Decálogo para el Curso Nuevo

7 Sep

 

Estamos a las puertas de un nuevo curso escolar. Tengo ya como costumbre (son ya dieciséis años) dar la bienvenida al nuevo curso con un artículo. Porque considero que la llegada de un curso escolar es un acontecimiento que debería celebrar la sociedad con inmensa alegría. Me remito a los dos artículos en los que propuse en años anteriores la celebración de la FIESTA DE CURSO NUEVO al modo en el que se da la bienvenida al año nuevo cada 31 de diciembre. Me consta que algunos colegios han llevado a la práctica esta sugerencia. Enhorabuena.

La enorme maquinaria  del curso académico se pone en funcionamiento para que, en unas etapas de forma obligatoria y en otras de forma voluntaria, niños, jóvenes y adultos emprendan la aventura del aprendizaje. Profesores, directivos, instalaciones, materiales, tiempos, recursos… Todo un mundo en acción al servicio del saber y de la bondad. Porque no hay conocimiento útil si no nos hace mejores personas.

Un enorme presupuesto al servicio del proceso de enseñanza y aprendizaje que pretende formar los mejores ciudadanos y ciudadanas para construir una sociedad más justa y hermosa. Hay que formar no a los mejores del mundo sino a los mejores para el mundo.

Cómo no entender que se haga cuesta arriba la vuelta al trabajo después de un largo período de vacaciones. Madrugones, horarios marcados, normas, concentración, disciplina, esfuerzo, exigencia, evaluaciones, éxito y fracaso consecuentes…

Pero también reencuentro con amigos y compañeros, nuevos proyectos de enseñanza y de aprendizaje,  ilusión de compartir la experiencias, expectativa abiertas al futuro que se labra cada día…

Este año quiero dar la bienvenida al nuevo cuso con un decálogo de ideas encabezadas por un imperativo verbal. No son órdenes, claro. Son peticiones, deseos, ruegos, propuestas… En el libro “Pasión de enseñar”, que encierra el pensamiento pedagógico de la poetisa chilena Gabriela Mistral, hay un Decálogo de la maestra (pagina 22) que me brindó la idea. Yo he construido el mío, después de hacer muchos ensayos: eliminación, añadido, cambio de lugar… Éste es mi Decálogo.

