La noticia sacude los cimientos del sistema educativo el 14 de octubre de 2015. Un niño de 11 años llamado Diego González se suicida en Madrid arrojándose por la ventana de un quinto piso, atribuyendo en una carta su decisión al rechazo insuperable a ir al Colegio.
La policía descarta, en una primera investigación, que se trate de un caso de bullying escolar y la juez de instrucción del Juzgado nº 1 de Leganés archiva la causa. El hecho ha recobrado actualidad al publicar el periódico El Mundo (20 de enero de 2016) la carta manuscrita que Diego dejó a su familia y al entrevistarse los padres del niño con la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, pidiendo la reapertura del caso. Los padres dicen que quieren “que se sepa la verdad”.
El niño dejó sobre el alféizar de la ventana por la que se arrojó al vacío un mensaje para sus padres: “Mirad en Lucho”. Lucho era su muñeco fetiche de los Lunnis. En él había depositado la conmovedora carta que transcribo a continuación y que debería ser de lectura obligatoria en las aulas.
“Papá, mamá, estos 11 años que llevo con vosotros han sido muy buenos y nunca los olvidaré como no os olvidaré a vosotros.
Papá, tú me has enseñado a ser buena persona y a cumplir las promesas, además, has jugado muchísimo conmigo.
Mamá, tú me has cuidado muchísimo y me has llevado a muchos sitios.
Los dos sois increíbles, pero juntos sois los mejores padres del mundo.
Tata, tú has aguantado muchas cosas por mí y por papá, te estoy muy agradecido y te quiero mucho.
Abuelo, ti siempre has sido muy generosos conmigo y te has preocupado por mí. Te quiero mucho.
Lolo, tú me has ayudado mucho con mis deberes y me has tratado bien. Te deseo suerte para que puedas ver as Eli.
Os digo esto porque yo no aguanto ir al Colegio y no hay otra forma de no ir. Por favor, espero que algún día podáis odiarme un poquito menos.
Os pido que no os separéis papá y mamá., solo viéndoos juntos y felices yo seré feliz.
Os echaré de menos. Y espero que un día podamos volver a vernos en el cielo. Bueno, me despido para siempre.
Firmado Diego. Ah, una cosa, espero que encuentres trabajo muy pronto, Tata.
Diego González”
Un niño, que debería ir a la escuela para encontrar una vida mejor, una vida más justa y más hermosa, encuentra en ella el sendero de la muerte. Las dos finalidades supremas de la escuela, a mi juicio, son enseñar a pensar y enseñar a convivir. ¿Cómo es posible que la convivencia en esa institución, le haya llevado a la muerte?
Uno se imagina al pequeño Diego, inclinado sobre la hoja blanca en la silla donde habitualmente hacía los deberes, escribiendo su despedida y pidiendo perdón por el dolor que iba a causar a sus seres queridos. Se le imagina depositando en Lucho la fatídica noticia y, sobre todo, fraguando antes de dormir la terrible decisión al no encontrar ninguna salida al problema de su miedo y de su angustia.
Imagino también las lágrimas que habrán derramando y que seguirán derramando los miembros de esa familia.: el papá y la mamá (Carmen y Manuel, de 52 y 57 años), la Tata (su hermana), el abuelo, el tío Lolo, Eli… ¿Cómo es posible que no nos diéramos cuenta? ¿Cómo es posible que no nos dijera nada? ¿Cómo es posible que no intuyéramos lo que se cocía en su mente y en su corazón? ¿Cómo es posible que no detectásemos tanta angustia, tanto infortunio, tanto dolor a través de su mirada…?
Imagino la consternación de los educadores de ese Colegio cuando se hayan reprochado la falta de intuición o de observación o de perspicacia… ¿Cómo es posible que nadie haya dicho nada, que no tuviésemos la más leve sospecha, que nadie hubiera observado nada, que no hubiera llegado la menor información…?, ¿cómo no le supimos persuadir para que nos hablara?
Habría que contar el número de personas que han estado mirando hacia otra parte, antes, durante y después del suicidio de Diego
He leído muchas informaciones sobre este caso que no puedo sintetizar aquí. Muchos testimonios de padres y de alumnos que apuntan a la existencia de casos de acoso en el Colegio. Un colegio concertado religioso con un millar de alumnos, dirigido por Padres Mercedarios. Todo apunta a la existencia de acoso escolar, aunque el niño nada diga de ello en la carta y nada hubiese planteado en la familia y en el Colegio al respecto. Todo el mundo conoce las presiones que los verdugos ejercen sobre las víctimas en estos casos: “Como digas algo…”.
– El día antes de morir, el niño salió muy pálido del Colegio, dice la madre, aunque no conseguí sacarle nada.
