He recibido hace unos días un correo inquietante. Lo firma “una madre y maestra desesperada”. Me cuenta que no sabe qué hacer con su hijo o, mejor dicho, que no sabe qué hacer con la institución educativa a la que acude su hijo. El mensaje dice así:
“Soy una madre angustiada por el sistema educativo. También soy maestra de infantil. A mi hijo, que ahora cursa 1º de la ESO, nunca le ha interesado lo que le contaban en la escuela. Tampoco ahora le interesa lo que le cuentan en el instituto. No responde al sistema. En la reunión con el tutor se me dice que se distrae con facilidad, habla con los compañeros, a veces tiene una actitud desafiante, las notas fatal, parece que no le importe suspender, el profesor de dibujo técnico está harto…
En relación al dibujo le comenté que la profesora particular de dibujo me dijo que a mi hijo le interesaba saber para qué le servía dibujar triángulos según el teorema de Pitágoras y ella le explicó lo de la sombra etc. El tutor me respondió con desparpajo: – Ah bueno, eso.-dándome a entender que era una tontería. Por cierto, el profesor de dibujo le castigó a escribir doscientas veces: estoy escribiendo doscientas veces esto porque no me he callado en clase de dibujo. Su padre y yo nos negamos a que lo hiciera y le enviamos una nota al tutor en la que se decía que si el profesor consideraba que debía tener un castigo, éste no debía ser el propuesto. Así que además de ser padres de un pre-adolescente con notas bajas, somos unos irresponsables. Y según ellos, intuyo que precisamente por eso.
Me siento profundamente desamparada porque se está transformando a un niño feliz (es una persona muy positiva) en alguien que no confía en si mismo, que sufre defraudando a los adultos que le rodean, padres, profesores… Y dentro de esta catástrofe en la que siento que de alguna manera participo (“ya sé que no te gusta pero has de hacerlo”), persiste el dolor al ser consciente de que mi cariño no va a solucionar la situación, no va a remediar que se sienta fuera, que se sienta menos que.., que se convierta en un ser infeliz. ¿Cómo es posible que un sistema tan arcaico, con objetivos peligrosamente desfasados, pueda seguir infligiendo tanto daño a niños y jóvenes ? Y eso que todavía no se ha aprobado la ley Wert ¿Cómo pueden unos padres que quieren a su hijo sobrellevar esta tortura e intentar protegerle de esta máquina de empequeñecer y anular la creatividad de los seres humanos?”.
Hasta aquí el correo. Y, al terminar, esta postdata.
P.D. ¿Existe algún instituto o centro educativo donde se trabaje con personas? Vivo en la Comunidad Valenciana, pero estoy considerando irme a cualquier parte.
Le contesto a vuelta de correo haciendo algunos comentarios sobre sus preocupaciones y brindándole algunas sugerencias. Y me quedo pensando en esta institución que, ante estas situaciones, suele reaccionar pidiendo a los chicos que se acomoden a sus exigencias, sin preguntarse por la naturaleza de la tarea que realiza hoy, en un momento de la historia que tiene muy poco que ver con lo que pasaba hace solo veinte años. Fue emocionante para mí recibir al poco tiempo otro correo que, al lado del nombre, decía: “madre y maestra reconfortada”.
Tenemos que preguntarnos qué sentido tiene esta escuela, en tantos aspectos obsoleta. Les aconsejo que lean el hermoso libro que acaba de oublicar mi querido amigo y colega Angel Pérez Gómez, catdrático de la Universidad de Málaga. Se titula “Educarse en la era digital”. En una de sus primeras páginas dice: “La escuela que hemos heredado enfatiza la uniformidad, la repetición, el agrupamiento rígido por edades, la división y el encasillamiento disciplinar, la separación de la mente y el cuerpo, la razón y las emociones, los hechos de las interpretaciones, el trabajo intelectual y el trabajo corporal, la lógica de la imaginación, la racionalidad d ela creatividad y el trabajo del ocio”.
Y añade: “Los niños contemporáneos, en su mayoría, no fracasan en la escuela por el nivel de dificultad de una exigencia escolar dura, sino por aburrimiento, por ausencia de interés”.
Cuestiones peliagudas que nos exigen a todos y a todas una reflexión profunda. La rutina es el cáncer de las escuerlas. Hay que conocer cuál es el contexto en que vivimos, cuál la psicología de nuestros escolares y repensar la escuela, reinventarla desde lo más esencial.
