Resulta casi inevitable que, antes de iniciar una conferencia, un taller, un curso o una mesa redonda, alguien (y ese es otro aspecto interesante, quién se encarga o a quién se le encarga la presentación) dedique unas palabras a presentar al orador. Da igual que sea de todos conocido o un perfecto desconocido. Se hace la presentación sí o sí. (Prestemos desde hoy un poquito más de atención a las presentaciones que escuchamos. A su contenido, a su duración, a su tono y a su estilo…). Encontraremos algunas sorpresas agradables. A veces desearemos que continúe un poquito más y otras anhelaremos que el presentador ponga un punto final. Como suelen decir algunos presentadores: “ustedes han venido para escucharle a él y no a mí. Todo el tiempo que yo ocupe se lo estaré robando al disertante”. Pero él sigue impertérrito.
En pocas ocasiones le he pedido al presentador el texto. Porque muchas veces la presentación ha consistido en leer (y de aquella manera) un Cucriculum Vitae que previamente se me había pedido. En algunas, sí. Por su originalidad, por su enfoque, por su precisión, por su cercanía emocional.
Algunos, sea porque no tienen ni idea de quién eres o qué has hecho, sea porque realmente quieren destacar lo que a tu juicio, es más relevante, te preguntan:
– ¿Quieres que destaque algo en especial?, ¿tienes interés en que haga referencia a algún aspecto de tu trayectoria profesional o personal?
Bien es cierto que internet es hoy la solución a muchos de estos problemas. Algunos lo dicen abiertamente. He encontrado miles, millones de referencias en internet. Como si tener muchas referencias fuese algo relevante. En una ocasión en la que el presentador dijo el número de millones de referencias que había encontrado en un buscador dije, medio en broma, medio en serio, que Belén Esteban tenía algunas más.
El género de las presentaciones, como todos los géneros breves, tiene muchos lugares comunes y algunas joyas creativas. ¿Cuántos miles de veces me han presentado? Algunos, ciertamente. ¿Cuántas presentaciones me han llamado la atención? Pocas, sin duda..
Tendrán que reconocer conmigo que la mayoría de las veces se trata de palabras anodinas y que estamos deseando que la conferencia empiece de una vez. Una de las más pintorescas que he oído es la del presentador que quiso ser tan halagador con el conferenciante que acabó diciendo:
– Bueno, la verdad es que tiene tantos méritos que es… impresentable.
Recuerdo que, siendo yo estudiante en la Universidad de Oviedo, el entonces decano Emilio Alarcos Llorach presentó a Camilo José Cela (todavía no había sido distinguido con el Novel de Literatura) con estas escuetas y elocuentes palabras. Una vez pronunciadas con toda la solemnidad, se sentó ante el asombro de todos.
– Este es Camilo José Cela. El que no le conozca, peor para él.
Lo que tengo que reconocer es que la mayoría de las presentaciones hace referencia a los aspectos relacionados con las titulaciones, las publicaciones y las experiencias laborales… Hay pocas que se refieran a la vida personal, a las relaciones, a los afectos.
Algunas he visto excesivamente largas y tediosas. Otras, por el contrario, han sido breves e ingeniosas. Recuerdo muy bien lo que dijo quien me presentaba en Oviedo hace varios años:
– Como los musulmanes tienen la obligación de acudir una vez en la vida a La Meca, todos los profesores y profesoras deberían tener la obligación de escuchar al manos una vez a este profesor.
No pudo decir más en menos palabras.
En los Encuentros de Apfrato (Asociación Pedagógica Francesco Tonucci) que se celebran en Granada desde hace 8 años en el primer fin de semana de junio, es costumbre que un niño presente a un conferenciante. En uno de los primeros encuentros le encargaron a un niño buscar en internet la información necesaria sobre mí. Cuando terminó pregunté quién conocía al niño. Levantaron la manos sus padres y algunos amigos que se encontraban allí. Luego pregunté quién me conocía a mí y levantaron la mano casi todos. ¿A quién deberíamos presentar?, pregunté.
