El Papa no está muy católico

16 Feb

Conocí la noticia de la renuncia del Papa de una forma curiosa. Subí al coche, encendí la radio y escuché cómo el locutor de una cadena hablaba en pasado de los viajes del Papa, de las encíclicas promulgadas, del programado viaje a Brasil que ya no podría hacer… Di por supuesto que el Papa había fallecido de forma inesperada. Lo supuse porque por tradición secular estábamos habituados a que solo la muerte ponía fin al Papado. Pronto supe la verdad. El Papa había anunciado su renuncia, que se haría efectiva el próximo día 28 de febrero a las 20 horas.

Y ojalá, algún día no lejano, pueda gobernar la Iglesia una mujer.

La renuncia del Papa a su condición de Pontífice de la Iglesia romana ha causado una gran conmoción en el mundo católico. Desde Celestino V, en 1294, no había sucedido algo parecido. Benedicto XVI ha dicho que le faltan las fuerzas que requiere el desempeño adecuado (subrayo el adjetivo utilizado por el Papa porque define claramente su actitud) de las arduas tareas pontificias. El Papa no se siente muy católico. Solo él sabe con qué energías cuenta, físicas y psíquicas. Nadie está dentro de su pellejo para valorar su situación.

Me parece una decisión sensata, valiente y ejemplar. Una decisión de pura lógica. Para hacer algo es preciso estar en condiciones de hacerlo. Creo también que se trata de una cuestión de coherencia. ¿Por qué no hace el Papa lo que le obliga a hacer a los obispos y cardenales de la Iglesia? ¿Por qué tienen que renunciar a su tarea pastoral los obispos de la Iglesia si no lo hace quien se lo ordena?

No existe ningún precepto que obligue al Papa a seguir en el puesto hasta el final de su vida. Solo la tradición ha ido imponiendo una extraña lógica. Monseñor Stanislaw Dzwisz, arzobispo de Cracovia, ha criticado la decisión diciendo que nadie debe bajarse de la cruz. Esas palabras encierran, a mi juicio, una alusión al beato Juan Pablo II, de quien fue secretario personal durante muchos años, que arrastró una cruel enfermedad hasta la muerte sin efectuar esa renuncia. Algunas de sus apariciones resultaban tan patéticas que producían conmiseración. Resultaba cruel que se obligase/pidiese/aceptase aquel sacrificio a un anciano que padecía unos síntomas tan evidentes de dolor. No me gusta esa actitud de masoquismo sin límites (o de sadismo si es que se le instó a seguir en la silla petrina a pesar de su edad y de su penosa enfermedad) que lleva a una persona a hacer algo que no puede hacer. Ad imposibile nemo tenetur.

He dudado mucho en escribir este artículo. Hay quien podría decirme que a mí qué me importa lo que sucede en la Iglesia y lo que decide hacer su máxima autoridad. Y tendría una buena parte de razón. Pero lo cierto es que sí me importa algo de lo que sucede en el proceso de elección del nuevo Papa. Me refiero al hecho de que solo varones puedan elegir entre varones al nuevo sucesor. ¿Hasta cuándo esta discriminación? ¿Qué posibilidades existen de que pueda ser elegida Papisa una mujer?

Cuando el Camarlengo pronuncia solemnemente, antes de cerrar las puertas de la Capilla Sixtina, las palabras “extra omnes” (fuera todos), lo que viene a decir es que se queden fuera todos los que no son cardenales que van a realizar la elección del nuevo Papa. Lo que realmente dice es “fuera todas las mujeres”.

¿Por qué ? ¿Son menos inteligentes, menos solidarias, menos honradas, menos trabajadoras, menos competentes, menos bondadosas, menos indulgentes, menos pacientes, menos santas…? ¿Por qué se las deja fuera ?

La razón fundamental que utiliza la Iglesia para mantener esta situación es que el Fundador eligió para el apostolado solamente a varones. Pero bueno, también eligió casados. ¿Por qué en ese caso se sigue a rajatabla el criterio del Fundador y en otro no se tiene en cuenta? De cualquier forma han pasado muchos siglos para que se hayan encontrado motivos de reflexión. Han cambiado muchas cosas. Hoy resulta insostenible esa forma de proceder.

