Yo nunca fui a la escuela

1 Sep

Confieso que vengo impactado. Viajo de Madrid a Málaga. Estoy escribiendo en el silencio de este tren rápido, limpio y cómodo que es el AVE. Vengo del Festival Alternativo de Creatividad y Educación (FACE 2018, que ha tenido edición anual desde 2010) donde he pronunciado una conferencia sobre “la educación en estos tiempos revueltos”. Del 20 al 26 de agosto se han congregado en La Chopera (Ugena,Toledo), 700 personas, muchas en familia, que no quieren la escuela convencional, que buscan escuelas alternativas, escuelas libres fuera del sistema educativo o que desean que la educación tenga lugar en el seno de la familia (homeschooling). También estaban allí personas que quieren transformar la escuela tradicional en una escuela democrática, creativa, libre, coeducativa, emocional, feliz e investigadora.

El manifiesto para esta edición de FACE, firmado por Daragh Mcinerney termina así: “Comunicándonos, reuniéndonos, pasando tiempo juntos con un verdadero espíritu comunitario, podemos establecer una plataforma para que se den otras sinergias aún por descubrir y así conectar gentes que buscan respuestas para preguntas que quizá todavía no hayan sido formuladas pero que juntos, podemos buscar”.

La creatividad asaltaba a los asistentes desde el programa diario, con un sinnúmero de actividades sugerentes (hasta diez simultáneas): música, arte, teatro, libros, conferencias, foros, talleres, conciertos… También desde el clima de libertad y desde la multiplicidad de encuentros multifacéticos.

Las actividades no podían ser más sugerentes y variadas: Taller de buenos tratos en familia para papás y mamás, Taller de risoterapia familiar, Al arrullo de los cuentos, Change education, change the world, La identidad de género y realidades trans, El Dragón Democratic School, Escaparate poético, La cuentera viajera, Cuenta cuentos y cuentos para colorear y dibujar, Osteopatía y vida saludable, Concierto: Credo, Taller de automasaje y relajación, Hacer slime con Saioa, Taller de teatro, Experiencia: cuando las alumnas nos organizamos por el feminismo, Un nuevo sistema de gobernanza nacional, El juego y las 5 zonas de desarrollo, Cómo no poner en marcha una escuela, Taller de lego, Concierto de rap, Experiencias de cohousing para vivir en comunidad, Educación y anarquismo, Mandalas de hilo, La diversidad como exclusión del sistema educativo, El proceso creativo, Taller de filosofía visual para padres y madres, Pedagogía de la desobediencia, Taller de zumba, Aquafamliy, Presentación del libro Igor y el ogro, Kubb en familia, La escuela del cuidado mutuo, Taller Basubanda familiar, Taller práctico de matemáticas, Taller de estampación textil, Pedagogías del siglo XXI, Taller de biodanza, Cine debate: La educación prohibida, Del homeschooling a la universalidad, El método Bates, Taller de malabares…

No voy a seguir. Consumiría todo el espacio del artículo. Es una muestra de la enorme creatividad y riqueza de la oferta formativa del Festival.

Allí me presentaron a una alumna de Summerhill, escuela que visité en dos ocasiones hace años, cuando ya no vivía Alexander S.Neill y guiaba la experiencia una hermana del fundador. Estuve en Summerhill en periodo vacacional (sin alumnos y alumnas, pues) pero pude dialogar durante mucho tiempo con su directora. Estuve en el lugar donde se celebraban las célebres asambleas de la escuela. Esta chica se mostraba orgullosa y feliz de la experiencia que había vivido en Summerhill durante cinco años.

Tengo delante un libro de Andre Stern que he comprado en el Festival y que se titula “Yo nunca fui a la escuela”. Le he robado al autor el título para este artículo. Cuenta Stern su vida lejos de la escuela pero inmerso en un aprendizaje continuo, autónomo y creativo. El libro te lleva a una pregunta intrigante: ¿se puede aprender fuera de la escuela, lejos de ella?

¿Por qué vengo impresionado? Por el clima de apertura, de libertad., de fraternidad, de tolerancia y de creatividad que he encontrado. El organizador, Daragh Mcinerney (nacido en Galway, Irlanda, ciudad en la que viví un año con mi familia), tiene tres hijas. Las dos mayores no fueron escolarizadas y la pequeña, de 9 años, va a la escuela “porque va contenta, porque se siente feliz en ella”. No veo explicación más clara de apertura. Una persona que lidera el movimiento de un mundo sin escuelas, pero que lleva a su hija menor a una escuela porque a la niña le gusta y es feliz. No es contradicción. La decisión lo que demuestra es que Daragh no es una persona sectaria. Creo que no está contra la escuela sino contra un tipo de escuela que supone una tortura para los niños y las niñas. Allí vi y saludé a sus dos hijas no escolarizadas que servían, amables y encantadoras, en el bar de La Chopera.

Lo que Daragh no quiere es un tipo de escuela en la que los niños no son felices, en la que aprenden a repetir y a obedecer normas desde una filosofía autoritaria. No quiere una escuela homogeneizadora, academicista, autoritaria, rígida y monótona. Ni yo. Lo más importante, a mi juicio, es comprobar cómo la decisión de la niña está por encima de las ideas de los padres.

Para mí, que he vivido toda mi vida dentro de escuelas convencionales, desde niño como alumno y luego como profesor o director, la desescolarización que proponían Ivan Illich (La sociedad desescolarizada, 1971) y Everet Reimer (La escuela ha muerto, 1974) siempre me ha parecido una solución equivocada a los problemas de la sociedad. He preferido trabajar desde dentro por la transformación y la mejora de la institución escolar. Porque considero que es el lugar ideal para aprender a pensar y a convivir.

