una es la coherencia a la que aludes en tu comentario sabatino ¡Y qué madrugador! Ya estaba leído el artículo y enviado el comentario a las 9 de la mañana. Tienes ritmo vital de alondra.
      Hay otra cuestión que me preocupa: es el dolor, la angustia, el sufrimiento que se genera en la escuela. Y una de las parcelas más propicias es la evaluación.
      Me han sobrecogido los testimonios de los autores y autoras del libro.
      ¿Por qué no montar la escuela sobre el respeto, la participación, la exigencia y el amor?
      Un enorme abrazo para vosotros con mi inacabable gratitud por tu fidelidad, colaboración y generosidad.
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  2. Querido Amigo y Maestro
    Siempre existe una tensión entre la forma y la esencia en el caso de la evaluación de los aprendizajes y en esta pulseada muchas veces la forma predomina a pesar de que la esencia: “es la sustancia que forma el ser y que indica su cualidad”… estos 5 minutos de tardanza constituyen solo un botón de muestra: el árbol tapa el bosque.
    En estos días he estado explorando en la “red de redes” distintas propuestas relacionadas con protocolos que se han elaborado a partir de la necesidad de concretar evaluaciones en forma virtual… sin dudas lo formal acapara toda la escena pero con una propuesta desde la desconfianza y la sospecha… nos ha llamado la atención esa repetida coincidencia en cada procedimiento virtual de evaluación, parecería que todo el mundo se ha puesto de acuerdo en mantener cámaras con micrófonos abiertos y evitar movimientos sospechosos… sin dudas la confianza es un valor tan necesario, como ausente en la educación, más en estos tiempos…pero la paradoja es como enseñar la confianza y la responsabilidad desconfiando… esta semana he transmitido consignas para una evaluación escrita y una vez resueltas por cada alumno en su casa (sin cámaras ni micrófonos , solo abierto canales de chat para aclarar dudas y consignas) ellos las resolvieron individualmente en sus casas y las devolvieron por correo electrónico… alumnos de 4to año de ingeniería, pero confieso que tuve que vencer la inercia y cambiar mi paradigma de la sospecha a la de tener fe ciega y plena en mis alumnos; convencido de la coherencia que debemos tener como educadores, sobre todo si predicamos que la evaluación es: “un proceso de diálogo, comprensión y mejora, si tiene que ser un proceso humanizado y formativo”
    Te mando un sentido abrazo desde Argentina.
    Horacio

    • Querido Horacio:
      Siempre me ha parecido terrible esa obsesión por la vigilacia y me ha disgustado la permanente sospecha.
      No me gusta esa reacción victoriosa de LE PILLÉ COPIANDO.
      No puede funcionar una relación educativa basada en la desconfianza.
      El problema, como dices, es cómo educar para la confianza y la responsabilidad.
      Me parece estupenda la experiencia que nos cuentas.
      Un abrazo.
      Y gracias por el comentario.
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  3. Hola, Miguel Ángel.
    Creo que todos los de nuestras generaciones hemos sufrido con angustia el proceso de evaluación, que consistía en un examen. Si acertaba con lo que dominabas, te salvabas, si lo contrario, pues suspendías.
    Para mí modo de ver solo hay una evaluación válida y es la EVALUACIÓN CONTINUA. Esa es la que cumple con la comprensión, mejora y diálogo, y la que no juega todo a una carta o a una noche de insomnio o mil otras cosas que nos suceden a los humanos.
    No estaría mal que los alumnos evaluasen también nuestras incongruencias, como esa: has llegado tarde, te quito medio punto.
    Tú, Miguel Ángel, eres especialista en el tema. Yo lo único que digo es que creo que la evaluación que vale es la que se basa en el seguimiento y trato a lo largo del curso con el alumno. No sé si habré hecho bien, pero mi sentencia estaba dada normalmente independientemente del examen, que por otra parte se solía corresponder.
    Un afectuoso saludo, Miguel Ángel. Saludos a todos.

