Una de las secuelas que está dejando el coronavirus es la destrucción de la economía. Sé que la muerte de las personas, cercanas a nuestra vida o alejadas en el espacio, es un problema que absorbe nuestras preocupaciones y que conmueve nuestras entrañas. Sé que el miedo a ser contagiados o a transmitir el virus a otras personas nos hace temer por ese bien suprimo del que disfrutamos que es la vida. La ruina de la economía está sembrando también de pánico la convivencia. ¿Qué hace una familia con hijos si no entra en la casa ni un euro para poder sobrevivir? ¿Cómo afronta la realidad una persona que no dispone de medio alguno para satisfacer las necesidades básicas de alimento, vestido y cobijo? ¿Cómo no angustiarse ante la pérdida de un negocio si eres autónomo, de un trabajo si eres asalariado o de una perspectiva de ocupación laboral si eres un joven estudiante?
Ante la crisis se han de tomar diverso tipo de medidas sanitarias, unas encaminadas a la prevención del contagio, otras a la curación y otras a la búsqueda de un remedio en forma de vacuna o antídoto. Hay que salvar la vida. Y esa es una tarea de las autoridades políticas y también de la ciudadanía. Son indispensables las dos aportaciones, una que podríamos llamar descendente y otra ascendente.
Salvar la economía requiere también la contribución de dos fuerzas: la acción política y la acción ciudadana. Los políticos tienen que tomar decisiones que ayuden a las empresas y a los trabajadores, tienen que dispensar ayudas compensadoras, tienen que dar ejemplo de austeridad… Y la ciudadanía tiene que practicar un consumo responsable. Hay formas de ayudar a quienes de verdad lo necesitan.
Adela Cortina escribió en el año 2002 (editorial Taurus) un interesante libro titulado “Por una ética del consumo”. En las primeras páginas nos advierte: “El consumo es mucho más que un momento en esta cadena dela actividad económica: producción, intercambio, distribución, consumo; es incluso mucho más que un medio de supervivencia. Es una forma de relacionarse los seres humanos, que intercambian regalos, van justos al cine o a un concierto. Es una forma de comunicarme a mí mismo y a los demás que he triunfado en la vida”…
Me gustaría resumir el rico y sugerente contenido de las 350 páginas del libro de Adela Cortina, catedrática a la que profeso admiración y afecto desde hace muchos años. Comprenderá el lector (o lectora) que no es posible en este corto espacio de que dispongo. Solo añadiré otro párrafo del último capítulo, titulado Ciudanía económica cosmopolita.
“Y los ciudadanos han de asumir por fin el protagonismo que les compete, las autonomía responsable que caracteriza a quien es su propio señor o señora junto a sus iguales”.
Una parte del éxito de la economía, por consiguiente, está en nuestras manos. Por eso es importante la educación para el consumo. (Hala, otro cometido para la escuela, por si ya tuviera pocos). La educación para el consumo exige conocimientos pero también actitudes y valores.
Tomar decisiones responsables exige conocimientos, decía. Porque hay que saber que el consumo de ciertos productos propicia la explotación humana en las cadenas de producción. Y que adquirir otros contribuye a la destrucción del planeta. Y que no es igual comprar en unos establecimientos que en otros.
Tener criterio conlleva capacidad de discernimiento ante la publicidad que nos invade. No todo lo que se anuncia es bueno, por más que de forma seductora asalte nuestros mecanismos de decisión. Tener criterio lleva a no dejarse arrastrar por la moda. No todo lo que compra todo el mundo merece ser comprado.
La educación para el consumo exige el cultivo de actitudes relacionadas con la solidaridad y la compasión humana. Las tendencias de consumo pueden estar cargadas de lógica o de arbitrariedad, de equidad o de injusticia.
He planteado este artículo por dos motivos. El primero es que una de las repercusiones de la pandemia afecta a la economía de los países y a la economía de los bolsillos de las personas. El segundo es que me ha llegado un mensaje que por el ingenio de su contenido y el interés de su moraleja he querido compartir con mis lectores y lectoras.
