Momento de evaluaciones en el sistema educativo. Momento crítico. Más crítico, quizás y lamentablemente, que el del aprendizaje.
En un curso sobre evaluación que impartí en Santiago de Chile decía una profesora que un amigo docente le había pedido a los alumnos que autoevaluasen su proceso de aprendizaje. Al final, tenían que ponerse una calificación. Sorprendidos, desconcertados, se resistían, protestaban, y preguntaban cómo podían ellos adivinar la nota que iban a tener. Así se lo decían a otros profesores, manifestando la dificultad de la demanda:
– El profesor X nos pide que adivinemos la nota que nos va a poner.
Piensan estos alumnos que la nota la pone el profesor y de lo que trata la autoevaluación es de saber cuál es esa nota. Es decir que, para ellos, la autoevaluación es un ejercicio adivinatorio. Como si la nota fuera indiscutible, como si la calificación del profesor fuera infalible. Se trata, pues, de intuir, se trata de adivinar, se trata de coincidir con la nota verdadera. Porque si no se coincide existirá un error, tanto más grave cuando mayor sea la discrepancia.
Si el profesor pone una nota elevada y el alumno se califica con un suspenso, es que el alumno se equivoca; y si el profesor suspende al alumno y éste se autocalifica con un sobresaliente, igualmente se equivoca el alumno.
Está muy claro que toda evaluación encierra poder. Y el poder puede ejercerse de manera muy diversa. La evaluación (o su parte más visible y efectiva, que es la calificación) encierra una gran dificultad, que es la de comprobar con precisión qué es lo que el alumno ha aprendido, aunque no sea como resultado del proceso de enseñanza. Porque el alumno puede recoger agua en otras fuentes distintas a la de la docencia.
Una forma de eliminar los abusos del poder es la participación auténtica de los alumnos en el proceso de evaluación. A mi juicio, esa participación no debe limitarse a ponerse una nota. El alumno puede y debe valorar el proceso de aprendizaje y el resultado conseguido. El alumno sabe si ha estudiado, si ha comprendido, si realmente domina los conocimientos, las destrezas o las competencias que debe adquirir.
Se me dirá que nadie es buen juez en la propia causa. Es cierto. Del resultado de la evaluación dependen cosas importantes. Y el alumno que no ha estudiado ni aprendido puede falsear su criterio intencionadamente. O puede equivocarse al no tener referencias rigurosas de comprobación o de contraste. Por eso no basta la autoevaluación. Pero nadie sabe como el interesado qué es lo que ha sucedido con su aprendizaje. Nadie sabe como el interesado si ha trabajado, si se ha esforzado y, sobre todo, si realmente sabe lo que debería haber aprendido. Porque no se trata solo del esfuerzo sino de la adquisición del conocimiento y del dominio de competencias.
¿Cuántas veces nos equivocamos los profesores? Cuántas veces aprobamos a quien no sabe y suspendemos a quien sabe y a quien ha trabajado concienzudamente? Hay investigaciones que muestran que para que haya rigor en la corrección de ejercicios de ciencias harían falta, como mínimo, doce correctores. Se me dirá que si se trata de solucionar un problema, o está bien o está mal. Démosle el mismo ejercicio a varios profesores y veremos que hay divergencias notables en la corrección. Hay quien valora sobremanera que el alumno se haya olvidado de añadir la palabra kilogramos al número 6 que debería figurar en la respuesta y hay quien apenas le da importancia al olvido. Hay quien valora más la solución del problema realizada por el método que ha explicado en clase y hay quien dará más importancia a una solución encontrada por un método inventado… Y luego influye en la corrección la calidad del ejercicio anterior, la trayectoria del alumno, el estado de ánimo, un dolor de estómago, un conflicto conyugal o la derrota del equipo favorito… No somos infalibles.
Para corregir ejercicios de letras con garantía de rigor harían falta más de cien correctores. Recuerdo que, cuando con 19 años me hice cargo del primer grupo de alumnos (nueve años), les pedí un buen día que contasen una historia. Uno de ellos comenzaba así su relato: “Aquella mañana, el príncipe salió cabalgando en todas las direcciones”. A mi me pareció un comienzo maravilloso. Otro corrector hubiese dicho, quizás, que eso era imposible.
Creo que la autoevaluación de los alumnos nos ayudaría a realizar una evaluación más precisa y, sobre todo, más educativa. No olvidemos que hablamos de evaluación educativa no solo porque el objeto de la misma es la educación sino porque, al realizarse, debería educar a quien la hace y a quien la recibe.
