El Hitler de quinto curso

11 Jun

Hay muchas películas que tratan sobre la escuela, sobre la vida de los docentes y sobre la compleja tarea de la educación. Algunas admirables: Los cuatrocientos golpes, Ser o tener, Hoy empieza todo, Los chicos del coro, El club de los poetas muertos, La clase, La lengua de las mariposas, Ni uno menos, La Ola, La profesora de historia, Al frente de la clase, Detrás de la pizarra, Hijos de un dios menor, El profesor Holland, Esperando a Supemrman, Descubrirdo a Forrester, Profesor Lahzar, Una mente maravillosa, La sonrisa de la Mona Lisa…  Las he citado sin orden ni concierto. Sin orden cronológico y sin concierto temático. Mientras continúo escribiendo me siguen viniendo otras a la memoria: Adios, Mr. Cjips, Unidos para triunfar, Diarios de la calle, Odio en las aulas, Un lugar en el mundo… No seguiré añadiendo títulos porque no quiero convertir el artículo en un catálogo fílmico.

“Ahora, lo siento. Lo siento porque creo que me he mericido el epíteto deHitler de quinto curso. Lo siento porque no he consegudio darles lo que tienen derecho a exigir de mi como su profesor: compasión, ánimo, humanidad...".

El cine es un buen instrumento para abordar cuestiones de tanto calado y de tanta importancia en una sociedad. Ya pasó el tiempo en que los intelectuales denostaban al cine como un espectáculo de barraca, incapaz de meterse en grandes profundidades, como afortunadamente sucedía con la palabra.

Siendo Director del Departamento de Didáctica  y Organización Escolar creé una filmoteca que ha ido enroiqueciéndose sin cesar. Hoy es frecuentemente utilizada, como ha mostrado fehecientemente en su tesis mi querido amigo y excelente docorando Rául Rojano. El cine puede ser un excelne recurso didáctico.

No es un tema fácil la educación. Por no decir que es un tema difícil, muy propenso a los tópicos, a las  simplificaciones y a la superficialidad.

Viene todo este largo preámbulo a introducir las reflexiones que quiero hacer sobre una película que he vuelto a recuperar hace unos días. Me refiero a  “La versión Browning”, dirigida por Mike Figgis en 1994, segunda adaptación cinematográfica de la obra homónima de Terence Rattigan. La primera adaptación, en blanco y negro, se hizo en la fecha ya lejana de 1951.

Traigo a colcación esta película por el impacto que me causó el discurso con el que que el profesor Andrew Crocker-Harris (excelente Albert Finney) cierra una triste trayectoria profesional.

Andrew Crocker-Harris, profesor de Lenguas clásicas en la Abbey School, un internado para chicos, se ve obligado a jubilarse. Durante más de dos décadas ha intentado, sin demasiado éxito, inculcar en sus alumnos la sensibilidad para valorar a los clásicos. Su estado de ánimo oscila entre la rigidez y el abatimiento que le produce saber que su rector le ha puesto el mote de «El  Hitler de quinto curso». Por otra parte, su vida personal tampoco marcha bien, ya que su esposa (Greta Scacchi), una mujer mucho más joven que él, le engaña con otro profesor del mismo centro y le ridiculiza en público  siempre que puede..

Su rigidez, casi enfermiza, recibe una burla final demoledora ya que, al jubilarse prematuramente por una dolencia cardíaca, pierde sus derechos y queda en la indigencia. Digamos que el destino le acaba aplicando una buena dosis de la medicina que él ha repartido con creces.

En la solenidad del acto de despedida, el profesor Crocker-Harris empieza a pronunciar un discurso  de corte académico:

“El estudio de los clásicos, en mi opinión, es la base de nuestra cultura. Y la cultura no es más que la expresión de lo mejor que hay en la sociedad. La filosofía, un gobierno honrado, la justicia, el arte, el idoima… Nuestxra herencia clásica ya no se valora suficientemente. ¿C Nunca ha conseguido el afecto de sus alumnos. Solamente uno de ellos se muestra cercano y afectuoso.l mode pde perdonarme por hómo ayudaremos a moldear seres humanos civvilizados si ya no creemos en ola civilización?”.

De pronto se interrumpe, deja las hojas que tiene entre las manos, baja las escalaras entre la expectación de loa asistentes y da rienda suelta a los sentimientos que le invaden:

“Ahora, lo siento. Lo siento porque creo que me he mericido el epíteto deHitler de quinto curso. Lo siento porque no he consegudio darles lo que tienen derecho  a exigir de mi como su profesor: compasión, ánimo, humanidad.

He degradado la llamada más noble qiue puede seguir una persona: el cuidado y la formación de los jóvenes.

Cuando llegué a este colegio aun creía en mi vocación docente. Sabía lo que quería hacer y, sin embargo, no lo hice. No puedo dar ninguna excusa. He fracasado miserablemente.

Y solo puedo esperar que encuenctren en sus corazones, ustedes y los alumnos que les han precedido, el modo de perdonarme por haberles fallado. Ne me será fácil perdonarme a mí mismo”.

El reconocimiento público y sincero de su fracaso arranca el aplauso de los asistentes al acto de su despedida. Su sinceridad, la autenticidad de sus palabras, su visible desgarro, su desolación, consiguen lo que no ha podido alcanzar en años de trabajo.

Un profesor exigente, rígido, amargado, sádico… Nunca ha conseguido el afecto de sus alumnos. Solamente uno de ellos (¿es suficiente?) se muestra cercano y afectuoso. Este chico le dice un día en la clase a un compañero que el profesor le da pena. Cuando el docente enuncia un latinajo que nadie entiende, el compasivo alumno ríe. Solo el él. El profesor le pide que salga y que le explique qué es lo que ha entendido.

–       Nada, responde el alumno.

–   Por qué te has reído?

–       Por cortesía.

El profesor le ridiculiza delante de la toda la clase. Al volver al puesto el compañero, le interpela:

– ¿Te da pena ahora?

La fidelidad del alumno John Taplow a su profesor es admirable. De hecho, el regalo que le hace en su despedida de la obra “Agamenón” en la versión Browning será su único consuelo. ¿Basta uno para jusificar la profesión?, vuelvo a preguntar.

Traigo a consideración la triste historia que nos cuenta este clásico del cine para trasladar la reflexión  al desarrollo profesional de los docentes. El caso del profesor Andrew Crocker-Harris es altamente preocupante. Llegada la jubilación reconoce  públicamente su fracaso. Ha sido un profesor amargado que ha martirizado a sus alumnos y se ha dañado a sí mismo, en un terrible alarde sadomasoquista. Ha sufrido y ha hecho sufrir.

En la vida de los docentes existe, además de la vertiente profesional o pública otra de carácter personal y privado que no se puede ignorar. En la película, la mujer del amargado profesor de ciencias clásicas tiene una aventura con otro profesor y ridiculiza a su marido en público siempre que puede. Una tortura añadida.

Me preocupa el desarrollo profesional de los docentes. Su actitud ante sí mismos, ante los alumnos, los colegas, las familias y la sociedad. Y todo aquello que en el clima escolar facilita o dificulta el compromiso. Hay ambientes desoladores y frustrantes en los que es difícil desenvolverse con entusiasmo. Hay otros en los que, por contra,  es difícil mostrarse reticentes o desanimados.

Lo que me impresiona del discurso final de este profesor de “La versión Browning” es que formula la decepción demasiado tarde, cuando solo hay tiempo de reconocerla pero no de corregirla. La vida es una obra de teatro que no admite ensayos.

52 respuestas a «El Hitler de quinto curso»

  1. Miguel Ángel. Gran demostración de conocimientos cinematográficos, cabía esperarse de alguien que le gusta tanto el cine. Y excelente reflexión sobre el desarrollo profesional y la vida de los docentes.

    En una sociedad que nos vende un cine encaminado, fundamentalmente, la la distracción, se nos olvida la potencialidad educativa que pueden tener una buena selección de películas para ser usadas con el alumnado como elemento de reflexión.

    Creo que has terminado tu entrada de hoy con una frase bastante concluyente y sonora (La vida es una obra de teatro que no admite ensayos), pero que desde mi punto de vista no es del todo acertada.

    En la vida sí que se permiten ensayos, permanentemente estamos ensayando… El único ensayo que hay que evitar es el de la muerte, porque este sí que es irreparable.

