De héroe a terrorista

17 Mar

Las mentes de muchas personas funciona manejando un sinfín de estereotipos que van aplicando a los individuos y a sus comportamientos, a las situaciones en que se encuentran e, incluso, a los objetos que contemplan cada día. Lejos de utilizar el rigor para analizar los hechos y calificar a las personas, echan mano de un catálogo de prejuicios que han ido formando a través de la experiencia vivida superficialmente y de las informaciones tendenciosas que a todas horas reciben.

“Extremista musulmán mata a sangre fría a un indefenso perro callejero”.

El contenido de esos estereotipos viene dado, a veces, por la cultura y otras está fraguado o matizado por prejuicios elaborados por la persona que los aplica (de manera casi siempre ligera e injusta). Desde la ideología, la política, la religión y los más diversos fundamentalismos, se tiende a ver al otro bajo la definición que imponen las etiquetas. Se valora la realidad a través de un prisma confeccionado con trozos de prejuicios, de suposiciones arbitrarias y de falsas intuiciones.

Estereotipo, etimológicamente, proviene de la palabra griega stereos que significa sólido y typos que significa marca. Es una imagen manida, con pocos matices, acerca de un grupo de gente que comparte ciertas cualidades, características y habilidades. Por lo general ya fue aceptada por la mayoría como patrón o modelo de cualidades o de conducta. El término se usa a menudo en un sentido negativo, considerándose que los estereotipos son creencias ilógicas que limitan la creatividad y que sólo se pueden cambiar mediante el razonamiento personal sobre ese tema.

El uso de estereotipos no es solo fruto de la pereza mental sino que proviene también de la carencia de escrúpulos. Los estereotipos no tienen lógica o, mejor dicho, tienen una lógica asentada en la torpeza y en la perversión. Y, por supuesto, en los intereses de quien los utiliza.

La creación de estereotipos se asienta en una lógica simplista e injusta de generalizaciones. Los catalanes son tacaños, los gitanos son perezosos y ladrones, los inmigrantes son delincuentes, los musulmanes son terroristas, los políticos son chorizos, las mujeres son charlatanas… Este tipo de razonamiento, muchas veces interesado, lleva a cometer errores tremendos cuando se valora a una persona o cuando se espera algo de ella…

Las expectativas se fraguan en función del estereotipo acuñado y, cuando éstas no se confirman, lejos de desmontar el prejuicio, lo afianzan. Lo lógico sería concluir que se estaba en un error. Lo que muchas veces se dice es:

– Huy, qué raro, un catalán generoso…

¿Cuántas veces han influido en las sentencias dictadas por los jueces los prejuicios relacionados con un determinado colectivo? ¿Cuántas veces ha linchado la sociedad a una persona porque se ha dejado llevar por un prejuicio?

Es muy interesante pensar en el proceso mediante el cual fraguan los estereotipos. Todo influye. Las tradiciones, las costumbres, el lenguaje, las imágenes, los libros, los chistes… ¿Cuántas veces hemos oído contar chistes sobre la pereza de los gitanos o sobre la ingenuidad de los leperos? Los medios de comunicación son un elemento importante para generarlos y difundirlos.

He tenido la oportunidad en estos días de escuchar a Said Jedidi, reportero musulmán que tiene una larga experiencia en la información y el análisis del mundo árabe. Le oí contar durante su conferencia que en la ciudad de Nueva York un perro ataca violentamente a una niña. Un hombre acude a salvarla, arriesgando en ello su propia vida. Un policía que acude también al rescate de la pequeña ha sido testigo de la heroica acción.

– Señor, le felicito, dice el policía, ha sido usted un verdadero héroe. Dígame su nombre y mañana todo el mundo sabrá que un neoyorkino ha salvado heroicamente la vida de una niña.

– Pero, señor, yo no soy de Nueva York.

– No importa., Todo el mundo sabrá entonces que un americano ha arriesgado su vida por salvar a una niña inocente.

– Pero, señor, dice el aludido, yo no soy americano.

– ¿Qué es usted entonces, pregunta intrigado el policía?

– Soy musulmán.

Al día siguiente la prensa se hacía eco de la noticia en estos términos: “Extremista musulmán mata a sangre fría a un indefenso perro callejero”.

En este caso se ve claramente cómo sobre la acción del generoso musulmán, se coloca una etiqueta que no puede ser más inexacta y más injusta.

Hay estereotipos muy dañinos. Los que se aplican a colectivos son muy toscos, pero no lo son menos aquellos con los que se etiqueta a individuos en su condición particular. Alguien me contó el caso de un niño al que se le había colocado la etiqueta de que mordía. Y un día que no había acudido al colegio por enfermedad cargó con la culpa de un mordisco que un niño le había dado a otro en el patio.