Y seguidamente hice una breve presentación con datos que había recabado anteriormente a sus profesores, a sus padres y amigos. El niño, de unos doce años, estaba tan maravillado que no daba crédito a lo que oía. Probablemente pensó que se le había escapado la condición de mago que tenía aquella persona que había presentado.
– Fulanito tiene 12 años. Le gustan mucho las aves rapaces, sobre todo el aguilucho de Harry Poter. Tiene dos hermanos. Es muy bueno en matemáticas. El año pasado estuvo de vacaciones con su familia en Francia…
Todas las presentaciones son panegíricas. No he visto ni una sola en la que se mencione algún defecto o mala acción de quien va a hablar.
He visto presentaciones casi tan largas como la ponencia que la sigue. Curiosamente, el autor de esos desmanes oratorios no percibe el malestar de los asistentes, que va creciendo, a medida que avanza recitando los títulos de las obras del conferenciante.
He visto presentaciones muy trabajadas. Presentaciones que son fruto de horas de reflexión y de búsqueda. Basta ver la documentación que el presentador lleva en las manos. Varios folios impresos que desvelan una escritura atenta y minuciosa. Hace poco, en Tuxtla (México) la profesora Yuridia Salgado construyó para presentarme un cuento hermoso en torno al diario que le estoy escribiendo a mi hija Carla. Uno de los que he pedido, por cierto.
Creo que un buen termómetro para medir la calidad de una presentación es el interés que suscita en el presentado. Cuando le hace sonreír, cuando le emociona o le sorprende es que estamos ante una obra de ingenio. Otro criterio es la pertinencia de la información que brinda a los asistentes.
Es preciso tener en cuenta el contexto. Quiénes son los asistentes y quién es el conferenciante. No es igual un grupo de niños que uno de adultos con alta capacitación. No es igual presentar a Fernando Savater (a quien todos los asistentes conocen) que a un autor completamente desconocido.
Hace algunos años tuve que hacer en la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, como Director de un curso, la presentación de todos los conferenciantes. Me resultaba aburrido (y pensaba que eso mismo les iba a suceder a los asistentes) enumerar los méritos académicos de cada expositor, teniendo en cuenta que todos eran conocidos. Y pensé en una alternativa curiosa.
Atribuí a cada expositor un plato de cocina con su correspondiente foto. La clave consistía en decir por qué aquel plato se podía identificar con aquel conferenciante. (por sus ingredientes, por su preparación, por su sabor…)
En el libro “Adolescentes y educación” están las presentaciones que hice de los disertantes en un curso que yo dirigía. Consisten en cuentos que, a mi juicio, reflejaban la personalidad de cada uno.
En otra ocasión pensé en identificar a cada disertante en el curso con una parte del cuerpo. Uno era la cabeza, otro la boca, otro las manos, otro los pies, otro la piel… Y la clave estaba en explicar el porqué de cada atribución. Están escritas en el prólogo del libro “Escuelas para la democracia” (Wolters Kluwer) en el que también se reproducen los textos de las conferencias. Recuerdo que, al hacer la valoración de la experiencia, uno de los asistentes comenzó diciendo: “Yo creo que la columna vertebral de este curso ha sido…”. Quiso seguir el juego de las metáforas. Ingenio.
Estimado MAS:
De nuevo, excelente artículo. Brillante enfoque sobre esa oscura especie de teloneros que son los presentadores de conferenciantes, ponentes y charlistas. Me temo que más de una vez -y más de muchas- me ha tocado representar ese ingrato papel. También me temo que mis presentaciones han resultado frecuentemente más «palizas» que brillantes u originales.
Asombroso y maravilloso el ejemplo que aportas de Emilio Alarcos. Ojalá todos tuviéramos su genialidad. A partir de ahora, hago solemne propósito de enmienda. La próxima vez que me pidan una presentación intentaré hacerla, si no tan brillante como la de Alarcos sobre Cela, al menos casi tan breve.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno (Gracián). Lo breve, si bueno, dos veces breve (yo mismo).