    Si negamos la posibilidad del ensayo, estaríamos negando también la modalidad de aprendizaje por ensayo y error…

    Si negamos la posibilidad del ensayo, también estaríamos negando la posibilidad de investigar en la acción…

    Sin ensayos no habría habido descubrimientos científicos…

    Sin ensayos no habría aprendido a montar en bicicleta…

    Sin ensayos el actor no se hubiera aprendido su papel en la obra de teatro…

    Me imagino que tú has querido poner el acento en que en la educación hay actitudes de los docentes que producen daños irremediables si éstas son permamentes, como es el caso de la película con la que nos ilustras. Porque equivocarnos, nos vamos a equivocar, desafortunadamente. Como bien argumentas, lo importante es corregir a tiempo, minimizando los daños…

    Saludos a los lectores y comentaristas. Un abrazo para tí.

    • Estimado y madrugador Juan Carlos:
      Lo que quiero decir con esa frase es que solo se vive una vez, que la vida no es un ensayo sino que la vida es la actuación definitiva. Claro que podemos corregir lo que hacemos, pero lo hecho está hecho. Lo nuevo es nuevo completamente.

      Lo que he querido decir es que ese profesor no puede volver a vivir la vida, no puede dar marcha atrás a los que ha hecho. He querido dar a entender que tenemos que hacer las cosas con cuidado, con atención, con pasión… porque lo hecho, hecho está.

      También tienes razón en lo que dices. Es otra perspectiva.

      Gracias por tu comentario.
      MAS

  2. Esta entrada, Miguel Ángel, parece escrita a propósito.
    Este jueves me visitó la madre de un niño que tuve en mi aula hace unos años. Dijo que quería hablar conmigo del niño y nada más abrir la puerta me di cuenta de que venía disgustada. Y no es para menos.

    Más que a pedir consejo, yo creo que venía a desahogarse. Su hijo pequeño, mi exalumno, 6 años, después de semanas hablando con ilusión de la excursión del cole, esa mañana, le había confesado con gran tristeza que su profesora no le dejaba ir a la excursión porque tenía 23 faltas de disciplina. Y a ella eso, la había hundido. Era la gota que colmaba el vaso. Su angustia y sus lágrimas me llegaron al alma.

    Es una familia humilde y su situación es muy complicada. El hijo mayor, 10 años, tiene Trastorno del Espectro Autista y choca muchísimo con el pequeño que, no está diagnosticado, pero tiene todos los síntomas de tener algún tipo de trastorno. En la familia siguen unas pautas que un terapeuta les ha indicado para los dos niños y cuando al principio de curso habló con la profesora del peque para comentarle esas pautas y ambas trabajar en la misma dirección, esta le dijo que ella no creía en ese tipo de actuaciones, que ella sabía bien cómo tenía que manejar la clase.

    El resultado ha sido catastrófico para el peque. La profesora le dice que su hijo es un gamberro, que no trabaja porque no le da la gana, que hace las cosas mal para fastidiarla, que continuamente se está enfrentando con ella, que no obedece nunca, que ha tenido que hacerle unos cuantos informes…estamos hablando de un niño de 6 años.

    El niño en casa cuenta que casi todos los días está castigado en el pasillo, que muchos días se queda sin recreo, que los otros niños se ríen de él cuando le castigan y entonces le entra mucha rabia y tira el estuche y los libros al suelo, que cuando le pide un abrazo a su profesora ella le rechaza pero a otros niños sí se lo da… Me parece de una crueldad que raya el maltrato. Y sin embargo quiere seguir yendo al cole porque allí están sus amigos.

    La madre, en casa, le recomienda que no se acerque a su profesora, que no la mire, que no la hable, que no la toque, pero que intente obedecerla. Pero el niño, a estas alturas, está rebotado y no obedece a nadie.

    Cuando me enseñó la agenda del niño me quedé anodada. Un montón de notas negativas y en algunas páginas ni siquiera eso, solamente escrita con rotulador rojo la palabra OFF. La madre es consciente de las dificultades que su hijo tiene y puede provocar en el ambiente, pero me dice que nunca le ha escuchado una palabra o un comentario positivo de su hijo. Me dice que percibe una guerra abierta entre ambos. Me dice que habló con el director y este le contestó que era una profesora nueva en el centro y había que darla un poco de tiempo…pero así siguen.

    La profesora, por su parte, se queja de que le ha tocado la peor clase, que no puede con ellos…¡Vaya por Dios! ¡Qué mala suerte…para los niños! Esta profesora no ha oído hablar del Efecto Pigmalión. No sabe que el respeto hay que ganárselo, no imponerlo. No sabe que es mejor el estilo director de orquesta que el estilo general del ejército. Dice M.A. que hay ambientes desoladores y frustrantes en los que es difícil desenvolverse con entusiasmo. Hay otros en los que, por contra, es difícil mostrarse reticentes o desanimados. Y yo pregunto, ¿Quién es el o los responsables de crear esos ambientes?¿Cómo es posible todo esto?

    Recuerdo a este pequeño por lo cariñoso que era, alegre, siempre riendo, repartiendo besos y abrazos, y sí, tremendamente inquieto y revoltoso. Recuerdo que cuando hacía alguna picia después siempre se disculpaba, aunque en lugar de decir “me perdonas” él me decía “te perdono, que no lo hago más”, y me arrancaba una sonrisa y un abrazo. Pero al día siguiente volvía a cometer las mismas picias. No quedaba otra que tener mucha paciencia, quererle como era y dejarse querer por él, ayudarle, hablarle con dulzura, mirarle a los ojos, ponerse a su altura, dedicarle tiempo, adaptarle las actividades… sobre todo quererle.

    Esta madre confió en el colegio para que la ayudaran con la educación de su hijo y no solo le han vuelto la espalda, sino que su situación ha empeorado. Al final, ha decidido sacar a su hijo del colegio y llevárselo al de otro pueblo, con el trastorno que eso le supone.

    Con todo, eso no es lo más grave. Pienso en el maltrato que puede sufrir la autoestima de este niño y en cómo influirá en su futuro. Qué actitudes tendrá a partir de ahora hacia la escuela. Qué imagen de sí mismo se está forjando con el rechazo que sufre.

    Yo le doy la razón a Miguel Ángel. La vida es una obra de teatro que no admite ensayos. Sobre todo cuando los ensayos se hacen con personas.

    Un abrazo,
    Lucía.

    P.D. No conozco algunos de las películas citadas, pero mi preferida es “Ser y tener”

    • Querida Lucía:
      Es de película, sí.
      La historia que cuentas es terrible.
      Ya sé que no tengo más que una versión de los hechos, una perspectiva. Pero es una perspectiva que parece objetiva,
      Creo, por lo que cuentas, que esa institución y, en concreto, esa profesora podrían haber hecho más por ese niño.
      Me gustaría tener la versión de la profesora. Saber cómo enfoca ella la actuación. Pero claro:
      – No se puede rechazar el abrazo que quiere dar o recibir un niño. Sobre todo cuando ve que otros lo reciben.
      – Hay que trabajar con más colaboración con la familia.
      – No son buenos los castigos. No es bueno privar al no de esa excursión que es tan importante.
      – Si ek niño ya estuviera educado, si fuera perfecto, no haría falta ya la escuela ni el profesorado.
      – Hay que tener paciencia, mucha paciencia. Hay que dar tiempo al tiempo.
      – Hay que trabajar en equipo,aceptar la ayuda de los profesionales especializados (no creerse autosuficiente).
      – Yo también pongo en tela de juicio que lo mejor PARA EL NIÑO sea el cambio de escuela. Por el daño en el autoconcepto y porque se va a la nueva escuela con todos sus problemas,. Creo que también el centro reconoce su incapacidad al dejarle partir.
      Querida Cecilia, gracias por compartir este caso con nosotros.
      Besos.
      MAS

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  4. Me ha impresionado el discurso del docente fracasado. Es tan triste como sincero. La pena, como dices, es que se produzca cuando solo se puede lamentar los sucedido, pero no evitarlo.
    Es triste ver una historia como esta en la que el propio profesor dice que su vida aha sido un desastre. Lo malo es pensar que ese fracaso no es solo suyo, sino que ha privado a muchos de lo que él mismo dice debería haber dad. COMPASIÓN, ÁNIMO Y HUMANIDAD.
    Creo que es una lección para aprender.
    Saludos.

  5. Tremendo alegato contra el fra caso vocacional de los docentes. He repasado varias veces el discurso de este profesor y me parece tremendo lo que dice.
    Da pena pensar en una trayectoria como esa, en un fracaso tan estrepitoso que solo es reconocido al final del camino.
    Pero, bueno, más vale tarde que nunca.
    Buen fin de semana.

