En un reciente viaje a México me cuenta Miguel Ángel Sosa, amigo y profesor de la Escuela Normal de Capulhuac, que siendo presidente de la República Carlos Salinas de Gortari (1988 a 1994), decidió reunir en la Presidencia a los intelectuales más reconocidos del país. Entre los convocados estaba el escritor Germán Dehesa, personalidad unánimemente reconocida y admirada por toda la ciudadanía como un pensador influyente. Germán Dehesa, nacido en 1944 y hoy lamentablemente fallecido, era periodista, escritor, locutor, humorista y promotor cultural… Un hombre de intensa y beneficiosa presencia en todo el país. Estoy leyendo y disfrutando en estos días un libro suyo titulado “¡Qué modos!”, regalo de mi amigo y tocayo mexicano.
Desde Presidencia se hace una llamada a la casa del escritor, llamada que atiende él mismo. En ella le explican el Presidente que quiere celebrar una reunión con los intelectuales más relevantes de México y que él, como es lógico, está invitado. Le comunica el día, el lugar y la hora del encuentro y le dice gentilmente que agradecería mucho que aceptase la invitación. El Presidente desea cambiar con ellos, en un ambiente distendido, algunas impresiones sobre la situación del país y del mundo.
Cuando concluye la llamada, la esposa del escritor le pregunta, intrigada:
– ¿Quién llamaba?
– Han llamado el Presidente de la República.
– ¿Por qué y para qué ha llamado, si se puede saber?
– Pues porque el Presidente quiere celebrar una reunión con la inteligenzia del país.
– Y la esposa, sorprendida, le pregunta al desconcertado esposo:
– Y a ti, ¿por qué te ha llamado?
La anécdota no tiene desperdicio. Se la agradecí al profesor Sosa y ya entonces le sugerí la posibilidad de que la compartiría con mis lectores y lectoras, como ahora estoy haciendo. Resulta que un escritor y pensador reconocido por todo el país, con su Presidente a la cabeza, no merece esa misma consideración por parte de quien tiene más cerca, de quien tiene a su lado, de quien comparte la vida cotidianamente. ¿Por qué?
A eso van estas líneas. A tratar de explicar el porqué de esa miopía, de esa cicatería psicológica. La esposa muestra su extrañeza por una invitación que no sorprendería a ninguna persona medianamente informada de México. Y es que la proximidad provoca un paradójico distanciamiento. Esa esposa tiene tan cerca la luz que acaba estando deslumbrada. Y no ve nada ya. No ve los indudables méritos, no ve la indiscutible valía de su esposo. El arco iris solo brilla sobre el tejado del vecino.
Otras facetas más pedestres cobran un especial relieve en la valoración de su esposo. Acaso el hecho de que ronque, de que no coloque la ropa en su sitio o de que deje manchada la tapa del wáter. Esos hechos adquieren una mayor visibilidad, una intensidad mucho mayor. Y restan relevancia a lo verdaderamente importante.
Vargas Llosa dijo, si mal no recuerdo en el discurso de su nombramiento como Premio Novel, que su mujer le alababa sin querer cuando decía:
– Tú solo sirves para escribir.
No valorar los méritos o la valía de quien se tiene al lado es un tipo de miopía psicológica que daña y empobrece las relaciones interpersonales.
Pienso en la dificultad que existe en el reconocimiento de los méritos de los compañeros de trabajo. Por celos, por mezquindad, por torpeza, por despiste, por una ridícula competitividad. Es probable que un pequeño defecto de quien es tenido por una eminencia fuera de ese microcosmos, difumine el resplandor de los méritos. Es probable que alguna rencilla personal de al traste con todos los indiscutibles logos del colega.
Hace unos días le dije al profesor Pérez Gómez, uno de mis colegas de Departamento, que el libro que había escrito y publicado recientemente (“Educarse en la era digital, editorial Morata) era lo mejor que se había escrito sobre educación en los últimos treinta años. Lo vuelvo a decir ahora, haciendo público el elogio que entones formulé en privado. Sé que él lo valoró especialmente, así me lo dijo, por venir de alguien tan cercano.
Este fenómeno ocurre también en otro orden de cosas, no tan personales. Cuando vives al lado de un monumento espectacular o de un lugar especialmente hermoso, tiendes a restarle valor. Se hace tan cotidiano que pierde su excepcionalidad. Mi familia vive al lado de La Cueva del Tesoro, en La Cala del Moral. En efecto, al ladito de la vivienda, hay unas famosas cuevas que dan nombre a la zona. Y solo vamos a visitar la Cueva cuando vienen a la casa amigos que viven lejos de Málaga. Estamos tan acostumbrados a pasar por delante de la puerta que no le damos la menor importancia a su existencia.
La reacción de la esposa de Germán Dehesa me sirve de excusa para hacer una llamada de atención sobre esa falta de reconocimiento de aquellas personas que tenemos cerca. Lo dice el refranero español de manera certera: “Nadie es profeta en su tierra”. Es decir, nadie es admirado y reconocido por quienes están al lado.
Ya sé que es una visión mezquina, pero se justifica contemplando la realidad. Lo he podido comprobar muchas veces. Y lo lamento. Porque son esas personas que tenemos cerca quienes más deberían recibir el afecto, la admiración y el aplauso.
