Un obsceno baile de cifras

27 Jul

Resulta vergonzoso ver, en plena crisis, las cifras mareantes que se están barajando por el fichaje de jugadores de fútbol. En el mercado estival, cada año, la prensa deportiva nos ofrece diariamente noticias con números escandalosos. Se tiene uno que frotar los ojos para comprobar que está leyendo bien. 70 millones de euros por Bale, 40 millones de euros por Higuaín, 80 millones de euros por Neymar…

Resulta vergonzoso ver, en plena crisis, las cifras mareantes que se están barajando por el fichaje de jugadores de fútbol.

No hay dinero para generar trabajo, para ayudar a los necesitados, para evitar el hambre, para mejorar la educación, para perfeccionar el sistema sanitario…, pero hay dinero casi ilimitado para fichajes. Ya sé que el fútbol genera dinero y que quien paga sabe que va a recuperarlo con los derechos televisivos y de imagen, con las entradas, con los premios… Ya lo sé. Todo es mercado. Pero en este capítulo se han roto todos los límites… ¿Cómo puede pedirse por el fichaje de un jugador más 100 millones de euros?

He tratado de hacer cálculos con esas cifras, para ver a cuántos mileuristas les salvarían la vida y durante cuánto tiempo. Cuando me puse a hacer números descubrí comparaciones insultantes. No quiero reproducir los cálculos. Son sangrantes.

Y luego vienen los salarios de estos jugadores, que también te dejan con la boca abierta y el corazón arrebatado: 10 millones de euros al año, 8 millones de euros al año, 5 millones de euros al año… ¿Cuánto cobra un jugador cada minuto? Juegue o no, lo haga bien o mal, sienta amor a su equipo o no…

Los mismos jugadores se convierten en mercenarios. Quien más pague, merecerá el esfuerzo y los goles. Si al año siguiente le paga más el equipo rival, por tanto dinero (¡por tanto dinero!), el jugador celebrará con la misma pasión los goles que ahora le endose al equipo anterior. Mercenarios del fútbol. La pasión es el dinero, no los colores.

Los medios de comunicación plantean todo este negocio con un lenguaje envenenado. Parece que son las personas las que tienen precio. Este vale tanto, este vale tanto menos o tanto más.

¿En qué sociedad estamos? ¿Qué valores presiden nuestra vida? Porque no se trata solo de una cuestión económica. Veamos algunas consecuencias de este desvarío, de esta afrenta a las personas que están en verdadera necesidad para poder alimentar a los hijos. En una sociedad mercantil, se valora aquello que tiene un precio alto. Y el precio desorbitado lo tienen quienes practican un deporte cuya esencia es dar patadas a un balón con el pie, no la acción generosa o el trabajo esforzado de las clases, por ejemplo.

Si a un chico se le pregunta como quién quiere ser, es probable que nos diga el nombre de algún futbolista. No dirá, con seguridad, el nombre de su maestro al que ve trabajar concienzudamente cada día por un módico salario.

(Un sacerdote le preguntó a un niño de primera comunión, antes de comenzar la catequesis:

– Hijo, tú quieres ser Cristiano?
Y el niño, cuya filiación azulgrana era muy determinada, contestó.

– No, padre. Yo quiero ser Messi).

La sociedad propone estos modelos por la vía de la seducción. Presenta en la portada de los periódicos la imagen de los futbolistas de éxito sin hablar nunca de todos aquellos que se quedaron en la cuneta porque no tuvieron suerte. Es la cultura del éxito. Ofrecen los relatos de las jugadas de mayor éxito en los programas televisivos, sin mostrar nunca la angustia del jugador que teme fracasar en un partido decisivo ante millones de espectadores. Informan de los fichajes estrella, pero no hablan nunca de la soledad en la que dejan los jugadores a sus familias en sus frecuentes desplazamientos.

La escuela y la familia ofrecen, por el contrario, modelos por la vía de la argumentación. Pero, claro, esa vía no es tan persuasiva, no es tan atractiva, no es tan seductora.

Ruego al lector o lectora que tome un bolígrafo y que ponga una cruz sobre los nombres que conoce de esta lista: Cristiano Ronaldo, Lionel Messi, Iker Casillas, Andrés lniesta y Sergio Ramos. Le ruego que, a continuación, ponga una cruz sobre los nombres conocidos de la siguiente lista: Javier Cercas, Luis Landero, Javier Sádaba, Manuel Rivas y Julio Llamazares.