    • Querido amigo Joaquín:
      Todavía sigue existiendo el mismo planteamiento. No acabó con nuestra generación ni con las siguientes.
      En 1998 escribí PATOLOGÍA GENERAL DE LA EVALUACIÓN EDUCATIVA.
      Pues bien, el año pasado el profesor Aldo Montenegro de Chile escibió un libro sobre ese artículo. Y me dijo que las patologías que yo describía estanan no solo vigentes sino que estaban recrudecidas.
      Yo hablo de evaluación continua, invisible,

      Saludos y gracias, querido amigo.
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      • Querida Loly:
        Cada semana nos llega tu comentario, nacido de la experiencia, del análisis y del corazón.
        Hablas de las opiniones que se emiten sin conocimiento y, algunas veces, con mala voluntad.
        No hay que dejarse llevar por ellas.
        Y hay que tener mucho cuidado en hacer juicios infundados y malévolos.
        La ética ha de presidir todos los procesos de evaluación.
        Muchos besos.
        Gracias por estar siempre AHÍ.
        MAS

  4. Querido Maestro!
    Otra semana más que llena el párrafo de opinión con un tema tan interesante como sentir que hace en nosotros una evaluación.
    Sea cual sea el ámbito que se analice el corazón debe estar por encima del raciocinio.
    En eso de explicar y contar las experiencias vividas permítame que me coloque muy cerca del podio de campeones.
    Quizás una insensatez por mi parte pero soy la que mejor conozco las injustas calificaciones que me han dado.
    Que no soy comunicativa, que soy y utilizo ser víctima, que necesito estar en los más altos estatus de la sociedad para sentirme bien , que el dinero me mueve en mi andar por la vida.
    ¿Usted cree que las personas que tienen esos criterios se han parado un momento para conocerme?
    Mi corazón me dice que no.
    Que lejos están de estar cerca de mi ni de conocer la grande que tengo el interior.
    Hablo así porque intento cada día quererme más y mejor.
    Y los demás que pienses y evalúen lo que les de la gana que eso poco efecto va a hacer en mí.
    Como bien dice cuando se evalúa algo debe prevalecer la coherencia, la rectitud, el buen hacer, la tolerancia , los más intensos deseos de querer que la persona evaluada prospere en todos los ámbitos de su vida.
    Saber evaluar es difícil y como el nombre del su libro indica y del que me gustaría tener un ejemplar dedicado, hay que evaluar con el corazón .
    Muchas gracias por hacernos cada semana reflexionar y creer en las acciones más humanas.
    Sin más con un cordial saludo me despido hasta el próximo encuentro.
    Pasen una genial semana.