Déjame, pues, contarte una historia que explica cómo un billete logró alcanzar la estabilidad económica de todo un pueblo. Y déjame concluir de manera lógica la moraleja que se deriva del relato. La historia es esta.
Durante el mes de agosto, en una pequeña ciudad, cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece desierta. Hace tiempo que la crisis viene azotando este lugar. Todos tienen deudas y viven a base de créditos. Por fortuna llega un millonario y entra en el único pequeño hotel del lugar. Pide una habitación, pone un billete de cien euros en la mesa de la recepcionista y se va a ver las habitaciones. El dueño del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el criador de cerdos. Al momento, este sale corriendo para pagar al molinero, proveedor de alimentos para animales. El dueño del molino toma el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con María, la prostituta a la cual no paga hace tiempo. En época de crisis hasta ella ofrece servicios a crédito. La prostituta, con el billete en mano, sale hacia el pequeño hotel a donde había traído a sus clientes las últimas veces y al que no había pagado y entrega el billete al dueño del hotel. En ese momento baja el millonario que acaba de echarle un vistazo a las habitaciones. Dice que ninguna le convence. Toma el billete y se va. Nadie ha ganado ni un centavo, pero ahora toda la ciudad vive sin deudas y mira al futuro con confianza.
La historia viene acompañada de su moraleja: si el dinero circula en la economía local o nacional, se acaba la crisis. Consume más en los pequeños comercios y mercados. Consume lo que tus amigos y tu país producen Si tu amigo tiene una microempresa, cómprale. Si tu vecino vende ropa, cómprale. La próxima vez que entres en una gran pastelería acuérdate de tu amigo, hermana, primo, tío, que vende pasteles, hojaldres, empanadas o cualquier tipo de dulces exquisitos. Al final del día la mayor parte del dinero es recaudado por las grandes corporaciones y se va del país. Pero cuando compras a un emprendedor, a una pequeña o mediana empresa o a tus amigos, les ayudas a ellos. El dinero se queda, no se va. Todos ganamos y aportas a nuestra economía. Apoya el emprendimiento. Apoya el consumo local. Apoya la producción nacional.
Creo que es lo que hemos hecho este verano, condicionados por las restricciones sanitarias. Hemos hecho turismo nacional. Hemos dejado dinero en el país. Hemos ayudado a quienes comparten la vida con nosotros. Aunque nos sintamos ciudadanos del mundo, aunque nuestra casa sea el planeta, lo cierto es que lo compartimos todo de manera más estrecha e intensa con quienes tenemos al lado.
Sé que la historia presenta serias limitaciones desde una exigente perspectiva económica. Como toda metáfora ilumina algunas partes de la realidad y deja muy ocultas otras. Pero ayuda, como deseo, a pensar.
Buenos días Miguel Ángel!
Comparto la necesidad de la enseñanza y aprendizaje de la ética en la escuela que incluya la ética del consumo.
No sé, si lo que consumimos es un voto diario que ejercemos en democracia pero lo que si veo necesario es apoyar al comercio local y a las pequeñas y medianas empresas. Es hora de estar cerca de ellas. Gracias por recordarlo.
No quisiera quedarme en la teoría de la etica del consumo y quisiera pasar a la acción tomándome contigo una buena cerveza local con un espeto..etc (aunque este mes tenga una r y no sea de buenas sardinas)
Gracias por hacerme consciente de lo ético que es!! (Te van a fichar los de las cervezas locales..por lo menos..)
Creo en fin, que las familias con nuestro ejemplo de consumo ético podremos con la ayuda de la escuela, conseguirlo. Juntas, Familia-escuela tenemos posibilidades, separadas imposible.
Un fuerte abrazo a la comunidad MAS que te incluye. Gracias.
Querido tocayo:
Pues sí, se puede votar con la cartera, además de con la cabeza y el corazón.
Aprender ciudadanía es una de las exigencias de la ética.