No me gusta que los responsables de los centros reaccionen, en este tipo de casos, tratando de salvar su imagen. Es comprensible, pero inaceptable. ¿Por qué tanto hermetismo, tanta ocultación, tanto deseo de cuidar la imagen cuando esa imagen mejoraría si hubiera humildad, honestidad, autocrítica y transparencia…? Parece justo y lógico preguntarse por qué se suicidó Diego, sobre todo sabiendo que era un buen estudiante.
Cuando he visto en la televisión o en la prensa el rostro inocente de esa criatura me he quedado sin capacidad de reacción. ¿A quién se le puede pedir cuentas de esta muerte? Quien era víctima de las agresiones de los iguales, se convirtió en la víctima fatal de su propia y última decisión. ¿Por qué? ¿Por quién? ¿Cómo evitar otro caso como el de Diego?
Nadie puede quedar fuera de la interpelaciones que esta muerte suscita, sea o no un caso probado de bullying (aprovecho la ocasión para aconsejar el libro de Alejandro Castro Santander: “Bullying blando, bullying duro y ciberbullying”). Todos hemos de sentirnos interpelados.
Los responsables políticos que, al reabrirse el caso, se han apresurado a proponer 70 medidas para prevenir, atajar y solucionar el acoso escolar. Una vez más, tarde. Una vez más, con parches y no con medidas estructurales.
Los educadores y educadoras por no afinar más la mirada para detectar las situaciones que se producen ante nuestros ojos y pasan inadvertidas, por no insistir lo suficiente en la necesidad del respeto a la dignidad del otro y en la obligación moral de denunciar el acoso.
Los padres y las madres que no hemos sabido conquistar la confianza de nuestros hijos e hijas para que nos hagan partícipes de sus miedos, de sus temores, de sus golpes, de sus angustias…
Los alumnos y alumnas que machacan a sus compañeros con insultos, con bromas, con violencia, con amenazas que hacen insoportable no solo la vida escolar sino, en general, la vida. Y por callar y encogerse de hombros ante el atropello. Jay Asher escribió hace unos años un interesante libro titulado “Por trece razones”. Un libro que cuenta la historia de un suicidio escolar en el que la víctima escribe a los trece causantes de su decisión de quitarse la vida.
El pequeño Diego González se ha convertido en una lección para quienes tenemos la delicada, difícil y tremenda tarea de educar a los alumnos y alumnas, a los hijos y a las hijas.
Obsesionados a veces por el desarrollo del curriculum, nos olvidamos de que quien va al Colegio, quien estudia y se examina, es una persona que tiene sentimientos, miedos, angustias y terrores. Nadie que no esté en condiciones de aprender podrá hacerlo por más presión que le metamos al sistema. El pequeño Diego ha suspendido el examen de la vida. Consideró que el miedo y el terror eran insuperables. Él lo dice: “Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra forma de no ir”. ¿Por qué pensante eso, querido Diego? Por qué no pensaste en hablar con tus padres, en acudir a la dirección del colegio, en contarlo a tus profesores y profesoras, en denunciar a tus verdugos, en contar con algunos testigos y amigos…? Claro que había formas de no ir al Colegio o de no ir ASÍ al Colegio… O no te hablamos de ellas o, si lo hicimos, no fue con la convicción necesaria… Perdónanos.
Gracias Miguel Ángel por esta bonita reflexión a modo de autocrítica, que como sociedad, deberíamos hacernos. Cada caso de acoso escolar es el reflejo de algo que se está haciendo mal (la pésima educación que están recibiendo aquellos que acosan, la desatención, cuando no dejación de funciones, del personal del centro…etc.) pero si encima el acoso escolar conlleva este fatal desenlace, creo que asistimos al fracaso como sociedad, porque todos hemos fallado. Como profesor vocacional que soy, preparandome mis primeras oposiciones, procuraré aprender de todo esto para que nunca mis alumnos pasen por una situación de acoso. Como bien dices, la escuela enseña a pensar y a convivir. Sin eso, ni nuestro oficio ni la escuela, tiene sentido.
Un saludo, le sigo leyendo y aprendiendo.
Lo primero que me sorprende es que Diego no era un niño cualquiera. Su carta indica una madurez y sensibilidad fuera de lo normal: un niño que piensa dejar este mundo porque se le hace insoportable ir al colegio y sólo piensa en todo lo bueno que le han proporcionado los seres queridos y deseos de bienestar para ellos.
Otra cosa extraña es que nadie percibiera el drama interior que había dentro de Diego. Quizás su carta dé la explicación: sufría su drama y no quería el sufrimiento de los demás. Misterios del alma.
Sí que es una gran lástima que donde se debe enseñar a vivir se siembre la muerte. Esto es un aldabonazo para todo el que se dedica a la educación. Los niños pueden sufrir mucho…¡atentos!
Saludos
Querido Joaquín:
En efecto, cuesta creer que nadie se enterase de nada. Ni en el colegio, ni en casa, ni en los familiares.
