Las puertas giratorias

24 Ago

Universidad para asesinos (Tusquets, 2019) es el título de una novela que acabo de leer casi de un tirón. Me interesan los libros que hablan de la vida de las instituciones educativas, sean del género que sean, se centren del nivel que se centren. En este caso, del profesorado universitario y de las puertas giratorias por las que los docentes entran y salen de la docencia.

Permítame el lector, o lectora, hacer un nuevo elogio de la lectura. Nos mete en interesantes cuestiones filosóficas, nos entretiene con tramas inquietantes y nos invita a reflexionar sobre dimensiones visibles o invisibles de la realidad. Muchas veces salgo de mi campo de lectura preferido para abordar, sobre todo en verano, temas de puro entretenimiento. Leer para disfrutar, no solo para hacer deberes. Hoy, por ejemplo, he llegado a la última página, 494 exactamente, de Piso para dos, cuyos apuntes de portada dan pie a la curiosa trama: «Tiffy y León comparten cama», «Tiffy y León no se conocen». Es ópera prima de la autora londinense Beth O’Leary, que confiesa haber escrito la novela en el tren de ida y vuelta al trabajo.

Universidad de asesinos me interesó también por el autor, Petros Márkaris (Estambul, 1937), un novelista griego que escribe interesantes obras policíacas, protagonizadas por el avispado comisario Kostas Jaritos. Me gustó especialmente, de las obras de Márkaris, su exitosa trilogía de la crisis: Con el agua al cuello, Liquidación final y Pan, educación y libertad. Todas ellas trufadas de crímenes y de apasionantes estrategias de investigación policial. (Acaba de fallecer a los 93 años Andrea Camilleri, el mayor exponente, a mi juicio, con Petros Márkaris, de la novela policíaca europea contemporánea. Camilleri fue el genial creador del comisario Montalbano).

Comienza la novela de Márkaris con unas pintorescas vacaciones en El Epiro, región de la que es originaria la familia Jaritos, en las que la pareja traba estrecha amistad con tres peculiares mujeres solteras: Kaliopi, Arguiró y Tasía. El comisario regresa a la rutina para encontrarse con la novedad de que Guizas, director de su Departamento, se jubila. Accidentalmente tiene que hacerse cargo del puesto y acometer la investigación del asesinato, recientemente perpetrado, del ministro de Reordenación Administrativa Kléarjos Rapsanis, antes profesor universitario de Derecho, que ha sido envenenado con un pesticida introducido en una tarta, llevada a su domicilio por una misteriosa joven.
Sin mucha dilación, es asesinado el profesor Aris Arjontidis, que ha dejado la docencia, para asumir el cargo de secretario de Estado de Educación. Los asesinos le asaltan con una moto mientras hace jogging por la mañana temprano y, una vez en el suelo, lo apuñalan sin piedad.

Las pesquisas se intensifican y diversifican sin encontrar pistas relevantes. Todo hace pensar, sin embargo, que los sospechosos tienen vinculaciones con la enseñanza y no con la política (el título de la novela ofrece pistas inequívocas al respecto). Pronto se produce un tercer asesinato, el de un profesor que regresa a la Universidad después de haber desempeñado el puesto de ministro Economía. Dos mujeres le inyectan un veneno dentro de su coche.

Cada uno de los asesinatos es seguido de un manifiesto que condena el abandono de la docencia (en los dos primeros casos) y la vuelta a la misma, después de una inadmisible ausencia en el tercero. Cada uno de los manifiestos está dedicado a un antiguo y venerado profesor que, a juicio de los autores de los manifiestos y de los asesinatos, merecía un reconocimiento que las víctimas no han sabido ganarse.

El inicio del tercer comunicado es muy revelador: «El profesor universitario y exministro de Economía Stellos Kostópulos está muerto. No solo castigamos a los que abandonan la universidad para convertirse en ministros, sino a todos aquellos que consideran que la universidad es su coto privado, al que pueden regresar tranquilamente una vez terminadas sus vacaciones en algún cargo gubernamental. La universidad no es una residencia privada ni una puerta giratoria que permita salir por un lado para volver a entrar por el otro».

La causa parece estar clara. La suscribe un colega que le escribe el siguiente tuit al profesor Rapsanis: «Has entrado en política. Has cumplido la ilusión de tu vida. Pero pronto dejarán de llamarte Rapsanis para llamarte Engañanis. Porque vosotros solo sabéis engañar a la gente».