Y, sobre todo, en vida. Porque existe otro fenómeno respecto a la distancia que también opera en el sentido del reconocimiento del valor y del mérito de los seres humanos, Me refiero a la distancia que genera la muerte. Cuando alguien pone tanta tierra de por medio que se va al otro mundo es cuando aparece una avalancha de elogios y de reconocimiento. Lo decía hace unas semanas el líder del Partido Socialista cuando recibía una catarata de elogios por su actividad política en el momento de anunciar su retirada:
– Los españoles somos muy buenos enterradores.
Pero en vida, no. Pero a quienes tenemos cerca, no. Pero de forma explícita, no. Habría que modificar esa actitud cicatera con aquellos que tenemos más a mano. Porque es a quienes más veces vemos, con quienes más tiempo compartimos y a quienes más bien les haría nuestro reconocimiento y nuestras palabras de admiración y de elogio.
Somos más propensos a los reproches que a los elogios. Como si por aquellos recibiésemos dinero y como si estos nos supusiesen un gasto. Lo veo en mis propia experiencia. Me basta ver los comentarios a estos artículos que llegan de medio mundo, pero casi nunca de mis colegas de Departamento. ¿No les ha interesado ni uno solo de los más de mil artículos escritos? Haré una excepción en su honor: mi amigo Laurentino Heras, profesor del mismo Departamento durante muchos años, no ha dejado de leer ni un solo artículo. Es la otra cara de la moneda.
Quiero animar con estas líneas al reconocimiento de los méritos de quienes están a nuestro lado. Deben tener en nosotros al fan más entusiasta. La esposa de Germán Dehesa, en lugar de extrañarse por la convocatoria, debería estar dispuesta a escribir una carta de queja al Presidente si se hubiera olvidado a convocar a su marido a una reunión como aquella.
El pasado 15 de marzo, se publicó en este mismo blog un artículo que manifestaba cómo la Universidad de Málaga no valoraba su experiencia ni la de otro catedrático, D. Pascual Martínez Freire.
El 29 de abril presenté un escrito dirigido a la Rectora de la UMA expresando mi preocupación ante la situación descrita en el artículo referido, respondido el mes pasado y en el cual, entre otros extremos, el Rectorado explea los términos siguientes para referirse a ambos catedráticos:
“(…) profesores de reconocido prestigio y valía profesional”.
Esta valoración resuelve una parte de las consideraciones expuestas en la solicitud (si bien aún quedan otras pendientes).
Aprovecho para felicitar al profesor Laurentino Heras Montoya, al que no he tenido la suerte de tener como maestro directamente, pero sí el privilegio de conocer a través de una obra suya interesantísima y que ha influido muy positivamente en mi práctica docente durante todos los años que he ejercido:
“Comprender el espacio educativo. Investigación etnográfica sobre un centro escolar”. Ed. Aljibe.
Efectivamente, he podido comprobar que el espacio también educa.
Y en cuanto al catedrático Ángel Ignacio Pérez Gómez, sí tuve el honor de aprender en sus clases.
El gran prestigio de la Universidad de Málaga se debe a sus extraordinarios docentes.
Disculpas por no revelar mi identidad. Preferiría mantener el anonimato.
Un saludo.
Qué cierto.
Lo podemos comprobar cada día.
Y es una pena porque quienes están a nuestro lado son los que más disfrutarían de ese reconocimiento y de esa valoración.
Hay como una tendencia a ver más las cosas negativas que las positivas.
Yo recuerdo haber visto en una conferencia al profesor Santos Guerra mostrar una hoja blanca con un punto negro en el centro. Luego preguntó: ¿¿Qué hay aquí
Y la persona interpelada contestó:
-Un punto negro.
Pero no había visto la hoja blanca.
La anécdota del escritor es magnífica. Muestra con toda rotundidad lo que se quiere planear en el artículo.
Deberíamos valorar más a quienes tenemos cerca. eA fin de cuentas son quienes más tiempo comparten con nosotros y con quienes tenemos más obligaciones.
Hay quien solo tiene sonrisas para repartir a los de fuera, pero que siempre están malhumorados con los más cercanos.
Es muy cierto lo que se dice en el artículo.
La primera conclusión es que debemops darnos cuenta de ello.
La segunda es que debemos obrzar en consecuencia.
Reconocer los méritos de los que están cerca y de los que están vivos.
No se deberían dejar los elogios para después de la muerte.
Saludos.
Me ha encantado la reflexión.
No había caído en la cuenta de que eso pasa, pero ahora lo veo clarísimo.
A mi me pasa muchas veces.
Voy a tratar d evitarlo porque creo que es muy importante estar bien con quienes tenemos al lado.
Mi querido amigo, yo también te leo todas las semanas. Y no sólo eso: colecciono tus artículos semanales y los guardo en una carpeta a la que acudo frecuentemente para que tus ideas me sirvan de guía a la hora de enfocar mis clases en la Universidad. Tienes mi admiración. Y no hace falta que te lo recuerde por escrito, porque ya lo sabes.
Un abrazo.
JOSE
Lo sé, querido amigo, lo sé.
Y no sabes cuánto lo agradezco.
MAS
Claro que es cierto.
Hay esposas, como la de Germán Dehesa, que se sorprenden de que llamen a su marido. Y creo que hay muchos maridos que no valoran a sus esposas. Porque las tienen muy cerca.
Lo mismo pasa en el trabajo. A quienes están al lado no los valoramos igual que as quienes están lejos. He visto llamar para conferencias a personas muy distantes y no han llamado a quienes están cerquita.
Qué buena llamada de atención.
Cuánta veneración para lo que está lejos y cuán poco lo que está cerca.
