El caso de Estefanía

13 Oct

Lo que está pasando en España es para echarse a temblar. Algo (o todo) hemos tenido que hacer mal para llegar a esta situación. ¿Cómo puede suceder que los jóvenes españoles tengan que imaginar su futuro lejos de nuestras fronteras? ¿Cómo podemos invertir en su formación durante más de veinte años y luego obligarles a emigrar para dejar los frutos de esa formación en otro país? ¿Qué pensar de quien invierte durante treinta años en plantar, cuidar, podar, regar y abonar un árbol y, en el momento que empieza a dar frutos, lo transplanta para que otro se beneficie de los frutos?

Y que seguramente tendrá que emigrar a otro país a dar allí el fruto que tanto tiempo y dinero nos ha costado a todos.

De nada serviría obligar a que esa persona permaneciese en el país devolviendo al menos una parte de lo que se le ha entregado. Qué más quisieran. El problema es que no tienen donde trabajar. Esa obligación tendría su lógica pero no hay puestos de trabajo para hacerla efectiva.

Estoy convencido, además, de que se van los mejores médicos, los mejores ingenieros, los mejores arquitectos, los mejores profesores… Es decir, los mejor formados, los que más idiomas dominan, los más emprendedores, los más abiertos de mente…

Hace algunas semanas escribí aquí un artículo titulado “Quiero ser alguien que aquí no existe”, sobre la calamitosa situación que viven nuestros jóvenes. Hoy quiero ejemplificar, en un caso que me es bien cercano, el discurso genérico que aquel día presenté a la consideración de los lectores. Cuando se pone nombre y apellidos a un problema adquiere una especial relevancia.

Imagino que muchos de quienes se acerquen a estas líneas tendrán en su familia, entre sus amigos y conocidos, casos semejantes. Digo esto porque, a veces, al hacer reflexiones con carácter genérico, no caemos en la cuenta de que, bajo esa descripción, hay personas de carne y hueso. Cuando hablamos una y otra vez de los seis millones de parados, nos olvidamos de que bajo ese paraguas numérico, bajo esa cifra atroz, se encuentran Juan, María, Pedro, Luis, Marta, Antonio y Sofía.

Hablaré de Estefanía, a pesar de que al hacerlo, ofenda su pudor. Se trata de una becaria de mi grupo de investigación que en unas semanas va a leer una magnífica tesis doctoral sobre bilingüismo. Una tesis que ha podido llevar a cabo gracias a una beca PDI de cuatro años, que ha podido conseguir y disfrutar gracias a sus extraordinarias calificaciones.

Tuve la suerte de tenerla entre mis alumnas de varias asignaturas, en el Grado de Pedagogía y en el Doctorado. Siempre se distinguió por su capacidad de trabajo, su inteligencia y su sentido de la responsabilidad. Ha participado durante varios años en el grupo de investigación que dirijo, con la máxima dedicación, eficacia y generosidad. Ha dado clase en la Universidad de Málaga, impartiendo la asignatura “Organización del Centro Escolar”. Me gustaría que sus alumnos y alumnas pudieran hablar aquí sobre sus cualidades personales y didácticas.

Para completar este retrato profesional apresurado diré que habla perfectamente inglés. Y que, gracias a las preceptivas y otras voluntarias estancias en el extranjero, ha adquirido una formación admirable. Pues bien, al concluir el año, la Universidad le dice que no hay sitio para ella, que tiene que irse. No se pregunta la Universidad a dónde va ni qué pasa con ella. Con la frialdad que caracteriza a la institución se le dice: váyase, no hay sitio para usted aquí.

Es una de esas personas de las que solemos decir que lo tiene todo. ¿A qué vienen tantos elogios? Pues vienen a cuento para decir que Estefanía no ha podido continuar dando clase porque los recortes no le han dejado sitio. Y que seguramente tendrá que emigrar a otro país a dar allí el fruto que tanto tiempo y dinero nos ha costado a todos. Porque Estefanía se ha formado en la escuela y en la Universidad públicas. Es decir, con el dinero de todos. Me gustaría hacer el cálculo de todo lo que ha costado la formación de Estefanía. Y luego concluir diciendo que todo ese dinero se lo regalamos, a través de su trabajo, al país que tenga la fortuna de recibirla para hacer un trabajo que esté acorde a su capacitación profesional.