Me gustaría hacer una estadística con las contestaciones, no solo de quienes leen este artículo, sino de las personas que están en los bares, que compran en los supermercados y que pasean por la calle. Me apuesto lo que sea a que hay más cruces en los nombres de la primera lista que en los de la segunda.

Mientras escribo tengo al lado un sobrino de 11 años. Le he leído las dos listas. Casi se ofende al preguntarle si conoce los cinco nombres de la primera lista. Y se sorprende mucho cuando le digo que los de la segunda lista, de la que no conoce ninguno, son escritores españoles famosos.

– Creí que también eran futbolistas, pero de otros equipos, me dice.

Qué decir de alguna de estas famosas estrellas que alardean públicamente de que nunca han leído un libro o de que les repugna el estudio.

Este fenómeno tiene otra consecuencia nefasta. Las grandes estrellas del fútbol, los ídolos de la era digital, los millonarios de la sociedad son todos varones. Hay fútbol femenino, pero ninguna de las jugadoras alcanza esa fama y cobra esos sueldos. Así se refuerza, de forma imperceptible si se quiere, el sexismo. Son varones los envidiados semidioses de nuestro mundo.

Existe otra vertiente inquietante. Y es el uso del fútbol como adormidera. Mientas se habla de fútbol no se habla de otras cosas. Mientras la gente sueña con los éxitos del fútbol no tiene en cuenta las situación dramática que atraviesa. Pan y circo. Bueno, en este caso, solo circo. Nos ha pasado en España. El hecho de ser campeones mundiales en Sudáfrica y de haber conquistado dos eurocopas consecutivas nos ha hecho pensar que no estamos tan mal como se dice o como se piensa. Triste consuelo.

Y en esta cuestión los varones tenemos una especial responsabilidad. Se diría que el fútbol está en los genes. No sé dónde vi una viñeta en la que está un marido ante el televisor en el momento de iniciarse el primer partido de un Campeonato Mundial de Fútbol. Con tono enfático le dice a su mujer, antes de pulsar la tecla del mando:

– Si tienes algo que decir, hazlo antes de que comience la competición, éste es el último momento para escucharte.

La cuestión fundamental es cómo se soluciona este asunto, no lamentar que exista. La clave es saber, querer y poder deshacer esta madeja que cada vez se enmaraña más. Cada año se disparan las cantidades como si el mundo del fútbol perteneciese a otra galaxia. Aquí no hay crisis. Aquí no hay restricciones. El fútbol es un valor en alza.

Tiene que haber voluntad política para modificar el statu quo. Y tiene que haber también voluntad ciudadana. Hay muchas personas que pagan 100 euros por una entrada a un partido de fútbol pero que no se gastarían 20 euros en comprar un libro. Hay quien se compra una camiseta carísima de un jugador famoso pero que no pagaría 10 euros de cuota para la Asociación de Padres y Madres del Colegio de sus hijos. Y después nos quejamos de cómo van las cosas.

16 respuestas a «Un obsceno baile de cifras»

  1. El 22 de junio de 2013, la página 5 de el País publicaba una foto (que aquí no cabe) de un manifestante brasileño en cuyo cartel se leía:
    «Brasil: Vamos a acordar: Profesor vale + que Neymar».
    Será la portada de mi Guía Docente para quienes quieren ser pronto maestros.

  2. Querido Rufino.
    Magnífico texto el del carte.
    Acabo de leer que el Madrid ofrece 93 millones de euros por Gareth Bale. Eso es: como una mercancía.
    Qué barbaridad de cifra. Qué locuta de mercado.
    Gracias por leer y por escribir.

  3. Pensamos más de uno que si un jugador es una mercancía, pagará un buen IVA, y si son mercenarios, los equipos deben estar al corriente con Hacienda y La Seguridad Social y, si no, que no puedan comprar a ningún mercenario más. Además, aquí tenemos gente que sabe mover los pies y no sólo para emigrar. Va siendo hora que la marca España no sea el «Marca».

  4. Cuánta razón.
    Me parece un disparate que, mientras unos lo están pasando tan mal, otros dispongan de esas cantidades tan desorbitadas.
    estamos haciendo un mundo muy poco habitable.

  5. ¿Cómo se detiene esta máquina tan destructiva?
    ¿Cuántos podrían comer con el dinero de estos multimillonarios modernos?
    Yo no digo que no cobren por su trabajo, pero todo tiene que tener unos límites.
    Los líomites los tienen que imponer la razón y la ética.
    Además, dentro del fútbol hay quien cobra una miseria.
    Sería mejor hacer repartos más justos de la riqueza.
    Un mundo en que todos pudiéramos vivir.