  6. Ya había viso esa película y por cierto, me impresionó el discurso que protagoniza Albert Finney en su magnífico papel. Me gusta también la película. No he visto la primera versión del 51.
    Estoy tambo´n con el autor cuando dice que el cine es un excelente medio para profundizar en la tarea de la educación, en el papel del maestro y en la vida de las escuelas.
    Gracias.

  7. Impresionante relato, aunque sea de ficción. Creo que hay casos en la vida real como el de este profesor. Por eso me parece estupendo que lo haya traído a nuestra consideración.
    Hay muchas cosas que aprende en él.
    Saludos cordiales.

  8. Mira, Lucía, tengo que decirte que ojalá muchos docentes fueran como tú. Pero, lamentablemente, no es así.
    Mi pregunta es: ¿qué pasa con estos o estas docentes que se comportan como esa profesora de tu relato? ¿Se les paga el sueldo? ¿Se mira para otra parte?

  9. Comienzo mi comentario por una anécdota.

    Hace ya bastantes años, cuando el profesorado de la antigua Escuela de Magisterio de Córdoba impartíamos clases en aquel edificio tan alto de la barriada del Sector Sur, recibo una llamada. Aquella mañana me encontraba en el despacho, compartido entonces con otros compañeros, corrigiendo ejercicios. Suena el teléfono y paro un momento.

    “Dígame…”, pregunto con el tono habitual con el que se suele hacer antes de saber quién llama. “Buenos días. ¿Se encuentra el profesor Aureliano Sáinz?”. “Sí, soy yo”. “Bueno, Aureliano, voy a presentarme porque fuimos compañeros de clase de bachillerato en el colegio de Badajoz, en el curso de preuniversitario. Soy — ¿te acuerdas de mí?”. “¡Claro que sí! ¿Cómo estás? Sabía que también eras profesor en la Universidad de Córdoba, pero parece que nunca hemos coincidido, ya que pertenecemos a facultades distintas y aquí, en Córdoba, están repartidas por toda la ciudad…”.

    Iniciamos una charla un tanto imprecisa, pues son muchos los años que nos alejaban del curso que coincidimos.
    Hablamos, cómo no, de la enseñanza y de los cambios que se habían producido al cabo del tiempo transcurrido.

    “En mi caso, quizás ya lo sepas, soy catedrático de Veterinaria. ¿Qué estudios realizaste después de salir de Badajoz?”. Le explico que yo estudié Arquitectura en Sevilla, y que, tras un tiempo viéndome envuelto en planos y proyectos, di el salto a la enseñanza, por lo que me encontraba formando futuros maestros.

    “¿Supongo que te gustará la enseñanza?”, le digo con la convicción de encontrar a un antiguo compañero con el que compartir una profesión con rasgos muy específicos y muy distantes de lo que podían ser veterinaria o arquitectura.

    “Bueno, aquí estamos. Lo cierto es que si te soy sincero tendría que decirte que los estudiantes de ahora son bastante subnormales…”.

    En esos momentos se me heló el corazón. La palabra “subnormal” aplicada a nuestros alumnos me pareció como una especie de afilada cuchilla que cortaba totalmente la relación con quien tenía al otro lado del teléfono.

    No sé si a partir de ese momento se me notó el cambio radical en mi voz, que, a fin de cuentas, era la exteriorización del desencanto y del enojo que me produjo escuchar esa maldita palabra.

    “Dentro de unos días se celebrarán las elecciones en el edificio de los Colegios Mayores las elecciones a nuevo rector. ¿Te parece bien que nos veamos por allí?”, me dice como colofón a la charla que estábamos manteniendo.

    Con la incomodidad que siento cuando no puedo decir la verdad, le manifesté que procuraría que nos viéramos y, de este modo, continuar la conversación que habíamos iniciado.

    No hice el menor esfuerzo por encontrarle. No quería verle. No deseaba contactar con quien, sin haberlo visto después de tantos años, me había decepcionado profundamente. Y es que no entendía que alguien que se dedicaba a la enseñanza menospreciara de ese modo a sus alumnos.

    ¿Quién era él para hablar así de los jóvenes se estaban abriendo camino en una profesión que, quizás, les entusiasmara y que, me imagino, recibirían el desdén de la superioridad de alguien que se consideraba una autoridad por haber alcanzado el rango de catedrático? ¿Acaso no fue él también estudiante con todas sus dudas, incertidumbres y necesidades de apoyo y comprensión por parte de quienes estaban encargados de nuestra formación? ¿Qué placer encontraba, entonces, en una profesión cuyo primer principio es querer a tus propios alumnos?

    Algunas de esas preguntas asomaron a mi mente, una vez que dimos por finalizada nuestra charla. Bien es cierto, pensé, que en la Universidad también tenemos la función investigadora, y que quizás eso fuera lo que le proporcionara alguna satisfacción.

    Nunca volví a saber nada de él, ni tampoco me preocupé lo más mínimo por verle. Bueno, la verdad, es que he vuelto a tener noticias suyas, de las que ahora hablaré.

    Han pasado muchos años desde aquel encuentro fallido. El tiempo, cuando se mira hacia atrás desde la distancia, parece que se encoje inmisericordemente, y sintiéramos que tantos años dedicados a la tarea de enseñar y educar se concentrara en una especie de cajita en la que se refugian los recuerdos como si fueran pequeñas bolitas que caben dentro de ella.

    En mi caso, ya me encuentro cercano a la fecha en la que me comunicarán que me tengo que jubilar. He ido asimilando, a duras penas, esta absurda norma de la Universidad española, que no es la que rige en muchas universidades extranjeras, dado que allí se les da continuidad a aquel profesorado que es verdaderamente útil para las funciones docentes e investigadoras.

    Como dije antes, hace poco he vuelto a tener noticias de este compañero de la Universidad de Córdoba, y que ahora explico.

    A principios de este curso recibo otra llamada por teléfono. En esos momentos me encuentro en casa. Quien me llama se presenta como antiguo alumno del colegio de Badajoz en el que yo estudié, indicándome que él pertenecía a un curso más atrás, pero que había admitido el encargo de ponerse en contacto y llamar a quienes estudiamos allí para celebrar el cincuenta aniversario de la creación del nuevo edificio, en el que yo estudié.

    Me indica que se comenzará por la celebración de una misa en memoria de los antiguos alumnos fallecidos, al tiempo que empieza a desgranarme nombres de compañeros fallecidos. Le digo que, por favor, pare. Que sí, que los recuerdo, pero que no es necesario que me haga ese tipo de referencia.

    Le doy mi correo electrónico, aunque le manifiesto que no estoy seguro que pudiera asistir a esa conmemoración.

    Pasados los meses, y acercándose la fecha prevista, el antiguo compañero catedrático de Veterinaria, ahora jubilado, nos envía fotos de aquel curso de 1966/67, de modo que toma cierto protagonismo del futuro acto. Me contemplo y me siento un tanto extraño en esas imágenes.

    No asistí a ese acto. Las razones por las que no acudí son dos: por un lado, yo soy laico y no entra en mis principios morales acudir a eventos alejados de mis convicciones; por otro, yo nací en Alburquerque, un bello pueblo extremeño que era el lugar en el que se encontraban mis verdaderos amigos de la infancia y juventud; amistad que hemos conservado a lo largo de tantos años, y que, sin embargo, no logré hacer en la ciudad en la que estudié en bachillerato.

    Me imagino que, en ese acto, este antiguo compañero hablaría de su rango académico del que se sentiría muy orgulloso; de su entrega al trabajo; de su satisfacción del deber cumplido; quizás, de su trayectoria investiga… y todos brindarían, tras la misa, y se emocionarían mucho al encontrarse tras las cinco décadas que les separaban de aquellos años juveniles.

    Para cerrar la anécdota, me hago algunas preguntas: ¿Se sintió orgulloso de su trayectoria como profesor? ¿Se sintió en algún momento apreciado sus alumnos? ¿Se acordaría de mí y, más aún, del día en el que me dijo que los estudiantes universitarios eran subnormales? ¿Se dio cuenta que ese fue el motivo de que nunca nos viéramos…?

    ***
    Primera posdata: Los amigos de la infancia en mi pueblo -Diego, Pedro, Emiliano, Esteban- eran de familias trabajadoras, muy modestas. Son personas nobles, sinceras, cariñosas, nos queremos mucho y hemos mantenido una amistad inquebrantable con el paso de los años. Ellos ahora están jubilados. Conservan el entusiasmo y la sabiduría que les ha proporcionado la vida. Cuando nos vemos, no es solo el recuerdo del pasado compartido lo que nos mantiene unidos, sino esa fraternal y sincera unión que ha atravesado a lo largo de los años.

    ***
    Segunda posdata: Desde estas páginas le deseo lo mejor a José Antonio Romero en las futuras pruebas a las que acudirá. Se lo merece.