Cuando colocamos una etiqueta sobre la frente de un individuo, ni las mayores evidencias permiten eliminarla. Si pensamos que un estudiante es torpe y perezoso, atribuiremos su éxito en los exámenes al hecho de que ha tenido suerte o de que probablemente ha copiado. Son de sobra conocidas las teorías sobre el efecto Pigmalión en las aulas.

Los estereotipos están constituidos por ideas, prejuicios, actitudes, creencias y opiniones preconcebidas, impuestas por el medio social y cultural. Se aplican de forma general a todas las personas pertenecientes a una categoría, nacionalidad, etnia, edad, sexo, orientación sexual, procedencia geográfica, entre otros.

Hay que luchar contra el uso de estereotipos. Propongo las siguientes armas para esa lucha: rigor en el análisis, información precisa, cercanía emocional, diálogo sincero y respeto a la dignidad de cada ser humano.

15 respuestas a «De héroe a terrorista»

  1. Desde luego que es así, señor Santos. Los estereotipos hacen mucho daño, y seguiremos luchando contra ellos con todas las armas a nuestro alcance, de eso no tenga usted la menor duda.

    Un saludo, y muchas gracias.

  2. Cierto. El uso y abuso de estereotipos nos lleva a cometer graves injusticias. ¿Cuántos inmigrantes han cargado con culpas que no han cometido? ¿Cuántos negros han sido condenados sin las necesarias pruebas?… Como dice Holden, hay que luchar contra el uso de estereotipos.

  3. Debido a mi ausencia de estereotipos y por amor,hipotequé mi vida y mi cultura para vivir la vida y la cultura de otros. Afortunadamente para mí, volví a ser yo,no sin haber perdido parte de mi vida y de mis hijos en este ejercicio de empatía hacia el ser amado. No podemos negar el abismo entre oriente y occidente.
    Desde que volví, he intentado mediar, pero cuando las partes se consideran el centro del mundo y en posesión de la verdad, poco nos queda por hacer para desmontar el tinglado de las mentalidades. La comodidad, o el miedo a lo desconocido nos hace medirlo todo por nuestro rasero.
    Estoy de acuerdo Miguel Ángel en lo dañino que son los clichés, las ideas preconcebidas, pero estas se encuentran en ambos lados. Siempre tuve la certeza de que la ignorancia era la madre de todas las desgracias.
    Saludos

  4. Después de leer el artículo he hecho un repaso de las ocasiones en las que puedo utilizar (y de hecho muchas veces utilizo) estereotipos al juzgar a las personas. Es increible. Tendré más cuidado. Es mucho veces un camino que lleva a cometer injusticias.

  5. Sí, Miguel Ángel, totalmente de acuerdo con la exposición sobre los estereotipos. Los estereotipos siempre son injustos y llegan a su máxima injusticia cuando se hacen sobre una colectividad. Se fraguan, como muy bien lo expones, y no nos libramos de ellos si no hacemos una reflexión sobre los mismos. Yo diría, que para librarnos de ellos y de muchos prejuicios adquiridos, tendríamos que hacer lo que nos dice Eduardo Punset: “Es necesario desaprender” tantas cosas que más o menos consciente o inconscientemente se nos han ido colando dentro y creando prejuicios.
    Hoy, más que nunca, cuando poderosos medios de comunicación, dirigidos por manos expertas en el conocimiento de las psique humana, quieren dirigir nuestro pensamiento, debemos estar muy despiertos y analizar todos los mensajes que nos quieren infundir.
    En el terreno educativo, cuántas veces ocurre que el clichado como trasto, travieso, parece que ya no puede hacer nada bueno y el considerado como formal, parece que no puede hacer nunca trastadas. Es decir, se prejuzga antes de analizar cada caso concreto.
    Buen tema, Miguel Ángel, para reflexionar.
    Saludos a todos/as.

  6. ALTERIDAD!!
    Gran principio para vivir…
    Los estereotipos, las etiquetas…

    Hace poco me dijeron que ya no podia pertenecer a un grupo de chat por tener buena ortografia y hablar en “dificil” que era “intelectual” para ese grupo donde se expresaban mas “vulgarmente” Y ESA ETIQUETA Y ESA DISCRIMINACION Y PREJUICIO ME ENCANTARON!!!
    A veces los estereotipos levantan el ánimo!! jajaa

  7. Bueno, Nora, no creo que te hayan aplicado un estereotipo sino la comprobacion de que te expresas bien. El estereotipo nace de un prejuicuio y a ti no han hecho mas que decirte que como te expresas mejor, no quieren que estes en el chat. Es muy distinto. Cuando se “sufren” los estereotipos es cuendo por pertenecer a un determinado colectivo te excluyen o te condenan o te minusvaloran. Eso es lo injusto y lo pernicioso, a mi juicio.

