La técnica del riesgo

23 Feb

He coordinado un taller para profesores y profesoras noveles de la Universidad de Málaga. Ha sido emocionante para mí ver esas caras de jóvenes docentes preocupados por mejorar su práctica de enseñanza y, más concretamente, sus estrategias de evaluación de los aprendizajes de sus alumnos y alumnas.

Tienen mérito. Porque la presión que tienen los docentes universitarios se ejerce, casi exclusivamente, sobre la investigación. Para hacer carrera hace falta tener sexenios (períodos de seis años) de investigación aprobados. Los sexenios son ahora la columna vertebral de la carrera docente. Cada vez es más cierto aquel viejo aserto: “publish or perish”. Si no publicas, estás muerto. El profesor universitario avispado dedica su tiempo a preparar un artículo en una revista JCR. No vale publicar en cualquier parte. Dedicar el tiempo, como ha hecho este grupo de valerosos docentes, a mejorar la enseñanza, es signo de indudable generosidad. Porque, cuando pasen cinco años, todos van a ser valorados positivamente por docencia bien hecha, aunque no se haga esa evaluación. Se les subirá el sueldo por un quinquenio docente “bien hecho”. No pasará lo mismo con la investigación. Si no publican en revistas de primera categoría no aprobarán el sexenio y si no aprueban el sexenio, no tendrán un complemento económico y no podrán prosperar en la carrera docente.

Así es la política universitaria. La conclusión es muy sencilla: hay que dedicarse a lo que importa. Preparar bien las clases, plantear la enseñanza de forma que provoque aprendizajes significativos y relevantes, tratar de motivar al alumnado, evaluar con rigor y sentido, atender bien la tutoría, organizar prácticas formativas… será una pérdida de tiempo.

Es fácil que quien lo hace sea hostigado por quien tiene unos planteamientos más pragmáticos: ¿te van a hacer un homenaje los alumnos y las alumnas?, ¿vas a heredar la Facultad?, ¿van a pedir que se ponga tu nombre a una calle?… En Argentina les dicen con ironía a estos docentes innovadores, esforzados, empáticos y generosos: ¿te van a dar la tiza de oro?

El taller tenía como pretensión analizar, comprender y mejorar los procesos de evaluación del aprendizaje del alumnado universitario.

Comencé aplicando la técnica del riesgo, de Maier. Dicha técnica parte de la siguiente pregunta: ¿qué preocupaciones tienes cuando afrontas una responsabilidad profesional? En este caso, la pregunta tenia una concreción muy nítida: ¿qué preocupaciones tienes cuando tienes que evaluar los aprendizajes de tus alumnos y alumnas? La técnica trata de provocar la reflexión, de explicitar y compartir las preocupaciones, de analizarlas con rigor y de afrontar las consecuencias del análisis.

Hay un beneficio en ella que no sé si Maier se planteó cuando la propuso. Se trata de que, al hacer públicas las preocupaciones, algunos descubren que hay inquietudes que jamás se habían formulado. Es decir, que se contagian algunas preocupaciones nuevas nunca imaginadas. Bienvenidas sean. Algunas, quizás, de gran calado. “Dios mío, ¿cómo no había pensado yo en eso antes?”, se dicen algunos, convenientemente alarmados. Por eso, entre otras cosas, me gusta la técnica del riesgo.

Les entregué una hoja en la que plasmaron, después de unos minutos de reflexión, su preocupación más importante. Y luego la compartieron conmigo y con el grupo.

La técnica del riesgo permite hacer una radiografía de las principales preocupaciones del grupo con el que vas a trabajar. El taller se orientó, a parir de ese momento, a dar respuesta a las inquietudes que habían ido presentando.

Esta técnica permite ver también la complejidad del fenómeno que se aborda. Fueron apareciendo inquietudes de naturaleza técnica, otras de carácter ético, algunas relacionadas con la institución y la normativa, otras vinculadas al mundo emocional…

Voy a presentar algunas preocupaciones de los asistentes, ante la imposibilidad de explicitar la de cada uno. Cuando alguno dijo que su preocupación ya estaba formulada por un compañero, le hice saber que la de cada uno era única a irrepetible porque, aunque tuviera la misma o parecida formulación, no era igual el origen, la intensidad, el calado, la vivencia, las consecuencias de la misma. Varios estaban preocupados por la justicia de la evaluación que realizan pero, para uno es una preocupación intrascendente y para otro es motivo de una horrible desazón que no le permite dormir ni vivir en paz.

