La vaca, el zorro y el pajarito

12 Ene

Conozco desde hace muchos años una fábula que han devuelto a mi mente algunas preocupaciones educativas recientemente estrenadas. Tengo una hija que está dando sus primeros pasos en la adolescencia. Y la veo tan ingenua, tan confiada, tan desvalida ante los peligros que la acechan, que la quiero dedicar esta fábula antes de que sea tarde. Va dirigida también a todos los padres y madres que tienen hijos o hijas en esta etapa en la que sus vástagos han dejado la niñez y no han llegado a la vida adulta. También va dirigida a todos aquellos educadores que trabajan con esta compleja etapa en la que los alumnos piensan que lo saben todo y que quienes les aconsejan no saben nada del nuevo estilo de vida del que ellos son maestros, no aprendices.

Cuento primero la fábula y luego aplico las tres moralejas a los hechos de una realidad inquietante. Sé que no es fácil escarmentar en cabeza ajena. Sé que estas lecciones suelen resultar inútiles para quien piensa que no las necesita. Aquí está, por si acaso.

Una vaca está pastando tranquilamente en el prado cuando ve que un pajarito se cae del nido cerca de donde corretea un zorro. La vaca, enternecida y temerosa por el peligro que corre el pajarito, defeca sobre él para ocultarle a los ojos del zorro. Si no le ve, si no le huele, podrá salvarse del inminente riesgo. Luego tendrá ocasión de limpiarle a lametazos convenientemente cuando el zorro se haya ido. Pero el pajarito, que se asfixia debajo de la capa caliente de la bosta, comienza a piar de forma desesperada. El zorro levanta sus orejas prestando atención y tratando de identificar el lugar de donde procede el angustioso piar. Corre veloz hacia el montón de plasta y escucha los piidos del pajarito. Lo coge con la boca, lo lava en el río y se lo zampa en un instante.

De la fábula se desprenden de manera evidente tres moralejas. Primera: alguien te puede llenar de mierda con buena intención. Segunda: Alguien te puede sacar de la mierda con mala intención. Tercera: Cuando estés lleno de mierda no digas ni pío.

Los padres y los profesores exigen a los hijos y a los alumnos muchas cosas que no quieren hacer, les plantean recomendaciones que no les gustan, les ponen límites que ellos desean traspasar, les reprochan aquello que no hacen bien, les niegan permisos que solicitan sin cesar, hasta les castigan para que se enmienden cuando se han portado mal. Restricciones en el uso de móvil, recortes en lo horarios de regreso, negativas en la solicitud de regalos, demandas contundentes sobre el comportamiento, exigencias respecto a los estudios, reconvenciones sobre los amigos, colaboración en el establecimiento del orden en la casa… Todo necesario. Nada placentero.

Acabo de recibir al respecto una anécdota significativa. Está contada en inglés. Presento aquí la traducción de lo que el padre va diciendo al describir y explicar las imágenes que va grabando desde un coche que sigue despacito los pasos de una niña que va caminando con su mochila escolar a la espalda.

“Buenos día y feliz lunes para todos. Es un feliz lunes para algunos de nosotros. Un breve contexto para el vídeo que estoy grabando. Esta hermosa dama es mi hija de diez años que por segunda vez ha sido expulsada del autobús escolar por hacer bullying a otro estudiante. Déjenme ser extremadamente claro: el bullying es inaceptable, especialmente en mi casa. El viernes pasado me trajo la notificación de su expulsión del transporte escolar. Ella me dijo: Papi, me vas a tener que llevar al cole la próxima semana. Como ven, esta mañana ella está aprendiendo la lección de otro modo. Muchos chicos, hoy en día, creen que lo que hacen sus padres por ellos es un derecho y no un privilegio, como llevarles a la escuela por la mañana o trasladarlos en autobús por las mañanas. Por eso hoy mi hermosa hija va a caminar 5 millas (ocho kilómetros) para ir a la escuela con 36º de temperatura (2º C). Sé que muchos padres no estarán de acuerdo conmigo. Creo que estoy haciendo lo correcto para darle a mi hija una lección y que no siga acosando”.

No sé si yo hubiera actuado así en un caso similar. Tengo mis reservas sobre los castigos. Porque temo que, con ellos, se aprenda a hacer las cosas bien por el miedo a recibirlos y no por el sentido del deber.

