Los océanos y los continentes

28 Jul

En alguno de los ,muchos libros de José María Cabodevilla hace referencia el autor a una metáfora de Friedich Hölderlin que dice que los educadores forman a sus educandos como los océanos forman a los continentes, retirándose. Me pareció profunda y sugerente.

Me pareció una excelente forma de decir en qué consiste la verdadera educación de los hijos y de los alumnos. La tentación del océano es anegar la tierra y no dejar aflorar el continente. Cubrirla por completo. Como sucede con la formación de las personas. El peligro está en pensar por los educandos, en decidir por ellos, en responsabilizarse por ellos. El peligro está en no dejarles ser ellos mismos, en no dejarles crecer, en no dejarles ser autónomos. Es más fácil oprimir que liberar. Porque no se trata de que aprendan a pensar como nosotros sino de que aprendan a pensar por sí mismos. No se trata de que asuman nuestras creencias sino de que adquieran las propias. No se trata de responder por ellos sino de que ellos sean responsables.

La tarea problemática de la formación de las personas, la tarea tremenda de ayudarlas a ser ellas mismas, encierra varias exigencias:

– Tener (y mostrar) confianza en el educando. Es necesario creer que, al generar espacios de libertad, el educando sabrá utilizarlos positivamente. No se puede educar desde la desconfianza. La educabilidad se rompe cuando pensamos que el otro no puede ser responsable y cuando creemos que nosotros no podemos ayudarle a serlo.

– Asumir riesgos necesarios. Riesgos que deben ser razonables. Ni excesivos, ni mínimos. No es verdad que hasta que no sean responsables no pueden ser libres sino que mientras no sean libres no pueden llegar a ser responsables. El problema está en el tacto. En el equilibrio. En la cordura. Palabras fáciles de decir o de escribir pero difíciles de llevar a la práctica.

– Compartir claridad de metas. Conviene tener claros los objetivos, que no pueden ser otros que facilitar la completa autonomía del educando. En el menor tiempo posible. El primer que el niño pueda peinarse solo, no le debe peinar su padre o su madre. El primer día que el alumno pueda trabajar solo, no le debe vigilar su tutor escolar.

– Regular de forma adecuada los ritmos de autonomía. Porque ésta no se puede adquirir de forma súbita, sino progresiva. Es malo no dejar libertad y es malo concederla de forma indiscriminada. Un niño de 3 años no puede ir solo al Colegio, una niña de 5 no puede pasear sola por las calles de una gran ciudad. El problema es que no hay reglas indiscutibles. Dependerán del contexto, de la biografía, de la experiencia, de las condiciones…

– Conocer bien al educando. No todas las personas tienen las mismas características, la misma valentía, la misma capacidad. El ritmo que es bueno para uno no lo es para otro.

– Reaccionar de forma positiva ante el fracaso. Cuando se produce un fallo, nos e debe retirar la confianza para siempre. Falló, es cierto, pero no le hizo incapaz de acertar en el futuro.

– Ayudar a que asuman sus responsabilidades. Los educandos tienen que saber que los hechos tienen consecuencias, que no da igual hacer las cosas de una forma que de otra. La conducta humana tiene consecuencias. Han de asumir las responsabilidad de su acción o de su omisión.

– Mantener unidad de criterio entre miembros del equipo educativo o entre cónyuges. La discrepancia sistemática lleva al desconcierto del educando. Cuando uno es excesivamente permisivo y el otro es demasiado estricto, acaba por no saber a qué atenerse.

Es malo el abandono, el descuido, la despreocupación, la búsqueda de la propia comodidad… Es peor, quizás, la sobreprotección que asfixia, que no deja crecer.

La experiencia vivida por los padres en su infancia, será determinante. Un padre que tuvo infancia descontrolada querrá no le pase lo mismo a sui hijo y tenderá a ser sobreprotector. Una madre que tuvo infancia oprimida correrá el riesgo de ser permisiva.

MI abuelo paterno, alcalde del pueblo durante la primera República, era un hombre de extraordinario sentido de la justicia y de la responsabilidad. Cuando llegaban las fiestas cerraba las enormes puertas de la calle con una llave impresionante, la colocaba sobre su mesilla de noche y, ante las explicables quejas de los hijos, decía:

– Así duermo yo más tranquilo toda la noche.

Eso era lo mejor para él. ¿Era lo mejor para los hijos? Creo que no. Lo deseable hubiera sido conceder una libertad razonable a costa de renunciar a su tranquilidad y a su bienestar.

Ha surgido este artículo porque nuestra hija Carla, de 13 años, ha viajado por primera vez sola desde Málaga a Frankfurt para realizar un curso de 15 días en el Did Deustch Institut. El vuelo tuvo casi tres horas de retraso y se vio obligada a hacer frente (con éxito, afortunadamente) a dificultades inesperadas.

Estaba tan ilusionada como nerviosa. Asumía el riesgo con entusiasmo y, a la vez, con inquietud. Tenía el deseo de emprender la aventura y le desazonaba lo imprevisto, ya que siempre había viajado (mucho, es cierto) con nosotros.

Llegó a la una de la mañana a un lugar desconocido en el que se habla una lengua para ella desconocida (habla inglés) y se encontró con profesores y compañeras completamente desconocidos.

A las 8 de la mañana del día siguiente abrió un grupo de whassapp para los tres que se titulaba así: “Me quiero ir”. Le dijimos que esperase un poco, que era lógica esa inadaptación inicial. A media mañana hizo algunos contactos y cambió el nombre del grupo: “Por ahora me quedo”. Y a media tarde volvió a cambiar el nombre: “Me quedo”. Por la noche se salió del grupo. Es probable que, cuando se acerque el final de la experiencia reabra de nuevo el grupo: ”No quiero volver”.

