Participar es tomar parte. Nadie duda de la importancia de la participación. Pero, claro, participa en un partido de fútbol quien juega de titular y quien aplaude desde la grada. Quien es víctima de un secuestro, participa en él de una forma diferente a la del secuestrador. No es lo mismo participar de una forma que de la otra.
Pretendo reflexionar en estas líneas sobre las exigencias de la participación auténtica y denunciar aquellas formas de participación que son una trampa y que impiden que se tome parte de una forma positiva. Sería mejor no participar que hacerlo de manera tramposa.
Participación regalada: La participación es un derecho y un deber, no un regalo del poder. Quien ha de decir cuánto, cómo, dónde y en qué participar no es el que manda sino cada persona dentro del marco normativo que democráticamente nos damos. Es el que manda quien tiene que tener recortadas las atribuciones en función de la democracia. A veces, quien manda, dice:
– Les vamos a dejar participar.
Quien así habla considera que tiene en sus manos la potestad de dejar o de no dejar participar. Como si todo dependiese de su voluntad. Y no. El derecho y el deber de participar radica en la ciudadanía. Esta es una falacia muy extendida en la vida política y en la educación. No se da el poder de participar. En todo caso, se devuelve. Porque la potestad de participar es de cada persona. Si se les da es porque se les había quitado previamente.
Participación aplazada: Algunas autoridades piensan que las personas no tienen la responsabilidad necesaria para participar. Y van dilatando el momento en que los súbditos puedan hacerlo. No es verdad que hasta que no seamos responsables no podemos ser libres sino que mientras que no seamos libres no podemos ser responsables.
El problema reside en que la decisión se sitúa, de manera unilateral y caprichosa, en las manos del poder. Es una decisión que no se comparte con los interesados. El poder dictamina:
– Todavía no están preparados para participar.
Recuerdo, con la misma o mayor repulsa que entonces, la filosofía de la dictadura franquista que sostenía la infame tesis de que los españoles no estábamos preparados para ser libres. El argumento no era solo falso sino estúpido. Porque, para estar preparados solo hay un camino: ejercitarse.
Algunos colegas me han dicho: tus alumnos no están preparados para elegir los contenidos del curriculum, ni la metodología, ni la evaluación, ni la forma de llevar la clase… ¿Cuándo lo estarán? ¿Quién lo decide? Y, ¿qué mejor forma de demostrar que pueden que el hecho de que lo hagan?
Participación condicionada: Algunos ponen condiciones a la participación. Se participará si las personas muestran responsabilidad, si se comprometen a hacerlo dentro de unos cánones, si se respetan las exigencias que impone el poder… He oído muchas veces decir que se confunde libertad con libertinaje. He oído pocas veces decir que se confunde autoridad con autoritarismo.
Creo que no hay más condiciones que el respeto a la libertad de los otros, el respeto a la dignidad de las personas y el respeto a las normas democráticamente establecidas.
Participación trucada: Puede haber participación engañosa. En realidad solo hay apariencia de participación. Un alumno de la Facultad me contó que había llegado un profesor a clase con la siguiente propuesta:
– Vais a decidir qué tipo de evaluación queréis, entre si prueba de ensayo o prueba objetiva.
Lo deciden solo cuando el profesor quiere y solamente en los términos que él impone. ¿Por qué no entrevistas, ensayos, investigaciones, lecturas, portafolios…? Luego hizo un descarado elogio de las pruebas objetivas y anunció que, si elegían esta forma de evaluación, tendrían las notas al día siguiente del examen, pero que si elegían las pruebas de ensayo, no sabía cuándo podría entregar las calificaciones…
Se procedió a la votación que ganaron, de forma abrumadora, quienes deseaban hacer una prueba de ensayo. El profesor, un tanto sorprendido, concluyó:
– Bueno, ya veo que ustedes prefieren la prueba de ensayo pero, por esta vez, como ya tengo hecha la prueba objetiva, la vamos a hacer y así no pierdo todo el trabajo que ya he realizado…
Participación recortada: Se permite participar, pero solo en aquellas cuestiones que carecen de importancia. He visto participar a los padres y a las madres en muchas actividades extraescolares pero poco en el establecimiento, desarrollo y evaluación del curriculum. Los padres y las madres participan en la organización de una paella el día de Andalucía, pero no dicen ni media palabra sobre la forma de hacer evaluación en la escuela. Hace unos años coordiné la publicación de un libro titulado “El crisol de la participación”. Estudiamos en cinco centros escolares de Málaga cómo era la participación de las familias.