Voy a la primera moraleja. La “caca” de la dureza, de la exigencia, del dolor, molesta y huele mal. Preferiríamos estar lejos de ella. Preferiríamos no verla, no sentirla. Alguien nos la pone encima por nuestro bien. Para protegernos de los enemigos que nos pueden destruir: la indolencia, el abuso, la insolidaridad, la falta de respeto, las pésimas influencias, la destrucción…

Sin esa protección que resulta a veces dolorosa, sin esos límites, sin esas negativas, sin esa “caca” que molesta, el pajarito (el adolescente) no hubiera seguido vivo un segundo. Si se hubiera quedado calladito al resguardo de la coraza brindada por su protectora, se hubiera salvado.

Segunda moraleja. Existen personas que te quieren apartar de esas exigencias dolorosas con mala intención, con la intención de conducirte a la pereza, a la desobediencia, a los porros, al alcohol, a la delincuencia.

Hay personas que pretenden sacar a otros de esa capa de severidad y de exigencias que imponen los padres y los profesores. Este proceso es frecuente en la adolescencia, una etapa en la que los pares tienen una influencia extraordinaria. Más importante que lo que digan las familias y la escuela es lo que diga la pandilla. Hace falta ganarse su beneplácito. Y se gana siguiendo sus recomendaciones, sus consejos, sus decisiones.

Esas personas que buscan víctimas están camufladas bajo la máscara de un programa de televisión, de un unos anuncios tramposos, de unas organizaciones mafiosas, de unas pandillas sin moral.

El incauto pajarito caerá fácilmente en la alegría de la liberación. No más normas, no mas “caca”, no más exigencias trasnochadas.

La tercera moraleja se refiere a aquellos mecanismos que permiten al enemigo detectarnos. Cuando estamos cubiertos por la capa de la severidad, es fácil caer en la tentación de quejarse, de despotricar contra quien te exige, de maldecir la suerte de la obediencia. Ese piar nacido de la desafección y el malestar hace que se acerquen quienes han descubierto así la víctima propicia.

El enemigo te limpiará de obligaciones y de protecciones exigentes con la finalidad exclusiva de hacerte suyo y devorarte:

– No le hagas caso a tus padres, son unos rancios y unos anticuados.
– Olvídate de los consejos de tus profesores, son unos carcas.

Si no está uno precavido, es fácil caer en esa trampa. Piar y piar de manera imprudente, alertará a quien está buscando una presa. Se puede piar presencialmente, se puede piar telefónicamente, se puede piar en la red. No conviene olvidar que hay quien está muy atento a las señales que emite una víctima. Los lamentos resultan luego tardíos. El pajarito de la fábula no tuvo tiempo de emitirlos. Fue devorado sin contemplaciones. Era tarde para cualquier rectificación.

18 respuestas a «La vaca, el zorro y el pajarito»

  1. Hola, un saludo desde la parte inferior del blog (apartado de comentarios)

    Divertida (y cruel) fábula la de hoy. Casi un castigo (no físico) para los bienintencionados impulsivos.

    Me vienen a la cabeza muchas cosas ante la lectura de este cuento:

    En primer lugar las situaciones en que han actuado sobre mí mediante un castigo físico. Tengo algunas en mi infancia en el ámbito familiar, en la educación educativa (colegio) y entre mis iguales de niño. Todas fueron injustas y, efectivamente, dejaron una impronta indeleble. De ellas solo reseñar que los efectos me hicieron pensar en fugarme del hogar en la caja de un camión de transportes aparcado en mi barrio con nocturnidad, abandonar el colegio o aislarme todavía más ante el acoso escolar (Cuento una de estas situaciones en uno de mis blogs: https://imagenx1000palabras.blogspot.com/2012/06/el-camion-de-la-media-noche.html

    En segundo lugar los dos únicos momentos en mi vida en que he reaccionado con un castigo físico (tortazos) en el ámbito educativo. Ambos fueron por un insulto público en situaciones de enorme estrés. Tambiñén tuvieron efectos devastadores sobre mí, posoiblemente mayores que sobre “las víctimas”; pareció que hubiera recibido yo esas bofetadas centuplicadas. (También lo cuento en ese blog https://imagenx1000palabras.blogspot.com/2011/10/10-bofetadas-en-3-a.html)