Este hecho me lleva a pensar en nuestras capacidades de observación. Muchas veces estamos tan inmersos en las cosas,en las ocupaciones, en las rutinas, que se nos pasan por alto señales que podrían ser visibles de estar atentos podrían ser percibidas.
Otro camino es la exploración del mundo de los sentimientos. Estamos muy volcados a los estudios de los hijos, a sus comodidades materiales, pero menos al mundo de sus emociones. Explorar CÖMO ESTÄN y no solo cuánto SABEN es muy importante.
Pero, con esto, no quiero culpar a nadie del entorno de Diego. A veces, no se descubre nada aunque se hubiera querido.
Un abraz y gracias por participar..
MAS
Tremenda historia,
Ls institución encaminada a buscar una vida mejor u en la que el niño encuentra la causa de propia muerte.
Para estremecerse.
Para pensar.
Para actuar.
Querido Miguel Ángel:
Efectivamente, la noticia del suicidio de un niño de 11 años, Diego González, que no desea ir colegio, nos ha conmovido profundamente. Más aún, cuando los padres dieron a conocer la carta de despedida y que fue publicada por distintos medios de comunicación.
Puesto que llevo bastantes años trabajando en los colegios a partir de las investigaciones acerca del desarrollo emocional de niños y adolescentes, el tema del suicidio lo conozco por los efectos que provocan en ellos el hecho de que algún familiar cercano tomara la decisión de quitarse la vida.
Dado que el impacto emocional es muy grande, a lo largo del tiempo he ido publicando, en los diarios digitales de los que formo parte, las interpretaciones que realizo a partir del dibujo y las informaciones que el profesorado haya podido proporcionarme.
Un caso verdaderamente dramático que me impresionó mucho fue el de María y Pedro (nombres cambiados para mantener la privacidad), hermanos mellizos de seis años y que se encontraban en primer curso cuando se suicidó su padre, cuestión que ya comenté en cierta ocasión en tu blog.
Pues bien, ya que conviene saber cómo evolucionan los conflictos emocionales, a principios de este año, cuando María y Pedro tienen ocho años, se les volvió pedir en la clase y en la hora de Plástica que realizaran otra vez el dibujo de la familia.
A partir de los dibujos que me proporcionaron, este mismo domingo he publicado el artículo titulado “Las huellas del suicidio”, y cuyo enlace incorporo para aquellos lectores y lectoras de tu blog que pudieran tener interés en el tema.
http://www.montilladigital.com/2016/01/aureliano-sainz-las-huellas-del-suicidio.html
Bueno, hasta el próximo viernes que nos veremos en Málaga en la tesis de Estefanía.
Un fuerte abrazo.
Aureliano
Querido Auffeilen:
Gracias por el enlace que nos brindas, como siempre claro, enriquecedor, sugerente y provocador de reflexión-
Nos vemos el viernes por la tarde en la tesis.
Un abrazo y gracias.
MAS
¡¡¡Culpables todos!!!
Decía Rousseau que el hombre (mujer, niño, niña) es bueno por naturaleza, que es la sociedad quien lo corrompe. Y así debe ser porque un ser cuando nace es como una tabla rasa (como decían Descartes, Locke o Leibnitz) en donde escribe la experiencia.
Pues la sociedad debe proporcionar malas experiencias cuando vemos con cierta frecuencia en el ámbito escolar situaciones de acoso escolar. ¿Cómo hay niños y niñas (que deberían ser buenas personas) que maltratan a sus iguales? Simplemente por aprendizaje por imitación (Bandura). Los niños están imitando en sus comportamientos lo que ven, en casa, en los medios de comunicación, en niños mayores, en su profesorado (también),…
Tan inocente suele ser el que padece la agresión como el que la realiza. Todos son víctimas de una sociedad cruel, competitiva, insensible,… que maltrata al más débil.
En lo que me toca como docente, asumo también mi culpabilidad, consciente o incosciente. Es cierto que es muy complicado observar y descubrir este tipo de actitudes en el ámbito escolar, generalmente también pasan desapercibidas en la propia casa… En este caso es necesario trabajar las emociones y los sentimientos, propios y de los demás, la empatía, el respeto, la tolerancia, actitudes transversales del currículum que por su tranversalidad suelen quedar desatendidas en beneficio de lo conceptual o procedimental propio de cada materia.
Existen instrumentos que facilitan que el niño piense y aprenda a convivir. El aprendizaje cooperativo, tan en boga en la actualidad, hace que los niños y niñas tengan que poner en práctica habilidades sociales. Las tutorías con el alumnado pueden ayudar a que los niños aprendan a expresar sus sentimientos y valorar los de los demás, también es un medio de enseñar a solucionar los conflictos a través de la palabra. Existen estrategias que facilitan este tipo de tutoría, por ejemplo cuadernos de los sentimientos. Los niños van escribiendo aquellos hechos que suceden en clase y que les causa dolor y posteriormente se comenta y analiza en el gran grupo. Pero para eso se necesita un tiempo en exclusiva, de lo contrario la vorágine de las clases lo devorará. Es preciso hablar de estas cuestiones con tranquilidad, sin mirar el reloj, dejando que sean los niños y niñas los que hablen, siendo el docente un mero moderador. He comprobado como en ocasiones se convierten sesiones muy terapéuticas.