    ***
    Tercera posdata: En la anterior entrega de Miguel Ángel manifesté que cuando saliera publicado en los diarios digitales el segundo artículo titulado “Mujeres y hombres trabajando” lo comunicaría. Pues bien, este domingo ha visto la luz, de modo que complementa lo que en el primero yo apuntaba: que niños y niñas tienen unas percepciones de sí mismos y de la igualdad de género bastantes significativas. Es uno de los grandes logros que, colectivamente y de algún modo, hemos logrado alcanzar los que trabajamos en esta hermosa profesión.

    Así pues, este es el enlace:

    http://www.montilladigital.com/2016/06/aureliano-sainz-mujer-y-hombre.html

    ***
    Cuarta posdata: Disculpad la extensión; la próxima vez prometo ser mucho más breve.

    • Querido Aureliano:
      Gracias por compartir con todos los lectores y lectoras tus ideas, tus experiencias y tus sentimientos. SIEMPRE SON ENRIQUECEDORES.
      NO TE DISCULPES POR LA EXTENSIÓN. Tengo que decirte que disfruto leyéndote, así que, mientras más, mejor.
      Es muy significativo la historia que cuentas de ex compañero de mocedad…
      En cuanto a la publicación pienso que que es un derecho, pero que no debería ser una obligación.
      Un gran abrazo
      MAS
      Enseguida me pongo a la lectura de tu artículo. Promete. Carla tiene una visión de la realidad mucho más abierta que la de los niños de su edad a quienes tuve como alumnos hace años.

  10. Cuando dan en la TV películas sobre educación si puedo las veo, pero no me imaginaba que hubiera tantas y, aunque sé que tienes una cabeza excepcional no me imaginaba que cupieran tantas…
    La historia del citado profesor me parece tristísima. Tener que soltar ese discurso de sinceridad precisamente el último día de ejercer de profesor es patético y, me imagino, que reconocer tamaño fracaso en ese momento, sería la mejor manera de dar alimento al gusano interior que le estaría carcomiendo hasta el final de sus días.
    Todos tenemos experiencias de nuestros profesores. Cuando era alumno me decían que de mayor, al profesor que más agradecido estaría es al que habría sido más duro conmigo. Pues nada de eso, a los que mejor recuerdo es a los que tenían una gran personalidad y eran amables y comprensivos.
    Pienso que hay dos fuerzas opositoras que mueven el mundo: el amor y su oponente, el desamor u odio.
    Si queremos hacer a un niño feliz, démosle amor. Se le puede exigir, prohibir, es igual, pero siempre con amor.
    Decía Howard G. Hendricks: «La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón.»
    La reprensión, el echar en cara los defectos, las debilidades, no estimula, encoge, la comprensión, el apoyo, estimula.
    Oscar Wilde, decía: «el mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.» Y añado, sólo se les hace felices si se sienten amados por en cima de sus trastadas y defectos.
    Termino deseando a todos los profesores, que cuando se jubilen, puedan decir: Probablemente he hecho muchas cosas mal, pero siempre he amado a mis alumnos.
    Saludos a todos, en especial a nuestro Profesor semanal.

  11. Cuando dan en la TV películas sobre educación si puedo las veo, pero no me imaginaba que hubiera tantas y, aunque sé que tienes una cabeza excepcional no me imaginaba que cupieran tantas…
    La historia del citado profesor me parece tristísima. Tener que soltar ese discurso de sinceridad precisamente el último día de ejercer de profesor es patético y, me imagino, que reconocer tamaño fracaso en ese momento, sería la mejor manera de dar alimento al gusano interior que le estaría carcomiendo hasta el final de sus días.
    Todos tenemos experiencias de nuestros profesores. Cuando era alumno me decían que de mayor, al profesor que más agradecido estaría es al que habría sido más duro conmigo. Pues nada de eso, a los que mejor recuerdo es a los que tenían una gran personalidad y eran amables y comprensivos.
    Pienso que hay dos fuerzas opositoras que mueven el mundo: el amor y su oponente, el desamor u odio.
    Si queremos hacer a un niño feliz, démosle amor. Se le puede exigir, prohibir, es igual, pero siempre con amor.
    Decía Howard G. Hendricks: «La enseñanza que deja huella no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino de corazón a corazón.»
    La reprensión, el echar en cara los defectos, las debilidades, no estimula, encoge, la comprensión, el apoyo, estimula.
    Oscar Wilde, decía: «el mejor medio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices.» Y añado, sólo se les hace felices si se sienten amados por en cima de sus trastadas y defectos.
    Termino deseando a todos los profesores, que cuando se jubilen, puedan decir: Probablemente he hecho muchas cosas mal, pero siempre he amado a mis alumnos.
    Saludos a todos, en especial a nuestro Profesor semanal.

    Mi comentario lo vi enviado. Vuelvo a mirar si hay nuevos comentarios y no lo veo. ¿Me perseguirá algún fantasma? Como esta vez lo copié lo vuelvo a enviar.

    • Querido Joaquín:
      Gracias por tu hermoso y enriquecedor comentario. Lo que escribes te retrata. Sé que tú eres así.
      El administrador del blog da paso a los comentarios. Si tarde en entrar están ahí esperando. En general se ven con rapidez.
      Un gran abrazo.
      MAS

  12. Miguel Ángel, efectivamente hay que poner mucho cuidado porque para el profesor Crocker-Harris ya no hay vuelta atrás, pero me temo que para la profesora a la que alude Lucía Antolín, tampoco.

    Una cosa es ensayar, probar y comprobar, intentar,… buscando el bien del alumno/a, y otra muy distinta es cuando el docente ve al alumnado como su enemigo y le transmite todos sus miedos, complejos o penurias. En este caso, como bien apuntas, la obra de teatro es un drama en toda regla para los alumnos y alumnas, y como no, para los propios docentes, porque con una conducta así es fácil imaginarse lo terrible que debe ser el día a día en el aula. Sufren unos y sufren otros… En este caso, hay alguien que debería cambiar de profesión…

  13. Buenos días.

    13.- Creo en la interrelación, todo tiene siempre que ver. Me retrotraigo para quien intente entenderme a los 12 puntos escritos en el anterior artículo del Sr. Guerra.

    14.- El Sr. Andrew Crocker-Harris, tuvo una lucha interna toda su vida entre sus conscientes ancestral y deliberativo. Siempre venció el ancestral execto el último día de profesor. El deliberativo le asistió tarde, pero al menos supo de él. Hay gente que muere sin conocerle. Un hombre cultivado, muy leído por su materia a impartir, sin embargo vencido por el ancestral, ahí está la clave del infinitamente superior poder de influencia en la persona de éste sobre el deliberativo. Darwin se alegraría de leerme. Quizá pensaran Uds. que era su voluntad ser un mal docente, pero quizá tengan indulgencia cuando piensen que vivía amargado.

    15.- Idem de la Maestra protagonista de la verídica historia de la Escritora/Profesora Lucía Antolín.

    16.- Idem del Catedrático veterinario protagonista de la verídica historia del Escritor/Profesor Aureliano.

    17.- La parte extrema, la más negativa, el sufrimiento de las víctimas que coge de por enmedio.

    18.- Añado un valor en positivo, oh, intentaré afinar para no molestar, a ver. El profesorado es una representación del pueblo, de la especie, somos así. Por qué van a ser los docentes de una clase o especie de grado excelente con respecto a la realidad que vivimos. Somos así. Los profesores también. Es bueno que el alumno desde el primer día sepa cómo somos los humanos. Por más que no guste el alumno siempre va a vivir con humanos, a qué vivir engañados desde niños. Me parece bien cuatros engaños tradicionales, el papá noel, los niños de parís, los reyes magos, y poco más. Pero eso de todo el mundo es bueno, pienso que en realidad es un mal engaño para el niño, un mal engaño pronunciado hasta la saciedad como ideal real por la escuela que conozco. Luego el niño cumple treinta años, tiene dos carreras universitarias, se le pincha el coche y no sabe cambiar la rueda, se sienta a llorar a que otro se la cambie. Se sienta a llorar en las puertas del INEM para que otro venga a darle un puesto de trabajo.

    19.- Yo soy así, soy malo, como a la mayoría de los humanos me vence el ancestral, a partir de aquí me paro a pensar cómo hacer para no vivir amargado como el profesor Andrew Crocker-Harris. Mi primer paso es reconocer los efectos contraproducentes que la evolución hace en mí y en mis semejantes. No taparlos con bonitas palabras y falsas lisonjas. Hacer por prójimo, sembrar un maizal.

