Una estupenda agencia de viajes de Málaga, de nombre tan significativo como «Mochila o maleta» (sería igual a la inversa), tiene un lema interesante, una de cuyas partes le he pedido prestado, como verá el lector, para titular este artículo. El lema dice: «No sueñes tu viaje: viaja a tu sueño». También me gusta la primera parte, aunque solo haya utilizado la segunda para encabezar estas líneas. Porque se puede (se debe) soñar el viaje. Tanto es así, que siempre se ha dicho que es más importante el camino que la posada, la víspera que la fiesta. Se puede disfrutar mucho preparando e imaginando el viaje. A mí me gusta soñar el viaje, recrearlo mentalmente, disfrutarlo antes de que suceda. Es más, se puede soñar para que se haga realidad, además de soñarlo como una parte previa a su realización.
Dediqué el artículo anterior a elogiar la lectura como un modo magnífico de llenar el tiempo de ocio. «Leer da sueños», titulé. Hoy quiero dedicar el espacio a realizar algunas reflexiones sombre la importancia de viajar. Decía Chesterton que viajar es comprender que estabas equivocado. En efecto, viajar es un modo de relativizar tu forma de pensar, de relacionarte, de hablar, de actuar y de vivir. Viajando puedes comprobar que hay otras culturas en las que las personas viven felices. «Como fuera de casa de uno en ningún sitio», dice un amigo mío trastocando el viejo dicho que alaba la forma un tanto pueblerina de concebir la realidad. También es cierto lo que dice otro amigo, muy viajero: no se viaja para viajar, se viaja para decir que se ha viajado. ¿Cuántas veces nos han castigado con el repaso de las fotos y los videos del último viaje, del último crucero?
Viajar es paradójico. Porque te hace comprender lo pequeño que es tu mundo, lo discutibles que son tus costumbres, lo limitado que es tu idioma, lo peculiar que es tu arte, lo insuficiente que es tu gastronomía, lo curiosa que es tu religión, lo pequeño que es tu pueblo. Pero, al mismo tiempo, viajar te hace valorar aquello que tienes porque lo puedes ver desde otra perspectiva.
«Viajar es fatal para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente», decía Mark Twain. Viajar te abre la mente porque te pone en contacto con otras realidades, con otros regímenes políticos, con otras formas de pensar, con otras personas que viven armoniosamente en otro contexto histórico, geográfico y social.
Me gusta viajar en compañía, especialmente en familia, aunque entiendo que haya otras modalidades igualmente atractivas de viaje. Hay quien prefiere viajar solo. ¿Cómo no entenderlo? La elaboración y la ejecución del plan son menos complejas.
Me gusta viajar relajado en tres sentidos. No comparto la voracidad cultural de quienes convierten el viaje en un obsesiva experiencia de aprendizaje. Tampoco comparto esa tremenda ansiedad que sufren quienes piensan que van a ser asaltados y robados en cualquier esquina. Hay que ser prudente, pero no hay que vivir el viaje como si de cualquier escondite pudiera salir por sorpresa un ladrón o un asesino. Y, en tercer lugar, no me gusta viajar sin la obsesión de dejar un recuerdo fotográfico en cada calle, fachada o atardecer.
Viajar mucho es ampliar horizontes. Es saber valorar lo maravilloso, lo extraordinario. «Nuestro destino de viaje nunca es un lugar sino una nueva forma de ver las cosas», decía Henry Miller.
Oí contar que un hombre de escasa cultura viajó desde el pueblo a Granada. Al volver le preguntaron qué le había parecido la ciudad. Entre otras preguntas se produjo una inevitable:
– ¿Visitaste La Alhambra?
Ante la respuesta afirmativa, vino la consecuente indagación:
– ¿Qué te ha parecido La Ahambra?
La respuesta no tiene desperdicio:
– Bueno, como todas las Alhambras.
