Me duele Manolo Alcántara. El mundo de la palabra le llora con lágrimas sinceras de admiración, de reconocimiento y de afecto. Han sido más de 30.000 regalos en forma de columnas breves, contundentes, magistrales. ¿Cómo devolverle algo de lo mucho que nos entregó desde su humildad de sabio, desde su sonrisa socarrona, desde su inteligencia excepcional, desde su magnánimo corazón?
A mí me hizo un regalo especial. Un regalo que siempre agradecí emocionado. Escribió un prólogo para uno de mis libros. Generosamente. Cordialmente. Ahí está, abriendo las páginas de mi libro “La pedagogía contra Frankenstein” (Editorial Graó). Por una vez, el prólogo es mucho más importante que el libro que presenta. Si alguien me hubiera preguntado por qué había escrito el libro, hubiera dicho que para que Manolo Alcántara me escribiera ese prólogo. Es breve, pero enjundioso, como todo lo que escribía.
Durante diez años compartí columna con Manuel Alcántara en el periódico Sur. Me sentía privilegiado por escribir en el mismo diario en el que lo hacía alguien que ocuparía, sin duda alguna, que ocupaba ya, un espacio de honor en cualquier Historia de la Literatura Española.
Leía cada mañana el artículo de Alcántara con las rodillas del alma pegadas al suelo. De atrás hacia delante, como casi todos quienes le leían. Era más importante su columna que los titulares del día. Siempre el ingenio dominando las líneas, siempre la cita oportuna, siempre el humor inteligente. En tan poco espacio. En esas pocas líneas escritas con el dedo índice en su eterna Olivetti. Decía que para él vivir esa escribir su artículo diario. Quiso morir “con las teclas puestas”. Y lo consiguió.
Porque cumplía el mandamiento tantas veces citado ayer y hoy que cumplía con más perfección que nadie: “No aburrirás a Dios sobre todas las cosas”. Nunca terminabas defraudado. Ni siquiera en los últimos días de escritura cuando la memoria flaqueaba y el artículo parecía un milagro cotidiano.
Me duele Manolo Alcántara, vecino de mi mar Mediterráneo. Veíamos el mismo mar tranquilo desde nuestras casas del Rincón de la Victoria. Se nos ha ido silenciosamente, sin ningún alarde. Me contaba Lola que, en los últimos años, no quería ir al cementerio por si alguien, decía, le invitaba a quedarse.
He vivido a Manuel Alcántara, en buena medida, a través de Lola, su única hija, amiga entrañable, compañera de Departamento, miembro del equipo decanal que presidía nuestro común amigo Antonio Fortes, que también se fue hace años con la mayoría.
No tiene que ser fácil vivir al lado de un sol tan deslumbrante. Tanta luz, tanto calor, tanta fuerza, exigen un saber ser, un saber hacer y una saber estar que contribuyan al permanente homenaje que le tributa la vida pero sin quemarse por los destellos. Tampoco tiene que ser fácil vivir este frenético aluvión de aplausos y de lágrimas en el momento de la muerte, tan propicio para la hagiografía. Decía Saint Just que a la muerte como al sol no se les puede mirar de frente.
Acudí con Lourdes, mi mujer, al Salón de los Espejos del Ayuntamiento en la mañana de su fallecimiento, cuajado ya de autoridades. Y allí estaba mi amiga Lola soportando el dolor y el vacío de la pérdida y llenándolo todo con su entereza.
Detrás del féretro habían colocado un busto y Lola volvió a dejar en nuestros oídos otra chispa de ingenio de su padre:
– Cuando corrió la cortinilla y vio el busto, mi padre dijo que se había quedado de piedra.
He leído, y solo han pasado dos días de la muerte de Alcántara, decenas de artículos sobre su vida, sobre su obra, sobre su condición de poeta y articulista (“los poetas dicen que soy un excelente articulista y los articulistas que soy un excelente poeta”, decía), sobre sus tertulias, sobre sus amistades. No es fácil seguir el paso a un protagonista de esta talla.