    En tercer lugar las experiencias de algunos compañeros que han compartido conmigo su perplejidad y asombro por haber reaccionado de esta manera. Con enorme sorpresa recibí un día la confidencia de una commpañera extraordinariamente commprometida que me consesaba presa del pánico que “había dado una torta” a uno de sus alumnos (También relatado en mi bitácora: https://imagenx1000palabras.blogspot.com/2011/10/pieles-finisimas.html)

    En último lugar las diversas publicaciones que, desde la prensa o los medios audiovisuales, tratan el tema. Nunca podré olvidar la hermosa película “Capitanes intrépidos” donde el capitán del barco qe recoge al consentido y rico da un bofetón que efectos catárquicos en el pequeño monstruo maleducado y narcisista recogido en el mar (bien es verdad que suavizado por la comprensión y el cariño del marinero portugués protagonizado por Spencer Tracy).
    También me resultó muy interesante las perspectiva que aborda Javier Marías (en su artículo de EL PAÏS Semanal el 27 de sepltiembre de 2009) “Pieles finísimas” (https://elpais.com/diario/2009/09/27/eps/1254032818_850215.html)

    Dejo a cada cual que saque sus conclusiones al respecto.

    • Querido Jesús Marcial:
      Interesante comentario, con sus cuatros aportaciones complementarias.
      Afortunadamente yo nunca recibí ni en la familia ni en la escuela un castigo físico. Ni fui testigo de ellos.
      Y digo afortunadamente porque, como tú dices, se pega en el cuerpo y en el alma.
      No soy partidario ni de la bofetada (torta o cachete) OCASIONAL. Lo cual quiere hediere que no apoye otros medios de corrección. Estoy de acuerdo con la tesis básica de Javier Marías: esa piel finísima convierte a los adolescentes en seres incapaces de asumir la menor frustración. (Léase en esta blog EL CACHETE DEL SEÑPOR CALATAYUD).
      Interesantes, valientes y muy bien escritos tus relatos autobiográficos.
      GRACIAS, AMIGO.
      Un abrazo.
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  2. Miguel Ángel, escribes este artículo con el pensamiento puesto en tu hija que inicia la complicada travesía de la adolescencia. Esa travesía puede ser temible para el desamparado, para el que no tiene guía o el guía es inexperto. Tu Carla podrá tener tropiezos, pero el éxito está asegurado.
    Nada que añadir a tus reflexiones, solo que hay amores que matan, y hay durezas con amor que salvan. La fábula no tiene desperdicio.
    Mi adolescencia no tuvo ningún peligro de los que hoy acechan, los peligros estaban dentro de mí con sus angustias, sus miedos, sus temores, sus irreflexiones que el tiempo fue curando, al menos en parte.
    Saludos a todos con el deseo de acierto si sois educadores de adolescentes o padres de ellos.

    • Querido Joaquín:
      Nuestra adolescencia, querido amigo, fue bien atípica.
      La que atraviesan los chicos y las chicas en estos tiempos es bien distinta. Y no me gusta ver la adolescencia como etapa llena de problemas sino como una etapa llega de oportunidades. Oportunidades que hay que saber aprovechar.
      Ya sabes que una cosa es predicar y otra t¡dar trigo. A veces, piensas las cosas de una manera y las actuaciones no son tan coherentes como debieran.
      Es un difícil equilibrio el que hay que mantener entre asumir riesgos y ser prudente. Entre la libertad y la responsabilidad.
      UN abrazo.
      Y gracias, como siempre.
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  3. Querido Miguel Ángel.

    Traes a colación esta semana un tema de debate c on muchas aristas. Jesús Marcial ha tocado la de los castigos. He leído el artículo de Javier Marias que en sus planteamientos (sobre este tema, y seguro que sosbre muchos mas) dista bastante de lo que tú sueles argumentar.

    Él habla de la finísima piel, y otros pueden citar la piel curtida. Esa piel que ya no se inmuta por nada: calor, frío,… Y posiblemente, mientras no estemos bien formados y educados, tan malo puede ser cuidar la piel con muchos “potingues” para que esté tersa y suave, como endurecerla y curtirla a base de “palos” “cachetes” “bofetadas”,… Cuando la piel se acostumbra este tipo de “incremencias” ya le resbalan… Como siempre… buscar el equilbiro no es nada fácil…

    Un abrazo.

