En el Centro de Orientación Familiar del obispado de Alcalá de Henares se imparten unas terapias para curar la homosexualidad. Una indecencia. Un horror. Porque solo se cura una enfermedad. Ahí está la clave de mi indignación. ¿Una enfermedad? ¿Lo dice, acaso, la Organización Mundial de la Salud? No. Lo dice un obispado. ¿Qué autoridad médica tiene el obispado? Ninguna. Puede tener autoridad moral, pero para sus fieles, no para la humanidad. Hace ya algunos años escribí en este mismo espacio un artículo dirigido a los señores obispos que tenía un título más que significativo: “Salgan de la cama de la gente”. ¿Por qué ese empeño en gobernar la sexualidad del género humano? Al parecer, los cursos están dirigidos por una psicoterapeuta de más que dudosa formación y de muy clara dependencia de la jerarquía eclesiástica. He oído algunas de las frases que la susodicha profesional de la psicología plantea a los supuestos enfermos. ¡Qué barbaridades! ¡Qué estupideces! No las voy a repetir aquí. No merecen ser reproducidas. De sobra son conocidas, por otra parte, las homilías homófobas del prelado de la diócesis Juan Antonio Reig Pla.
La información ha sido brindada por un periodista de eldiario.es infiltrado en los cursos. Se hizo pasar por homosexual y se inscribió de manera camuflada en la terapia. Una buena estrategia para conocer desde dentro la trampa tendida a los incautos. Algún monseñor ha dicho que se trata de una curación espiritual. Ininteligible. E inadmisible. ¿”Curación espiritual”? ¿De qué enfermedad espiritual? ¿La de no pensar como monseñor?¿La de no actuar y vivir como él propone o, mejor, impone?
En la web del obispado de Alcalá de Henares hay un apartado que se titula “Homosexualidad y esperanza”, en el que se asegura que una “aproximación al tema de la homosexualidad” indica que las personas con atracción sexual hacia el mismo sexo “deben ser sostenidas en la esperanza de superar sus dificultades personales”.
“La Iglesia Católica enseña en su magisterio que es necesario distinguir entre las personas que sienten inclinación homosexual, la inclinación homosexual propiamente dicha (objetivamente desordenada) y los actos homosexuales (intrínsecamente desordenados)”, prosigue el texto de la web.
“Muchos casos, especialmente si la práctica de actos homosexuales no se ha enraizado, pueden ser resueltos positivamente con una terapia apropiada”, añade el Obispado.
He visto la película estadounidense de 2018 “Identidades borradas” (mejor por más duro y cruel el título original Boy Erased) de Joel Edgerton en la que se cuenta la historia del hijo (Lucas Hedges) del predicador baptista (Russell Crowe) de una pequeña ciudad norteamericana que se ve obligado a participar en unas sesiones para curar su homosexualidad, apoyado por la iglesia. Cuando a los 19 años cuenta a sus padres Nancy y Marshall Eamons (la madre está interpretada por Nicole Kidman) que es gay, el joven comienza a ser presionado para que asista a un programa de terapia de conversión gay si no quiere ser rechazado por su familia, por sus amigos y por la iglesia. Durante las sesiones, Jared se enfrentará al terapeuta jefe Victor Sykes, que está interpretado por Joel Edgerton, director de la película. Desde el punto de vista cinematográfico no es una obra maestra, pero denuncia una realidad inadmisible y ayuda a pensar.
La película es, al parecer, el reflejo fidedigno de un hecho real. Y, por lo que sabemos de las terapias episcopales de Alcalá de Henares, un fiel reflejo de lo que hoy está pasando en algunos lugares.
Del cine a la televisión. La serie “Modern family” está haciendo, a mi juicio, mucho bien. Es protagonista en ella una pareja de homosexuales varones que han adoptado una niña vietnamita. Nosotros vemos en familia la serie. Nos gusta a los tres. Sonreímos ante las situaciones de humor y admiramos la bondad de las personas. Hace años hubiera sido inimaginable que se exhibiese esta serie en televisión. Ahora nuestra hija de catorce años ve con absoluta normalidad otra modalidad de familia. Sin escandalizarse. Sin horrorizarse. Porque nadie le ha llenado la cabeza de prejuicios. Y ve en la serie a una niña feliz que disfruta de sus dos padres sin que se vea “contagiada” de un mal que luego tendría que curar cualquier obispado.