No sé por qué las personas alejadas en el tiempo y en el espacio merecen mayor consideración que las que están cerca.
Al leer el artículo he ido pensando en casos en los que he visto confirmarse la teoría.
Yo estoy dispuesta a desmontarla en mis comportamientos cotidianos.
Buenas tardes,
Yo le leo, Sr. Santos. Pues en las formas es Ud. un Maestro. Más aún, “peritia peritis”. Lo hago a ver si se me pega algo de su sabiduría comunicadora, que falta me hace. Gracias. Otro tema es el contenido de fondo, ahí me pierdo, o no me encuentro.
Tal vez sus compañeros de Departamento coincidan en eso del fondo. No sé, pudiera ser. Es un decir.
De otra, no creo en ese refrán de que nadie es profeta en su tierra. Las gentes rústicas y de pueblos pequeños, gracias a conocidos nos movemos y hacemos. Ay, si no fuese así, que de hambre iba a acumular yo.
Yo creo más en la reciprocidad mutua con el conocido o compañero, soy más del refrán ese de “lo que siembras recoges”. Afortunadamente siempre recojo más de lo que siembro. Si siembro palabras lánguidas, languidez recojo. Si cardos, cardos tengo. Claro, son solo opiniones.
Gracias. Un atento saludo.
Señor Quintiliano:
O sea que los muchísimos que leemos y escribimos sobre los excelentes contenidos del blog debemos ser un poco tontos y tú, entre otros, el único listo.
No estoy de acuerdo en que haya poca claridad en los contenidos ni poca riqueza. Otra cosa es que no coincidas con ese contenido. Faltaría más. Yo creo que suele estar muy claro lo que quiere decir y suele ser magnífico el contenido. Sobre todo el contenido.
De tu comentario deduzco que no has entendido bien lo que quiere decir el autor en este último. Porque yo lo veo clarísimo. Y me parece muy importante hacer una llamada de atención sobre la importancia de reconocer a quienes tenemos al lado y de hacerlo mientras viven. ¿Eso no te parece claro?
Muchas gracias amigo Miguel Angel… Por facebook me he enterado de esta aportación tuya en el blog. Te adjunto lo que he comentado en fb.:
“Muchas gracias a ti Rosa y a mi amigo Miguel Angel… El ego y la vanidad de los académicos nos impide reconocer el valor de lo que tenemos cerca… parece que competimos por espacios de influencia o de vanidad como bienes escasos… cuando el conocimiento cuanto más se comunica e intercambia más crece y mejor se enriquece… Las columnas de Miguel Angel siempre traen una brisa de esperanza y un desafío a la reflexión…”
Aunque se bien que tus palabras respecto a mi ultima obra están saturadas de cariño y generosidad, las agradezco como se merecen y suponen una muestra de que los académicos también podemos alejarnos de la mezquindad, y tu hermoso ejemplo nos estimula e inunda de esperanza.
Un abrazo con el deseo de que a pesar del maltrato que has recibido de nuestra universidad, no nos dejes nunca….
Ángel
Posiblemente este problema de falta de reconocimiento o valoración de los más próximos sea más tradicional de lo que pensamos y, por otra parte, no creo que sea exclusivamente nuestro. Pero, es cierto que está práctica suele ser frecuente y, probablemente, tenga que ver con una percepción del otro equivocadamente amenazante. Cuando los intelectuales divulgan los conocimientos que construyen, opiniones, etc., es indudable que lo hacen para generar debate, valoraciones,… pero nunca el silencio.
En mi caso, que no lo conozco personalmente, he leído varios trabajos suyos que me han sido muy útiles para comprender mucho mejor los entresijos de la educación y aprovecho el contexto de este artículo para agradecerselo sin otro motivo que la satisfacción intelectual que me ha producido.
Un saludo.
Mtro. Santos Guerra, que bueno seria recibir elogios cada día, considero que esas palabras dan sentido a nuestras vidas, lo relaciono con los logros que como docentes obtenemos de los alumnos y las palabras que a su vez esperan ellos recibir de nosotros y que se sientan elogiados, emocionados, satisfechos por lo que han conseguido y que así mismo ellos agradezcan a su maestro por lo que este ha aportado en ellos. Han llegado a mi varias cartitas de mis alumnos agradeciendo y reconociendo la labor que según ellos, ha sido la mejor a lo largo de sus ciclos escolares.
Oye Quintiliano, si te pierdes o no te encuentras con estos artículos es que lees con poca atención.
Fíjate, anda.
Porque si algo tienen de valioso es la claridad y riqueza de su contenido.
¿Ninguno de más de mil ha dicho nada? ¡ Qué barbaridad!
Saludos cordiales.
Estimada Sra. Salud,
Ve usted, en sus venas -de Ud.- hay sangre, y eso se agradece, no sabe cuanto. Que las opiniones no coinciden, ah, eso no es muy importante.
Idem, Sr. José Pérez López, gracias.
Fijarme me fijo, lo que pasa en que a veces me duermo, pero la culpa es solo mía, por supuesto.
Y respecto del decir, el silencio es otra forma de decir, como la abstención en las urnas. No me haga Ud. como los políticos, que se apuntan como suyo el voto de los no votantes.
Gracias, tengan Ud.s buen día.
Oye, Quintiliano, cualquiera te entiende. Resulta que dices que el autor escribe muy bien, pero tu te duermes.
La inmensa mayoria de los lecores dicen que los art’iculos son ricos y entretenidos. Pero a ti te duermen. Es que eres muy/muy singular.