Esta discriminación es insostenible. Y lo más curioso es que las iglesias están llenas de mujeres. ¿Cómo no se sienten ofendidas ante esa agresión tan obvia, ante este desprecio tan manifiesto, ante esta discriminación tan descarada?

Supongo que a muchas mujeres no les interesa mi planteamiento porque malditas las ganas que tienen de acceder al sacerdocio o al episcopado. Pero hay que defender el hecho de que si una sola lo quisiera hacer tendría que poder hacerlo.

No hay organización en el mundo que hoy se presente con unas normas que impidan a la mujer acceder al poder bajo la excusa de que su fundador así lo ha decidido. Sería denunciada inmediatamente ante los tribunales internacionales. ¿Por qué se le permite a la Iglesia lo que no se le permitiría a nadie?

Hay un motivo más por el que La Iglesia debería reconsiderar esa norma. Me refiero a lo que la Iglesia se pierde al no admitir mujeres en el poder. Su gobierno sería de otra naturaleza, tendría otros enfoques, gozaría de otro talente, impulsaría otras relaciones… ¿Qué ha pasado en los países en los que la mujer ha accedido al gobierno?

Cuando veo las imágenes del cónclave, cuando veo tantas mitras y báculos, tantas sotanas moradas, tantos solideos y crucifijos me pregunto por qué no se acaba de una vez con esta discriminación que sigue proclamando al mundo que hay dos categorías de personas separadas por el género. Una es de primera clase y otra de segunda. Una superior y otra inferior. Bueno, algo se ha avanzado respecto al Concilio de Macon (585) en el que se llegó a discutir si las mujeres carecían de alma. Ahora ya la tienen pero sin duda es de una categoría menor. Los señores cardenales dirán hasta cuándo.

Hace unos años escribí un artículo titulado La falla sociológica, que incluí en mi libro La pedagogía contra Frankenstein. En ese artículo decía que, cuando los chicos y las chicas se han incorporado en igualdad de condiciones al sistema educativo, las chicas van mejor, trabajan más, obtienen mejores resultados. Desde Infantil hasta la Universidad. Y luego se produce esa falla que se las traga. Al otro lado de la falla las mujeres ya no están. Han desparecido parcialmente de la academia, de la banca, de la industria, del comercio… Y totalmente del poder en la Iglesia. ¿Quién se las ha devorado? La falla del sexismo. La falla del patriarcado. La falla del androcentrismo. Una falla que, a pesar de estar en buena parte rellena con cadáveres y dolor de tantas mujeres, sigue siendo muy profunda.

Es malo que las instituciones y las sociedades sean androcéntricas pero que lo sea una Iglesia que pretende predicar los valores en el mundo, resulta hasta grotesco. Debe haber mujeres que puedan elegir al Papa. Y debería contemplarse de forma nada desdeñable el hecho de que una mujer pudiera ser elegida. No sé a quién le oído en estos días que un cardenal había dicho:

– Todos podemos ser elegidos Papa, pero yo tengo más posibilidades que mi hermana.

La frase, que fue pronunciada probablemente con un toque de humor, tiene un transfondo inquietante. El transfondo de la exclusión, de la discriminación, del menosprecio. Ojalá que el sucesor de Benedicto XVI pueda ser elegido por cardenales y cardenalas. Ojalá que el nuevo cónclave no excluya a las mujeres cuando el camarlengo diga nuevamente: extra omnes. Y ojalá, algún día no lejano, pueda gobernar la Iglesia una mujer.