Los títulos de estos libros chocan violentamente contra mis planteamientos sobre la escuela. Lo mismo me sucedió cuando leí el pensamiento de Margaret Mead (y otros de esta naturaleza): “Mi abuela quiso que tuviera una buena educación, por eso no me llevó a la escuela”. Pero me llevan a pensar en dos cuestiones fundamentales: la necesaria transformación de la escuela y la búsqueda de alternativas solventes.

Hace algunos años escribí una artículo sobre la escuela El Roure (Barcelona), una escuela “ilegal” pero con alma, fuera del sistema pero con una oferta de aprendizajes significativos y relevantes llenos de interés. Mi amigo José Contreras Domingo, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona, llevó a ella a su hijo Pau y en ella realizó su escolaridad.

Esta corriente tiene una dimensión muy enriquecedora ya que encierra una crítica feroz a las características más nefastas de la escuela tradicional, como son el academicismo, la homogeneización, la falta de participación, el autoritarismo, el androcentrismo, la uniformidad (todos, todos a la vez, todos lo mismo, todos de la misma forma, todos en los mismos tiempos), la rigidez, el exceso de normas, el olvido de los sentimientos… Esa crítica que a veces es dolorosa, resulta necesaria para que pueda darse la transformación.

Tiene otra dimensión positiva que radica en la búsqueda de alternativas. No se queda en la crítica, busca soluciones creativas y diversas. Genera escuelas alternativas, escuelas libres, experiencias innovadoras… Incluyo en esta búsqueda la educación en la casa (homeschooling), que tiene fervientes seguidores.

Les decía en una de las reuniones que la cuestión esencial es saber dónde queremos ir y que una cuestión secundaria (aunque también importante) es el camino para llegar. Y donde queremos ir, a mi juicio, es a la formación integral de los individuos para construir una sociedad mejor.

La ventaja de la escuela para conseguir estos fines es que por su estructura y funcionamiento necesita y desarrolla la socialización y la convivencia armoniosa bajo la tutela de especialistas en educación. La escuela es la gran mezcladora social. Ahora que empezamos un nuevo curso, es el momento de preguntarse si la escuela que queremos es la que en realidad tenemos.

39 respuestas a «Yo nunca fui a la escuela»

  1. ¡Buenoooo!

    Acabo de leer el artículo. Es tarde y me voy a acostar. Pero quería decirte, Miguel Ángel, que esto promete.

    ¡Buenooooo! ¡ Creo que nos espera una buena semanita! ¡Qué bonita es la escuela si siempre sirviera para lo que se dice que sirve! ¡ Qué buena sería si todos los niños y niñas fuesen contentos a ella, precisamente porque perciben que es “buena” (en los dos sentidos en los que estoy pensando).

    Hasta otro momento.

    • Querido José Antonio:
      A ti te ha sorprendido el artículo. A mí me ha sorprendido tu comentario tempranero (¡¡¡a las 3.13!!!). Y a ti no dejará de sorprenderte esta contestación a las 3.20 de la madrugada.
      Espero que el artículo produzca debate del bueno a dos semanas de empezar el curso escolar.
      Buenas noches.
      Gracias por leer y escribir a estas horas intempestivas.
      La foto es de un taller de filosofía para niños y niñas. En plena naturaleza. En pleno verano. En pleno Toledo (Ugena está a 35 kms de Madrid y a 35 kms de Toledo).
      Un abrazo.
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      • Hola, Miguel
        soy una estudiante universitaria de Colombia y tu articulo me ha aparecido sorprendente. Me gustaría poder leer el articulo que realizaste sobre la escuela El Roure (Barcelona) me ha dejado intrigada te dejare mi correo por si deseas compartilo . Gracias.

        • Querida Juliana:
          Gracias por tus generosas palabras sobre el artículo.
          Voy a buscar el artículo sobre la escuela El Roure (El Roble), una escuela alternativa de Barcelona.
          Apareció la publicación en la revista Organización y Gestión.
          Besos.
          MÁS

  2. Pequeño adelanto:

    Creo, Miguel Ángel, que hay un error en el nombre del autor del libro “Yo nunca fui a la escuela”. He estado mirando y compruebo que aparece firmado por André Stern; no por Aldo Stern.

    La curiosidad ha nacido de que Stern es el apellido de un autor que tiene en París un taller libre de artes plásticas para los niños: Arno Stern, que es bastante conocido dentro de los que trabajamos en el campo de la educación artística, puesto que ha publicado algunos libros sobre sus experiencias educativas.

    Pero una cosa es tener un taller de artes plásticas al margen de la escuela, dado que la enseñanza de esta disciplina es un auténtico desastre en las aulas (hay excepciones, como en todo), y otra cosa abogar por la enseñanza fuera de la escuela.

    Por cierto, en la extensa lista de talleres de los que hablas no veo ninguno relacionado con el aprendizaje de las artes plásticas. ¿Nos encontramos de nuevo con la “cenicienta” del ámbito educativo?

    Un abrazo y seguiremos hablando…

    • Querido Aureliano:
      Lo tengo delante de mí. Efectivamente, el autor es Andre Stern (sin acento en la portada, aunque he visto otras obras en que aparece con acento). También he visto los libros de Arno Stern, aunque no he leído nada suyo.
      No sé si hubo talleres detraes plásticas. Puedo comprobarlo. Solo he reproducido una parte de las actividades, como señalo en el texto.
      Gracias por la observación. Voy a corregir el error ahora mismo.
      Un cordial saludo desde cerca. Estoy en Priego de Córdoba.
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      • Precisamente en FACE le preguntaron Arno si tenía algún parentesco con André. Arno contestó que stern significa estrella y que hay muchas 🌟 en el cielo.
        Hubo talleres artísticos. En uno pusieron en el suelo todo tipo de materiales y dejaron crear a los niños a su antojo. En otro nos enseñaron nociones básicas de lettering.
        Tengo 4 hijos escolarizados pero no tendría problema en sacarles de la escuela si a alguno de ellos les hiciera infeliz .
        Un saludo.

