Triunfantes perdedoras

10 Mar

El pasado día 8, jueves, se celebró el Día Internacional de la Mujer. Todavía sigue siendo necesario, en todas y cada una de las partes del mundo celebrar ese día como recordatorio de la igualdad de oportunidades, derechos y dignidad. Todavía queda mucha discriminación arraigada a las estructuras sociales, a las costumbres, a las relaciones, a la vida laboral, a las religiones, al lenguaje, a la educación, a la moral… Todavía hay muchas mujeres que mueren a manos de sus parejas y otras que están enterradas en vida.

La vida lo ha hecho muchas veces con las mujeres. Las ha felicitado por perder, las ha asignado un papel y las ha tratado de admirar por desempeñarlo a la perfección.

Hace algunos años dirigí la tesis doctoral que realizó mi querida amiga Gloria Arenas, apasionada feminista, lamentablemente fallecida ya. La investigación consistió en el análisis del aprendizaje que los niños y las niñas de una Escuela Infantil realizaban acerca de su género. Es decir, sobre cómo aprendían a ser niños y niñas. En concreto, de cómo desde la Escuela Infantil se asumían roles y se repetían estereotipos vinculados al hecho de ser hombres o mujeres.

Recuerdo que, cuando las profesoras de la institución (todas mujeres) escucharon la petición de Gloria, dijeron que ellas eran personas comprometidas con la coeducación y que no veían necesario el trabajo. Era verdad. Se trataba de docentes sensibles y comprometidas con la educación para la igualdad. Pero, cuando el trabajo fue avanzando, descubrieron cuántos hechos, palabras y actitudes discriminatorias se escondían bajo la capa superficial de la vida escolar. Ellas se vieron sorprendidas por el lenguaje que utilizaban, por las costumbres, las expectativas y los prejuicios…

Como fruto de la tesis, la Editorial Graó, con el buen sentido pedagógico y la calidad técnica que acredita a quienes la dirigen, publicó el libro “Triunfantes perdedoras”, que gustosamente prologué. El título se debe a una peligrosa actitud que la autora vio aflorar en diversas ocasiones. Se trata del hecho de que las niñas fuesen felicitadas por perder.

Pondré un ejemplo, que ahora, pasados ya algunos años, todavía recuerdo con nitidez. Un grupo de niños y de niñas estaba jugando al conocido juego de las sillas. Se coloca un número de sillas, inferior en una unidad al número de personas que juegan. Los niños y las niñas dan vueltas alrededor de las sillas mientras suena la música. Cuando el director o la directora del juego detienen la música, cada jugador o jugadora tiene que ocupar una de las sillas libres. En una de las ocasiones, un niño y una niña, al interrumpirse la música, se sentaron en la misma silla. La niña, se dio cuenta del problema y, generosamente, se levantó y se declaró perdedora. La profesora le dijo:

– Muy bien, las niñas ceden.

La habían felicitado por perder, por ceder, por no ser triunfadora. Creo que la intervención correcta era otra. Que podía consistir en una felicitación, claro que sí, pero en otros términos.

– Muy bien, las personas, a veces, ceden.

Pero no por ser niñas. Pero no por ser mujeres. No es su papel el de triunfantes perdedoras.

En otra ocasión en la que la profesora pidió a los niños y niñas que limpiaran cada uno su mesa, una niña, diligentemente, terminó de hacer su tarea a la perfección. La profesora le dijo:

– Muy bien, así se hace. Las niñas saben limpia muy bienr. Ayuda ahora a tu compañero a que lo haga tan bien como tú.

Sí, está bien que ayude. Pero tiene que ayudar no por ser mujer, sino como persona que echa una mano a otra que lo necesita. Podría poner muchos otros ejemplos. La vida lo ha hecho muchas veces con las mujeres. Las ha felicitado por perder, las ha asignado un papel y las ha tratado de admirar por desempeñarlo a la perfección.