  5. LA Evaluación tan presente en el Sistema Educativo pero a la vez tan desconocida. Según la RAE evaluar significa entre otras cosas: Señalar el valor de algo,estimar, apreciar, calcular el valor de algo. En definitiva convertir la evaluación en un elogio. Si es señalar lo positivo, ¿Cómo los exámenes (una milésima parte de la evaluación) están repletos de precisamente lo contrario? “Resaltar el error por encima de todas las cosas” Aunque yo estoy convencida que el fallo es una gran fuente de aprendizaje, la forma de corregir no es la más adecuada para percatarnos de esa realidad y desarrollar de esta forma una Mentalidad de crecimiento. A eso le añadimos “quitar puntos”: si hablas, si te mueves, si llegas tarde, si miras hacia atrás, si hablas con los compañeros/as…en definitiva es “b nopillarte”, como dicen algunos compañeros y compañeras “en mi asignatura es imposible sacar un 10”. Tristes declaraciones. Muy recientemente una madre me comentaba que su hijo (4º de primaria) tuvo que hacer un examen oral por tener un brazo escayolado y tras acertar todas las preguntas el profesor le comentó que no podía ponerle un 10 porque si lo hubiera escrito hubiera sacado faltas de ortografía que restan al contenido, por tanto le pondría un 9.5 y eso ya era un regalo. No daba crédito a lo que me estaba contando
    Como tú bien dices “La pregunta “para qué” es fundamental a la hora de enjuiciar y de realizar evaluaciones. ¿Cuál es su finalidad?, ¿qué pretende?, ¿qué consigue? Responder a estas cuestiones resulta más importante que poner en marcha evaluaciones que pueden resultar no sólo estériles sino contraproducentes. ¿Qué beneficios persigue?,¿A qué personas ayuda?, ¿a qué valores sirve?” (Santos Guerra, 1998a). “No tiene mucho sentido evaluar por evaluar. Tiene menos lógica y ninguna ética evaluar para jerarquizar, atemorizar, perseguir y castigar. Una de las finalidades que ha de perseguir la evaluación es el aprendizaje. El aprendizaje de los patrocinadores, de los evaluadores, de los evaluados y de los testigos de la evaluación. La evaluación debería tener implícita también el por qué no se han conseguido los fines”. (Una flecha en la Diana. Miguel Ángel Santos Guerra).
    Tanto mi alumnado como mis hijas sufren las consecuencias de una evaluación mal diseñada, donde se prima las respuestas, a veces mecanizadas, de un examen, no se les da la opción de desarrollar un pensamiento crítico, de centrarnos en lo que verdaderamente saben. En época de exámenes aumentan los ataques de ansiedad, el miedo a ser etiquetado como un fracaso, el miedo a no a estar a la altura, el miedo a dejar de SER en la Escuela.
    Me recuerdo como una alumna que me lo estudiaba todo, a veces me dejaba alguna pregunta que siempre caía, se lo decía al profesorado y nunca nadie se preocupó de decirme “escribe todo lo que sepas”. En una ocasión lo puse yo por iniciativa y me dijo que eso no me lo contaba: ¿No contaba lo que sabía? ¿Sólo contaba lo que en ese momento no había respondido correctamente?. Aprendí fácilmente a dejar de pensar para memorizar y mis resultados académicos aumentaron significativamente. Triste que muchos de mis compañeros y compañeras se quedaran en el camino, a pesar de ser personas críticas y con mucho potencial…prefirieron no adaptarse…posiblemente yo, conforme soy ahora, si volviera a esa época también me hubiera quedado en el camino. La evaluación que yo vivencie me producía dolor y llegaba a tener pesadillas… También recuerdo una evaluación basada en el respeto, que tenía como objetivo aprender a través del juego. Mi señorita María Dolores cuando yo estaba cursando 2º EGB nos ponía exámenes que los convertía en retos , en un juego. Nos iba dando pistas y nunca he olvidado ni olvidaré las respuesta de algunos de esos controles También se mostraba cómplice y aliada y cuando no encontrábamos palabras en el diccionario, pasaba sigilosamente por nuestra mesa y señalaba con el dedo el lugar donde se encontraba la palabra: Nunca olvidaré el significado de esas palabras. Eso si era una verdadera evaluación: Podíamos seguir aprendiendo
    “¿Por qué no aprenden los alumnos y alumnas? Parece ser que solo a ellos es atribuible el fracaso. Son torpes, son vagos, están desmotivados, no se esfuerzan, tienen poca base, reciben influencias nefastas, sus familias no les ayudan, la televisión les distrae de sus deberes académicos…¿Y la institución? ¿Y el profesor? (Yo vendo pero no compran, Santos Guerra)

    Dime como evalúas y te diré como aprenden tus alumnos” (Carles Monereo)

    “La evaluación, que podría utilizarse de forma prioritaria para comprender, para mejorar, para dialogar, para motivar y para potenciar la calidad de aprendizaje, se está utilizando para medir, para comparar, para clasificar, para controlar y para jerarquizar. Se debe evaluar, también con el corazón” (Evaluar con el Corazón. Santos Guerra)
    Bonitas palabras y bonita canción de Morat “Aprender a Quererte”, debería ser el objetivo de toda evaluación: “ Y tu mirada me juro que si te pierdo, habré perdido la más grande fortuna. No sé nada de tu historia ni de tu filosofía. Hoy te escribo sin pensar y sin ortografía. Para aprender a quererte. Voy a estudiar cómo se cumplen tus sueños. Voy a leerte siempre muy lentamente. Quiero entenderte. Para enseñarte a extrañarme. Voy a escribirte mi canción más honesta. Darte una vida con más sumas que restas. Si tú me dejas no habrá preguntas solo respuestas” https://www.youtube.com/watch?v=OukQDrJ7QRQ
    Muchas gracias Miguel Ángel por continuar en el camino de la reflexión y por tanto de la mejora de esta nuestra querida Escuela.