Saludos cordiales desde una radiante mañana malagueña
Estimado Antonio:
Gracias por tu comentario, sugerente y madrugador (9.00 am).
Te cuento una picardía que seguro celebrará, dada la admiración (que comparto) por Emilio Alarcos, por entonces decano de la Facultad de Filosofía. Él, lamentablemente, no me dio clase. Me tocó su joven y hermosa compañera a la que llamábamos «la Pepa». Algunos la llamaban «La Venus de Emilio».
Creo que esa fue una genialidad que nos dejó perplejos y admirados. Un singular elogio del disertante. Poco más se podía añadir. Fíjate si fue impactante para mí que lo he recordado casi medio siglo después.
Un cordial saludo y gracias, también, otra vez.
MAS
Querido Maestro!
Usted si que sabe, sería mi presentación!
Hace pocos días asistí a un pregón de un amigo mio escritor y la presentación fue genial. La clave quizás está en conocer las partes afectivas del autor,la experiencia personal.
El pregón rondó la genialidad!
Hubo ingenio,rima asonante y consonante, cambios fluidos de armonía en su voz, vibraciones de impacto, experiencias vividas, todo un alegato de sinfonías que es imposible que no lleguen al alma! Sencillez en la expresión, conexión con el público, aplausos, yo expresé mis sentimientos llorando. Que bueno cuando las palabras acertadas te llenan tu corazón partió!
Maestro para mi los afectos y los valores, superan todo el mundo material y de ignorancia!
Cuando hablas de alguien que menos que conocerlo profundamente.
Los títulos los poderes no hacen a las perdonas, es su trayectoria de vida lo que los hace grande!
Usted es genial!
Sin más, asegurándole que aunque no escriba a veces sigo aquí, me despido con el deseo que pasen un buen fin de semana y reciban todos un cordial saludo!
Querida Loly:
Pues sería una magnífica presentación aunque (en mi caso) exagerada.
Describes magníficamente el pregón al que has asistido. Ya ves, ese es otro género, el de analista de las presentaciones.
Gracias por estar ahí, unas veces leyendo y otras escribiendo.
Besos.
MAS
Hoy voy a ser osado. Conocí a Miguel Ángel de niño, adolescente y joven y sobre todo, de niños, fuimos amigos y ahora lo somos.
Siempre destacó en los estudios. Siempre dispuesto a ayudar. Yo debía ser muy trasto pues un Profe me daba unos castigos que ya,ya.. Copia este verbo «no se habla en las filas» cuatro veces. Miguel Ángel me lo copiaba dos. Eso es un buen amigo.
Siempre lo he visto dispuesto a ayudar, optimista, bromista incorregible y con una imaginación desbordante.
De defectos, sí, uno: que no le veo ninguno y eso es inhumano, y él es humano.
En fin quizás un defecto sea, o mejor una anomalía social, que las Águilas sean capaces de convivir con los gorriones.
Un abrazo, y mil perdones si consideras que me he pasado en mi presentación.
Saludos a todos.
Querido Joaquín:
Creo que la amistad que nos une te lleva a exagerar y a inventar (¿yo te escribía la mitad del castigo? No me acuerdo, la verdad).
Esa misma bondad te hace no ve los defectos, que son muchos y no pequeños.
Pero ya se sabe: un amigo es una persona que, a pesar de conocerte muy bien, muy bien, te sigue queriendo.
Un abrazo y gracias.
MAS
Miguel Ángel.
Conforme leía el artículo hacía memoria de cuando me tocó presentarte en mi colegio, creo que fui breve… Ciertamente para ti debe ser una rutina escuchar una y otra vez datos similares sobre tu vida y obra, pero para el que presenta, en mi caso, que no estaba acostumbrado a ello, y que, además, estaba abrumado por tu presencia, era todo un honor.