        • Querida Mayte:
          Gracias por tu información y por tu comentario en general.
          Comparto tu última afirmación.
          Suerte para tus cuatro hijos.
          Ojalá que las escuela les ayude a ser solidarios, criticos y felices.
          Besos.
          MAS

  3. ¡Ostrás!

    Pues sí que me sorprende, pero solo un poquito! Aunque tú, aveces, juegas con la ventaja que te ofrece el lugar del planeta desde donde escribes. Tenías un viaje pendiente, ¿no estarás ahí ya?

    Pues sí, vamos a tener que hacer de tíos buscando nuevos motivos para decirles a nuestros sobrinos y sobrinas por qué deben ir a la escuela en este nuevo curso que está ya al caer.

    Las 7:17. Tampoco está mal considerando la hora a la que me acosté.

    Un abrazo, incansable.

    Creo que el amigo Aureliano hubiese disfrutado es ese taller de filosofía, y yo también.

    • Querido José Antonio:
      Esto promete.
      La hora del comentario no obedece a viajes sino a los días de verano que estoy pasando en Priego de Córdoba, pueblo donde nació mi mujer.
      Hay un hermoso libro de Helmut Von Hentig que se titula ¿Por qué tengo que ir a la escuela? Son 26 cartas que este pedagogo alemán le escribe a un sobrino cuando le formula esta pregunta al terminar las vacaciones.
      Interesante.
      Un abrazo.
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  4. Me temo, José Antonio, que en este ‘santo’ país dar filosofía a los niños sería un auténtico milagro que habría que anunciarlo por los medios de comunicación. ¿Acaso no sabes que a las mentes infantiles se les adoctrina en las aulas, de modo que sus pequeñas preguntas existenciales que puedan surgirles ya están todas respondidas en el catecismo, y que deben aceptar como verdades inmutables? Eso sí, en la actualidad con libros en los que aparecen unos dibujitos adecuados a sus edades; así les resulta más entretenido.

    Con el fin de no extenderme mucho, te pongo un ejemplo.

    Ayer, Flora y yo acudimos a despedir de la vida a un compañero fallecido. Allí me vi con su mujer, Ana, excelente profesora y entrañable compañera, también jubilada como su marido, y que con toda entereza nos recibía a los primeros que acudimos para estar con ella y sus hijos.

    También me encontré con María Vicenta, antigua compañera con quien compartí muchas tareas académicas, especialmente las referidas al programa de doctorado que dirigimos conjuntamente durante muchos años.

    María Vicenta tiene grandes cualidades, entre las que se encuentra su capacidad de entablar conversaciones animadas, puesto que no tiene problemas en narrar todo tipo de anécdotas.

    Pues bien, su entusiasmo como abuela nos encauzaba a describirnos sus charlas con sus dos nietos que viven en Granada, especialmente con el más pequeño que tiene tres años y que es un auténtico filón de preguntas.

    “¿Abuela, por qué tienes el pelo blanco?”, “¿Abuela, por qué hay una luna en Granada y otra luna en Córdoba?”, “¿Abuela, por qué…?”.

    Y ahora, yo te pregunto: “¿Cómo le explicas a un niño gallego tan pequeñito que te pregunta por qué hay una luna en Ourense y otra en Santiago de Compostela?”.

    Te en cuenta lo difícil que resulta explicarle que la Tierra es redonda, que no es plana, y que la luna es la misma en ambos sitios, al tiempo que gira alrededor de nuestro planeta.

    Lo más probable es que no comprendiera nada de lo que le dices, y que continuaría: “Entonces, ¿los que están en el otro lado de la Tierra, no se caen para abajo?”.

    Para que entiendas que el pensamiento infantil se corresponde con el de los inicios de la humanidad, te pongo un párrafo del magnífico libro “El nacimiento del pensamiento científico. Anaximandro de Mileto” del físico Carlo Rovelli:

    “Todas las civilizaciones humanas han pensado que el mundo real está formado por el cielo arriba y la Tierra abajo. Debajo de la Tierra, para que no se caiga, tiene que haber tierra, hasta el infinito; o una tortuga que descansa sobre un elefante, como en algunos mitos asiáticos; o columnas gigantescas, como las que se mencionan en la Biblia. Esta imagen del mundo la comparten las civilizaciones egipcia, china o maya, las de la India antigua y el África negra, los hebreos de la Biblia, los indios de América, los antiguos babilónicos y el resto de las que tenemos noticias”.

    ¿Y cuál fue la primera mente que afirmó que la Tierra era una inmensa roca que flotaba en el cielo y que estaba rodeada por este? Pues un filósofo nacido en el año 610 a.C. llamado Anaximandro, una de las mentes más geniales que ha dado la civilización griega, ya que los comentarios que aportaba provenían de la propia naturaleza, sin ninguna referencia a los dioses que por entonces eran los referentes de las explicaciones causales que se hacían los griegos.

    Bueno, amigo José Antonio, no sigo, pues corro el riesgo de dar una clase acerca de los inicios del pensamiento racional o, lo que es lo mismo, de la filosofía, cuando Miguel Ángel ahora nos interroga por nuestra postura ante escolarización sí o no, junto con otras cuestiones.

    Un abrazo, y no te acuestes tan tarde.