Y en la escuela hay que aprender a pensar y a convivir. Cuando hablo de la escuela siempre pienso en la comunidad educativa, que incluye a la familia.
Y una de las formas en las que se puede ejercer la condición de ciudadano y de ciudadana está en el consumo.
Es, además, una práctica que se tiene que llevar a cabo de forma casi constante.
Comprometidos con el espeto, claro que sí.
Comentar todo esto en un chiringuito con una cervecita sería una maravilla.
Estáis invitados.
Un abrazo.
MÁS
Querido Marstro!
Permítame que escriba lo que me hace sentir los valores de una educación del consumo responsable.
Si los rincones del alma hablaran, sin estar sujetos a las nostalgias del pasado ni al vil sentido de los negativos pensamientos, desfasados, crueles, obsoletos autoritarios.
Estaríamos dispuestos a consumir de los establecimientos mas cercanos y abrir nuestros corazones y sacarlo de las erróneas creencia del consumo exagerado.
El consumismo impuesto por las grandes empresas y el materialismo atrofia la razón y la vuelve áspera, envejecida, llena de insatisfacción, empobrecida y rota por el más insano de los anhelos.
¡No nos basta con lo que tenemos!
Rompemos las barreras de los acuerdos,
nos sobrepasa la incoherencia los desequilibrios y los miedos.
Me asusta, esa falta de valores, de verdad me da pánico, los tiempos que corren de avaricia de egoísmos de desenfreno.
Me asombra el vacío de las calles, el desierto de los sentimientos, la sombra que no nos deja ver el camino correcto, la sinuosa distancia que mantenemos.
A veces me pregunto : ¿Como hemos llegado a esto? Las respuestas las encuentro en sus comentarios y en sus textos.
Necesitamos a los negocios cercanos que nos regalen sus risas soñadoras y nos adentren en sus sueños eternos.
Acariciar la cercanía y vivir la vida con el más dulce de los agradecimientos.
¡Vive la vida, que no estás muerto!
Sin más me despido con un cordial saludo para todos.
Quedamos aquí la próxima semana, no falten.
Querida Loly:
TÚ no faltas nunca. Gracias por tu fidelidad semanal.
Además, tu fidelidad es del primer día. Pocas veces te haces esperar.
Tu comentario es tan rico en matices y dimensiones que necesitaría mucho tiempo para hacer referencia a todos ellos. Solo haré referencia a una hermosa frase. Hablas de «acariciar la cercanía».Me parece una definición precisa de lo que explico largamente en el artículo.Hubiera sido un buen titulo.
Besos.
MÁS
Siempre he pensado que el dinero debe correr, y desde luego, creo que es mucho mejor que lo hagamos correr por nuestro entorno en lugar de dejarlo a grandes corporaciones, digamos bancos, para que ellas lo hagan por nosotros.
El dinero metido en una caja fuerte, o debajo del colchón, como se suele decir, es parecido al que tiene un espléndido manjar que ni él come ni permite que lo coma otro dejándolo que se estropee.
En esta crisis me angustian unas cuantas cosas: los que cogen el virus o mueren o quedan destrozados; los inconscientes que contagian y son como niños que no perciben el alcance de sus acciones; los que pierden sus trabajos y se quedan sin recursos para ellos y su familia, para muchos esto es más terrible que la muerte, ya que muchos no lo pueden soportar y se suicidan. Por cierto, este índice terrible, nuestro Sr. ministro Simón, no nos lo ofrece nunca, y pienso que acertadamente.
Nuestro mundo se basa en que corra el dinero, y los políticos, lo que tienen que hacer es que cuando todos los que lo tienen se lo guardan por temor o avaricia quitárselo con impuestos para hacerlos ellos correr. Ojo, debidamente.
Ahora comienzan los colegios. Acudir a un centro educativo debe ser ilusionante. Es crecer un poco más cada año. Este año se ve con temor y amenazan nubarrones para los centros y las familias trabajadoras, que muy probablemente tengan que soportar cuarentenas y la ausencia del trabajo.