    (PD: Miguel Ángel he intentado mandarte un correo (al que está en el blog) para explicarte lo del proyecto de Investigación e incluirte en el Grupo de Expertos. Pero creo que no está operativo)

    • Querida María José:
      Ya me estoy a acostumbrando a tus artículos redactados a la sombra de los míos de cada sábado. Porque tú no escribes comentarios. No. Escribes artículos llenos de citas, de experiencias, de sugerencias y de vivencias.
      Como en este caso cuando hablas de tus experiencias de valuación, tanto de las negativas que te causaban dolor, como de las positivas que te ayudaban y te animaban a seguir aprendiendo.
      Y qué pena ver a nuestros hijos padeciendo los efectos de una evaluación pobre y y poderosa.Me asusta ver a mi hija memorizando y memorizando…
      Gracias por la hermosa canción de Morat con las tremendas imágenes sobre el trabajo infantil.
      Mi correo (arrebol@uma.es) es correcto y lo veo varias veces al día, casi sin excepción, salvo viajes (que ahora no hago) y días aciagos (que alguna vez llegan).
      Muchas gracias.
      Muchos besos.
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  6. El tema de la coherencia da para mucho.
    Decir una cosa y hacer otra es muy poco coherente.
    Decir a los alumnos que hay que leer y no abrir un libro ni por obligación es una muestra de incoherencia.
    Decir que hay que estudiar con esfuerzo y ser un vago de siete suelas es una tremenda incoherencia.
    La incoherencia de pueda dar entre el pensar y el decir, el decir y el hacer, el hacer y el ser.
    Tendríamos que buscar la coherencia en nuestras vidas para poder educar.
    Saludos y gracias por el artículo y por los comentarios.

    • Querida María:
      Es una de las cuestiones que siempre me han obsesionado. Se educado se es, no como se dice que tienen que ser.
      Es necesario revisar de forma autocrítica nuestros comportamientos y nuestras actitudes.
      Y aceptar con humildad nuestras limitaciones, nuestros errores y nuestras incongruencias.
      Solo así podremos corregirlas.
      Un alumno decía: nos dicen que tenemos que tratarnos con respeto y algún profesor ni se habla con el que entre después en la clase.
      Los alumnos aprenden a sus maestros, no solamente de ellos.
      Gracias.
      Besos.
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  7. Apreciado Dr Santos, comentarista y lectores
    Tiene tanta verdad su artículo. Yo puedo decir que Usted Dr. Santos que yo le estoy muy agradecida porque con su sensibilidad y mucha sabiduría orientó y orienta mi camino. Donde tuve muros Usted me tendió escaleras y puentes. Por eso tiene Usted no solo las lecturas, sino sabe de la vida Dr. tiene un bagaje impecable, un carácter y fortalezas ejemplares, y Usted dijo algo que siempre recuerdo “no hay conocimiento útil, si no nos hace mejores personas”. Usted dijo algo muy necesario en una de sus respuestas ¿Por qué no montar la escuela sobre el respeto, la participación, la exigencia y el amor? porque esto es lo que se debería revisar en las instituciones que las personas algunas/as olvidan lo que es ser y se endurecen creyendo que así se logran metas, pero si en verdad entendieran que tan riesgoso es regalar, como lo es hacer la vida académica asfixiante, generar un ambiente tan denso y a mi juicio erróneo su proceder. En ocasiones justificando su actitud con que el estudio cuesta, se sufre, que ideas tan más lamentables, porque por un lado, en muchas juntas de academia de los argumentos que uno más escucha es referente a qué acciones se hacen para evitar el abandono, para el acompañamiento y estas actitudes tóxicas generan una desconfianza, un alejamiento. Yo tuve cercano un caso, usted lo sabe, donde parte del discurso era continuidad, bondad, acercamiento, cuidar de sí mismo, de otro, del medio, pero en la práctica lo relevante era ser eficientista, y entrega de las evidencias, era una contradicción permanente, incluso se buscaba generar continuas comparaciones o exhibir los trabajos que se desempeñaban los colegas. A mi juicio una forma poco ingeniosa para mejorar en lo individual y en lo colectivo, porque bien mencionó bien, uno de sus comentaristas, enseñar la confianza y la responsabilidad desconfiando… Gracias siempre, apreciado Dr