¿Qué decir de la sensación de frustración y desaliento que genera en una persona de su valía ver que se cierran todas las puertas a las que llama? ¿Qué decir de su familia, que ha hecho un gran esfuerzo durante años para que su hija estudie, para que sea una buena profesional y, cuando ya ha terminado ese período con éxitos casi abrumadores, se ve en la tesitura de decirle adiós no para unos días sino probablemente para toda la vida profesional?

Como Estefanía tenemos hoy miles y miles de jóvenes. Aproximadamente la mitad de la juventud se encuentra sin posibilidades de encontrar trabajo en el país, por excelente que sea su formación. ¿Cuándo van a tener las condiciones mínimas para hacer un proyecto de familia?

La opción de emigrar podría ser interesante si fuese completamente voluntaria. Lo terrible es que es absolutamente forzosa. O emigrar o esperar, si hay suerte, a emplearse sirviendo copas en un bar o tocando las teclas de la caja en un supermercado. O emigrar o quedarse con los brazos cruzados o llevando hasta el infinito la preparación para no ser nada. Me duele el alma de ver a personas con su tesis doctoral terminada, con un dominio excelente de varios idiomas, en el desempleo o desempeñando un trabajo mal pagado en un puesto para el que no hubiese sido necesario tanto esfuerzo y tanto tiempo.

Confieso mi impotencia para ofrecer una salida a Estefanía. Siento, ante ella, toda la vergüenza de quienes no hemos sido capaces de ofrecerle a nuestro lado un futuro esperanzador. Me permito proponer, sin ser economista y acaso por no serlo, que ya está bien de recortes y que más valdría poner en marcha estrategias y programas que favorezcan el empleo. No puedo entender cómo se puede crecer recortando y recortando.

De cualquier manera, me alienta la esperanza de que, esté donde esté, Estefanía será una profesional competente y una persona capaz de contribuir a la mejora de la sociedad que tenga la suerte de acogerla.

23 respuestas a «El caso de Estefanía»

  1. Tremendo el caso de Estefanía y el de tantos y tantos…
    Sólo añadiré que mi hijo acabó ahora Económicas. En diciembre se va a Australia a buscar futuro.
    ¿Cuénta el Gobierno como parados a tantos emigrantes que han estado trabajando en nuestro país y ahora se han tenido que volver al suyo de origen y a los españoles que se están buscando la vida por esos mundos? Quizás esa tremenda lista engordaría aún más.
    Saludos

  2. Es evidente que una sociedad, como la Española, y particularmente la andaluza, que castiga a las mejores personas tiene lo que se merece (desempleo, mediocridad, injusticia, etc.). Pero que esa sociedad no cuente conmigo para su despreciable tarea de castigo. Confío en que Estefanía pueda continuar -voluntariamente- enriqueciendo a su tierra, y en que ésta deje de castigarla.

    Un saludo, y muchas gracias, señor Santos.

  3. Estoy harto de recortes. Siempre perjudicando a los de abajo. ¿Es que no hay forma de favorecer el empleo juvenil? ¿No se puede dedicar nada a programas de ocupación de los jóvenes? Es un desperdicio para el país y un castigo inmerecido para los mejores jovenes. Se esfuerzan cada día para terminar así. Animo påra Estefanía.

  4. Lo más penoso de todo es que toda esta gente tan bien formada se tenga que ir fuera y sin embargo, nuestros políticos, que han demostrado una y mil veces su falta de preparación, sus pésimos conocimientos de economía, su escasos conocimientos de idiomas, su torpeza a la hora de administrar los recursos, y sin embargo siguen y se quedan. ¡No hay formas de echarlos!

    ¿Por qué no se invierte la situación? Que se queden los mejores y los políticos que se vayan… Cuanto más lejos mejor…

    Con tanta generalización es posible que haya metido en el mismo saco a otros políticos bien formados y con buenas intenciones hacia el bien común. Bueno, pues ese que no se dé por añadido (ese es singular…).