25 respuestas a «El Papa no está muy católico»

  1. Con el género (sexo) hemos topado. Dios y no (Diosa) hizo el mundo y Jesús (no Jesusa) vino a él para salvarnos… Y tenemos Papa (no Mama). ¿Sacerdotisas en la Iglesia? Debate que se aparta una y otra vez… ¿El pecado original? Por culpa de una mujer… ¿Hay estadísticas de Santos y Santas? Apuesto a que la balanza está bastante desequilibrada…
    Con este afán delimitador de los roles no me extraña el pánico de las autoridades eclesiásticas a una posible “femineidad” en el carácter de sus miembros (la consideración patológica de la homosexualidad, por ejemplo).

    Si entra la mujer en la Curia, la lía; parece deducirse de sus mensajes y actitudes… (La lía… ¿Más todavía? ¿Es posible?) La iglesia es un reservorio de prejuicios contra la mujer.

    La escandalera que supondría la aparición en el Vaticano del mismo Jesús del siglo I, sería tremenda: la emprendería a latigazos con “los mercaderes” del templo (¿Banca Vaticana?), tomaría por confidente y asesora a una prostituta (María Magdalena), donaría las riquezas acumuladas por la iglesia a los pobres (“Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” ), dejaría que los niños se acercaran a él, sin ánimo pederasta…

    En la Iglesia se pusieron tantas piedras desde aquella de Pedro, que los que quedaron dentro ya no pueden ver.

  2. A ver si nombran ya a un nuevo Papa, le dedicamos toda nuestra atención y dejamos de hablar de éste, positiva (como hacen don Daniel y el señor Fernández)o más o menos negativamente (que tal cosa es su escrito y el de doña Lola). Es como lo del tal Bárcenas, y uno acaba atragantado de tanta verborrea volcada sobre una sola persona.

  3. Mi querido Amigo y Maestro Dr. Don Miguel Ángel Santos: igual que te ocurrió, al oír ciertas referencias internacionales acerca del Papa Ratzinger, pensé: “ha muerto, sin embargo, estoy al lado de la Seu barcelonesa y no han tocado a muerto”.
    Suponía que el final vital del actual Ponfífice era el cierre de su Pontificado, como antaño ocurría a Obispos y Arzobispos.
    Recuerdo el caso de la preceptiva renuncia del Cardenal Tarancón -valedor y mediador en la Transición española- o del Emérito de Sevilla, Monseñor Carlos Amigo: el mismo día en que pidieron la renuncia por cuestión de edad, esta fue admitida en la Santa Sede…¡Lástima que hombres buenos, fieles al Espíritu de Jesucristo, en plenas facultades y vigor físico tuvieran que abandonar el gobierno de sus diócesis! Otros, en cambio, de cuyo nombre no quiero acordarme, han superado con creces la edad; no son queridos por casi nadie…sin embargo, la soberbia de poder y de influencia , les obliga a mantenerse en su cátedra, aun a sabiendas de sus intervenciones nefríticas cancerígenas. Ojalá haya auténtica democracia en el Cielo; si Dios existe y es justo, que sea ecuánime con estos Príncipes tan maquiavélicos que padecemos y que la historia seguirá sufriendo en la posteridad (¿quién no recuerda al inquisidor Torquemada; al Cardenal Cisneros, al Cardenal Richelieu, al Cardenal César Borgia, a su padre, el Papa homónimo). La historia y la divinidad harán su voluntad…Así sea.

    • Caramba, Cecilia, no sé cómo se te ha ocurrido esa papable. Yo hubiera pensado en miles de mujeres con más garantías. Ese “Nooo” inicial tuyo se hace muy grande si piensas en algunas candidatas. Es lo mismo que si yo pensase en Berlusconi para suceder a Benedicto XVI. El tema que planteo en el artículo tiene mucho clado, a mi juicio. Se trata de la exclusión sistemática, persistente y rotunda de la mujer. Creo que se trata de una discriminación en toda regla. Y esa discriminación tiene unas repercusiones graves en la mente de muchas personas. No es un broma. Es una realidad inadmisible.
      Cuando se produce la muerte de una mujer a menos de su parejo pienso siempre en las fuentes que alimentan el androcentrismo. Todos deberían ser eliminadas.