Hay muchas maneras de viajar. Se puede pasar por los circuitos turísticos sin penetrar ni un centímetro en la cultura y la idiosincrasia de las personas. Lo hacen quienes quieren recorrer kilómetros y kilómetros en el menor tiempo posible, como si estuvieran participando en un maratón. Otros prefieren el turismo reposado y profundo que permite conocer los entresijos de la realidad y explorar los recovecos de las concepciones, de las actitudes y de los comportamientos de las personas. Es decir, que quieren saber lo que sucede y tratan de entrar en las causas y los porqués del acontecer.
Las agencias de viajes y los guías proporcionan hoy una información estupenda que nace del estudio, de la experiencia y de la necesidad de ofrecer una ayuda inestimable a quienes viajan. Aunque, claro está, hay de todo. Leí en no recuerdo qué libro de Umberto Eco la historia de un guía de un museo sacro que iba explicando a los visitantes las peculiaridades de los diversos objetos y reliquias que allí se exponían. Al pasar por delante de una vitrina, dijo:
– Este es el cráneo de San Juan Bautista a la edad de 12 años.
Uno de los visitantes, con todo acierto, objetó:
– No puede ser. La Historia Sagrada dice que San Juan Bautista murió decapitado siendo adulto.
El guía guiso salir airoso de la embarazosa situación:
– Ya. Es que ese cráneo está en otro museo.
Es curioso recordar cuántas amistades fraguan en los viajes, de niños y de adultos. Nosotros creamos hace años un grupo denominado Amigos de alta mar (cuatro familias que coincidimos en un crucero) que se ha mantenido en el tiempo. Pocos días de relación han dado lugar a una amistad que no ha forjado con otras personas un puñado de años compartiendo trabajo.
Es cierto que para viajar hace falta tener salud, tiempo algo de dinero y mucha curiosidad. Hay de todo, sin embargo. He visto a personas muy mayores, con serios impedimentos físicos realizando viajes largos y arriesgados. Y personas jóvenes y sanas que no son capaces de moverse. Hay personas con todo el tiempo del mundo que no saben programar ni un viaje de dos días y otras que aprovechan cualquier esquicio para escaparse. Hay formas de viajar más económicas que otras. No es igual una tienda de campaña que un Hotel de cinco estrellas. Finalmente hay quien tiene una curiosidad insaciable y hay quien viaje como una maleta.
La experiencia te hace preparar el viaje con rapidez y eficacia. Tengo una lista de cuarenta exigencias que te evitan luego contratiempos más o menos graves: desde el pasaporte hasta las medicinas, desde el dinero al repelente de mosquitos, desde la computadora hasta el cepillo de dientes…
Conviene tener presente el catálogo de derechos del viajero. Desde el seguro de vida hasta la indemnización que tiene que pagar la compañía aérea por un retraso excesivo.
Hay formas de viajar que se pueden realizar sin moverse del sillón de la casa: leer libros de viajes, escuchar relatos de otros viajeros, compartir experiencias que se han vivido… Y escuchar programas de radio (escucho Gente viajera de Ester Eiros en Onda cero) o ver programas de televisión (Españoles por el mundo de la 1 de TVE) sobre la necesidad y el placer de viajar.
Mi añorado amigo y maestro Manuel Alcántara sostenía lo siguiente: Quien nos dice que no lee, bien podría ahorrarse la confidencia. Yo lo aplico a quien nos dice que nunca viaja y que no le gusta viajar.
Recorrer el mundo nos hace sentir ciudadanos del planeta. Nos hace sentir que pertenecemos a la raza humana. Las fronteras son las cicatrices de la historia. La condición de parroquianos se cura viajando y viajando. Viendo culturas y pueblos diferentes al nuestro. No solo se abre la mente a otras concepciones y realidades. Se abre también el corazón a otras personas y a otras necesidades.
Querido Maestro!
Hoy con su comentario nos ha llevado a un viaje fascinante.
¡Como bien dice el viajar es empezar!
Es un gusanillo que te entra en el cuerpo y que te hace vivir las más maravillosas aventuras.