Dicho ésto, seguirán habiendo niños y niñas, que por la circunstancia que sea, son más introvertidos y herméticos, y que descubrir lo que pasa en su interior sea realmente muy complicado de observar. El pobre Diego no dio suficientes pistas de lo que pasaba, y si las dio, no fueron apreciadas en su entorno familiar y escolar. Ya sé que hay muchos otros alumnos y alumnas que son «salvados y salvadas»… Pero un muerte así, es un fracaso de nuestro estilo de vida y de nuestra sociedad. Diego DEP.
Querido Juan Carlos:
Me ha llamado la atención cómo nos interpelas a todos en la cabecera de tu comentario Culpables todos.
Estoy de acuerdo contigo en que trabajar el mundo de los sentimientos. En mi libro «Arqueología de los sentimientos en la escuela» digo que ésta ha sido habitualmente el reino de lo cognitivo y que debería ser también el reino de lo afectivo. No solo para trabajar este ámbito tan importante sino para que s produzca aprendizajes.
Este niños no se suicidó por no saber matemáticas. Era un buen estudiante.
Hacer unos meses dediqué el artículo sabatino a compartir una experiencia que conocí en un Colegio de Valencia: «La libreta de los sentimientos». Me imagino a Diego González en una clase en la que hubiera podido expresarse, No sé. Igual se hubiera callado y se hubiera mostrado hermético. Lo cierto es que si solo estamos pendientes de los conocimientos más difícil que aflore el estado emocional.
Un abrazo y gracias.
MAS
Querido profesor y amigo
Qué casualidad más grande
Aún me encuentro triste,dolido y hasta depresivo , me encuentro con tu profundo comentario de la muerte de. Diego .
Este sábado me llamaste a recordar mis primeros años de mi hermosa profesión ,cuando un jovial , juguetón y hermoso muchacho de 14 años , se quita la vida , disparandose un tiro en la cabeza ,encerrado en la bodega de una modesta escuela primaria del año 1965 , en la Escuela 228 de las Barrancas
Soy testigo que la peor tragedia es cuando un alumno o alumna se quita la vida en su escuela En este caso fueron dos los motivos
1. Mi alumno se enamoro de su hermosa y cariñosa profesora jefe
2 Fue testigo de la infidelidad de su madre con su padre
Para un adolescente por su desarrollo , esta situación lo presionó hasta la profunda depresión Hay temas difíciles para adultos con mayor razón a jóvenes Su vulnerabilidad le impidió asistencia psiquiátrica
Mi caso fue tan doloroso que jamás lo olvidaré , pues son muchos los factores que llevan a tan trágica decisión
Un abrazo de gratitud por interesante y triste comentario , que me llevaron a mi juventud
Querido Jorge:
Tremendos los hechos que me cuentas.
Ya ves la huella que dejaron en ti.
Cómo no pensar en las consecuencias para las familias de estos niños o jóvenes que llegan a un callejón sin salida.
Tenemos que pensar en cómo evitar que existan y, sobre todo, cómo abrir alguna puerta, alguna ventana, algún agujero para que puedan salir de él.
Un gran abrazo desde España, querido amigo.
MAS
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Querido Miguel Ángel: Ya se ha consumado, pero nos resta la responsabilidad de la reflexión. Aparte de la discutible «tabla rasa», pues no venimos todos igualmente provistos de lo que podíamos llamar reflejos a lo que nos sucede, pienso que hay que atinar y tener olfato. No podemos decir que no nos hemos dado cuenta. Basta observar cómo andan de empatía las chicas y chicos. Desde infantil podemos observar indicios muy interesantes de las reacciones de los niños y niñas ante los problemas. En esta sociedad en que se hace espectáculo del mal ajeno, estamos avisados ante cualquier reacción de los demás ante los problemas o desgracias de los otros. Recuerdo que un niño no quería volver al mismo colegio, porque, entre otras cosas, el primer día que se presentó con un aparato dental externo el propio profesor le dijo que parecía un monstruo. Es que muchos profesores somos muy graciosos. En una clase de 6º de EGB, un niño hizo una pregunta y otro saltó diciendo: «¡Eso cómo va a ser,tonto!?». Mi reacción fue rápida: «Perdonad, pero es la pregunta más inteligente que me han hecho en los últimos diez años». Como puede verse, no le dije nada ofensivo al autor de la descalificación del compañero. Indicios, hay a punta pala. Si no saltan a la vista es porque la enseñanza es autoritaria, se ciñe al programa, y no hay válvulas de escape, que es por donde podemos educar. Con todos los grupos hacíamos textos colectivos, en grupos pequeños, individuales y hay una cantidad de proyecciones que nos denuncian qué hay en el corazón y la cabeza de más de uno.