Pensamos que esta preocupación que hemos vivido es un necesario tributo a su autonomía. Parece mentira que esa criatura que llevábamos “hace días” a hombros, tenga ahora unas alas tan crecidas. Ver cómo los hijos abandonan el nido familiar es a la vez doloroso y placentero. Doloroso porque la ausencia genera un explicable vacío y un miedo justificado y placentero porque es una señal clara de que la vida se desarrolla hacia la plenitud.,

El continente aflora (la vida, la autonomía, la madurez) cuando las aguas del continente (la protección, la vigilancia, el cuidado) se van retirando. Despacio o deprisa, pero eficazmente. El agua no desaparece, está en otro lugar. Sin esa presencia no habría continente. Recuerdo aquella ingeniosa definición de archipiélago: conjunto de islas unidas por aquello que las separa.

Lo que nos dicen los hijos a los padres y los alumnos a los profesores es lo siguiente: Ayúdame a hacerlo solo. No es que dejemos de tener un cometido sino que el cometido es otro. No es que no nos necesiten sino que nos necesitan de otra manera. Tenemos que estar ahí, pero un poco más lejos. En un lugar más difícil quizás. Porque encierra algunos riesgos y muchos miedos. Los que exige el amor.

30 respuestas a «Los océanos y los continentes»

  1. Querido MiguelÁngel:

    Me gusta muchísimo el artículo de esta semana.

    A medida que mis hijos crecen, entiendo mejor a mis padres cuando yo era niño o adolescente. Cada vez entiendo mejor la preocupación de padres y madres por la educación, el futuro y la vida de sus hijas e hijos en su totalidad.

    Pero, como dices, es mucho más importante su correcto desarrollo que nuestra tranquilidad que, por otro lado, nunca sería total ni teniéndolos bajo llave. Habrá que aprender en ese sentido o tener abundante tila a mano.

    Abrazos para todo el mundo.

    (Amigo Juan Carlos. Con Aureliano vas muy bien, pero respecto a mí, no te pases un pelito. Un abrazo, si no estás muy revozado de crema solar).

    • Querido José Antonio:
      Así me gusta. Abres la semana con una primera aportación que tiene que ver con la teoría y con la práctica.
      En estas cuestiones en las que entra el corazón y no solo la cabeza, al sentirnos atrapados en lo que más queremos, dl discurso se tiñe de emociones.
      Un abrazo y muchas gracias.
      MAS

  2. Creo, Miguel Ángel, que la metáfora de Friedrich Hölderlin sería muy aplicable a los tiempos actuales, en los que el cambio climático amenaza verdaderamente con cubrir parte de las costas de los distintos continentes e, incluso, anegar algunas islas del Pacífico, tal como se comprueba ante el paulatino deshielo de la Antártida (y del Polo Norte).

    Pero ahí está ese gran intelectual, llamado Donald Trump, que nos dice que no nos preocupemos, que estemos tranquilos, que eso del cambio climático es una falacia que se ha inventado para frenar el desarrollo industrial y el progreso de la humanidad que ahora él lidera. Y que el verdadero peligro para su país no tiene nada que ver con temas medioambientales, sino que lo forman esos que penetran irregularmente desde Méjico, por lo que sus estados se están inundando rápidamente, no de agua de los océanos, sino de delincuentes y violadores. De ahí que no tenga más remedio que construir muros kilométricos, aunque separe a los padres de los hijos, ya que aquellos deben aprender que no pueden jugar con el bienestar de los americanos auténticos.

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    Bueno, pasemos a cosas más alegres, pues solo con ver el tupé y el rostro de majadero de semejante sujeto por televisión yo ya empiezo a sentirme mal.

    Miguel Ángel, como no nos indicas cuándo salió Carla para Frankfurt, no sabemos si todavía está allí o si se encuentra de regreso. De todos modos, tras el susto inicial del retraso en el aeropuerto y la inquietud que le produjo el recibimiento, seguro que se ha acomodado al ambiente alemán, por lo que estas dos semanas acabarán siendo inolvidables para ella; no solo por el reto de verse sola ante las dificultades que se podría encontrar, sino por ser la primera vez que “levanta el vuelo” por sus propios medios. Esto le quedará como una experiencia inolvidable, que, pasado el tiempo, la recordará con una sonrisa y será motivo frecuente de charla con vosotros y sus amistades.

    Por otro lado, veo que Lourdes y tú la echáis de menos, por lo que empezáis a sentir eso que los psicólogos llaman el “síndrome del nido vacío”. (Por cierto, no sé si te has dado cuenta que los psicólogos inventan innumerables síndromes para que los ciudadanos de a pie nos sintamos que no estamos bien del todo y acudamos prestos a sus consultas; o, quizás, para publicar libros, pues es muy rentable ‘descubrir’ un nuevo síndrome o desajuste mental del que hablar en las conferencias y las múltiples publicaciones que tienen.)

    ***

    José Antonio, que ha sido un tanto madrugador, se remite a su antigua faceta de hijo y a la actual de padre para poder entender algunos de los comportamientos que tuvieron sus padres con él. Este tipo de reflexión suele ser muy acertado hacerlo de vez en cuando, pues implica evocar experiencias que son muy útiles al servir de orientación para la toma de decisiones como responsables de las nuevas generaciones.

    Pero, ay, en las últimas décadas los cambios generacionales son muy profundos, por lo que, en la actual era digital, y en el ámbito familiar, nos enfrentamos a retos desconocidos.

    Este fue un tema que recientemente estuve comentando con Rocío, una antigua alumna, en la cafetería de la facultad. Puesto que ha estado conmigo de colaboradora honoraria durante algunos años, existe un buen clima de entendimiento entre ambos. Es por ello que, la última vez que la vi, nos fuimos a una zona tranquila de la cafetería para que me comentara el trabajo fin de máster que iba a abordar, y que se lo iba a dirigir un excelente profesor, también antiguo alumno mío.

    El tema era de gran interés, pues se trataba de investigar en las mentiras y engaños que se transmiten por las redes sociales y a los que están expuestos los escolares y los adolescentes.

    Se sentía preocupada por el problema que supone el uso indiscriminado de los móviles en la actualidad, ya que hay muchos padres que no ejercen ningún control o no saben hacerlo, por lo que los riesgos son muy grandes.