  1. DISFRUTA. Ten la seguridad de que el trabajo que haces esel más importante, arriesgado y difícil que se le ha encomendado al ser humano en la historia: trabajar con la cabeza y el corazón de los alumnos y de las alumnas. (Y con el cuerpo, me corrigió hace tiempo un profesor de Educación Física, muy comprometido con su trabajo).  No vas a sufrir una tortura, vas a salvar a la humanidad de la ignorancia, de la insensibilidad  y de la injusticia. Vas a transformar el mundo a través de la formación de mejores ciudadanos. Tienes un oficio para disfrutar porque está fundado en el optimismo, es decir, en la seguridad de que el ser humano puede aprender, de que puede mejorar. Eres un profesional de la esperanza, del  aprendizaje y del desarrollo humano. Disfruta.
  2. ENSEÑA. Con la palabra y con el ejemplo. Conoce bien a tus alumnos y alumnas. Prepara las clases con mimo, rigor y pasión. Haz que se sientan protagonistas de su propio aprendizaje. Procura despertar en ellos el deseo de aprender. Considéralos dignos y capaces de descubrir el mundo. Investiga con ellos y para ellos. Sé una persona íntegra. No olvides que el ruido de lo que somos llega a los oídos de nuestros alumnos y alumnas con tanta fuerza que les impide oír lo que decimos.
  3. PREGÚNTATE. No lo des todo por sentado. No te entregues a las rutinas, que son el cáncer de las instituciones. No expliques la realidad de tal modo que te de la razón. No te dejes guiar por el sesgo de laconfirmación. No confundas pereza de pensamiento con firmes convicciones. Pon en tela de juicio tus prácticas, hazte preguntas, haz autocrítica. Pasa de una actitud ingenua a una actitud crítica. No hagas las cosas como siempre, o como todos. Sin más ni más. Pregúntate por qué haces lo que haces. Y por qué tienes esos resultados haciéndolo así. No le eches la culpa a los demás del fracaso.
  4. COMPARTE. Comparte las preguntas. Comparte lo que sabes.Comparte lo que sientes y lo que eres. Esta es una profesión que exige un quehacer colegiado. Es decir, fines compartidos y actitudes cooperativas. Eres miembro de un equipo. Únete a los que quieren trabajar de verdad y transformar la institución. Comparte también tus preocupaciones, tus problemas, tus dolores. Alguien te ayudará. Estoy seguro de  muchos querrán echarte una mano.
  5. INVESTIGA. Responde a las preguntas con rigor. No con suposiciones, intuiciones, aproximaciones o ilusiones. Que no te asuste la palara investigar. Cuando un profesor se hace una pregunta y se responde rigurosamente a ella está investigando. Para investigar, no siempre es necesario disponer de grandes muestras y de complejos tratamientosestadísticos. Lo importante es investigar sobre la propia práctica para transformarla en su racionalidad y en su justicia.
  6. ESCRIBE. El pensamiento caóticoy errático que tenemos sobre la práctica educativa, cuando nos ponemos a escribir, tiene que ser domesticado por las exigencias del texto. Para escribir tenemos que titular, estructurar, argumentar y concluir. Lo cual nos ayuda a comprender. No vale la excusa de la falta de tiempo, de la escasa importancia de lo que haces o de la dificultad de escribir, de publicar y difundir. No es tan difícil: sujeto, verbo y predicado; sujeto y verbo y predicado; sujeto verbo y predicado… Hasta que cuentes lo que quieres contar. Y luego difúndelo. Otros se sentirán animados y estmulados.
  7. APRENDE. Los títulos deberían tener fecha de caducidad. Hay que seguir aprendiendo siempre. Hace unos años titulé así un libro que publiqué en la Universidad Homo Sapiens: “Enseñar o el oficio de aprender”. Lee sin cesar, fórmate, cultívate. En el fondo todos somos aprendices natos. Todos deberíamos llevar, como los coches en la etapa inicial, la L de aprendices.
  8. INNOVA. No te entregues a las rutinas. No te abandones a la comodidad de lo que ya sabes y haces. Explora, busca, ensaya… No confundas cambios con mejoras. Piensa en lo que haces mal y transfórmalo. Piensa en lo que haces bien y mejóralo. Un grupo de profesionales de la enseñanza hemos reflexionado sobre aquello que hacemos mal en las políticas educativas,en la formación del profesorado, en la educación de la sexualidad, en la educación bilingüe, en la evaluación, en la inclusión, en la investigación educativa… Y acabamos de publicar un libro titulado “¿Qué hacemos mal en la educación?” (Editorial Octaedro, 2019). Es una llamada a la innovación.
  9. LEVÁNTATE. Si caes en el desaliento porque has fracasado, porque te has equivocado, porque has cometido errores, porque tienes dificultades, levántate. Con dos signos menos se puede construir un signo más. Existe la fertilidad del error. Si te hunden, si te machacan por querer ser mejor, no te dejes abatir. Piensa que no hay mayor venganza sobre nuestros enemigos que la de que nos vean felices.
  10. AMA. Si alguien no tiene capacidad de amar no debería dedicarse a la enseñanza. Dice Emilio Lledó que esta profesión gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a los que se enseña. La educación es una tarea que se sustenta en la comunicación y la comunicación que salva es el amor. Será el amor quien de sentido al esfuerzo, quien nos inste a comprender y a estimular, quien nos ayude a confiar y a tener esperanza.

Cada escuela puede construir su decálogo, Cada profesor el suyo, si es que hay discrepancias con éste. Que las habrá. Porque no todos damos la misma importancia a las mismas ideas, actitudes y experiencias. He tenido que descartar muchos verbos para dejar solo diez. Todos me parecían importantes y necesarios.

Quiero dar la bienvenida al nuevo curso y desear a todos los miembros de la comunidad educativa una experiencia llena de esfuerzos y de logros, cuajada de emociones y de felicidad.  Permitidme repetir una vez más este lema que me ha ayudado tanto en la vida: Que mi escuela sea mejor porque yo estoy enseñando (estudiando) en ella.

23 respuestas a «Decálogo para el Curso Nuevo»

  1. Buen decálogo MÁS… Es tan amplio y genérico que comprende muchos verbos más…

    No he leído el libro que apuntas (¿Qué hacemos mal en la educación?), pero seguro que con solo cumplir con la mitad de estos verbos ya se podría mejorar la función educadora y formadora y ejercer la docencia con eficacia.

    Estos 10 términos se podrían unificar y sintetizar en cuatro ideas:

    1. Disfruta, haz disfrutar y 9 levántate cuando caigas en el desaliento.
    2. Enseña y 7 aprende.
    4. Comparte, acepta y 10 ama.
    3. Pregúntate, 5 Investiga, 8 innova, mejora y 6 escribe.

