En el anteporyecto de ley que ha preparado el Gobierno (la para mí catastrófica LOMCE) aparece más de cien veces la palabra evaluación. Hay, desde principio a fin, una obsesión preocupante por la evaluación. ¿Por qué preocupante? Porque parece que la evaluación, en lugar de un medio para mejorar, se convierte en un fin en sí misma.
La preocupación aumenta si se trata de evaluación externa y frecuente (3º y 6ª de Educación Primaria, 2º y 4º de ESO y 2º de Bachillerato). Parece que solo la evaluación que hacen los expertos desde fuera es la que tiene rigor. Ese hecho entraña una indiscutible desconfianza sobre la evaluación que realiza el profesorado. Esa evaluación se hace solo sobre los resultados de los alumnos. Los procesos no se tienen en cuenta.
Creo que existe en el anteproyecto una delirante preocupación por la medición. Se trata de una obsesión por pesar al pollo. En efecto, se quiere dedicar más tiempo, más esfuerzo y más dinero a pesar al pollo que a engordarlo. Las preocupaciones más importantes respecto al desarrollo del pollo, serían las siguientes: pesarlo, compararlo, seleccionarlo y clasificarlo.
Se trata de saber cuánto ha engordado, quién ha engordado más que quién y a quiénes hay que eliminar por no haber conseguido el nivel deseable. Pero hay menos preocupación por alimentarlo de forma equilibrada, sana y rica. Prueba de ello es que habrá más alumnos y alumnas por aula, peores condiciones de trabajo para el profesorado, más horas lectivas, menos medios didácticos… En definitiva, será difícil que sea bueno el decisivo proceso de alimentación.
Y, claro, si al pesarlo el pollo no ha engordado lo suficiente, será por culpa del pollo. Nada tendrá que ver con ese desarrollo deficiente el plan de nutrición, los alimentos que se le ofrecen al pollo y los procesos de alimentación. Por eso no se habla de otras evaluaciones en la ley: ni de la polìtica educativa, ni del curriculum, ni de los centros, ni del profesorado…
Además, al pollo no se le engorda solo en la escuela. ¿Qué sucede con el que no tiene en la familia medios para comer? ¿Qué le pasa al que solo cuenta con lo que recibe en la escuela? Está muy claro que va a tener muchas dificultades para salir airoso de la competición.
Da la impresión de que la finalidad de la evaluación no es aprender sino aprobar. La meta está en conseguir buenos resultados, noen despertar el deseo de saber, en hacerse mejores personas con lo que se aprende. La más deseable y profunda esencia de la educación, al parecer, es la competitividad.
Es llamativo que el primer párrafo de la ley sea el siguiente: “La educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y las cotas de prosperidad de un país; su nivel educativo determina su capacidad de competir con éxito en la arena internacional y de afrontar los desafíos que se planteen en el futuro. Mejorar el nivel de los ciudadanos en el ámbito educativo supone abrirles las puertas a puestos de trabajo de alta cualificación, lo que representa una apuesta por el crecimiento económico y por conseguir ventajas competitivas en el mercado global”.
Como podrá observarse, en un solo párrafo (el que abre el texto) aparece tres veces la idea de competir. Ese es el eje de la filosofía de la nueva ley. No se trata de llegar a ser el mejor de nosotros mismos, sino mejor que los demás. No se trata de desarrollarse al máximo sino de desarrollarse más que los otros.
La recuperación de las reválidas no es más que la instalación de una cadena de obstáculos que condena al fracaso a quienes peores condiciones tiene para superarlos. La finalidad del aprendizaje es pasar esa prueba. El fin es el éxito en el control que decide quién sigue y quién no.
¿Qué pasa con los pollitos que no pesen lo suficiente? Esos no sirven, no pasa nada con que se pierdan. Lo importante es que sigan los mejores.
Las funciones más poderosas de la evaluación son, ahora, las más pobres desde el punto de vista educativo. La evaluación no sirve para dialogar, para comprender, para mejorar. Ahora las funciones más importantes son medir, comparar, seleccionar y clasificar. Hace ya algunos años publiqué un libro titulado “La evaluación, un proceso de diálogo, comprensión y mejora”. Creo que el enfoque de la obra no tiene mucha cabida en la filosofía de la nueva ley. En ella lo importante es competir y ganar. La evaluación es un modo de comprobar que has triunfado, que has ganado a otros, que has sido seleccionado en el proceso competitivo.