Es curioso como en los actos deportivos existen las presentaciones de los jugadores, atletas, luchadores,… tienen su ritualidad, y no por escucharla mil veces siempre genera emoción entre el público y lo anima. Recordemos las presentaciones que realiza el spiker en el boxeo, por ejemplo.
A mi, la presentación de Alarcos Llorach a Camilo José Cela, no me parece una presentación genial, a no ser que se quisiera poner a la altura del escritor… Porque ser borde es ser borde, y ser amable es otra cosa distinta. Lo digo por el decano…
Buen finde…
Querido Juan Carlos:
Tienes razón. Una perspectiva es la del que es presentado y otra la del que presenta. Está bien pensar en esa otra dimensión de este tema.
Me acuerdo de aquella tar/noche en tu colegio de Jaén. Fue hermoso sentir a la comunidad educativa. Y valoré tu presentación como la de alguien cercano y conocido en El Adarve…
Con Antonio discrepo de tu visión de la presentación de Alarcos. Eran amigos, por lo que sé y recuerdo.
Un abrazo y gracias.
MAS
Estimado Juan Carlos:
Respeto tu opinión sobre la presentación de Alarcos a Cela. Ya se sabe que «los gustos no son todos unos, mas lo que uno no come otro se pierde por ello». Intentaré explicar por qué a mí sí me parece genial.
En primer lugar, está la figura de Emilio Alarcos Llorach. Desde un punto de vista personal, me resulta difícil encontrar alguien a quien yo admire más en el plano intelectual. En mi opinión, puede que exagerada, es el más ilustre lingüista español de la segunda mitad del siglo XX y puede que uno de los más brillantes de todos los tiempos. A pesar de su fama de «rojillo» (con lo que eso pesaba durante el franquismo en los círculos académicos de la época) consiguió, a puro pulso de solidez intelectual, ganarse un puesto destacado en los ámbitos universitarios e intelectuales. Catedrático de instituto primero, de universidad después, Académico de la Lengua (sillón B de la RAE), fue recorriendo todo el «cursus honorum» de la cultura española. Ha sido maestro indiscutible de varias generaciones de filólogos españoles, que hemos bebido en sus libros la base de nuestra formación. Sus planteamientos e innovaciones en el estudio del español en todos sus niveles (fonético, morfosintáctico y léxico) son imprescindibles en cualquier acercamiento actual al análisis de nuestra lengua. En cuanto a la literatura, sus estudios abarcan desde las Glosas Emilianenses o las jarchas, al estudio del lenguaje de Antonio Muñoz Molina o su gran amigo y eximio poeta ovetense Ángel González. Ningún recuerdo atesoro con más emoción estética que oír a don Emilio recitar con su voz grave y profunda los «Proverbios morales» de Zem Tob de Carrión en un perfecto castellano del siglo XIV. No me extenderé más en la enumeración de sus méritos, pues entraría en la categoría de lo que -con fina ironía- llamaba MAS «los impresentables».
Explicada mi admiración por el autor, paso a explicar mi admiración por su obra, en este caso la presentación de Cela. Es sabido que el pseudogénero literario de la presentación de personajes es propenso a la hipérbole, a la exageración y, con demasiada frecuencia, a una prolijidad innecesaria. Pues bien, dado que el presentado -Cela- era un personaje archiconocido desde la publicación de «La familia de Pascual Duarte» en 1942, glosar por extenso su figura habría sido un ejercicio aburrido por redundante. Sin embargo, la forma que escoge Alarcos para presentarlo resume, en el menor número de palabras posible, esa «impresentabilidad» de Cela: no hay nadie aquí que no lo conozca; y si lo hay, peor para él (pues se habrá perdido el conocimiento de alguien sumamente interesante). Al mismo tiempo, con la extrema brevedad de su presentación, logra Alarcos ese efecto sorpresa, de «extrañamiento» que siempre busca la buena literatura. Nunca calificaría yo de «borde» esa presentación, sino de un ejercicio de la más fina ironía.