    Suerte a los que se van, os esperamos…

  5. No quiero ahora hablar de la situación del país. Solamente decir que llevo casi cuatro décadas en la Universidad española y, sencillamente, camina hacia el desastre total, es decir, a la mediocridad más absoluta. Eso sí, bajo la apariencia de calidad que es lo que quieren los burócratas que están instalados en ella: dar una imagen ficticia y falseada de una realidad insostenible.
    Y, ¡ojo!, que no tengo nada de carácter pesimista. Al igual que Miguel Ángel, yo me iré cuando me echen; es decir, a los setenta años. Mientras tanto, estaré enfrentándome a este desastre y hacer lo que pueda por lo mejor de los jóvenes con los que trabajo.

  6. Tenemos en España un overbooking de universitarios, en ausencia de un mínimo tejido productivo asociado a la investigación y como resultado de una universidad, la española, de una mediocridad pasmosa. No es sólo culpa de los sucesivos gobiernos democráticos, todos sabemos las lamentables condiciones laborales en que históricamente se han movido los investigadores en la universidad. Es también culpa de las propias universidades. No digo que el caso metafórico que plantea el artículo sea cierto, pero lo más común, todo el mundo lo sabe es que para entrar en la universidad, el candidato tenía que ser “uno de los nuestros”, utilizando una expresa mafiosa. ¿Cuántos artículos firmados por españoles aparecen, es un decir, en el Scientific American? ¿Qué aportación ha hecho la universidad española al tejido empresarial que genere los royalties correspondientes? ¿Qué presencia manifiesta en el campo de la investigación internacional tiene la universidad española? Por otra parte, todos sabemos que sobran facultades, que apenas registran tres alumnos en primero. Por lo tanto no veo problemas para resolver el histórico fiasco universitario: reducción drástica de facultades (eficacia y eficiencia) y muy fundamentalmente, que el que acceda a la universidad sea el mejor de entre los mejores de los posibles candidatos, más allá de amistades y familiares. Y por último, una universidad ligada a la sociedad y a las necesidades socioproductivas de la misma. Saludos.

  7. En Argentina se vivió y se vive en miles de jóvenes situaciones como la de Estefanía, los mejores calificados y que han tenido la oportunidad de emigrar están en paises que valoran la investigación, la formación. Otros con menores posibilidades, altamente profesionalizados, en tareas no acordes al esfuerzo realizado ni al dinero que el mismo Estado invirtió en ellos y que pagamos todos a través de los impuestos. Es hora de repensar ..y darles esperanza a nuestros hijos que se queden en su patria.

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  12. Bueno, soy una chica que está en 2º de grado de educación infantil y estoy preocupada por mi futuro y el de muchas personas que estamos igual y muchas peor. Creo que sólo manifestamos el desastre en el que puede acabar España y lo mal que está económicamente en la actualidad, y por este motivo expongo: nos manifestamos muchísimos jóvenes para tener una vida digna en un futuro y a poder ser en mi tierra, nos apoyamos muchas generaciones, cada uno por su causa personal y la cual unifica una sola causa, pero acaso ¿esto de qué sirve?
    Considero que las generaciones que nos respaldan ( padres, abuelos, las generación de los 80, que anterior a la nuestra …) deberían de unirse, gente cualificada que llevan muchos años en sus puestos de trabajo, buenas personas, con una formación que les permita hacer un proyecto alternativo al que nos ofrecen nuestros políticos; puesto que parece que los jóvenes seremos el futuro pero no somos la voz que van a escuchar, otros sectores debería ayudarnos y cambiar este país.
    Sé que tiene que haber seres humanos con ideas excelentes y con mucha más voz que una simple estudiante como yo. Esas personas seguramente si puedan hacer algo, porque si esto no cambia, no se cuantas personas vamos a estar estudiando hasta tener el máster y más tres o cuatro grados (en mi clase hay personas que van a por la 4º grado) para al final tener que buscarnos una vida fuera de nuestro hogar y alejados de nuestra familia.
    Si estuviera en mis manos, no estaría escribiendo aquí por mi frustración.
    Animo no sólo a Estefanía, sino a la mayoría de los españoles y a los que están muchísimo peor que yo. Saludos.

