La escuela rural es invisible. Basta comprobar lo poquito que se habla de ella, lo poquito que se la tiene en cuenta, el poquito ruido que hace. Como es invisible parece que no existe. Como es pública, parece que no vale. Y, como es invisible y pública , no hay nada que hacer por ella. Cuando se promulgan las leyes sobre educación apenas si se piensa en la escuela rural. Cuando se estudia la organización escolar, ocupa un lugar insignificante. Cuando se forma a los futuros maestros y maestras, aunque muchos van a pasar por esa modalidad de escuela, apenas si se dedica tiempo a sus peculiaridades y exigencias. Sin embargo, es importante que la tengamos en cuenta, que la conozcamos, que la queramos y que la apoyemos.
Hace ya algunos años escribí un artículo titulado “Mi querida escuela rural”. Lo escribí porque que en dos comunidades autónomas españolas existía, una especie de plan de exterminio de las escuelas rurales. Afortunadamente se paralizó gracias a la oposición de AMPAS, sindicatos y profesores… Aunque las Consejerías manejaban argumentos sobre las carencias y limitaciones de las escuelas rurales, todos sabíamos que detrás solo había criterios económicos Digo querida en el título porque ese fue el tipo de escuela en el que hice mis primeros aprendizajes. Fui a la escuela para niños (las niñas iban a otra escuela) y en ella di mis primeros pasos en el camino del aprendizaje. Cuando ahora paso por delante de los edificios, me asalta una enorme emoción. Querida también porque creo que es la institución que le abre el horizonte en mi país a los niños y a las niñas de las pequeñas localidades.
Cuando se elimina la escuela de un pueblo se extiende el certificado de defunción del mismo. Un pueblo sin escuela está condenado a muerte. Si desaparecen los niños y las niñas de un pueblo, con ellos se va el futuro.
He visitado hace unos días la escuela de Olba, un pequeño pueblo situado en la comarca Gúdar-Javalambre, en la provincia de Teruel. Una escuela con 26 niños y niñas y con dos aulas multigrado, guiadas amorosa y sabiamente por las maestras Delfi Ruiz y Rosa Pérez. Pasé una mañana con los niños y las niñas, espontáneos y afectuosos. Cuentos, canciones, trucos de magia (todo es magia para los peques) y preguntas. Esas preguntas que hacen los niños, cargadas de curiosidad y de ingenio. Luego comimos una estupenda paella (¡qué mano, Manuel!) con los maestros y maestras del CRA (Colegio Rural Agrupado, que integra las escuelas de 7 pequeños pueblos)e la comarca, al solecito del mediodía en el patio de la escuela (¡Teruel en enero, qué suerte de tiempo!).
La escuela de Olba tiene un Huerto Ecológico que ha recibido hace poco un premio nacional. Las familias que cultivan el huerto con ayuda de los niños y niñas, están tratando de ampliar los terrenos del huerto y se encuentran en procesos de negociación con vecinos del pueblo y haciendo gestiones con el Obispado y la parroquia para la cesión de terrenos colindantes. ¿Cómo no facilitar el crecimiento de la escuela, que es el corazón del pueblo?
Los niños y niñas venden en el mercadillo los productos que se cosechan. Productos que llevan el logo de la escuela. Saben qué, cómo y cuándo se siembra, saben cómo se cosecha y aprender a comercializar los productos.
Tengo delante de mí un detallado informe sobre el Huerto Ecológico. El Informe se cierra con estas hermosas palabras: “Con el Huerto Escolar Ecológico de Olba pretendemos que los niños aprendan de forma práctica, que cuiden su entorno y su alimentación, que crezcan sanos y libres y que tengan unas herramientas para crear su futuro, un futuro Al final del mismo aparecen testimonios de los niños basado en unas empresas respetosas, ecológicas, sostenibles y locales. Que sus aulas no tengan paredes y puedan recibir también conocimientos de las personas que tienen alrededor, que la escuela sea una comunidad de aprendizaje real para nuestros niñ@s”.
Me llamó poderosa y positivamente la atención el hecho de que las familias tengan una gran importancia en el proyecto educativo de la escuela y del Huerto Ecológico. La participación de los padres y de las madres en la escuela es verdaderamente esencial. Lo he dicho muchas veces: Sin la familia, imposible.