No voy a desvelar, como es lógico, el desenlace que, con ingenio, va tejiendo el autor. Desenlace que, como es debido, encierra intriga durante mucho tiempo y, al final, sorpresa. No se me ocurre dejar ni siquiera una pista por si me estoy dirigiendo a algún futuro lector. Alguna vez he contado que un acomodador de cine, acompaña a su asiento a un espectador rezagado. La sala ya está completamente oscura. La película ha comenzado. Una vez sentado en su localidad, el espectador da una propina al acomodador (técnico en colocación, se dice ahora utilizando un curioso eufemismo). Cuando éste comprueba, ayudado de su linterna, que le ha entregado una moneda de dos céntimos, vuelve sobre sus pasos a la localidad del espectador y, acercándose a su oído, susurra:

– El asesino es el sheriff.

Es sorprendente la tesis que defienden los asesinos. La docencia universitaria que, de una forma un tanto peregrina y trágica, se convierte en la causa de la muerte de los protagonistas asesinados, es tan importante que no puede ser abandonada así como así, por intereses particulares y ambiciosas metas personales. No se puede dejar a los estudiantes abandonados y los proyectos de investigación suspendidos. No se puede utilizar una puerta giratoria por la que se sale de la docencia para dedicarse a la política. Mientras tanto, el puesto docente sigue asegurado para que, al terminar la aventura, pueda ocuparlo de nuevo el arrepentido o el expulsado.

No caen en la cuenta los autores de los manifiestos que poner el conocimiento al servicio público es un acto de generosidad y de solidaridad. Se ve así que el conocimiento no es un constructo hermético sino que se puede aplicar a la vida. Y tampoco saben apreciar que el conocimiento adquirido en la gestión política puede servir de acicate y de enriquecimiento de la tarea docente. Los estudiantes, a la larga, no son castigados por ese abandono sino que son favorecidos al mejorarse la calidad de la enseñanza.

Me gustan también las puertas giratorias que permiten entrar en la docencia universitaria a personas que están trabajando en ámbitos profesionales diferentes. Así pueden llevar a las aulas la experiencia de sus trabajos.

Cuando fui director del Departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga contratamos a 20 docentes que procedían de la enseñanza Secundaria. Se trataba de profesores que impartían una o dos asignaturas mientras seguían con sus trabajos en los centros de Secundaria. La puerta giratoria les permitía entrar en y salir de la universidad. Constituían un aporte magnífico, que fue valorado muy positivamente por los estudiantes. El rector, sin embargo, se negó a renovar los contratos. Escribí entonces en Cuadernos de Pedagogía un artículo titulado El puente dinamitado.

Permítame el lector una observación final sobre las obras de Márkaris, en general. Su personaje central no es un comisario que realiza el trabajo como si nada más tuviera que hacer sino que tiene una vida privada que ocupa su tiempo y sus atenciones. Tiene familia, mujer e hijos… La vida de la familia se va entretejiendo con la dimensión profesional. Ahí existe también una interesante puerta giratoria.

Me gustan las puertas giratorias. No todas, claro. No aquellas que buscan el beneficio privado en detrimento del interés público. No me gustan, sin embargo, las personas que son capaces de entrar después de ti por una de ellas y salir antes.

21 respuestas a «Las puertas giratorias»

  1. QUERIDO MAESTRO Y AMIGO MIGUEL-ÁNGEL:
    Un abrazo entrañable para ti, para Carla y Lourdes, y para tus lectores y lectoras.
    Gracias por el precioso, profundo y sugerente artículo de hoy. Revela muchas cosas buenas de ti como persona y como “AUCTORITAS” de las Humanidades: porque articulas y tejes sabiamente el mundo de los valores y de la generosidad y el servicio que deben ir en consonancia con el buen uso de los saberes superiores de la “alma mater.”
    Tomas como “excusa” varias joyas literarias bien conocidas por ti y abordas el análisis de las mismas con hondura y rigor ejemplares e interrelacionas realidades como la educación, la ética, la pedagogía, la literatura, la sociedad, la política…
    En suma, eres sin duda alguna un preclaro humanista, un “magister”, al modo de los insignes italianos del Quattrocento.
    ¡Feliz fin de semana!
    Nos vemos en una semana.
    Gracias.