No se trata en la autoevaluación, a mi juicio, solo de ponerse una nota sino de reflexionar sobre el proceso de aprendizaje y de comprobar el éxito del mismo. Les suelo pedir a mis alumnos que piensen en lo que han aprendido y que tengan también en cuenta cuánto han leído, cuánto han investigado, trabajado…
Me cuesta aceptar que pongo una buena nota a quien no ha aprendido nada y apenas se ha esforzado y también que suspendo a alguien que realmente ha aprendido mucho como fruto de un notable esfuerzo y que, por los motivos que sea, no lo he sabido apreciar.
El diálogo sobre el proceso es fundamental. El diálogo sobre la evaluación y sus resultados es muy importante para el profesor y para los alumnos y las alumnas. Todos saldrán beneficiados del mismo si se practica con autenticidad y con buenas condiciones de tiempo.
Ese diálogo arranca con la elaboración y comprensión del proyecto, sigue con la fijación y aplicación de criterios de evaluación y se culmina con la discusión sobre los resultados. Si el alumno participa autoevaluándose generaremos una nuevo campo de encuentros didácticos. Pero autoevaluarse no es solo ponerse una nota, como decía, sino reflexionar críticamente sobre el proceso y los resultados. No se puede cerrar los ojos a los resultados porque, cunado se hace, se castiga a los más necesitados de ellos. El sistema acabará eliminándolos si sus resultados no son satisfactorios.
El diálogo sobre la evaluación permitirá encontrar las pistas sobre las dificultades, descubrirá los errores de la enseñanza y abrirá pistas sobre la necesaria motivación.
Está claro que en una evaluación formativa y personalizada es imprescindible la evaluación inicial del alumno. Sólo sabiendo el nivel de partida de cada individuo podremos llevar un seguimiento más o menos fiel de los progresos o aprendizajes logrados.
Pero, estimado Miguel Angel,…¡qué difícil es determinar con exactitud el nivel de partida y el alcanzado! ¿Acaso es necesario volver a los objetivos operativos para conseguirlo?
Porque encontrar los instrumentos y mecanismos de evaluación adecuados para valorar lo que se realmente se quiere valorar es ya de por si complicado.
Seleccionar con exactitud los criterios de evaluación que determinen con precisión los aprendizajes logrados, es harto difícil.
Adaptar la participación del alumnado, especialmente en infantil y primaria, en su propio proceso de aprendizaje se antoja un abismo.
Pero es que influir en las condiciones del entorno que envuelve al niño parece casi imposible.
Porque la intervención educativa, en algunos casos, resulta inoperante o infructuosa ante familias que pasan olímpicamente de la educación de sus hijos, cuando la familia está desestructurada, cuando aparecen conflictos interculturales,… o bien cuando no hay forma ni manera que quitarse de en medio a un docente incapacitado para llevar una clase, que también los hay,…
Por tanto, nos encontramos con variables a las que un docente se puede enfrentar, no sin mucha dificultad, así como variables a las que difícilmente podremos dar respuesta, porque no depende de nosotros.
Sea como fuere, la evaluación es realmente compleja, pero… ¿cree usted realmente que se comenten tantos atropellos y equivocaciones a la hora de emitir una calificación?
Afortunadamente durante su vida académica un alumno pasa por múltiples profesores. Entonces ¿todos se equivocan? ¿Las coincidencias de opiniones del profesorado en una reunión de evaluación no son fiables?
Evaluar con justicia un proceso de aprendizaje es realmente complejo y trasformalo en nota lo es aún más. Pero emitir una opinión subjetiva a veces no lo es tanto y es esta opinión suele coincidir con las opiniones subjetivas de otros colegas, quizás no se esté tan equivocado, o quizás todos utilicemos instrumentos o mecanismos de evaluación similares para valorar, a fin y al cabo lo mismo.
Ante la evalaución siempre habrá dudas, preguntas, inseguridades, incertidumbres,… con el fin de no tener que adivinar una nota sino otorgarla con la máxima justicia posible.
Solo te adjunto el comentario de una al final de su proceso.
Cmo ves todo encaja en lo que tenemos que tener en cuenta a la hora de emitir nuestros juicios de valor 2definitivos”
Gracias.