    Y por rizar el rizo…, dado el gran conocimiento que tiene MÁS de la religión cristiana y haciendo un paralelismo con los mandamientos, podemos resumirlos en dos: amar tu prefesión sobre todas las cosas y amar al prójimo como a uno mismo… AMÉN 😉

    Sirva este juego de palabras que he usado en mi comentario para, una vez más, desear lo mejor al inicio de un nuevo curso a todos los componentes de las comunidades educativas. Para el mi el 30. Son tantos cursos que en el nuevo comparto claustro con un antiguo alumno… No por eso dejo de sentir el mismo cosquilleo ante el inicio de una nueva aventura…

    Un abrazo para todos los habituales a este rincón…

    P.D. He comentado tantas cosas en este blog que no sé si esta frase la dije yo: (Y con el cuerpo, me corrigió hace tiempo un profesor de Educación Física, muy comprometido con su trabajo). Pero si no lo dije la comparto…

    • Querido Juan Carlos:
      ¡¡¡30 años!!!
      Estoy seguro de que, en tu caso, son 30 años, no uno repetido 29 veces.
      Què emocionante compartir claustro con un exalumno.
      Curiosa agrupaciòn en tres y luego
      en dos.
      Feliz curso nùmero 30. Que lo disfrutes.Estoy seguro de que tus alumnos lo disfrutaràn.
      Un abrazo y gracias por estar ahì.
      MÁS

  2. ¿Festejar el inicio de clases?

    Para que exista el día festivo debe ser porque percibimos la noción de lo que hacemos como educadores esta cargado de sentido y profunda significación… al respecto cito a Josef Pieper en su inaudito libro “Una teoría de la fiesta”…. “Sólo un trabajo lleno de sentido puede ser suelo sobre el que prospere la fiesta. Quizá ambas cosas, trabajar y celebrar una fiesta, viven de la misma raíz, de manera que si una se apaga, la otra se seca”… la fiesta no es otra cosa que la posibilidad de tomar conciencia de nuestra riqueza existencial y desde este “estado festivo” poder recrear el sentido a todo lo que hacemos como educadores. Es así que la esencia de una auténtica fiesta de inicio de clases se fundamenta en la posibilidad de generar espacios nuevos y ámbitos de encuentros donde se comprueba la riqueza existencial asociada al inestimable “don” de poder educar… por esto que año tras año en cada escuela se repican una y otra vez alegres campanas: “todo lo que existe es bueno”….”y es bueno que existas”… ¡comienzan las clases!…. ¡menudo motivo para festejar!

    • Querido Horacio:
      Ya habìamos hablando de are libro con occasion del capìtulo FIESTA del libro de Enrique Mariscal.
      Excelente tu comentario sobre la FIESTA de CURSO NUEVO.
      He mandado a mis ahijados y ahijadas un texto para la celebraciòn del 20 aniversario de la escuela. No he recibido respuesta todavìa.
      Quiero enviarles un libro. Les he pedido la direcciòn postal.
      Un abrazo y gracias.
      MÀS

  3. QUERIDO AMIGO Y MAESTRO MIGUEL-ÁNGEL:
    Un abrazo henchido de gratitud, de Amistad, por los festejos compartidos y los reencuentros y emociones vividos…hace precisamente hoy una semana. Muchas gracias, entrañables Lourdes y Miguel, por el gesto y el detalle con que nos obsequiasteis, gracias a vuestra presencia, el pasado 31 de agosto a Eli y a mí, a los otros amigos y amigas, a nuestras familias…Muchas gracias.
    Comentando la hermosura formal y de fondo de tu artículo de hoy, muy oportuno y pertinente por razón del inminente inicio del nuevo curso escolar, no puedo por menos que recordar el gran incentivo y la elevada dosis de motivación que la lectura y la reflexión de tus artículos dedicados al inicio del curso escolar producían en mi persona. ¡Cuánto bien y cuánto estímulo producían esos textos no solo en mí, sino en mi alumnado! Pues transcurridos el primer y segundo día del curso nuevo (“Prima non datur, ultima dispensatur”) me servía de tus textos para que mis alumnos y alumnas meditaran las ideas tan certeras y motivadoras que nos regalabas sobre la suerte de poder acudir día a día a clase; esto les generaba una actitud favorable para afrontar todo lo académico y las insoportables seis horas lectivas diarias. Recuerdo lo acertado de los títulos, la hondura de los contenidos (metacognición obligada) y el tono optimista real que articulaba y anudaba todo el texto de estos artículos tuyos. ¡Cómo no recordar “¡A clase!”, “Una flor roja con el tallo verde”, “Hazlo, tonta”, “Las metáforas del agua”, “¡Arriba el colegio!”, “Educación o desastre”, etc.! Abordabas todos los sectores de la comunidad educativa (profesorado, alumnado, familias, personas de la limpieza, conserjes…). Ejercías una crítica saludable para que los educandos no solo conocieran sus obligaciones, sino sus derechos y el ejercicio de los mismos. Alentabas al profesorado. Nos ilustrabas la educación degenerada en desastre al explicar el caso del joven romano Sandro, al que le robaron cinco años de su vida.
    -Termino: No creo que nadie haya dado a conocer como tú -fuera de los manuales y de la literatura científica- lo que se cuece (permítanme la expresión) en la institución escolar, verdadera ebullición de emociones, donde tantas y tantas personas interactúan mientras se desarrollan los procesos de enseñanza y aprendizaje (no solo).
    Gracias por el lema y máxima: “Que tu centro sea mejor porque tú trabajas en él.” Me ayudaste mucho.
    ¡Feliz inicio de curso! ¡Feliz fin de semana!