El mejor guía lo tenemos aquí en este blog, el jefe de la excursión, el patrón del barco, el que nos empuja a recorrer el mundo con la imaginación.
Le tengo que confesar que no he viajado mucho, mis circunstancias personales me lo han impedido.
Pero ahora he soltado mis velas y me he montado en el barco de la ilusión y cualquier viaje aunque sea a mi querida Málaga lo vivo con especial sensación.
Su experiencia viajera me llena de asombro y me contagia su enorme energía de conocer mundo.
¡Es un viajero incansable!
Los viajes son como el rascar, todo es empezar.
Yo empiezo a darme cuenta que viajar te engrandece el alma, te llena de sueños,te hace más humana más viva,con más sentimientos hacia las demás personas.
Le confieso que he empezado a adentrarme en este mundo de la aventura. Despacio, prudente, pero con el ansia que genera las primeras experiencias y aventuras.
¡Gracias por infiltrarme ese afán aventurero!
Procuren soportar estos días calurosos con mucho sosiego.
Sin más me despido,hasta pronto, con un cordial saludo para todos.
Querida Loly:
Hermosos siempre tus comentarios, amarrados a la experiencia de tu vida. Llenos de sinceridad y de humildad.
Nunca es tarde para viajar.
Se trata de un arte y de una ciencia.
Estoy disfrutando en Vietnam. Me apasionan su geografía,sus costumbres, sus leyendas, su régimen político, su historia, su economía, sus gentes… Me intereso por lo que pasa en las escuelas…
Ya sé que solo ves una parte de la realidad, pero algo llegas a descubrir. Cada vez se me vienen a la mente más preguntas.
Besos y gracias.
MÁS
Querido amigo Miguel Ángel:
He viajado, he salido fuera de nuestras fronteras, he disfrutado de la gente y de los países que visitaba, dado que previamente me informaba del lugar al que iba a visitar.
¿Y cuáles son los países de los visitados a los que más aprecio? Me siento muy cercano de Portugal, tanto que sueño, a diferencia de algunos independentistas, de que un día España y Portugal formaran una confederación que podría llamarse Iberia. ¿Sueño romántico sin ninguna posibilidad de plasmarse? Bueno, no es tal sueño, pues hubo intelectuales españoles (entre ellos Miguel de Unamuno) y portugueses (José Saramago y Miguel Torga) que defendían este proyecto. Es, por otro lado, una idea que respalda un amplio espectro de la población portuguesa; no tanto por la española, a pesar de existir un pequeño partido en nuestro que defiende esta idea.
Otro es Suiza, que, por razones familiares, he visitado y en el que he tenido numerosas estancias. Tanto que mi sobrina Maribel (acertado nombre que mi hermana Angelines y Marcus pusieron a su hija, pues también en Suiza se dice Maribel) me dijo un día que “yo perfectamente podría ser un suizo”, quizás por el amor al silencio y al orden que suelo mantener.
Aprovecho la ocasión para indicar que hay gente que viaja, no por placer sino por supervivencia, y que se tiene que desplazar a otro país con el fin de huir de las persecuciones o del hambre.
Es por ello, que he publicado un par de artículos en Azagala titulados “Náufragos” y “Un día tuvieron que huir”, de los que adjunto sus enlaces por si a alguien le interesa sus lecturas.
http://www.revistaazagala.org/index.php/2019/07/16/naufragos/
http://www.revistaazagala.org/index.php/2019/07/18/un-dia-tuvieron-que-huir/
Un abrazo y que volváis llenos de entusiasmo de vuestro viaje a Vietnam.
Aureliano
¡Ah! Por cierto, hablé con Antonio Blanco, el amigo que me prestó “El simpatizante” y que también viajó a Vietnam con Carmen, profesora de la Facultad y antigua alumna, y me reafirmó en que no te arrepentirías de su lectura. Ellos lo leyeron mientras iban a este alejado país; pero creo que es igual hacerlo al regreso.
Querido Aureliano:
Ya te echaba de menos por estos pagos.