Cuando negociamos el Informe en un Consejo Escolar y llegamos a la conclusión de que los padres participan poco y lo hacen en actividades marginales, el presidente del AMPA, dijo:
– Es que nosotros no somos profesionales.
Le pregunté en qué trabajaba y me dijo que lo hacía en el Puerto de Málaga. Le dije que si su hijo se fracturaba una pierna y le llevaban al Hospital y, al salir del quirófano, seguía con la pierna rota y con un brazo escayolado, diría algo. Él dijo:
– Claro que sí. ¿Cómo me iba a quedar callado?
Le pregunté, buscando la comparación con el caso de la participación escolar:
– Pero, ¿tú eres cirujano?
Dijo que no lo era. Le sugerí que, sin serlo, tenía mucho que decirle al cirujano: si el hijo era alérgico a algún medicamento, qué había pasado con la fractura de la pierna, qué ejercicios debía realizar en casa para recuperarse, cuándo debía volver al Hospital, qué hacer desde el punto de vista psicológico…
EL padre y la madre, añadí para concluir, saben si su hijo va contento al colegio, si aprende, si le escuchan, si le evalúan de forma razonable…
Participación formalizada: Algunas veces solo se respetan las formas, pero no la esencia de la participación. Se puede mandar una citación para una Asamblea dentro de los plazos y según las normas fijadas, pero si se elige la fecha en un puente en que no van a poder acudir muchos convocados, se quebranta el espíritu democrático de la convocatoria.
Si se va a decidir un asunto importante y se envía información privilegiada a quienes se desea que voten lo que quiere el poder, se está rompiendo la esencia de la participación, aunque se respeten las formas.
Participación feminizada: Hablando de la participación escolar, he visto muchas madres y pocos padres en la relación con las escuelas, con los tutores, con las asociaciones.
Hace años dirigí una tesis doctoral sobre la participación de las familias en un centro de Málaga. Empezó siendo una tesis sobre participación y acabó siendo una tesis sobre género.
En definitiva, que no siempre que se participa se hace de forma auténtica. Hay que abrir los ojos, poner en acción la mente y, en ocasiones, denunciar las trampas y exigir las condiciones necesarias para que haya verdadera participación.
Muy interesante tu reflexión sobre la participación Miguel Ángel,
Es curioso lo contradictorio que resulta el hecho de que muchas personas cuando tienen la oportunidad de participar no lo hace y en cambio cuando no se les da lo critican, otras veces en cambio hay personas que bien sea por falta de autoestima o bien por verguenza o temor a pesar de que si lo hicieran sus ideas podrian ser impulsores de cambios positivos.
Esta semana estuve en Slovakia entrenando un equipo directivo y al finalizar les pedí que participarán en un debate sobre cómo mejorar en la dirección de proyectos, sorprendentente para mí el debate se convirtió en un monólogo por parte del gerente sin dejar espacio a que el resto de directivos participaran abriéndose a ofrecer sus ideas, así que me ví obligado a empujar a la participación preguntando uno a uno hacerca de sus ideas.
Lograr la participación positiva es un reto y deberiamos estar abierta a potenciarla para que se convirtiera en un motor que favorezca el cambio en las organizaciones y las haga mejores.
Felicidades por el articulo,
César Gómez
Querido amigo y maestro:
Mi padre, Juan Ramón Ramírez Sances, que fue maestro, músico y teólogo, me repetía muchas veces la siguiente oración:
“El arte de escuchar”.
A veces decimos que una persona tiene cualidades “artísticas” en un determinado ámbito atribuyéndoselas como capacidades innatas. También sabemos que las cualidades artísticas se pueden desarrollar con la práctica.