    • Querida Lourdes:
      Gracias por tus hermosas y generosas palabras.
      Si alguna de mis palabras o de mis actitudes te ha ayudado, me alegro infinitamente.
      Trato de ser coherente con lo que pienso y digo, pero no me cabe la menor duda de que tengo errores, limitaciones e incoherencias.
      Es necesario reconocer estas limitaciones para poder superarlas.
      La evaluación es un campo abonado en el que crecen las mejores y las peores semillas de la actitud hacia los demás.
      Ha sido muy emocionante tu comentario de esta semana.
      Besos.
      Gracias de nuevo.
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  8. Hay dos temas de calado en el artículo
    1. La incongruencia de los docentes.
    Es tremendo el riesgo de que digamos unas cosas y hagamos otras porque lo que comparta es lo que ven, no lo que oyen.
    2. La evaluación punitiva.
    Este segundo punto es tremendo porque, como la evaluación tiene poder, se puede convertir en una herramienta de tortura.
    SLAUDOS Y GRACIAS

    • Querida Guadalupe:
      Las dos cuestiones, efectivamente, tienen mucha importancia.
      He dedicado a 12 libros a reflexionar sobre la evaluación y cada día tengo más preguntas.
      Me preocupa mucho que se utilice como un arma CONTRA en lugar de como un medio PARA AYUDAR a quienes el sistema evalúa.
      En cuanto al primer punto siempre he pensado que es más decisivo lo que se ES que lo que se DICE que hay que ser.
      Besos y muchas gracias por leerme y escribirnos.
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  9. Increíble historia la que nos cuentas esta semana.
    Una alumna se examina de unos textos tuyos y te cuenta cuál fue su sensación al verse sancionada de manera rígida.
    Me gustaría conocer cuál sería la reacción de la profesora al conocer la reacción de su alumna y tu opinión al respecto.
    Creo que no habría caído en la cuenta de su incongruencia porque tendemos justificar lo que hacemos. Por eso es tan importante el diálogo.
    Un cordial saludo.

    • Querida Mónica:
      El diálogo es sumamente importante en la evaluación.
      Entre profesores y alumnos
      Entre profesores y padres
      Entre profesores y profesores
      Entre padre e hijos
      Uno de mis libros sobre evaluación se titula LA EVALUACIÓN, UN PROCESO DE DIÁLOGO, COMPRENSIÓN Y MEJORA.
      Para que haya diálogo fructífero hace falta voluntad,tiempo y humildad.
      Besos y gracias.
      MÁS

    • Estimada Marta:
      El libro “Narraciones sobre evaluación” aparecerá en el SERVICIO DE PUBLICACIONES DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA.
      El libro “EVALUAR CON EL CORAZÓN” lo distribuye en España PREMISA, que es muy eficaz en su trabajo.
      Saludos.
      Gracias.
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  10. Querido Miguel Ángel:

    Una vez más, a vueltas con la evaluación.

    Lo que viene a ser, el periodo de tiempo de exámenes de la primera, la segunda, …la final.
    Lo que viene a ser, el momento de la comprobación de la memoria, de la selección, de la venganza, de la homogeneización, de la sumisión a la cultura dominante (la de la escuela), la sumisión al libro de texto. Las notas. Certificar lo que cuando niñas y niños entran a la escuela ya sabíamos. Tú sí. Tu no. Tú para aquí. Tú para esto otro.