Lola ha heredado de su padre ese ingenio y esa perspicacia que siembra de joyas la conversación más trivial. Lo he heredado su padre y de la lectura voraz que es otro gen del alma que heredó tan intensamente.
No sabías, cuando hablabas con ella, si era su padre o era ella quien había dejado caer ese pensamiento, esa cita, esa ocurrencia genial. Tal para cual.
Y ese sentido de la amistad. He aquí otro rasgo que define al padre y a la hija. Desde que llegué a Málaga en 1984 no he dejado de recibir ni un solo año la llamada de Lola en la fecha de mi cumpleaños. ¿De quién se puede decir otro tanto?
He citado muchas veces a Manolo Alcántara. Muchas veces. “Cuando un pobre come jamón, o está malo el pobre o está malo el jamón”, decía. Excavabas sus artículos con la seguridad de que había una pepita de otro. O mejor, con la seguridad de que el artículo era una pepita de oro. Contaba en una ocasión que había entrado en un restaurante y que había visto a cuatro comensales, cada uno con su móvil. Y pensó:
– Estos tienen muchos amigos, pero ninguno está aquí en la mesa.
Muchos le habremos citado. Con sorna decía en algún artículo que se había inventado una cita de un clásico y la había visto repetida con una inquietante precisión en el artículo de algún sedicente escritor.
Yo colecciono búhos desde hace muchos años. Supe que también Manolo Alcántara tenía una colección semejante. Y decía: “Hace falta tener mucha personalidad para no tener una colección de búhos”. No sé cómo te has ido, a los coleccionistas siempre nos interesa seguir viviendo por si llega esa pieza excepcional que nos faltaba.
Tiene una Fundación que lleva su nombre, un Instituto de Enseñanza Secundaria, una calle en Rincón de la Victoria, una glorieta en Málaga, una calle en Estepona, un Premio de poesía… Que yo sepa. Tiene todos los premios que se pueden tener en el mundo de las letras. Pero estoy seguro que tiene una calle con su nombre en el corazón de todos los lectores y lectoras de periódicos de la red Vocento.
En algún país que ahora no recuerdo, para decir que alguien ha muerto, se utiliza la expresión de que “no aparece por ninguna parte”. No se podrá decir eso de Manuel Alcántara porque estará en muchos sitios. Estará en cada uno de quienes le hemos leído y disfrutado durante tantos años.
Me duele Manolo Alcántara. Su muerte es algo excesivo. Muchos te vamos a echar de menos cada día, querido Manolo, pero nadie tanto como tu hija Lola.
Querido Miguel Ángel:
Estaba haciendo la comida cuando escuché la noticia en la radio. “En la radio siempre se está muriendo gente”, gente que no conozco de nada, pero a alguno, por distintos motivos, me da la sensación de conocerlos de toda la vida.
Como bien sabes (aunque puede que no lo recuerdes), hace alrededor de un mes y medio que estaba a vueltas con tu libro “La pedagogía contra Frankenstein”. Ahí leí el prólogo de Manuel Alcántara y me quedé contento por los adjetivos que empleaba para describirte.
Tú me contestaste lo siguiente:
“Tengo a Manolo Alcántara, admirado escritor y querido amigo, como vecino en el Rincón de la Victoria, a pocos metros de mi casa. Tiene 91 años. Vive frente al mar que yo veo cada día. Ha dejado de escribir. Su hija Lola, compañera de Departamento, me tiene al tanto de sus vicisitudes.”
Y digo que me dejó contento, porque una persona que debía conocerte bien, y de semejante talla, confirmaba lo que había pensado desde los primeros artículos que te leí. (A partir de aquí, traté de informarme todo lo que pude sobre él. Vi el homenaje que le rindieron sus amigos por su 90 cumpleaños. En definitiva, comprobé que es una persona de las que no se va a morir nunca, y de las que hacen falta dos vidas para conocer la suya).