Gracias por tus dos enlaces. Se trata de una faceta fundamental que yo no he contemplado en mi articulo. Es importante no olvidarse de ello.
He prometido comprar y leer «El simpatizante». Inmerso en esta cultura se me hace más deseable.
He oído y defendido la tesis de la unificación de España y Portugal.
Qué diferencia con la obsesión infantil del separatismo catalán. Lo estoy pudiendo comprobar una vez más en este viaje.
Un cordial saludo.
Y gracias.
MÁS
Querido Miguel Ángel
Me ha encantado leerte y reflexionar. Porque la vida en sí, es un viaje. Como en ese maravilloso texto de Kavafis, que tú en la facultad nos descubriste.
Siempre teniendo a Ítaca en mente, pero sin apresurar jamás el viaje.
Porque el camino, tanto al preparar un viaje, como en la vida, es en muchas ocasiones más valioso que el destino.
Creo que viajar es uno de los placeres más enriquecedores y el turismo consciente nos hace más cercanos, más iguales y más humanos.
Aquí en Zürich tienes tu casa. Siempre bienvenido.
Un abrazo fuerte!
Querida Sonia:
Qué emocionante tu comentario.
Por una parte me ha recordado aquel sencillo regalo de fin de curso: Itaca. Hermoso poema de Kavafis. Tú lo has entendido a la perfección.
Por otra parte me ha llevado a Suiza, donde vives (¿y trabajas?).
Y finalmente por tus inteligentes palabras sobre el sentido y los beneficios del viaje.
Muchos besos.
Muchas graciaa.
MAS
Querida Sonia:
Sé que me has enviado un correo. No lo he podido leer porque entró en la bandeja de spam. ¿Me lo puedes volver a mandar?
Gracias.
Besos.
MÁS
Amigo Miguel Ángel:
No sé en qué situación estáis dentro de ese viaje tan largo que habéis realizado a Vietnam. Lo cierto es que, hasta hace bien poco, uno tenía que esperar al cartero para recibir la respuesta de alguna carta que hubiera remitido; hoy, puedes estar en cualquier punto de ese lejano país, o de vuelta, y comunicarte de manera instantánea con los que nos estamos “achicharrando” de calor en la piel de toro. Y es que el tiempo y las distancias se han acortado tanto que es posible escribir sabiendo que en unos minutos el texto se recibe en cualquier rincón del planeta.
Lo anterior lo podemos tomar como el preámbulo de la pequeña (o grande, según se mire) observación al contenido de tu artículo anterior: “Leer da sueños”.
Con el optimismo que te caracteriza, no se ocurrió mirar por el otro lado, hacia esa parte de tonos oscuros, y entender que, en ocasiones, el leer, o, mejor, un libro te puede decepcionar, y mucho.
Es lo que me ha ocurrido con uno de los últimos leídos (y digo en plural, porque a veces leo varios intercalándose). Te explico.
Como soy asiduo visitante a la biblioteca de la Facultad, el miércoles pasado me acerqué al anaquel en el que muestran las novedades. Allí se encontraba uno que lo cogí para empezar su lectura: “Memorias desvergonzadas” de Javier Sádaba, editado por Almuzara, grupo editorial que tiene su sede aquí en Córdoba. Libro no muy extenso de 124 páginas.
¡Qué gran decepción!
De entrada, llama la atención que aparezcan tantas erratas a lo largo del texto, lo que es indicio de lo poco cuidada que está la edición.
Pero lo peor es que no es un libro de memorias, sino de recuerdos, en los que el autor ensarta de modo reiterativo sus posiciones sobre algunos temas, como parece ser “el derecho a la autodeterminación del País Vasco”, como si la gente que leemos no tuviéramos una opinión formada acerca de ese derecho que es reconocido para las antiguas colonias o territorios ocupados, caso del Sáhara; pero no para los territorios de un Estado de derecho.