    Cuestionar los saberes de esa sagrada biblia parece ser que es hacer política, y la escuela no está para eso. Es decir, no está para debatir, criticar o plantear alternativas a las sanas costumbres de la sociedad a la que perteneces, sino para, de una forma técnica y profesional, enseñar unos y aprender otros lo que toca (y que tan sabiamente fue escogido).

    (Hace un par de días aprendí que no poner el palito del medio de la letra zeta se cotiza a un punto menos, aunque tampoco estoy muy seguro, no hubo demasiadas explicaciones en la corrección. La escuela prepara para la vida, y en la vida pasan cosas muy raras e inexplicables, es por ello que hace muy bien su trabajo de socialización.)

    Una de estas biblias de mi hijo, hablando del Antiguo Régimen, dice que la sociedad se basaba en las desigualdades de origen, se nacía en un estamento y era muy difícil cambiar de posición social. A pesar de todas las revoluciones y luchas posteriores, a pesar de todos los avances conseguidos, a veces me pregunto si muchos de esos privilegios de unos frente a otros han sido superados o simplemente han mutado. Tengo la sensación de que caminamos hacia atrás. (Reyes intocables, delitos menos delitos, impuestos irrisorios de las grandes fortunas, el poder de la Iglesia y sus privilegios, …).

    Esto dicen los amigos del Foro de Sevilla sobre la LOMLOE, el currículum o la evaluación:

    “Pero lo que resulta más esclarecedor es que LOS CRITERIOS DE EVALUACIÓN han evolucionado en la línea de separarse del currículo y adquirir vida propia, siendo su mejor paradigma los actuales estándares de evaluación, constituyéndose, de facto en EL VERDADERO CURRÍCULO.”

    “El sistema educativo público DEBE SER PARTE DE UN PROYECTO SOCIAL donde se promueva la democracia, la convivencia y la cohesión social. Las medidas que se han promovido con la LOMLOE no afectan al fondo del problema educativo. Al conservadurismo con el que se fomenta el modelo arcaico del conocimiento, la disciplina, la cultura del esfuerzo y la segregación por sexos, culturas y niveles sociales, se añade una nueva cultura del éxito escolar donde prima la enseñanza del individualismo y la competitividad frente a la cooperación y el cuidado como base de la conducta humana.”

    “…currículos extensos y memorísticos, reforzados con EVALUACIONES EXTERNAS que imponen lo que hay que enseñar y controlan las prácticas escolares quitando autonomía profesional a los y las docentes y proponiendo una enseñanza homogénea.”

    “El DERECHO A LA EDUCACIÓN requiere un SISTEMA EDUCATIVO FLEXIBLE con capacidad para incluir y atender las necesidades de todo el alumnado y asegurar sus derechos. Eso significa que, además de EVITAR los itinerarios y las CLASIFICACIONES DEL ALUMNADO, propuestos por la LOMCE, se debe desterrar la EVALUACIÓN como un MECANISMO DE SANCIÓN y de desafección del alumnado por lo estudios. Una educación en la que se realicen aprendizajes relevantes, que no se midan en función de las ganancias, sino con vista a promover un DESARROLLO PERSONAL Y SOCIAL. Con un conocimiento emancipador, laico y crítico con el que puedan COMPRENDER EL MUNDO, CUESTIONÁNDOLO Y PROPONIENDO SU TRANSFORMACIÓN.”

    “Una escuela que anticipa y reproduce las divisiones y jerarquías del mundo laboral y se especializa en SABERES PRODUCTIVOS QUE NO CUESTIONAN LOS MARCOS QUE LOS SUSTENTAN.”

    “Una triste oportunidad perdida.”

    Una más, hasta la siguiente. Realmente necesitamos a VOX. O mucho más corazón y cabeza en la escuela y en la sociedad.

    Un abrazo.