    • Querido Carlos:
      Fue un placer y un orgullo estar en mi tierra para participar en ese inolvidable, hermoso y emocionante encuentro. Nunca lo olvidaremos.
      Les he mandado a Emilio y Pilar un ejemplar de UN RAMO DE FLORES PARA LOS DOCENTES DEL MUNDO. Me interesaba que leyeran (como profesores de Lengua) el texto de mi médica a su antiguo profesor de Lengua y Literatura.
      El acto fue emotivo y la comida resultó magnífica por los comensales, el menú, el ambiente y el motivo.
      Fue también estupendo saludar a vuestras familias y encontrarme con mi amigo de hace tantos años Fernando Suárez.
      GRACIAS POR TODO.
      En cuanto al tema, da gusto tener lectores como tú, que no solo hacen referencia al artículo del día sino que tienen presentes tantos otros.
      Es una satisfacción recibir comentarios que superan el artículo de partida.
      Que tengáis un curso feliz, tanto Eli como tú.
      Espero que a él también le haya interesado el Decálogo.
      Un abrazo.
      MÁS

      • Un abrazo de nuevo, Miguel-Ángel. Tan solo quería agradecerte tu respuesta a mi comentario. Tus palabras del mensaje rezuman emoción, emotividad y entusiasmo por la grata vivencia y , mejor aún: por las personas con las que compartimos el evento.
        Eli ha leído -y se ha entusiasmado- tu artículo del inicio escolar. Te traslado sus saludos.
        Recuerdos y abrazos de todos nosotros, de mi Amiga del alma del norte: Pilar Villa, leonesa de pro, personificación de una sana sensibilidad, de la educación elegante e innata, y ejemplo de persona empática por el poder de su bondad, inteligente y amiga de ofrecer su ayuda (mi gran Amiga y hermana del alma del sur es Lourdes). Igualmente, saludos de Emilio Álvarez, persona y político íntegro, cabal y vocacionalmente entregado generosa y abnegadamente y honradamente al ejercicio de la política. Es todo un referente de ejemplaridad en todos los órdenes. Un Amigo y un maestro para mí.
        Que tengáis feliz semana.

  4. Querido Maestro!
    Cada vez que comienza un nuevo curso me entra ese gusanillo en el cuerpo imposible de definir.
    Puede ser nostalgia del tiempo anteriormente vivido,recuerdos de antaño que evoca la memoria, sentimientos encontrados de querer hacer y no haber hecho.
    Es un pellizco en las entrañas del alma que me produce una mijita de tristeza y añoranzas.
    Muy bueno su decálogo de acción para un buen educador!
    Hoy me pilla en una de mis aventuras y paseos por tierras gallegas,de Ávila y de Salamanca.
    Pero es obligado esta afición de leerle y comentarle.
    Aprovecho una pausa en el camino para transmitirle mi amor y afectos por aprender de todo su buen saber y hacer.
    Sin más me despido con un enorme abrazo para todos.

    • Querida Loly:
      Que tengas un buen viaje por las hermosas tierras castellanas y gallegas.
      He vivido en ambas y son maravillosas: sus gentes, su geografía, su gastronomía… Viaja y disfruta.
      No me extraña que te asalte la nostalgia.
      También me sucede a mí.
      Cómo han pasado los años.
      Gracias por leer y escribir aun estando de viaje.
      Saludos.
      MÁS

  5. Estimado Miguel Ángel:
    Leer tu artículo cada semana es un placer. Un soplo de aire fresco.
    Decirte que en la Sala del Profesorado de mi Colegio tenemos impresa y colgada en la pared tu cita: “Que mi escuela sea mejor porque yo estoy enseñando en ella”. Percibimos la buena impresión del profesorado nuevo que llega al centro educativo.