Cuenta Francesco Tonucci que un profesor llegó al aula con un cucurucho de boquerones crudos. Repartió uno a cada niño con el fin de que lo observase y lo describiese detenidamente. Cuando uno de los niños tuvo delante su boquerón, lo miró con atención y un poco de repugnancia. Inmediatamente levantó la mano y le preguntó al profesor, temiendo que éste le diera una respuesta afirmativa:
– Profesor, ¿tengo que comerlo?
El profesor contestó, sorprendido por la pregunta:
– No, por favor, no tienes que comerlo, es para estudiarlo. ¿Cómo se te ha ocurrido esa pregunta? ¿Es que tú comes pescado crudo?
El niño, un tanto abrumado por la situación, contestó:
– Yo, no, ¡pero, como estamos en la escuela…!
Preocupante comentario del niño. Piensa que en la escuela pueden tener lugar las experiencia más peregrinas. Nada es de extrañar. Se hace costumbre oír en ella demandas chocantes:
– Silencio, niños, empieza la clase de lengua.
Tenemos que preguntarnos si aquello que hacemos, si la forma en que lo hacemos y el lugar y los tiempos en que lo hacemos es congruente con aquello que buscamos.
No es coherente, por ejemplo, pretender que los alumnos alcancen un alto nivel de participación ciudadana si no ejercitan la participación. Si no pueden opinar, decidir, intervenir como protagonistas y no como simples destinatarios de lo que otros han decidido y pensado que les conviene. No se aprende a montar en bicicleta leyendo un manual con indicaciones precisas. Y mucho menos escuchando las explicaciones sobre los contenidos del manual.
No es coherente pretender que tengan espíritu crítico si cada vez que lo ejercitan son reprendidos o llamados al orden. Si la evaluación consiste más en repetir que en opinar, investigar y crear.
No es lógico que se apasionen por el descubrimiento de la naturaleza, por la riqueza de la biodiversidad, por la importancia de la flora autóctona desde unas clases rutinarias, monótonas y aburridas, consistentes en repetir nombres y memorizar conceptos. Recuerdo una viñeta en la que se ve a un profesor pintando en el encerado una mariposa, mientras un niño “se distrae” mirando cómo vuela sobre el alféizar de la ventana de la clase una hermosa mariposa de llamativos colores.
Hay muchos niños que son considerados hiperactivos en la escuela. Lo que yo creo es que la escuela es hipoactiva. Creo que es necesario repensar la escuela, comprender su nuevas exigencias en la era digital y mejorar su organización, desarrollo y su funcionamiento. Sería terrible que la madre y maestra que me escribe tuviera razón y que la escuela fuese una máquina de empequeñecer, en lugar de un instrumento al servicio del desarrollo integral, del apasionamiento por el saber y del aprendizaje de la convivencia
Por desgracia estos son a menudo los resultados de un sistema educativo anacrónico. Los centros escolares continúan obcecados en formar en contenidos, en saberes, en un mundo digital donde esto es lo menos importante. Es urgente, como dices en tantas ocasiones, repensar la escuela, acercarla a la realidad, que pueda ofrecer respuestas eficaces y coherentes a los retos del siglo XXI.
Con todo, creo que debemos ser cautelosos con estos argumentos. Por una parte por los riesgos de la generalización. La escuela, más que un sistema, una metodología o unas leyes, son personas. Y, a pesar de una legislación perniciosa, a pesar de contar con pocos medios, es una institución repleta de excelentes profesionales implicados y conscientes de que trabajan con personas y con expectativas y sueños.
Otro riesgo sobre el que debemos ser conscientes es el de la sobreprotección de nuestros jóvenes. No podemos caer en el error de, al criminalizar el sistema, liberar a nuestros jóvenes del esfuerzo, la constancia, la ilusión necesarias para conseguir sus metas.
Flaco favor haremos a la educación cargando las tintas siempre sobre la misma parte de la balanza.
Queridos compañeros de primaria y universidad, ¡es cierto! El problema está en secundaria.
Queridos compañeros de secundaria y universidad, ¡es cierto! El problema está en primaria.
Queridos compañeros de primaria y secundaria y universidad, ¡es cierto! El problema está en la ley y en los políticos.
Queridos profesores, ¡es cierto! El problema son los padres y los alumnos.
Y cuando en el centro de secundaria donde trabajo llevamos a un alumno ante el jefe de estudios, él dice: “Yo no he sido, ha sido otro”.
¿Será que los adultos aprendimos de niños que la culpa la tiene siempre el otro?
Estoy de acuerdo en que hay que detectar el problema y reconocerlo para poder solucionarlo.