  5. Gracias por estas tórridas semanitas que llevamos sobre cómo mejorar la escuela para mejorar la sociedad. El problema de la esuela siempre es el mismo: la institucionalización y el talante autoritario que rezuma por considerarse a sí misma la solución (prefabricada) para todos los problemas. Desde que entré en la guardería ya aprendí que había que obedecer y que, si no, te acordarías de por vida. Todavía me acuerdo de aquella torta que la señorita me dio y que me congió de camino el oído izquierdo. Cuando salí de la escuela, creí que no volvería más y resulta que volví y para los restos. El problema, en esencia, está siempre en los prejuicios y en la dimensión controladora de la escuela. Pero el Estado no está por la labor de hacer una escuela amable. Parece que le duele mucho. En general resulta muy difícil, dentro del sistema, abrir espacios de aceptación de la diversidad, porque se valoran mucho las escuelas de caro caché, que son las más doctrinarias del panorama. Por otro lado las familias no entienden cuando se dan alternativas, si no se les explica bien, pero muy bien. Ya una vez le tuve que explicar a una madre que no podía aplicar la escuela que tuvo su marido a su hijo, ya que la contradicción era que quería que su hijo fuera precisamente algo más o mucho más que el padre. Y es que se mosquean, porque dicen que hacemos tonterías.
    La clave es que los alumnos vayan contentos a la escuela, pero siempre que no sean supermimados.
    También el trabajo en equipo del profesorado es hoy día indispensable.
    A mi modo de ver, la rémora hoy es la burocracia que lo envenena todo, y hasta indispone al profesorado, si no lo envenena también, sobre todo si se entera que todo está al servicio de unos chiringuitos que la “política educativa” monta para los amiguetes y desertores de la tiza.
    De todos modos soy optimista, porque aunque no tengamos recursos, siempre podemos contar con el principal recurso que son “las ganas”.

    • Estimado josem:
      – Muy de acuerdo en que el engreimiento es dañino y conduce al autoritarismo. No todo depende la escuela.
      – Hay que hacer permanente autocrítica y hay que abrirse a la crítica.
      – No hay alternativa posible si las familias no el ven el sentido.
      – La burocracia se está convirtiendo en un cáncer de las instituciones.
      – De acuerdo en que las ganas pueden con la falta de recursos y con todos los obstáculos.
      Un cordial saludo y gracias por estar siempre ahí.
      Gracias, amigo.
      MAS

  6. Cuando estás en plataformas de familias de alumnos de altas capacidades o en una asociación de familiares de alumnos con algún trastorno del aprendizaje te das cuenta de que la escuela convencional debe ser demolida como tal. No se puede pretender un solo modelo educativo para servir a la inmensa diversidad humana. Hay demasiados niños y niñas, adolescentes y jóvenes que languidecen en las escuelas. La enseñanza está repleta de incoherencias como potenciar al aprendizaje cooperativo mientras se mantiene la evaluación calificadora (https://www.practicareflexiva.pro/ni-jueces-ni-contables-hacia-una-evaluación-transformadora/) o hablar de diversidad y escuela inclusiva cuando no se detectan la inmensa mayoría de las particularidades de los alumnos y por tanto no se hace nada por lograr desarrollar su potencial (que permanece en el más absoluto de los desconocimientos). ¿Porqué se ha de asumir un currículo, una ley que regule qué se ha de hacer en cada curso, porqué agrupar a los alumnos en función de su edad? ¿Realmente qué es más útil: saber sobre algo y no tener título o tener un título pero no saber sobre ello? Porque se potencia (en la práctica) lo segundo sobre lo primero. De resultas, un trozo de papel (máster, por ej) vale más que ser competente en esta sociedad mediocre que hemos consentido entre todos.

    • Querida Inma:
      Me asaltan muchas veces las preguntas que te planteas. Escribí hace años un artículo titulado EL LECHO DE PROCUSTO. Procusto era un bandido del Ática que construyó un lecho de hierro en su casa. Detenía a los viandantes y los tendía sobre el lecho. Al que le sobraban los pies se los cortaba y al que no llegaba a la cabeza y a los pies los descoyuntaba. Me preguntaba al final si no sería la escuela el lecho de Procusto.
      Pero yo creo que se puede atender la diversidad en la escuela. Es más, sin hacerlo se convierte en una escuela no inclusiva.
      Se puede tener un papel (master, por ejemplo) y haber aprendido. O, mejor dicho, por haber aprendido. Y se puede no tener papel y no haber aprendido. Por eso mi postura es transformar la escuela convencional en una escuela libre, democrática, conductiva, inclusiva y laica. Y feliz.
      Besos y gracias por tu aportación.
      MAS

  7. Buenas tardes a todos!!!! luego de leer el artículo revisé mis recuerdos, aquellos pasos como alumna de primaria, y fui realmente felíz cada día en la escuela era una fiesta de cuentos, títeres, amigos, ese beso tan esperado de la seño que me duraba hasta el día siguiente cuando nos volviamos a encontrar…
    Pienso que la escuela enseña, la vida enseña, las emociones enseñan, los actos de humanidad enseñan… Me ha pasado como docente que he sentido que la escuela y mi clase era el único momento donde ealgunos niños tenían espacio para expresarse, para abrir su corazón y compartir sus sentimientos. Es maravilloso formar parte de la vida de un niño donde todos y cada uno de nosotros vivimos en un continúo aprendizaje. Es increible dar y recibir ese cariño tan dulce cargado con la magia de la infancia… un cariño para todos, gracias Miguel Angel por cada sábado de reflexión.

    • Querida Marisa:
      Qué hermoso testimonio de lo que puede ser una escuela feliz, emotiva e inteligente.
      Gracias, Marisa, por tus comentarios.
      Muestras sabiduría y experiencia sincera.
      Besos.
      MAS

  8. Querido mister:

    ¿Sabías que nuestro Aureliano, que yo sepa, ya hace unas semanas que se nos ha pasado al sábado?