Es tremendo. ¡Cuántas amenazas! De todas saldremos, con menos heridas, si como dice y nos invita Miguel Ángel, pensamos en nuestros vecinos y, yendo un poco más lejos, en nuestro país.
Gracias MÁS por invitarnos a pensar y a cuestionarnos.
Saludos a todos.
Querido Joaquín:
El dinero que corre provoca ganancias que a su vez dan lugar a nuevos servicios. El problemas es por dónde y cómo corre el dinero. La ingeniosa historia de la deuda de la prostituta ilustra sobre algunas de las ventajas del consumo «casero».
Tengo un cuñado que es dueño de la fábrica de camisas Bassette. Le he mandado el artículo y me ha contestado que es eso exactamente lo que piensa. Porque tiene que competir con empresas chinas que, por tener una mano de obra barata (explotando a los trabajadores), ofrecen productos a un precio muy inferior. Si no hubiera compradores responsables, esas pequeñas empresas estarían cerrando.
Qué importante momento estamos atravesando con el inicio del curso escolar. Nunca había vivido esta situación en toda mi vida. Ahora hay incertidumbre y miedo mezcladas con ilusión.
Un gran abrazo.
MÁS
Hola MÁS.
La historia con la que ilustras el artículo de esta semana la había leído en alguna red social. Me imagino que tú no tendrás tiempo ni ganas para meterte en esos berengenales…. En mi caso, sí que suelo utilizar algunas por diversas circunstancias, unas útiles a nivel profesional y otras más lúdicas. Ya me gustaría leerte comentar sobre tu impresión sobre el uso de estas redes…
En cuanto al tema de esta semana, indiscutiblemente «el pez grande se está comiendo al chico…». En Jaén pueden verse múltiples pequeños negocios que se han ido a pique tras la pandemia. Si ya era dificil sobrevivir para ellos en tiempos de «normalidad», qué decir tiene que ahora ante la «nueva normalidad» su situación ha empeorado, llegando a cerrar muchos de ellos.
Por ello comparto tu opinión sobre apoyar al comecio local, pero sin olvidar que en las grandes superficies también trabajan vecinos y vecinas. En micentro hay muchos hijos e hijas de empleados de grandes comercios…
Quizás la idea deba ser la de diversificar nuestro consumo, no centralizarlo de forma exclusiva en un lugar. Todos tienen que comer…
Y sí, como dices, otra cosa que debe enseñar la escuela… (porque cuando se habla de enseñar temas transversales siempre nos acordamos de la escuela, para la enseñanza media o superior parece que ya es tarde). En la escuela cabe todo, quizás al tratar de abarcar tanto apretemos poco…
Un abrazo.
Querido Juan Carlos:
No. Yo no me estoy metido en redes sociales. Pienso que me absorbía una atención y un tiempo del que no dispongo.
Conozco la historia a través de una amiga que está atenta a estas ingeniosas narraciones.
El consumo ético tiene muchas dimensiones. Mi reflexión ib a que tenemos que tener conocimientos rigurosos y actitudes que estén presididas por la ética.
La educación ética debe estar presente en todas las actividades del curriculum. No es tan sumativa la cuestión. Es más cualitativa.
De acuerdo con tu observación: también hay comercio local en las grandes superficies.
Un gran abrazo.
Qu tengas un curso SANO Y FELIZ.
Y GRACIAS POR ESTAR SIEMPRE AHÍ.
MÁS
“La educación para el consumo exige conocimientos pero también actitudes y valores…exige el cultivo de actitudes relacionadas con la solidaridad y la compasión humana…alcanzar la estabilidad económica de todo un pueblo”. Gracias Miguel Ángel por recordarnos en tiempos tan complicados, la importancia de tratar este tema en la ESCUELA, que al encontrarse en el currículo como algo transversal, lamentablemente se queda por escrito sin que pueda desarrollarse. Precisamente en mi tesis doctoral: “La Diversidad en Educación secundaria y la formación del profesorado para atenderla”, propongo y llevo a cabo varios proyectos y uno de ellos era convertir el Aula de Apoyo a la Integración(que en muchos casos sería más bien de segregación, porque se saca al alumnado fuera), en un Aula de Talleres de Aprendizajes Funcionales, donde existe un Taller de Consumo, pudiendo conocer la OMIC y sus derechos y desarrollando un pensamiento crítico y responsable.