Pero, en fin, para gustos…
Buen finde para todos
Estimado Antonio.
Excelente presentación del Sr. Alarcos. Le felicito.
Ciertamente, no conozco personalmente a este Sr ni a su obra. Quizás me he dejado llevar por el contexto para tratarlo de borde. Quizás esa presentación era para parafrasear a Cela, que cuando quería también era muy borde, la bordería no está reñida con la inteligencia. Recuerdo a otros literatos que han dado fe de ello: Paco Umbral, Sánchez Dragó, Fernán Gómez,…
Quizás fuese con la intención que usted le ortorga. Con el conocimiento que tiene del decano seguro que será esta la apropiada.
Pido disculpa por mi ligereza a la hora de realizar mi afirmación, pero mantengo que la bordería y la inteligencia pueden o no ser caracterísiticas de una misma persona.
Gracias por haberme leído y replicado.
Reciba un cordial saludo.
P.D. Me he dirigido de usted porque aunque somos asíduos e a este blog, creo recordar que no he mantenido nunca una charla directa con usted. Por ello me dirijo con respeto, no quisiera que pensara que es para mantener cualquier tipo de distancia.
Estimado Juan Carlos:
Ante todo, muchas gracias por tu más que amable respuesta.
No hace falta que te disculpes por tildar de «borde» la presentación de Alarcos: tu desconocimiento del autor, junto a la fama no del todo inmerecida de Cela, te llevó con toda lógica a esa valoración. Yo tampoco conocí personalmente ni traté a Emilio Alarcos más que como lector de sus libros y artículos y «escuchante» de alguna que otra conferencia o clase magistral. Ni siquiera descarto (aunque lo dudo) que tuviera mal carácter.
Por lo demás, estoy de acuerdo contigo en que la lista de «bordes egregios» sería interminable. Los que nombras: Fernán Gómez, Sánchez Dragó, Francisco Umbral, y algunos otros (Jorge Luis Borges, el propio Cela, Arrabal…). Buena materia para un futuro artículo del Adarve.
Por último, te ruego que, a pesar de la presunta diferencia de edad a mi favor, me apees el tratamiento. He sido profesor durante casi cuarenta años y siempre he conocido la costumbre del tuteo entre compañeros. Por eso te he tuteado (y te pido la recíproca) desde el primer momento.
Aprovecho la ocasión para felicitarte por tu fecunda labor en el difícil campo de la Educación Física y Deportiva. Gracias a personas como tú se ha ganado la dignidad académica que siempre había merecido y ha dejado definitivamente atrás el dichoso calificativo de «maría».
Un cordial abrazo
Comparto tu admiración por Emilio Alarcos Llorach.
Recuerdo el impacto de aquellas breves palabras pronunciadas con aquella voz ronca y grave indescriptible. Pronunció la frase y, para sorpresa de todos, se sentó. Una sonrisa de adoración inevitable se dibuja en todas las caras. También en la de Camilo José Cela. La conferencia se titulaba «En defensa del lenguaje».
Saludos y gracias.
MAS
Buenos días.
Sin más pretensión que participar o hacer acto de presencia (como diría el amigo Don Quintiliano), me gustaría, o me imagino estas palabras en tu boca a modo de autopresentación. (Muchas de ellas ya las has pronunciado).
– Buenos días a todos y a todas. Los que podríais reconocerme por la calle, seguro que ya sabéis que soy un impresentable, un cuentista y un repartidor de galletas.
– A los que no tenéis ni idea de quién soy y a qué me dedico, os digo que desde muy joven soy, y siempre lo he querido ser, básicamente un educador. Un compartidor de pensamientos, ideas, sentimientos y experiencias. Creo en el valor de la Educación como transformadora de las sociedades y de las personas, de las personas y de las sociedades que conforman. Para ello creo en el aprender en paz, en el educar con amor y en el crecer juntos. Aprender a vivir y a convivir. Todo ello sentido siempre como un fenómeno ético, bajo una ética común, y como un fenómeno vivido en democracia y para la democracia. Todas las voces son importantes y necesarias.
