Noluntad

28 Mar

Algunos  lectores o lectoras habrán repasado el título en busca de una errata consistente en sustituir equivocadamente la letra uve por la letra ene. Pues no. No hay errata. La palabra noluntad (así, con n) existe en castellano y es definida por el diccionario de la RAE como “el acto de no querer”.

La noluntad no es la falta de voluntad o la mala voluntad. Es un acto decidido de no querer. No querer emprender algo, no querer esforzarse, no querer estudiar, no querer hacer algo…

La noluntad no es la falta de voluntad o la mala voluntad. Es un acto decidido de no querer. No querer emprender algo, no querer esforzarse, no querer estudiar, no querer hacer algo… Dice Antonio García Trevijano con palabras certeras: “La noluntad no es falta de voluntad ni mala voluntad, sino la decidida voluntad de no querer algo que, sin embargo, es bueno y representa un bien para el que no lo quiere. Entre lo voluntario y lo involuntario se sitúa el campo negativo de lo noluntario. Es la noluntas de Tomás de Aquino, la nolitio de Wolff, la renuncia noluntaria de Schopenhauer, el poder noluntario de no querer de Renouvier”.

Tenemos hoy, a mi juicio, un problema individualizado y a la vez generalizado  de noluntad. Está instalada en muchas personas y en muchas colectividades la decisión de no querer. Creo que está fallando, en las familias y en la escuela, la educación de la voluntad. Y, como consecuencia de esa carencia lamentable, se está extendiendo y ahondando la vigencia de la noluntad. La fuerza de voluntad para hacer lo que se de debe no viene incorporada en la carga genética, hay que adquirirla con esfuerzo y decisión. Y se adquiere a través de la repetición de actos que acaban por convertirse en hábitos saludables.

Para educar la voluntad hacen falta tres requisitos. El primero consiste en que las personas tengan autonomía. Si no se dispone de libertad, no se podrá desarrollar responsablemente la capacidad de decidir. Si otros piensan, deciden y actúan por el interesado, éste no podrá ser autónomo para tomar decisiones..

La educación exige también capacidad de discernimiento.  Hay que saber lo que es bueno y lo que es malo, lo que es conveniente e inconveniente, lo que es deseable o rechazable. Porque el problema de la noluntad es que la persona quiere hacer lo que no debe, quiere no actuar respecto a lo que conviene hacer, decide no hacer lo debido.

En tercer lugar, la educación de la voluntad requiere un ejercicio perseverante de esfuerzo. Repetir las actuaciones que encierran sacrificio. Las personas tienen que saber que lo que  se debe hacer, hay que hacerlo. Y eso, a veces, requiere sacrificio.

Repitiendo los actos se consolidan los hábitos, que son necesarios para la forja de la voluntad. Lo señalaba Aristóteles en su Ética a Nicómaco: “los actos repetidos, de cualquier género que sean, imprimen a los hombres un carácter que corresponde a estos actos, lo cual puede verse evidentemente por el ejemplo de todos los que se dedican a cualquier ejercicio o trabajo, pues llegan a poder consagrarse a ello constantemente. No saber que en todas las materias los hábitos y las cualidades se adquieren mediante la continuidad de actos, es un error grosero propio de un hombre que no conoce ni siente absolutamente nada”.

Permitimos el éxito de la noluntad cuando nos entregamos a la ley del mínimo esfuerzo, cuando eludimos las responsabilidades, cuando no somos capaces de mantener el esfuerzo con la debida constancia, cuando la única guía de la acción es el capricho o la pereza.

Siempre que me encuentro, directamente en la  vida o en la televisión, a consumados virtuosos de cualquier práctica (deportiva, artística, intelectual…) pienso en todo el esfuerzo que hay detrás, en la disciplina que ha tenido que mantener esa persona para realizar con tanta perfección una actividad elaborada. Un pianista, una bailarina, un deportista, un mago… han tenido que repetir muchas veces las mismas acciones. Con perseverancia, con esfuerzo.  Han derrotado la noluntad,

El concepto de disciplina ha sido demonizado en nuestra cultura educativa, cuando es tan necesario. Entendida la disciplina, no como el sometimiento irracional a la voluntad ajena sino como un patrón exigente de comportamiento que tiene una finalidad asumida responsablemente. De ahí también la importancia de la autodisciplina.

Dice Fernando Savater en su hermoso libro “El arte de educar”: “¿Es preciso recordar que no es posible ningún proceso educativo sin algo de disciplina? En este punto coinciden la experiencia de los primitivos o antiguos, la de los modernos y la de los contemporáneos, por mucho que puedan diferir en otros aspectos. La propia etimología de la palabra […] vincula directamente a la disciplina con la enseñanza: se trata de la exigencia que obliga al neófito a mantenerse atento al saber que se le propone y a cumplir los ejercicios que requiere el aprendizaje”.