    • Querido José Antonio:
      Excelente comentario.
      Por eso me gusta tanto verte por aquí.
      Pertenezco al Foro de Sevilla desde sus comienzos y suscribo sus postulados al cien por cien.
      Mi firma está al pie de todos los escritos del Foro, que recibe el nombre de la primmera reunión que celebramos en Sevilla.
      La evaluación permite poner sobre el tapete todas nuestras concepciones, actitudes y principios.
      Y hace bien el Foro en plantear el sentido ético y político de la evaluación, tanto la de los aprendizajes como la de las instituciones y de los sistemas.
      Los niños, como tu hijo, empiezan a sentir muy pronto el poder de la evaluación sumativa, homogeneizadora y justiciera.
      He escrito 12 libros sobre el tema y cada día me asaltan más preguntas y preocupaciones.
      Un gran abrazo de sur a norte.
      Gracias.
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  11. Qué terrible es pensar que aún en esta época seguimos encontrando docentes que claramente no han entendido nada, ni de qué es realmente una evaluación ni menos de sus obras, las que nos muestran cómo debiesen ser y qué criterios debiesen tener las evaluaciones.
    Pero más allá de lo terrible de este relato, y de la incongruencia de muchos docentes, está la grata sensación de reparación que sentí aquel sábado, al poder expresar esta situación y saber, escuchar y evidenciar de usted, del maestro detrás de los libros que leí, que evaluar con el corazón no es sólo una frase cliché, sino que es la modalidad en la cual debemos, como docentes, siempre estar.
    Muchísimas gracias por sus palabras, por aclarar mis dudas y por inspirarme a ser una mejor docente.
    Un abrazo desde Chile

    • Querida Daniela:
      Fue emocionante para mí oirte contar tu experiencia.
      Me alegró tener la oportunidad de curar aquella herida que, como tú explicaste, mostraba una clara incongruencia entre los textos y las actuaciones.
      Gracias, Daniela, por tantas cosas.
      También por este comentario.
      Y mucho ánimo.
      Besos.
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  12. Me produce cierta tristeza que algunos manchen la imagen de docente, una profesión a la que la mayoría nos dedicamos por vocación, porque tenemos ganas de enseñar, de transmitir. La evaluación es una parte fundamental en todo proceso educativo y es por eso que debería ser (bajo mi punto de vista) un aprendizaje para el alumno, debemos generar confianza, alivio ante esta situación y ayudar en todo lo que nos sea posible para que así sea.
    Gracias por mostrarnos las experiencias vividas, me han ayudado mucho como futura docente.
    Un saludo desde Murcia.

    • Querida Tamara:
      Enhorabuena por la profesión que has elegido.
      Creo que es la más importante y la más hermosa de la historia.
      Te agradezco que dediques un tiempo de tu vida, aunque sea pequeño, a leerme.
      Y también a escribirme.
      Sí, la evaluación debería ser un medio de aprendizaje, no solo para los alumnos y las alumnas sino también para el profesorado y las familias.
      En la escuela se evalúa mucho y se cambia poco, algo falla.
      Un beso y mucho coraje.
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  13. Buenas Miguel,
    es cierto que como alumna que soy, a mis 20 años, me he encontrado con profesores de todo tipo a la hora de evaluar, desde los que valoran el trabajo en clase mas que la nota del examen como me pasaba con mi profesora de matemáticas del instituto, que aunque en los exámenes sacaba mala nota por los nervios, como ella sabia por mis participaciones en clase que realmente dominaba la asignatura, siempre me aprobaba, hasta profesores que después de haber sacado buena nota en un tema que me costaba, han llegado a preguntarme si me había copiado.
    Pues bien he de admitir que mi sueño es que algún día los exámenes no existan pero en el camino, mientras la sociedad no se de cuenta de que un 10 en un examen repitiendo como un loro el temario y olvidándolo al entregar el examen no es nada comparado con un 5 sabiendo bien las cosas básica, entiendo que los profesores no sepan bien de que lado están.
    Porque entiendo que ya que se tiene que evaluar a los alumnos mediante exámenes haya profesores que solo se centren en que sus alumnos los aprueben a toda costa sin importarle sus circunstancias, ni su trabajo y esfuerzo como le paso a Daniela, ya que como alumna se que muchas veces los alumnos son capaces de inventar cualquier cosa para sacar ventaja en los exámenes y esto lleve a muchos profesores a desconfiar de sus alumnos, muchas veces haciendo pagar a justos por pecadores como le paso a Daniela. Por otro lado también entiendo a los profesores que como la mía de matemáticas aunque hagan exámenes son indulgentes y compresivos ante una mala nota cuando saben que el alumno en cuestión verdaderamente tiene los conocimientos requeridos pero que por cualquier circunstancia el examen no ha salido como debería.
    Como es normal aunque entienda ambas posturas hay ciertas cosas que no puedo llegar a entender como que para los exámenes de este año durante la cuarentena muchos profesores pusieran los exámenes mas difícil excusándose en que al ser por ordenador nos íbamos a copiar, una vez mas haciendo pagar a justos por pecadores, ya que sinceramente creo que esa es la clave de evaluar mediante exámenes, ya que da igual lo que hagas en clase, si prestas atención o no, si haces los deberes o no, o si estudias mas o menos, la clave esta en si has tenido una buena semana, si te encuentras bien y la suerte que tengas ese día, porque nada diferenciara tu 6 habiéndote esforzado del 6 de aquel que se copio, o tuvo suerte con las preguntas, o simplemente durmió mejor ese día.