    Un motivo para ir a la escuela debería ser el que ésta enseñara a que podemos no estar de acuerdo con el maestro.

    Querido Aureliano. Sabes que quiero mucho a la familia, por eso ( y por más razones ya explicadas en este blog) debo ponerme del lado de mi prima Carmen y de mi amiga Irene.

    ( A mí también me chirriaba concejala y médica, y mecerista. Siempre hay un iniciador o una iniciadora de algo nuevo. Sabes muy bien de la existencia de montones de disparates que han dejado de serlo, o están en el progresivo camino de la normalidad. La escuela debe enseñar a discrepar con educación y respeto, el enorme respeto que te tengo y, además, tú también eres familia).

    Un abrazo enorme para todo el mundo.

    • Querido José Antonio:
      Gracias por tu sensibilidad y por tu cordura.
      Y gracias por tu pizca de humor que lo adereza todo.
      Yo digo que le humor es una forma de bondad.
      Da gusto que, a estos años, te llamen mister.
      Un abrazo.
      MAS

  9. Querido Maestro!
    Tengo que decir que me produce admiración lo viajero que eres y el afán de enseñar y aprender lo hermoso de la educación.
    Todo lo que relata es admirable!
    Tuve la suerte de contar desde pequeña con la figura adorada de mi abuela que me marcó unos principios de amor a la escuela. Me acompañaba sin duda mi deseo de aprender y la felicidad que sentía en esa institución.
    Fue en una escuela pública donde me enseñaron a ser como soy.
    La escuela siempre me hizo feliz!
    Y yo he querido trasmitir esa magia cuando he ejercido mi labor de trabajadora de la enseñanza.
    Agradecer toda la documentación que me aporta para seguir avanzando en mi desarrollo personal.
    Sin más me despido con un cordial y caluroso saludo para todos.

    • Querida Loly:
      Otro hermoso testimonio tuyo. Y otro testimonio efectivo sobre la escuela que enseña felicidad.
      Es una frase para enmarcar: LA ESCUELA SIEMPRE ME HIZO FELIZ.
      Gracias, querida Loly.
      Besos.
      MAS

  10. Hola, solo quería felicitarte por responder a los comentarios! Y más coherente viniendo del FACE. Creo que responder (al menos a algunos) debería ser una obligación de todo columnista que se considere democrático. El conocimiento es diálogo, no monólogo.

    • Querido Jorge:
      Gracias por tu comentario y por la previa lectura.
      Todo lo aprendemos entre todos.
      Los comentarios enriquecen el blog. O mejor, los comentarios son los mejor del blog.
      Un cordial saludo.
      MAS

  11. Miguel Ángel, gracias por el artículo, pero muy especialmente, gracias por la charla que diste en el FACE. Como firme defensora de la necesidad de acabar con la escuela tal y como existe hoy en día, me sorprendí escuchándote absorta cada minuto de tu intervención, y me devolviste un poquito la esperanza.

    En relación al libro que citas, efectivamente es de André Stern, que a su vez es hijo Arno Stern, de ahí tal vez la confusión. Seguro disfrutas de la lectura.

    Y sí hubo talleres de arte, por supuesto! No podría ser de otro modo.

    Gracias de nuevo.

  12. José Antonio en su último escrito se refiere a que el director de los diarios digitales en los que publico semanalmente consideró conveniente que los artículos míos aparecieran a las 15:00 de los sábados, dado el amplio número de entradas que tenían, por lo que favorecía que estuvieran con antelación.

    Por otro lado, si no se lee artículo de este fin de semana no se entiende a qué se está refiriendo. Se trata de uno que se titula “Jóvenas, portavozas y participantas”. Ahí os dejo el enlace por si os interesa el tema.

    http://www.montilladigital.com/2018/09/aureliano-sainz-jovenas-portavozas-y.html

    Puesto que estoy a favor de la creatividad y la libertad humana en todas las facetas de la vida y soy muy poco dogmático, no me sentiré incómodo si hay opiniones contrarias a la mía.

    Sin embargo, la razón que me ha impulsado a iniciar unos textos referidos al lenguaje integrado (hay otras denominaciones) es que me encuentro con escritos de alumnos y alumnas de un segundo curso universitario que pone los pelos como escarpias al ser más tranquilo de la piel de toro.

    Así, cuando llegan a cuarto curso y tienen que hacer el Trabajo Fin de Grado, en mi Facultad se dan cuenta, bastante tarde, de los niveles tan deplorables que tiene el alumnado a la hora de redactar. ¿Y quién le pone, o le ha puesto, el cascabel al gato cuando la mayoría opta por hacer exámenes en forma de test, ya que parece que la escritura no es responsabilidad de nadie?

    Una vez un gran amigo, Juan Daniel, que es catedrático de Psicología en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla me dijo que “yo iba de misionero por la vida”, refiriéndose a que me meto en temas que se alejan de mi materia, al tiempo que me empeño en que escriban bien. Y, lo más curioso, es que tiene mucha razón.

    Amigo José Antonio, para que veas que yo estoy a favor de la creatividad, también en el lenguaje, tengo ya escrito el siguiente artículo que aparecerá el sábado próximo. ¿Su título?: “El trumpismo”.

    ¿Me admitirá la RAE, si pongo mucho empeño, que se incorpore ese neologismo? Lo dudo mucho; pero yo seguiré hablando de trumpismo.

    Bueno, un abrazo en otro día caluroso a la orilla del Guadalquivir.