    • Querido Carlos:
      Yo no me considero maestro tuyo, solo amigo. Que nos es poco.
      Gracias Por tu generoso comentario. Habla mucho más de ti que de mi, aunque parezca lo contrario.
      De tu bondad, de tu sabiduría, de tu buen decir.
      Nos vemos ponto.
      No sabes lo importante que será el encuentro para nosotros.
      Un gran abrazo.
      MÁS

  2. Querido amigo Miguel Ángel:

    Nos encontramos cerrando el mes de agosto. Tiempo de verano, tiempo de calor y tiempo de luz. Y si hablamos de luz, inevitablemente, a mí, que tengo una formación eminentemente visual, de modo inmediato acude a mi mente el nombre del pintor cuya apasionada vida estuvo marcada por el deseo de captarla y dejarla plasmada en sus lienzos.

    Me refiero a Vincent van Gogh, del que recientemente he querido hacer una serie de artículos para publicarlos en los diarios digitales.

    Los dos primeros están referidos a los numerosos autorretratos que se hizo en los últimos cuatro años de su breve y trágica vida. Así, para quienes estén interesados en conocer esta faceta del pintor holandés, adjunto el enlace de ambos:

    https://www.doshermanasdiariodigital.com/2019/08/aureliano-sainz-los-rostros-de-van-gogh.html

    https://www.doshermanasdiariodigital.com/2019/08/aureliano-sainz-los-rostros-de-van-gogh_18.html

    De todos modos, el que está más relacionado con nuestro ámbito docente es el tercero, que he titulado “El sembrador”. Como se puede ver, acudo al artículo que tú titulaste “Sementeras y cosechas” para presentar cuatro cuadros de Van Gogh de sembradores, al tiempo que me apoyo en el comentario que te envié para elaborarlo:

    https://www.doshermanasdiariodigital.com/2019/08/aureliano-sainz-el-sembrador.html

    Por otro lado, no se me olvida que en el de esta semana hablas de lectura, tomando como referencia la novela “Universidad para asesinos”.

    Sobre este tema me ha sucedido algo sorprendente en Madrid, ciudad en la que me encuentro antes de que nos desplacemos a Barcelona. Pero esto lo dejo para después, aunque adelanto el comentario podría llevar por título algo así como “La camarera que leía a Baruch Spinoza”.

    Un abrazo, y buenas lecturas para todos.
    Aureliano

  3. Querido Aureliano:
    Gracias por la información sobre Vincent van Gogh.
    Intrigante esa camarera que lee a Spinoza. Espero con curiosidad.
    Buen viaje a Barcelona.
    Un abrazo.
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  4. Saludos apreciado Dr, Guerra y saludos a todos
    Antes que nada espero haya tenido un feliz cumpleaños. También le agradezco mucho el correo con el archivo que recibí de su parte. Cada una de sus frases es de gran valor emocional y académico. Así también, le envié las respuestas que no había respondido. Respecto al artículo, gracias por compartir la novela, me intrigó y empecé a buscar el texto. La portada del texto ya pinta, porque es negra. Por otro lado, también inquieta que ahora los profesores podamos ser un tema de suspenso y no es de extrañar, porque con tanta cosa que pasa por el magisterio, por supuesto que preocupa. Y sin duda, me viene a la mente, los análisis que hizo en artículos anteriores tales como el gradiante de la meta, o cambiar el reloj por la brújula, la formación emocional de los docentes, te pillé y tantos otros o cuando comentó lo del avión, mal piloteado y justo choca con todos los pasajeros, haciendo alusión y sumando algunos consejos para prevenir al profesorado que no le pase eso en el aula. Gracias Dr. Santos porque son análisis muy valiosos y preventivos para tener presentes en día a día de nuestras prácticas docentes. Gracias

    • Querida Lourdes:
      Pues sí, fue un feliz cumpleaños.
      Siempre agradezco a la vida poder hacerlo.
      La alternativa no puede ser más triste.
      Gracias.
      Gracias también por leer el artículo y hacer el comentario.
      no sé dónde has mandado el resto de las preguntas. No las he recibido en el correo.
      Te mandaré la artículo que me pides.
      Besos.
      MáS

  5. “Me gustan también las puertas giratorias que permiten entrar en la docencia universitaria a personas que están trabajando en ámbitos profesionales diferentes. Así pueden llevar a las aulas la experiencia de sus trabajos”.