Es una gran pena, además de un fracaso de nuestra sociedad, que la escuela sea noticia sólo con negativo (otro síntoma o indicio).
En esta sociedad belicista, más que competitiva, lo he dicho más de una vez, no nos podemos permitir que los «amos» se ahorren hasta las balas.
Querido josem:
Pones dos ejemplos muy precisos y muy significativos. Uno de un profesor que califica a un alumno de monstruo (haces referencia a las gracias que hacemos los profesores desde nuestro puesto de poder, cuestión verdaderamente importante por sus repercusiones y por su frecuencia) y otro de un alumno respecto a un compañero. Creo que deberíamos ser tajantes en la exigencia del respeto. Muchos de los casos de acoso desaparecerían se hubiese una actitud sensible en la reacción de los profesores ante esas situaciones.
Es estupendo que se hable en este blog desde la teoría, pero también desde la experiencia.
Gracias por participar y por enriquecernos a todos.
Un abrazo
MAS
Me está sorprendiendo que las familias estén haciendo manifestaciones de apoyo al Colegio (tanto el Colegio al que acudía Diego, como otro de Barcelona, que regentan los Hermanos Maristas) sin que todavía la justicia no haya dicho nada. Ayudar a los Colegios es exigirles transparencia y honradez. No parece que las estén teniendo.No se ayuda tapando la verdad sino procurando que se sepa. Y si la verdad es ingrata hay que procurar que no se repita.
MAS
Querido Maestro!
Noticia impactante la muerte de Diego en una sociedad tan evolucionada como la nuestra y en la que se muestra imperceptible los sentimientos.Es una muerte anunciada la desesperación y el desapego en la vida emocional de un chico.
Hay que ser muy fuerte para sobrellevar la violencia cruel que se detecta muchas veces en las aulas y como usted dice miramos a otro lado para no implicarnos en esos actos de repulsa inmediata.
Valentía es la palabra que nos lleva a actuar en todos esos casos de maldad e infortunio que lleva a la desesperación de muchos chicos.
Amor y afecto lo que hace que nos pongamos en la piel del otro para tratar de ayudarlos.De eso tiene que haber más aprendizaje en las escuelas!
Ahora ya es tarde para Diego que no ha podido asimilar, por su corta edad, que la vida es luchar contra la adversidad.
Me comprometo en intensificar mis acciones en el mundo de los afectos y procurar hacerlos participes a todas las personas de mi entorno y usar la experiencia para conseguir solucionar esos grandes retos.
Querido Miguel Angel estoy aqui de nuevo!
Gracias por abrirnos los ojos en temas como este tan difíciles y delicados.
Sin más me despido con un afectuoso y cariñoso saludo para todos.
Querida Loly:eso.
MAS
Bienvenida de nuevo.
Siempre se echan de menos los comentarios que ayudan a pensar y a sentir, a entender y a comprometerse.
Gracias a ti por participar con la lectura y las reflexiones.
Un beso
MAS
Un terrible suceso que no puede dejar indiferente a nadie, dentro y fuera d ella educación.
El suicidio de este niño abre miles de preguntas y de interpelaciones, en efecto.
Preguntas que van dirigidas a la mente, al corazón y a las manos. Es decir, a la comprensión, al sentimiento y a la acción.
Algo (o mucho) ha fallado cuando un niño sensible e inteligente llega a esta terrible decisión.
¿Cómo era de grande la aversión al colegio para preferir la muerte?
¿Por qué el niño no recurrió a nadie?
Tremendas cuestiones.
El hecho nos lleva al tema del bullying.
¿Cómo se puede prevenir, detectar, evitar, atajar?
A esas edades los niños tienen una dependencia enorme respecto a sus pares.
Cuando son víctimas de acoso se ven atrapados en una ed de la que no pueden salir porque las amenazas son terribles y creíbles.
El caso de Diego es una advertencia para todos.
El tema de hoy se las trae.
Saber que un niño muere por no ir al Colegio nos deja helados sabiendo que niños que no pueden ir nunca a la escuela o que van después de caminar kilómetros y kilómetros. ¿Cómo no interrogarse sobre las causas del suicidio de Diego? ¿Cómo no lamentar la tragedia? ¿Cómo no interpelar a todos los integrantes del sistema?
Algo ha fallado y ha transformado la institución encaminada a mejorar la vida en una institución desde se encuentra la muerte:
Impresionante carta la de Diego. Para no olvidar.
Para hacer pensar.
No es difícil imaginar la desesperación de esos padres que han visto truncado la vida de un hijo tan sensible e inteligente.
Colegio y familia deben trabajar más unidos, dialogar más, explorar más desde una institución lo que sucede en la otra.
Los padres necesitamos a los profesores y éstos necesitan a los padre para saber cómo son los niños.