Al leer el artículo de esta semana me ha trasladado inmediatamente al “circulo 99”, nunca estoy satisfecho, siempre me falta algo…generando de esta forma un consumo irresponsable. Como decía Ghandi “Hay suficiente en el mundo para cubrir las necesidades de todos los hombres, pero no para satisfacer su codicia”.
Coincido contigo y con Adela Cortina que “El consumo es mucho más que un medio de supervivencia. Es una forma de relacionarse los seres humanos…Es una forma de comunicarme a mí mismo y a los demás que he triunfado en la vida”. La Economía Circular nos facilita la intersección de los aspectos ambientales, económicos y sociales, es un modelo que prima el aprovechamiento de recursos y la reducción de las materias primas. Este sistema se convierte así en una alternativa al actual modelo de extracción, producción, consumo y eliminación, el modelo económico lineal. Es una alternativa atractiva que busca redefinir qué es el crecimiento, con énfasis en los beneficios para toda la sociedad.
Este año nos han concedido un Proyecto de Investigación ; Creer es crear una Escuela con creatividad en cuatro dimensiones. Rediseñando la Educación para un mundo en transformación” y participan un grupo de expertos entre los que se encuentra una economista de la Universidad de Jaén. Considero que si queremos realmente mejorar- transformar la Escuela es necesario que participen expertos en otras disciplinas que tienen mucho que aportar. Nos han concedido presupuesto, así que espero contar contigo en la comisión de expertos de distintos sectores de la sociedad. GRACIAS siempre, por regalarnos semanalmente reflexiones, que nos hacen pensar y por tanto mejorar.
Querida María José:
Anoche leí muy tarde tu interesante comentario y decidí esperar a esta mañana para contestarte y agradecerte la aportación.
La escuela y la vida. He aquí la cuestión. No tiene sentido una esclusa que de la espalda a la vida. Porque la escuela es para la vida. Para aprender a vivir y a convivir.
El curriculum de la escuela es kilométrico, pero poco profundo. Deberíamos revisarlo. Ya sé que las demandas que se hacen sobre la escuela son desmesuradas.
Me parece muy interesante el tipo de proyecto que se derivan del planteamiento teórico que hiciste en la tesis. También me gusta que las tesis se centren en investigaciones encaminadas a mejorar la práctica y no en la exploración del sexo de los ángeles (¿son hombres o son mujeres?
Estaré encantado en participar en ese proyecto que os han concedido. No solo por lo que pueda aportar sino por lo que pueda aprender.
¡Dichosa aquella mañana en la que charlamos un ratito después de mi intervención en Educating de Madrid!
Muchos besos, una vezmás
MÁS
Curiosa historia.
Y muy oportuna para dar fuerza a la tesis del consumo local.
Gracias por compartir.
Un saludo.
Querida Marta:
Cuando leí la historia me pareció muy ingeniosa
y aprovechable.
Eso me llevó a revisar el libro de Adela Cortina que había leído hace años y que recomiendo encarecidamente.
Consumimos de forma constante, pero pensamos poco en los criterios con los que lo hacemos.
De ahí la necesidad de educar para el consumo.
Besos y gracias.
MÁS
Buen día desde Sonora México mi muy estimado MÁS.