    Totalmente de acuerdo, especialmente en lo que re se refiere a la docencia (que el ámbito universitario que conozco un poco). No es posible que a un maestro lo forme una persona que no ha tenido contacto con un niño o niña en edad escolar…. En la universidad hay que dotar al alumnado de una formación teórica y otra práctica ligada con la realidad escolar. Esta formación práctica puede impartirse desde el prácticum y en la propia universidad… Las puertas giratorias deberían abrir en ambos sentidos. Sería bueno que el profesorado universitario también visitara los centros educativos no solo para realizar muestreos para estudios científicos…

    La próxima vez ya te leeré bajo techo…

    Un abrazo

    • Querido Juan Carlos:
      Tú siempre aprovechas bien el agua del mar.Eres un ejemplo de aprovechamiento del tiempo.Tu sombrilla ya es famosa en este blog.
      Tienes razón. Los profesores universitarios deberíamos utilizar la puerta giratoria para ver, sentir y vivir lo que pasa en los centros de ladrillos (no solo de papel) y para ver lo que hacer los alumnos y los docentes de carne y hueso (no solo de celulosa).
      Recuerdo la inyección de relamimos que supusieron aquellos dos años en los que profesionales de sEcundaria compartieron con nosotros y con los alumnos las experiencias que estaban llevando a cabo.
      Aprovecha estos últimos días.
      Un gran abrazo.
      MÁS

  6. Buenos días a todo el mundo,

    Estoy a favor de las puertas que giran desde el sector privado hacia el sector público, más, lo creo no solo recomendable, sino necesario. No llegaría a asesinar -como en la novela citada- para implantación de mi tesis sobre la cualificación del docente, selección del mismo y el modo universitario. Todo lo más, me limito a intentar decir lo que pienso, estoy, estamos, limitado/s por la batuta internacional, donde a pesar de mi fama y prestigio, tengo poco que influenciar en lo establecido. La demanda del puesto público, profesorado universitario inclusive, actualmente en España, excede con creces a la oferta de plazas. Es irrefutable que el puesto público está bien valorado para los aspirantes. Hay oposiciones donde se presentan 40 ó incluso 50 personas por plaza. Ante tal situación oferta/demanda, y por tratarse de puestos públicos sufragados con el dinero del contribuyente -en su mayor medida-, el servicio de estos futuros funcionarios debería ser cuanto menos excelente. No ocurre así en realidad, más bien todo lo contrario. Muchos tienen como fin aprobar las oposiciones, y una vez dentro, dormirse en los laureles.

    Más, para hacer más sólida la condición de que todos los contribuyentes tuviesen la oportunidad de acceder a estos puestos o cargos, y además, considerando que lo que de verdad sitúa al ciudadano en la realidad social es precisamente el contacto con esta realidad social, se debería exigir como requisito imprescindible para acceder al cargo público o político, tener un contrastado y veraz curriculum procedente del sector privado, con al menos de entre cinco y diez años cotizados. Con sus excepciones, claro, ser soldado y poco más.

    Y ya no digamos, a nivel Universitario o de Formación Profesional, el caudal de conocimiento adquirido en el sector privado, ay si se canalizara para que llegase a los estudiantes. Actualmente, pienso, este caudal en gran medida se desperdicia, para dar paso a estudiantes universitarios que meten el pie en determinado departamento, a veces por peloteo, enchufismo y hasta por vocación, y ya se quedan allí hasta que se jubilan o salen con los pies por delante, sin tener ni pajotera idea de cómo funciona en la práctica real la enseñanza que imparten en teoría. Vamos, es casi como ese Sr. postrado en una silla de ruedas desde nacimiento que es entrenador de fútbol, puede que llegue a serlo muy bueno, pero va contracorriente del sentido común. Cuántas veces hemos oído decir que el profesional se hace al pie del cañón, que nada tiene que ver lo estudiado en la Universidad con lo que en realidad te encuentras en el puesto de trabajo. Las reformas de Bolonia, introducidas hace pocos años en el ámbito Universitario intentan paliar el problema de la larga distancia entre la Universidad y la realidad. Que si trabajos en grupo, que si la obligatoria presencia en clases, que si apariencia de prácticas en empresas sin asumir nada de responsabilidad por parte del practicando, nada, paños calientes. El profesor de arquitectura que a mí me sirve es el que ha construido; e incluso si se le ha caído un edificio porque calculó mal los hierros de estructura cuando el terreno era arcilloso, mejor profesor. Idem del ingeniero, del médico, del economista, del abogado, y en general de todas las profesiones y oficios impartidos en enseñanza.