  8. Hay quien no ha pòdido quitarse de encima una etiqueta que le pusieron de pequeño, sea en casa, sea en el colegio, sea en la pandilla… Después han dado igual los intentos de liberarse de ella.- Es una esclavitud.

  9. Magnífica, como siempre, su columna; pero me temo que vd. también los emplea cuando escribe sobre política. ¿Qué tal Mateo 23.3?

  10. El problema de los españoles es que somos extremadamente propensos a las etiquetas. La “clasificación” de las personas es algo que está en nuestra cultura, sin entrar en las razones de la misma. En Andalucía creo que nos hace falta aún un largo recorrido cultural y ciudadano, sería una tontería negar lo contrario. En dichas “clasificaciones”, prima lo despectivo, lo senóxofobo, lo homófobo: “vas vestido peor que un gitano”, “eres un moro asqueroso”, “el maricón de mierda”, “la tortillera ésa”. No me gustan nada pero que nada las frases que he escrito, pero las llevo escuchando toda mi vida. Pero pienso que lo de menos son las clasificaciones que te impongan un colectivo de personas. Lo importante es como tú te sientas. Creo que ahí está la clave: tú eres tú, más allá de comentarios sobre tu raza, aspecto físico o condición sexual. Y si nos aceptamos a nosotros mismos y nos sentimos seguros con todas nuestras circunstancias, lo que digan de nosotros es absolutamente indiferente. Es decir, el daño no proviene de los comentarios, sino de nuestras inseguridades. El secreto: vencerlas y enseñar, a los niños, desde el empoderamiento, a ser ellos mismos.

  11. Esto me hace recordar a la actitud que ha tenido últimamente el Gobierno Argentino con los docentes , a quienes nos han tratado de “vagos” y que gozamos de un INMEJORABLE sueldo por lo poco que hacemos. Que triste son los estereotipos y sobre todo cuando desde la parte dirigente se desvaloriza tanto la labor de quien no hace más que trabajar incansablemente por generaciones con un mejor futuro.
    y…LÓGICO que se puede esperar entonces de la opinión del resto del pueblo en general, NO? triste muy triste….

  12. No es fácil desmontar estereotipos que se han fraguado durante siglos. No es fácil dedshacerse de prejuicios y de generalizaciones que, cuando se aplican a individuos concretos, se convierten en graves injusticias. Uno de los más frecuentes es el estereotipo que califica a toda la clase política de corrupta. ¿Cuántas veces hemos oído eso de que “todos son iguales”? Referido, claro está, a que todos son igualmente malos?

  13. Hola Jesús. Me ha gustado mucho tu comentario, porque viene a incidir en uno de los aspectos que, según he leído, preocupan más al ciudadano: nuestros políticos, la “clase política”. Con el paso del tiempo, yo he llegado a un desencanto absoluto, como tantas personas a las que conozco. Vista la visceralidad, el mensaje zafio y abrupto en épocas de elecciones de los partidos correspondientes, creo que la concepción de la “clase política” en relación al ciudadano es la peor posible: no se habla de proyectos de futuro, del ciudadano. Nunca. Se habla de que “el otro partido es tal o cual”, mientras que el partido que declara estas cuestiones asegura que es el mejor con diferencia. Se persigue, a toda costa, caiga quien caiga, el poder. Nada más. Estos últimos ocho años he visto una sociedad en espiral, esquizofrenica, impulsada por políticas neoliberalistas radicales. No creo que vea nada diferente, durante los siguientes años. En Andalucía, como antes en Valencia, como antes en miles de localidades de todos los signos políticos, estallan casos de corrupción de extrema gravedad, quizás los más escandolosos que logro recordar. Pero no parece importarle al Gobierno correspondiente. Cuando escucho las “tertulias” de “expertos”, generalmente “clase política”, observo que la consigna es la misma: el otro partido es nefasto. El nuestro sí que vale. Y así. Creo que la política necesita un cambio: que nunca sea una profesión, para nadie. Algo de ida y de vuelta, transitorio. Y ello solo es posible si las personas que acceden a la misma son personas con un trabajo asentado y muy cualificadas. En caso contrario, se convierte en un modo de vida, el peor de los errores. Bueno, saludos.

  14. Los estereotipos funcionan en todos los colectivos, pero especialmente afectan a las minorías. Son un mecanismo de desacreditación que acaba perjudicando a todos los integrantes del grupo

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