  4. El androcentrismo de la Iglesia es tan descarado como insostenible.
    Aplaudo sin paliativos la denuncia que supone este artículo.
    Hay que seguir ahí.

  5. Será un escándalo ver los 117 cardenales quedarse dentro ce la capilla Sixtina (dxtra omnes) Y DECIDIR QUIËN VA A SER EL PRÖXIMO PAPA. Si es el Epíritu Santo el wur elige parece ser aue éste también resulta ser misógino. Eligen hombres y eligen solo a un hombre (aunque potencialmente pueden elegir a una mujer). No habrá ni un solo voto para ellas.
    Esta es una institución de un androcentrismo abrumador e inadmisible en los tiempos que corren.
    Mi apoyo inondicional a la denuncia que supone este artículo.

  6. El discurso de la Iglesia sobre la mujer es hoy inadmisible. Además no veo signos de que vaya a cambiar en breve.
    Y eso tiene influencia en creyentes y no creyentes. Porque la exclusión del poder quebranta la igualdad, los derechos de las personas y es un atentado a la dignidad. Y lo hacen un día tras otro quienes pretenden decir a los demás cómo deben comportarse. Un escándalo. Comparto la tesis central del artículo.

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  8. Incontestable tesis.
    La pregunta es: ¿por qué no se hace?
    Y la siguiente pregunta: ¿cómo podemos exigir que se haga?
    Decirlo, denunciarlo, ya es algo.
    Pero habrá que hacer algo más. Porque esta gente vive así muy cómodamente. Habrá que presionar para que, al menos, tengan la molestia de soportar a quienes les denuncian.

  9. Siempre me he preguntado qué es lo que pensarán las monjas en un a institución que condena a la mujer a un segundo plano.
    Pero bueno, aquí se trata de decir lo que yo pienso, no lo que piensan lñas monjas que, aunque me intriga, no lo sé.-
    Lo que yo pienso es que no hay derecho a practicar una discriminación tan descarada, tan persistente y tan absurda.

  10. Una de las cuestiones que no se plantea en el artículo es la siguiente: ¿qué hay que hacer para que la situación cambie? Es decir, ¿qué hay que hacer para que acabe esta discriminación?
    Resumo:
    En primer lugar hay que despertar la conciencia de la discriminación. Es decir, hay que denunciar el problema, argumentar, explicar, interpelar.
    En segundo lugar, hay que dialogar con otras personas, persuadir a quienes no lo vean claro.
    En tercer lugar, hay que cultivar la idea de que el cambio es posible. En pleno aparheid muchos no pensaban que podría llegar a ser presidente una persona de raza negra.
    En cuarto lugar, hay que hacer visible la denuncia en los medios, en las televisiones, en la prensa, en la radio.
    En quinto lugar, hay que atacar el androcentrismo en todos los frentes. En una sociedad menos sexista, sería difícil mantener una situación como esta.
    En sexto lugar, hay que adherirse a movimientos feministas que luchan contra esta disriminación.
    En definitiva, ni hay que quedarse callados/as ni parados/as.
    Y ya es tarde.
    Miguel A. Santos
    PD: Alguien podría decir que qué importa lo que hace una organización con sus normas. Pero yo creo que, haya discriminación y exclusión donde la haya, debe afectarnos a todos y a todas.
    Un médico amigo mío me dice que deberíamos denunciar a la Iglesia ante el Tribunal de la Haya por discriminación hacia la mujer. No sé. Habrá que pensarlo.

  11. La Iglesia Católica es un invento masculino, de la misma manera que el Nuevo Testmento es una adición de escritos de hombres. No debe extrañar, pues, que con el paso de los siglos se haya perpetuado esta tradición masculina en alta jerarquía eclesiástica. Como cualquier organización, la Iglesia Católica tiene sus reglas, su estructura y en definitiva, un modo particular de funcionamiento. La mujer, históricamente siempe ha estado relegada al papel de hembra en la sociedad y de ahí su escasa relevancia histórica. ¿Se podrían cambiar las reglas del juego y que la mujer que así lo deseara tuviera también un peso notable en esa alta jerarquía eclesiástica? Pienso que no. Sería como forzar una tradición historica perpetuada y no lo olvidemos, seguida, aceptada y reverenciada por millones de fieles (y fielas, con permiso de la señora Aido) en todo el mundo. Reglas de juego y aceptación de las mismas, en definitiva. Lo que no impide que la mujer cada vez tenga más presencia social, muy lejos de ese rol que históricamente le ha tocado vivir.