Estoy de acuerdo con tantas cosas en las que todo el mundo tiene razón…
Y, por ello, estoy hasta de acuerdo con los que como yo, intentamos cambiar nuestra forma de dar clase, con metodologías más activas por parte del alumnado, con la inclusión de las nuevas tecnologías, con … … … tantos cambios en tan poco tiempo, que a los actores (alumnos, padres, profesores, instituciones y … el portero del Real Madrid;-) ) no les da tiempo a asimilarlo y recibimos más quejas que soluciones. En fin, que no es la rutina, sino más bien, la impotencia lo que nos hace abandonar la búsqueda de esa metodología que todo lo consigue.
Sí una solución es la atención a la diversidad, pero ¿cómo se hace en el aula? ¿Y en todas las aulas de un centro? Para eso hace falta tiempo y personas y formación y experimentación y encontrar “mi forma de dar clase a mis alumnos”. Aunque mientras hay alumnos, profesores y padres que sufren las consecuencias de ese cambio. Y, me pregunto, en general, ¿ese proceso es malo o es formativo?
También soy padre, quiero para mis hijos lo mejor, y los voy a defender ante todo, pero no puedo olvidar que tengo que conocer a mi hijo, que mi hijo vive en esta sociedad (como es ahora, no como quiero que sea) y que tiene que adaptarse (¿o es que la sociedad entera se puede adaptar a la diversidad de 7·10^9 personas?). Lucharé en el colegio de mis hijos para que se les atienda individualmente, pero sin olvidar que hay 25 alumnos más por clase que tienen los mismos derechos y obligaciones que mis hijos. No quiero enseñarles que protestando más alto y más fuerte que los demás se consiguen más cosas (aunque sé que así no voy a cambiar la sociedad), pero intentaré que mis hijos comprendan a su debida edad que en este mundo, hay una forma de hacer las cosas y otra muy diferente que es la forma en la que deberían hacerse las cosas. Si conocen ambas, podrán elegir la mejor.
Y una última anécdota profesional. Con la Escuela 2.0 al principio del curso todos (o casi todos) los alumnos tiene conexión a internet en casa o la pueden conseguir y quieren su portátil para llevarlo a casa o usarlo en el centro. Cuando llevamos un mes y medio de uso de las páginas web y los trabajos con aplicaciones ofimáticas y búsqueda en internet, sobre las que tenemos que reflexionar, resumir, etc. se “empiezan a acabar” las conexiones a internet. ¿Dónde están/estamos los alumnos y los padres que quieren/queremos una enseñanza tecnológica del siglo XXI?
Gracias a los que lleguen hasta aquí, ha sido un espacio de desahogo donde volcar algunas de mis quejas sobre los que vivimos en esta España nuestra.
Admirado Miguel Ángel, no es una situación circunscrita a un espacio físico determinado. Conozco casos en el otro extremo de la Península en que eso es también así y que tiene unas repercusiones todavía mucho mayores cuando las 200 repeticiones, por ejemplo, son aberrantes para unos y son necesarias para otros, no en el centro, ni en la calle, sino dentro de la misma casa.
El problema entonces se multiplica geométricamente, porque adquiere aristas no de caligrafía (calidad de la grafía), sino de calidad de vida (calidez de vida).
Gracias por el encuentro semanal.
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Con la reflexión de la madre-maestra, con la opinión de Miguel Ángel y con los comentarios tan acertados que he leido hasta ahora, el empequeñecido soy yo. No sé que decir, todos parecéis tener razón…
Y es que el mundo de la educación es muy complejo, porque trabajamos con seres humanos, cada uno con sus vicisitudes y circunstancias. Y con esta sensación de empequeñecimiento me pregunto ¿estoy preparado y formado para atender esta diversidad?
¡Y mira que me he formado!…
¿Acaso la formación recibida como docente no ha sido la oportuna? ¿La amplia formación continua que he recibido tampoco ha sido la ideal? ¿Tan mal lo estoy haciendo? Preguntas y más preguntas…
Pedro, como bien dices no hay que buscar culpables, sino soluciones. Y para ello hay que analizar las causas… Lo malo es que ni siquiera en eso hay coincidencias y puntos de encuentro…
Intentaré hacer el menor daño psoible a mis alumnos, como siempre, y creo que no es poco…
Saludos a todos/as.
Lamentable actitud de westa madre que ademas afirma ser docente. A la escuela no se va a entretenerse ni a ser feliz. Ese es el error de base de muchos iluminados.
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Luis.
Si se puede aprender entreteniéndose y siendo féliz, ¿por qué no lo intentamos?
Un niño que va feliz a la escuela, motivado e interesado por lo que se hace allí, probablemente aprenda más. Ahora bien, si un niño va sin interés e infeliz posiblemente no aprenda nada. Es como si le hablases y tuviera los cascos puestos, o bien se quedara en stand bye… Luego sin predisposisición del alumno es muy complicado que se produzca aprendizaje.