Dejemos el cine y la televisión. Hablemos de la vida. El próximo mes de agosto estamos invitados a la boda de dos amigos. Un acontecimiento feliz. Otro paso hacia la normalización de una realidad que antes permanecía escondida, maldecida y perseguida con saña. ¿Por qué? Ha llegado la hora de que personas decentes, competentes en sus profesiones, respetuosas con el prójimo, generosas y solidarias dejen de sufrir injustamente. Ya era hora. Tantos siglos de persecución, de crueldad y de dolor. Tantos siglos de miseria moral. No la que se les suponía sino la de los crueles censores.
En el año 2010 viví en Argentina un hecho doloroso e indignante. La Editorial Bonum de Buenos Aires, vinculada “espiritualmente” a la Iglesia católica y al Opus Dei, me censuró el libro “Pasión por la escuela. Cartas a la comunidad educativa” por una carta dirigida a un profesor homosexual. Una carta que nacía de un sentimiento de compasión hacia una persona que sufre injustamente. Una carta que, sin citarlo, estaba dirigida a un amigo. Sirvan estas palabras como resarcimiento del silencio y del dolor que mis amigos del alma han vivido durante muchos años. En sus familias, en sus contextos laborales, en el círculo social en el que viven. Pocas veces me he encontrado con personas más honestas, más trabajadoras, más bondadosas, más admirables que los que pronto contraerán matrimonio.
La Editorial, de forma poco decente, propuso solucionar el problema poniendo algo de cada parte. Yo debía retirar la carta y la editorial haría una nueva edición del libro sin ella. Increíble. Les dije que si alguien tenia unos supuestos principios no debería tener dificultad en comprender que otras personas tuviesen otros principios diferentes. Les dije que no estaba dispuesto a retirar la carta. Mi principio era defender la bondad y la inocencia de la persona a la que había dedicado la carta. Les dije más, que iba a ser sumamente generoso con ellos al no denunciar el incumplimiento de contrato que la editorial había realizado al censurar un libro que me había pedido y cuyo contrato habíamos firmado libremente. Afortunadamente, el libro fue editado íntegramente de nuevo, con el mismo título, por la Editorial Homo Sapiens, de Rosario.
No sé qué más tiene que pasar para que estas personas puedan vivir felizmente, sin esconderse, sin camuflar sus sentimientos o sus tendencias. ¿Por qué tiene nadie que meterse en sus vidas si no hacen daño a nadie, si no se meten con nadie, si son personas, ciudadanos y profesionales ejemplares?
¿Cuándo aceptaremos de verdad y de corazón la diversidad? Un negro no es un blanco defectuoso, un inmigrante no es un autóctono defectuoso, un niña no es niño defectuoso, un agnóstico no es un creyente defectuoso, un homosexual no es un heterosexual defectuoso.
¿Les parecería bien a los censores que les invitasen (o les obligasen) a someterse a unas terapias para curar su homofobia? Sería una experiencia interesante ver a un grupo de reverendos monseñores en una terapia dirigida por un psicólogo (o, mejor, una psicóloga) homosexual. Esa sí que sería una curación.
Miguel Ángel, a mi modo de ver magnífico artículo. Estoy totalmente de acuerdo en tus manifestaciones. Efectivamente, un blanco no es un negro pintado y viceversa. Debemos aceptar la naturaleza como nos ha hecho a cada uno. Esto vale para la homoxesualidad o heteroxesualidad. Estas cosas no responden a caprichos personales, más bien están enraizadas en nuestra propia personalidad. Nunca he entendido ni entiendo que se pueda agredir a una persona por el color de su piel o porque sea gordo o flaco o alto o bajo o por sus tendencias sexuales. La naturaleza nos hace así.
La Iglesia, creo que más que meterse con los que ejercen su sexualidad sin molestar a nadie, haría bien en meterse con los pederastas que tiene dentro.