  12. Para Antón Freixas:
    Yo creo que no hay que aceptar esas reglas del juego. Pienso, más bien, que hay que combatirlas y denunciarlas. Porque son injustas.
    Y sí, la mujer avanza, pero no por ese tipo de reglas sino a pesar de ellas.
    ¿Qué sucedería si todas las organizaciones actuasen de la misma manera?

  13. Esta es una institución incorregible. ¿Cómo no les da vergüenza meterse en la capilla Sixtina excluyendo a las mujeres. ¿Están apestadas? ¿No pueden pensar? ¿No pueden decidir? El Espíritu Santo se niega a soplarles como sopla a los varones?
    Ya está bien.

  14. La posición sexista de la Iglesia se muestra en esta exclusión que denuncia el artículo pero, además, en muchas otras cuestiones: Hay Dios Padre, pero no Dios Madre, hay Padres de la Iglesia, pero muy pocas Madres, hay ángeles y no ángelas… La mujer indujo al mal y nos llevó a todos al desastre.
    Así, hasta el infinito…
    Ese androcentrismo lo practicvan todas las religiones. ¿Qué decir de la posición del Islam ante las mujeres?
    Resulta increíble que quien desea implantar los valores en el mundo, practique esta discriminación.

  15. Insisto, son reglas de juego aceptadas, practicadas y reverenciadas por millones de mujeres en todo el mundo. Las religiones tienen esa connotación masculina inevitabe. En el caso de la religión católica, el antiguo testamento recurre constantemente a la mujer como aquella que desata la tragedia o en su rol de hembra pérfida. En el caso del nuevo testamento, la mujer prácticamente no existe. De ahí arranca una tradición milenaria que llega hasta la actualidad, en relación a la mujer. Son reglas de o lo tomas o lo dejas. La mujer que se declara católica practicante (millones de ellas en el mundo) está obligada a tomarlas, sin más. Por otra parte, si nos pusiéramos a hablar de otras religiones, llegariamos a peores conclusiones aún.

    • Estimado Antón Freixas:
      Yo creo que las reglas puedes tomarlas, dejarlas…o combatirlas y cambiarlas.
      Es, creo, una exigencia moral.
      Hay reglas injustas, discriminatorias, inadmisibles.
      No hay que seguirlas, quizá haya que dejarlas.
      Pero, desde dentro y desde fuera de la Iglesia, a mi juicio, hay que denunciarlas y combatirlas.
      Creo que se trata de reglas dañinas e injustas.
      No basta de dicr que son antiguas o que están generalizadas en las religiones y aceptadas por quienes creen (incluidas las mujeres).
      Yo creo que esa discriminación cala en la mente de creyentes y no creyentes.
      Ya lo vemos como algo normal.
      Incluso los no creyentes deben denunciar esa persistente (unas veces sutil y otras brutal) discriminación.
      No me vale que se diga: “esas son cosas de los católicos y, sobre todo, de las católicas”.
      Cuando hay dolor o persecución o guerra o injusticia en lugares apartados no decimos: “me da igual”.
      Cuando se produce un nuevo asesinato de una mujer me pregunto por las causas que alimentan el sexismo. Y esta es una de las más poderosas. En la mente de muchos niños y de muchas niñas se va introduciendo esa idea de la mujer inductora al mal, de la mujer que debe ser como la Virgen… No hay nada inocente en ese discurso misógeno.