    Me voy a regar.

    Tengan un buen día.

    • Gracias, Quintiliano, por el sabio comentario que has compartido con los lectores y lectoras del blog.
      Creo que lo que criticas como «buenísimo» (crítica que comparto) hace mucho daño a las personas que se encuentran luego con la dura realidad.
      Efectivamente el profesor Andrew Croker-Harris tuvo una experiencia amarga por la que sufría (causas profesionales y personales). Afortunadamente tuvo un acto de reflexión final que le honró y que consiguió el aplauso de sus alumnos.
      Saludos y gracias.
      ¡Ah, y buen riego!
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  14. Discurso sobrecogedor el de este docente.
    Es tremendo pensar en una persona a la que haya pasado esa catástrofe.
    Tiene mérito, no obstante, por reconocerla d e manera tan clara y sincera.
    Me parece importante que se haga la reflexión a tiempo de cambiar lo que se hace y de corregir las actitudes negativas.

  15. La trayectoria de un profesional probablemente no es rectilínea. Habrá altibajos. Lo importante es que haya superación progresiva.
    Y de haber un fracaso tan claro es bueno reconocerlo.
    El alumno excepcional que te sigue es un consuelo, pero no suficiente, a mi juicio.
    Es curioso el mote que le habían puesto y del que él se cree merecedor.
    Debería haberlo evitado a tiempo, no solo cuando se va.

  16. Me preocupa mucho el desarrollo profesional que hacemos los docentes en nuestra profesión.
    Cuando es buena, hay que celebrarlo.
    Cuando es mala hay que preguntarse por las causas. algunas esta´n en las manos del propio profesor, pero otras están vinculadas al contexto.
    Estas ultimas pueden trabajarse de forma colegiada. Si el clima es malo, hará falta el doble de esfuerzo para avanzar adecuadamente.

  17. Buenos días,

    Gracias a ud., Sr. Guerra. La verdad es que su positiva visión de la/mi realidad que escribo me anima a seguir haciéndolo.

    Intento no inventar nada, solo dar rienda a mi obligado testimonio ante Dios de lo que pasa en la tierra (algo parecido decía Cela).

    Tengan buen día.

  18. Estimado Quintiliano:
    La experiencia de las personas supone un caudal de conocimiento que la sociedad debería cuidar, utilizar y agradecer.
    Y creo que la experiencia que ha acumulado de permite ver la vida, los acontecimientos y las actuaciones personales con una claridad y una riqueza que me gusta recibir y que agradezco que comparta con los lectores y lectoras de este blog.
    ¿Cómo no agradecer las aportaciones clarividentes, argumentaras y exigentes?
    Pueden gustar o no gustar, pero siempre permiten aprender.
    A pensar, a regar y a escribir.
    GRACIAS.
    MAS

  19. Deseos para José Antonio Romero:
    Mis mejores deseos para José Antonio en la realización de su pruebas de oposiciones para convertirse en maestro de infantil.
    Supongo que su ausencia de estos debates bloqueos se deberá a una intensa concentración en la preparación de los ejercicios.
    Creo que cuando se aprueba se debería felicitar a quien obtiene la plaza y -SOBRE TODO- a los alumnos y alumnas que tendrá en el futuro.
    Mucha suerte.
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  20. Hola familia.

    ¡Cómo sois los del sur, sobre todo los de adopción!

    Escribo por la necesidad de agradecerles, tanto a Miguel Ángel como a Aureliano, el apoyo que me transmiten. Gracias mil.

    Pero he de deciros a todos y a todas, que la situación me ha cogido por sorpresa. Ya tenía desconectado el chip de exámenes, y más, el de oposiciones. Las cosas no se dan cuando uno desea. Hay las que buscas, y hay las que te encuentran a ti. Yo creo fundamentalmente en el trabajo, pero la suerte existe.

    El artículo de la semana, a parte de la educación, va en formato cine; por ahí, hay muchos personajes que les dicen suerte, y contestan: no la necesito, porque van sobrados.

    Yo tampoco la necesito, pero por lo contrario. Creo que ya os comuniqué que este año toca aprender. Otro año, si lo hay, ya veremos. Vuelvo a estar de pleno dirigido hacia la educación, por lo menos estos meses.

    Tres últimas cosas. ¡Puede estar contento mi hijo pequeño! Primero me lo decía sin decírmelo. Ahora, cuando le digo que me deje estudiar, me contesta que no quiere que trabaje. Le digo que soy joven y necesitamos trabajar por el dinero, por lo que supone, y me ofrece el suyo como una gran cantidad. Ya podemos imaginarnos todos por qué quiere que no trabaje.

    Posiblemente nos pregunten a qué edad y mes se dejan de hacer pis niños y niñas, cuándo les sale el primer diente, a qué año deben empezar a leer o escribir, que, aunque se diga que no es objetivo de E.I., se le dedica un tiempo y temario excesivo. En fin, lo que aquí hablamos de tarea compleja, discutible, fines, todas las cuestiones, llamémoslas, más políticas, no se valorarán. Todo es claro y sencillo, basta aplicar la norma vigente.

    Por último, ¡qué sería del cine sin la música! Ya he comentado alguna vez, que soy bastante cantarín. Hoy tacaba canción de esas que no te dejan. Ahí va un poquito de letra, porque esta canción la tiene.

    Qué bonita la vida
    Que da todo de golpe
    Y luego te lo quita
    Te hace sentir culpable
    A veces cuenta contigo
    A veces ni te mira
    Que bonita la vida.

    Qué bonita la vida
    Cuando baila su baile
    Que se vuelve maldito
    Cuando cambia de planes
    Ahora juega contigo
    Otras tantas comparte
    Que bonita la vida.

    Y tan bonita es
    Que a veces se despista
    Y yo me dejo ser
    Y tan bonita es…
    Es vida lo que me das
    Vida tu caminar
    Vida que arrampla
    Cobarde que lucha
    Que sueña que perderás
    Vida que vuelve a dar
    Vida que sola estas
    Vida repleta de gente
    Que nace que vive
    Que viene y va.

    Qué bonita la vida
    Tantas veces enorme
    Te acaricia y te mima
    Te hace sentir tan grande
    A veces eres su niño
    A veces enemiga
    Que bonita la vida.

    Qué bonita la vida
    Que regalo tan grande
    Que luego te lo quita
    Te hace no ser de nadie
    A veces sin sentido
    Otras tantas gigante
    Que bonita la vida.

    Y tan bonita es
    Que a veces se despista
    Y yo me dejo ser
    Y tan bonita es…
    Es vida lo que me das
    Vida tu caminar
    Vida que arrampla
    Cobarde que lucha
    Que sueña que perderás
    Vida que vuelve a dar
    Vida que sola estas
    Vida repleta de gente
    Que nace que vive
    Que viene y va.

    Y tan bonita es
    Que a veces se despista
    Y yo me dejo ser
    Y tan bonita es…
    Es vida lo que me das
    Vida tu caminar
    Vida que arrampla
    Cobarde que lucha
    Que sueña que perderás
    Vida que vuelve a dar
    Vida que sola estas
    Vida repleta de gente
    Que nace que vive
    Que viene y va.

    Vida, vida, vida, vida…

    Qué bonita la vida
    Que te mece con arte
    Que te trata de usted
    Para luego arroparte
    Te hace sentir valiente
    Otras tantas don nadie
    Que bonita la vida.

    Internet. Con música suena mejor.

    Familia, hasta otro momento. Un gran abrazo.

    • Estimado José Antonio:
      Me ha alegrado verte de nuevo transitando por esta plaza mayor que es el blog, donde nos encontramos cada semana.
      En alguna ocasión comenté que dirigí hace dos o tres años una tesis sobre el sistema de oposiciones. No recuerdo ni una sola opinión favorable: ni de miembros de tribunal, ni de opositores, ni de profesores de academias, no de inspectores, ni de teóricos…
      Pero es lo que hay.
      No solo es problemático comprobar de esa forma quién será un buen profesional. Además se añade el número de plazas respecto al de opositores…
      Ojalá que tu esfuerzo y tu ilusión sean recompensados con el éxito.
      Un abrazo.
      MAS
      PD: El dinero de tu hijo menor es un tesoro de valor incalculable…en generosidad.

  21. Miguen Ángel, sobre mi intervención anterior he de decir que la escribí desde el enfado que me produjo conocer lo que este pequeño y su madre están pasando. Esos sentimientos son reales, los suyos y los míos. Te doy la razón, es cierto también que habría que conocer la opinión de la profesora, para tener otra perspectiva de los hechos. Pero creo que se ha hecho poco. Me da mucha rabia que no se le dedique el tiempo que necesita. No sé si es culpa de la maestra, de los padres, de las aulas masificadas, o de qué. Pero este niño sufre. Y el sufrimiento de un niño no tiene precio.