Esas poderosas funciones tienen una dimesión ética insoslayable. Lo único importante parece ser la dimensión técnica, como si esta fuera neutra, como si no beneficiase a unos y perjudicase a otros. Ilustra muy bien lo que digo esta imagen tomada del libro “¿A quién beneficia la escuela?”, de Jacques Halak.
Se trata de una carrera en la que compiten por llegar a la meta diversos corredores. El texto que figura debajo de la imagen encierra una terrible trampa: “Hemos abierto una escuela igual para todos, que gane el mejor”. No es cierto que esa escuela sea igual para todos. No es cierto que vaya a ganar el mejor. Ganará quien no tiene una bola de hierro atada al pie, quien no tiene una estaca atada a la cintura, quien no tiene una cadena amarrada al tobillo. Ya de partida sabemos quién va a fracasar. Los pobres, los inmigrantes, los discapacitados, quienes pertenecen a clases culturamente desfavorecidas, quienes no tienen dinerto para pagarse un profesor particular…
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Los detractotes del sistema educativo, a quienes se les llena la boca con los pobres resultados de PISA en las pruebas de conocimiento, nunca se refieren al excelente puesto que ocupa España en la equidad de su sistema educativo. Claro, eso para ellos no tiene mucha importancia. Probablemente sus hijos tengan muchos medios para ser triunfadores. ¿Qué más les da que otros fracasen?
Creo, Miguel Ángel, que fue a ti a quien hace tiempo escuché una frase que sintetizaba muy bien lo que, en gran medida, desarrollas en este excelente artículo. Decía: «Dime cómo evalúas y te diré cómo enseñas».
Ciertamente, la forma de evaluación es clave en el sistema educativo (en cualquier nivel) y refleja una fundamental dimensión ética del docente.
No me extiendo más. Solamente les sugiero a los lectores de tu blog que, aparte del libro que citas, puede acudir a cualquiera de los que has publicado y en los que abordas los criterios de evaluación: son muy lúcidos y clarificadores.
Un abrazo desde Córdoba.
Ayer precisamente, estuvimos escuchando la Dra. Neus Sanmartí, hablarnos obre la Evaluación de verdad, la que acompaña y ayuda a los niños y a los maestros a mejorar. A mejorar a cada uno de los que intervienen en el proceso y con ello a la sociedad en general. Porque, aunque los que mandan no lo crean » en la vida, como en la carretera, estamos todos» y todo lo que hacemos revierte en cada uno de nosotros.
Y aunque ahora, (y por lo que parece de aquí en adelante más), los niños que tengan más recursos económicos, sobre todo, tendrán más y mejores posibilidades; a la larga una sociedad más injusta, más desigual y más desgraciada en definitiva, hará sufrir a TODOS , también a los que tiene más. ¡Ah, que de momento no nos llega!? Ya llegará (si no hacemos algo para remediarlo….)
Mientras tanto, como maestra, solo me queda aplicar todo lo que nos enseñó Neus Sanmarti; esperando que de este modo, al menos el 80% de «mis pollitos» , obtenga una alimentación equilibrada que les garantice ser unos pollos felices y que contribuyan a hacer una sociedad mejor.
( y de paso a ver si se «atraganta» alguno de estos ideólogos de leyes educativas, al intentar comérselos)
Sobre el inicio de la LOMCE, no hay nada más que añadir.
En la presentación de Neus hice referencia a la misma en contraposición a esta cita suya: » Entiendo la educación no como un mera acumulación de conocimientos sino como el desarrollo de la capacidad de pensar y de convivir. No hay conocimiento útil si no nos hace mejores personas»
Gracias.
Es evidente señor Santos. Pero, al hilo del último párrafo, me pregunto si la equidad está reñida con el conocimiento; supongo que no, ¿Por qué, entonces, somos tan pobres en conocimiento?
Un saludo, y muchas gracias.
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Esta ley está hecha para los suyos, no para todos. Es una ley que favorecerá a los que tienen cultura y dinero.
Poner evaluaciones externas de resultados aparta la mirada de los procesos de aprendizaje.
Hace evaluaciones estandarizadas hace que no se tenga en cuenta el conteto.
Querido Holden:
Gracias por tu fidelidad como lector asiduo y clarividente.
No. No tiene por qué estar reñida la equidad con el conocimiento.