    • Querido Juan Carlos:
      Ahí está. En el tacto.
      Describes muy bien los dos peligrosos extremos.
      Y, además, está el no menor problema de la singularidad de cada chico o chica.
      A, veces. lo que es bueno para uno es malo para otro. O lo que es bueno en un momento para uno es malo en otro momento para él.
      Este asunto de la educación oscila entre la ciencia y el arte.
      No es nada fácil.
      Y, además, está la responsabilidad de cada persona. Con los mismos padres, hay hijos que se tuercen e hijos que caminan muy rectamente.
      Siempre es interesante leerte.
      Un abrazo.
      Y gracias.
      MÁs

  4. ¡Querido Maestro!
    Hoy tengo un día triste y tormentoso.
    Tal día como hoy hace 26 años murió mi madre.
    ¡Mi pesar, mi dolor nubla mi mente de toda sensatez!
    ¡Las madres son las figuras más importante para el desarrollo de las personas y yo tengo esa falta desde hace muchos años!
    Toda mi existencia ha sido tocada por el dolor.
    Mi niñez, mi adolescencia estuvieron expuestas a la falta de bienes materiales y a la carencia de afectos.
    La realidad me hizo ser fuerte y ganar las batallas a las circunstancias que me habian tocado vivir.
    ¡Desate mi furia salvaje, puse frenos al tiempo, me creé ilusiones y sueños , borde flecos al viento, trabajé duro para seguir existiendo!
    ¡A veces fui cobarde, tenía miedos!
    Pero contaba con las ganas y la esperanza de mis fortalezas para cambiar este monstruoso infierno.
    Y mire, aquí estoy viviendo mi presente y con un futuro incierto.
    Es la dura vida, querido Maestro!
    Nunca voy a dejar que las circunstancias apaguen mi fuego interno.
    ¡Amor es lo que doy y lo que tengo!
    Sin duda su hija teniendo tantos afectos luchará por conseguir sus hermosos sueños.
    Sin más, me despido, con un cordial saludo para todos.

    • Querida Loly:
      Qué comentario más intenso. GRACIAS POR COMPARTIR TUS SENTIMIENTOS CON NOSOTROS. No todos quieren hacerlo. No todos saben hacerlo.
      La muerte es algo excesivo. Se lo decía ayer a una compañera de Departamento que ha perdido a su madre. El vacío que deja una madre no se puede llenar. Ya ves, después de 26 años, tú aún lo sientes.
      Pero eres una luchadora y, a pesar de las dificultades, has salido y saldrás adelante. Con fuerza, con esperanza, con amor.
      Habrá altibajos, porque las soluciones no avanzan como las balas.
      Pero, cuando se sale de las dificultades uno se fortalece y se hace mejor persona.
      Mucho ánimo, querida Loly.
      Y gracias, una vez más.
      MÁS

  5. La fábula no puede ser más ingeniosa.
    Las moralejas aplicadas a la adolescencia me parecen oportunas. No solo oportunas sino necesarias.
    Tengo una hija adolescente y estoy muy preocupada. La influencia que tienen los amigos y amigas sobre ella es impresionante.
    Voy a leerle esta historia y espero que la sepa entender y aplicar.
    Saludos.

    • Querida Marta:
      Hace algunos años publiqué en la editorial Wolters Kluwer un libro titulado “ADOLESCENTES Y EDUCACIÓN”. Es un libro en el que intervienen varios autores y que fue el fruto de un Seminario que dirigí en la Universidad Menéndez y Pelayo de Santander. Fue aquella una buena ocasión para reflexionar sobre la etapa.
      Se trata de una franja de edad en la que se acumulan los retos y en la que se suelen vivir experiencias desafiantes. Tanto los adolescente como sus padres y educadores lanzan a la vida un S.O.S. que es a veces dramático. Recuerdo el título del libro de Ana Isabel Saz-Marín “S.O.S. ADOLESCENTES”.
      Tienes razón. Para los adolescentes la palabra de los amigos es la palabra de Dios.
      Por eso es tan importante que elijan bien la pandilla.
      Besos y gracias.
      MÁS