Bajo el punto de vista religioso me adhiero a lo que ellos mismos dicen: “Donde hay amor allí está Dios. ”
Saludos a todos.
Querido Joaquín:
Has escrito a las 9.25 de la mañana y te contesto desde Córdoba (Argentina) a las 5.20 que son ahí las 21.20.
He pasado el sábado trabajando en una población que se llama Río Primero.
Es emocionante ver a tantos docentes trabajando un sábado, después de toda la semana de actividad. Admirable.
Pocas cosas que aludir a los que dices.
A veces, no prima el amor, sino el juicio y la dureza de la descalificación.
La carta que yo escribí nació del sentimiento de compasión hacia un ser humano que sufre INJUSTAMENTE. No me explico la censura.
Un gran abrazo y muchas gracias.
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Amigo Miguel Ángel: Comparto contigo lo que expones a lo largo de este trabajo. Por otro lado, uno ya no se sorprende de las ideas que se les pasan por la cabeza a algunos obispos españoles que parecieran estar interesados en hundir más aún a la Iglesia española con sus disparatadas ocurrencias.
Quizás, alguien que me lea piense que yo no soy el más adecuado para hablar de la jerarquía eclesiástica. Es posible. Pero es que ni siquiera el Papa Francisco quiere aparecer por nuestro país, porque sabe que hay un amplio sector de obispos españoles que son tremendamente reaccionarios y que están claramente en contra de sus planteamientos renovadores. De ahí que, estando a “un paso de nuestro país”, no haya venido desde que fue nombrado como máximo representante de la Iglesia católica y que, en estos días que ha visitado Bulgaria y Macedonia (países de mayoría cristiana de la Iglesia ortodoxa), ante la pregunta de cuándo vendría, respondió de manera imprecisa, como queriendo evitar encontrarse con quienes se apoyan en los grupos integristas (entiéndase Opus Dei, Legionarios de Cristo y Kikos), es decir, obispos que siguen creyendo que en estos grupos se encuentra el futuro de la Iglesia.
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Entiendo perfectamente el modo de pensar de Carla, pues responde al sentir mayoritario de la gente de su generación. Ellos piensan que la búsqueda de la felicidad es un principio irrenunciable del ser humano, por lo que hay que respetar los sentimientos profundos que nacen de las distintas identidades sexuales. Este es uno de los grandes avances generacionales que se han producido y que no tiene vuelta atrás: chicos y chicas adolescentes y jóvenes ha interiorizado que el respeto a la diversidad es un principio que debe regir en las relaciones humanas.
Por otro lado, ellos no están tan cargados de tabúes referidos al sexo como los que nos insuflaron a nosotros. Viven sin tantos prejuicios las relaciones afectivo-sexuales, lo que les evita esa pesada carga que condiciona tanto a las personas que sufren las represiones de la libido.
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En esta ocasión te has adelantado en el tema, puesto que tengo escrito y a punto de publicar un segundo artículo titulado “Familias homoparentales”, en el que aparecen dibujos recientes de niños y de niñas que tienen dos padres o dos madres y que lo expresan con toda naturalidad en sus dibujos de la familia.
La portada de esta segunda entrega sería la de un excelente dibujo de una niña de 8 años, en cuya escena aparecen “papá 1”, “papá 2” y ella misma, tal como la pequeña autora había escrito. Tengo que apuntar que la niña era tratada con toda corrección y normalidad en el centro, por lo que carecía de problemas para expresar y comunicar gráficamente su realidad familiar.
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Vuelvo al principio, con una pregunta: ¿Por qué los obispos españoles tienen bula en nuestro país y se les tolera lo que a otros ciudadanos no se les permitiría?
Por ejemplo, al obispo Reig Pla, obsesivamente homófobo, inmediatamente se le tenía que haber cerrado esos cursos y habérsele advertido que estaba cometiendo un delito… Pero es que este señor obispo es el mismo al que se le permite en la retransmisión de misas por TVE2, es decir, una cadena pública, soltar sus soflamas homófobas sin ningún problema.