    Vaya veranito. Hoy afortunadamente hay nubes y blandura. El cambio climático está ya aquí, más que evidente. La tierra está demasiado seca, huele a polvo, se respira polvo, cada verano es más duro.

    Que tengan un buen día.

    • Estimado Don Quintiliano:
      Parece ser que se acercan las lluvias a pasos agigantados. Espero que sean abundantes y benignas. Árboles, plantes y semillas han estado de rotativas…
      Me acuerdo de dos anécdotas (de signo contrario) sobre esas demandas de agua:
      – Un cura gallego reñía a los feligreses que se habían acercado a implorar que lloviese y habían ido SIN PARAGUAS.
      – Otro cura menos crédulo decía a sus feligreses mirando por la ventana de la sacristía: Si queréis hacemos la rogativa, pero ya veis que el tiempo no está para agua…
      En cuanto al tema, ya lo creo que tienes razón al defender la existencia de esas puertas giratorias que llevan de la práctica a la teoría y de la teoría a la práctica…Y de las que facilitan el paso de lo privado a lo público y de lo público a lo privado…
      Felices lluvias.
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  7. Madrid, lunes, 26 de agosto.

    Se acerca el final de nuestra estancia en Madrid y podemos decir que han sido unos días magníficos, ya que si exceptuamos los primeros en los que hizo calor (aunque mucho menos del que se sufre en Córdoba), lo cierto es que en el mes de agosto la ciudad se vacía y se puede ir a todos los sitios sin sufrir las aglomeraciones habituales de las grandes urbes.

    Ayer nos vimos con Clara, prima de Flora, con quien mantenemos muy buena relación desde hace muchos años. Estuvimos toda la tarde charlando en un café bastante tiempo. Junto a ser una mujer cordial y de conversación agradable, mantiene toda la lucidez y sus convicciones de izquierda juveniles, aunque, lógicamente, el panorama nacional e internacional, tal como comentamos, resulta ser muy preocupante, por los enormes retrocesos y los avances de la extrema derecha en muchos de los países desarrollados.

    Un tema muy interesante fue el que mantuvimos acerca de nuestras diferencias generacionales con los jóvenes de hoy. Clara es licenciada en Sociología, por lo que, a pesar de ser valoraciones personales, las conclusiones a las que llegamos estaban bastantes ajustadas a la realidad que percibimos (con avances, retrocesos y cambios, lógicamente).

    ***

    Esta mañana he tenido un percance similar al que me aconteció el año pasado. Me explico:

    Habitualmente, Flora y yo, salimos a desayunar a una cafetería que hay en la Plaza de Legazpi, lugar cercano a donde nos encontramos pasando estos días. La cafetería ofrece churros magníficos. A nosotros nos gusta sentarnos fuera en la terraza, que suele estar disponible a partir de las diez.

    Esta mañana llegamos con antelación. Estaba Juani, la chica sudamericana encargada, colocando las mesas y las sillas. Por mi parte, me mantenía de pie al lado del sitio que nos gusta. Se acercó un matrimonio mayor: él la llamó a voces al tiempo que querían sentarse cuando aún no estaba todo listo. “Por favor, no me grite. Además, todavía no he terminado de colocar mesas y sillas”, le indica desde el otro lado.

    El marido de malos modos se acerca al lugar en el que estoy. Quiere sentarse, puesto que la mesa y las sillas están disponible. Le indico que llevo esperando un tiempo, y también que hasta que no acabe no podemos sentarnos.

    Desde el otro lado, su mujer le grita a la camarera “¡Eres una pasota!”. Me acerco y le indico que le hable con respeto, que está realizando su trabajo y que la norma es que hasta que no esté puesto todo no podemos sentarnos. “¡Usted, métase en sus cosas!”.
    “También es cosa de mía y de todos que respetemos a las personas y a los trabajos que realizan”, le respondo con bastante convicción.

    A pesar de que un par de minutos después ya está todo puesto, se van con aires destemplados, diciendo no se qué de estos que vienen a quitar el trabajo a los españoles.