Pues hombre, no los leas.
A no ser que lo que te guste sea buscarle tres patas al gato. Porque veo que no aportes ni media idea, salvo tus contradictorias descalificaciones.
No te dire ni una palabra mas.
Buenos días haya para todos los lectores que a usted visitan Sr Santos Guerra, de igual manera a su persona. El tema que trae a reflexión esta semana, tiene un interés emotivo y formativo también, lo que usted presenta es una situación poco referida y mucho vivida. Es verdad que la cotidianeidad ciega, ante la creencia de que las personas con las que compartimos el devenir de la vida, son comunes y corrientes, y sus fortalezas, proezas o esplendores son parte de la normalidad, grave error, no reconocer a “nuestros afectos” lo grandes que son y sobretodo y lo más importante la reciprocidad que existe en cuanto a la formación, es decir, “yo individuo” contribuyo en un efecto interesante en “algo”, para que los que están cerca de mi sean lo que son (sin pretensiones, de la misma manera en que los que me rodean contribuyen en mí, para que yo sea la manifestación de lo que soy.
Gracias, por recordarme la importancia de reconocer los méritos de mis compañeros, amigos, familia, vecinos, hija e incluso amores…
Querida Violeta:
Hermoso comentario (de los que superan al artículo).
Gracias por tu sensibilidad y tu inteligencia.
Me ha gustado mucho lo que dices y cómo lo dices.
Muchos besos.
Miguel A. Santos
Ya lo creo que es cierto lo que aquí se plante.
Un buen motivo para la reflexión.
A fuerza de tener cerca a algunas personas no somos capaces de percibir su valía.
Y creo que es especialmente válido para las mujeres compañeras, amigas, alumnas… Muchas veces pasan inadvertidas.
Ilustrado y eminente pedagogo Marco Fabio Quintiliano:
Veo que el paso del tiempo no ha hecho mecha en su lucidez. Es más, sorprende que aún hoy su genial retórica siga brillando, de modo que, tras nada menos que diecinueve siglos, veamos sus breves y esclarecedores comentarios en el blog de Miguel Ángel Santos, de modo que a su lado los del titular del blog son meros entretenimientos en los que nos sumergimos unos pardillos que no sabemos distinguir entre forma y contenido, entre la amenidad y el aburrimiento, entre el conocimiento sólido y la superficialidad de unos artículos que siguen gentes que no son capaces de realizar unas críticas tan potentes como las que vos, eminente maestro Quintiliano, nos aporta.
¿Pero sabe cuál es el problema? El fondo de la cuestión es que el titular de este blog, que ha denominado “El Adarve” y que para colmo lo ilustra con una flor roja, tiene un carácter muy cordial, tanto que es incapaz de soltar puyazos, indirectas, vilipendios, expresiones cargadas de malauva… Vamos lo que hoy en día se lleva.
Todo eso le pierde. Así, por ejemplo, de ningún modo lo invitarían a participar en un debate en uno de esos programas televisivos donde los participantes exhiben sus “conocimientos” gritándole y poniendo a caldo al contendiente.
Para finalizar, fíjese, ilustre maestro Quintiliano, que tras décadas metido en la enseñanza en distintos niveles y una vez jubilado (aunque continúe como profesor emérito), siga cargado de entusiasmo, de amabilidad, de humanidad… Vamos, que el pobre no se entera del mundo en el que vivimos. Pero es que ya a estas alturas no tiene remedio. ¡Qué le vamos hacer!
¡Buenas noches a todos desde México!
Maestro Santos Guerra, a través de su blog, ésta semana nos pone a reflexionar de una manera muy sensible hacia asuntos que en el ir y venir de la vida actual, pocas veces nos detenemos a pensar y sobre todo a valorar.
Es muy común el reconocer las debilidades tanto de quienes nos rodean como de nosotros mismos, quizá, porque poco hemos sido educados o formados para realizar y recibir comentarios favorables que reconozcan nuestra labor cotidiana (tanto en lo profesional como en lo personal) ya que de alguna manera, consciente o inconsciente, todo aquello que realizamos deja huella en quienes nos rodean o en aquellas personas que por cuestiones del destino cruzan por nuestro camino.
Agradezco el que haya tocado este tema tan especial, creo que es imprescindible para la vida del ser humano el reflexionar sobre quien está a nuestro lado para reconocer sus fortalezas y apoyarle en sus debilidades.
Nos escribimos la siguiente semana…saludos compañeros de clase y escritores de éste blog!!
Maestro, curiosa la primer anécdota que nos cuenta,justamente en México.Quizás no sea el único caso, sin embargo resulta cierto que en ocasiones no valoramos lo suficiente el talento que tenemos a tan cerca, resultaría favorable desarrollar más nuestra pertinencia para reconocer a tiempo las cualidades de nuestros semejantes. Tal parece que la lista de COINCIDENCIAS crece, nuevamente me causa expectación su comentario sobre Pérez Gómez, a mi también me parece grandiosa su reciente obra, tanto que en días pasados buscaba más información al respecto; no dejo de agradecer a los compañeros (por cierto muy solidarios y profesionales) que me compartieron el capítulo 2 “Insatisfacción escolar. La escuela desbordada”, pues me convenció tanto la claridad de lo ahí expuesto que he seguido compartiendo el texto con otros maestros para su análisis,definitivamente los argumentos de la similitud entre algunas características del modelo industrial y la educación actual impactan, entre otras ideas pues el contenido es muy enriquecedor.