Pero es que la educación contasta de dos procesos: la enseñanza y el aprendizaje. Y cuando el alumno no aprende porque le falta interés, habrá que modificar el proceso de enseñanza, quizás así cambien las tornas.
Dicho ésto. También puede ser cierto que en la actualidad el nivel de exigencia hacia nuestros alumnos e hijos sea tan bajo que su nivel de expectativas sea igualmente mínimo. En este supuesto, realmente es muy complicado enseñar. Somos maestros/as o profesore/profesoras, pero no hacemos milagros…
Finalmente, robar a un ladrón no da derecho a 100 años de perdón, sino que te convierte en ladrón. ¿Qué pasa que por ser docente no se puede quejar? ¿Comete algún error? La madre, no por maestra deja de ser madre, y está en su pleno derecho de exigir lo mejor para sus hijos. A ella habrá también que le exija…
El corporativismo dejémoslo para otros menesteres más positivos y no para ocultar la basura…
Léaseme sin acritud.
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Yo creo que en el proceso educativo pasa un poco como con las plantas, los árboles; si bien nos fijamos, cada día, son distintos, han evolucionado, han crecido gracias a los estímulos que les da la naturaleza.
Cierto que cada ser humano, cada niño, es distinto física y psicológicamente, no sólo de sus compañeros sino de él mismo de día en día. La educación perfecta estaría en penetrar dentro de él (ya de por sí imposible)y aplicarle la pedagogía adecuada. Esto en la escuela es imposible, pero lo que si es posible es adaptarse más a los intereses y preocupacines más generales de los alumnos. ¿Acaso contamos con ellos para hacer el programa de trabajo o simplemente les imponemos nuestro programa o el dado por el ministerio que nunca ha pisado un aula? ¿Por qué la disciplina es sólo un criterio del profesor, ¿es que no tienen nada que decir los alumnos que la padecen?
En definitiva, implicar a los alumnos en cada etapa educativa en su propio desarrollo evitaría muchos rechazos y conflictos. El alumno no debe ser objeto pasivo de su educación, sino elemento activo. La habilidad del profesor consistirá en saber llevar el proceso.
A mi modo de ver, el castigo a los alumnos sólo es eficaz si ese castigo es asumido y aceptado por el alumno, si es rechazo, mejor no ponerlo, sólo servirá para empeorar al alumno. Es lo que creo y he observado.
Saludos.
Estimado Luis:
Qué preocupante actitud la tuya. Primero porque descalificas a quienes piensan diferente de ti. ¿Por qué los tienes que llamar iluminados? ¿Qué adjetivo crees que podrían elegir para ti? No es ese el camino.
El camino es la argumentación. La escuela necesita esfuerzo, el aprendizaje es duro, a veces, pero es difícil negar que con una buena actitud, con una excelente disposición, con una relación afectuosa será más fácil hacerlo.
Claro que se va a la escuela a ser feliz. ¿O crees que la inteligencia no tiene nada ver con la felicidad? Yo estoy convencido que ser inteligente es tener la capacidad de ser feliz. ¿O deberíamos ir a la escuela a sufrir? ¿Es una actitud sana o sádica?
¿Por qué con unos maestros todo es fácil y con otros todo es horrible? Yo prefiero que a mo hija le de clase una persona que la entusiasme y que no la masacre.
La madre del correo es una excelente maestra. ¿Qué es lo que ves mal en ella? No desautoriza al profesor de su hijo, sino que está en contra de una estupidez. Ella dice que si tiene que ser reprendido o castigado, que lo sea, pero no de esa forma. Y tiene razón. No se desautoriza a un profesor cuando se critica una actuación suya equivocada. La madre quiere que se reprenda a su hijo e, incluso, como dice, que se le castigue si lo ha merecido. Pero no de esa forma absurda. (Por cierto, que habría mucho que discutir sobrte la eficacia educativa de los castigos…).
Hay maestros que entusiasman a sus alumnos, que los quieren, que lo todo razonable y positivo. Y otros que hacen aborrecer el aprendizaje para toda la vida.
Lo difícil de esta tarea es despertar amor al conocimiento.
No digo que haya que evitar el esfuerzo, digo que el esfuerzo se hace mejor cuando se ven motivos claros para hacerlo.
Cuando el constructivismo dice lo que es necesario para que haya aprendizajes significativos y relevantes dice que el conocimiento tiene que tener una lógica interna y otra externa (que enlace con lo que el aprendiz sabe), pero dice tambien que tiene que haber una DISPOSICION EMOCIONAL FAVORABLE HACIA EL APRENDIZAJE:
Querido Miguel Angel.