Mi presencia fue el fruto de una vertiginosa iniciativa de María Niubó, madre que lleva a sus hijas Marina e Iria a esa escuela (y que está viviendo en el pueblo por la calidad que descubrió en su proyecto educativo y en el ideario pedagógico de las maestras). María, en un tiempo record, organizó dos conferencias que se celebraron en la Universidad de Teruel. Con tiempo frío, en dos días laborables consiguieron llenar el salón de actos de la Facultad de Educación. Como para que no haya optimismo en la educación de nuestro país. Ese empeño denodado, ese esfuerzo generoso, ese interés por mejorar la escuela, son el mejor testimonio de que vamos por el buen camino.
Me alojé en la casa de María y Clemente, vecinos de Olba. Me contaron que han viajado por toda España en busca de una escuela en la que sus hijas aprendan y sean felices. Es admirable que una familia haga un costoso peregrinaje en busca de proyectos educativos de calidad. Conocían de cerca todas las experiencias por las que le preguntaba: O Pelouro de Galicia, El Roure de Barcelona, pedagogía Waldorf, Comunidades de Aprendizaje, método Freinet, modelo Montesory… Hacen la elección de localidad en función de la escuela que quieren para sus dos hijas… Y ellos se integran en el proyecto para mejorar no solo la educación de sus hijas sino la de todos los que acuden a esa escuela. Eso es: la educación en el epicentro de la vida.
¿Por qué me parece importante la escuela rural? Porque no arranca a los niños y niñas de su medio sino que los mantiene arraigados en su hábitat, porque no los aleja de su familia en viajes llenos de peligros y de sueño, porque los padres pueden acercarse fácilmente a la escuela, porque los maestros conocen bien el contexto… Desde la casa de María casi se toca la escuela con la mano. El segundo día de mi estancia bajé de la mano a Iria a la escuela, en un trayecto de manos de un minuto. Cuánto tiempo ganado a la vida.
El problema de la escuela rural es la continuidad en los estudios. El problema es el paso al Instituto, que ya tiene su problemática en cualquier entorno, como ha estudiado mi amigo y colega José Gimeno en el libro “El paso a Secundaria”.
Estas líneas son un canto a la escuela rural, a su condición de escuela pública, a sus valores, a los maestros y maestras que eligen esa modalidad de escuela, al servicio que prestan a las familias que trabajan y viven en ese medio. ¡Ay, mi querida escuela rural!
NOTA: Mientras escribía este artículo, ha fallecido Marina, la hija mayor de María y Clemente. No me lo puedo creer. Estoy profundamente conmovido. La muerte es algo tan natural como excesivo. Decía Saint Just que a la muerte, como al sol, no se les puede mirar de frente. ¿Cómo puede albergar tanto dolor el corazón humano? Adiós, querida niña. Un gran abrazo para la familia de Marina, para su escuela rural que tanto la quería y para todo el pueblo de Olba.
He tenido dos sentimientos después de leer el artículo.
Uno de emoción gratificante al ver que hay experiencias tan hermosas en la escuela rural (siempre pública, ¿por qué?). Y el otro de dolor al saber que una de las niñas ha fallecido de forma tan súbita, por lo que deduzco de la lectura.
Felicidades a la escuela y condolencias para la familia.
Saludos a todos y a todas.
Cuánto tiempo ganado a la vida… cuánto tiempo perdido a la muerte…
Realmente impactada tras leer tu artículo hoy.
Mientras me iba emocionando linea a linea, convencida desde hace tiempo que en algunas pequeñas escuelas rurales se vive más innovación, más ilusión en la tarea educativa, más emoción en los aprendizajes que en muchas aulas de las ciudades… de repente el final me ha hecho sentir una gran tristeza por algo incomprensible.
Emociones que en un segundo pueden pasar de uno a otro extremo.
Entiendo tu conmoción, Miguel Ángel.
Un fuerte abrazo.
Emocionante artículo.
Con la cara y la cruz.