Otra vez gracias por compartirnos,e interactuar de esta manera…
Reconocer y explicitar ese reconocimiento a quienes tenemos cerca es una actitud muy importante para que las organizaciones (familiares, sociales, industriales…) tengan un buen clima.
¿Por qué nos cuesta hacerlo? Parece que cuesta dinero decir a quien está cerca cosas positivas.
Estimada Sra. Salud,
Va, no se lo tome tan así, es solo que Vd. defiende un refrán que yo creo falso, y yo otro. Ya sabe, Ud. el del profeta y yo el de la siembra. Ud. no quiere ver los argumentos sobre el mío, que ya los dí, es normal, mujer, la plástica y languidez del blog la tendrán obnubilada. No se enfade, solo hablamos de opiniones, perdón. Gracias.
Y de otra, observo que mal se aplica Ud. las enseñanzas del Sr. Santos, tal vez ni le lea, no me extrañaría. Debería leerle con atención, yo le leo, y aprendo algo, como así reconocí. Es que ese oye fulanito, ese oye anteponiendo al sujeto, me suena al cabrero de mi pueblo llamando a las cabras…..oyeeee margaritaaaa…Eso, léale, le irá bien.
Hablando de refranes: “El que calla otorga”, aunque me parece de mala educación, me parece muy de sentido común cuando ni la ciencia ni la razón le asisten. Normal que calle, pero sepa que me disgusta su silencio, tal vez sus palabras digan más de lo que Ud. cree.
Sr. Aureliano,
No sé quién será Ud., tal vez un impostor o tal vez alguien del departamento del Sr. Santos. O tal vez alguien con sentido del humor, a saber. No me haga mucha cuenta en mis presunciones.
De otra, arranca Ud. con un dato falso de contenido. No hay tanta lisonja, ni parsimonia, ni buenismo en este blog. Una prueba, 1085 palabras exabrupteando a mi querido Sr. ex-Ministro, Sr. Cañete, el pasado Mayo de 2014; el mejor mecenas que siempre tuvo mi maizal; y todo por un ramillete de palabras inoportunas. Tiene castaña la cosa. Y ahora aquellos pupilos de aquel maestro se me quejan porque digo verdades como catedrales.
Saludos a todas/os, gracias.
No me causa ningún desconcierto que este tipo de cosas sucedan, muchas veces cuando en algún contexto hay alguien “de verse” la miopía esta presente, valoramos poco a quienes tienen habilidades que quien no las tienen no las ven, cuantas escuelas tienen a profesores brillantes por su esfuerzo, por su saber, por su perseverancia y corazón; mientras que quienes se duermen en sus laureles “no los ven” y todavía se atreven a preguntar ¿porque recibe el premio del mejor docente?¿a quien le lamió las botas? es algo con lo que estoy familiarizada. no quiero decir con ello que no podamos ver las aptitudes de los demás quiero decir que en ocasiones no queremos verlas,esta miopía es por si voluntaria, soberbia y necia. estoy segura que si criticáramos menos y reconociéramos mas seriamos mas felices y como acto sinergico tendríamos una mejor sociedad, y país.
No me causa ningún desconcierto que este tipo de cosas sucedan, muchas veces cuando en algún contexto hay alguien “de verse” la miopía esta presente, valoramos poco a quienes tienen habilidades que quien no las tienen no las ven, cuantas escuelas tienen a profesores brillantes por su esfuerzo, por su saber, por su perseverancia y corazón; mientras que quienes se duermen en sus laureles “no los ven” y todavía se atreven a preguntar ¿porque recibe el premio del mejor docente?¿a quien le lamió las botas? es algo con lo que estoy familiarizada. no quiero decir con ello que no podamos ver las aptitudes de los demás quiero decir que en ocasiones no queremos verlas,esta miopía es por si voluntaria, soberbia y necia. estoy segura que si criticáramos menos y reconociéramos mas seriamos mas felices y como acto sinergico tendríamos una mejor sociedad, y país. saludos desde MEXICO
Buena noche, me parece muy acertado el comentario en cuanto a valorar lo que tenemos cerca, el refrán es bien conocido, pocas gentes logran ser profetas en su tierra, lo más increíble es que en un sin numero de ocasiones, la envidia, la competitividad, el ascenso, etc., ocasionen el no reconocer el trabajo de los demás. Sin embargo y en defensa de la esposa de mi tocayo, me gustaría comentar el humor del mexicano, ya que cabe la duda de que la pareja tuviera un a muy buena relación y la esposa haya echo uso de él mismo para lograr una respuesta en Don Germán.
Por otro lado tan acertado es su comentario, yo insisto, que en México no se pueda ver a tanta gente con una capacidad impresionante, y que, en el ámbito educativo, que es el que nos interesa en este momento, tengamos que copiar sistemas educativos, que cada 6 años se reintente el país, que en la historia de la Secretaría de Educación Pública no hayamos tenido a un profesor como dirigente. en fin, ejemplos hay muchos, por lo pronto mil felicidades por su esfuerzo y dedicación a este blog y a su amigo Pérez Gómez de quien hemos leído parte de ese libro. Enhorabuena, lo leo la próxima semana.
Quintiliano:
Tienes mucha humildad tú: “digo verdades como catedrales”. ¿Lo crees así?