  6. El escándalo de Bale crece por días. Hoy leo en un periódico que el equipo inglés al que pertenece le pide al Madrid ¡¡¡¡145 millones de euros!!!! Que alguien haga los cáculos porque a mí se me revuelven las tripas pensando que hay familias que no tienen para comer. ¿Cuántos días podría comer una familia normal con ese dinero?
    De susto.

    • Es cierto, Marta.
      No haría falta que estuviéramos en crisis para que estas cifras fueran escandalosas.
      Pero la crisis las hace más hirientes.
      Acabo de leer en un periódico deportivo españal (a propósito del fichaje de Gareth Bale) que las cifras no son inmorales si se pueden pagar. ¡Vaya justificación! Es como decir que matar no es inmoral si se tiene un buen cuchillo.
      No se puede tolerar este escándalo, ya que hay gente que está muriendo de hambre y de falta de salud… y de educación.

  7. ¿Qué mundo estamos dejando a nuestros hijos?
    ¿Qué es lo que mas se valora y se paga?
    ¿Quiénes son los personajes más admirados y aclamados en la sociedad?
    ¿Qué hacen?
    ¿Por quién se preocupan?
    Este mercadeo de jugadores se ha convertido en un escándalo mundial?
    La puja se convierte en un «yo puedo más», «yo tengo más», «yo gano más títulos».
    ¿Qué mundo es este?
    Me ha parecido necesaria esta llamada de atención. Muchas cosas, a fuerza de repetirse, acaban pareciendo normales.

  8. Y como se trata de competir, luego viene el problema de que, en España, todo se cuece entre los dos grandes.
    Se llevan la parte del león en los derechos televisivos, venden más camisetas, tienen campos más grandes, cobran más por las entradas, ganan más títulos, les dan más dinero…
    La competición está adulterada por el dinero. Esto no es un deporte, es un negocio.
    Todo es negocio.
    ¿Cómo se puede hacer frente a esta locura?

  9. Su artículo brillante, describe este fenómeno global, donde predomina la falta de valores, de criterios y de sentido común. No bajemos los brazos, insistamos con la argumentación desde la casa, mostremos diferencias, apostemos a nuestros niños y jóvenes y fortalezcamos sus convicciones. Sigamos educando, aunque en número seamos menos, todo, absolutamente todo, pasa por allí.

  10. Resulta hiriente ver estas desigualdades. ¿Cuántos años tiene que trabajar un maestro para conseguir esa cantidad de dinero que van a pagar por Bale?
    Está muy claro.
    El juego de palabras lo expresa de forma elocuente. Bale no lo vale.
    Los niños querrán ser como Bale, no como su maestro.
    Esos son los modelos que presenta la sociedad a la infancia y a la juventud.

  11. La encuesta que se plantea en el artículo ofrecería unos resultados espectaculares. Yo la he hecho a algunas personas. Todos conocían a los de la primera listas, Y de algunos adultos he de decir que solamente dos o tres de la segunda. ¡Qué decir de los jóvenes, que apenas leen!
    Y eso se ve no solo en los precios de los jugadores. Si a las 5 de la tarde de un domingo se anuncia una conferencia (y eso que sería gratis) apenas si va una veintena de personas, pero se llena un campo de fútbol (y pagando).

  12. ¿Qué podemos hacer?
    Desde luego, callarnos no.
    Hay que gritar estas injusticias y no aceptarlas como si no hubiera más remedio.
    Se han conseguido muchas cosas con la lucha en ela historia.
    Tenemos que luchar por conseguir una sociedad más justa.
    Hay que darlevalor a otras cosas. Y obrar consecuentemente.
    Saludos y gracias a todos.

  13. Acabo de leer que el entrenador Wenger dice que la oferta del Madrid por Bale es un chiste, es una broma.
    Ojalá. Pero no. parece que va en serio. Estoy seguro de que lo acabarán fichando. La cantidad parece, sí, un chiste. pero no lo es.
    La realidad pura y dura es que se paga esa cantidad de dinero con la que se podría evitar la muerte por hambre de miles y miles de personas.

  14. Lo cierto es que se trata de una cuestión a la que nos hemos habituado pero que, no por ello, deja de ser escandalosa.
    Por una parte está el valor de los fichajes, escandalosa por la cantidad y escandalosa por la equiparación de las personas a mercancías.
    Por otra parte está el mensaje que se lanza a nuestros niños y jóvenes.Eso marca lo que se considera importante.
    Gracias a todos los que y las que habéis aportado vuestra opinión.
    A quienes estéis en este hemisferio, felices vacaciones, si es que las tenéis.

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