Un fuerte abrazo, Maestro.
Querido José Antonio:
Tú has dado con otra particularidad del asunto que son las autopresentaciones. Se hace en muchas ocasiones, sobRe todo, cuando dicen quiénes son los que van (o las que van) a participar en un curso, seminario o actividad de no muchos asistentes.
En una ocasión en que yo dirigía un curso sobre lectura de imágenes un asistente sE presentó de esta singular manera:
– Soy fotógrafo profesional y cura amateur.
Un hombre con ingenio y sentido del humor.
Un abrazo y gracias.
MAS
Hola a todo el mundo,
Ahora que soy algo mayor me doy cuenta de que también este blog es un regalo de vida. El mérito no es solo del Sr. Guerra…..así empezaba mi presentación de este blog el Adarve, cuando caí en la cuenta, gracias al Sr. Lema, de que debía presentarme también yo. Soy Don Quintiliano, tengo un maizal, baste por hoy. Recordando mi juventud en la guerra, allí era un poco humorístico el tema de las presentaciones. Puedo casi asegurar que aquellas de la guerra son las únicas que he tenido vanagloriando a mi persona, además de la solemne aquí, ahora, hecha en este blog. Un día me dijo un sargento bigotudo y panzudo, preséntate al Cabo Primero de cocina para que te apunte voluntario a una semana de servicio de limpieza durante las horas de paseo. Acto seguido: “a la orden mi Primero, se presenta a Ud. el soldado Don Quintiliano -bueno, entonces me llamaba de otra forma- de la novena compañía de fusileros, de parte del Sargento “tal” para que me apunte Ud. voluntario a una semana de limpieza de cocinas”. Responde el Cabo Primero: Dile al Sargento que tengo las plazas cubiertas para esta semana, pero que te reservo para la próxima”. Entonces aquello me daba rabia. Hoy mirando atrás el tiempo, aquello también era un regalo de vida, aquellos giros verbales de la experiencia, aquella experiencia de hechos. Hoy me doy cuenta que casi siempre he tenido regalos de vida. Hoy me doy cuenta de que el Blog el Adarve es único, irrepetible, podrá ser mejorable, a veces es hasta buenísimo para el sopor que precede al sueño, podrá tener más gente, pero no lo duden señoras y señores, los que están, los que conozco porque escriben y sus letras los delatan, todos, son únicos irrepetibles, son auténticos hasta con sus posibles defectos. Con sus palabras me cuentan sus aventuras de vida, que son irrepetibles, ténganlo por seguro. Hago tiempo y saboreo cada palabra escrita porque detrás de cada comentario hay una persona que me cuenta una historia, su historia, no te asustes, no soy vidente. No me hacen falta en vuestras presentaciones, perdón, los másteres o los títulos, me bastan las palabras. Mis réplicas en aparentes enfados no es más que una prueba de que me estáis haciendo vivir, amigos contertulianos. Gracias por el regalo. El blog -con sus componentes- es un regalo. Perdón por la extensión.
Tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
El regalo es tener lectores y comentaristas como los que aquí aparecen, entre los que ocupas un lugar de preferencia por tus contundentes y sabrosas reflexiones. Por la inestimable aportación de la experiencia, que es un grado.
Gracias por la presencia, aunque intermitente.
Un cordial saludo.
MAS
Ah, recordando a Cela, me enseñó una metáfora de vida que no ceso de aplicar, y es aquella de cuando Pascualillo Duarte tomó el tren en Don Benito, Provincia de Badajoz, para quitarse de enmedio y así no matar a su suegra, que motivos le había dado. Yo, a veces, también me quito de enmedio para prevenir desarreglos futuros. Así es la vida. Admiro a Cela, como escritor.