Pero, aparte de sus posiciones sobre este u otro tema, lo que me resulta desagradable es que hable “de unos y de otros”, sin que apenas nadie se salve de tener “su lado oscuro” (por decirlo de manera suave).
Transcribo algunos párrafos para que tú y los lectores de El Adarve os hagáis una idea de lo que hablo.
“En el tribunal se encontraba E. Lledó [se refiere a Emilio Lledó], uno de los casos más paradójicos que he conocido en este africano país con pinceladas europeas que se llama España. Ha recibido mil premios siendo mediocre intelectualmente, se le ha reverenciado por su compromiso social cuando no se ha mojado ni una uña y se le ha aplaudido como maestro en el pensar aunque lo suyo ha sido juntar palabras más vacías que un cesto al que se echa agua. Pero ahí está el cesto y el agua. Y eso, en este lugar del planeta donde pensar es berrear o soltar sermones da juego” (página 16).
Bueno, pues así camina por las páginas del libro.
Sádaba, al que antes lo tenía en gran estima, estuvo cuarenta años impartiendo docencia en la Universidad. Paso a transcribir lo poco que dice de sus clases y de sus alumnos.
“Las clases en general son lo más parecido a un teatro de barrio, y los alumnos unos entes de ficción que aparecen y desaparecen como por encanto. Respecto a los alumnos pienso, y lo digo sin queja pero con pena, que son seres desagradecidos por definición. Te usan mientras les interesas y te olvidan cuando poco o nada pueden sacar de ti. Es verdad que con algunos haces amistad, aprendes de su talento, cosa harto rara, y se pueden convertir en amigos para toda la vida. Hacer discípulos en un significado que vaya más allá de tomar apuntes es algo realmente difícil. Si se consigue, hay que considerarlo un verdadero triunfo” (página 97).
Cuenta un par de anécdotas y con ello se acaba todo su recorrido por las aulas.
Esto es, a fin de cuentas, el libro en el que no se salva nadie, menos él mismo. Bueno, a decir verdad, salva a Noam Chomsky y, con mirada retrospectiva, a David Hume. Pero esto es como si yo escribiendo sobre arquitectura “pusiera caldo” a los arquitectos contemporáneos, salvando a Rafael Moneo y, retrospectivamente, a Le Corbusier (tamaña osadía no se me ocurriría ni ante el Tribunal de la Santa Inquisición).
Bueno, no te canso (no os canso) más. Simplemente que hablé con Flora del tema y ella me dijo que hacía tiempo dejaba de prestarle atención, pues participaba en multitud de programas de radio y televisión hablando siempre ‘ex cátedra’ y, en algún caso, a ella le parecía que aquello en realidad era un ‘reality show’.
Un abrazo para los tres y que tengáis un buen viaje de regreso.
Aureliano
Querido Aureliano:
El viaje está resultando
apasionante. Para disfrutar, para pensar, para conocer…
Sádaba no ha sido nunca santo de mi devoción pero la frase que has elegido para decir lo que piensa de Emilio Lledó lo ha dejado a él por los suelos de mi estima.
Gracias por decirme que no d3bo ni asomarme a esas memorias.
Un abrazo.
MÁS
Amigo Miguel Ángel: hoy viene una extensa información acerca de Viet Thanh Nguyen, autor de «El simpatizante».
Te adjunto el enlace, puesto que seguro que te interesará.
https://elpais.com/cultura/2019/07/16/actualidad/1563286503_874547.html
Buenas tardes a todo el mundo.