    • Querido Aureliano:
      Cuando hace años coordiné el LIBRO DE ESTILO PARA UNIVERSITARIOS dediqué un capítulo al lenguaje sexista.
      Creo que es indiscutible que existe ese uso discriminante.
      Hay que tomar medidas para evitarlo. Sé que hay fórmulas equivocadas o excesivas. Pero no es una cuestión insignificante, ni siquiera menor.
      Todo influye en la actitud sexista. También el lenguaje.
      Si chocan un principio lingüístico y uno ético, yo le doy prioridad al principio ético.
      Seguiremos hablando sobre esta importante cuestión.
      Un abrazo.
      MAS

  13. Menuda coincidencia: el nuevo curso a punto de comenzar, las clases a punto de abrir y un nuevo artículo de Miguel Ángel a propósito de una escolarización alternativa (o directamente “no escolarización”).
    No muy ducho en la teoría pedagógica (Pedagogía era una asignatura odiada en nuestra escuela de magisterio: creo que las escuelas las hacen las personas que están en ella. Buenos maestros, buenos alumnos, harán de la escuela tradicional algo bueno y malos maestros y malos alumnos harán de la alternativa algo malo.
    La idea de una escuela robinsoniana (la película de “Los Robinsones Suizos” es encantadora y optimista) es muy atractiva. Ya me gustaría a mí vivir y educarme en contacto con la naturaleza y con una familia (maestros) tan magníficos.
    Yo no creo en el mito del “Buen salvaje”, ni comparto con Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza. Hace años me leí “Emilio o De la educación” y su autor me tenía convencido. Más tarde descubrí desilusionado que ese magnífico teórico de la educación se había deshecho de las responsabilidades educativas de sus 5 hijos abandonándolos en la inclusa (Por cierto su educación, dicen sus biógrafos fue ” un tanto desordenada y caprichosa y apenas cursó estudios oficiales”).
    Desde luego, ante una escuela “tradicional” aburrida, no creativa, burocratizada… como es el caso a veces hoy en día, bienvenida una escuela diversa, original, adaptada y divertida. Pero el pensamiento no puede tomar asiento. La nueva escuela hoy, será la tradicional mañana.
    Como dice Gabriel Celaya para educar hay que llevar en el alma “un poco de marino
    un poco de pirata, un poco de poeta y kilo y medio de paciencia concentrada” Hay que tener claro el camino, convencer desde la astucia y el cariño -a veces imponer-, ser creativo y original y, por supuesto, trabajo, mucho trabajo.

    Y, a los maestros que empiezan hoy el curso con sus reuniones, sus clases desnudas, sus programaciones en ciernes… ¡Feliz singladura”

    • Querido Jesús Marcial:
      Sí, el momento de este artículo ha sido especial porque estamos a las puertas de un nuevo curso escolar. De hecho ya tenía redactado par ese sábado un nuevo artículo invitando a realizar una FIESTA DE CURSO NUEVO (idea con la que di la bienvenida al curso del años 2016/2017). Volveré a ella con los comentarios de los lectores del blog al artículo del 3 de septiembre de 2016. Pero la visita a Ugena fue un golpe cargado de interrogantes y emociones; el encuentro con Daragh y sus hijas, la conversación con la alumna de Summerhill, el ambiente de creatividad y libertad en plena naturaleza…
      Mucho que sentir y mucho que pensar.
      Un abrazo y gracias por tu siempre interesante participación.
      MAS

  14. Hola a todo el mundo.

    Hace solo unas semanas, en mi saber teleológico de futuro y sabiendo del artículo que el Sr. Guerra iba a colgar esta semana, dije en otra parte de este blog lo que sigue. A ello me remito, y que tengan un buen día:

    Don Quintiliano Dice:
    8 agosto, 2018 at 15:18
    Gracias por el artículo Sr. Guerra. Me ayuda a defender más mis posturas en favor de la autodidáctica. Que como otras veces he dicho por aquí, es la metodología de estudio que de verdad responde a la libertad del individuo. Estoy de acuerdo, al igual que el artículo, en la exigencia de unos resultados, pero también en la total libertad del individuo para llegar a ellos. Por ello creo en la docencia a nivel obligatorio, digamos hasta que el individuo puede ser medianamente maduro para haber adquirido la importancia y quizá costumbre del esfuerzo en el estudio. Quizá hasta los 13 ó 14 años. Lo dicho, a nivel general. Luego, las particularidades, en los estudios de ciencias, dígase las que llevan ímplicita mecánica, física, química, matemáticas….quizá sea conveniente la docencia hasta todos los niveles, incluso doctorado, pero con un carácter restrictivo al máximo posible. Para las letras, eliminación total de la docencia a partir de la enseñanza obligatoria. La docencia vicia cuando no es imprescindible. En las letras siempre es prescindible, opino. Los profesores de letras, todos a evaluar, a organizar prácticas, organizar y dirigir grupos de trabajo, a investigar y escribir libros sobre sus investigaciones, o a cortar caña de azúcar con machete, a lo que sea.
    Saludos a mis amigos lectores y contertulianos. Abrazos a mis enemigos, de ellos aprendo más.
    Que tengan un buen día.

    • Querido Don Quintiliano:
      Recordaba muy bien este largo párrafo de tu comentario. Siempre das que pensar. Y eso es estupendo. Qué importante aquel pensamiento, atribuido a veces a uno y a veces a otro: todo lo que se enseña a un alumno se le impide descubrir por sí mismo.
      Tu comentario me lleva a reflexionar sobre lo que es esencial en el ser y en el actuar del docente. Desde luego, todo menos aplastar su natural tendencia al descubrimiento.
      Un cordial saludo.
      Y buen riego.
      MAS

      • Estimadísimo Sr. Guerra,

        Hoy te voy a alabar más que de costumbre. Estoy convencido de que eres una excelente persona. Una “rara avis”, dicho sea con el máximo respeto. Hoy me has emocionado. Escribo un párrafo en crítica destructiva no muy bien argumentada sobre la sobranza de los docentes de letras, y vas y le das la vuelta, y solo ves el lado positivo que rebuscando mucho se pueda encontrar en mi comentario. Jeje, me imagino que más de una vez habrás dejado sin palabras al discutidor contertuliano…..