    En la última convocatoria de oposiciones de maestros formé parte de un tribunal y propuse a los demás miembros poner en el tablón de anuncios donde se exponían las notas, y así se hizo, el siguiente cartel:
    “ …Ser docente es importante:
    Porque trabaja con “materiales” delicados, complejos y sublimes (de altísimo valor) como son las ideas, las expectativas, las emociones, los sentimientos, las concepciones, las actitudes, los motivos y los valores…
    Porque es un profesional de la observación, de la escucha, del diálogo, de la negociación, de la paciencia, de la bondad y del encantamiento.
    Ser docente es apasionante…” Miguel Ángel Santos Guerra

    ¡Buen curso!
    Un saludo.

    • Estimado Simón:
      Emociona leer comentarios como el tuyo.
      No existen los artículos sin unos ojos atentos y un corazón abierto que quiera leerlos y acogerlos.
      MUCHAS GRACIAS POR TU SENSIBILIDAD Y POR TU GENEROSIDAD.
      Feliz curso.
      O, como me gusta decir: felicidades y felicidad-des.
      Un abrazo.
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  6. Para mí el comienzo de los cursos es un tiempo de añoranzas, de recuerdos, de ilusiones vividas y ahora también de autocrítica: si hubiera actuado de otra manera aquel alumno…, siempre pienso que se podía hacer mejor.
    Hay cosas de las que sí recuerdo con satisfacción: siempre he amado a todos mis alumnos en sus diversidades y siempre me mostré defensor sin titubeos de los más débiles sujetos a las agresiones de otros que se consideraban más fuertes.
    Para mí así es el comienzo de curso, ahora lo vivo por mis nietos con la preocupación de cómo encajarán la nueva etapa en su vida, pues uno comienza su segundo año, el otro comienza la andadura.
    Disculpas por centrarme en mis vivencias. El nuevo curso será para cada profesor magnífico si lo inicia lleno de entusiasmo y con el ánimo de dar lo mejor de sí mismo; lo contrario, el que lo inicia cansado, qué se puede esperar…
    Tus reflexiones, Miguel Ángel, como siempre nos enriquecen y nos ayudan a los que vivimos del recuerdo y, sin duda, a los que están en la gran tarea de formar personas y que inician un nuevo curso.
    Saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      He aquí un tema curioso: ¿qué suponen los comienzos de curso para los jubilados?
      Tú hablas de nostalgia. Y creo que sí. Que ese es un componente de los sentimientos que tenemos en estas fechas quienes ya hemos dejado para siempre esas ocupaciones.
      También está presente esa preocupación que apuntas por lo que pudimos hacer mejor y no hicimos o por lo que hicimos mal y no debimos haber hecho.
      Y muchos recuerdos llenos de emoción y de gratitud. Muchos recuerdos de experiencias hermosas y de personas magníficas.
      Cómo no pensar también en los que comienzan. En los jóvenes que se estrenan en su primer o primeros cursos.
      Me recuerdo el primer día de clase del primer años subiendo las escaleras hacia mi primera clase… ¡Cuántas emociones!
      Probablemente lo más importante para ti (y para muchos jubilados) es ver a los nietos el primer día camino del cole…
      Un gran abrazo, querido amigo.
      Y gracias.
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  7. Hola a todo el mundo.