El suicidio es un problema en sí.
Cuando se plantea en un menor es todavía más grave.
¿Cómo es posible que le demos entrada a un niño a este mundo y a los pocos años le demos motivos para que él mismo tome la decisión de irse ya que le resulta inhabitable?
Es más triste si el motivo de la decisión se encuentra en la escuela, que es una institución que está ahí para hacer la vida más inteligible y más hermosa.
Primero me da mucha pereza, dolor tratar el tema de esta semana. Pero es una realidad y hay que abordarla, hacerle frente muy clarito.
Llevo toda la semana, desde la lectura, dándole vueltas al tema, hoy,en este momento,a ver lo que sale.
Estoy de acuerdo con la madre de Diego, hay que buscar la verdad, hay que investigar quién o quienes hicieron daño a Diego, y que pasen por la justicia. No parece un suicidio así, nada más, por un pronto. Lo tenía meditado, preparado. Parece ser que más que acoso escolar de compañeros puede tratarse de acoso sexual, y deduzco que de alguien con autoridad en la cabeza de Diego. He leído que el acoso es más permanente, constante y duradero. ¿ Nadie iba a darse cuenta? El acoso sexual deja menos vestigios alrededor. Escuchamos casos hoy de personas que a los treinta o cuarenta años es cuando deciden contar que han sido víctimas de acoso sexual. Cuando el que debe cuidarte es el que te hace daño, cosa que es lo menos que te esperas, el problema se agranda. Hablamos de niños y niñas,más inmaduros y con menos armas emocionales de defensa, y parece ser que están aumentando los intentos de suicidio o auto lesiones entre los jóvenes. ¿Pero qué pensamos de las mujeres que sufren acoso en sus lugares de trabajo o violencia doméstica? Que por qué no lo denuncian ¿no?
Todos coincidimos en que era un chico introvertido, maduro e inteligente. Por su carta deduzco que también muy responsable y cariñoso,detallista. Los investigadores espero que lleguen al final, pero Diego, como inteligente que era, y hasta me parece que conocía cómo funciona esta vida, conocía la muerte, y,también era introvertido, y eso deja pensar mucho las cosas; claro, el las pensó a su manera, buscó soluciones, pero,quizás por sentirse culpable, sucio, avergonzado para con su familia, llegó a la conclusión de que la solución era bajarse del tren, y esperar a sus seres queridos. ¿No os da la sensación de que en vez de ser una carta de un niño de 11 años que se despide para deshacerse de un problema, es una carta de un emigrante de hace años, cuando Cuba o Argentina, un mes en barco, que también se despide sin saber si en este mundo se volverán a ver, se va en busca de una vida mejor, y le desea a un miembro de su familia que tenga suerte y encuentre trabajo. Hay en la carta algo repetido y es que les pide a sus padres que permanezcan juntos, y ,más al principio, les dice que son increíbles, pro juntos son los mejores padres del mundo.
Otra cosa que he leído es que el suicidio no es el problema sino el medio. Debemos buscar entonces qué causas llevan al dolor, a la angusta, a la desesperación. Llegado aquí me recuerda la niña y su dedo corazón.
No estoy de acuerdo en que seamos todos culpables. No estoy de acuerdo en que porque se trate de un niño y su tiempo transcurra en el colegio, lógico, todos los profesores estén en todo. Lo que sí me parece es que en el aula todos trabajamos, pero qué pasa en el recreo o en cualquier momento en el que el alumnado permanece en el centro pero fuera del aula. ¿ QUIEN OBSERVA ESOS MOMENTOS, EDUCADORES, VIGILANTES,CUIDADORES? Y DIGO OBSERVA, CON LO QUE CONLLEVA LUEGO LA OBSERVACIÓN INTENCIONADA Y DIRIGIDA A DETECTAR INFINIDAD DE ACTITUDES QUE NO OBSERVAREMOS EN EL AULA. NO CONSISTE EN MIRAR QUE NO SE HAGAN DAÑO. ¿Quién se encuentra solo/a y apartado/a? ¿Quién en clase es tímida,nerviosa, hasta angustiada a la hora de hablar en público y en el recreo es la líder jugando, sonriendo y dirigiendo? Veo culpabilidad social y estructural en cómo está distribuido el trabajo en los colegios. No nos flagelos cuando no lo podemos controlar todo y SI DEBERÍAMOS REFLEXIONAR Y HACER AUTOCRITICA EN LO QUE SÍ ES MÁS PROPIO DE NUESTRAS FUNCIONES DE EDUCADORES, REPITO, EDUCADORES, NO INSTRUCTORES Y SANTAS PASCUAS.
– A mí el suicidio y la ventana con madre en casa, persona adulta, me coge de cerca. Hasta ahí puedo leer.