        Esa actitud tiene mucho que enseñar. Dicha sea la validez de los profesores de letras si están para estas actitudes. Aprendo mucho. Gracias.

        ¡¡¡Que tengan un buen día!!!

        • Estimado Don Quintiliano:
          No creo que tus críticas sean destructivas. Pueden calificarse, quizás, de contundentes. Incluso de duras. Pero siempre son claras y se apoyan en argumentos. Yo creo que la crítica destructiva es la que no tiene fundamento, la aduladora y la falsa.
          Solo me considero aprendiz de buena persona. Y acaso un poquito torpe.
          No sabes cuánto valoro tus palabras. También tú me has emocionado.
          Gracias.
          MAS

          PD: Ya sabes que la primera película con argumento de la historia del cine se tituló “El regador regado”. Dura un par de minutos. La historia es muy simple. Una persona está regando. Alguien pisa la goma. El regador mira el terminal de la goma sorprendido. Comprueba que no sale agua. El que pisó la goma levanta el pie. El regador, que sigue mirando, es duchado. Me he acordado cuando te he deseado feliz día de riego.

  15. Querido Míster Ángel:

    1.- Seguro que la historia de mi familia es la historia de muchas familias españolas e incluso de cualquier parte del mundo.
    Cuando yo era niño bien pequeñito, he escuchado el título de tu artículo muchas veces: yo nunca he ido a la escuela. Lo escuchaba y lo veía. Y lo decían con pena. A casa de mi abuela, mi casa, llegaban algunas vecinas para que le leyesen las cartas que sus hijos en el extranjero les enviaban. Fulanita nunca ha podido ir a la escuela, tenía que trabajar. (Siempre me han gustado mucho las historias que me contaba mi tatarabuela. A mí me sonaba a historia viva).
    Como ya se ha escrito por aquí, todo el mundo en la familia, desde el más pequeño al más mayor, tenía una función, un trabajo que realizar. Los más pequeños lo odiábamos, pero no por ello dejábamos de cumplir.
    Y aún habiendo necesidad de muchas manos, mi abuela lo tenía claro. No era como la de Margaret Mead (en cuanto a su formación), pero tenía el mismo deseo para sus nietos y sus nietas, por eso nos llevó a la escuela, porque veía en ella a ese arca de Noé (13-05-17, MAS) que nos llevaría a una vida mejor que la que teníamos en nuestra humilde y atrasada aldea.
    Preparaos, formaos, estudiad. Desde un lugar de analfabetismo llegaron los primeros universitarios y universitarias a la familia.

    2.- Claro que en aquellos momentos la escuela no tenía apellidos, era LA ESCUELA.
    Ahora podemos apellidarla convencional, tradicional, autoritaria, academicista, rígida, adoctrinadora. O democrática, coeducativa, inclusiva, comprensiva, emocional, …
    En la gran mayoría de tus artículos en este blog, o en muchos de ellos, vas poniendo apellidos a esa escuela que hemos creado, para ir transformándola acorde a los tiempos y necesidades. Nos vas replanteando cómo debe ser esa escuela, y cómo no, para responder a su objetivo principal: “la formación integral de los individuos para construir una sociedad mejor”.
    Pública. Permeable. Participativa. Investigadora. Racional. Cariñosa y respetuosa. Emocional. Curiosa (preguntona). Justa. Contrahegemónica. Sembradora. Optimista. Pacifista. Utópica. Trabajadora. Activa. Innovadora. Lectora y escritora. Generosa. Feminista. Autónoma y cooperativa. Libre y creativa, transformadora.
    Las características que debe tener la escuela actual no dejan de ser las mismas que debe tener toda persona que pase por ella, incluyendo a sus trabajadores. Se aprende lo que se ve y lo que se mama más que lo que se nos dice, aunque sea mil veces (ya sé que hay excepciones). Quiero decir que valoramos mucho la coherencia de los mensajes.

    3.- Al volver a pensar sobre este tema, no he podido evitar el acordarme de tu artículo “Más centro y más aula” en el que hablabas del libro de Fernández Enguita, “Más centro y menos aula”. Una crítica más a la escuela tradicional y una propuesta de transformación para adecuarla a la actualidad, y pueda responder a las necesidades de la sociedad y a las nuevas formas de llevar a la práctica del aprendizaje (y de la enseñanza) los avances que las investigaciones nos proporcionan (no solo penséis en los tecnológicos).

    4.- “Lugar ideal para aprender a pensar y a convivir”. Aprender a pensar. Aprender a convivir.
    ¿Trabajas o aprendes en ese lugar? ¿Realmente son estos dos los objetivos que ocupan los primeros puestos de la lista de todas y todos los implicados en esta institución?

    5.- Un fuerte abrazo para ti que estás leyendo y te interesa la educación y todos los valores que promueve, seas bombera o maestra, albañila o jardinera, concejala o ingeniera, jóvena estudianta o anciana sabia.
    (Decías, Miguel Ángel, que era importante saber dónde queremos ir y que el camino era más o menos secundario. En esto del lenguaje opino lo mismo. Pasito a pasito en la buena dirección, y las personas son más importantes que las cosas.)