Pues yo pienso dices tonterías como catedrales. ¡Anda que defender las declaraciones del señor Cañete en las que dice que tiene que perder el debate para no manifestar la superioridad intelectual sobre una mujer! Ya lo ves, una verdad como una catedral… Y así lo demás. Qué personaje, Quintiliano.
Por cierto, yo sí sé quién es Aureliano. Por si no lo sabes, es un excelente profesor de la Universidad de Córdoba. De ti es de quien no se sabe quién es (escondido bajo el pseudónimo).
Sra. Encarnación,
Gracias por sus -de Usted- apreciaciones. Humildad, dice, evidentemente Ud. vive en un mundo más feliz que el mío. Lea a Hobbes, por favor. Y verá, le corrijo, la humildad en rarísima ocasión existe en el ser humano. La más de las veces llamamos humildad a lo que se dice o hace para gustar a los demás. Ud. ve, su mensaje -de Ud.- es puro, no encierra nada de hipocresía. Eso la engrandece a mis ojos. Gracias.
Hombre, digo, mujer, por favor, comparar y juzgar cinco palabras inoportunas en un momento espontáneo, de nervios, de timidez, del Sr. Cañete, con las otras 1085, escritas premeditadamente, repensadas, denigrando, obviando cualquier mérito académico, docente, económico y político del vituperado. Por favor Sra., un poco de imparcialidad.
Mi ego es tal, que qué importa quién soy. Para darle pistas de mi persona, las últimas clases regladas /académicas las impartí en verano de 1985. Ya ha llovido, eh. Después solo he seguido con la docencia de forma esporádica y solo por afición.
Tenga Ud. un buen día.
Quintiliano:
Tienes mucha ironía, pero no me gusta cómo la utilizas.
O sea que, para defender a tu admirado señor Cañete ni siquiera te enteras de que el título habla de sus frases en esa ocasión (que él mismo reconoce como un error), no de su vida, o de su valía o de su trayectoria, o de sus escritos. Sin embargo, para atacar esas otras 1085 palabras (escritas premeditadamente, (esas sí, las del Ministro, no). ¿Cómo sabes que las del Ministro no estaban repensadas? ¿Por qué criticar esas esas frases es denigrar? Como se ve, quien necesita imparcialidad eres tú. Y mucha.
Estimada Encarnación,
Iba a no decir nada, pues solo me salen palabras huecas a estas horas de la mañana. No se me duerma, gracias. Pero para no hacer mala educación con el silencio:
Para gustos, los colores. Comprendo que a Ud. no le gusten mis opiniones. A mí sin embargo las de Ud. sí me gustan, al menos me alteran el pulso, gracias. Si Ud. en realidad ve lo que dice que ve, enhorabuena, vivirá en un mundo más feliz que el mío.
Si lee despacio al profesor Aureliano, tal vez Ud. misma llegue a la conclusión de que mis opiniones no van tan descaminadas. Pero, si aún así Ud. sigue en las suyas -de usted-, enhorabuena, quién puedo ser yo para rebatirlas.
Y sí, criticar acusando de machismo, con tanta vehemencia y tan poca prueba, eso es denigrar.
Tenga Ud. un buen día.
“Durmiendo con el enemigo “
Me parece que este sería un mejor título a la anécdota que nos menciona en esta ocasión, desafortunadamente se está haciendo usual y cada vez más común que no se valore la capacidad y competencias de las personas.
Esto pasa en nuestro sistema y sociedad, el no tener la visión para desarrollar y fomentar, el no contar con una adecuada planificación para darle promoción al desempeño de estos ilustres personajes y lo cuales se encuentran en la oscuridad por no tener el reconocimiento que se merecen por su trayectoria y desgraciadamente retoman presencia en los deceso y es cuando se interesan y sacan a relucir sus logros que por mucho tiempo olvidados.
Buenas tardes a todos!!
El articulo me hace pensar una vez más en la maravilla de la naturaleza, de haber creado seres humanos pensantes, capaces de ver en su interior y a los demás, el universo no seria el mismo si cada uno de los que lo habitamos no existiéramos, pero seguro existen razones muy poderosas por las que estamos aquí, lo desafortunado y como usted lo narra es que muy pocas veces o casi nunca unos a otros valoramos lo que somos y lo que hacemos.
Reconocer que sin los otros (personas)que nos rodean, uno mismo no seria el mismo, y que cada día es la oportunidad que tenemos para recordar y reconocer que el universo nos bendice con la presencia de nuestra familia, amigos, conocidos, vecinos y de todos los que nos rodean.
Sr. Santos Guerra, eh de aceptar que sus artículos me atrapan, pues el estilo de redactarlos es único.En cuanto al actual, puedo mencionar que es muy cierto, pues pocas somos las personas en que tenemos la madurez para aceptar los aciertos de los demás, si muchas veces nos cuesta reconocer los propios, es increíble como en este mundo tan cambiante y exigente a la vez, el maestro se ha venido decayendo ante estas situaciones, ya no se es respetado, pero sobre todo valorado, muchas veces entre nosotros mismos, ya que solo nos dedicamos a ver la “pajita en el ojo del vecino”, hay mucho de que hablar, pero considero que si cada uno de nosotros comenzáramos a valorarnos en lo individual, lo podremos resaltar a distancia, tener esa actitud de reconocer lo bueno y tal vez hasta poder retomar algo de ellos, apoyándonos en lugar de tirarnos los unos a los otros, pues el ejemplo también se verá proyectado en nuestros alumnos…
Es difícil aprender a reconocer los logros o triunfos de otra persona, solemos ser egocéntricos y egoístas hasta con el saber. Fácil criticar y juzgar. La anécdota que nos cuenta en esta ocasión, me parece personaje principal de la vida cotidiana. Hay personas tan extraordinarias cerca de nosotros y estamos ciegas ante ellas, ante lo que saben, lo que conocen y lo que logran. Lo extraordinario se vuelve tan ordinario, por no apreciarlo pasa desapercibido.