    ***

    De todos modos, la complejidad en la que nos movemos actualmente no puede ser un motivo de alarma habitual para los padres y los docentes. También hay cambios favorables en las nuevas modalidades familiares, puesto que, dentro de este núcleo básico de la sociedad, se encuentran familias muy responsables que no adoptan esas pautas restrictivas y coercitivas de las que se ha hablado en esta ocasión, sino que en ellas la pareja debate, se dialoga y se comparten decisiones, lo que acaba configurándose como un criterio de confianza hacia los hijos o hijas que pudieran tener.

    Y uno de esos cambios significativos, tal como apunto, es lograr un clima de igualdad, respeto y complicidad entre el hombre y la mujer, tanto dentro de la casa, como fuera de ella. Tarea, por cierto, nada fácil.

    Esto es precisamente lo que abordo en el cuarto artículo que he publicado en los diarios digitales. Lleva por título «Compartiendo tareas”. Tras los tres precedentes, en los que veíamos cómo pervivían y se transmitían los roles más tradicionales, en este último trato de aquellas familias que, desde mi óptica, son la punta de lanza unas relaciones nuevas, más igualitarias, más equitativas, y que son un modelo emergente que está consolidándose dentro de las nuevas generaciones.

    Ahí va el enlace:

    http://www.montilladigital.com/2018/07/aureliano-sainz-compartiendo-tareas.html

    ***

    Voy despidiéndome. Para los que esteis disfrutando del sol, sea en la playa, en el pueblo, en el campo o en la ciudad, pensad que viene una pequeña ola de calor y que hay que protegerse como sea (y no digamos si se está aquí en Córdoba).

    • Querido Aureliano:
      El día en que apareció este artículo llegó Carla de Alemania. Con otro pequeño-gran susto. La dejaron sola en el aeropuerto y tuvo que ingeniárselas para sacar su tarjeta de embarque, pasar el control de objetos y localizar la puerta A28. el vuelo salía a las tres y cinco. Y a las tres y diez nos llama diciendo que allí lo que aparece es París. Pensé que habría perdido el vuelo. Le dije que se fijara en los paneles y vio que habían cambiado de puerta. Ahora figuraba la A19. Fue corriendo y…comprobó que tenia una hora de retraso. Dichoso retraso en este caso. Le permitió viajar con su equipaje sin problemas. La experiencia, como dices, ha sido para ella «la mejor de la vida». No sé cuánto alemán habrá aprendido. Lo que de verdad queríamos es comprobar que las alas recién estrenadas funcionaban bien.Así ha sido.
      Gracias por la cuarta entrega, que he leído con avidez.
      Y gracias por el, como siempre, jugoso comentario.
      Un abrazo en medio del terral.
      MAS

  3. Querido Maestro!
    Hoy me va a permitir que hable con el corazón la única forma que tengo de expresar mis sentimientos.
    Adoro a mis hijos y conozco sus defectos como cualquier madre y a mis nietos ya con la experiencia que me dan los años y la protección al verlos seres indefensos.
    Entiendo la preocupación que habéis tenido por los incidentes del viaje de Carla.
    Hace años se me quedo el nido vacío y mi alma llena de nostalgia.
    ¡Una casa tan grande y tantas ausencias!
    Logré habituarme a la soledad, a los días grises, monótonos, al miedo existencial, al pasar inexorable del tiempo.
    Pero no todo estaba escrito,se ha producido una vuelta sorprendente, aunque era un regreso anunciado, de uno de mis hijos.
    ¡Las madres tenemos un alto grado de intuición!
    La convivencia es muy difícil, los conflictos aparecen y no están preparados para resolverlos.
    Pero está dolorosa situación me hace ver la vida de otra manera.
    Los errores hacen que las personas sean mejores.
    ¡Nada de rencores ni de reproches indeseables!
    Cuestionar la vida de otros no es nada fácil.
    Aquí estoy, no con las mismas fuerzas,pero con los brazos abiertos para solventar el problema con la mejor disposición posible.
    Mi idea, mi hacer, mi pensamiento es seguir luchando día a día y jamás tirar la toalla.
    Gracias amigo por sus experiencias que tomó como verdaderas lecciones de vida.
    Sin más me despido con un cordial saludo y un abrazo para todos.

    • Querida Loly:
      Como es habitual en tus comentarios, éste rezuma bondad y sabiduría.
      Qué proceso tan especial estás viviendo.
      Después de abandonar el nido, ahora vuelve con las alas un tanto heridas el hijo que se fue.
      Y ahí está la madre prodigando el amor que unas veces se carga de soledad y otras de compañía dolorida.
      Es muy hermosa esa tarea de acoger, de ayudar a curar, de seguir apoyando.
      Un gran abrazo para ty y para ese hijo que ha vuelto.
      Suerte para los dos.
      Y gracias por compartir con tanta verdad y afecto.
      Besos.
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  4. Yo tuve por profesor a Miguel Ángel hace muchos años en Tui, allá por 1973-74. Después, por circunstancias de la vida no había vuelto a verlo. Su influencia, aunque él posiblemente no lo sepa fue grande para muchos de nosotros que convivimos con él. De alguna manera le hemos tenido presente en numerosas ocasiones. Recuerdo incluso haber viajado hasta su casa con un compañero con ánimo de visitarlo cuando era director de un colegio en Madrid (en los años 81-12, creo recordar). Yo había aprobado las oposiciones a maestro en el 80 y junto con otro de sus antiguos alumnos que tenía la dirección nos presentamos en su casa, pero no había nadie. Desde entonces no había vuelto a tener noticias suyas hasta que un día encontré en la web «La fábula del pato». Se trataba de un muy ilustrativo cuento sobre el valor de la la diversidad en la escuela. Lo leí con interés y me pareció muy original y acertado la forma en que acercaba el tema a quienes son profanos en materia de educación. Después encontré otros textos que fui recopilando: «Carta a una señora de la limpieza», «Carta a un conserje»…

    Me gustaron aquellas parábolas que, al bíblico modo, acercaban los conceptos educativos a los no iniciados.

    Hoy, Miguel Ángel, toca un tema que se presta a las parábolas. Es verano y desde mi jubilación dedico un rato diario a mi pequeño jardín. Casi inmediatamente surgió en mi cabeza la metáfora del jardinero. La escribo a vuela pluma y admito que es un ejemplo trillado y nada original. Pero viene al caso.