Ver plasmada por escrito, fuera de nosotros, una preocupación, le confiere una entidad diferente a si solo se queda en nuestras mentes. Tengo delante los escritos que redactaron, todos ellos breves pero enjundiosos. Alguien escribió y luego nos dijo a todos:

– Nadie me ha enseñado a evaluar.

Y es verdad. No hay formación específica para la práctica docente universitaria. El profesor tiene que actuar guiado por lo que ve hacer a otros, por lo que han hecho quienes le han evaluado, o por la normativa de la intuición.

Otro escribió:

– No tener el tiempo necesario para evaluar adecuadamente.

Lo cual nos lleva a la cuestión de la masificación de las aulas y a la posibilidad de realizar una enseñanza y una evaluación personalizada.

No puedo, como comprenderá el lector, detenerme con cada una de las preocupaciones. Ni siquiera con unas líneas. Reproduciré solamente algunas para dejar de manifiesto la complejidad del tema. Cuando fui Director del Departamento de Didáctica dedicábamos una reunión a cuestiones administrativas o burocráticas y otra a dimensiones pedagógicas de la práctica docente: selección de contenidos, metodología, evaluación, coordinación, actitud de los alumnos… ¡Qué interesante sería trabajar estas cuestiones que siguen en las reuniones de Departamento!

– Utilizar instrumentos adecuados para realizar una comprobación fiable de lo aprendido.
– Que refleje de forma precisa el proceso y el resultado del aprendizaje
– No ser justo/a con todos y con cada uno de mis alumnos y alumnas.
– Ser justo, pedagógico y ético al mismo tiempo.
– Despertar interés por la asignatura y por el conocimiento.
– La consecuencia de las evaluaciones, tanto para la persona en sí como para su futuro profesional
– Que los malos resultados sean el fruto de la mala calidad de mi enseñanza
– Que sepan y quieran poner el conocimiento adquirido al servicio de la sociedad.
– Que pueda desanimar a una persona válida.
– Comprobar si han llegado a aprender lo que pretendí enseñar y, desde ahí, abordar problemas más complejos.
– Que sepan desenvolverse en el mundo laboral con técnica y ética.
a las peculiaridades de cada uno
– Que todos alcancen un conocimiento básico de la asignatura
– Que tenga en cuenta sus sentimientos durante el proceso
– Tener en cuenta la diversidad de mis alumnos y alumnas…

Una vez presentadas las preocupaciones se analiza su parte racional e irracional, su intensidad, sus causas (institucionales o personales) y sus efectos en la práctica,… Y, como es lógico, luego se trata de afrontar y superar esas preocupaciones para buscar una práctica que esté presidida por la racionalidad y por la justicia.

22 respuestas a «La técnica del riesgo»

    • QUERIDO JOSÉ ANTONIO:
      Es un tema al que le ha dado algunas vueltas. He escrito sobre él 11 libros (España, Argentina, Colombia, Chile, Portugal…). Le he dado algunas vueltas. Tanto acerca de la evaluación del aprendizaje como de instituciones, programas y sistemas. La evaluación condiciona el quehacer. Si es pobre, el proceso será pobre. Tiene además mucho poder y está cargada de peligros.
      También me interesaba tocas la formación docente de los profesores universitarios.
      Gracias por seguir la carrerilla.
      Un abrazo.
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    • Si Maestro. Yo soy la bendecida que un día me topé con dos de tus libros y me sirvió mas qye nada para mantenerme de pie con lo que concebía del propósito de la evaluación ante una impresionante presión de los que los que utilizan para cualquier fin y menos para la mejora. La evaluación como Dialogo Comprensión y Mejora leí de corrido de principio a fin. Me sentí una gran Maestra.