Sucede todo el tiempo, en ocasiones por desconocimiento del área de trabajo o de actividad de las otras personas y otras tantas veces por lo que acertadamente mencionaba en el artículo. En todas las relaciones que se dan en la vida la falta de reconocimiento de méritos está presente, aunado a ello la cultura de competitividad que se fomenta en la sociedad, que hasta cierto punto es considerado como humillación que alguien sea mejor.
La admiración viene dada a partir del conocimiento y reconocimiento de las virtudes de las personas y sin olvidar que nuestra actitud frente a ellas determina en gran medida el éxito que estas tengan.
Buena tarde a todos. Muy de acuerdo con lo que tuvo a bien compartir esta semana; con el hecho de que debemos reconocer y valorar a las personas cercanas, sus habilidades y destrezas; y más aún de nuestros alumnos, ya que como docentes tenemos el deber de potenciar esas habilidades.
Entender la cultura mexicana es en realidad muy complicada, sólo siendo mexicano es como se logra, y algunas veces ni siquiera así desencriptamos “curiosidades” que se dan en nuestro ser y entender el mensaje.
Entre muchas historias que se dicen, recuerdo una que cuenta: la sociedad mexicana es cómo un grupo de cangrejos en una cubeta, los cuales quieren salir de la misma para evitar que las personas se las coman, pero somos tan “mexicanos” que no permitimos que nuestros vecinos puedan sobre salir, puedan brillar y cuando lo intentan hacemos todo para derribarlos, hacemos todo para que el cangrejo no salga de la cubeta, preferimos ser comidos a que alguien salga y nos apoye desde fuera. Nuestra sociedad no es un equipo, es un grupo, nos queda claro que en las escuelas cuando nos referimos al grupo de “primer grado” los alumnos que lo integran asumen precisamente eso, un comportamiento de grupo y no de equipo. Si en las escuelas cambiáramos la palabra grupo por la de equipo, los alumnos se comportarían como un equipo, se ayudaran entre ellos para resolver cualquier reto cognitivo que enfrentaran. Lo mismo sucedería con el Consejo Técnico que es formado por los docentes, vernos como un equipo de trabajo, como el equipo de profesionales que está al frente de una institución cambiaría muchas cosas. Compartiríamos estrategias exitosas, nos apoyaríamos para resolver situaciones que enfrentamos a diario en nuestras aulas.
Valorarnos en nuestra sociedad cambiará muchas cosas, pero primero tenemos que aprender a valorarnos nosotros mismos y después valorar nuestro compañero.
lo sencillo de lo grande, cuando estas en la escalera del aprendizaje, lo enorme de estar en ella en impulsar y ayudar al que esta en ella, sin importar su lugar en esta, lo sencillo de lo grande, esta en la misma sencillez de reconocer lo que no puede reconocerse, porque si se “autoreconoce” es muy posible de caer de la escalera.
Nuevamente saludándole, es triste y hasta vergonzoso, sin embargo estamos acostumbrados inconscientemente a este tipo de situaciones, porque de alguna manera está en nuestra genética, además de ser perfectibles. Me deja pensando en esta situación que muy a menudo se vive en cualquier ámbito donde nos desenvolvamos, pero centrándonos más en la escuela, pues los infantes en México ingresan al Preescolar desde los tres años de edad, en su mayoría, y ahorita el nuevo programa requiere desarrollar competencias para la vida, pero visto desde otra perspectiva, las competencias, generan competencia, siempre viendo quien es el mejor en tal o cual cosa, quien tiene la mejor calificación, quien la mejor economía, quien mejor habilidades y capacidad para algo, y esto es lo que estamos desarrollando en los niños desde los tres años, para ellos es normal y así crecerán, no podemos culparlos luego por presentar estas actitudes de no poder valorar al otro en todo su ser, pensemos qué podemos hacer…
Sí yo creo que hay un tendencia en el ser humano a ver los defectos de quienes tiene cerca. Como si fueran más visibles, más patentes, más reseñables.
Por eso me ha parecido tan interesante el artículo. Ha venido a poner en entredicho esa tendencia, tan dañina.
Su valorásemos más a quienes tenemos más cerca, nos iría mejor a todos. He visto muchas veces dedicar sonrisas a los extraños y negarlas a los conocidos.
Creo que sería muy importante cambiar el prisma y ser más atentos con quienes están compartiendo la vida.
Este relato me hace recordar cuando llegue a trabajar al municipio de Jilotepec Estado de México al CBTIS No. 180 hace un año siete meses, yo vengo del Distrito Federal donde hay mucho movimiento ya que es una ciudad muy grande, pero muy interesante también. En Dicho municipio todavía existe una vida muy tranquila, Tuve la oportunidad de entrar a estudiar la maestría en la Universidad Pedagógica Nacional Subsede Jilotepec Estado de México, ahí conocí a mis compañeros y ahora amigos de Estudios, una vez platicando con la Maestra Aurora le comente que su pueblo es muy bonito, puesto que tiene todo lo pintoresco de un pueblo mágico, al entra se encuentra la gasolinera, tiene una fachada rural completamente, en ese mismo perímetro se encuentra una secundaria y la normal superior, de igual forma una estructura campirana, en sus alrededores cerros y lugares de recreo naturales, que al llegar yo me sorprendí mucho, sin embargo ellos saben que tienen un lugar maravilloso donde viven, pero como dice la lectura ya para ellos es cotidiano, todo esto sorprendió a la maestra Aurora y dijo que en efecto saben que tienen lugares sin igual pero muchas veces desapercibido para quienes habitan este lugar.