Me preocupa la abulia de muchos chicos y chicas que se materializa en la pereza para levantarse, para estudiar, para acometer empresas ambiciosas, para cultivar con esfuerzo las relaciones, para rechazar invitaciones a la consumición de drogas y alcohol… Cuando no se ha educado la voluntad, cualquier tentación nos seduce, cualquier contratiempo nos desanima, cualquier dificultad nos abruma, cualquier reto nos acompleja, cualquier fallo nos deprime, cualquier esfuerzo nos parece desmesurado…

Hay quien no es capaz de madrugar, de estudiar durante horas, de cumplir con diligencia las obligaciones, de hacer un esfuerzo continuado, de renunciar a algo deseable. Hay quien no es capaz de emprender una proyecto que requiera esfuerzo, de cultivar fielmente la amistad, de mantener una relación con esfuerzo… Por eso se hace necesario, por parte de los padres  y de los educadores un planeamiento exigente respecto a sus hijos y alumnos. Un planteamiento en el que se tengan en cuenta los límites, las prohibiciones y las represiones.

Victoria Camps, en su libro Manual de civismo”, critica la tesis de que las prohibiciones y las represiones deben ser eliminadas, incluso en la infancia. Dice: “Es ésta una teoría un tanto ingenua, que debe mucho a un romanticismo un tanto trasnochado. Del pensamiento romántico, como reacción a un racionalismo excesivo, hemos heredado la idea de que la apariencia, lo artificial, lo convencional, las máscaras son malas, mientras lo espontáneo, lo instintivo, lo emotivo y natural siempre es bueno. El psicoanálisis ha contribuido a asentar los prejuicios que se esconden en esa dicotomía. También algunas modas psicopedagógicas, que colocan al niño en un pedestal intocable y consideran que enseñarle cualquier cosa que entrañe disciplina es crearle traumas irreparables”.

Si queremos un futuro digno para nuestros hijos, si queremos un futuro hermoso para nuestro país debemos acabar con la noluntad. Hace ahora cien años escribió Miguel de Unamuno un interesante artículo titulado “La noluntad nacional”. El autor se lamenta: “Dejas que ruede el mundo porque dices que no lo has de arreglar tú”. Es la consumación del acto de no querer. Qué triste. ¿Por qué no nos ponemos en el camino del querer esforzado y apasionado?

20 respuestas a «Noluntad»

  1. Excelente y muy interesante el artículo pues en estos tiempos y creo de desde siempre han existido personas que no tienen voluntad para nada y eso comienza en la familia y se proyecta en la sociedad.Debemos trabajar con los niños y jóvenes a ser más voluntariosos en la escuela y con los padres y docentes realizando talleres, para lograr que juntos estiremos el carro y no dejemos a la noluntad ganar la batalla, para construir un mundo mejor

    • Querida Ignacia:
      Pues sí. Creo que la educación ha abandonado la educación d ela voluntad que, cuandop yo era niño, tenía mucha presencia en la teoría y en la práctica. Ahora ha desaparecido hazta de los manuales. Es difícil encontrar las palabras voluntad o noliuntad en cualquier manual de psicología. Hoy se habla de motivación, de impulso, de estímulo… Hemos de volver al camino abandonado.
      Estoy de acuerdo contigo en que hay que educar la voluntad de los alumnos y de las alumnas si de verdad queremos que sean felices y buenas personas.
      Saludos y buena Semana Santa a todos y a todas.
      MAS

  2. No sabia que existía esa palabra en castellano. Pero lo más importante es reflexionar sobre lo que la palabra significa y sobre la interrelación que nos hace a todos los educadores.

  3. De acuerdo con la necesidad de educar la voluntad para vencer la no untado.
    De acuerdo también con la idea de que se ha abandonado el cultivo de la voluntad en el sistema educativo.
    Se ha canjeado voluntad por motivación.

  4. Excelente texto para la reflexión de padres y educadores.
    Formar personas si¡n voluntad es condenarlas al fracaso. Porque la vida nos a exigir muchos esfuerzos.+
    Claro que para hacerlo, nosotros tenemos que ir por delante con el ejemplo como muchas veces se nos ha dicho en este blog.
    Buena semana santa.

  5. En la escuela solo importa la cabeza. Llenarla de conocimientos. Pero la voluntad está olvidada. Es una grave omisión.
    Interesante la reflexión la que plantea el artículo de hoy.
    Gracias.