– La niña se queda en casa para cuidar a su mamá enferma y anciana. Enhorabuena.
– La mamá deja la promoción en el trabajo por sus hijos. Muy bien.
– La mujer se queda sin estudiar para que pueda hacerlo su hermano o su marido. Maravillosa renuncia.
– La mujer renuncia a un puesto político porque tiene que hacer la cena para los hijos. Qué generosa.
– La niña se queda en casa para que su hermano pueda viajar al extranjero. Qué admirable.
– Además de tener un trabajo fuera de casa, se ocupa del hogar y cuida de los hijos. Qué maravilla.
– La mujer imita la humildad y el silencio de la Virgen María. Qué hermoso.

Cuando le aconsejé a Gloria el título de su libro, que aceptó encantada, me inspiré en otra obra atravesada por la misma filosofía. “Aprender a perder”, de Dale Spencer y Elizabeth Sarah. Un libro que trata de unir política de la educación y teoría feminista. Un libro en el que se hace un punzante análisis de la discriminación a la que se somete a las niñas en los materiales curriculares y en la interacción en el aula. Recuerdo muy bien un capítulo del libro en el que las profesoras de una escuela llevan al claustro del profesores (de forma conjunta) el hecho de las agresiones verbales de sus colegas…

Hay que intervenir. Intencional, colegiada y persistentemente. Hay que hacer proyectos para la igualdad. Cuando fui Director de un Colegio (experiencia de la que hice algunos comentarios hace dos semanas) escribí un libro (año 1984: ha llovido un poquito ya y qué sequía aún) que se tituló “Coeducar en la escuela. Por una escuela no sexista y liberadora”. Es el proyecto que la comunidad elaboró para hacer frente a estas problemáticas y decisivas cuestiones. Un proyecto en el que estábamos implicados todos y todas, el profesorado de todos los niveles y las familias del Centro. Un proyecto de este tipo ha de ser compartido por todos y por todas. Desde el paradigma de la colegialidad se puede conseguir algo. Desde el individualismo, muy poco. Si lo que hace uno (casi siempre una) por la coeducación, lo deshace otro con unas bromas soeces en la Sala de Profesores, apenas si se avanza.

Recuerdo que estuvimos un año, antes de lanzar el proyecto, revisando nuestras pautas sexistas. Las había de todo tipo y pelaje. No teníamos varones en los cursos de Preescolar, por ejemplo. Y nos preguntamos: ¿por qué? Todas las respuestas resultaban fácilmente desmontables. Al fin incorporamos el cincuenta por ciento de varones con resultados muy positivos.

Revisamos nuestros textos, nuestras relaciones, nuestras actividades. Y lo hicimos porque pensamos que en esta cuestión, como en todas, no hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo.

La comunidad educativa tiene que asumir el reto de la construcción de la igualdad. ¿Qué decir de esos centros que, apoyándose en un presumible resultadismo, separan a los niños y a las niñas? ¿Cómo aprenden entonces a convivir, cómo aprenden a respetarse, cómo aprenden a relacionarse desde el respeto a su irrenunciable dignidad, cómo desarrollan su vida emocional? Hace poco vi un reportaje sobre esos centros en que las niñas decían que preferían estudiar en ellos porque así no se distraían pensando en los niños. Otro tanto decían los niños. Y es que no hay mayor opresión que aquella en la que el oprimido mete en su cabeza los esquemas del opresor.

23 respuestas a «Triunfantes perdedoras»

  1. Creo que la igualdad efectiva de derechos (y deberes, que a veces no se mencionan) entre el hombre y la mujer es una realidad, en este siglo XXI, en nuestro país. Realidad que por circunstancias socioculturales, variará según la Comunidad Autónoma. Andalucía, pienso, es una de las comunidades más atrasadas en este sentido. En muchos casos, la mujer sigue desarrollando un rol más propio del siglo XVIII. Pero cuestión de tiempo. En cuanto a la Coeducación, en los centros educativos no pasa de ser una celebración puntual, Día Internacional de la Mujer, etc. Un error enorme desde mi punto de vista: la incidencia de los medios de comunicación en las tragedias derivadas de violencia de género, el cómputo obsesivo, el morbo. El extinto Ministerio de Igualdad: no cumplió sus objetivos, quizás por un bajo perfil de su responsable. Pero repito, la igualdad es un hecho, en progresión.