Siempre hurgando en el avispero. Gracias por ello.
Sólo cuestionando el sistema seremos capaces de repensar la escuela.
Yo también vivo y sufro en mi hijo las contradicciones de esta escuela obsoletas. El martes asistiré por segunda vez a un curso sobre hiperactividad impartido por Beatriz Janin, para ponerlo en entredicho. El sistema tiende a perpetuarse conceptualizando como patológico todo lo que le ponga en entredicho. Así ha sido siempre. Sólo los sabios ponen en entredicho al propio sistema. Gracias por tus aportaciones.
Estoy leyendo el libro de nuetro querido Angel Pérez, que da luz sobre la realidad de nuestra escuela y alumbra nuevos horizontes. A ver si somos capaces.
Besos.
Cristóbal
cgomezmayorga@hotmail.com
Querido Cristóbal:
Gracias por tu lectura y por tu aportación.
Sé que eres uno de esos maestros en cuyas manos los niños y niñas aprenden a pensar, a convivir y a ser felices.
Porue tú también eres feliz haciendo lo que haces.
Gracias por tu trabajo y por participar en el debate.
Un abrazo.
Miguel A. Santos
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La preocupación de esta madre podrían suscribirla muchas personas. Me ha parecido terrible el modo que tiene de concebir la escuela desde la experincia de su hijo: una máquina de empequeñecer. Es decir, lo contrario de verdadera misión: ayudar a crecer.
Si es así, hay que preguntarse por qué sucede esta inversión de efecto.Para empequeñecer no hace falta una escuela, basta ya la cultura neoliberal. La escuela tiene que ser otra cosa.
Qué dichosa mania de arremeter, durante toda la vida, contra la escuela pública, Miguel Ángel. Siendo lo que siempre ha sido: el pilar fundamental de la sociedad. Ahora resulta que bis de bis, la escuela “empequeñece” la actividad innata del alumnado. ¿Pero qué topicazos son estos? ¿De donde salen semejantes conclusiones? ¿Qué imaginativas tesis apoyan semejantes argumentos? Miguel Ángel, no te enteras: los héroes del siglo XXI son los profesionales de la educación. Porque a pesar de criticas gratuitas, siguen educando ejemplarmente a su alumnado, con un esfuerzo diario que la sociedad española pretende no ver ni personas ajenas a la enseñanza jamás verán. Simplemente, porque no saben de lo que hablan. Saludos.
Estimado Antón:
Qué triste, qué torpre y qué presuntuoso es decir a quien piensa diferente: “no te enteras”. La respuesta es fácil, pero no caeré en ella: “el que no te enteras eres tú”. No lo diré. Sencillamente tú piensas de manera diferente y yo voy a tratar de decirte por qué no estoy de acuerdo contigo.
1. No creo que tú defiendas, valores, ames y hagas más por la escuela pública y sus profesores que yo. Te remito a dos artículos previos titulados Ser docente I y Ser docente II. Aí verás cuál es mi postura sobre los docentes.
2. Criticar los defectos de la escuela y de sus profesionales no es atacarla es pretender que sea mejor. Quienes dicen que es perfecta ni la entienden ni la quieren. Defienden sus virtudes y sus defectos.
3. Es una ridiculez decir que otros “no saben de lo que hablan”. ¿Por qué no? ¿Porque no son docentes? ¿Por que piensan de forma distinta? ¿Porque dicen cosas que duelen o molestan?
4. Esta madre y el arículo no estan contra la escuela pública. Están CONTRA QUIENES ATACAN A LA ESCUELA PÜBLICA DESDE DENTRO, QUE SON LOS MALOS DOCENTES; LOS QUE DESANIMAN A SUS ALUMNOS, LOS QUE LOS HACEN SUFRIR. ¿O no hay ninguno?
5. Es de una mezquindad y de una torpeza increíble no admitir la crítica. Cuando esta madre me escribe lo que siento es pena porque pueda decir esto de la escuela pública. Me duele porque quiero que eso no pase en ella.
6. Nadie ataca más a la escuela pública que los malos profesionales que hay en ella. Y los hay. Negarlo es una majadería. Y quienes dicen que es perfecta, porque no lo es.
7. Algunos ven ataques en lo que no hay más que dolor y preocupación y deseo de emjorar.
8. ¿Qué son topicazos? Porque un buen topicazo es calificar algo de topicazo porque sí. Eso sí que es un topicazo. Pregúntale a esa madre si el dolor, el desaliento y el malestar de su hijo es un topicazo. ¿Necesitamos más argumetnos para pensar qué se puede hacer mejor?