  6. Saludos cordiales estimado Dr y también a todos
    Su artículo tiene tanto sentido, y a la vez suponer que muchas veces los comportamientos de los jóvenes suponen retos por un lado el que empuja, pues nada que es el reflejo de las experiencias que han dejado las personas que mas de cerca les han sido una especie de modelo o han querido copiar y por otro lado, el que quiere pertenecer al grupo de quien empuja ya sea por miedo de ser víctima o por vivir desafíos que los mas cercanos no le inspiran la confianza ni a comentar que tienen cosquillas de hacer, que por miedo o por ser juzgados, deciden depositar su orientación en alguien que sienten no les va a juzgar e incluso posiblemente hasta les aliente. Y sin embargo, a veces actualmente algunos adultos con el síndrome de peter pan, reciente, querer detener el tiempo o vivir lo que no se vivió y mientras resuelven su propia catarsis y encima orientando a otros mas jóvenes, pues como las olas cuando revientan. Comportamiento no exclusivo de jóvenes, creo que los especialistas en comportamiento, tienen mas casos hoy día. Pero la buena fortuna es que al menos ya hay sensibilidad sobre esto. Me pareció estupenda la analogía y la elección de la fábula, para reconocerse en como las situaciones actúan sobre uno o como uno actúa con las situaciones.
    Gracias

    • Querida Lourdes:
      Gracias por leer el artículo y gracias por este comentario.
      Es muy importante que los jóvenes tengan referentes de comportamiento, especialmente de lo adultos que están a su lado. Me refiero especialmente a padres/madres y profesionales de la enseñanza.
      Tiene que tener cerca modelos en los que inspirarse.
      Besos.
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  7. La fábula es magnífica. Y también las moralejas.
    Imagino que podrían haberse aplicado a otras cuestiones de la vida, de la política o de la sociedad.
    Me parece estupenda la aplicación a la educación de los adolescentes. Yo se la leeré a un hijo adolescente. Tengo curiosidad por saber qué dice respecto a ella.
    Gracias, una vez más.

    • Querida María:
      Sería estupendo conocer qué es lo que piensa tu hijo adolescente. Porque una cosa es lo que nosotros pensamos y otra lo que piensan ellos.
      Ese diálogo es importante.
      A veces lo que consideramos los adultos como excelente ellos lo ven deplorable.
      Carla piensa que nosotros estamos anticuados y que no sabemos de lo que va la vida MODERNA.
      HAY QUE SALVAR LA VÍA DEL DIÁLOGO Y DEL AFECTO.
      Besos y gracias.
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  8. A los lectores y lectoras del blog:
    Si alguno lee el artículo a algún hijo o en alguna clase, me gustaría saber qué es lo que piensan los adolescentes de su contenido.
    Ya sé que no es fácil entender (y menos aceptar) consejos o mensajes de esta naturaleza. Pero gustaría conocer sus argumentos ante el planteamiento.
    Agradecido de antemano.
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  9. La etapa de la adolescencia siempre me ha parecido especialmente difícil. El adolescente, para afirmar su yo, tiene que enfrentarse a un tú. Y el tú más cercano son los padres y los profesores. Eso hace que surjan situaciones de conflicto.
    Me ha parecido muy interesante este artículo que está más encaminado a los chicos y chicas que a la familia ya ala escuela, aunque somos los adultos quienes tenemos que hacérselo ver.
    Muchas gracias.

    • Querida Aitana:
      Ojalá. Ojalá que los padres y las madres sepamos siempre cómo marcar los límites e imponer ese marco normativo que no deje a la deriva a sus hijos.
      Ellos a veces no aceptan que existen peligros y, desde su ingenuidad, no conciben que haya personas con un nivel de maldad tan elevado.
      Claro, en una etapa en la que quieren tener autonomía, les cuesta aceptar las normas. Sobre todo las que no ven justas.
      Por eso me parece tan importante mantener un clima diálogo que facilite la explicación.
      Hay que tener paciencia, amor y sabiduría.
      Besos y gracias.
      MÁS

  10. Estimado Aureliano:
    Mientras tú estás en Barcelona yo estoy en Córdoba.
    He tenido una sesión de trabajo con los miembros de la Asociación Cordobesa de Orientadores de Educación (ACOE). No te llamé porque sabía que no estabas.
    La conferencia ha tenido lugar en El Centro de profesorado que, como sabes, está en la Calle Doña Berenguela.
    Ha sido una experiencia fantástica.
    Me hubiera encantado encontrarle ente maravillosa ciudad.
    Un cordial saludo.
    MÁS

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