    » La parábola del jardinero

    El jardinero siembra, esperanzado, una de sus semillas más prometedoras. Piensa entonces que adquirirá las formas y colores imaginados; pero la verdad es que ella crecerá como le de la gana.

    El buen jardinero espera, porque sabe que la planta está sana y conoce la evolución de las de su especie, que crezca de una manera armónica a su naturaleza. Y lo normal es que así sea; pero se equivocará si pretende convertirla en lo que no es. Lastimará su destino si alambra su tronco, poda excesivamente sus ramas y reduce la maceta a un mínimo cuenco donde las raíces se oprimirán en mínimos espacios. Si pretendía mantenerla en su etapa infantil se encontrará finalmente con un delicado bonsai, pero ese no era el destino de su planta.

    Para que su planta alcance su plenitud debe darle los cuidados necesarios, que serán los justos: el sol y la sombra adecuada, el abono conveniente, el agua necesaria… todo ello ni más ni menos de lo preciso. Y, de esta manera, la mayoría de nuestras semillas germinarán y crecerán hermosas.

    Pero en su crecimiento pueden aparecer circunstancias que alteren su desarrollo. A veces ocurre que nuestra semilla está enferma, es defectuosa, sufrió daños durante su almacenamiento o al ser plantada. Entonces nacerá una planta singular que también puede ser portadora de singular belleza aunque sea más pequeña, con menos flores o de formas menos espectaculares; pero seguramente merecerá la pena y, cuando la mires, encontrarás una cualidad especial y te admirarás de su valor de supervivencia.

    Otras veces tendrá que vivir en un jardín tan denso, tan competitivo entre pares, que quizá no pueda desplegar completamente su ramaje, o sus raíces tengan que pelear contra las otras por los escasos nutrientes. En este jardín tan selectivo quizá no sobrevivirá o puede que lo haga afectada de un raquitismo que la convertirá en un vegetal mustio y frágil.

    En toda ocasión el jardinero tendrá, además, que estar atento a las enfermedades y plagas que pueden afectarla. Son situaciones que, si no son curadas a tiempo y con determinación, pueden dar al traste con un ejemplar perfecto. A veces incluso precisarán de amputaciones y tratamientos lastimosos pudiendo llegar a ser radicales en algunos casos.

    Con el paso del tiempo, el jardinero observa satisfecho como su planta crece. Como toma completamente el mando de su destino. Sus raíces están bien asentadas, su ramaje es fecundo. Con su aparato radical, bien profundo, es capaz ya de conseguir agua por sí misma. Está bien protegida por su resistente corteza.Demuestra ya su fortaleza contra las enfermedades. Despliega su arborescencia de forma espectacular y una explosión de brotes, flores y frutos ilumina sucesivamente las estaciones de su vida.

    El jardinero disfruta de la planta que él ayudó a crecer. Y ella le corresponde generosa con su sombra y comparte sus frutos. «

    • Querido Jesús Marcial:
      Mil gracias por tus hermosas y generosas palabras.
      Qué lástima que no se produjera aquel encuentro.
      Vivía entonces en Boadilla del Monte. ¿Fuisteis hasta allí?
      ¿Por qué no acudisteis al Colegio en que era Director? Sí, lo fui desde el 80 al 85. De aquella experiencia surgió el libro «Yo te educo, tú me educas», que se ha traducido al portugués.
      GRACIAS POR LA METÁFORA DEL JARDINERO.
      A mí me gusta mucho.
      De hecho he publicado en Portugal un libro que se titula LA DEMOCRACIA ES UN ÁRBOL. Y en Chile publiqué VIVIR EN PRIMAVERA. En ambos utilizo ese tipo de metáforas. En España publiqué un artículo titulado LA PARTICIPACIÓN ES UN ÁRBOL.
      Cuántas emociones has suscitado en mí, querido Jesús Marcial.
      Gracias.
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      • Gracias igualmente. El aprecio de la gratitud aumenta el valor de las personas.
        Sí fuimos a Boadilla aunque, la verdad, no recuerdo mucho de aquella visita. Sólo que nos acercamos hasta allí y que al no haber nadie desistimos por, quizá, molestar si insistíamos.

        Estoy seguro de que esta metáfora la has utilizado. Se presta muy bien a la tarea docente y a la educación de los hijos. Intentaré leer los libros que comentas.

        Echo de menos alguna entrada sobre aquellos años, sobre aquellas experiencias pedagógicas y vitales en los años que estuviste por Tuy. Tan solo conozco tus comentarios sobre el cineclub que dirigías en aquella ciudad gallega.

        Un guiño para Carla, que es casi familia de todos. Me agrada que compartas algunas de sus experiencias. Todos nos sentimos identificados contigo ¡y con ella!

        Y gracias también por tratar tan bien a los participantes en este blog. Pocos pueden preciarse de la cordialidad en el trato, la perseverancia en las contestaciones y el buen clima que impones a las discusiones. Nunca he visto que descalifiques una sola intervención, por agresiva u ofensiva que sea. Siempre ves el lado positivo de cada opinión. Y eso, querido Miguel Ángel, no tiene precio.

        • Querido Jesús Marcial:
          No sabes cuánto lamento que no insistieras o esperaras o llamaras en aquel intento. O que, como te decía, acudierais al Colegio. Lo visitaban muchos alumnos de la Facultad. Fue un experiencia increíble.
          He estado tentado muchas veces de hacerme eco de aquellas experiencias inolvidables. De Walden 3, por ejemplo. O de Edelweis. Llegará el momento.
          Carla es una fuente inagotable de ingenio, de experiencia y de ternura. No sabes cuánto disfruto escribiendo su diario DÉJAME QUE CUENTE. Hoy mismo he escrito tres páginas (va a página por hecho, frase o acontecimiento).
          Gracias por valorar este blog.
          A mi honran los participantes. Tú caso es paradigmático.
          Un gran abrazo.
          MAS

  5. Tenemos poniente y olas. Estoy con el móvil debajo de la sombrilla rebozado como un calamar a la romana… Un abrazo amigo madrugador… Miguel Ángel en la costa malagueña podrá dar fe de ello si a él le pilla el terrá…

    • QUERIDO JUAN CARLOS:
      Claro que puedo dar fe. Vivo a quinientos metros de la playa. El viento azota con un calor notable, pero yo puedo trabajar preparando un libro nuevo que se titulará UN RAMO DE FLORES PARA LOS DOCENTES DEL MUNDO. Hay en el ramo flores blancas de ilusión, verdes de optimismo, rojas de amor… Miro el mar y dentro de la casa no tango mucho calor. Dentro de un ratito nos daremos un bañito en la piscina.
      Un gran abrazo.
      MAS

  6. Miguel Ángel.
    Es curioso que mis padres, con una escasa formación académica,me otorgaron un nivel de autonomía en mi niñez a la que yo no les llego a la altura del zapato con mis hijas.