Lee el libro que he citado (Educare en la era digital). Te vendrá bien. Aunque, claro, algunos piensan que no necssitan leer nada. Ya lo saben todo. Qué pena.
De cualquier manera, gracias por participar.
Miguel A. Santos
Yo también me identifico con esta madre y hablo con otros padres que también sienten lo mismo. No admitir que hay profesores que no gustan a sus alumnos y que influyen en la motivación, que los padres estén deseando que le toque tal profesor o maestro a su hijo es no ver la realidad o querer esconderla. Que la escuela tiene que cambiar se hace necesario, que muchos profesores se topan con compañeros inmovilistas que tratan de impedir los cambios (por miedo, poca formación, apatía, comodidad, etc.) también es verdad. He ido a manifestaciones donde reclamamos a los políticos transparencia, democracia. Allí me he encontrado profesores y maestros conocidos pero a la hora de practicar esa transparencia y democracia en su comunidad educativa dejan mucho que desear, no podemos ser incoherentes. Es rara la persona que no recuerde un maestro o profesor que le hizo feliz en la escuela y suele coincidir que fue con el que mas nota tuvo. Felicidad igual a buenas notas. Nosotros los adultos tenemos que cambiar para que sirva de ejemplo a los crios y no tratar de cambiar a todo el mundo menos a nosotros mismos. Para mi la escuela junto con la familia es el constructor de nuestra sociedad es por eso que los docentes son una pieza clave, a la cual debemos mimar y pedirle mas formación.
En el artículo, ¿dónde pone que se hable SÓLO de la escuela pública?
Pregunta tanto para detractores de la escuela pública, como de la escuela concertada, como de la escuela privada, como de la escuela utópica (en cualquier universo).
¿En qué parte de este blog se permiten ataques personales en los comentarios? ¿De qué educación se discute en los comentarios?
Gracias por ser respetuosos con las ideas de los demás y rebatirlas con ideas y/o hechos.
En el libro “Todos los niños pueden ser Einstein” que acabo de leer, se cuenta que el científico universal tuvo una infancia difícil.A los siete años aprendió a leer, su madre no sabía qué hacer y su maestra le llamó “lerdo”. Cuando cambió de centro y de ambiente familiar y escolar su vida emocional dio un giro impresionante a causa de su profe de Matemáticas que le reconoció su valía y le proporcionó “afecto”.
Comparto cien por cien el planteamiento del artículo y me pregunto por qué la máquina no se dedica a “engrandecer”.Leí un libro de Marina en el que contaba la anécdota que vivió en EE.UU. cuando al entrar a un centro educativo había una gran pancarta saludando a todos los alumnos “RECONOCEMOS LA GRANDEZA QUE HAY EN TI”.
Hace unos días escuché en RNE una entrevista a un maestro Carlos González que había hecho una película documental titulada “Entre maestros” basada en un libro que había escrito titulado “Veintitrés maestros de corazón”.
En Youtube poniendo “entre maestros” podéis acceder a varios vídeos.Hay uno en el que hacen una entrevista al director de la película y al maestro “la educación en su esencia”. Os va a encantar.
Dice Carlos “En educación una cosa es lo necesario(temarios) y otra lo esencial(personas).
Änimo querida compañera y madre, ya sabes lo que le pasó a Einstein…
Muchas gracias a todos por aprender con vosotros.
Seguiré a mis “iluminados” Santos Guerra, Marina, Carmen Pellicer,Emilio Lledó, Punset, Alberca, Carlos González…
Con la esperanza de que “algo está cambiando”.
¿Cómo se puede negar que esta madre está preocupada por un problema real que no solo se puede achacar a que su hijo no está motivado o es un mal estudiante? ¿Por qué unas clases funcionan y esas mismas clases con otros docentes no funcionan?
Yo no enviaría a mi hijo a una clase cuyuo profesor dijese que a la escuela no se va a disfrutar y a ser feliz.