La cara de la alegría, del amor a la escuela, del valor de la educación, de la importancia de la escuela rural, de la participación de la familia en la escuela…
Y la cruz de esa muerte incomprensible de una niña. ¿Cómo se puede asimilar esa tragedia?
La muerte de un niño es para mí un hecho difícil de comprender. Cuando los padres entierran a sus hijos se invierte la ley de la naturaleza.
Gracias Miguel Ángel, por tu cariño y apoyo.
Marina sigue ayudando con su fortaleza y su luz.
Besos.
Maria.
Querida María:
Gracias por leer el artículo y por escribir el comentario estando, como estarás, en una situación límite. No me puedo quitar de la mente la cara de vuestra niña y me acompaña el llevarito que le regaló a Carla cuando nadie podría imaginar la tragediua que se avecinaba.
Ha sido una experiencia inolvidable para mí con dos caras bien diferentes. Una llena de alegría, entusiasmo y magníficos aprendizajes educativos y otra llena de dolor y de amargura por la pérdida de una niña tan maravillosa con la que compartí dos breves días.
Os deseo toda la fuerza del mundo para seguir adelante cuidando de esa otra hija maravillosa que tenéis.
Estoy seguro, de que, como dices, os ayudará la fuerza, el cariño y el recuerdo de Marina.
Saludos a las personas estupendas que conocí gracias a tu invitación: Nando, Delfi, Rosa…
Espero que algún día pueda conocer a Clemente.
Un beso para ti.
MAS
Todos queremos a nuestros hijos e hijas, pero… !cuánto amor y corage puede tener esta familia para ubicar sus vidas en lugar donde donde entienden que pueden recibir una mejor educación sus hijos! En una sociedad como en la que vivimos realmente es admirable.
Leer el comentario de María me indica que con el mismo amor y corage se enfrentarán a esta nueva vida que les ha tocado vivir a partir de ahora. Estoy convencido que con esa fuerza interior, que seguro que poseen, más con la luz de Marina lograrán rehacerse y seguir con sus proyectos de vida. El de Iria, ahora más que nunca, es más necesario.
Suerte…
Muchas gracias Miguel Angel por el articulo dedicado a la escuela de Olba, a la cual van mis dos niños Adrian y Pablo.Me ha encantado leerlo aunque las últimas lineas me ha sido imposible, no he parado de llorar… Ha sido muy dura la pérdida de Marina para todos nosotros (papás, niños del cole y para el pueblo en general). Un brazo muy fuerte para Maria, Clemente e Iria.
Un articulo emocionante que me ha hecho revivir montones de recuerdos interesantes de mi niñez en una escuela rural; primero, niños y niñas juntos hasta antes de la adolescencia; después separados. Como elementos diferenciadores de lo corriente en la escuela recuerdo, de modo especial, dos hechos: todos los días quince de cada mes había feria de ganado y productos, no teníamos clase. Era interesantísimo ver el proceso de compra-venta del ganado, etc. El otro acontecimiento era el “día del árbol”. Cortábamos ramas de chopos que íbamos a plantar en la ribera del río, era un días festivo en que participaba todo el pueblo; ribera, hoy en día, llena de chopos. Ambas cosas han desaparecido de ese pueblo leones ¡Qué lástima!
Se me ha encogido el corazón al final del artículo. La muerte de un niño, se me antoja la vida al revés. Nunca sé que decir ante la muerte.
Saludos.
Querida Rosi.
Fue emocionante la experiencia que compartí con padres/madres, maestras y peques de la escuela rural de Olba. Y las conferencias en Teruel y la convivencia con la familia de María… Y toda esa alegría se mezcla ahora con el dolor profundo de la muerte de Marina.
No podré olvidar nunca la experiencia que viví en Olba. Ojalá podamos todos practicar el arte y la ciencia de convertir dos signos menos en un signo más. El dolor nos puede unir y hacer mejores personas.
Un abrazo pata todos los miembros de la comunidad educativa de Olba.