    Es cierto que antes era una época totalmente distinta a la actual. Posiblemente Edo hace que los pájaros tarden más en salir del nido. Pero cuando salen, saben volar de forma independiente. Algo se estará haciendo bien, supongo. Cómo decía en el comentario anterior, estoy junto al mar. Hay oleje de poniente y el agua sobrepasa la línea de costa en una ida y vuelta constate. Pero llegará la calma chicha y todo volverá a la normalidad.

    Saludos del Calamar…

    • Querido Juan Carlos:
      Creo que hay que mantener una mirada optimista sobre la historia y sobre las personas.
      Claro que estamos haciendo las cosas mejor, claro que se ha avanzado.
      Me gusta mucho el libro de Marina y De la Válgoma titulado LA LUCHA POR LA DIGNIDAD.
      Disfruta del viento de poniente ahora y luego de la calma chicha.
      Un abrazo marítimo.
      Y gracias por mezclar arenas y letras.
      MAS

  7. Buenas tardes Miguel qué articulo tan rico, que metafora tan gráfica, a mi me cuesta mucho ser oceano ya sea con mi hijo y con mis alumnos. Me parece tan delgada la linea entre permitirles Ser y dejarlos solos sin proteccion. Que lindo compartir con todos este blog y aprender cada dia . un cariño

    • Querida MARISA:
      Te cuesta mucho porque es difícil hacerlo. La línea es delgada y los sentimientos son poderosos. Buscar esa línea es una tarea tan compleja como importante. Cuando vamos a los extremos se ve claro, pero cuando nos aproximamos a la línea es más problemático.
      Un ejemplo:
      Está claro que no vas a dejar a un niño de cinco años SOLO en un aeropuerto.
      Está también claro que no vas a acompañar a un joven de 25 años.
      Lo difícil es buscar la línea de la que hablas.
      Besos y gracias.
      MAS

  8. Hay unas frases, expresadas por Loly en su comentario de esta semana, que personalmente creo que mueven a una reflexión detenida. Son las siguientes:
    “Hace años se me quedó el nido vacío y mi alma llena de nostalgia. / ¡Una casa tan grande y tantas ausencias! / Logré habituarme a la soledad, a los días grises, monótonos, al miedo existencial, al pasar inexorable del tiempo”.

    Son palabras que más adelante complementa con otras muy significativas: “Los errores hacen que las personas sean mejores” y “¡Nada de rencores ni de reproches indeseables!”.

    Las primeras me llevan a pensar en uno de los grandes retos que los seres humanos tenemos que afrontar en la última parte de nuestra vida: la soledad. La indeseada y dura soledad, la misma que cuando somos jóvenes no la entendemos, pues estamos tan rodeados de gente y tan cargados de vida que no acabamos de saber qué significa realmente esa palabra, más allá de sentirnos algo incomprendidos en determinadas situaciones; cosa que magnificamos en esos momentos.

    Cierto, que pueden darse casos, tanto en la infancia como en la juventud o adultez, que logran situarnos en ese pozo profundo, oscuro y desolador de la soledad y del que se piensa que uno no va a salir nunca. Sin embargo, con gran esfuerzo y acompañado de algunos que nos rodean y que nos quieren de verdad, es posible comprobar que se vuelve a la superficie con fuerza y resolución para reanudar el camino.

    También es cierto que a algunos los errores pueden hacerlos mejores personas; a otros, sin embargo, los hacen peores: gente cargada de frustraciones y rencores que los expanden a su alrededor sin considerar ni medir el daño que puedan causar. Han perdido toda capacidad de amar la vida, de amarse a sí mismos, toda ilusión y esperanza, por lo que carecen del mínimo de empatía para comprender los sentimientos de los demás.

    Totalmente de acuerdo con la última. Nada de rencores ni de reproches. Estos son como un búmeran que no solo no solucionan los problemas, sino que acaban volviéndose contra uno. Hace años aprendí que, en caso de que ya no fuera posible hablar o de dialogar, lo mejor era tomar distancias, alejarse en silencio y sin dar ningún portazo… Pasado el tiempo, en algunos casos, fue posible retomar las relaciones, y, aunque hubieran perdido la frescura que antaño se daba, al menos permanecía esa base de aprecio y cariño que entonces existía.

    Finalmente, no creo que yo sea el más apropiado para dar consejos u orientaciones a los demás; pero en el tema familiar del que nos habla Loly, puedo decir que han sido muchos años investigando en la familia (mejor, en las familias, ya que son muy diversas) a través de los dibujos y los comentarios de los escolares.

    Desde hace un tiempo para acá, son frecuentes los de niños y niñas cuyos padres se han separado o divorciado, hechos que nos narran a través de sus dibujos, de modo que podemos interpretar cómo han vivido emocionalmente todo ese proceso. También son muchos los alumnos y alumnas que tengo en clase y que han pasado la separación de sus padres, por lo que abordo con todo respeto esta problemática.

    Sobre ello, hablamos y debatimos tomando como referencia las imágenes de los dibujos proyectados en la pantalla, y que nos muestran las escenas que han sido plasmadas por escolares de distintas edades y que pertenecen al extenso archivo que he ido logrando con el paso de los años.

    Y comprobamos que, en algunos casos, son precisamente las abuelas las que mayor firmeza presentan en las situaciones más difíciles; quizás ello se deba a sus capacidades de comprensión, a su potencial de amor y al aprendizaje que han tenido ante las adversidades de la vida, que les han dado el coraje y la sabiduría para acoger, otra vez, a su hijo o a su hija, y ser un punto de apoyo seguro para sus nietos.