“Haré una breve evaluación de mí con respecto a mi trabajo en el diario: no sé si es buena idea que hagamos nosotros mismos una evaluación personal, porque como es normal, la mayoría nos tiraremos de la moto. Intentaré ser lo más realista posible; la dedicación puesta en el diario ha sido diaria, como la misma palabra lo dice. Siempre anoto las cosas en mi libreta y luego es cuando lo paso al ordenador (pasarlo al ordenador no siempre lo llevaba al día). Por lo demás, creo que la coherencia de lo que escribo así como mis reflexiones, son bastante ciertas y algunas quizás interesantes, al igual que algunas de las imágenes incorporadas. Por todo esto, creo que se debería valorar mi esfuerzo en la elaboración de este diario y que la nota que me merecería sería al menos un notable o un buen notable. Esto todo es muy subjetivo; puede ser que los profesores no opinen lo mismo, pero sólo yo sé el empeño, dedicación y buena voluntad que puse con el diario, aunque ellos piensen que todo esto no se vea reflejado. Al menos me quedo con mi satisfacción personal de haberlo hecho lo mejor que he podido”
En España, sustancialmente en Andalucía, es vox populi entre todos los profesionales que el sistema educativo es un absoluto desastre. Y la cosa va a peor, ahora en los IES se va a tener que trabajar bastante más por menos. El gobierno central, antes de perder las elecciones, ya nos bajó el sueldo a todos los profesores. Ahora en Andalucía, la coalición de gobierno vuelve a hacerlo. Hasta tres partidos políticos distintos están desarrollando las mismas “políticas”. Y en nuestra comunidad se ha hecho por iniciativa propia, nadie les ha forzado. Autoevaluación, si. Pero comenzando por los políticos, por favor.
La participación de los alumnos y alumnas es imprescindible para el aprendizaje y, creo, también para la evalución. De acuerdo con la tesis básica del artículo. Saludos.
¿Cuándo surge el problema con la evaluación? Cuando se espera que el alumno sepa como lo sabe el maestro.
¿Y por que no sucede? Porque es simplemente una persona diferente!
Hay diferentes maneras de aprender y de enseñar por lo tanto: hay muchas maneras de evaluar. Hay que encontrar la propia, la coherente entre como enseño, como aprenden mis alumnos.
Leer estos artículos ponen a trabajar mis neuronas!!
Gracias a todos los que aquí aportan! me ayudan a seguir aprendiendo…y a evaluarlos!! jaja!
Buen domingo y mejor semana!
El alumno suele tener muy poco protagonismo en la evalución. Bueno, muy poco en cuanto a tener capacidad de decisión. Casi siempre es solo eso: el evaluado. Frecuentemente no conoce criterios de evaluación, no sabe cómo se aplicación y,una vez aplicados, no puede discutir el resultado. Creo que eso no es bueno. Por eso comparto las tesis del autor del artículo.
El hecho de que el alumno se autoevlúe no tiene solo que ver con la posibilidad de que haya más juticia y más racionalidad, tiene que ver con el hecho de que se respete a las personas y se sientan parte del proceso. No debe evaluar a un alumno como se mide una mesa.
No comprendo el artículo. La evaluación del alumnado está absolutamente enmarcada en la normativa de aplicación correspondiente. Se trata de comprobar, continuamente y utilizando numerosos registros que, en la enseñanza básica, ha alcanzado los objetivos y competencias básicas correspondientes al curso y la etapa. Se utilizan numerosos registros (no exclusivamente pruebas escritas, eso quedó atrás hace ya décadas: producciones escolares, participación, interés por la materia….), siendo la autoevaluación, uno de ellos: en los colegios, cada prueba escrita que realiza el alumno es repartida al propio alumnado y a sus familias, para que se proceda, de modo efectivo a esa autoevaluación, que además permite matizar detalles en los que pueda haber duda. El protagonismo del alumnado es constante, porque en definitiva, la evaluación se centra en el mismo y dicha evaluación es distinta en cada uno de ellos, atendiendo a sus circunstancias y características. Quizás, pienso, el error del artículo subyace en creer que en los centros educativos se evalúa al alumnado exclusivamente con controles, examenes, etc., que como he dicho son prácticas desterradas hace décadas de los colegios. Saludos.
Yo tampoco comprendo el artículo. Es como si se hablara de los años 70. El alumno sabe perfectamente, al finalizar el trimestre qué calificación le corresponde, según criterios de evaluación de los que el alumno y sus padres son informados a principios de curso. Nadie utiliza, en estos tiempos, calificaciones surgidas exclusivamente de examenes.