    • Querida Marina:
      Yo espero y deseo que vayan mejorando las concepciones, las actitudes y las prácticas respecto a la evaluación.
      Hace muchos años que no hago exámenes. Creo que, como dices, es una forma de evaluar que tiene muchos inconvenientes: generan ansiedad, nerviosismo, dejan la mente en blanco, propician la memorización… Y todo se olvida al día siguiente cuando ha sido aprendido la víspera de forma memorística.
      Además propician un aprendizaje pobre, ya que casi siempre rebasan en la repetición.
      Y convierten al profesor en un juez inapelable. Los pone difíciles en función de sus criterios, como comentas ahora respecto a la pandemia.
      Defiendo una evaluación que sea continua, invisible, adaptada y conducente al aprendizaje, tanto del profesor como del alumno.
      Gracias por leer el artículo y por escribir.
      Besos.
      MÁS

  14. Tras leer esta entrada he de decir que me posiciono totalmente de parte del autor Miguel Ángel Santos Guerra , pues he de decir y en mi opinión que muchos de los docentes que nos acompañan en nuestro entorno educativo no están totalmente preparados para algo más que impartir clase, nunca se ponen la situación del alumno y nos hacen en la gran mayoría de los casos sentir emociones muy negativas en tareas que no lo deberían de ser. Todos en algún momento hemos vivido experiencias de angustia y frustración tras haber intentado abordar algunos temas con los profesores. Estos casi nunca se ponen en nuestro lugar y dictan sus normas sin tan siquiera intentar comprendernos. En el caso de la chica por ejemplo; Daniela Rivas, le restaron 5 décimas tan solo por llegar tarde a clase, cuando en un examen lo que verdaderamente hay que evaluar es el contenido del examen, no la circunstancia que ella llevase consigo ese día y por la cual se retrasó un poco. Esto ocurre con todos los casos contados aquí. Muchos de los docentes de asignaturas que supuestamente están para que el alumno aprenda a educar y a la vez sea educado, se ven marcadas por duras etapas en las que el el educando lo pasa realmente mal por la mala gestión y los pocos valores del profesorado.

    • Querida Noelia:
      Imagino que en alguna clase os habrán aconsejado leer algunos textos de mi blog.
      Pues muchas gracias. Noe existe un artículo si no hay unos ojos que quieran leerlo.
      En mi libro EVALUAR CON EL CORAZÓN defiendo que la evaluación ha de ser educativa. Es decir, que tiene que educar a quien la hace y a quien la recibe.
      Y educar exige respeto, ayuda, cercanía emocional y amor.
      Por eso critico la actitud de esa evaluadora que no tuvo en cuenta el mareo de su alumna y la castiga restándole puntos.
      Ojalá que cuando seas maestra lleves a la práctica todo aquello en lo que ahora crees.
      Estoy seguro de que será así.
      Muchos besos.
      MÁS

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