Como tú dices, los homenajes, los agradecimientos deben hacerse en vida. (No lo tomes como una indirecta de que te vas de viaje mañana, tómate todo el tiempo del mundo que puedas. Pero no quiero quedarme con el resquemor de haberme callado cosas que quisiera decirte. Sirva de homenaje para ti como de recuerdo para Manuel Alcántara, tu amigo y vecino, y de todos los malagueños).
Voy a tomar prestadas las últimas palabras del prólogo del que hablamos:
“A mí, si bien algo tardíamente, ha conseguido educarme, en la medida de lo posible. Siempre está amaneciendo y siempre que haya maestros como él habrá discípulos como yo”.
Un fuerte abrazo para todo el mundo. (¿Juan Carlos? ¿Jesús Marcial?)
Querido José Antonio:
Qué hermoso, qué generoso, qué magnífico comentario.
No me define tanto a mí ni a Manuel Alcántara como a ti.
Gracias por las cosas que dices.
Es un orgullo tenerte como comentarista asiduo.
Un abrazo.
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Descanse en paz Manuel Alcántara. Desafortunado de mi que la lectura me lleva por otros lares y lo poco que he leído de él ha sido en el Marca. Seguro que las columnas en diarios como Pueblo, Ya, Arriba, La Hoja del Lunes, la revista Época y en sus comentarios en radio y televisión han debido ser muy jugosos e ilustrativos.
Afortunadamente, tal y como comenta José Antonio, que veo que me echa de menos, accedí a este blog en donde he encontrado a otra persona de talla similar a la que se ha ido. Y aquí si que le saco jugoa la lectura semanal, aunque no participe de los comentarios ultimamente.
Un fuerte abrazo para ti también José Antonio y para “MÁSco Polo”.
Querido Juan Carlos:
También yo echaba de menos tus interesantes comentarios.
No sé que ha pasado.
Imagino que no siempre tenemos tiempo o ganas.
Alcántara escribía diariamente en 20 periódicos.Calculo que le leeria cada dia un millón de personas.
Leía la prensa y escribia sobre la actualidad.
Era un genio.
Gracias por tus palabras.
Curiosa referencia a Marco Polo.
Un abrazo.
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No ha pasado nada Miguel Ángel, simplemente que o bien no hay tiempo o no hay ideas para enriquecer lo que ya se ha dicho. Últimamente voy a tope… No obstante te leo semanalmente.
Eres un viajero asiduo y persistente y seguro que también aventurero… De ahí la referencia cruzada a otro ilustre viajero…
Un abrazo.
Querido Juan Carlos:
Sí. Ya estoy a las puertas de otro largo viaje a varias ciudades argentinas. Con las nuevas de esta gira superaré las 130 diferentes. Másde la que pisado muchos argentinos.
Algunas veces pregunto por alguna de esas ciudades hay quien no sabe ni qu existan.
Algo de Marco Polo habrá en el fondo.
Un cordial saludo.
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Yo pienso que cuando se mueren grandes hombres, como este, el mundo es algo peor. Un hijo predilecto de Málaga, escritor de 30000 artículos…
Por lo que veo gran amigo tuyo, Miguel Ángel, y vecino. Todo un honor.
Solo quiero decir lo de la canción de los Del Río: ” Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va. Y va dejando una huella que no se puede borrar.”
Descanse en paz Manuel Alcántara y condolencias para su hija Lola
Querido Joaquín:
Gracias, amigo.
Además de los numerosísimos y magníficos artículos, Manuel Alcántara era un extraordinario poeta.
Creo que fue el columnista más veterano de Europa. Escribió hasta los 91 años.
Manolo cultivaba la amistad con sus amigos y escribió textos extraordinariamente ricos e intensos sobre la amistad.
En su último cumpleaños (10 de enero) llame a Lola para decirle que felicitase a su padre porque ya no estaba en condiciones de recibir muchas llamadas.
Decía en los últimos años: tengo en mi agenda más cruces que un camposanto. Se le iban yendo los amigos.