    Finalmente, Flora y yo nos sentamos. Comenzó pronto a llenarse la terraza. Tomamos el café y los churros tranquilamente. Por mi parte, al tiempo que desayunábamos, iba leyendo el boletín que había recogido el sábado en la librería La Central. Me interesó mucho la obra titulada “La edad del desconsuelo” de la estadounidense Jane Smiley, por lo que la anoté para buscarla en las librerías.

    Cuando terminamos de desayunar, entré en la cafetería para pagar. “Juani, ¿cuánto es lo que debemos?”. Me lo indica. Le doy diez euros. Me da la vuelta, y, con ese acento tan grato que tienen quienes vienen desde el sur de ese enorme continente, me dice: “Gracias, cariño”. “Que tengas un buen día”, le respondo despidiéndome.

    ***

    Tomamos el metro rumbo a Callao. Flora tiene que hacer unas compras por encargo de sus hermanas. Quedamos que nos llamaríamos, puesto que, por mi parte, quería ir a La Central para comprar la novela de Jane Smiley. No la tienen; se les han agotado los ejemplares.

    De todos modos, cojo “Lluvia fina” de Luis Landero. Me siento en uno de los lugares destinados a la lectura y acabo los dos últimos capítulos. Es la primera vez que leo una novela en las librerías. La razón se encuentra en que mi hermana Dorita la había leído nada más salir y me desalentó del todo, por lo que he acudido a este sistema para no dejarla atrás. (Como detalle, indico que Dorita es también uno de los personajes que aparece en la novela; no es de extrañar, puesto que mi hermana era muy amiga de las hermanas de Landero y constantemente estaba en su casa en aquellos años de la infancia y juventud.)

    ***

    Hacia el mediodía, nos acercamos a comer al restaurante que una cadena de restauración tiene en la Gran Vía madrileña. A pesar de ser de los primeros en llegar, no encuentro a Valerina (nombre real que me ha permitido publicar), la chica rumana que le amaba la filosofía y con la que mantuve una larga charla, no solo sobre Baruch Spinoza, sino también sobre escritores y pensadores rumanos como Cioran, Mircea Eliade, Butulescu…

    Pero creo que, como me suele pasar, me he alargado, por lo que dejo para otro momento hablar de este singular encuentro.

    • Querido Aureliano, querida Flora:
      Me encantan tus crónicas familiares.
      Y agradezco la generosidad de que compartas tus andanzas viajeras.
      Cuando se va con los ojos abiertos y con cabeza despejada, se presentan de forma constante situaciones de aprendizaje.
      La relación con las personas permite descubrir actitudes muy diferentes, a veces discrepantes, ante los demás y ante la vida.
      Y qué buen ejemplo tu facilidad para contar y para expresar las cosas pequeñas del acontecer diario. Y tú delicadeza para solicitar a Valerina permiso para hacer público su nombre.
      (Estoy pensando en dedicar el próximo artículo a la necesidad de los maestros de SABER CONTAR). Veremos.
      Sin duda, un personaje singular esa chica rumana.
      Espero con curiosidad la síntesis de la conversación filosófica con ella.
      Un gran abrazo y feliz estancia en Barcelona.
      Muchas gracias
      MÄS

  8. Querido Maestro!
    Perdone mi tardanza en escribir mi comentario.
    Nunca he entendido el concepto de puertas giratorias!
    Mi vida ha sido afrontar la adversidad y encontrar un por qué lo suficientemente fuerte para poder seguir adelante.
    Y le digo una cosa es esa fuerza la que me ha servido para encontrar el camino correcto que me lleva a aceptar todo lo que me encuentre en mi vida.
    Dicen,” que es un ejercicio de inteligencia amar aquello que no puedes cambiar”
    ¡Amo la vida como se me presenta!
    Sin más me despido con un cordial saludo para todos

    • Querida Loly:
      Se ha utilizado en España la metáfora de las puertas giratorias de forma casi siempre negativa. Especialmente para censurar el paso de políticos a puestos RENTABLES EN CONSEJOS DE ADMINISTRACIÓN, por ejemplo. Es decir, para transitar de manera interesada de un puesto público a otro que generaba mucho dinero.
      Yo utilizo el concepto con otro sentido. Para explicar cómo transitar de la Universidad a la política y de la política a la Universidad. Y, por otra parte, de la docencia en secundaria a docencia universitaria.
      Hay infinitas puertas giratorias. Alguna vez propuse que los profesores de primaria diesen algunas semanas clase en secundaria y a la inversa. Podrían hacerse intercambios entre profesores de diferentes países…
      Tú has utilizado puertas giratorias para pasar de una situación de adversidad a otra de bonanza y de una bonanza a otra de adversidad…Y lo has hecho con valentía y decisión.
      Muchos besos.
      Muchas gracias.
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      PD. Tú siempre llegas a tiempo. No te preocupes por haberte retrasado esta semana.