Querido Aureliano:
Alguien ha escrito a mi correo particular quejándose de la impunidad del señor obispo de Alcalá de Henares al permitírsele lanzar una homilía homófoba a través de la televisión pública.
Creo que vive en otra época. Eso es asunto suyo y de sus fieles. Pero es asunto de todos no quebrantar la ley de manera tan burda, tan publica, tan reiterada y tan obscena.
Afortunadamente, se van dando pasos hacia la aceptación y la valoración de la diversidad.
Espero tu trabajo con el interés que siempre se merece.
Un gran abrazo desde Rosario.
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Qué bonito artículo Miguel Ángel, que falta hace leer más cosas como está y ver que en el mundo hay aún gente con sentido común y luchando por inclusión de la diversidad en medio de este caos en el que nos encontramos sumergidos.
El mundo necesita avanzar y dejar atrás ideas culturales que poco nos representa a la sociedad actual, y futura.
Respecto a la iglesia, tengo sentimientos encontrados, mi tendencia hacia la religión me la ahorro, pero al contrario de muchos, se respetar la opinión de cada uno, al margen de compartirla o no…ante casos como estos, que poco respeto hacia el projimo…
DEBERÍAN amar al ser humano en su totalidad, independientemente de su tendencia sexual ¿que más da lo que cada uno haga con su vida? ¿no debería de ser más importante ser buenas personas?
En fin, aún sigo alucinando con la sociedad actual y relacionandolo con la última situación de España, con dos millones de votos a ideas de este tipo…
Queda aún mucho camino por recorrer..
Seguiremos luchando para la inclusión la diversidad y espero en un momento no tener que hablar de ese concepto o dejar un mundo que así sea, solo cuando no se hable del concepto de diversidad, habremos integrado en nuestras mente la idea de persona, de ser humano único y diferente al resto.
Buen trabajo, saludos desde España 🙂
Querida Águeda:
Creo que tú das en el clavo. Si el amor presidiera esos juicios no se ofendería de manera tan cruel a personas que no han hecho daño a nadie.
¿Por qué no construir un mundo en el que podamos vivir TODOS Y TODAS felizmente? ¿Por qué perseguir, denostar, malcriar a quienes son diferentes?
La experiencia de la vida me ha facilitado el encuentro con algunas personas homosexuales. Tengo que decir que son excelentes profesionales y excelentes ciudadanos y ciudadanas. No puedo entender que haya quien TODAVÍA trate “curarlos” de una enfermedad que no padecen.
Gracias, Águeda, por tu hermoso comentario.
Y besos.
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Saludos a todos. Estupendo artículo Dr. Santos Guerra, al señalar que es lo que más importa para el bienestar de los feligreses es que sea perfectamente posible que las personas independientemente de su preferencia sexual establezcan vínculos de sana convivencia, de respeto y de solidaridad. Y como bien expresa, ser sensibles porque algunas personas por miedo de ser discriminadas por ser homosexuales, se ven obligados a retrasar este desarrollo, o a practicarlo en el secreto. Pero, sin duda hay buenas noticias, hay avances en torno a la aceptación de la diversidad y a la inclusión. Gracias Dr.
Querida Lourdes:
No sé lo que está pasando en el blog.
Parece ser que el servidor está fallando.
Espero que este comentario pueda leerse. Un comentario en el que te saludo y te doy las gracias por la participación.
Sí, también creo que se está avanzando. Pero este tipo de hechos nos da a entender que todavía hace falta avanzar eir más de prisa. Porque las víctimas siguen sufriendo.
Besos.
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Queridos lectores, queridas lectoras:
Esta semana hemos tenido problemas con el servidor.
Los técnicos del periódico ya han solucionado la situación y ya se puede enviar comentarios normalmente.
Me hubiera gustado que este artículo hubiera tenido muchas más intervenciones ya que el problema que denuncio es de mucha envergadura.
Bueno, aun hay tiempo. Porque el blog siempre está abierto.
Cordiales saludos.
He intentado escribir varias veces. Veo que ya se puede.
Estoy indignado por estos cursos terapéuticos del obispado de Alcalá.