  16. No hay que tener tantas contemplaciones con una institución que practica la discriminación.
    Parece que diera igual tratar a las personas como iguales en dignidad que despreciar a unas y beneficiar a otros.
    No lo deberían consentir los fieles. Y quienes no lo somos, tampoco.

  17. Creo que allá donde haya una discriminación hay que denunciarla y combatir.
    No se puede dejar pasar por alto tanto descaro.
    Y se hacen pasar los santos.

  18. Estoy de acuerdo en que las normas se pueden discutir, denunciar, combatir y cambiar.
    Hay muchos casos en la historia que demuestran que esto es posible. Y, a fuer de posible, es obligado hacerlo desde una posición moral.

  19. A ver, si uno quiere entrar en un Club, debe aceptar las reglas de ese Club. Nadie está obligando al interesado a que entre, es el interesado el que desea entrar. Dichas reglas son comunmente aceptadas por millones de usuarios de dicho Club que conocen las mismas. Si ese Club no tuviera dichas reglas, quizás estariamos hablando de otro Club. El Club en el que desea entrar el interesado ese dicho Club, no otro. En definitiva: el que no esté de acuerdo con dichas reglas, simplemente que no entre. El que rechace de forma tajante el Club, que no entre. El que, desde una perspectiva absolutamente subjetiva, aprecie una posición inmoral en dichas reglas, que no entre. Hay muchos Clubs, que cada uno decida el que puede estar más cerca de su particular posicionamiento moral.

    • Permíteme discrepar.
      Si alguien entra en un club que ya tiene reglas fijadas no quiere decir que las deTODAS por buenas. Si no le gusta nada, como dices, lo lógico es que no entre.
      Pero puede entrar para MEJORAR ese Club y pretender criticar y cambiar esas reglas.
      En lo que no estoy en absoluto de acuerdo (al menos en este caso) es que se hable de una “perspectiva absolutamente subjetiva”. La discriminación de la mujer es indiscutiblea de. No puede acceder al poder. No puede elegir a quien va a ocupar el poder. ¿Es subjetivo?
      Y voy a decir más, la crítica de lo que se hace injustamente en un Club debe hacerla incluso el que no está dentro. Si en un Club hubierse una norma que permitiese torturar, deberíamos denunciarla todos y todas.

  20. Si uno no está en absoluto desde su particular posicionamiento moral respecto a ese Club, que lo ignore absolutamente. Hablamos de universos distintos. Uno, el que millones de personas aceptan, creen en las reglas de tal Club. Otro, el que no las acepta. No es una cuestión de discrepancia o crítica, simplemente, de divergencia. Porque los posicionamientos morales son todos válidos. En relación a la mujer, la Iglesia Católica tiene esas normas, simplemente, en la medida que se basan en los Evangelios, donde ya he dicho que la mujer no existe. Meter con un calzador a la mujer en la Iglesia Católica sería desmoronar el sentido que la sustenta, que no es más que su propia historia, aquella en la que los fundadores de la iglesia fueron todos hombres, elegidos por Jesús. Si no eligió él en persona (según mitología) a ninguna mujer, ¿por qué debería hacerlo ahora la alta jerarquia eclesiástica? Esto no quita que todos estemos de acuerdo con que la mujer, vía capacidad claro está (nunca por el hecho de ser mujer sin más), esté actualmente en plena igualdad de derechos y deberes para con el hombre.

    • Pues yo creo que lo que “siempre se ha hecho” no es un criterio de actuación. Se ha podido hacer siempre mal. La historia avanza. Los tiempos cambian.
      Y verás cómo, pronto o tarde, la propia Iglesia cambiará esas normas. Anda que no ha cambiado cosas la Iglesia. Cambiará, entre otras cosas, por un principio pragmático: no tienen vocaciones para el sacerdocio.
      Las normas de las instituciones tienen que respetar los derechos de las personas. Vivimos en una sociedad diferente a la de hace 2000 años.
      Y esas derechos de las personas tienen que respetarlos todos. ¿Te imaginas una institución que diga hoy que los negros no pueden acceder al porder porque son negros?
      ¿Nadie debería decirles nada?

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