      • Querida María:
        La inteligencia y la bondad, en este caso, están en quien ha leído así. Con esa humildad, con ese compromiso, con esa sabiduría.
        Estoy seguro que los mismos libros a otros no les han hecho ninguna mella.
        Has sido tú la artífice de la mejora.
        Besos y gracias.
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  1. Querido Miguel Ángel, consciente de que nada nuevo puedo aportar sobre la evaluación frente a quien, como dices, ha escrito 11 libros sobre el tema. Hago presencia para indicar que sigo vivo y para decir que la única evaluación que yo contemplo es la continua.
    Un abrazo y saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      Todos hemos pasado media vida siendo evaluados. Sabemos mucho de lo que se cuece en esos pucheros. Y tú fuiste evaluados luego muchos años. También prendiste de la práctica y de la teoría.No hace falta escribir libros para saber de las cosas. Yo te considero un hombre justo y un profesional magnífico. Podríamos contar muchas cosas de gran interés. Estoy más que seguro. Apunta una de ellas: no dejar la evaluación solo para el final. Qué gran verdad.
      Un abrazo y gracias por estar ahí.
      Desde Nueva York.
      Por leerme y por escribir cada semana.
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  2. No me cabe la menor duda de que hay maestros y maestras que marcan en gran medida el devenir de sus alumnos, tanto para lo bueno como, lamentablemente, para lo malo.

    Tomemos como referencia lo bueno.

    Tras los exámenes de enero-febrero de nuevo se reanudan las clases. Comienzan también las asignaturas del segundo cuatrimestre. Entre ellas la de Educación Plástica y Visual, en la que participo desarrollando la teoría como profesor colaborador (no olvidemos que estoy jubilado; o mejor, me han jubilado).

    Como suelo hacer, antes de comenzar, miro detenidamente los nombres de cada uno de los alumnos y alumnas que aparecen en el archivo digital de la Universidad de Córdoba. Me fijo en sus rostros; leo su lugar de procedencia; el año de nacimiento; su dirección durante el curso; tomo nota de ellos y voy memorizando sus nombres.

    En el inicio, tras explicarles en qué consisten los contenidos teóricos que desarrollaremos, abro debate: les nombro aleatoriamente y se sorprenden de que ya conozca de dónde proceden, que les pregunte por sus pueblos, incluso de que les cite el día de su cumpleaños.

    “Alicia, quisiera hacerte una pregunta: ¿por qué has elegido estudiar Magisterio”, me dirijo a una de las alumnas de la clase.

    Puesto que ya llevamos un par de clases y entienden que la asignatura difiere del modelo que siguen en otras de ellas, la alumna aludida no se inquieta excesivamente y me responde que siempre ha querido ser profesora, que es un trabajo que le gustaría ejercer.

    Voy siguiendo. “Ricardo, en tu caso, ¿qué te ha impulsado a realizar estos estudios?”. Ricardo me explica que tuvo un magnífico profesor de matemáticas, que era un apasionado de la enseñanza, que les trataba con gran cordialidad, al tiempo que planteaba una metodología de evaluación distinta a los exámenes tradicionales.

    “¡Qué casualidad!”, exclamo. “Este fin de semana saldrá en los diarios digitales de Andalucía de los que os he hablado un artículo titulado ‘Educar con pasión’, en el que hablo de las cartas que se intercambiaron Albert Camus y su viejo maestro Louis Germain. Os aconsejo que lo leáis. De todos modos, el próximo día traeré la novela póstuma de Camus titulada ‘El primer hombre’ en la que aparecen ambas cartas, al tiempo que os hablaré del autor”.

    Tal como les prometí, en la clase siguiente llevo la novela de Camus. Les explico quién fue y les leo la carta que, tras recibir en Nobel de Literatura, le escribió a quien fuera su querido maestro. También lo hago de la respuesta que le dio Louis Germain.

    La clase, en un aula muy grande, ha escuchado con absoluto silencio. Percibo la emoción en sus rostros. Y creo que sienten que caminan por un sendero que les llevará a uno de los trabajos más emocionantes que pueden ejercerse.

    ***

    Inicio esta asignatura con gran placer. He comprobado que el conjunto de la clase se encuentra bastante motivada. Han respetado lo que les he indicado sobre el uso de los móviles en el aula. Apenas he tenido que hacer alguna observación sobre este tema.

    Han comprendido que la clase está abierta al debate y la reflexión. Que yo me implicaré lo máximo que pueda, pues tendrán que hacer un trabajo de investigación sobre el dibujo del escolar y que se los supervisaré individualmente, para que sepan escribir con la mayor corrección. También han entendido que no me importa dedicarles el tiempo necesario en esta tarea, pues, como les apunté, cuando di el salto de la arquitectura al aula no era para enfrascarme en artículos ni en otros temas que implicaran ir al mínimo en la relación profesor-alumno.