– Telediario de hace unos días, creo que de la 1. Les advertimos que las siguientes imágenes pueden herir su sensibilidad. A continuación la muerte de unos 50,60,0 70 (que más da) seres a orillas del mar. Ojos que no ven corazón que no siente. Luego nos ponen un accidente de coche y si pueden enfocar un buen charco de sangre mejor, los muertos ya no te digo lo que valdrán en audiencia, porque ,si no es así, yo no lo entiendo.
– Niño. 9 años . Trabajo escolar de ayer. Escribid una carta a un político con vuestras peticiones para mejorar la vida de la gente. Sentados ante esta misma tablet le digo: vamos a leer El adarve y le explico en qué consiste lo que se va a encontrar. Veo que no pasa renglón y empiezo yo a leėrselo en voz alta ( lo meditė antes y no me fue fácil decidirme, pero esto es de verdad y nos atañe a los dos, de entrada); leí toda la carta, y el resto también, aunque de eso ya no se enterase de mucho. Le miré y una lágrima le corría por la mejilla izquierda, siempre más sensible. Hablamos y le pregunté lo que sabía del acoso, y me dijo la palabra en inglés. Bien. ¿Y del acoso sexual? ¿QUÉ ES ESO, ME DICE? Se lo explico con palabras para un niño de nueve años y se ríe. Luego me interpela y me dice: no me has ayudado nada, ¿y el trabajo?
– Carta a Rajoy. Veo que sabe lo que quiere poner. Le explico que no hay nada gratis ( su primera petición era sobre los desahucios ) que todo cuesta, la diferencia es de dónde sale el dinero, o el valor de las cosas. …..
-Es durísima la vida del educador, es una responsabilidad grande. ( voy a poner una palabrota del diccionario; me jode ya lo de las 18 o 20 horas semanales y lo de las vacaciones, y eso que nunca he ejercido).
– Es dura la vida de ser padres/madres. También es muy gratificante, un beso, un abrazo un achuchón. LA MUERTE ES UNA COSA MÁS DE LA VIDA QUE HAY QUE EDUCAR Y QUE LOS NIÑOS PREGUNTAN Y ESTÁN PREPARADO PARA RECIBIR RESPUESTAS, CADA UNO CON SUS CREENCIAS Y COLORES.
– Mi padre estubo ingresado en el hospital ( he escrito desde allí ) unos días antes de las navidades; ellos lo ven y lo saben,ven su deterioro paulatino por el parkinson y la demencia senil. No daban un duro por él pero antes de Noche Buena lo mandaron para casa mejor. No hubo árbol de Navidad, pero mi hijo escribió su carta igual; pasaron todas las navidades y no sé qué día ni dónde fue a parar, pero me la dio a leer y me dijo con una sonrrisita: – Te va a emocionar eh, te va a emocionar. Era la típica carta de Reyes pero pedía por su abuelo y por mí, que me pasaba mucho tiempo en el hospital. LOS NIÑOS SABEN MÁS DE LO QUE PENSAMOS SOBRE LLAMÉMOSLO EL MUNDO ADULTO. ES IGUAL DE MALO NO PROTEGERLOS QUE SOBRE PROTEGERLOS. EL MUNDO ESTÁ LLENO DE BACTERIAS, ES LO QUE MÁS HAY, PERO MUCHAS LAS USAMOS EN NUESTRO BENEFICIO, SI NOS PASAMOS EN, LLAMÉMOSLO HIGIENE, ESTAMOS MATANDO PARTE DE NUESTRAS DEFENSAS PRESENTES O FUTURAS.
– Un abrazo Miguel Angel y seguidores de esta maravillosa ventana. Ella nos permite aprender de un niño de 11 años que agradece a su padre que haya hecho de él UNA BUENA PRESIONA, QUE ES LO MÍNIMO QUE DEBERÍAMOS SER NOSOTROS, porque hay cada uno/a que anda por ahí. …
( para los papás de Diego.» Cuando alguien que amamos muere. Nunca lo podemos superar por completo. Nosotros simplemente aprendemos poco a poco a seguir la vida sin ellos. Y siempre los mantendremos bien guardados en nuestro corazón. «
Querido José Antonio:
Me ha parecido muy interesante la idea de leerle carta de Diego a tu hijo. Es curioso. Al niño se le cae una lágrima. Me parece una buena idea. Ocultar la realidad, ignorarla, dulcificarla es un modo de taparle los ojos a los niños y alas niñas. La realidad sigue ahí, con sus interpelaciones. Más vale que la conozcan para poder reaccionar ante ella. De lo contrario les golpeará por sorpresa.