    Muchos años después, frente a la tumba de su padre, el Maestro de Matemáticas Don José Fernández, natural de Alfarnate provincia de Málaga, habría de recordar aquella remota mañana de 10 de Septiembre en que empezaba el curso de 2019. Su aula de enseñanza estaba entonces abarrotada de niñas y niños de 13 y 14 años, se iniciaba el curso de segundo de la ESO. Disimulaban todos las ganas de que Don José acabara su discurso inaugural del curso, para enseguida echar un vistazo a hurtadillas al whatssap en el teléfono móvil. Pedro Crespo, sentado en la tercera bancada, no simulaba nada, no usaba móvil, estaba como ido, estaba en babia. Pedro Crespo había puesto en jaque a Don José a final del curso anterior, ante un problema de matemáticas. Era un problema de un corral con muchos animales distintos, con sus patas y cabezas. Lo dictó Don José para el día siguiente. Nadie lo resolvió. Don José lo intentó con numerosas fórmulas, y al final, le hacía la prueba, y el resultado no cuadraba. Don José, sudando solo en la palestra, garabateando tiza y aquello no resultaba. Pedro Crespo era el único que estaba atento a lo que hacía Don José. El alumno se acercó al maestro, le habló en voz baja apenas unos segundos e hizo unos números en la pizarra. Pedro Crespo resolvió el problema. En ese preciso instante, Don José dio la clase por terminada. No se volvió a hablar más de aquella cuestión, y en los días que faltaron para terminar el curso, tampoco se habló más sobre animales, ni corral, ni de patas, ni de picos. Pero aquella mañana de 10 de Septiembre de 2019 Don José a la vez que hablaba sobre el devenir del nuevo curso vio un hilo de debilidad en Pedro Crespo. Fue cuando creyó ver la oportunidad de actuar ante el cargo de conciencia que arrastraba debido a su comportamiento en el problema de matemáticas del curso anterior. Después de la charla y de algunos esquemas en la pizarra, dio por terminado este primer día de clase. Se acercó a Pedro y le dijo, ven a mi despacho, tenemos que hablar. Don José, dejando a un lado sus aires de barrera y distancia de maestro nacido en el 55 y que dio sus primeras clases el mismo año en que murió el dictador, pidió perdón a Pedro por no saber halagar su lucidez en Matemáticas el día del problema del corral. Pedro asintió con una leve sonrisa. Y ahora dime qué te pasa, quizá que Carmen, la chica de la primera bancada, te tiene un poco chiflado de lo que tú crees que es amor. No te avergüences, les pasa a todos, con la diferencia que los demás lo comentan entre ellos y tú te lo guardas para ti mismo. Algo de eso hay, Don José. ¿Y?. Impotencia, Don José; incapacidad para conseguir siquiera un halo de esperanza con esta chica. Pedro, a mí me has tenido cavilando todo el verano, no puedo creerme que suspendas en todas las asignaturas de letras y seas la mente más privilegiada para Matemáticas de todo el Colegio, inclusive el director, inclusive los demás profesores y hasta yo mismo. Eres singular, eres preciso, eres el pequeño detalle, eres matemático, aplícatelo a las letras, solo eso. No sabemos qué más le diría D. José a Pedro, pues hay que ser generoso con quien lea estas letras y no contar todo y así de paso evitamos el riesgo de enviar a algún lector del Sr. Guerra a urgencias del hospital psiquiátrico. A los pocos días andaba el alumno leyendo un grueso tomo forrado con hojas de periódico para así ocultar lo que tal vez sería motivo de risas de sus compañeros. Años después se comentaba que aquel libro era El Quijote y que entonces lo leía con la misma intensidad y precisión que él se aplicaba en las Matemáticas. Años después se sabía que su esposa era la chica que se llamaba Carmen de la primera bancada de aquel septiembre de 2019. Años después comentaba Pedro que solo tenía dos ídolos; uno, el que le enseñó a tener valor, un ídolo ficticio, D. Quijote; y otro, de carne y hueso, D. José Fernández natural de Alfarnate provincia de Málaga, el que le enseñó el lugar donde se aprende valor. Por lo visto, D. José le enseñó cómo vencer los enormes molinos de viento que se cruzan en el camicamino
    no de la vida.

    Perdón por la brasa.
    Que tengan buena tarde.

    • Estimado Don Quintiliano:
      Qué magnífico comentario. Qué historia más hermosa, más ejemplar. Y qué bien contada.
      La intervención del maestro malagueño José Fernández es inteligente, humilde, estimulante y, afortunadamente, exitosa ya que Pedro respondió al estímulo educativo.Esa es, a mi juicio, la tarea. MOTIVAR. AYUDAR. QUERER. Esos son los verbos de la educación.
      Me ha alegrado también leer que el maestro va más allá de las matemáticas y de las letras. El maestro observa y se interesa no solo lo que pasa con el amueblamiento de la cabeza del niño. Sabe y se interesa por lo que sucede en su corazón.
      GRACIAS, Don Quintiliano, por esta aleccionadora historia, tan oportuna para el inicio del curso.
      Un cordial saludo.
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      • Gracias a ti, siempre, Sr. Guerra.
        Exageras, exageras en halagos. Al fin y al cabo, una coma demás, una fecha y un nombre cambiado, venimos a contar lo que hemos vivido, lo que somos o amamos. No más mérito.
        Un cordial saludo a todo el mundo.

        • Estimado Don Quintiliano.
          No creo que el niño del que nos has hablado le dijese a su maestro que exageraba en el halago. Era merecido. Era justo.
          No. No todo está bien contado.
          Y no todo lo que se cuenta es igualmente aleccionador.
          Estoy muy feliz de tener comentaristas que van mucho más allá de donde yo llego en el artículo.
          Por eso, enhorabuena y gracias.
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  8. Córdoba, martes, 10 de septiembre.

    De nuevo nos encontramos en Córdoba, tras unos días pasados en Barcelona.

    En el regreso en tren, continué con la lectura de “Una Odisea” de Daniel Mendelsohn. Fue una grata compañía, pues tuvimos que hacer l en Madrid, y en el trayecto de esta ciudad hasta Córdoba el tren se paró dos veces sin que llegásemos a saber de qué se trataba.