Me hubiera gustado decir muchas más cosas en el artículo. Una de ellas te la contaré a ti. Alcántara murió el Miércoles Santo. Su hija Lola es la agnóstica más devota de la Semana Santa que he visto en mi vida. Al llegar el viernes de dolores, entra en una especie de trance místico inenarrable. Un caso insólito.
Un abrazo y gracias por tu comentario.
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Querido Maestro!
Lo has dicho todo y bien de Manolo Alcántara!
Yo , analfabeta de ese gran autor que describes, me hago idea de esa gran persona que tuvo que ser.
De muertes ha ido este fin de semana!
Y no me refiero solo de la muerte del Señor, de Jesús!
Curiosidades de la vida, una amiga ha muerto en la misma fecha que él.
He visto, querido amigo, la muerte de cerca. Nos puede pasar a cualquiera que pase a tu lado, coja tu brazo y te lleve con ella.
Y no puedo negar, me apena esa situación, de miedo, de extrañeza.
Estamos ya tan cerca!
Pero tengo muy claro que seguiré animada y con ganas de vivir miles de experiencias, que la vida es corta y el hastío llega.
Siento la muerte de esta amiga y me ha hecho pensar que la vida trae y lleva que no debemos atarnos a continuas condenas , y hay que vivir el presente agradeciendo lo que tenemos y los amores que nos llenan.
¡Siempre viviendo a mi manera!
Sin más me despido de todos con un fuerte abrazo.
Querida Lola:
Lamento mucho la muerte de tu amiga.
Se prepara a las personas en las escuelas y en las Universidades para la vida, para el trabajo, para el éxito. Pero poco veces de la muerte, tanto de la propia como de las personas queridas. Sin embargo, pocas cosas hay tan seguras, tan inevitables. Pocas cosas hay tan necesarias. ¿Cómo afrontar ese trance? ¿Cómo asunir ese vacío que deja?
La muerte del poeta y articulista Manuel Alcántara no nos ha cogido de sorpresa, ya que tenía 91 años y se encontraba muy debilitado.Él escribió poemas conmovedores sobre la muerte.
Hay que vivir con la mayor intensidad posible.
Gracias por tu presencia.
Besos y ánimo.
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Córdoba, martes, 23 de abril.
No conocía el lado poético de Manuel Alcántara, por lo que me pareció lo más razonable esperar volver a Córdoba para acudir a la biblioteca de la Facultad y sacar algunos de sus libros de poesía.
Es lo que he realizado. He leído con gran placer a un autor que desconocía en esta faceta y he visto una manera muy personal de construir líricamente: poemas muy cortos, casi aforismos, en los que las paradojas están muy presentes. Esas hondas paradojas que se dan en la propia vida y de las que nunca nos libraremos.
Pareciera que a los poetas la muerte es un escándalo intolerable. Pero es que el nacer y el morir forman parte de la existencia, del propio universo.
Tras la lectura, no me resisto a mostrar algunos de los breves poemas de Manuel Alcántara que aparecen en “Este verano en Málaga”, pequeño libro editado en 1985, es decir, cuando el autor contaba con 57 años.
A su modo, quiere ajustar cuentas con Dios para que le explique el sentido de la vida de una vida en la que la muerte es ineludible.
Uno:
Si otros buscan a Dios
yo no tengo más remedio:
me debe una explicación.
O también:
No digo que sí o que no.
Digo que si Dios existe
no tiene perdón de Dios.
Otro:
Averigua quién te dio
esas ganas de morirte.
Ha tenido que ser Dios.
Ha tenido que ser Dios
un día que estaba triste.
No tiene otra explicación.
Un cuarto y breve poema, en el que Dios es la respuesta a las dudas existenciales:
Si me echo a Dios a la cara
me lo va a resolver todo
de la noche a la mañana
Pero como Manuel Alcántara no se va a encontrar con Dios (al menos en la Tierra), no se libra de la angustia en la que viven bastantes poetas:
¿Qué tengo que hacer aquí?