No había pensado en tu hipótesis, pero no hay que descartarla. Es curioso que no se haya filtrado nada y que las primeras declaraciones de los responsables del Centro hagan referencia a que no tienen la menor información sobre el tema. Dejo constancia de la opinión de uno de ellos, tomado de una información periodística:
«Mariano Cano es uno de los padres mercedarios que dirigen el colegio Nuestra Señora de Los Ángeles, en el barrio obrero de Villaverde, que este año cumple su 50º aniversario y tiene un millar de alumnos. “Estamos impactados y estremecidos. No hemos detectado ni el más leve indicio de acoso ni había ningún problema con este chico. Desde el principio, estuvimos en contacto con la familia y colaboramos con la investigación policial y con la Consejería de Educación”, añade. Según Cano, no han recibido denuncias de más familias, pero añade que el caso “ha despertado la psicosis” de otros progenitores».
Gracias por tu comentario, siempre lleno de sugerencias.
Ya vi la semana pasada que persuadiste con eficacia a los tuyos de allende los mares.
Un abrazo para ti y para tu pequeño. Por cierto, no sé si has dicho cómo se llama.
MAS
Perdonad, pero la he encontrado.Sólo la pongo como ejemplo de la importancia de educar en emociones, de que los niños no deberían ser pura metemática ni geografía, temas alejados a sus vivencias dadas como se dan; el colegio debería ser escuela de vida,¿qué pasa en el mundo en estos momentos, en España, en Cataluña? Ahí va una muestra de un hijo que me dice que no quiere ir al colegio.
_Queridos Reyes magos de Oriente:
Os escribo esta carta para agradeceros todos los regalos y juguetes que me habéis dado a lo largo de estos años. Pero en esta ocasión, me gustaría pediros algo más importante y especial.
Ayer, mi abuelo se quedó hospitalizado; desearía que ya se ponga bien. No sé si lo van a trasladar de hospital. Antes pasaba toda la tarde con mi padre, pero ahora va todos los días a verlo; por eso quería al menos ir yo también.
También quería que los pobres tuviesen comida.
Gracias por escuchar. Pablo
Un abrazo a todos de José Antonio.
Impresionante texto. Impresionante carta.
Para hacernos pensar a todos los educadores y educadores.
Tenemos que educar los ojos, afinar los oídos y extremar la capacidad de observación.
Además, tenemos que hacer de la escuela el lugar más ambicioso para el aprendizaje de la convivencia.
El caso de Diego es terrible.
Pero no podemos olvidar a los niños que sufren cada día, aunque no lleguen a ese extremo.
Hay que esforzarse por evitar el dolor de los niños que provienen de la crueldad de los iguales.
El acoso es una lacra que se debe evitar a toda costa.
No había pensado en la posibilidad de que hubiera acoso sexual. No hay que darlo por hecho, pero no hay que descartarlo.
Me parece razonable y justa la actitud de los padres: Queremos que se sepa la verdad.
Considero esencial Trabajar el respeto a la DIVERSIDAD en el ámbito escolar, que la escuela no sea un lugar dirigido casi exclusivamente al aumento de conocimientos sino más formador de personas.
Considero que es fundamental Humanizar la educación formal y convertir ese espacio en el lugar donde los niños potencien sus fortalezas y, de esa manera, reconozcan lo valiosos que cada uno de ellos son y cuán diferentes pueden ser sus aportes a la sociedad.
Claro que esto no evita hechos puntuales o situaciones de vida familiar complicadas que angustian a nuestros chicos llevándolos a tomar decisiones dramáticas, pero creo que un ámbito escolar distinto podría colaborar en fortalecerlos para enfrentar estas cuestiones que forman parte de la vida y sobrevellevarlas con contención y comprensión.
Es fundamental escuchar lo que los chicos piensan de las escuelas, en mi caso particular tengo tres hijos de 20.17 y 11 años, los dos mayores y especialmente el de 17 años, siempre fue muy crítico de la educación formal, siempre se sintió poco comprendido en la escuela ya que no fué ni es el clásico alumno aplicado sino muy por el contrario, cuestionador y buscando la lógica y el para qué de todo lo que lo que debía aprender y por lo que era evaluado. Como madre pasé por todos los sentimientos cuando sus maestros me planteaban en algunos momentos que era un chico dificil. En ocasiones creía que el problema era mi hijo y en ocasiones creía que el problema era la falta de aceptación a la diversidad y el no saber como educar a los chicos que cuestionan, que no acatan todo sin más.
Te sugieren desde tratamientos psicológicos hasta medicación para que el «distinto» se iguale a las masas.
Pero no, nunca quise buscar que él sea un chico FACIL, hoy aprendí que me gusta que sea así y que así siga siendo.
Hoy está por ingresar a la universidad, tiene hermosos recuerdos de su paso por la escuela, pero tuvo que luchar mucho para lograr que sus profesores lo acepten así como es. Hizo su camino escolar como él consideró que más le servía, aprendió y rindió materias a un ritmo que para muchos sería sinónimo de alumno poco aplicado, para mi es hacer su camino. De hecho llegó a la meta final como sus compañeros, pero a su ritmo. Y lo que más me gusta es que él lo defiende, es que no se considera un mal alumno porque todos, padres y profes aprendimos que Tomás es así y así seguirá siendo.