    ***

    Los que vivimos en Andalucía ya sabemos que el 28 de febrero es la fiesta de la Comunidad. Como cae en jueves, y el viernes no es la laboral en la Universidad de Córdoba (no sé que tema se celebra para justificar el puente), Flora y yo marcharemos a Barcelona para estar con Abel y sus padres.

    Disfrutaremos del niño, de la compañía de Abel-padre y de Esther, de una ciudad que nos encanta y visitaré librerías para rastrear en sus anaqueles. Este es un vicio que mantengo desde los años de estudiante universitario… y todavía no me he podido desenganchar del mismo. No sé si hay algún remedio para ello.

    • Querido Aureliano:
      Hermoso comentario, con apartados diferentes, aunque todos te expresan por igual
      – Te veo apasionado por la enseñanza, por el conocimiento de tus alumnos, por la innovación educativa…
      – Creo que te dije que esas cartas siempre me emocionaron. Creo que sé de memoria la carta de de Albert Camus…
      – A disfrutar de la familia y de las buenas costumbres barcelonesas…
      Un abrazo desde Nueva York.
      Y gracias.
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  3. Estimado Dr. Guerray a todos saludos cordiales
    Como siempre estupendo. Gracias por compartir los resultados de las preocupaciones de los docentes noveles. Creo necesario lo que Usted dice, no estar corriendo sin rumbo, como bien señaló en el artículo “cambiar la brújula por el reloj”.
    Pero como bien dice, la presión que tienen muchos de los docentes universitarios por la aceptación de las publicaciones en revistas JCR ante las prescripciones de las instituciones en las que se encuentran adscritos para mantener y progresar en su perfil de investigador y pertenecer competentemente en la plantilla. Y por otro lado, el desasosiego de los futuros candidatos para ser maestros o doctores en un posgrado, por las prácticas de su asesor, ocupado también de su perfil de investigador, el caso es que los matriculados se cuestionan, pero sin expresarlo en voz alta, prefieren no decir lo no esperado porque imaginan el panorama de mal gusto que vivirían en lo que resta con el asesor y las dificultades en la aprobación. Por otro lado, es un buen propósito, el que los directivos transmitan al datos sobre las evaluaciones con los estudiantes o las publicaciones arbitradas, pero no les determinan cómo inciden los contextos y en las prácticas de enseñanza. Como Usted bien dice la evaluación no es tan lineal. Considero que tiene razón, siempre tener sensatez y en ello cuestionar siempre, con elegancia, para generar instrumentos de evaluación que ayuden a cerrar las brechas entre la realidad de la práctica, el cumplimiento de programas y la teoría, pese a que durante la elaboración resulte el riesgo de escuchar posturas cuestionables por parte de los futuros candidatos en maestría o posgrado para enfrentar con el mismo su labor docente o administrativa bien hecha, no solo que participen en el agrado del instrumento, en torno a que las dimensiones y los ítems sean acordes para dar cumplimiento al programa. Porque mientras tanto, en medio como creo que señala y coincido, se encuentran las horas de sueño del alumnado y el profesorado, en sus labores diarias, en el tiempo, sus horas de relaciones con otros, y en otros casos en la autoestima. Gracias Dr. por compartir los resultados de la aplicación.

    • Querida Lourdes:
      Bien se ve que sabes de lo que hablas. Lo vives en tu propia experiencia.
      Yo no comparto muchas prácticas de la evaluación que se hace en la Universidad.
      La foto elegida para encabezar el artículo nunca habría respondido a mi forma de entender y de practicar la evaluación.
      Tengo pendiente una contestación a un correo tuyo.
      Estoy con la familia en Nueva York y le dedico muy poquito tiempo al correo.
      Besos y gracias.
      MÁS

  4. Hola Miguel Ángel.

    Te he leído y comentado, pero tras un largo relato, le he dado a una tecla y lo he perdido todo. Me da pereza volver a escribir. Al menos indicarte que, aunque no comente, te leo cada semana, al igual que al resto de los comentaristas. Un saludo para todos y todas.