    • Querido José Antonio:
      Te escribo desde Oporto, donde he impartido una conferencia esta mañana.
      Todavía veo los rostros de los maestros que me escuchaban.
      Han tenido la buena idea de invitar a participar a tres alumnos. Lo mejor, a mi juicio. Hay que liberar la voz de los alumnos y de las alumnas. Aunque, claro, delante de 200 profesores, ¿qué van a decir? También han hablado de la escuela que quieren.
      Efectivamente, unos no van a la escuela porque no pueden y otros porque no quieren. Son dos cosas muy diferentes.Una cosa es no tener escuela LAMENTABLEMENTE y otra no tener escuela AFORTUNADAMENTE. Ahí está la clave. Ahí está la cuestión.
      Me he alegrado ver tu comentario en esta tarde viernes, ya en el hotel.
      Un abrazo.
      MAS

    • Querido José Antonio:
      Acabo de fijarme en lo de Master Angel. Gracioso.
      Me gusta decir que el humor es una forma de bondad.
      Un abrazo desde Oporto.
      MAS

  16. La realidad es todo lo imaginado, definido y manifestado.

    Dentro de este cosmos nos encontramos con un vehículo manifestado como cuerpo y que concentra todas las posibilidades como potenciales. De todo lo posible de imaginar, el intelecto lo limita a lo probable y adecua un campo de acción coherente con el sistema artificial como El Intermediario con el sistema natural que es de donde se originó. El intelecto es formado con la palabra reflejando un cosmos aparente de realidad desde las definiciones, eso es la mente, y es el coto a la imaginación. Es así que el árbol no es la definición de la palabra árbol, sino que subyace en el lenguaje de las esencias. La palabra aísla lo definido herméticamente sin tomar en cuenta las interrelaciones del conjunto que da el sentido. Es por eso que el ordenamiento del complejo está en constante conflicto entre la definición y la realidad. Lo que aparenta ser con lo que es, el no ser con el ser.

    Mientras el ser se mantiene en la zona de conflicto interno, en la periferia y lejos de la causa, en su laberinto dialéctico, la educación se mantiene fuerte como el instrumento del poder para programar a la masa desde el desgobierno individual, así, logran intervenir sobre la soberanía de la propiedad privada del territorio corporal, lograr la vulnerabilidad y dependencia externa, y condicionar su potencial imaginativo desde el intelecto, a lo que denominan pensar o inteligencia desde el campo de acción.

    La invasión, dominación y conquista de un pueblo comienza con la imaginación, ya que una idea es invisible e invencible a la medida de una creencia que logran instaurar en el pueblo mediante la fuerza bruta, con el interés por encima de la verdad. Es así como todos los templos del poder exigen el sacrificio de la verdad y la libertad para entrar en ellos y conseguir conformidad y seguridad en la pertenencia a ese tipo de comunidad, que en realidad es la pertenencia a la entelequia del Estado como manifestación mecánica y autónoma de la idea de poder y orden instalada como civilización. Como su génesis lógica carece de los aspectos de impecabilidad y belleza de la verdad, de ausencia de contradicción, relatividad y ambigüedad, el Estado utiliza la técnica y la legalidad para normalizar los efectos negativos del desgobierno individual con falacias lógicas atadas a verdades cotidianas que es lo que percibe el común vivir de la gente. Esta estructura de racionalidad es lo que ocultó y oculta todos los crímenes de genocidios mundiales como efectos colaterales de esa normalidad, establecida por el Estado y dirigida desde los templos bancarios. La mayoría no puede discernir las falacias lógicas del dinero con el que manipulan a todos los elementos y que convierte al ser en una mercancía más. A la mayoría solo le interesa el beneficio probable y de cualquier tipo, para estar conformes con su intelecto antes que con la verdad. Es así que el especialista se encuentra herméticamente cerrado como el significado de su palabra, no puede ampliar su campo de interrelaciones y su mirada se encuentra sesgada al campo de los efectos de su laboratorio de experiencia.

    La patología nacida del desgobierno comienza cuando se programa la enajenación del propio territorio, configurando un conflicto interno con su propia naturaleza, en la separación del sentir con el pensar, de la imaginación con la manifestación, del espíritu con la materia, del cielo con la tierra, de la energía con la lógica, de la luz con la oscuridad, de Dios con el Diablo. Así se construye una ilusión con las ideas de tal manera que la reacción natural de rectificación para eliminar los agentes inmateriales se debe definir en primera instancia, y se direcciona a definirlo en la realidad sobre un chivo expiatorio. Aquí existen dos caminos, el de la autodestrucción con la razón de que destruyendo el propio territorio o cuerpo se destruye a la idea en conflicto, y el de la destrucción externa sobre el cuerpo o territorio de otra persona.
    Ese espacio de conflicto lo denominan como Sombra y el punto de unión del conflicto como el Ego. Como es una idea creada dentro de un sistema individual, las fuerzas siempre estarán en equilibrio, es decir, estáticas. Ese estatismo genera represión y el Estado da las llaves de las puertas y da permiso para ver por las ventanas del hermetismo intelectual y conseguir pequeños espacios de libertad para poder ser y autojustificase desde las condiciones. Tanto las puertas, como las ventanas, como las llaves o como toda la estructura, son ilusiones, como las palabras utilizadas para constituirlas.
    Una vez liberado el ser de esa ilusión se puede volver a jugar libremente con los elementos, incluida, con sus palabras.

    La manera de constatar la continuidad de la definición del ser es muy simple, primero verificando la lógica del sueño y la vigilia, de quién es el soñador y quién el soñado. Luego se experimenta con el sueño lúcido y con el desprendimiento de la manifestación corporal, aquí se verifica la consciencia del soñador y la consciencia del soñado, quien crea el tiempo y quien el espacio. Después llega la constatación del presente, que es el colapso del tiempo y del espacio especulativo, y se abre los ojos al escenario con todo su contenido disponible para jugar. Es la vuelta a casa.

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