  13. Este caso me entristece en general, por la situación que plantea, y en particular por conocer a Estefanía. Siento y padezco la situación. Otros países recibiendo profesionales de España, dando la impresión de ofrecer oportunidades a la juventud española, cuando en realidad lo que están haciendo es beneficiarse de una inversión realizada durante años, y que España en estos momentos está regalando. Esto no pinta bien.
    Te mando todo mi ánimo Estefanía, doy fe de tu buen hacer y de tantas cualidades destacadas por Miguel Ángel.
    Un abrazo.

  14. El dedo en una de las llagas más sangrantes de la sociedad. Hay que acabar con los ecortes e iniciar programas que favorezcan la inserción laboral de los jóvenes.Cómo vamos a crecer solo con recortes?
    Antón Freixas: si, en lugar de reflexionar sobre lo que dice en el artículo, prefieres hablar de la Universidad, hazlo. Lo importante es llevar la contraria.
    Me sorprende que digas que el caso que se cuenta es metafótivo. Por lo que se dice en el texto y lo que comentan algunos lectores, Estefanía es una persona de carne y hueso. ¿Una metáfora?

  15. ¿Que curiosa es la historia, no?…
    En estos días recordamos por América la llegada de Colón y sus desastres en busca de oro y riquezas…
    Un día no hace tanto, nuestros abuelos vinieron a “hacerse la América”…Así decían…
    Luego nos tocó más tarde a los argentinos emigrar… por varias causas… Hubo en España muchos exiliados políticos… Pero en forma más reciente España puso todas las trabas posibles para que ningún argentino entrara…Espero que a donde vayan no se les pague con la misma moneda…
    Un día los hombres aprenderán que la tierra no es una posesión… Que es un lugar en préstamo que la vida nos hace… Y que es de todos y que cada uno tiene derecho de elegir el lugar que más le guste para vivir.
    Es una lección dolorosa la que les toca vivir… Espero que sea una lección aprendida..

  16. Magnífica la aportación de Anton Freixas, al igual que la de Aureliano, no puedo estar más de acuerdo con ambos. Y es que hablar de la universidad española (y en este blog, por paradójico que parezca nunca se habla de ella, solo se habla de la enseñanza no universitaria…) es uno de esos tabúes deberían romperse de una vez. Sería el primer paso para solucionar un fiasco histórico que entre otras cosas sitúa a la universidad española muy lejos de parámetros mínimos de calidad internacional. Invito a los demás a consultar las hemerotecas correspondientes, por ejemplo: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/08/16/actualidad/1345119927_677808.htmlnuestra universidad

    • Juanjo Delgado:
      No es cierto que exista aquí ningún tabú como el que apuntas, no sé con qué intención. Es muy fácil remitirte al artículo del 17 de abril de 2010 titulado “Un faro de escasa luz”. Por si no lo leiste, se refiere a la Universidad, como fácilmente podrás comprobar. De modo que eso de que “en este blog, por paradójico que parezca, nunca se habla de la Universidad” no es cierto. Y no sé por qué habría de ser paradójico. Aunque lo que parecen traslucir tus palabras es que no se habla lo suficientemente mal de la Universidad. Digo esto porque, si mal no recuerdo, en este mismo año 2012 hay cuatro artículos referidos a la Univesidad: El aburdo arte de la copia (11.02.12), ¿Cómo os defraudaría? (12.05.12), “A mis estudoiantes de Magisterio (04.08.12), Llegar a la jubilación (01.09.2012)…
      Por otra parte, muchos artículos sobre educación, evaluación, recortes… se refieren a todos los niveles. ¿Por qué excluir de mis comentarios la Universidad?
      Lo que me sorprende es la visión negativa de algunos comentaristas (siempre los mismos), de forma sistmática, sobre los artículos del blog. Y la crítica me parece bien, siempre que esté fundada, siempre que aporte algo. Yo las publico todas. Si rechazase las críticas, podría prohibir la publicación de los comentarios no laudatorios. Cada uno deja entrar en su casa a quien quiere. Yo dejo a todo el mundo.
      En el artículo de hoy me gustaría haber encontrado palabras de apoyo a Estefanía y algunas sugerencias sobre propuestas para salir de este pozo, incluidas las referidas a la Universidad. Estoy dispuesto a escucharlas. Porque sé que tenemos mucho que mejorar. Pero lo que dice el comentario es que aquí hay un tabú y que la Universidad es muy mala. Y ahora, ¿qué?
      Gracias por leerme y por participar en el blog.
      Miguel A. Santos