    De este modo, entré en la última parte del libro, titulada ANAGNÓRISIS (Reconocimiento), que no me resisto a trasladar el comienzo de la misma al blog. Dice su autor:

    “Una de la cosas raras de enseñar es que nunca sabes qué efecto tendrás en los otros; nunca sabes, si tienes algo que enseñar, quiénes serán tus verdaderos alumnos, quiénes recibirán, haciéndolo suyo, lo que tú ofreces –entendiendo por ‘lo que tú ofreces’, en gran medida, lo que has aprendido de otro maestro, de alguien que se ha preguntado si asimilarías lo que te daba, de alguien que cuando seas lo suficientemente mayor para escribir de esta experiencia tendrá la edad de tus padres, o habrá muerto-; nunca sabes si de entre los jóvenes que se congregan en torno a la mesa del seminario saldrá alguno que, por la razón que sea, se vea tan profundamente afectado por el texto o por el profesor, que haga perdurar tu lección más allá del aula, más allá de ti”.

    Continúa Daniel Mendelsohn en este libro acerca de sus memorias como profesor de Clásicas (especialista en griego) y que se basan en un seminario desarrollado sobre la Odisea de Homero, en un centro de una de las Universidades de Nueva York. En ese mismo seminario participó su padre, que por entonces tenía 81 años, como oyente a petición propia y que el hijo acepta:

    “Pero es que la educación, la pedagogía, ‘conducir a un niño al conocimiento’, es un proceso delicado e impredecible, un proceso cuyos mecanismos suelen ser tan misteriosos para el alumno como para el maestro”.

    ***

    Cuando llegué a esos dos párrafos, me detuve en la lectura del libro. Lo cerré, colocándole uno de los billetes del tren entre sus hojas. Pasé a contemplar el paisaje duro y áspero que se nos mostraba en esos momentos de los Monegros aragoneses. Me trasladé mentalmente al curso 1997-98, años en los comencé a impartir clases de Magisterio en Córdoba. Por entonces, trabajaba como arquitecto en el estudio que tenía compartido con dos amigos, también arquitectos, en Sevilla. Podía compatibilizar el trabajo de los proyectos de construcción con la docencia universitaria, puesto que era un contrato a tiempo parcial lo que me unía a la Universidad de Córdoba. Me desplazaba desde la capital hispalense a la ciudad en la que ahora resido, y regresaba, en tren, de forma que aprovechaba el tiempo del viaje para repasar las clases o corregir trabajos.

    ¿Qué queda de aquel año en el que me involucré en una actividad con todo el entusiasmo del mundo y que, en cierto modo, suponía una inmersión en dos trabajos que no tenían relación entre sí?

    Comienzo por lo mejor de la cosecha: grandes amistades que nacieron del contacto con el alumnado de ese primer curso: Pepa Polonio, Rafaela Raya y Benito Sánchez, los tres del primer curso en el que comencé a trabajar en el campo educativo. Los tres han sido, o mejor, son magníficos docentes y grandes amigos que ya se encuentran cerca de sus jubilaciones. (La docencia también nos puede proporcionar algo tan magnífico como son amistades entrañables que te acompañan a lo largo de tu vida.)

    ¿El entusiasmo? Joaquín habla con toda razón de entusiasmo. También Albert Camus, en su obra “El primer hombre”, nos describe el entusiasmo que exteriorizaba su querido maestro, el mismo que le ‘salvó’, siendo un niño pobre argelino del futuro que le esperaba a quienes pertenecían a los estratos más desfavorecidos de la antigua colonia francesa.

    En lo que a mí respecta, creo que el entusiasmo lo conservo intacto (o casi intacto). Lógicamente, madurado y perfilado con un conocimiento profundo de la realidad universitaria, que es en la que yo me he movido.

    Es por lo que inicio este curso, cuarenta y dos años después, preguntándome quiénes y cómo son los alumnos y alumnas que tendré en las aulas como profesor honorario del Departamento en el que he trabajado todo este tiempo. Ahora, en tiempo digitales, tenemos la suerte de contar con la imagen y los datos de todos los estudiantes, por curso y asignatura. Es por ello que iré aprendiéndome sus nombres, lugares en los que residen, fechas de nacimiento…, de este modo puedo comenzar a conectar con ellos y entablar una base de confianza y cordialidad para que, de este modo, caminemos a lo largo del tiempo de duración de las asignaturas.

    ***

    “Aureliano fue un profesor que nos enseñó a pensar”. Esta fue la frase que me comunicó, en cierta ocasión que nos vimos en Montilla, una pareja amiga y que se la había transmitido una maestra que fue alumna mía décadas atrás.