La reacción de la esposa de Germán Dehesa es fantástica. “Y a ti, ¿por qué te han llamado?”.
Es sorprendente que todo el país, con el Presidente al frente, vieran algo que ella (que estaba tan cerca) no veía.
Uno llega a pensar que el estar tan cerca no facilita sino que dificulta la percepción de los méritos. ¿Será por eso?
Estimado Jesús Camacho:
Estupendo ejemplo de lo que he querido decir en el artículo.
Porque el problema no se presenta solo en las relaciones de las personas, como ya insinúo allí, sino a lo que nos es próximo en lo geográfico.
Muchas gracias por leerme y por tu aportación.
Un abrazo.
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Y A MÍ, ¿POR QUÉ ME HAS CITADO?…
LOS SABADOS SIEMPRE VOY DETRÁS DEL ARCOÍRIS (ES DECIR, DETRÁS DE TUS PUENTES DE COLORES PORQUE ME FASCINAN LAS DIFERENTES TONALIDADES QUE SE METEN POR LOS OJOS)… SIEMPRE VOY DETRÁS DEL MURMULLO DE LOS DARDOS LANZADOS DESDE ADARVES ACANELADOS DE LAS MURALLAS A LOS CORAZONES DE PIEDRA, A LOS PODEROSOS QUE SIEMPRE QUIEREN LLEVAR LA RAZÓN DE TOODO, A LOS QUE FALSEAN LA VERDAD Y ROBAN, A LOS QUE MATAN EL FUTURO DE LOS NIÑOS (LOS PARQUES, LAS ESCUELAS), A LOS QUE DESTROZAN EL PORVENIR DE LOS HOGARES (EL TRABAJO, EL PAN, LOS SUEÑOS…) Y MILES DE TEMAS QUE BORBOLLEEAN POR LOS LABIOS DE LOS MANATIALES DE CADA DÍA, DESDE EL ALABA AL CREPÚSCOLO… SIEMPRE VOY DETRÁS DE ESA PÁGINA DEL PERIÓDICO APRETADA DE MÚSICA DE VIOLINES DESDE QUE UN DÍA VOLARA COMO UN PAJARILLO DE FUEGO A MIS MANOS DE TIERRA Y SUSURABA EN MIS OÍDOS, Y HABLARA COMO LA ALBORADA, Y ACELERARA LOS LATIDOS DE MI CORAZÓN (ESE BOL DE CRISTAL TRANSPARENTE, LLENO DE PÉTALOS DE AMAPOLA, QUE ES LA CAUSA DE LA VIDA Y DEL BESO)… ADEMÁS, DE LUNES A SÁBADO (DURANTE MUCHOS AÑOS COMO COMPAÑEROS DE DEPARTAMENTO, HE DESCUBRIERTIO AL PROFESOR, AL INVESTIGADOR, AL DIERCTOR DE TESIS, AL ESCRITOR DE INNUMERABLES OBRAS Y ARTÍCULOS (CON UN ARCA DE PALABRAS RIQUÍSIMAS, FLORES Y ESENCIAS DE MENTA), AL AMIGO, A LA PERSONA SINCERA Y RIGUROSA… ¡MIGUEL ÁNGEL, TE PARECE POCO LO QUE ME EMPUJA A LEVANTAR LOS BRAZOS Y ROZAR CON LOS DEDOS EL VUELO DE LAS AVES Y LAS TIRAS DE COLORES DEL ARCOÍRIS?
GRACIAS MIGUEL ÁNGEL… MI TROPA HA LEÍDO EL HERMOSO ARTÍCULO Y TE FELICITA… Y ENVÍA UN BESO ALADO PARA TI Y TUS DOS GUAPÍSIMAS MUJERES.
LAURENTINO HERAS MONTOYA
MÁLAGA. 6-JULIO-2014
Gracias, Laurentino, por tu fidelidad durante tantos años. Por supuesto que dice más de ti que de mí. Muchas gracias también por este preciso y generoso comentario.
Un gran abrazo de compañero y de amigo.
Muchos besos para tus cuatro maravillosas mujeres.
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El otro día hablando contigo, Miguel Ángel, salió tu blog a relucir y te comenté lo interesante que resultaban tus reflexiones y cómo eso se manifestaba en la manera de provocar comentarios más allá del simple halago.
Después de disfrutar esta maravillosa entrada que he compartido con mi marido y con quien he echado alguna que otra risa mientras lo leía, me doy cuenta del maravilloso regalo que ha supuesto para mí tenerte a ti, a Ángel y a Laurentino como maestros.
No soy del grupo que hace comentarios reflexivos en tu blog, pero al menos me doy el gusto de decirte que siempre es un placer leerte.
Querida Carla:
Lo que es maravilloso es tener alumnas como tú. Con ese dinamismo, esas ganas de aprender, esa capacidad de trabajo y esa simpatía arrolladora. Con alumnas como tú es un placer inmenso ser profesor. MUCHAS GRACIAS, Carla.