Totalmente de acuerdo con la tesis central del artículo. El alumnos debe participar en el proceso de evaluación. No es protagonista solo por ser evaluado sino que tiene que serlo porque participa en la fjación, aplicación y valoración de la aplicación y posibilidades de retroalimentación.
Creo que el alumno tiene todavía poca voz en su proceso educativo, como individuo y como colectivo.
Pepa y Juan Pedro.
No generalicéis, hablad por vosotros y no por todo el colectivo de docentes.
Mis hijas en Secundaria son evaluadas casi exclusivamente en base a exámenes. Mis colegas de Centro basan su nota fundamentalmente en los controles.
Y que levante la mano el que no los haga…
En cuanto a los criterios de evaluación, me parece que es muy pretencioso decir que se seleccionan a principio de curso. Yo diría que se copian de las guías didácticas de las editoriales. Otra cosa muy distinta es los criterios de calificación, quizás a eso hagáis referencia.
Y finalmente, pondría la mano en el fuego y seguramente no me quemaría si digo que muchas formas de actuar de los docentes son similares a lo que se hacía en los años 70, afortunada o desgraciadamente, según los casos, en aquella época había corrientes pedagógicas bastante interesantes, eso si no calaron en la escuela….
Para mí el artículo está clarísimo. Reclama la conveniencia o, mejor, la necesidad de que el alumno sea partícipe de su evaluación y no solo como evaluado. Reclama espacios de reflexión crítica, de diálogo y de decisión.
Pensar que las prescripciones han cambiado todo lo necesario para que esto suceda es, cuando menos, una ingenuidad.
Juan Carlos, habla por tí mismo, pero no generalices tu experiencia personal, que es un simple caso particular.Estoy con Pepa Banderas y Juan Pedro, no entiendo el artículo. Como profesional de la enseñanza y creo que esto es muy importante a la hora de emitir una opinión en este foro, sin menosprecio de nadie, claro está, todo el mundo tiene derecho a opinar, por más que las opiniones con mucha frecuencia estén fundadas en simples tópicos, conoco centenares de profesionales de todas las etapas educativas. Se evalúa al alumno, buscando que él sea protagonista de su propio aprendizaje. Os recuerdo que estamos en un sistema educativo comprehensivo, esto es, un bloque común de enseñanzas para todo el alumnado, adaptandolas a las características personales de cada uno de ellos. Además, debemos cumplir con la normativa: se informa, es obligación, a las familias y a los alumnos, desde el principio de curso de los criterios de evaluación y calificación. Estos últimos tienen en cuenta la motivación, el trabajo en clase, la participación, las producciones del alumno.etc., etc. Digamos que se evalúa TODO. Lo de los controles y examanes está ya lejísimos en el tiempo. Por eso creo que el artículo comete el mayor de los errores en su tesis principal: ya no existe la escuela del siglo pasado, afortunadamente. Quizás convendría hablar con docentes de las enseñanzas a la hora de escribir según qué tesis.
¿En qué fuentes se basa el autor para concluir que el alumnado no es protagonista de su proceso de enseñanza y aprendizaje, así como de la evaluación? Esta es una práctica sistemática en todo el sistema educativo, desde hace tres décadas, con la fallida LOGSE, si bien no conozco el universitario, donde sí me consta que todo se basa en examenes.
El artículo me ha parecido magnífico. La actitud de pensar en lo que se puede mejorar es mucho mejor que aquella por la que se considera que todo se hace bien.
¿Cómo no se a poder mejorar el diálogo entre profesores y alumnos en todo el proceso de evaluación?
Juan Carlos, no generalices, que solo pueden generalizar Pepa y su séquito. Ellos pueden generalizar diciendo que en los centros ya no exámenes. Es que son la monda. En los institutos no hay exàmenes. Ellos pueden generalizar, pero si estás en desacuerdo con su tesis solo pueden hablar de ti.
Estoy harta de quienes se consideran depositarios de la verdad.
Es evidente que el alumno no es protagonista en el sistema educativo. ¿Qué han decidido los alumnos sobre la evaluación?
Y si no entendéis el artículo, leedlo dos o tres veces. Y si no os gusta lo que dice (quizás antes de leerlo), iros a leer a otros sitios.
Como yo decía en un comentario anterior, se trata de pensar en cómo los profesores podemos mejorar las cosas y no en decir que desde hace treinta años las hacemos bien.