¿Por qué no miran para adentro para curar otras cosas verdaderamente graves como la pedofilia? La pedofilia destruye a las personas, destruye a las víctimas. ¿A quién hace daño un homosexual?
Saludos a todos los lectores.
Estimado Juan:
La verdad es que. o sé lo que ha pasado. Yo tampoco podía acceder al blog.
He impartido varias conferencias en distintas ciudades y en todas me decían que no se podía hacer comentarios.
Ya está solucionado.
Pues tengo que darte la razón, aunque una cosa no tenga que ver con otra. Es decir, que si sus comportamientos fueran honestos deberían respetar la identidad sexual de los demás.
Siempre me ha llamado la atención el empeño de la Iglesia en regular la vida sexual de todo el mundo.
Saludos y gracias.
No hay derecho.
Es indignante la postura del obispado de Alcalá de Henares sobre la homosexualidad.
¿Por qué se permite a un obispo pronunciar una homilía homófoba por la televisión que pagamos todos?
Resulta vomitivo este comportamiento.
Querida María:
Existen tres tipos de errores, a mi juicio, en el hecho de que la televisión lance esas homilías por la televisión pública.
– El primero es la postura del obispo. No puede mantener hoy esas posturas equivocadas, retrógradas y faltas de respeto.
– La emisión por la televisión de ese tipo de liturgias.
– La ausencia de denuncias ante hechos tan graves.
Hay un cuarto problema, que es la indiferencia de muchos ciudadanos ante hechos tan deplorables.
Besos y gracias por escribir.
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Estoy un poco harto de que, sobre todas las cuestiones de sexualidad, tengan que salir los señores obispos a soltar doctrina. ¿Por qué no se la dictan a sus fieles? Porque una cosa es la feligresía y otras ciudadanía.
Los obispos pueden dar normas a sus feligreses pero no las tienen que dar a toda la humanidad.
Porque hay muchas personas que no siguen su credo ni su moral. Afortunadamente. Digo afortunadamente porque nos los homosexuales podrían vivir como quieren ni las podrían adoptar ni podría haber relaciones prematrimoniales ni las mujeres violadas podrían abortar…
Un saludo y gracias por denunciar estos hechos.
QUERIDO MAESTRO y AMIGO MIGUEL-ÁNGEL:
Un abrazo cordialísimo para ti, para Carla y Lourdes, y para tus lectores y lectoras.
Te felicito por el artículo de hoy, un hermoso regalo singular: gracias por tu sensatez, por tu inteligencia, por tus conocimientos –actualizados continuamente- y, de modo especial, por tu compromiso como persona, como “auctoritas” y profesional altamente cualificado de la Educación y por el valor de tu ejemplaridad como Amigo entrañable, modelo de probidad y de honestidad y honradez.
En artículos anteriores, tus lectores y lectoras nos sentimos más comprometidos cuando abordaste los derechos de ciertos grupos o colectivos secularmente estigmatizados, víctimas de clichés y estereotipos arbitrarios (el anterior lo dedicaste a la igualdad). En el artículo de hoy, nos brindas una sólida, emotiva y emocionante defensa de la dignidad del colectivo gay (LGTBI+). ¿El pretexto? Las “terapias” para “curar” la homosexualidad que ofrece el obispado de Alcalá, cuya máxima autoridad y primer responsable es el ultraconservador obispo Reig. No voy a decir lo que pienso de este monseñor, pues no quiero ir al infierno y encontrarme con Reig Pla allí (permítaseme la ironía). ¡Qué lejos quedan los tiempos del episcopado liderado por el cardenal Tarancón en los difíciles tiempos de la dictadura y de la Transición y Régimen del 78!
La Conferencia Episcopal (CEE), a través de unas declaraciones de su secretario portavoz, Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, ha respaldado oficialmente dichas “terapias”, aduciendo falazmente que “curación” es un término muy utilizado en el ámbito eclesiástico…Al obispo auxiliar de Valladolid también le ha jugado una mala pasada su pensamiento al verbalizar que los candidatos al sacerdocio deben ser “enteramente varones, es decir, heterosexuales.” Salta a la vista que no distingue entre género, identidad, orientación sexual, corporeidad y prácticas sexuales.