No me extrañaría que el de las Alhambras fuese de mi pueblo, quizá nacido en la postguerra, de familia de labriegos, no leído y mucho menos estudiado. Y es que cada uno ve en sus viajes lo que está educado a ver. Los hay que tienen que ir muy lejos para ver algo, o para decir que han visto algo y colgar las fotos en facebook. Un amigo mío fue a Cancún, Méjico, de viaje de novios, en su confianza me confesó que solo vio moscas y mugre por todas partes, que siempre le daba asco la comida, ya previamente probada por las moscas. A otro amigo mío, del Rincón de la Victoria, Provincia de Málaga, que le dan susto los aviones, lo convencieron para ir de viaje romántico a Italia, empezó con una suelta de vientre justo cuando el avión despegaba en Málaga, el viaje casi le cuesta el matrimonio, y es que también hay viajes caros. Los hay que ven demasiado lejos el pueblo de al lado del municipio. Londres huele a fritanga de pescado con mantequilla. Tetuán huele a suero podrido de leche de cabra. París huele bien, huele a campo por extraño que pueda parecer. París es increíblemente monumental, de París me gustó todo. Quizá lo que más llamó mi atención es los puestos ambulantes, estrictamente ordenados y limpios, que colocan los campesinos una vez a la semana en cada barrio. Allí venden su autoproducción, todo tipo de frutas y verduras en verano, incluso pollos y palomas asadas; cada uno ve lo que quiere ver. París huele muy bien. Tánger huele a un poco de miseria, y también a polvo, sudor y salitre. Lérida en verano huele a fruta. Barcelona en Agosto huele a grasa, gasóil y gasolina todos mezclados con el bochorno y el salitre del mar. Barcelona no huele mal, solo huele repelente. Valencia en verano huele a bochorno y en primavera a azahar. La Coruña huele a vino de ribeiro y a mar. Madrid, a bocadillo de calamares y a pitidos, hay tantos pitidos en Madrid que invaden hasta el olfato. Antequera, en verano, huele a mieses recién segadas. Ronda, a ozono cuando llueve. Cártama huele a Lérida en otoño y a Valencia en primavera. Córdoba, en verano huele a horno de pan de leña antes de hornear el pan. Sr. Guerra, que disfrutes el viaje con tu familia, ya nos contarás como huele Vietnan.
Que tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
Curiosa, ingeniosa e interesante manera de pensar y de sentir a un puwblo a través de los olores.
A mi Vietnam me huele a sangre seca: cuántas guerras. Los franceses, los chinos,los jemeres camboyanos,los americanos…
Acaso escriba esto porque acabo de salir del Museo de la guerra,llamado antes Museo de los crímenes de guerra americanos… (Se cambió el nombre a petición de los EE UU).
Hay aquí tanto horror a la guerra que lo soportan todo por huir de otra. Vietnam me huele a dolor y a sangre.
Saluos y gracias por tu sugerente comentario.
MÁS
Querido Miguel Angel, leerte por primera vez ha sido fascinante, más aún cuando acabo de conocerte como persona y no como escritor.
La verdad esque este viaje a Vietnam ha sido increíble, no solo por mi pedida de mano, sino por conocerte a ti y a tu familia.
Espero que como dices en este artículo, unos pocos días intensos fesguen una amistad duradera.
Y como también dices: «No solo se abre la mente a otras concepciones y realidades. Se abre también el corazón a otras personas y a otras necesidades». Cierto, hemos abierto el corazón a entender esta cultura y riqueza vietnamita, pero también hemos unido un poco más el corazón malagueño-cordobés.
Un fuerte abrazo
Querido Nacho, querida Patri:
En este viaje hemos descubierto Vietnam pero, sobre todo, hemos descubierto un tesoro de incalculable valor, que es vuestra amistad.
Vuestra declaración de amor en aquel escenario será tan inolvidable y hermosa como la Bahía de Halong.
Os deseamos mucha suerte en vuestra relación y, en general, en la vida.
Vosotros sois personas que hacéis mejor este mundo.
Un gran abrazo.
MÁS
PD: Os regalo este pensamiento que tanto me gusta y que tiene que ver con el cultivo de la amistad.
Recorre frecuentemente el camino,
que lleva al huerto del amigo;
de lo contrario crecerá la hierba
y no podrás encontrarlo fácilmente.
Siempre me ha encantado viajar. MI familia viaja en caravana. Hemos recorrido muchos kilómetros juntos. No utilizamos hoteles porque ya llevamos puesto el nuestro, como hace el caracol.