Soy consciente de las limitaciones que tiene nuestro sistema: la más importante, a mi juicio, es la selección y la formación del profesorado. Esta es una tarea difícil y, a la vez, paradójica. No es fácil despertar el deseo de saber…
Pero no se puede perder de vista el lugar de donde venimos. Hemos tenido cuarenta años de paréntesis cultural, hemos tenido un elevado nivel de analfabetismo…
Tenemos que mejorar, pero hemos avanzado mucho también en conocimiento.
Un cordial saludo.
Miguel A. Santos
Sólo quiero decir que me parece tremendo el primer párrafo de la ley que cita Miguel Ángel.
Totalmente de acuerdo en la visión educativa que expone en el artículo.
A mi modo de ver, los conocimientos los tenemos hoy a nuestro alcance a través de internet, bibliotecas, charlas, etc. y seleccionando aquellos que nos interesan. Lo que no nos dan tanto esos medios es respeto, comprensión, aceptación de la diversidad, esfuerzo y tantos valores no evaluados y que conforman nuestra personalidad y el ser buenos ciudadanos.
El saber, sin valores, puede convertirse en una tremenda carga social y personal. En las cárceles también hay mucha gente que sabe mucho, cargada de conocimientos.
Saludos.
En el mundo del deporte, de la competitividad, sólo gana uno. Si el resto son no ganadores no es preocupante, pero si se les considera perdedores me temo que vamos a tener un país de futuros frustrados.
Ligar educación exclusivamente a éxito y dinero habla muy bien de la ideología política de los que están elaborando la futura Ley de Educación.
Cuando interesa más hablar de producto, de resultados, de competencia,… la educación en valores que lleva implícita da miedo: pisar a los demás, individualismo, aislamiento social,lo importante conseguir el éxito como sea y a consta de lo que sea,…
Volvemos a los inicios de la evaluación, a la medición y la comparación, ¿volveremos a los objetivos operativos? A tomar viento el contexto…
Si se parte de que todos somos iguales, ¿qué va a pasar con los alumnos con necesidades educativa especiales? ¿Volverán a tener una educación asistencial y marginal en centros específicos?
¿Tendremos que volver al «azucarillo» como método de refuerzo del estímulo para llegar a la respuesta deseada?
Seguimos observando que educación e ideología siguen y seguirán siempre estrechamente unidas. Conductismo puro y duro versus constructivismo. Adiós procesos…
Pero como siempre una cosa será lo que la Ley proponga y otra muy distinta lo que el docente disponga… Bendita libertad de cátedra…
Efectivamente, como dice Juan Carlos, lo peor es la ideología que inspira la ley. Una filosofía para ricos, que olvida a los más desfavorecidos.
Eso tiene que ver con el abandono de la escuela pública y con el apoyo a la privatización de los servicios públicos. ¿Tiene dinero? Tendrá educación. ¿Tiene dinero? Tendrá sanidad. ¿Tiene dinero? Tendrá seguridad… Y así siucesivamente. Y el que no lo tiene que se aguante o que se pudra.
La evaluación es un tema crucial Porque condiciona todo el proceso. Como se necesita alcanzar el éxito, lo que se considere como éxito va a marcar todo lo que se hace.
Si para tener éxito hay que memorizar, pues se memoriza. Si para tener éxito hay que aprender a hacer esto lo otro, pues se trata de hacer.
Por eso es tan importante que la evaluación no vea solo resultados y que tenga en cuenta lo más importante.
No es así en la LOMCE.
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Controlados los evaluadores mediante suculentos contratos, escalaremos puestos en el informe PISA, por ejemplo. Suficiente argumento para Atila Wert.
La imagen que ilustra el artículo es fantástica. Dice tantas cosss importantes… Los organizadors también se las traen. Y eso que no están en la carrera los cojos, lo aue van en sillas de ruedas… Y, sobre todo, la leyenda. ¿Esa es una escuela para todos? Vale por un curso. Gracias.Me será muy útil.
¿Esd que no es posible aslcanzar un pacto en educación? ¿Tan difícil es llegar a un acuerdo básico sobre lo que debe ser el sistema educativo.
La investigación ya ha dicho muchas cosas sobre los provesos educativos. ¿Por qué no guiarse de los resultados de las investigaciones?
Rdsulta insoportable que estos señores (y señoras) nos sometan a su caprichos en cada cambio de legislatura.
No se debe concebir la evaluación como un mecanismo de mero control o de competción. Es empobrecerla y desvirtuarla.
Debe ser, a mi junio, sobre todo, un proceso de reflexión, de aprendizaje y de mejora.
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