No es fácil encontrar sinónimos “puros”. Entre dos o más vocablos considerados sinónimos, podemos encontrar connotaciones que distingan esos términos aparentemente iguales. Quizás podríamos considerarlos más bien equivalentes (en lugar de idénticos).
Según el Diccionario de la lengua española (DRAE), el término “oír” se define según las siguientes acepciones:
1. tr. Percibir con el oído los sonidos.
2. tr. Dicho de una persona: Atender los ruegos, súplicas o avisos de alguien, o a alguien.
3. tr. Hacerse cargo, o darse por enterado, de aquello de que le hablan.
4. tr. Asistir a la explicación que el maestro hace de una facultad para aprenderla. Oyó a Juan. Oyó teología.
5. tr. Der. Dicho de la autoridad: Tomar en consideración las alegaciones de las partes antes de resolver la cuestión debatida.
El mismo diccionario define el término “escuchar” del siguiente modo:
1. tr. Prestar atención a lo que se oye.
2. tr. Dar oídos, atender a un aviso, consejo o sugerencia.
3. intr. Aplicar el oído para oír algo.
4. prnl. Hablar o recitar con pausas afectadas.
Si nos fijamos en el primer significado de ambos verbos, observamos que “oír” es percibir los sonidos, mientras que “escuchar” implica prestar atención a lo que se oye.
Desde este enfoque, no es lo mismo oír a alguien que escuchar lo que quiere transmitirnos.
La participación, sea desde el lado de quien ostente el poder como desde el lado inverso, ha de cimentarse en la capacidad auténtica de escucha. Por eso, me parece que tu artículo desglosa perfectamente las trampas que pueden aparecer en distintas situaciones de participación.
Personalmente, he empezado a comprender el alcance y el enorme poder que encierra “el arte de escuchar” después de muchos años, cuyos resultados no puedo explicitar en este espacio.
Me ha alegrado que publiques este gran artículo. Muchas gracias.
Un gran abrazo.
Feliz semana a todos/as.
Si se usa la democracia para cosas ninias se la convierte en nimia; si se usa de forma perversa, acabará siendo mezquina. ¡Gracias por permitirme participar!
Buenos días,
Habla Ud. con mucha sabiduría Sr. Rufino. Sus palabras son la esencia del funcionamiento eficaz de la democracia. Gracias. Saludos.
Leyendo el artículo y los comentarios anteriores, es curioso como el término participación está ligado a otros vocablos que empiezan por “p”: persuasión, poder, política, pisotear, prevenir, pudor, pereza, perversidad, práctica, personalismo, permiso, palabras,privilegio, preparación, propuestas,psicología,…
Que cada cual establezca la relación entre participación y cada uno de ellos. Es un fácil ejercicio cognitivo.
Por cierto, trampas se escribe con “t”. No he encontrado ningún sinónimo con “p”. 😉
Hola mi estimado Doctor, un saludo desde Culiacán Sinaloa (a 200 kilómetros de Mazatlán). Su conferencia y taller impartido en el 2º congreso internacional en MAZATLÁ, estuvieron muy interesantes y formativos.
Y en cuanto al artículo sobre participación me parece también muy interesante para dilucidad, precisamente, sobre nuestra tarea al momento de estar frente a los estudiantes.
Me gustaría enviarle las fotos que tomé en el taller
Estimado José Alfredo:
Gracias por tus hermosas y generosas palabras.
Estuve encantado con vosotros en la hermosa ciudad de Mazatlán.
Puedes mandarme las fotos a mi correo: arrebol@uma.es.
Muchas gracias.
MAS
Hola Dr, intenté enviarle las fotos del 2º congreso internacional realizado este fin de semana en Mazatlán, pero el correo al que se las envié tal parece que ya no está activo: arrebol@uam.es
Estimado José Alfonso:
Eso correo al que has mandado las fotos está activo y es el que normalmente utilizo.
Inténtalo de nuevo. No sé por qué no me llegaron.
Me haría ilusión ver esa fotos del Congreso de Mazatlán.