    • Querido Juan Carlos:
      Muchas gracias por leer y por intentar escribir ese comentario largo. A veces, la técnica juega esas malas pasadas.
      Es bueno copiar antes de enviar por sin acaso.
      Un abrazo.
      MÁS

  5. hay dos temas que me han parecido fundamentales en el artículo:
    – La formación pedagógica del profesorado universitario, que no existe. Y es muy necesaria.
    – La evaluación del alumnado que es tan importante.Me ha interesado conocer las preocupaciones del profesorado.
    Gracias por el artículo, profesor.

    • Estimado Lucas:
      No hace falta ni un segundo de formación didáctica para ser profesor universitario.
      Y hay quien piensa que ni falta que hace.
      Estos docentes hacen el curso porque quieren, no porque sea un requisito.
      Ya sé que algunos no seremos capaces de formar adecuadamente pero una cosa es eso y otra que sea necesario formarse en psicología del aprendizaje, didáctica, evaluación, organización…
      Hay que replantearse esta situación.
      Saludos y gracias.
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  6. Excelente artículo.
    Me ha gustado, sobre todo, la reflexión sobre la diferencia entre la valoración de la docencia y la de la investigación.
    ¡Debería revisarse la política universitaria!
    Saludos

    • Querida Marta;
      He aplicado muchas veces esa técnica. Siempre con resultados excelentes.
      Permite elaborar una rafiografía de las poreocupaciones mas importantes del grupo.
      Eso da pie a enfocar lo sesión a responder a ellaa.
      Alguno descubre otras nuevas, lo cual es muy saludable.
      MÁS

  7. ¿Cómo puede ser que la docencia universitaria esté tan poco valorada?
    Los alumnos evalúan a los profesores y esa evaluación solo tiene efectos a título particular. Si el profesor quiere hacer caso, lo hace. Y si no, pues nada. Ni siquiera cuando hay una plaza que cubrir se tiene en cuenta lo que piensan los alumnos.
    El profesor sube el sueldo cada cinco años de docencia, La Haya hecho como La Haya hecho.
    Por eso tengo que felicitar a esas profesores que dedican tantas horas a la formación por el simple deseo de ser mejores.
    Hay que darle más valor a cómo s hace la docencia. No es igual un profesor que se esfuerza que otro que machaca a los alumnos.
    Buena semana.

    • Querida Candela:
      Es así.
      Recuerdo que cuando pedí mi último quinquenio de docencia bastó firmar un escrito que recibí del Vicerrector de Profesorado.
      eso fue todo: firme aquí. No tuve ni que recordar cuándo se cumplían los cinco años.
      Pero cuando pedí el último sexenio tuve que revisar todo lo publicado, elegir las cinco mejores aportaciones, elaborar un escrito amplio, someterme a una comisiono de evaluación… Conozco bien cómo funcionan esas comisiones de evaluación porque formé parte de una de ellas durante dos años… Ese es otro cantar.
      Creo que la política universitaria castiga la docencia.
      Habría que cambiarla.
      Besos y gracias.
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  8. Es una iniciativa que me parece interesante la de formar pedagógicamente a los profesores noveles de Universidad.
    Y mi pregunta es: ¿qué pasa con quienes no quieren o no pueden hacer ese curso que probablemente sean quienes más lo necesitan?
    Digo esto porque la mayoría no tiene ni la más pequeña formación para la docencia, que es una actividad que requiere saberes, destrezas y actitudes específicas.
    Urgen los cambios. Urgen las exigencias.

    • Querida Raquel:
      Pues con quienes no quieren hacer el curso, nada de nada. Lo que cada tenga a bien hacer.
      ¿Qué tal si metiésemos a operar en un quirófano a alguien que no tuviera ni idea?
      No creo que dejásemos que operarse a nuestros hijos…
      Besos y gracias.
      MÁS

  9. Querido Miguel Ángel:

    1.- Después de mi primer mini comentario, que más que nada era un saludo en la línea de los de Joaquín o Juan Carlos: sigo en el mundo de los presentes y poco puedo aportar (yo sobre todo, y me refiero a lo de aportar algo que pueda tener un mínimo valor). A mí no me aburres ni me cansas hables de lo que hables, y menos si lo haces de la evaluación desde cualquiera de sus formas de atacarla. En este caso te vas al profesorado universitario.

    2.- Seguro que alguna vez ya te he hablado de ello, de mi forma de ver el asunto desde el pupitre, desde la clase, desde el examen. Nunca tuve ni idea de que no se les exigiese un mínimo de formación para enseñar, solo dominar la materia. Y en cuanto a lo de dominar, he vivido casos escandalosos. También muy buenos. Lo que más me chocaba era que estaba en una facultad que pretendían formar a formadores. Y me quedo con la frase de Raquel Cava: “ La docencia es una actividad que requiere saberes, destrezas y actitudes específicas.”