    No sé si el conjunto de la clase lo entiende cuando hago este último comentario; pero estoy convencido que, a pesar de su juventud, algunos sí, porque tuvieron la suerte de contar con esa abuela que estuvo a su lado en los trances más difíciles.

    • Querido Aureliano:
      Loly es una de esas abuelas a la que la vida le ha ido haciendo mejor a base de experiencia y de dificultades. Su corazón se ha ido fortaleciendo y se ha cargado de comprensión y de sabiduría.
      Habría que reconocer públicamente la tarea que en la crisis han desempeñado y desempeñan los abuelos. No solo en lo económico. Sobre todo, en lo emocional.
      Un gran abrazo.
      Gracias por el comentario, aunque sé que es Loly la destinataria de tus palabras.
      MAS

    • Querido Aureliano!
      Permíteme el atrevimiento de dirigirme a ti para agradecerte tus geniales argumentos a mi escrito.
      No sabes cuanto he valorado que alguien con la maestría y la profesionalidad que posees, ponga en alza unas frases mias dichas desde el corazón.
      Me ha subido la autoestima a alto grado. No sabía que a alguien le pudieran interesar mis notas.
      Me has llenado con tus palabras los vacíos del alma.
      Sin conocerte, aunque leo tus comentarios, reconozco en ti una fenomenal persona.
      Hay una frase por ahí que tiene mucho sentido para mi: «Lo peor de todo es estar rodeada de gente y sentirse sola».
      Y has conseguido que me sorprenda con tus ejemplares palabras y que piense que yo también puedo lograr llegar a provocar una reacción de complicidad.
      Menudas sorpresas tiene este blog y excelente persona y amigo Miguel Ángel.
      ¡Gracias a los dos!

      • Querida Loly:
        Pues claro que tienes mucho que ofrecer desde la autenticidad de tus sentimientos, desde la sinceridad de tus comentarios y desde la valía de tu enorme corazón.
        Eres uno de los pilares de este blog.
        Gracias por todo.
        MAS

  9. Querido Miguel Ángel, me encanta este artículo, pero la realidad es que me encantan todos. Me encanta lo que expones y cómo lo expones y me encanta que abras tu alma comunicándonos cosas tan humanas como tus sentimientos respecto a las personas que más quieres, Carla.
    13 años. Sabemos que es muy despierta y que lleva ya muchas experiencias, pero no hay duda que habréis tenido un poco el corazón encogido con esta primera gran experiencia. Es hermoso ver crecer a los hijos y ver que se van haciendo dueños de sus vidas.
    Tengo tres hijos. Mi hija mayor y el más pequeño han pasado años fuera del hogar y viajes que me han tenido el corazón en vilo. De todas han salido airosos. En un viaje de mi hijo menor por Croacia de repente se pasó cuatro días sin saber nada de él, no sabía ni qué hacer. Al fin llegó la comunicación. Le habían robado el móvil. En fin sería muy largo contar un sin número de aventuras. No me he arrepentido, hoy vuelan libres y yo y mi esposa, aunque más solos, nos sentimos felices de verlos libres y dueños de sus vidas. Misión cumplida.
    Como dice otro tertuliano a Carla la sentimos como del grupo. Le deseo que su gran experiencia le sea muy positiva.
    Un abrazo, Miguel Ángel y saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      Te echaba de menos, como siempre que te ausentas.
      Gracias por tus palabras que siempre considero sinceras, inteligentes y positivas.
      Sé que tus hijos ya vuelan felices lejos del nido familiar. Hiciste los deberes de la vida a tiempo. Yo los dejé para muy tarde.
      Me está sorprendiendo el tremendo e incesante ritmo del crecimiento.Ayer Carla era una niña y hoy es una preadolescente que levanta más que nosotros.
      Un gran abrazo veraniego.
      MAS

  10. Querida Loly:

    Hace años, cuando acudí a Málaga a uno de los tribunales de tesis doctoral que dirigía Miguel Ángel, y al que era invitado para formar parte del mismo, una vez terminado el acto académico y en la comida, me habló de El Adarve. Fue la primera vez que lo hizo, pues de haberlo sabido hubiera participado con anterioridad, dado que me identifico con sus planteamientos.

    De esto hace ya más de siete años; pero tú ya participabas en los comentarios, por lo que puedo decir que te conozco un poco a través de ellos. Si hay algo que deduzco de tus escritos es que eres una persona que admiras enormemente a Miguel Ángel, al que sigues con gran lealtad, al tiempo que lo que expresas está cargado de sinceridad y emoción. No son, pues, testimonios fríos y distantes; todo lo contrario, lo que escribes lo haces sintiéndolo de verdad.

    Fue esta la razón por la que tomé unos fragmentos de tu última carta para dejar constancia de una realidad que suelo abordar en clase, pues el haber profundizado en el dibujo de los escolares me ha conducido a que pueda tratar con los alumnos y alumnas el origen y desarrollo de las emociones y los sentimientos, algo tan necesario en la formación de los futuros docentes como lo pueden ser las matemáticas o la historia. También, como es lógico, uno aprende de la vida, de la vida de los demás, que nos pueden servir de modelos o referencias para aplicarlas a la propia.

    Te agradezco sinceramente esas palabras de elogio hacia mí; pero, ciertamente, una de las cualidades que tiene este blog es que somos todos iguales en este espacio epistolar, en el que cada uno realiza su aportación desde sus conocimientos, reflexiones y experiencias, que pueden servirnos para aprender y, con ello, mejorar como personas.

    Yo también aprendo de ti, como de otros que escriben, al igual que lo hago de muchas personas que conozco y que considero admirables por cómo afrontan las distintas situaciones de sus vidas.

    Deseándote lo mejor, recibe un abrazo.

  11. Córdoba, miércoles, 1 de agosto.

    La ciudad empieza a vaciarse. La gente se va a las playas: Málaga, Cádiz y Huelva, son las que acogen a la mayoría de las familias de aquí, por la proximidad que presentan.