Muchas gracias.
Perdón al correo que intenté enviarle las fotos fue al arrebol@uma.es
El artículo ayuda a pensar.
Es un buen instrumento para seguir buscando otras trampas que aquí no se plantean.
Muy elocuentes estas siete falacias.
Saludos.
Estimado César:
Es totalmente cierto lo que dices.
Hay quien, llegado el momento de participar, decide no hacerlo por los motivos que sean.
– No se atreven…
– Prefieren no esforzarse…
– Creen que otros lo harán mejor…
– Piensan que no tienen nada que aportar…
En una clase pedí a mis alumnos que explicasen, de forma anónima, que dijesen por qué no habían participado en el debate. Pude leer explicaciones de todo tipo. La más curiosa, que jamás se me hubiera ocurrido, fue la de un alumnos que dijo: “No he intervenido porque lo que yo iba a decir ya lo sé y lo que quiero es aprender”. Es decir que, por avaricia intelectual, no quiere perder tiempo. Increíble.
Gracias por tu comentario.
Esta.imado Juan Miguel:
Estoy de acuerdo con el pensamiento de tu padre y con tu preocupación por la escucha.
Es una actividad tan compleja que no podremos hacerla perfectamente nunca. No se escucha solo con los oídos. Se escucha con el corazón, con la cabeza, con todo el cuerpo.
A la persona que mejor he visto escuchar ha sido a Carl Rogers. El decía sobre la escucha cosas tan estremecedoras como ésta: “Cuando un ser humano te escucha, estás salvado como persona”.
Un abrazo y muchas gracias.
MAS
Querido amigo y maestro:
Llevas toda la razón: no se escucha solo con los oídos; se escucha con el corazón, con la cabeza, con todo el cuerpo. Y es verdad que es tan complejo que parece imposible llegar a realizarlo perfectamente.
Muchas gracias a ti por la oración de Carl Rogers y por seguir enseñándome siempre.
Un gran abrazo.
El artículo hace pensar. Hay que tener mucho cuidado coñá el poder.. Es fácil que quiera poner la participación a su servicio. Deja participar cuando quiere y puede controlar.
Hay que estar vigilantes.
Otra trampa sería la participación guiadas, es decir que desde arriba se le da las orientaciones pertinentes de manera más burda o más sutil.
Saludos.
Estoy con César cuando dice que algunos no quieren participar. Es más cómodo, menos arriesgado y te da más tiempo para tus cosas. Pero no se puede olvidar que la participación, además de un derecho, es un DEBER.
Participar es bueno según y como se haga. En efecto puede haber una participación que no es más que ejercicio de la esclavitud suavizada. Hay otras formas de participación tramposa como las que se denuncian en el artículo. Lo que hay que buscar, pues, es la Participación auténtica, la que nace de la libertad. Y la que lucha por la libertad.
No vale cualquier forma de participación.
Participar es importante pero veo que en las AMPAS hay muy pocos padre y, aunque algunas masa, pocas madres.
Además se participa en cuestiones secundarias. Unas veces porque no quieren los padres y madres y otras porque los centros escolares son reticentes.
Queda mucho camino por recorrer.
Estupendo texto para pensar.
Vale para la vida ciudadana
Para la escuela
Para la familia
Para las organizaciones.
Interpela a quienes mandan y a quienes tienen el papel de subordinados,
La auténtica participación es responsabilidad de todos,
Magnífica reflexión.
lLa verdadera participación exige una s condiciones de libertad que no siempre se dan.
Yo creo que es mejor no participar que hacerlo de manera tramposa.
El caso que se cuenta del profesor es un ejemplo, A la vez siguiente yo me negaría a votar. Porque lo que quiere de manera torticera es tener la imagen de profesor democrático. Quiere que los alumnos voten lo que se le antoja a el. Lo qué a mi me sale es mandarle a cierto sitio…
Al volver a leer estas trampas de la participación, contra las que el Maestro lleva muchos años luchando, me asalta el recuerdo de mis tiempos de Instituto con aquella gran profe de Lengua y Literatura, catedrática y directora, que por rutina había convertido sus clases en un suplicio.