Y no es necesario hablar con TODOS los docentes para saber lo que pasa en las aulas. Los padres y las madres sabemos mucho de lo que pasa con nuestros hijos, por ejemplo.-
Antonia, esa intolerancia no es digna de una ciudadana del siglo XXI. Pero en este blog somos tolerantes incluso con actitudes como esa. Por otra parte, veo que no eres de la profesión y no sabes de lo que hablas.
Perdonad por generalizar…
Yo soy un maestro que hago exámenes, que no tengo en cuenta lo que sabía el alumno antes de iniciarse el proceso de aprendizaje, que me importa un pepino su actitud frente a dicho proceso, que no tengo en cuenta actitudes ni procedimientos, que sólo me preocupan los conceptos, que un “5” es la rasera con la que mido a todos mis alumnos, que pienso que lo que yo enseño debe es lo mismo para todos y por tanto todos deben aprender lo mismo, y si un niño saca un “10” demuestro que soy un gran profesional y el que saca un “3” es porque no le ha dado la gana de aprender. No generalizo más, hablo desde mi experiencia personal de yo, me, mi, conmigo,…
“En un pais multicolor nació una abeja bajo el sol…”
Me encantó este artículo, precisamente en las últimas semanas estuve dándole vueltas al tema de la evaluación que, como profesora, me sigue pareciendo todo un desafío. Tengo la suerte de dar clases en pareja pedagógica (esto es, dos docentes a la vez durante todo el año dictando la misma materia para un curso), lo cual hace que las equivocaciones a la hora de evaluar no sean tantas. Hace unos días le propuse a mi compañero que la próxima evaluación, además de ser evaluada por nosotros, también fuera evaluada entre compañeros. Nuestra evaluación final sería tanto por el examen del alumno, como por la corrección que haya hecho de su compañero. Nos pareció una muy buena forma de hacerlos pensar sobre esta instancia, ya que parece que cuando entregan el examen, creen que sólo queda esperar la nota; lo ideal sería que más allá de la nota, la devolución de un examne también fuera parte de ese largo proceso del que hablás, y que a partir de allí no se cierra un tema, sino que se abren nuevas posibilidades de seguir pensando. Saludos.
Pedro: ¿a ti qué te pasa? Tú dices “no sabes de lo que hablas” y no eres intolerante. Pero quien discrepa de ti es intolerante. Argumenta, amigo, no descalifiques. ¿Hace falta ser profesional para hablar de una profesión? ¿Quién lo ha dicho? O sea que TÚ NO SABES DE LO HABLAS CUANDO HABLAS DE POLÍTICA PORQUE NO ERES POLÏTICO. Y si el médico se equivoca en el diagnóstico o te trata a patadas no puedes decir nada sensato sobre su proceder porque no eres médico. Qué ridiculez. ¿Quién te ha dicho eso? ¿Para aqué estamos los padres y las madres en los consejos escolares, para hablar del tiempo?
Con esa actitud de que tú lo sabes todo porque eres profesional de la enseñanza y los que no lo son no saben nada, no me extraña que pienses lo que piensas.
Pero, qué cosas tiene uno que leer. Decir que porque no es un profesional de la enseñanza no se sabe nada sobre ella. Qué barbaridad. Con esgos profesionales tan sabios, que solo ellos saben, así nos va.
Con toda sinceridad, lo que más me ha gustado esta semana del artículo son las últimas opiniones, algunas surrealistas como la de Antonia Martinez. Y el debate que se abre no es baladí: ¿aquella persona que nada tiene que ver con la enseñanza, desde el punto de vista profesional está capacitada para comentar cuestiones técnicas de la misma? No, desde mi punto de vista. Analogías: yo, por mí mismo, no estoy capacitado para rebatir un diagnóstico médico, tendré que acudir, de nuevo a un profesinal, para una segunda opinión. Pero un profesional, repito. Yo, por mi mismo, no puedo opinar si realmente la lavadora tiene o no arreglo, tal como me indica un profesional. Tendré que solicitar los servicios de un profesional para una segunda opinión. Pero de un profesional. Y así sucesivamente. Mi gran error sería ponerme a discutir detalles técnicos de medicina (sin tener idea) o detalles técnicos de la lavadora (sin tener, de nuevo, la menor idea). Creo que el tema queda así zanjado, con estos sencillos ejemplos.
Un poco de humildad y de autocrítica no nos viene mal, sobre todo si lo que pretendemos es mejorar.
Seguro que los docentes hacemos muchísimas cosas bien, pero no somos infalibles, algunos fallos hemos de cometer, al menos, yo fallo más que una “escopeta de feria”.