    Se habla de ola de calor, pero los que vivimos en Córdoba ya estamos acostumbrados a las temperaturas superiores a los 40º, y ya sabemos que este mes es el menos apetecible de todo el año para permanecer al lado del Guadalquivir.

    De todos modos, quisiera apuntar, pues es posible que algunos no lo sepan, que Córdoba es la ciudad española con más denominaciones de Patrimonio de la Humanidad, mención que concede la UNESCO. Son cuatro: la Mezquita, la Judería, los Patios cordobeses y, recientemente, la ciudad palaciega de Medina-Azahara.

    Esto quiere decir que el mes de mayo es el momento ideal para acercarse a Córdoba, sea por el buen tiempo o porque la ciudad se llena de flores, con unas noches cargadas de olor a jazmines, ya que los patios están abiertos a las visitas. (Bueno, por si alguien sospecha algo, quiero indicar que no recibo ninguna subvención del Ayuntamiento por promocionar la ciudad.)

    ***

    Flora y yo nos encontramos a dos días de salir para Barcelona. Allí estaremos con Abel, Esther y nuestro nieto, que tiene el mismo nombre que su padre.

    En las numerosas ocasiones que hemos ido a la ciudad condal, muchas de ellas para participar en congresos, el tiempo ha sido espléndido, por lo que hemos disfrutado de una ciudad acogedora, pero que empieza a sufrir el problema del exceso de turismo. Sin embargo, nos han comentado que en los días de mucho calor el tiempo es bochornoso, por lo que se suda mucho. Solución: me ducharé las veces que sean necesarias.

    ***

    Sigue todavía presente en el blog el tema que trata de la forma de educar a los escolares y a los hijos, buscando un equilibrio entre libertad y responsabilidad, lo que ha llevado, en algún caso, a reflexionar en el modo en el que lo hicieron sus padres.

    Creo que esto es algo que todos, de un modo u otro, lo hemos hecho en alguna ocasión o lo hacemos ahora, pues el recuerdo, la memoria de nuestros progenitores, nos acompaña a lo largo de la vida. Tanto en los aciertos como en los errores. Pero, ay, los errores vividos no pueden modificarse; ahí están presentes y lo que podemos hacer es aceptar aquello con lo que no concordamos, pero dándole un nuevo enfoque, una nueva orientación.

    ***

    ¿Qué sucede, por otro lado, en las vidas de unos hijos que han tenido a unos padres sobreprotectores o, por el contrario, han sido duros e implacables? ¿Es posible que quienes hayan vivido esas experiencias en su niñez sean capaces de seguir adelante y alcanzar la fama y el reconocimiento cuando son adultos?

    En mi caso, de ningún modo quisiera estar en la piel de ninguno de ellos, pues prefiero el silencio del anonimato, con una existencia un tanto dichosa, a la posterior gloria tras una vida de profundo desasosiego.

    Como respuestas a las interrogantes que he realizado, se me vienen a la mente dos genios de la literatura del siglo XX. Uno de ellos tuvo una infancia totalmente feliz, es el caso de Marcel Proust; y, el otro, una vida totalmente desgraciada, como fue la de Franz Kafka.

    ***

    Sobre el francés Marcel Proust, cuya obra de introspección le llevó a publicar “En busca del tiempo perdido” en siete novelas con títulos distintos, quisiera apuntar que en estos días me encuentro leyendo un apasionante trabajo de estudio de su vida y obra por parte de André Maurois, y que lleva por título “En busca de Marcel Proust”.

    No me resisto a escribir algunos párrafos de este estudio, ya que ahora lo podemos entender como una gran sobreprotección materna.

    “Conviene señalar que la familia de Marcel vivía muy unida y que dentro de ella la moral tradicional jamás se puso en discusión. La tragedia que había que suponer para Marcel el descubrimiento del mundo y de sí mismo se explica por el brutal contraste entre lo real, siempre duro y a veces innoble, y la vida familiar que se había habituado a llevar, amparado por la bondad de su madre y de su abuela, por la nobleza espiritual de ambas y por los principios morales que profesaban. Era natural, por ende, que aquellas dos mujeres adorasen y mimaran a un niño frágil, cuyo espíritu se asemejaba tanto al suyo…”.
    Dado que André Maurois accedió a cartas familiares inéditas hasta ese momento, nos ilustra muy bien lo que Marcel pensaba y sentía a los 13 años, por las respuestas dadas a un cuestionario que se le formuló a esa edad.

    Selecciono cuatro preguntas:

    “¿Cuál es para usted el colmo de la infelicidad?
    – Estar separado de mamá.

    ¿Dónde le gustaría vivir?
    – En el país del ideal, o, mejor dicho, de mi ideal.

    ¿Qué cualidad valora más en el hombre?
    – La dulzura, la naturalidad, la inteligencia.

    ¿Su ocupación preferida?
    – La lectura, la ensoñación, los versos”.

    Quisiera apuntar que Jeanne Weil, la madre de Marcel, de ascendencia judía, le llamaba a su hijo “mi monedita de oro” y “canario mío”, expresiones que aparecen en las misivas que le mandaba cuando se encontraba ausente.

    ***

    Creo que el miedo con el que vivió Franz Kafka a lo largo de su vida queda patente en la carta que le escribió a su padre (y que este nunca llegó a leer). Su lectura conmueve enormemente. Y uno se queda perplejo ante la dureza, la frialdad y la falta de sentimientos de un padre hacia un hijo.

    Es posible que algunos lectores o lectoras del blog ya conozcan la “Carta al padre”; a quienes no la hayan leído, les recomiendo encarecidamente su lectura, pues son 52 páginas que se han editado de forma separada como librito, aunque también aparece en el volumen II de sus obras completas.

    Simplemente, presento el comienzo de la carta:

    “Queridísimo padre:
    No hace mucho que me preguntaste por qué afirmo tenerte miedo. Como de costumbre, no supe qué responderte, en parte precisamente a causa de ese miedo que te tengo y en parte porque para explicarlo necesitaría tener presentes más factores de los que soy capaz de manejar al mismo tiempo cuando hablo. Esta respuesta que intento darte ahora por escrito será igualmente muy incompleta, porque también a la hora de escribir me atenazan el miedo y sus consecuencias…”.