Opiniones hay muchas. La tesis que sustenta el artículo, a partir de una única opinión subjetiva de una (supuesta) madre, hace agua por todas partes. Para empezar, porque, repito, si bine opiniones hay muchas, creo que las únicas que deben tenerse en cuenta son la de los profesionales de la enseñanza. De la enseñanza que centra el artículo. La del resto de personas… es evidente que tienen su derecho a opinar lo que quieran pero dichas opiniones no pueden tenerse en cuenta a ningún efecto de estudio científico al respecto de la enseñanza. Me explico: voy a un museo y hay una exposición sobre Renoir. Puedo decir: “me gusta”. Y bueno… es una opinión. En cambio el crítico de arte sabrá de la contextualización histórica de Renoir. De las escuelas pictóricas y de la propia del impresionismo. De sus autores… ¿Es evidente, no? No podemos confundir opiniones genéricas (o interesadas) con opiniones de expertos. Las primeras son las que se desarrollan en la barra de una cafetería. Las segundas, las que dan pie a estudios científicos sobre la educación. Creo que el tema no admite lugar a dudas. Saludos.
Lo de este hombre”el experto” no tiene nombre,yo se que muchos piensan igual y no entran al trapo,no podía tragarme esto.No se sí se dedica a incordiar y si se lo cree agüita pobre gente que este a su alrededor.Saludos.
Mira Antón:
Si todos los expertos son como tú, apañados vamos. Porque tú dices que no se va a la escuela a disfrutar y a ser feliz. ¿En qué investigaciones y datos científicos te apoyas para decir esto?
¿Tú no te das cuenta que puede haber algunos padres más inteligentes y sensatos y rigurosos en sus razonamientos que algunos profesores? ¿Por que no escucharlos?
¿Por qué los expertos de que tú hablas tienen opiniones tan distintas unos respecto a otros? Anda que no hay diferencia entre lo que opinan unos críticos de arte respecto a lo que opinan otros.
¿Tú crees que todos los profesionales de la educación son científicos? ¿Qué estudios científicos han hecho?
Deja que opinen todos y trata de aprender de todos. Qué brutalidad decir que los que no son profesionales de la educación no pueden decir nada sensato de la educación.
La opinión de esta madre es tan subjetiva como la tuya. Lo que que pasa es que ella se apoya en hechos.
Tú sí que haces agua por todas las partes, amigo.
El artículo no hace ninguna generalización a patir de un solo hecho. Habla del hcho. Y hace reflexiones sobre el hecho. Ni dices todas las escuelas., Ni dice nada de la escuela pública. Pero, ¿tú cómo lees?
Y te contradices demasiado. El autor, según creo, es un profesional de la educación. ¿No? Por lo que yo sé da clases. ¿Cómo, según tú, puede equivocar?
Y la madre también es maestra.
Anda y lee. Y piensa. Y escucha. Y duda. Te hará bien.
Hermoso artículo. La escuela es un recorte de la vida. No sólo se puede ir a la escuela a ser feliz, sino que SE DEBE IR A LA ESCUELA A SER FELIZ, ya que nuestra misión en esta vida es ser felices. Cada vez hay más niños que no soportan la rigidez de ciertos sistemas que encasillan, limitan, condenan, discriminan… No se por qué a algunos educadores les cuesta tanto romper con formas aprendidas y repetidas por siglos. Están convencidos de que sólo hay un camino correcto para llegar al conocimiento y no exploran, y no permiten que los educandos lo hagan por temor a que no puedan construír su propio conocimiento, no confían en las capacidades de los pequeños, en lo diferente que es cada uno del resto. ¿Por qué cuesta tanto romper esquemas y ver cómo otros con más coraje, más naturalidad, más creatividad los rompen? Los niños de hoy no son los de ayer, evolucionaron y para bien. Son seres de luz. Dejemos que algunas veces nos guíen ellos, no va a pasar nada grave, no es necesario castigarlos por ciertas conductas sólo porque nos enseñaron que no eran correctas, preguntémonos:¿por qué es tan malo hacer tal cosa?
Hoy uno de mis alumnos, podría asegurar que el más humilde de la clase, que no tiene para comprarse hojas, ni lápiz ni cuaderno y la escuela se lo ha provisto, irrumpió unos minutos tarde en la formación antes de izar la bandera, llegó en medio del silencio con tres flores de cortadera, que son unos penachos como de 2 metros de altura y no se cultivan, seguramente las cortó a orillas del río), se acercó y me dijo: seño, te los regalo. No pude menos que darle un gran abrazo, un beso en lamejilla y agradecerle, y ante toda la formación lo deposité ceremoniosamente en una maceta. La cara de alegría del niño iluminó toda mi mañana. No daba para sermonerlo porque interrumpió la formación y rompió el silencio, y llegó un par de minutos tarde. No por eso va a ser un mal alumno ni un mal ciudadano, ni una mala persona. Se permitió un bocado de felicidad y la compartió. Para mí es algo saludable y educativo. Siempre se puede dar. Todos podemos dar. Dar causa alegría. Esa fue la lección.