Creo que hay muchas modalidades de viaje y que lo bueno es que a nadie se le impone ninguna. Tengo amigos a los que les encantan los cruceros , modalidad que a nosotros no nos gusta.
Cualquiera de las formas de viaje me parece estupenda, con tal de que permita disfuutar.
Un cordial saludo a todos los lectores de El Adarve.
Y gracias al autor.
Querida Laura:
Conpzco amigos que viajan como vosotros, llevando la casa a cuestas. O, mejor, en la casa rodante de una caravana. La venaja es que no se depende de horarios de vuelos o trenes.
Otra ventaja, imagino, es que se puede parar cuando y donde se quiera. Y la mejor, para mí, es que la familia puede viajar unida. Tiene que ser una maravilla.
Yo conozco una familia que ha hecho ya más de cuarenta cruceros.
Tengo unos cuñados que practican la modalidad de viajes rurales y que hacen senderismo.
Es hermoso viajar.Besos y gracias.
MÁS
Me ha parecido muy certero el pensamiento de Chesterton. A veces creemos que solo nuestra forma de vivir es racional, que nuestra religión es la verdadera y que nuestra gastronomía es la única…
Pues bien, viajar te hace ver que hay otras formas de vida en las que la gente vive feliz, que otras vivencias religiosas que la gente practica y que hay formas de comer distintas iguamente ricas y sanas.
Qué bueno es viajar.
Un abrazo.
Querida María:
Lo estoy viendo estos días en Vietnam.
– Otras costumbres muy diferentes a las nuestras.
– Otras creencias completamente diferentes (aquí practica el catolicismo el 10% de la población)
– Otras formas y horarios de comer
– Otra menera de entender la vida, la historia, la política…
Cada vez me siento más ciudadano del mundo. Creo que viajar nos cura del parroquialismo estrecho y miope. Creo que nos abre la mente a otras formas de sentir, de pensa y de vivir.
Besos y gracias.
MÁS
Querido Miguel Ángel, eres gran viajero, de ordinario, repartiendo tu saber, otras veces, relajadamente con la familia.
Personalmente, desde que me jubilé, he visitado muchas naciones del mundo. Tengo el don de meterme a veces en lugares donde parezco desaparecido, como desde hace un tiempo.
Yo creo que todos los viajes, incluidos los de poca duración, nos hacen ver distintos modos de vivir, de pensar, de actuar, en definitiva, de entender la vida. Eso nos hace más humildes y relativizar todo más. Nadie está, creo, en posesiones de toda la verdad.
Sería muy largo contar anécdotas y peripecias de viajes.
Deseo que tu viaje familiar a Vietnam haya sido muy feliz. Te diré que el ultimo viaje en este mundo del hermano de mi esposa con su familia fue a Vietnam y vino encantado.
Saludos a todos.
Querido Joaquín:
Cuando te ausentas del blog suelo pensar que estás en algún viaje. Sé que os gusta tanto a Ana Mari como a ti recorrer el mundo. Se nota que sois viajeros empedernidos. Conozco poca gente que haya hecho un crucero de tres meses alrededor del mundo.
Eso son ganas de viajar.
Cuántas vivencias.
Cuántos aprendizajes.
Un gran abrazo.
MÁS
El artículo me ha parecido oportuno porque las personas suelen aprovechar las vacaciones de verano para hacer algún viaje.
Me ha parecido estupendo reflexionar en estas fechas sobre la importancia y las bondades de los viajes.
Por ese motivo GRACIAS.
Querida Marta:
Te estoy contestando al comentario en pleno viaje a Vietnam.
¡Cuántas cosas estoy aprendiendo sobre su complicada historia, sobre su cultura, sobre sus religiones, sobre su política, sobre su prensa, sobre sus costumbres, sobre sus lenguas…
Es emocionante sumergirse en una cultura tan diferente a la nuestra.
No sé si algún día dedicaré algún artículo a este viaje.
Hay materia para un libro
Besos y gracias.
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