He leído muy atento su escrito y reflexiono en sus ideas que se versan en palabras. La pandemia no ha arrebatado de manera cruda y despiadada muchas cosas, entre ellas la sonrisa como mencionó en otro de sus escritos, pero también a muchos nos ha robado la estabilidad económica, familiar y social. Nos ha enseñando a racionar nuestros recursos para alimentarnos, para los tiempos de ocio y en general para vivir. En nuestro país y no digo que sea exclusivo de México, tenemos una inmensa de la población en situación de pobreza y con los problemas de la reactivación económica, la falta y pérdida de empleos está por las nubes. Los primeros en protestar fueron los grandes consorcios empresariales, los que tienen más recursos, pidiendo el apoyo del Gobierno, pero esta se tomó una sabia decisión… darle el recurso a los más necesitados, a los que menos tienen, y eso trajo un poco de estabilidad y tranquilidad a las familiar menos favorecidas. Siempre agradezco primero a Dios por ser maestro y hoy lo reitero porque la educación no para y nuestro trabajo tampoco, con lo que soy parte de la pequeña población que siga teniendo un salario trabajando desde casa.
Esperamos que pronto que el sol salga, brille y nos regale su calidez, sobre todo a los más desprotegidos.
Para Misael:
Muchas gracias por leerme (ya veo que no solo este artículo).
Me parece importante que tu sensibilidad te lleve a pensar en los más desfavorecidos, de aquellos a quienes Paulo Freire llamaba los desheredados de la tierra.
Creo que el virus no afecta por igual a unos y a otros.
Tendremos que desarrollar la solidaridad.
Un abrazo.
MÁS
Estoy totalmente de acuerdo, la educación también se debe hacer cargo de crear una conciencia social, apostar por la solidaridad y la convivencia.
En estos tiempos que corren donde el ser humano es más consumista se debe concienciar a la sociedad y dar a conocer todo el proceso de fabricación de los productos hasta que caen a nuestras manos. No es un misterio la esclavitud y la explotación desarrollada en países subdesarrollados, sin embargo las personas siguen sin estar lo suficientemente sensibilizadas con esta injusticia.
Pero independientemente de esto, en época de crisis las grandes empresas no pierden, mientras que los pequeños negocios se ven obligados a cerrar. Desde la educación, repito, se debe: incidir en la enseñanza de esquivar carteles y anuncios publicitarios que alimenten nuestro carácter derrochador, crear conciencia social que favorezca un consumo ético, etc.
Querida Khadija:
Gracias por tu interesante comentario.Y por leer el artículo.
Estoy de acuerdo con lo que planteas.
Creo que es muy necesaria la formación en la ética del consumo.
Se ha de hacer mucho en la escuela mucho en la familia.
Ojalá se recupera en elcurriculum la asignatura de educación cívica.
Besos.
MÁS
Sin duda vivimos un inmersos en un tiempo en el que todo es incertidumbre, en el que nos toca vivir el día a día, porque por desgracia no sabemos si mañana estaremos sanos o enfermos, con este relato y con la experiencia vivida a causa de las restricciones por el maldito Covid, creo que en general la población esta ayudando más al pequeño comercio, mas es el que ha estado ahí cuando no hemos podido salir de casa y hemos tenido que apañarnos con comprar en nuestros pueblos, en nuestras tiendas de barrio, donde el trato es mucho más atento y cercano. Por otro lado lado la gente que trabaja en las grandes superficies también tienen gastos que pagar, también tienen cargas familiares…considero que el problema radica en que por desgracias las grandes multinacionales se marchan fuera a conseguir un producto de peor calidad y mas barato, cuando en España tenemos una oferta de todo tipo de productos y nada tenemos que envidiar a los de fuera.
Creo que si existiera un mercado responsable en el que se favoreciera a un consumo equilibrado y justo para primero con el medio ambiente y después para los productores de los mismos, obtendríamos un mejor beneficio para todos.
Un saludo.
Querida Victoria:
Gracias por participar en esta entrada con tu interesante comentario que acabo de leer.
La ética del consumo incluye muchas dimensiones importantes de carácter económico, social, político, psicológico y pedagógico.
Tú apuntas algunas de ellas con acierto: condiciones de producción, publicidad engañosa, criterios de compra, pequeño/gran comercio, mercado nacional/internacional, incertidumbre, mercado responsable…
Hace falta la ética del consumo.
Besos.
MÁS