En cada clase indicaba a sus alumnos lo que tocaba para el día siguiente, sin apenas explicación. Al día siguiente tiraba de lista y llamaba a unos cuantos alumnos por sus apellidos, que tenían que salir al estrado y responder sobre dos o tres preguntas sobre lo que estaba en el libro.
A las pocas semanas, se veía a la mayoría de sus alumnos en los ratitos de recreo antes de la clase de Literatura, cargando con el libro, repasando y memorizando como sonánbulos, ante el temor de ser llamado durante la clase.
Pero uno de ellos, al verse tan agobiado y no poder disfrutar de su corto recreo, tomó la decisión de no estudiar la matería de esa forma. ¡Hasta que le tocó!.
Un buen día, un lunes, fue llamado, y de pie y con todo respeto, contestó que no había estudiado. La profe, con mala cara, le dijo que le pondría una X. Durante esa semana fue llamado todos los días, y la profe recibió la misma respuesta, “No he estudiado”, hasta el último día de la semana, en que el alumno le añadió, “Y de esta forma no voy a estudiar”. La profe respondió ofendida, mandó sentarse al díscolo, y aprovechó para aumentar el ambiente de terror, con amenazas sobre las notas y el respeto a los profesores.
Todos los alumnos, excepto el respondón, con la cabeza guacha tratando de eludir que se fijara en ellos, siguieron el mismo ritual durante todo el curso.
Pero al llegar el primer trimestre, el alumno que no quería estudiar de esa forma realizó un buen examen, con un comentario de texto casi perfecto, y la profe, que retuvo su examen y nota hasta el final de la clase, tuvo que admitir que el alumno se expresaba bien, y que demostraba que había estudiado. Le puso un nueve, aunque le entregó el examen con su nota sin mirarle a la cara.
Pero la sorpresa de la profe fué increible, cuando pasada la mitad del curso y por única vez, no tiró de la lista y le dió por pedir voluntarios. Al levantar la vista sólo vió una levantada, la del dichoso alumno. Con cara de sorpresa le indicó que saliera al estrado y que le dijera todo lo que sabía sobre Cervantes y Shakespeare. El alumno se vació y le faltó tiempo. Agotó toda la clase. La profe algo incrédula terminó por comentar a la clase, “él dice que no estudia, pero para un día que lo hace, lo hace muy bien”.
Al final del curso, el alumno obtuvo una calificación de sobresaliente, pero no se dedicó a la Literatura, aunque no perdió su gusto por la lectura en libertad.
Perdonen la extensión, pero es una anécdota de la que tengo un gran recuerdo.
Es una temática muy interesante, hoy debemos participar, aportando ideas y experiencia!!!
ESTAMOS EN EL CURSO DE GESTION EDUCATIVA NOS HEMOS INTERORIZADOS DE MUCHOS TEMAS DE TU AUTORIA Y AUN CON MAS RAZON SOBRE ESTA PUBLICACION CUAL LA PARTICIPACION,QUE ES MUY INTERTESANTE PARA QUE LA INSTITUCION EDUCATIVA TENGAS PERSONAS CREATIVAS Y MANTENER VIVAS.
ESTUPENDO TEMA PARA REFLEXIONAR PARA LAS ESCUELAS,PARA LAS FAMILIAS Y PARA LAS ORGANIZACIONES.
LA AUENTICA PARTICIPACION ES RESPONSABILIDAD DE TODOS
La participación es imprescindible en la sociedad,pero la misma no debería ser inducida por el líder o jefe o profesor porque de esta manera no sería una participación verdadera sino sería una vil forma de ser siempre cómplice de los caprichos del que dirige. Como docente, tenemos una gran responsabilidad de que nuestros alumnos aprendan a participar de manera libre, real y espontanea, que sean capaces de influir positivamente en las decisiones del grupo del cual forma parte.
Muy interesante!.
Aún no estamos acostumbrados a participar. La participación nace de uno mismo generando ideas y experiencias; no es impuesta, forma parte de la innovación.