    Vuelvo hacia atrás, y, ante el interrogante que se plantea el autor de “Una Odisea” en el párrafo con el que he comenzado este escrito, a mí me encantaría que esa frase dicha por esa antigua alumna fuera compartida por la mayoría de quienes durante estas cuatro décadas vivieron conmigo la apasionante aventura de aprender y de enseñar. Sería el mejor regalo de agradecimiento que yo podría recibir.

    ***

    Ya estoy recibiendo por correo electrónico los trabajos fin de grado de aquellos estudiantes de los que soy tutor y deben defenderlos en octubre. Señal inequívoca que comenzamos un nuevo curso universitario.

    ***

    Me dejo muchas cosas en el tintero, especialmente de las experiencias vividas en Barcelona, pero las puedo abordar en otros escritos, dado que como suele ser habitual me estoy extendiendo en demasía.

    Saludos y abrazos para todos en esta nueva ‘odisea’ que es el inicio del nuevo curso escolar y académico.

    • Querido Aureliano:
      Gracias por las citas que nos ofreces, que tanto me interesan al ocuparse de ese complejo e intrigante proceso que es la enseñanza y el aprendizaje.
      Y por compartir experiencias ya vividas y otras en las que estás inmerso con este peculiar comienzo de curso. Te veo en plena forma.
      Esa es, para mí, la gran cuestión. ¿Por qué personas como tú mantienen y enriquecen el entusiasmo inicial y por qué otras se queman en el desarrollo profesional.
      Un gran abrazo.
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  9. Siguiendo el consejo de José Antonio, releo el texto una vez aparecido y compruebo que hay una errata significativa: comencé la docencia universitaria en el curso 1977-78; no en el que aparece en el texto anterior.

    Por otro lado, y ante la pregunta que se realiza Miguel Ángel, por mi parte la respuesta es bastante sencilla: “Me gusta enseñar”, o lo que es lo mismo “Me gusta transmitir los conocimientos que he adquirido ante quienes me lo solicitan”.

    Dos momentos o anécdotas a modo de ejemplos:

    Uno. Hace años, cuando Flora, Abel y yo pasamos un tiempo en casa de Markus y de mi hermana Angelines en un pueblecito de Suiza, esta sacó el tema de ‘A qué nos dedicaríamos si nos reencarnáramos’.

    Recuerdo que les manifesté que en mi caso podría ser de nuevo arquitecto, o psicólogo, o diseñador gráfico, puesto que son distintos los trabajos que me resultan atrayentes. “De todos modos”, añadí, “de lo que estoy totalmente seguro es que volvería a ser profesor”.

    Dos. Remontándome más años atrás, recuerdo que en el estudio que teníamos en Sevilla y que llevaba la denominación de A2, se incorporó un compañero y amigo, algo más joven que los que lo habíamos formado.

    Un día, observando cómo le aclaraba de manera detenida todas las dudas que le aparecían en sus trabajos, Miguel soltó: “¡Hay que ver la enorme paciencia que tienes a la hora de explicar! ¡Yo de ningún modo lo haría tan calmado, ni emplearía tanto tiempo como tú!”.

    • Estimado Aureliano:
      Yo también creo que tener la capacidad de disfrutar de lo que se hace es una de las claves del éxito.
      Ya has visto que el primer punto del Decálogo se refiere a esa cuestión: DISFRUTA.
      No fue casualidad colocarlo en el primer lugar de la lista.
      Un abrazo.
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  10. Interesante Decálogo. Me gusta el contendido de los diez puntos, aunque estoy seguro de que no fue fácil decantarse por estos diez dejando otros que también hubiesen resultado importantes.
    Voy a proponer en mi claustro hacer nuestro propio Decálogo. Probablemente incorporemos muchos de los que se proponen aquí.
    Muchas gracias por la propuesta.
    Feliz curso a todos.

    • Estimada Marta:
      Pues sí, tienes razón, hice muchas combinaciones. Quité, añadí, cambié…Pensé, claro está, en otros verbos: COMPRENDE, DECIDE, COMPROMÉTETE, AYUDA, LEE, EXIGE, MEJORA, ESCUCHA, NEGOCIA, PARTICIPA, MEJORA, DIFUNDE, DIALOGA, DEBATE, EMPRENDE…
      Me parece buena la idea de que un claustro haga su propio Decálogo. Y que jerarquice los verbos. Es decir, que diga cuál es 1º, 2º,3º… Eso marcaría la escala de valores de ese Centro. Pero, sobre todo, daría lugar a interesantes debates.
      Un cordial saludo.
      Y gracias.
      MÁS

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