  9. Me gusta la metáfora de las puertas giratorias. Y también la aplicación positiva que se hace en el artículo de entradas y salidas a la actividad docente. Es positivo el uso si se genera un beneficio NO SOLO INDIVIDUAL.
    Yo creo que es bueno para la Universidad que sus docentes aporten su conocimiento al bien común y que, a la vez se enriquezcan con la experiencia de la gestión pública.
    No he leido la novela pero discrepo no solo de los métodos (asesinatos) sino de los motivos que animan a los criminales.
    Saludos y gracias por el texto. Me ha entretenido y me ha hecho pensar.

    • Querida Marta:
      No hay de qué.
      Quien está agradecido soy yo a vosotros, que dedicáis un tiempo a leer y tenéis la amabilidad de escribir un comentario.
      Me gustaría hacer un catálogo de todas las puertas giratorias positivas que pueden existir en la educación.
      – Entre niveles
      – Entre el sistema y el exterior
      – Entre la escuela y la familia
      … … …
      Besos y gracias.
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  10. Tengo que dar las gracias por varias cosas:
    No conocía esta novela ni a este autor.
    Tam,poco he leído nada Andrea Camilleri.
    Pero, sobre todo, por las reflexiones sobre las puertas giratorias.
    También quiero agradecer a los comentaristas sus reflexiones sobre el tema.
    Insistir sobre la importancia de la puerta giratoria que va de la escuela a la familia y de la familia a la escuela.
    Saludos

    • Querida Raquel:
      Con los libros de Andrea Camilleri conseguí aficionar a la lectura a mi suegro. Dejó de ver la televisión (veía dos película a la vez) y se entregó de lleno a la afición lectura
      También con los libros de Dona Leon y de Márkaris. Hay personas que se especializan en un género, tanto para escribir como par leer. La trilogía de Dolores Redondo, de contenidos policíaco, le han encantado a una amiga.
      Encantado de compartir libros y temas.
      Así que gracias a ti.
      Besos.
      MÁS

  11. Madrid, miércoles, 28 de agosto.

    El lunes pasado cayó por la noche una enorme tromba de agua en Madrid. Los truenos se sucedían unos a otros como si entraran en competición entre ellos. Cerramos las ventanas que teníamos abiertas y bajamos las persianas, como suelen hacer las familias para que los niños no se asusten. Sería la localidad de Arganda del Rey la que sufrió con mayor intensidad los destrozos sufridos por esta ‘gota de agua fría’ que también llegó al centro del país.

    El día siguiente amaneció con un cielo luminoso e insólitamente limpio que invitaba a pasear por el centro de la ciudad. Es lo que hicimos Flora y yo, que nos fuimos de nuevo a la librería La Central que se encuentra muy cercana a la plaza de Callao.

    Al caminar por el centro de Madrid y disfrutar de un día tan espléndido, se nos ocurrió permanecer unos días más, ya que el tiempo se ha vuelto muy agradable y una ciudad tan grande te ofrece muchas oportunidades de disfrutar de ella.

    ***

    Aunque intento no comprar muchos libros, ya que en casa tengo una enorme biblioteca, lo cierto es que uno termina cayendo en la tentación, por lo que la bolsa que llevamos para Córdoba va repleta: de arte, filosofía, arquitectura, literatura…

    De todos modos, yo me hago la siguiente composición: si nuestro tío Juan nos cede generosamente su casa para que la habitemos durante estos días de agosto dado que él se marcha y, por otro lado, entramos con el carné de profesores universitarios de modo gratuito en todos los museos que visitamos (el Prado, Reina Sofía, Thyssen, Sorolla..), el que nos gastemos en libros una apreciable cantidad de dinero, a fin de cuentas, no deja de ser una afición bastante saludable.