Volviendo al obispo Reig, me indigan varias realidades:
1º) ¿Cómo puede arremeter un ciudadano –por muy jerarca que sea- contra las mujeres que abortan y contra los gais en una homilía retransmitida por TVE? La televisión pública de todos y todas, sustentada con nuestro dinero.
2º) ¿Cómo puede poner en entredicho las leyes y la normativa que defiende la dignidad y los derechos del colectivo LGTBI+?
3º) ¿Cómo pueden permitir los poderes judiciales, la Fiscalía, los partidos políticos, entre otros, a monseñor manifestar ese odio y agresividad verbal de forma reincidente? El Observatorio Español contra la LGBTfobia anuncia que denunciará judicialmente al obispo Reig, un ciudadano que recibe una asignación de dinero todos los meses gracias al Estado, en virtud de los Pactos (predemocráticos) firmados con la Santa Sede en 1976 y en 1979. Se diría que el ciudadano y obispo príncipe de Alcalá –pues no huele a oveja- goza de plena inmunidad diplomática y que se acoge al llamado fuero eclesiástico, vigente en la dictadura franquista. Tiempo al tiempo: permanecerá impune per saecula saeculorum. Sencillamente, al prelado alcalaíno le pediría que focalizase y dirigiera su mirada y su verborrea hacia el Vaticano: al lobby gay reconocido por el mismo papa; a sus hermanos obispos y cardenales pederastas confesos y de probada depravación; a los curas gais practicantes, o sea, pederastas, que no pedófilos, que engrosan los presbiterios de todas las diócesis (incluida la suya); que asista a las fiestas del Orgullo Gay de Madrid, y que pasee por la Ciudad Eterna disfrutando de las sublimes noches de lujuria, por el Lungotevere, por los jardines del Campidoglio, por las adoquinadas “vie” aledañas a la Universidad Gregoriana…Por algo y por alguien se dice: “Roma veduta, fede perduta” (´Vista Roma, se perdió la fe´).
Querido Carolus V:
Magnífico comentario, que suscribo íntegramente.
Con la Iglesia existe una permisividad que no es de recibo. En este asunto y en muchos otros.
¿CÓMO ES POSIBLE QUE UNA ORGANIZACIÓN DEL SIGLO XXI NIEGUE A LAS MUJERES EL ACCESO AL PODER POR EL HECHO DE SER MUJERES? El argumento de que su fundador actuó de una y otra manera no se sostiene.
Espero que el avance inexorable de la historia vaya acabando con estas formas de proceder tan repugnantes.
Un abrazo.
MÁS.
Este es un artículo necesario.
No se pueden dejar pasar estas prácticas homófonas. Es una vergüenza que vengan de manos de quienes tenían que proteger a quienes sufren persecución injustamente.
¿Cómo que curación?
¿Qué tal si dijéramos que la castidad es una enfermedad?
Estos señores están chapados a la antigua.
Muchas gracias, Mariano:
La verdad es que todavía queda en la sociedad una profunda tarea que hacer para reivindicar la causa de estas personas que han sufrido y siguen sufriendo esta persecución. Antes era más dura, pero todavía queda mucho que hacer hasta desarraigarla.
Estos sectores conservadores se atrincheran en sus antiguos prejuicios. Y no los muestran más porque no pueden.
Lo que más me molesta es que quieran imponer sus criterios a todo el mundo.
Un cordial saludo.
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No se puede tolerar por más tiempo este tipo de actuaciones.
Son, como bien se dice en el título del artículo, indecentes.
Todas y todos tenemos que protestar. No solamente los homosexuales y las lesbianas.
Las injusticias deben afectar todo el mundo.
Hay que proibir y sancionar esas homilías.
¿Para cuándo?
Querida Marta:
Yo creo que sí. Creo que No se puede tolerar este tipo de actuaciones.
¿Qué decir de las homilías homófobas? Una cosa es lo que uno piensa y otra el que se proclame a los cuatro vientos a través de un medio sufragado con fondos públicos, Se trata de una agresión de gran envergadura. Los poderes públicos tienen que intervenir.
Y nosotros tenemos que denunciarlo.
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