  6. El problema consiste en saber cómo se hace. Es decir, qué es lo que hay que hacer para forjar una voluntad capaz de encaminarse a lo que se debe hacer. Aunque eso requiera un esfuerzo. Porque es seguro que va a requerir mucho esfuerzo.

    • Querida Josfeina:
      Estoy de acuerdo contigo que el trabajo d la escuela se ha centrado en el conocimiento. Ni los sentimientos ni la voluntad han sido objeto de atención por parte del profesorado.
      En primer lugar porque no se les ha dado la importancia que tienen.
      En segundo porque el profesorado no ha sido ormado si selecciondo conforme a la capacitación en esas parcelas educativas.
      En tercer porque hay una corriente que sostiene que esa no es tarea de la escuela sino de la familia.
      En cuarto lugar porque el curriculum institucional no se hce eco de esa parte de la formación.
      En quinto lugar porque, como el curriculum está cargdo, no hay tiempo para otras preocupaciones.
      Creo que hay que invetir la situación. Nos importa mucho tener ciudadanos y ciudadanas bien formados.
      Saludos.
      MAS

  7. Lo que está claro es que cediendo ante todos los caprichos, siguiendo la ley del mínimo esfuerzo, yendo siempre a lo más fácil, retrocediendo ante la menor dificultad no se consigue nada.
    Y cuando se falla hay que tener la fuerza de recuperarse y seguir caminando.

  8. Sin voluntal somos como monigotes. Pueden hacer con nosotros lo que quieran. Al poder no le interesa que tengamos voluntad.

    • Para Ramón;
      Estoy contigo en que se manipula mejor a personas sin voluntad o con un nivel elevado de noluntad. Las personas que deciden no hacer nada, que se instalan en la acttud dee la haraganería, como decía Unamuno en su artículo, serán incapaces de enfrentarse al poder, òr muy arbitrario que este sea. Hacen falta personas capaces de saber lo que quieren y capaces de hacerlo si para su bien o para el bien general.
      Saludos.

  9. No tenía ni idea de que existiera esa palabra. Yo fui uno de los que pensó que había una errata en el título.
    He leído el artículo e Unamuno y me ha parecido sorprendente que hace 100 años alguien dijera esas cosas tan interpelantes.
    Pero la cuestión que se plantea sobre la educación de la voluntad me parece fundamental.

  10. Hace unos años leí un libro de J.A. Marina que se titulaba, si mal no recuerdo, EL misterio de la voluntad perdida. En él se planteaban ideas en la línea del artículo del profesor Santos Guerra.
    Cuando éramos niños se tenía muy en cuenta esta cuestión que, con el tiempo, se ha ido debilitando.
    Hay que recuperar esta preocupación para tener personas bien formadas.

  11. No me gusta la gente blanda, que no es capaz de levantarse, de estudiar, de esforzarse, de hacer lo que hay que hacer…
    La noluntad es un vicio que se desarrolla desde la pereza, la irresponsabilidad y la falta de tesón.
    Padres y educadores debemos ser exigentes con nuestros hijos y alumnos.
    Un país no se construye con personas que no son capaces de esforzarse.

  12. En la educación se ha hipertrofiado el cultivo de los conocimientos. No se ha tenido en cuenta la esfera de los sentimientos y la de la voluntad. Sin embargo, para que la persona esté formada íntegramente hace falta que la voluntad sea fuerte.
    Y eso no se improvisa. La voluntad se cultiva con ejercicio, con la formación de hábitos.

  13. Noluntad. Desconocía que existiera la palabra. Me ha despèrtado una gran curiosidad.
    Voy a leer el artículo de Unamuno y algunas cosas más que encuentre. Creo que se trata de un término cargado de sugerencias didácticas.
    Saludos.

  14. Nos sobra noluntad y nos falta voluntad.
    Lo cual significa que tenemos un gran reto educativo por delante.
    Hay que ponerse a la tarea.
    Buen regreso de las vacaciones para todos.

  15. Estimado Marcos:
    Tu comentario es corto e interesante.
    Has sintetizado en unas líneas el contenido del artículo.
    Gracias por leerme y por participar con tu comentario.
    Un saludo.
    MAS

  16. Hoy he aprendido que existe ese concepto, tan importante por otra parte.
    La noluntad se combate con auténtica voluntad.
    Pero esa lucha exige esfuerzo y perseverancia.
    Lo digo por nosotros y por nuestros alumnos.
    Saludos y gracias a todos los que habéis aportado ideas y sentimientos en esta entrada.

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