    El último libro que adquirí está muy relacionado con el tema que aborda Miguel Ángel en esta ocasión. Se trata de “Una odisea. Un padre, un hijo, una epopeya”, del profesor estadounidense Daniel Mendelsohn. Ya lo he comenzado, y ya está empezando a apasionarme. Ha recibido numerosos premios y la crítica de su país se desborda en elogios hacia esta obra que en España la ha editado Seix Barral.

    Para ahorrarme un poco de ‘sustancia gris cerebral’, acudo a lo que se dice en la contraportada: “Cuando, a sus ochenta y un años, Jay Mendelsohn decide inscribirse en el seminario que sobre la ‘Odisea’ imparte su hijo Daniel en la universidad, no se imagina la aventura emocional e intelectual en la que ambos profesores están a punto de embarcarse. Para Jay, un profesor de matemáticas jubilado, la vuelta a las aulas le ofrece la oportunidad de conocer uno de los grandes clásicos. Para Daniel, es la última oportunidad de comprender la difícil figura de su padre”.

    Tengo que añadir que no es una obra de ficción, sino que se enmarca en las de memorias. Para mí, mucho mejor.

    ***

    Ayer por la mañana volví a tener un percance similar al del día anterior en la terraza de la cafetería de la plaza de Legazpi. Puesto que sabemos que pronto de llena de gente para desayunar con churros, llegamos a las 10 que es la hora en la que Juani, la camarera, comienza a colocar las mesas y las sillas. Pues bien, al rato llegaron un par de señoras y quieren sentarse en las que ya están limpias. Juani les indica que esperen un poco hasta que ya esté todo preparado.

    Aunque saben que es el criterio habitual, ellas insisten. Por mi parte, les indico que deben respetar el criterio de la camarera pues es su trabajo. Aunque la discusión no alcanza el grado del día precedente, las señoras se embarcan en una discusión afirmando de modo reiterativo que no entienden de por qué no pueden sentarse cuando ya hay algunas mesas preparadas. Como me ven que insisto en que hay que respetar su trabajo, comienzan a hablar entre ellas, aunque de manera visible. Una acaba diciendo a la otra: “Si esta chica fuera una asistenta, por supuesto que yo no la aceptaría para mi casa…”.

    Juani, a la que ya conozco de hace algunos años, es joven, de tez morena y su país de origen la República Dominicana. Se muestra simpática y jovial, pero quiere que se la respete en su trabajo y, claro, choca con la mente clasista de mucha gente que piensa que estos trabajos que ejercen las mujeres se encuentran en el último escalafón de los derechos laborales, por lo que deben ser resignadas y obedientes, si quieren mantenerlos.

    ***

    Voy cerrando. He hecho una pausa para irme a cortar el pelo. Entré en una peluquería de esas que se llaman unisex. Me atiende una señora, la única que se encuentra en el momento en el que entro. Salgo con algunos trasquilones; pero Flora, para tranquilizarme me dice “que me sientan muy bien”.

    Tengo pendiente hablar de “la camarera que leía a Spinoza”; mañana lo haré.
    He continuado leyendo ‘Una odisea’ y cada vez me va gustando más, por lo que, Miguel Ángel, debes incorporar este libro a los que abordan la educación desde la narrativa (de ficción) y desde el prisma de las memorias (como es en este caso).

    • Querido Aureliano:
      Me lo apunto. Curioso título: “Una odisea. Un padre, un hijo, una epopeya”. Aunque tendrá que esperar en la cola. Tengo varios libros esperando. Alguno de tipo profesional (La formación emocional de los docentes), otros de carácter puramente literario. Ya sabes de mi devoción por Luis Landero. Ahí está “Lluvia fina”, a pesar de alguna observación que te he leído.
      Interesantes, como siempre, tus relatos.
      La descripción de algunos personajes es verdaderamente pintoresca. Por cómo lo cuentas, es fácil imaginar la situación.
      Sigo a la espera de las reflexiones de la camarera-filósofa o filósofa-camarera.
      Un gran abrazo.
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      PD: Después de pasar unos días en Priego de Córdoba, mañana salgo para asistir a una boda civil en León.

  12. Mensaje para José Antonio:
    ¿Por dónde andas que no te dejas ver por estos lares?
    Ya veo qui ni las intervenciones de Don Quintiliano o de Aureliano son suficientes para motivarte.
    Espero que no se deba la ausencia a problemas de salud o de ánimo.
    Un cordial saludo veraniego.
    MÁS

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