La vida a mí no me gusta
pero me gusta vivir.
Y también:
Ganas de llorar por mí
y también por los demás.
Y estas ganas de morir
que me tengo que aguantar
hasta que me toque a mí.
***
Yo no soy poeta. Nunca he escrito ninguna poesía, excepto cartas de amor (pero esto es otra cosa). Lo más cercana a un texto poético fue “Llanto por la muerte del paseo de Las Laderas”, como homenaje al bello paseo de Alburquerque que ha sido aniquilado por un siniestro personaje.
Si a algún lector o lectora de El Adarve le interesa, adjunto el enlace de la revista Azagala en la que se publicó.
http://www.revistaazagala.org/index.php/2019/03/26/llanto-por-la-muerte-del-paseo-de-las-laderas/
***
En la Facultad estamos preparando un homenaje a Antonio Machado, como recuerdo a los 80 años de su fallecimiento.
Junto a la exposición de todos los libros, revistas y folletos que hay en nuestra biblioteca, se llevará a cabo recitales poéticos, tanto por el profesorado como por alumnos y alumnas.
Yo recitaré “La noria”, bello poema que desde muy pequeño conozco y recuerdo, ya que lo leí en una de esas pequeñas enciclopedias que eran los modestos recursos en las pobres escuelas en las que aprendimos nuestros primeros pasos en la vida.
***
Tras una dichosa estancia en Barcelona, ya hemos vuelto a las aulas.
Estoy muy feliz porque los trabajos de composición plástica que han presentado los alumnos y alumnas son magníficos. Por otro lado, es un curso muy motivado, que, en silencio, presta atención y participa en los debates que introduzco.
En estos momentos estoy escaneando algunos de los trabajos para proyectarlos en clase y analizarlos. Previamente les felicitaré, indicándoles que es un verdadero placer trabajar con ellos.
***
Cierro, deseando a quienes siguen El Adarve que hayan tenido unos buenos días de descanso (cada uno a su manera).
Querido Aureliano:
– He leído algunos libros de poemas de Manuel Alcántara pero, sobre todo, he sido un seguidor asiduo de sus columnas.
La calle que le ha dedicado el pueblo donde vivo (Rincón de la Victoria) se llama precisamente POETA Manuel Alcántara.
Siempre me sorprendió la enorme cantidad de personas célebres con las que trató y con las que trabó amistad.
Alguna vez he cenado con él en el restaurante La Dorada. Era un amante de la buena gastronomía y un magnífico conversador.
– Que buena costumbre la de leer poemas. Y qué buen homenaje el que prepara tu Facultad. Antonio Machado merece ser recreado.
– Me alegra tu vuelta feliz a Córdoba desde Barcelona.
– He leído Llanto por la muerte del Paseo de las Laderas. Me ha gustado.
– Yo nunca he escrito poesía, pero sí he escrito a pie quebrado mi libro “Yo te educo,tú me educas” y a pie quebrado estoy escribendo el diario de Carla “Déjame que te cuente”.
Un gran abrazo.
MÁS
He sido un lector asiduo de Manuel Alcántara.
Era obligada la lectura de su artículo diario.
Siempre admiré su ingenio y su capacidad de análisis de la realidad política.
Empezaba a leer el periódico SUR desde atrás para adelante ya que su artículo cerraba el periódico.
Cordiales saludos.
Estimado Víctor:
El día que Manolo Alcántara fue incinerado, el periódico publicó su foto en el espacio que había ocupado tantos años y dejó EN BLANCO el espacio correspondiente al artículo.
Me pareció un gesto afectuoso de reconocimiento.
No estaba en Málaga ese día y quiero hacerme con un ejemplar. Será un recuerdo hermoso de la persona a la que leí y cité con frecuencia.
El cultivó la amistad hasta extremos increíbles.
Y escribió textos magníficos sobre ella.
RIP.