Un tal Sócrates decía “Sólo sé que no sé nada…”
El generalizador…
Siempre la misma gente, siempre en la misma línea, siempre con los mismos tópicos. Qué humildes, cómo aprenden. Solo aplauden lo que les gusta oír. Lo mejor es eso. No, lo mejor, no. Lo único. Qué facil zanja la cuestión nuestro amigo. No puedo rebatir un dignístico médico. Hay una corriene médica que pide que los pacientes participn en el diagnóstico. No en que digan los síntomas solo. Hay pacientes que pueden tener más formación que los profesiones, ¿o no es posible si ha HECHO TANTOS O MÁS ESTUDIOS que el profesional? Lo que sí podré saber es si el médico me ha tratado a patadas. ¿O tampoco? Puede ser que no pueda arreglar la lavadora, pero sí podré decir que no funciona. ¿O tampoco? Un poco más de humildad, amigos.
¿Tampoco podré decir si el barendero barre mal por ser un barrendero? ¿No será mejopr decir que todos podemos aportar nuestra parte al conocimiento, seamos o no profesionales?
Un saludo afectuoso desde Chile para todos, gracias Miguel Ángel por tus escritos, me ayudan.
Cuando hablamos de evaluación siempre tendremos diferentes perspectivas, es como un niño cuando llega a casa y dice ¡¡¡Mamá Mamá!!! ME SAQUE un siete, pero si el mismo niño llega con una nota deficiente dice ¡¡¡Mamá Mamá!!! El profesor ME PUSO un Dos, por lo tanto hemos vivido en nuestra cultura con esa forma de mirar la evaluación, no reconocemos nuestros errores, siempre es el otro quien lo cometió.
Los invito a realizar un experimento, les aseguro que los resultados serán muy interesantes; digan al comienzo de un curso que todos están aprobados y que no hay notas, ¿Qué pasará? Me imagino que las reacciones serán muy diversas pero lo más probable es que no tomemos en serio esa clase, ya que la tengo aprobada, dirá un estudiante, pero es el reflejo fiel de nuetra cultura que aun no estamos preparados para hacernos responsables de nuestro aprendizajes, es más cómodo que alguien me diga lo que tengo que estudiar y que me pondrá una nota cuando responda a lo que me pregunten. Debemos fomentar entre nuestros estudiantes que sean ellos quienes tomen en sus manos su aprendizaje y que son ellos quienes deberán aprender a evaluar su avance, que seamos nosotros los profesores quienes acompañemos a nuestros estudiantes y que nuestra opinión les sirva para mejorar en su camino. Si todos nos hacemos responsables de los aprendizajes, estudiantes y profesores, en la sala de clases pasarán cosas insospechadas y muy significativas que no tendrán necesidad de decir que se debe evaluar, ya que será parte de su vida de su cultura, bajaremos las tensiones, dolores de estomagos en nuestros estudiantes y no estarán preocupados por la nota. Nuestra cultura sigue permitiendo y pidiendo que todo se mida desde una nota y si no la hay es sospechoso, de mala calidad. No necesitamos estar preocupados de la nota, debemos estar preocupados de aprender y de buscar nuevos conocimientos que sirvan par ser mejores personas.
Estimados amigos tenemos en nuestras manos un poder que no sabemos manejar e influimos en los estudiantes de tal forma que no nos damos cuenta que son afectados por nuestros juicios, podemos elevar o hundir, sin querer por cierto, a un estudiante, somos nosotros profesores quienes debemos cambiar la cultura partiendo de nuestras prácticas en el aula. Aprendamos de nuestros errores y mejoremos, transformemos nuestra sala en un lugar de encuentro y de aprendizaje, donde todos podemos aprender y todos podemos enseñar. Tenemos que aprender a evaluar y evaluarnos sin que esto sea una adivinanza o un peso que limite mi aprendizaje o entregue una información que por mi dolor de estomago no fue lo que realmente he aprendido en el curso. Formemos estudiantes que sean autónomos, no tengamos miedo de perder la condición de profesor, mejor dicho elevemos nuestra tarea y avancemos a ser ejemplos, modelos para nuestros estudiantes. Somos parte de la vida de muchos niños y niñas, sin embargo pienso que debemos ser significativos en la vida de los estudiantes y así tendremos ciudadanos responsables de su propio aprendizaje y por ende de su avance, de su evaluación.
Un gran abrazo y gracias
Héctor