MAS
Como parte de esta gran familia de Olba, muchísimas gracias Miguel Ángel por el emotivo artículo de nuestra querida escuela y expresar, a tod@s que nos llega el calor, tan necesario en estos momentos, con vuestras bonitas palabras. La presencia en nuestra vida de personas tan especiales como María, Clemente, Marina e Iria ha hecho crecer aún más nuestro sentimiento de comunidad con su generosidad y su fuerza. La ilusión por hacer de la escuela un lugar vivo y cercano nos acompaña. Un abrazo
Querida Susana:
Ha sido una inmensa fortuna conoceros, estar con las maestras y los niños y niñas en la escuela. Fue un placer escribir el artículo como homenaje a vuestra comunidad y a vuestra escuela. Son un ejemplo de participación. La muerte de Marina ha dado a mi experiencia en Olba un nuevo giro. Hay que trabajar ese dolor de manera que nos haga mejores personas y mejores ciudadanos y ciudadanas.
Gracias por tus palabras.
Muchos besos.
Mucho ánimo.
Ojalá que Marina nos haga mejores. Ella vive en nuestros corazones.
MAS
Es curioso que la privada no llegue a los pueblos. Los motivos están claros: no hay negocio.
Debería cuidarse más la escuela rural ya que es el mejor medio de que los niños y niñas puedan encontrar un camino hacia el futuro.
Me parece estupendo el ejemplo que se plantea en el artículo: una escuela que parece ser una auténtica comunidad educativa.
Es fantástico que los padres y las madres tengan tanto protagonismo en la escuela.
La escuela rural es fundamental para los pueblos. Es el corazón del lugar. Si se para el pueblo muere, como se dice en el articulo.
No sé cómo se ha producido la muerte de Marina pero, sea cual sea la causa de la muerte, ha tenido que ser algo terrible para la familia, para la escuela y para el pueblo.
Especialmente, para su hermana Iria, que ahora tendrá que jugar sola, ir a la escuela sola y afrontar la vida sola, después de los años que han vivido juntas.
Magnífico relato sobre la escuela rural, tan necesario como oportuno.
El final te deja un tanto estremecido al ver que una de las niñas de la escuela ya no podrá acudir más a las aulas ni al huerto… Al ver que se ha cortado de pronto su vida que apenas estaba empezando… Incomprensible que el final de una vida se produzca tan pronto, cortando todas las esperanzas de crecer, de aprender y relacionarse.
Todos tenemos que morir. Todos (o casi todo) tenemos que padecer la muerte de otras personas. ¿Cómo nos preparamos para ello si se oculta la muerte como algo vergonzoso?
Mis condolencias a la familia, a la escuela y al pueblo.
Saludos,
No sé sobre qué tema hacer el comentario. Los tres me parecen relevantes.
– La escuela rural.
– La participación de las familias
– La muerte de una niña
La alegría y el optimismo de conocer una experiencia innovadora se trueca en dolor en la nota final. Ese hecho me lleva a pensar en lo que familia y la escuela hacer para la preparación a la muerte, para su comprensión y aceptación.
Nos preparamos para el trabajo, para la vida, para vivir… Pero no para morir o para ver morir a otros.
Buenos días,
Gracias por tus palabras admirado Miguel Ángel Santos, no puedo estar más de acuerdo desde la primera frase del artículo hasta el triste final…un texto culpidor.
Me presento: Yo soy Laura Domingo Peñafiel, maestra, pedagoga y actualment profesora e investigadora sobre la temática “Escuela rural, aulas multigrado etc.” en la Universidad de Vic – Universitat Central de Catalunya. Os dejo mi tesis doctoral sobre la temática “Contribuciones pedagógicas de la Escuela Rural: la inclusión en las aulas multigrado. Un estudio de caso”. Link: http://www.tdx.cat/handle/10803/283165
También quiero aprovechar para invitar a quien tenga interés a un grupo de Escuela Rural que tenemos en Facebook: https://www.facebook.com/groups/201854043348541/
Muchas gracias y un fuerte abrazo “rurales”
Laura
Querida Laura:
Gracias por compartir tu investigación con todos los lectores y lectoras del blog.
Leeré con atención tu tesis ya que se centra en una parte muy sensible del sistema educativo.
Es muy importante pensar en los maestros y maestras que prefieren esta modalidad de escuela, para mí de tanto valor.
Un beso y gtacias.