  17. Hola Miguel Ángel; pues nada… la Universidad española es magnífica (así se omite cualquier análisis políticamente poco correcto o “negativo”) y hay, al menos, cuatro artículos en este blog que han tratado el tema de la Universidad, por lo que en puridad, en efecto, no es cierto que “nunca” se haya tocado este tema. Deduzco, en consecuencia, que el artículo solo tenía un objetivo: palabras de apoyo a Estefania. Lo siento en el alma Estefanía… pero que ello no impida que sigas tu camino profesional. Y ahora….¿qué?, me pregunto. Gracias por leerme, intentaré buscar un foro de opinión sin censura, es lo menos en pleno siglo XXI.

    • 95.18.226.57
      Submitted on 15/10/2012 at 9:49pm

      Vamos a ver, Juanjo. Parece que estás en empeñado en desvirtuar lo que digo. No sé lo que pasa contigo. Me explico preguntando:
      1. ¿Dónde he dicho que la Universidad española es magnífica? El artículo “Un faro de escasa luz” parece indicar que no pienso así…
      2. ¿Dónde o cuándo he dicho que no se deben hacer análisis negativos? Lo que sí pido es análisis rigurosos.
      3. ¿Dónde he dicho que el artículo último SOLO tenía por objeto provocar palabras de apoyo a Estefanía? Si repasas mi comentario se habla, además, de buscar doluciones que nos saquen del pozo del desempleo juvenil.
      4. ¿Dónde hay censura cuando se dice que doy luz verde a TODOS los comentarios, contengan críticas fundadas o no?
      Deduzco que o no lees con rigor o te entretiene malinterpretar lo que digo. En cualquier caso, es mi última respuesta. Y, por supuesto, entra en el foro que desees. Faltaría más.

  18. Es una indefensión que me que quema por dentro ver como nuestros jóvenes, muchos de mis compañeros incluso yo mismo no voy a tener futuro en España. Tengo 35 años y he optado en estos tiempos de crisis en intentar mejorar mis perspectivas laborales formándome en algo que me encanta. Usted hace una semana me hablaba de optimismo en la inauguración del curso en la SAFA de Úbeda, pero, ¿dónde queda ese optimismo cuando vemos situaciones como la de Estefanía que se repiten cada día? Y lo que más me duele, es que todos sabemos que esto es sólo el principio.

  19. El caso de Estefanía es sangrante: para ella, para la familia y para el país. Cro que hay que invertir la política y enfocar las medidas hacia la generación de empleo juvenil. Hasta el FMI, paradójicamente, hablabba hace unos días de ello. No podemos seguir así. Grecia, con estas politcas restrictivas, ha pasado del 12 al 26 por ciento de desempleo. ¿A dónde nos llevan por este camino?

  20. Hay que hacer algo urgentemente.
    No se puede seguir así.
    Con esta sangría de jóvenes valiosos.
    Se descapitaliza el país.
    Se castiga a quienes se esfuerzan.
    La política tiene que emprender NUEVOS rumbos. La senda de los recortes nos lleva a donde estamos.

  21. Hola a todas las lectoras y todos los lectores, por supuesto al autor. El artículo no solo me parece de lo más acertado en los días que nos encotramos sino también de lo más triste. Triste en el sentido de que personas, que no por placer sino por obligación van a otros países intentando tener las oportunidades que el suyo no les brindó.
    Hay una frase que me gusta que circula por diferentes redes sociales, dice algo como “sino hay justicia para el pueblo no habrá paz para el gobierno” Nos encontramos en ese momento de reclamar nuestros derechos, tan básicos como el de tener un trabajo.
    Mucho ánimo para todas las personas que se encuentran en esa situación.

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