    Yo también me encontré desbordada en su momento por ciertas situaciones y dificultades de este pequeño, pero no volví la espalda. Este es el Proyecto de mejora personal que hice para él y con el que fuimos consiguiendo pequeños avances. He cambiado los nombres, pero los hechos están ahí. Quizá se pudo haber hecho algo mejor, pero al menos se hizo algo.

    PROYECTO PERSONAL DE MEJORA

    Descripción del caso:
    Darío es un niño de dos años, nacido el 2 de diciembre, por lo tanto es el más pequeño de la clase. Se incorpora a la guardería en el mes de noviembre, cuando ya todos los niños han pasado el periodo de adaptación. En la entrevista inicial la madre nos cuenta que tiene otro hermano, Alberto, de cuatro años con Trastorno del espectro autista, diagnosticado hace poco, que le absorbe mucho tiempo porque ha de realizar con él una serie de tareas que la terapeuta le indica. Mientras, a Dario le sujeta a la trona y le deja viendo la tele. Los padres son autónomos, ella se va a trabajar con el marido en cuanto deja a los niños en los colegios y cuando vuelve a casa tiene mucho trabajo acumulado y poco tiempo para dedicar a los hijos. Además su situación económica no es buena.
    Al principio Darío es un niño que sonríe mucho, siempre está pidiendo cariños, y echándonos los brazos, a nosotras o a cualquier otra persona que le diga algo, aunque sea desconocida. En el periodo de adaptación no hay problemas. Su madre entra una hora con él los tres primeros días y después lo deja en la guardería sin que el niño proteste, hasta alcanzar la jornada de ocho horas que pasará en el centro. Los primeros días no le exigimos nada, le dejamos que deambule por el aula y que observe, creemos que lo mejor para interiorizar las rutinas es que vea como se desenvuelven otros niños: la asamblea, el tren para los desplazamientos, recoger, sentarse en el orinal, etc.
    A las dos semanas empiezan los problemas. Entra en la guardería muy contento pero cuando empezamos a exigirle que participe en las rutinas él responde llorando. Y llora y se aferra a la educadora cada vez con más frecuencia: llora cuando tiene que hacer el tren, llora si al sentarse a la mesa no le sirven el primero, si quiere un juguete que tiene otro niño, al ponerse y quitarse el baby, cuando hay cambios de actividad, si tiene que dejar de hacer algo que le gusta, al sentarse en el orinal… Prácticamente llora de continuo, unas veces para evitar hacer todo lo que exige algún esfuerzo, otras veces porque quiere cosas y no puede obtenerlas de forma inmediata, otras simplemente para ser cogido en brazos, etc. Al principio pensamos que aún no se había adaptado bien, después que era poco maduro con respecto al grupo (es de final de año) y después decidimos ignorar esta conducta para ver si así se extinguía. Pero el resultado fue que cada vez lloraba más fuerte y más tiempo, hasta que sus compañeros protestaban o no querían estar con él, y terminábamos cediendo para poder seguir con el desarrollo normal de la clase.

    Decido convocar a los padres y sólo viene la madre. Comentamos lo que sucede y resulta que en casa pasa lo mismo. Propongo que tanto en la guardería como en casa le dejemos llorar sin ceder a sus exigencias pero la madre dice que no puede: cuando Darío llora su hermano autista se altera muchísimo, se pone agresivo y cuesta mucho calmarle. Así que prefiere ceder ante Darío lo que sea para no alterar a su otro hijo. Comprende que se está convirtiendo en un niño llorón y tirano, pero muchos días termina desquiciada y alguna vez le ha pegado. Para colmo los abuelos tampoco le dejan llorar y ceden ante todas sus indicaciones.
    Propongo que cuando se pone así uno de los padres se vaya con el hermano autista y otro se mantenga firme sin ceder ante sus caprichos. Pero es muy difícil porque el padre sigue trabajando hasta última hora y cuando llega cansado no tiene ganas de aguantar escenas.
    Ese día llamamos al padre y conseguimos emplazarle para una próxima reunión. Entre tanto pedimos que lleven un pequeño registro de los motivos y ocasiones en las que el niño llora y qué hacen los padres en ese momento.
    En la siguiente reunión tratamos de establecer un plan para que Darío poco a poco deje de llorar sin motivo.

    Objetivo:
    Conseguir que Darío deje de llorar sin motivo.

    Familia:
    • Concienciarse de que es necesario dedicar algo más de tiempo a la atención de sus hijos, sobre todo el padre debe implicarse más.
    • Concienciarse de que se necesita mucha paciencia y de que hay que ser constantes. Los logros no se consiguen de hoy para mañana, no desanimarse si parece que no hay avances.
    • Definir claramente en que ocasiones no vamos a ceder y mantenernos firmes siempre. Al principio elegir dos o tres circunstancias y a medida que se van superando proponer nuevas metas.
    • No amenazar ni ridiculizar, “si no te callas te voy a castigar…..eres un llorica”, y mucho menos pegar.
    • Pasar un tiempo juntos, dedicado solamente a él. Es posible que los lloros empezaran simplemente para reclamar más atención, ya que se centraba casi toda en Alberto, y al ver que daban resultado se han hecho extensivos a otras circunstancias.
    • Hablar con los abuelos, dejar clara la nueva situación y pedirles su colaboración.
    • Pedirles también que se lleven a Alberto algunas tardes y así los padres poder aguantar el llanto de Darío el tiempo necesario.

    Acciones concretas, tanto para realizar en la familia como en el centro:
    • Propiciar situaciones en las que tenga que compartir, ceder, esperar, pedir, etc.
    • Propiciar situaciones que sabemos sabrá resolver sin demasiada dificultad, para hacerle sentir el éxito y que sea consciente de que es capaz de conseguirlo.
    • Hacerle ver que no nos importan sus llantos. “Puedes llorar si quieres, pero tienes que hacerlo en otro espacio, pues molestas a tus amiguitos”
    • Hacerle ver que si pide las cosas llorando no le entendemos: “No te entiendo, lloras tanto que no entiendo lo que me dices, deja de llorar para que pueda entenderte, y me lo cuentas”
    • Ayudarle a pedir las cosas sin llorar. Enseñarle la forma correcta de hacerlo. “Tienes que decirlo así :¿Me dejas el triciclo? Quiero agua. La comida está muy caliente….”
    • Enseñarle a resolver los pequeños problemas. “Ahora tienes que esperar dos minutos. Este es el momento de estar sentados, todos los niños se han sentado. Las pelotas se colocan en esta cesta, etc”
    • Ignorar sus llantos si no tienen motivo.

    Motivación de Darío.
    • Celebrar de forma entusiasta las ocasiones en que hace las cosas bien. Estas celebraciones inicialmente serán cada vez que se dé la conducta deseada, después serán aleatorias.
    • Hacerle protagonista, poniéndole de ejemplo ante sus compañeros cuando consigue avances.

    Control del proceso:
    • Será llevado a cabo por la educadora, apoyándose en la observación de lo que sucede en el centro y en los comentarios de los padres acerca de lo que sucede en casa.
    • Todos los días a la entrada y a la salida comentaremos los logros habidos.
    • Llevaremos un registro, tanto en el aula como en casa de las diferentes actitudes a mejorar, tanto si se han superado como si no.
    • Una vez superadas las primeras situaciones a modificar pasaremos a marcar nuevos objetivos.
    • Reuniones mensuales con ambos padres para evaluar los progresos.

    • Querida Lucía:
      Gracias por compartir tu propuesta de intervención, previa descripción del comportamiento del niño.
      Creo que el proceso, en tu caso, fue el adecuado:hace necesario contar con especialistas en tras convocar a los padres y tratar de actuar de forma compartida…
      No sé qué repercusión tuvo esa planificación en la reacción del niño…
      Pero, claro, lo que dices es cierto. Hay que afrontar la realidad, hay que conocer bien bien el problema, hay que intervenir y hay que evaluar la repercusión que tiene la intervención, teniendo en cuenta tiempos y circunstancias…
      Algunas veces se hace necesario contar con especialistas en trastornos de comportamiento.
      También es necesario contar con un número de niños que permita la atención individualizada.
      Lo que noi es de recibo, como dices, es mirar para otra parte.
      Un gran abrazo.
      MAS

      ¿Conoces el libro de M.Carmen Bouqué titulado «Tú sí que vales»? Hace una propuesta de intervención muy interesante.