    ***

    Pero Franz Kakfa no es el único ejemplo de escritor de gran renombre cuya vida estuvo marcada por un padre tiránico.

    También me viene a la mente el caso del escritor francés, de origen rumano, Emil Cioran, cuyas obras, muchas de ellas aforísticas, se han leído de modo amplio en las últimas décadas.

    Sobre Cioran he escrito varios artículos. En esta ocasión os presento el enlace de uno que ilustré con obras del artista plástico polaco Zdzislaw Beksinski, cuyos cuadros nos muestran el horror y la desolación más absoluta.

    http://www.montilladigital.com/2015/07/aureliano-sainz-aforismos-y.html

    Bueno, y si todavía os quedan ganas de seguir y de saber quién era Beksinski, ahí va el artículo que apareció en la serie “Arte y horror” de los diarios digitales.

    http://www.montilladigital.com/2015/06/aureliano-sainz-arte-y-horror-beksinski.html

    ***

    Me despido, indicando que no os he querido aguar la fiesta, ni el descanso que todos merecemos trayendo a colación a estos últimos autores.

    Bueno, espero que quienes regresáis de las vacaciones hayáis disfrutado de ellas; lo mismo para quienes las comenzáis. Y pensad que estos personajes que os he nombrado alcanzaron la fama a partir del sufrimiento; cosa que me imagino ninguno deseáis (yo tampoco).

    • Querido Aureliano:
      Gracias por los referencias y por artículos.
      El dolor ayuda a veces a madurar y a fortalecerse pero muchos destruye y aniquila. Nadie debería sufrir en la etapa infantil/juvenil y, mucho menos, de parte de aquellos que están encargados de ayudar a crecer a través del amor.
      Hace poco hice referencia al libro «Los pasitos feos» de Boris Cyrulnik. La resistencia le hizo crecer, pero nadie debería ser protagonista de tanto dolor.
      Un abrazo.
      MAS

  12. Hola, te saludo desde Paraguay. el artículo, y me ubico como docente y madre, ser guía en el aprendizaje de nuestros alumnos e hijos es fundamental a fin de que puedan ser capaces de…..ya que debemos enseñarlos para la vida, y no para nosotros.

    • Querida María Eugenia:
      eso es. Educar a los hijos y alumnos para la vida, para que sean ellos mismos. NO se trata de que sean como nosotros queremos que sean sino como ellos deciden ser. Tenemos que ayudarles a pensar y a decidir por sí mismo, con autonomía y libertad. Ya sé que no es fácil. Pero es necesario.
      Gracias por leer y por escribir.
      Besos.
      MAS

  13. Querido Miguel Ángel:

    1.- Me he quedado enganchado en una respuesta que me has dado la semana pasada. Me ha gustado.

    “¿Cómo no estar de acuerdo contigo en que el contexto condiciona? Y me refiero a tres tipos de contexto: el contexto del que parte el aspirante, el contexto en el que se mueve y el contexto al que quiere incorporarse.” (MAS)

    El pasado, el presente y el futuro. Lo vivido, lo que vivo y lo que me queda por vivir. Lo que fui, lo que soy y lo que puedo ser.

    “Los estudios socioculturales siempre implican vinculación con conceptos y términos tales como ideología, comunicación, etnicidad, clases sociales, estructuras de pensamiento, género, nacionalidad, medios de producción y muchos otros que sirven para comprender los elementos únicos de cada comunidad, sociedad y etnia.” (Sacado de algún lugar de mi pantalla).

    “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.(Ortega y Gasset).

    “Una sociedad abierta es aquella sociedad ideal en la que los orígenes de los padres no determinan el destino de sus hijos.”

    “En España, las posibilidades de remontar de clase social son las mismas que durante la industrialización de los sesenta, según una reciente investigación de los sociólogos Ildefonso Marqués y Manuel Herrera”.

    «En España se produce un ejemplo marcado de lo que Max Weber llama cierre de clase. Las élites intentan mantener sus privilegios subiendo los requisitos para entrar en ellas», dice Marqués.

    «A las mujeres de orígenes populares, le pesan más sus orígenes, pero para las de clases altas, les pesa más el género», afirma Saturnino Martínez.

    2.- Yo intento influir sobre mis hijos. Si no fuese así no estaría educándolos. Esto que parece una perogrullada, lo digo por si a alguien se le ocurre que decir que debemos dejarlos que sean ellos mismos es no hacer nada por nuestra parte. Y es que, sin necesidad de decir nada, lo que somos y lo que hacemos les llega, todo lo que ven, aunque no lo vivan de forma directa, les llega. No me interesa tanto lo que van a hacer para ganarse la vida, sino lo que van a ser como personas, que es más importante y duradero, y va a influir en todo lo demás.

    Una cosa es influir y otra obligar. Una cosa es marcar un rumbo y otra encarrilarte sobre unos rieles rígidos, que sólo pueden llevar a una única estación por un único comino.

    3.- Educar para la vida. Estoy de acuerdo, pero lo enlazo con todo el rollo del primer punto. Y me lleva a preguntarme para qué vida debemos educar, qué valores les van a valer para ese contexto al que quieren incorporarse (su futuro), cuál es y cómo es esa vida que está por llegar y para la cual se preparan. Creo que solo siendo ellos mismos no les va a valer. Ni siendo libres. Y digo solo.

    ¿Es lógico que cualquier ser humano quiera mejorar su situación personal?¿ Es lógico que cualquier ser humano quiere defender sus condiciones de vida, su buena situación personal?

    4.- Ha llegado Pablo Casado. La vegetación ha crecido en la selva. Ahora, por lo menos de forma visible, no podemos decir que mandan los ancianos de la tribu. ¿Se notará para mejor?¿Se notará la Universidad moderna y fresca que los ha formado en su forma de ser y decidir? ¿Aprenderían a dialogar, a negociar, a ceder, a buscar lo mejor para todos y todas o lo más justo? ¿Cuáles serán sus valores? ¿Qué mundo querrán contribuir a crear?

    Un abrazo.

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