    3.- En este sentido, la no formación para dar clases del profesor universitario, me viene a la cabeza tu artículo http://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2014/05/03/disparate-descomunal/. Si eres estudiante, o seas lo que seas, te recomiendo leerlo. Un par de adelantos:

    “Piensan quienes defienden esta tesis que la profesión docente es inespecífica, es decir que no requiere de saberes especializados, de habilidades concretas, de actitudes peculiares.”

    “Ningún pedagogo ha dicho que haga falta dominar al dedillo aquellos conocimientos que se desee enseñar. Ninguno. Acaso no sea tan obvio para ella decir que si el conocimiento que se adquiere sirviera para explotar, engañar y dominar mejor al prójimo, más nos valdría no tenerlo. Por eso hace falta algo más, mucho más que tener esos conocimientos. Hace falta saber trabajar otras parcelas, como las actitudes, las emociones, los valores. Hace falta saber enseñar y, lo que es más difícil, despertar el amor al conocimiento. ¿Qué sabe de todo eso un Graduado en Informática?”

    “No saben que la enseñanza se produce en una institución escolar que tiene disputa ideológica, presión social, prescripciones externas, red compleja de relaciones, componentes nomotéticos e idiográficos…. El profesional tiene que saber cómo es la institución en la que se enseña y se aprende. Esa institución, por otra parte, tiene un poderoso curriculum oculto que es necesario descifrar.”

    “La enseñanza no causa automáticamente el aprendizaje. Ahí está un mito y un error de consecuencias irreparables. No es inequívoco saber si el aprendizaje se ha producido y por qué causas no se ha producido. Las competencias profesionales del maestro tienen, a mi juicio, tres ejes fundamentales: unas están relacionadas con el saber, otras con el saber hacer y otras con el saber ser. Ninguna de ellas es congénita. Es decir, que quien desea ser un buen profesional tiene que adquirirlas con esfuerzo y perseverancia.”

    4.- Y si esto pasa en la Universidad, qué decir en Educación Infantil, vale cualquiera, pues tampoco son necesarios dominar muchos conocimientos, tener una gran cultura, para qué, para niños pequeños con limpiar mocos y cambiar pañales, entre otras cosas de valor mínimo, pues eso. Para mí, qué gran error. Ahí comienza todo. (No me enrollo más, que ya está más que estudiado y escrito, y su localización es fácil).

    5.- Querido Miguel Ángel, ¿cómo se te ocurre cambiar la cálida Málaga por la gélida Nueva York?
    Yo, que soy hombre de campo que vive en una pequeñita ciudad costera gallega, en un lugar así me perdería, me moriría, sería como aterrizar en Marte. En las películas todo se pinta muy bonito, pero yo este fin de semana he sido feliz mientras podaba, sin rascacielos, sin ruidos, sin enjambres de personas. Solo yo, mis tijeras, los manzanos y el verde. Ah, y mi yo mismo, mis ideas, que no dejan de ser las que voy robando por aquí y por allá, por donde puedo, gracias a quienes me las enseñan.

    6.- Un fuerte abrazo, maestro, y que usted lo disfrute, que cada uno lo hacemos a nuestra manera, la que elegimos o la que podemos, o puede que coincidan ambas cosas.

    • Querido José Antonio.
      Entiendo tu asombro, que comparto plenamente, ante las deficiencias didácticas que se producen en las Facultades que tienen la misiono de formar a docentes.
      Es un disparate tremendo dar una clase sobre creatividad al dictado o un curso sobre participación teniendo a los alumnos silenciosos, inmóviles y sojuzgados. Es como decir: AQUI SE DAN CLASES DE HORTOGRAFÍA.
      Ha sido Carla la que nos ha traído a Nueva York. Hemos pasado unos días de frío pero de mucha actividad tus´sativa y cultural. Impresionante ciudad.
      Me dicen que el Presidente no ganará la reelección. Espero.
      Recuerda el artículo SEAMOS FELICES MIENTRAS PODAMOS. Ya te imagino feliz haciendo las tareas del campo…
      Un abrazo y gracias.
      MÁS

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