  22. Mi querido Miguel Santos Guerra
    Soy maestra, campesina, humilde, vivo en una ciudad muy bonita y sencilla de Paraguay, dejame decirte cuanta esencia tiene este relato, una narración llena de acercamientos a una gran verdad. Cuanta enseñanza dejas al paso de la literatura. Mientras leo me trae a colación una historia mia, siendo estudiante de Formación Docente….tenia una maestra con una enseñanza tan traicional, que se burlaba de mi ignorancia antes que enseñarme la forma correcta, fue dificil superar tanta trauma y humillaciones.
    Aún existen docentes encerrados a sus ideas, sin considerar en el proceso la importancia de enseñar con la historia clásica, mas bien se instala cultura foranea ajena a la región al país, renegando de lo que tiene y desvalorizando con gestos y malas acciones. Veo un análisis profundo en donde se solicita a gritos la enseñanza desde la raíz, cultura nacional, regional y local…y mire es una tarea árdua que implica desde el actor docente un conocimiento, valoración profundo de lo que le rodea para transmitir y hacer vivir a los educandos de la nueva generación.
    Un placer saludar desde mi amada tierra colorada donde fluye el guavirami y abunda la riqueza de la naturaleza. Ojalá pueda valer ésta idea mía y tome en serio que la educación solo funciona enseñando con lo clásico lo imperecedero.

    • Querida Graciela:
      Gracias por compartir con todos los lectores y lectoras sus estupendas ideas sobre la educación. No solo tus ideas sino tus sentimientos y tu experiencia. Afortunadamente supiste
      sobreponerte a una influencia nociva de alguien que tenía que haberte impulsado y, sin embargo, se dedicó a ponerte zancadillas. No todos superan esa adversa influencia. A ti te ha hecho aprender y ser una buena maestra.
      Mucho ánimo.
      Muchos besos.
      MAS

  23. El artículo me ha hecho pensar.
    La trayectoria profesional puede tener un signo positivo o negativo.
    Y eso es fundamental no solo para los alumnos sino para el protagonista.
    Sería interesante pensar en todos los elementos que contribuyen a que ella evolución sea buena o mala.
    Los que dependan de cada uno tendrá que trabajamos el interesado y los colectivos serán responsabilidad de todo: administración, directivos, familias…
    Es muy importante generar las condiciones para que la evolución sea positiva.

  24. Hola familia.

    ¿Tú también Quintiliano?

    Ya que estamos en plena competición europea, y si de competir se trata, ya me dirás cómo va tu maizal, lo verde que está con tanto sol y riego matinal, cuánto mide; lo que Darwin te dé a entender.

    Aprovechando que ando por aquí, siendo breve, llamar la atención sobre “el caso del niño de Lucía”, que parece que sigue siendo “más de ella” que de su actual (ya no, lo tiene off) maestra. (Hay que entender que igual se vio desbordada, sin ayudas, con más niños y niñas en los que pensar, entre otras cuestiones que nos hagan entender algo de lo que haya pasado, si se puede)(Al ser un niño tan pequeño nos resulta más escandaloso el resultado, pero estoy pensando que, a medida que se va avanzando en edad y en cursos, cada niño y niña que abandonan el sistema expulsados por los que no les saben dar respuesta, es un fracaso de toda la sociedad (no quiero extenderme, aunque me lo pide el cuerpo).

    Tomando como base, o punto de partida, el mismo caso, ¿alguien puede explicarme por qué debe considerarse distinta, respecto a su valoración y preparación requerida, la educación según la edad del alumnado? 2, 12, o 22, ¿no estamos siempre trabajando por un mismo objetivo final (aunque en cada momento se den objetivos específicos, y todo lo que queramos meterle para conseguirlos). ¿Influye el futuro en el pasado o el pasado (completo con todo lo que queramos) en el futuro? ¿Cuál es la base? Siempre me han dicho que las casas no se empiezan por el tejado. Y también se dice que lo que mal empieza… (No sigo, aunque no por ganas).

    Un fuerte abrazo para ti, que estás leyendo. (No sé si os pasará, pero me imagino que las que estéis fuera de una institución, la que sea, educativa, sí; me resulta complicado encontrar a gente que, no sólo le guste, sino que disfrute hablando, más alegre o disgustado según el caso, de educación). (Me imagino que otro tanto debe pasar con la política, salvo que no sea para tirarse los trastos a la cabeza).

    Abur.

    • Estimado José Antonio:
      La educación tiene las mismas finalidades esenciales a cualquier edad. Lo que pasa es que, como decía un pedagogo italiano, «para enseñar latín a John, más importante que conocer latín es conocer a John». Es decir que hay que tener en cuenta la edad psicológica y cronológica del que aprende. Y dentro de la edad, hay que adaptarse a las peculiaridades de cada uno, que son tan distintas.
      No sé si dije en algún comentario que, sobre la importancia de la atención a la diversidad, voy a publicar en una Universidad de Bogotá un libro titulado LAS GALLINA NO ES UN ÁGUILA DEFECTUOSA. NO se puede hace rol mismo, ni exigir lo mismo al águila que a la gallina. Y no es mejor o peor una cosa que otra. Es distinto.
      En definitiva, que los fines esenciales pueden ser mismos, pero hay que acomodarlos a las características del educando.
      Un abrazo.
      MAS

  25. Aunque el cine sea un pretexto, quiero dedicar mi comentario al abundante catálogo de títulos de películas que se mencionan en el artículo.
    Creo que es muy importante que el cine se ocupe y se preocupe de esta cuestión tan importante para la sociedad..
    No he visto citada La educación prohibida, aunque más que una película es un documental.
    No es fácil zafarse de los tópicos, pero algunas de las películas citadas aborda con soltura y eficacia el problema de la educación.
    Tiene que haber películas de calidad sobre educación y tiene que haber espectadores que sean capaces de apreciarlas.
    Saludos.

  26. Un placer leer sus artículos como siempre me ha impresionado bastante, más aún el discurso tan sorprendente del profesor que ha reconocido de forma conciente su desacierto aunque un poco tarde que solo ameríta el lamento.
    Son relatos como estos en la que el propio educador afirma que su existencia ha sido desafortunada.
    Pienso que si de alguna manera transitamos ese camino y lograr sincerarnos a tiempo,tratar de encaminar nuevas estrategias haremos nuestras propias películas y tal vez nuestro último discurso sea el mejor de todos y los aplausos vendrian por logros obtenidos y no por haber reconocido un fracaso. Saludos

  27. Estimado Hugo:
    No sé desde dónde escribes (si lo haces desde España o desde otro país).
    De acuerdo contigo. Sería mejor recibir los aplausos por el trabajo bien hecho que por el arrepentimiento tardío. Se todos modos, honra a este profesor la sinceridad de sus estremecedoras palabras.
    Es muy importante cuidar, desde dentro y desde fuera, el desarrollo profesional.
    Un cordial saludo.
    MAS

  28. Buenos Sr Miguel Santos Guerra,soy Aurlio Duarte de la ciudad de Loreto Paragay.
    Los docentes deben tener siempre en cuenta que trabajan con seres humanos y por seres humanos moldeables para lo cual uno debe elejir esta profesión por vocación, querer ser y hacer con amor, ser tolerante, compasivo, flexible y ganarse la confianza de los jóvenes, ser sinceros ante ellos, ser autentico en sus palabras y por sobre todas las cosas tener ese valor de aceptar los errores.
    Le deseo suerte y éxitos señor Miguel

  29. «La actitud es lo que marca la diferencia. la actitud no lo es todo, pero es algo que puede hacer la diferencia en tu vida». – John C. Maxwell. Este artículo nos interpela sobre el trabajo que realizamos diariamente los docentes, así como también las diversas situaciones conflictivas por las cuales atravezamos, tanto en lo personal como profesional; pero ese no debe ser un motivo por el cual deba afectar el proceso educativo (rigidez, apatía, intolerante), repercutiendo en el clima escolar institucional, por ende, repercute en la formación armoniosa del alumno.
    por lo tanto tener una actitud positiva es esencial. no sólo determina el nivel de satisfacción como persona, sino que también tiene un impacto en la manera en que los demás interactúan contigo.

    • Para Elsie Karina:
      Hay que cuidar las dos vertientes: la personal que consiste en mejorar cada día la actitud positiva hacia los niños, hacia la tarea, hacia la escuela, hacia uno mismos y la institucional, que hace que el clima, las relaciones y las circunstancias de la escuela sean propicias para realizar el trabajo felizmente.
      Besos.
      MAS

  30. Completamente de acuerdo con usted señor Miguel la sinceridad es un bien tan necesario que se valora bastante mas aún en mi pais que mucha falta hace no solamente de parte de los docentes también de nuestras autoridades. Un abrazo desde Loreto Paraguay.