MAS
Mis felicitaciones a esa pequeña escuela por su Huerto Ecológico y por su proyecto educativo.
Queda seguir mejorando cada día el trabajo con los niños y las niñas de ese pequeño pueblo turolense.
Mis condolencias a la familia de María y Clemente por es pérdida tan significativa.
A ellos les queda aprender a vivir con el recuerdo de su pequeña Marina.
Abrazos para todos.
Este artículo ayuda a hacer visible la escuela rural. No hay mucho ruido pero es muy importante.
No conozco Olba pero me gusta saber que un pueblo pequeño hay una escuela con interesante proyecto educativo, con mucha participación de las familias, con un huerto ecológico…
Las autoridades deberían potenciar estos proyectos, cuidar a los maestras que eligen esta modalidad de escuela y facilitar los medios para que proyectos tan interesante como el Huerto Ecológico tengan éxito.
Enhorabuena a la escuela y mi pésame más sentido a la familia de Marina.
Habría que proteger más decididamente la escuela rural. Hay experiencias muy hermosas dentro de lla y maestros y maestras que se dejan la vida para ayudar a losniños y a las niñas que no tendría futuro alguno fuera de ella.
La esuela de Olba es un modelo de escuela rural por lo que leo en el artículo.
Lástima la pérdida de esa niña que ha fallecido y ya no podsrá acudir nunca a ella para setuir aprendiendo.
En primer lugar, disculparme, por no haberte escrito antes. En segundo lugar felicitarte, por este maravillos artículo y darte las gracias, es un artículo precioso en el que una vez más, vuelves a compartir tus “tesoros” con todos nosotros y como muy bien expicas al final del artículo, “mi princesa” Marina, ha volado, pero continua dentro de cada uno de nosotros,como muy bien dicen sus compañeros, sigue estando en cada rincon que miremos, en cada comentario, que nos recuerde a ella,y sobre todo en nuestro corazón y pensamiento. Deja un hueco vacio pero a su vez llena otro mucho más grande. El pueblo, la escuela y por supuesto la familia está muy consternada, es muy duro, pero Clemente y Maria han hablado con los chicos, grandes y pequeños, y les han explicado lo ocurrido de manera natural, apenados como no,(con el dolor más grande que pueda existir en esta vida) pero nos han transmitido mucha serenidad, que suerte he tenido de haberlos podido escuchar y sobre todo que suerte he tenido al haber conocido a Marina, por ellos me considero muy afortunada. Un gran abrazo Miguel Ángel y como ya te dijimos en Olba siempre encontrareís una mano amiga.
Querida Rosa:
No podré olvidar nunca mi estancia en Olba, mi vista vuestra escuela, mi comida en el patio, mis encuentros con los niños/as y con vosotras. Tampoco podré olvidar la hospitalidad de María y Clemente que me acogieron en su casa. Pero, sobre todo, no podré olvidar nunca mi encuentro con Marina, a las puertas de su adiós. Le había hecho a mi hija Carla un pequeño llavero que guardo con mucho afecto. Vuestra escuela, vuestro Huerto Ecológico, la presencia de las familias en el proyecto son un modelo de escuela rural que he querido dar a conocer ene la artículo porque merecen ser conocidos e imitados.
Gracias por vuestra invitación, por vuestra acogida y por vuestro cariño.
Un beso que te ruego hagas extensivo a tus peques..
MAS
Me alegro al ver el movimiento que ha generado este artículo en los lectores por 2 motivos:
a) La gente se mueve y apoya por el triste suceso de Marina (todavía somos muy humanos y podemos “sentir”) ÁNIMOS A LA FAMILIA, A LOS COMPAÑEROS Y AL PUEBLO;
b) Otras personas de fuera vienen a los pueblos y ven las escuelas y cómo se vive y se trabaja en ellas y refuerzan el gran valor educativo de la escuela rural (social, emocional, ambiental, académico…) y se evidencia que la escuela rural existe. Sugiero acceso a http://escuelarural.net/ donde podeis encontrar experiencias de ER y su trabajo diario y sostenido en el tiempo para evidenciar que la ER EN POSITIVO EXISTE. Gracias.