Un abrazo maestro Miguel Ángel, gracias por seguir allí cada semana,aquí empezó ayer el ciclo lectivo. Feliz fin de semana para todos y feliz comienzo argentinos.
Hola Luisa. El autor hace bastantes décadas que no pisa un aula de infantil/primaria/secundaria/postobligatorias/. Sus opiniones, seguro que fundamentadas, son fundamentalmente teóricas. Y estoy seguro de no haberme explicado bien: una tesis, vuelvo a explicarme, se fundamenta en hechos aceptados por un porcentaje notable de la sociedad, no en una sola carta de una pretendida experiencia subjetiva. Por lo tanto, difícilmente podemos desarrollar tesis científicas, si evidentemente subjetivas. Con tanto valor como el del camarero o el peluquero, con todo mi respeto a estas profesiones. En definitiva, cada uno en su campo. Yo jamás me pondría a teorizar sobre física cuántica. Simplemente, no sabría de lo que estaría hablando. De la misma manera, dejad la educación y sus tesis a los profesionales. Gracias
Parece ser que no hay argumento que pueda hacerte mella. Pues nada. Sigue en tus trece, que es un signo de inteligencvia.
No hables de fútbol si no eres futbolista, ni de política si no eres político, ni de música si no eres músico…
Y dale con la carte de la madre. El artículo no generaliza a raíz de un hecho. No trtata de ser una tesis científica. Trata de hacer unas reflexiones.
¿Tú que sabes si el autor ha pisado aulas de otros niveles? Por lo que yo sé, hace investigaciones, está en contacto con profesores, sigue dando clases en la Universidad…
No todos los que están en las aulas hacen reflexiones científicas. ¿Tienen también que callarse? Son las tuyas unas refleciones científicas cuando dices que a la escuela no se va disfrutar… Vamos, qué tremenda actitud.
Miguel ángel, quería comentarte una cosa ¿No os parece que cuando se habla de la emoción en al acto de enseñar y aprender, hay mucha gente que sonríe con ironía como si eso fuese una memez sensiblera? ¿No tienes la sensación de que cuando se nombra la bondad o buen hacer de los educadores, muchos nos tratan como ignorantes o en el mejor de los casos como ilusos? Y la felicidad ¿No es acaso un deber, casi siempre, pendiente?
Recuerdo un artículo que hace años escribió Javier Marías sobre la bondad. El autor recalcaba que las personas más inteligentes que había conocido, también eran las más buenas. ¿De qué nos tenemos que avergonzar?
En este sistema educativo, del que muchos formamos parte, parece que debemos obviar los sentimientos como si las personas no estuviésemos hechas de una inmensa amalgama de emociones.
La voluntad de rescatar lo mejor de los demás (alumnos, compañeros, amigos, familia…) es una necesidad tan imprescindible como respirar para seguir felizmente vivos.
Hace unos meses José Luis Sanpedro decía: “(…) Nos enseñan primero a creer y después a razonar. Y es al revés, primero hay que razonar y después creeremos según hemos razonado. Eso se llama libertad de pensamiento (…)”.
Por eso este sistema educativo y bastantes de los que trabajan en él, desean la escuela que tenemos, la escuela del NO: no hables, no te des la vuelta, no mires al compañero, etc. Es la escuela del niño mueble: el que no alborota, no se mueven, no se rebela, a penas respira.
Pero esos mismos defensores, está ocurriendo ya, exigen que los jóvenes sean creativos, tengan iniciativa, busquen la singularidad y crean en sí mismos para obtener un trabajo.
– ¡Venga ! La escuela (universidad…) te ha formado ¿a qué esperas? – preguntan con descaro.
Para esa mamá y para ese hijo:
Otras palabras de María,otro adolescente:
“No me sentía conectada con mi escuela
, me sentía marginada.
¿Por qué alguien desearía ir a una
escuela donde ni siquiera se lo
toma en cuenta?”
“No puedes esperar
que alguien te pregunte:
Oye, ¿qué tipo de
mundo deseas?’.
Tienes que salir
y ganártelo”.
PD:”Como una organización verdaderamente colaborativa que muestra el poder de las historias para provocar el diálogo, fomentar la participación cívica y revitalizar la práctica de la democracia, la voz activa es la creación de una historia convincente por sí mismo.” (Juan Esterle )
” Los niños llegan al mundo adulto sin tener idea de sus propios talentos y capacidades , por todo ello, se llega a la edad adulta sin liderazgo para generar cambios en el interior de la familia, empresa y sociedad “ELICREA (2012)
Fuentes:
http://www.activevoice.net/
http://elicrea.weebly.com/1/post/2013/01/empoderar-a-los-jvenes.html