  31. Estimado Aurelio:
    Estoy de acuerdo.La profesión docente gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a quienes se enseña. El amor es la clave del éxito en esta compleja y apasionante tarea de educar.
    Gracias por tu enriquecedor comentario.
    MAS

  32. Hola de nuevo a todos. Una última entrada esta semana para pedir un favor, pero primero unas palabras para algunos compañeros.

    Aureliano, me ha encantado los artículos sobre los dibujos de los niños. Reflejan un cambio real, que día a día se ve en la cola del súper, en la parada del semáforo, en las reuniones de padres, en los juguetes que compran a los peques… Esperemos que también la violencia de género empiece a ser cosa del pasado.

    ¿Ay Graciela, cómo te entiendo! También yo tuve una maestra que me maltrató y me amargó la infancia. Por fortuna por el camino fueron apareciendo “buenos sembradores” que contrarrestaron esa nefasta experiencia. ¡Bendita resiliencia!

    José Antonio, no conocía esta canción, gracias por compartirla. ¿Qué tal llevas el estudio?
    Tienes razón que los niños que han pasado por mi aula siguen siendo un poco míos, sobre manera, aquellos que tenían algún tipo de dificultad.

    Al hilo de esto hoy quiero pedir una favor a Miguel Ángel, a Aureliano y quien quiera ofrecerlo, pero especialmente a ellos como formadores de docentes. (He dejado esta consulta para final de semana para no interferir demasiado en la marcha del blog)

    Algunos sabéis que con el fin de este curso me voy al paro. He pasado unas semanas difíciles, me he encontrado desnortada, pues no imagino mi vida haciendo otra cosa que educar niños, y con la edad que tengo, 55, nadie me va dar trabajo. Pero el tiempo de lamerse las heridas ya pasó. La vida sigue.

    La idea que tengo en mente es crear un centro de estimulación cognitiva donde trabajar todos los ámbitos: psicomotor, emocional, cognitivo, lingüístico, etc. Cuento con un local propio y algunos ahorros para empezar. Pero sé que mi formación como Maestra Infantil no es suficiente y he de formarme mejor para abordar este proyecto. Y aquí me viene la duda. No sé si hacer también Primaria (estimo que los niños que puedan necesitar este servicio sean de esta etapa), o cursar Psicopedagogía o un Máster sobre Neuroeducación, que me parece ofrece muchas claves sobre los procesos de aprendizaje. (https://www.urjc.es/estudios/grado/1349-master-en-neurodidactica#programa)

    Por eso pido vuestra opinión al respecto, pues conoceréis mejor que yo los contenidos de estas carreras y cuales serán más apropiados para desarrollar mi idea.

    Saludos,
    Lucía.

    • Querida Lucía:
      Comprendo y comparto tus sentimientos de decepción al ver finalizar un curso que pone un punto final injusto a una etapa tan apasionante. Pero, como dice, la vida sigue.
      Estoy seguro de que habrás acumulado muchas emociones y muchas vivencias extraordinarias. Disfrútalas.
      Me parece un proyecto estupendo el que nos cuentas. Ojalá tengas éxito. Te lo mereces.
      En cuanto a la consulta, creo que lo que buscas es muy específico te interesa el MASTER. Tanto en Primaria como en Psicopedagogía vas a tener mucha información pero poco específica para tus intereses.
      Besos y ánimo.
      MAS

  33. Al leer el relato recordé a una de mis ex profesoras de formacion docente quien decía que la docencia es una las vocaciones mas exigentes y hermosa de quien la abrazaba, porque la tarea de formar seres humanos exige mostrarles el camino que deben recorrer, guiarles hacia la realidad,generar conocimientos duraderos que permita a los alumnos realizarse como personas.
    Siempre estuve de acuerdo con sus expresiones y pensar que en la realidad encontramos docentes que no la toman como tal,no realizan su tarea con ganas, no demuestran actitud positiva para mejorar su labor y cambiar su estilo de trabajo que sin dudas le brindara grandes satisfacciones cuando llegue al final del recorrido por esta hermosa profesión.

  34. Hola Sr Santos Guerra un saludo cordial desde la ciudad de Loreto-Paraguay le comento que me encanta leer todo lo que escribe y es una verdadera pena que un ser humano se de cuenta tarde de su error porque cuando uno recibe ofensa frente de otras personas ya no se olvida y casi siempre la mayoría hemos nos hemos topado con este tipo de profesor. Estos docentes suelen tener un perfil determinado y ajustado, no muy diferente de aquel que se aplica al de la violencia de género, suelen ser personas inseguras, que utilizan esta autoridad para denigrar a sus formados con el objetivo de evitar una posible reacción que le ponga en evidencia, son narcisista y se justifican a sí mismo y su actitud con motivos paranoides e incoherentes.

  35. Muy relevante su comentario Profe,Miguel Santos Guerra,para reflexionar sobre la profesión docente e ir mejorando día a día sin perjudicar la formación de los estudiantes y lamentar después. Abrazar la profesion implica dedicación,tolerancia y por sobre todo mucho amor para enfrentar las barreras que se van presentando.La mayor satisfacción del docente es dejar huellas significativas en la vida de sus alumnos.

  36. Estimado sr.Miguel :
    Al leer su articulo,me puse a pensar en la difícil tarea docente,muchas veces queremos juzgar a un colega por su actitud,pero detrás de esa persona hay toda una vida,quizás con dificultades, sueños y penurias.
    Con esto no quiero justificar la actitud del profesor,pero me pareció admirable y significativo su arrepentimiento, ya q muchas personas no tienen la capacidad de hacerlo.
    Nunca es tarde para hacer bien las cosas.
    Saludos desde Concepción_Paraguay.

  37. El artículo me parece súper interesante desde dos puntos,primeramente el utilizar como un recurso didáctico el cine,ya que en ella se puede abordar temas sociales actuales y seria un recurso novedoso y motivador.Desde otro punto,es la historia del prof.Andrés Crocker-Harris que en la culminación de su triste carrera docente en su discurso de despedida reconoce su falla como persona y docente,como persona por no lograr que sus alumnos valoren lo clásico o los temas impartidos,y como persona por no obtener el afecto o estima de los que lo rodean.No esperemos la etapa jubilatoria para reconocer fallas y pedir perdón,ya que reconocer…no es corregir.

  38. Estimada Fanny Barrios:
    En efecto. La jubilación es un momento tardía para hacer análisis de la carrera docente. Porque ya no hay solución o posibilidad de mejora.
    Mi intención al redactar el artículo fue llamar la atención d los docentes sobre la importancia de reflexionar diariamente sobre la práctica para poder mejorarla.
    Gracia por leer y por escribir.
    Besos.
    MAS

    Hago extensiva la gratitud a los y las comentaristas de Paraguay.

  39. Interesantísimo artìculo porque yo lo relaciono con nuestra labor diaria, que estamos día a día con niños con ansias de aprender cosas nuevas, por eso debemos innovar nuestra práctica pedagógica para poder satisfacer las espectativas de los niños y jóvenes utilizando por ejemplo el cine como recurso didáctico resultaría atractivo para ello y el aprendizaje sería significativo. Por otra parte como docentes siempre debemos de evaluar nuestra práctica para poder reorientar a tiempo nuestras fallas ya sea la didáctica o la parte actitudinal ya que eso influye en los alumnos para un buen aprendizaje, para el logro de los objetivos propuestos.
    ÉXITOS.

  40. Buenas noches Profesor Miguel: estuve leyendo su articulo sobre este señor y también hizo que me volviera a recordar sobre una situación que marcó huellas en mi vida , pero huellas negativas.Debido a que también una de mis maestras de primaria me había ridiculizado frente a mis compañeros.Estoy totalmente de acuerdo en que cada día debemos analizar nuestra situación con respecto a la actitud que adoptamos en nuestra practica docente ya que todavía existen varios Hitlerianos entre nosotros cuando las miradas de nuestros niños piden a gritos paciencia y comprensión , un poquito de amor , un poquito de atención.Agradezco que exista personas que se tomen su tiempo para recordarnos que somos formadores de de varias personitas que siempre van a la escuela en busca de no solo aprendizaje sino de mucho mas.Como así también enseñarnos a analizar a menudo nuestra practica docente ya que no sirve de nada arrepentirnos luego de haber hecho un daño grave.Es hermoso dejar huellas positivas y no negativas en la vida de nuestros estudiantes. Saludos desde Concepción Paraguay.Maria Liz Arza

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