MÁS
Nunca leí a Manuel Alcántara. Lo confieso.Pero voy a acercarme a su obra por todo lo que se ha dicho en el artículo de la semana y en los comentarios que han ido apareciendo.
Me interesa especialmente la poesía, así que me haré con alguno de sus libros.
El problema ha sido que vivo en un lugar donde no se publica ninguna cabecera de la red Vocento.
Es interesante eso de escribir un solo artículo y publicarlo en 20 periódicos.
Estimada Sandra:
Tu comentario me ha llevado a pensar en cuántas cosas nos perdemos, cuántos libros no leemos, cuántos autores desconocemos…
Es curioso.
Qué decir de quienes escriben en lenguas que no podemos leer.
El tiempo es limitado y lo que podríamos leer es prácticamente ilimitado.
Cuántas cosas nos perdemos.
Gracias por tus reflexiones.
Besos.
MÁS
Excelente obra la de M. Alcántara.
Lo que más admiro de ella es la perseverancia, la constancia.
Escribir A DIARIO hasta los 91 años. Es casi increíble.
Una cosa es escribir algunos artículos interesantes y otra hacer obras de arte cada día.
Siento mucho su pérdida.
Querida María:
Manuel Alcántara vivía para escribir su artículo. Lo decía él: para mí vivir es escribir el artículo diario. Se levantaba tarde (decía que había conseguido sus dos grandes objetivasen la vida: no tener jefe y levantarse tarde). Leía todos los periódicos que le llevaban a casa y, con la información recibida, se ponía a redactar el artículo. Escribía con los dos dedos índices en una máquina Olivetti. Y luego mandaba por fax el artículo que se publicaba en 20 cabeceras de la red de prensa Vocento.
Estoy de acuerdo: lo importante es que todos los días te sorprendía con algo genial.
Besos y gracias.
MÁS
Miguel Ángel:
Me ha gustado mucho que hayas dedicado el artículo a la hija de Manuel Alcántara.
Como dices, no es fácil vivir al lado de un genio que se lleva todos los honores, todas las felicitaciones y todas las preguntas.
Imagino que Lola habrá contestado muchas veces a estas preguntas:
-¿Qué tal tu padre? ¿Cómo va tu padre?
Imagino también que le habrán dicho muchas veces:
– Qué maravilla de artículos los de tu padre.
¿Y ella? ¿Cómo estaba ella?
Es muy fácil decir que “orgullosa de su padre”.
Pero siempre en un segundo plano.
Querida Mercedes:
He pensado muchas veces en Lola Alcántara ya que, como compañera de Departamento, hemos podido hablar muchas veces.
También a mí me pasa. Siempre le preguntaba por su padre. Y, en los últimos meses, con mayor intensidad.
Con ocasión de la muerte de su padre se ha visto más claro ese papel de hija que había vivido al lado de un genio de la palabra.
Además,Manuel Alcántara era un hombre conocido y reconocido en muchos ámbitos. EnEl Salón de los Espejos del Ayuntamiento había muchísimas coronas: del periódico <As, del periódico Sur, de tertulias diversas, de amigos, del IES Manuel Alcántara, de la Diputación… No es fácil compartir tanta gloria desde un papel subsidiario.
Besos y gracias por tu participación.
MÁS
Me encantaba la forma de pensar de Manuel Alcántara.
Pero, sobre todo, me gustaba EL INGENIO CON EL QUE SE EXPRESABA.
Siempre he admirado a las personas con ingenio. Esa forma chispeante, original y divertida de decir las cosas de manera que te despiertan una sonrisa.
No sé cómo se puede formar a las personas para que lo tengan. No sé, en definitiva, si es algo innato.
Saludos.
Estimada Mercedes:
Creo que el ingenio es fruto de la inteligencia natural y creo que también se puede cultivar.
Se cultiva con la lectura, con la escritura, con la conversación…
Es la combinación entre las cualidades innatas y el ejercicio intelectual.
Naturaleza y cultura.
Besos y gracias.
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