Nunca había pensado en ese género tan peculiar, aunque he escuchado muchas presentaciones. La verdad es que no les he prestado mucha atención.
Lo cierto es que ahora caigo en la cuenta de muchas que eran aburridas y largas. Tanto, que lo único que quería es que acabasen cuanto antes.
Desde ahora estaré nas atento.
Y si me toca hacer alguna, trataré de que sea atractiva y original.
Saludos y gracias.
Estimada Carmen:
Eso pasa muchas veces. Escuchamos pero sin prestar mucha atención.
Además, las presentaciones, por lógica, preceden a lo que es verdaderamente importante. Nadie acude a una conferencia `para escuchar la presentación. Digamos que es un pequeño tributo que tiene que pagar para asistir a la conferencia.
Sería interesante estudiarlas por:
– su utilidad para lo que asisten
– su originalidad
– su extensión
– su estilo
– su contenido
– su claridad
– su amenidad
– Etc.
Yo mismo voy a prestar más atención en lo sucesivo a las que escuche, a las que me dediquen, a las que yo haga.
Besos y gracias.
MAS
Qué curioso tema. La verdad es que he asistido a muchas presentaciones y nunca había pensado en todas sus potencialidades.
Los ejemplos que se ponen son muy elocuentes. M ha llamado la atención lo que hacen en el Congreso dd Afrato. Está bien que los niños tengan algún protagonismo.
A partir de ahora hoy voy a prestar atención a esos momentos que preceden a las conferencias o cursos o seminarios.
Es un ritual curioso porque se presenta incluso al que es de sobra conocido.
Fuerte abrazo.
Querida Lorena:
En la primera semana de junio se celebrará un nuevo congreso de Afrato (Asociación Francisco Tonucci).De nuevo los niños serán quienes nos presenten a los conferenciantes.
A mí me presentará Alejandro, que es hijo de una alumna que tuve en la Universidad de Málaga. Me veré con él y con su madre para recabar datos sobre su vida y así yo le podré presentar a él.
Es una iniciativa que me parece estupenda y que le da a la presentación un tono emotivo e ingenioso.
Besos y gracias.
MAS
Interesante aportación. Nunca había reparado en el interés de estas inevitables presentaciones. Siempre las he ignorado, tanto en el momento en que se hacían como después.
Lo cierto es que no recuerdo ninguna que me haya llamado la atención. Es como si no hubieran existido.
En adelante, como alguien ha dicho, me voy a fijar en este curioso género literario. Me ha despertado interés.
Gracias por ello.
Querida Rocío:
Gracias por la lectura y la participación en el blog.
Me alegra saber que te ha despertado el interés por esta cuestión porque, realmente, es sugerente. Se hacen presentaciones a todas horas y pocas veces se aprecia su calidad, su originalidad y su interés.
Otra cuestión es el aspecto formal: el modo de leer o de hablar, la gesticulación, la mirada, la voz…
Ya hemos hablado del tiempo que duran las presentaciones.
Besos y gracias.
MAS
Querido Miguel Ángel,
Creo que la presentación es importante, sin embargo pocos prestamos atención en las mismas. Lo que hiciste, cuando presentaste al niño de 12 años, fue, no sólo emocionante para aquel pequeño, sino también un acto muy noble de tu parte.
Por cierto, muchas gracias por la mención en esta entrada, me siento como aquél niño, maravillada porque recuerdas como te presenté aquel día en que redacté un cuento para ti en dos minutos, donde precisamente la protagonista es Carla.
Mil gracias por recordarme. Te mando un fuerte abrazo con mucho cariño.
YURI*
Querida Yuri:
No. Gracias a ti por aquella hermosa, original y emotiva presentación.
Es verdad que este género no está muy estudiado a pesar de su frecuencia y de su significativa peculiaridad.
Gracias por estar de nuevo por aquí.
Espero que me digas algo sobre el ùltimo post. Quiero saber lo que piensas al respecto.
Besos y gracias.
MAS