  2. Lástima, Miguel Ángel, que no se puedan remitir imágenes y solo sean textos con lo que se puede participar en los comentarios, puesto que, si se diera la posibilidad, remitiría algunos dibujos de las investigaciones que, como sabes bien, realizo, y en los que se aprecian que los roles “masculinos” y “femeninos” siguen funcionando con toda su intensidad en el seno de la familia (aunque en las aulas se busque una educación igualitaria, aspecto a valorar muy positivamente).
    Algunos de estos dibujos aparecen en la tercera edición de “El arte infantil. Conocer al niño a través de sus dibujos” en el que dedico un extenso capítulo al dibujo de la familia.
    El trabajo es arduo, ya que no solamente es a través del lenguaje verbal o escrito como se aprende a ser una “triunfante perdedora”: los mensajes icónicos penetran con gran fuerza en la mente de niños y niñas (y de adultos,claro), pues son modelos que se transmiten sin que la mayor parte de la gente sea consciente de ello.
    Un abrazo desde Córdoba.

  3. Este es un problema al que todavía le queda un amplísimo recorrido. Por muy lógico que parezca que mujeres y hombres tenemos igualdad de derechos y oportunidades, hay muchos intereses que algunos no quieren perder y nosotras no sabemos defender. Gracias por el artículo, profesor Santos Guerra.

  4. En esta causa no se puede descansar porque las víctimas sufren cada día, cada hora, cada minuto. No se puede esperarr aque haya mejores condiciones. Urge actuar, urge trabajar por la igualdad. En todos los frentes. A veces se da la trampa de que por pensar en que hay otras cosas más importantes no se hacen las más pequeñas.

  5. No estoy de acuerdo con Paco Ronda, el Ministerio de Igualdad era y es necesario, que lo desmatelara Zapatero fue una de sus peores decisiones y un síntoma del avande del patriarcado.
    Respecto al artículo de Miguel Angel me parece muy acertado tenemos comportamientos y promovemos actitudes diferentes en niños y niñas que los van a condicionar para su futuro

  6. La igualdad va en relación con el grado de avance en las civilizaciones. Las profesoras de Ceuta lo tenemos crudo,pues debemos parecernos a los profesores(hombres) para que el alumnado masculino nos escuche y nos respete. Si los alumnos sienten tu personalidad masculina, escucharán y harán cualquier cosa que les digas o propongas,siempre que exista una coherencia en tus actuaciones. Es un patrón de conducta, que cambiará cuando en las familias las opiniones de las madres se tengan en cuenta y no se las tome por el pito del sereno, dejando de ser solo “criadas” y se conviertan en personas que luchan con ahínco para que la familia funcione.
    Saludos a todos

  7. Estoy con Juan en la necesidad del Ministerio de Igualdad. Y la más evidente razón es el rechazo que tuvo par parte de muchas personas de corte machista. La desaparición del mismo -como dice Juan- fue un error de Zapatero, en un momento de exgtrema debilidad, cuando le daban por todas las partes.

  8. LOS DÍAS PASAN
    Los días pasan. Todo empeora y me parece más revuelto. La gente camina con miedo. Nos miramos desconfiados en el transporte público, en el mercado o en cualquier lugar donde haya aglomeración.
    Los que venimos diariamente aquí, a compartir este tiempo, tenemos nuestra propia biografía. Sheila, Alina, Layla, Petru, Zoltan, Javad, Danuta, Ming,… ¿Acaso alguno de ellos, como tantos otros, son felices lejos de su tierra? Hemos huido forzosamente. Con más o menos conocimiento de lo que hacíamos, aquí estamos como mano de obra barata realizando labores, a veces, de las que casi nadie quiere ocuparse.
    ¿Se puede medir, pesar, valorar o contar aquello que nuestros corazones dejaron al marchar? Porque traer…Solamente veníamos prácticamente con lo puesto.
    Nunca es buen momento para emprender este camino, posiblemente sin retorno, pero observo en la mirada de los demás la sensación de que siempre llegamos en el peor momento.
    Quizás tanta miseria personal se olvida cuando nos saludamos recién llegados cada mañana.
    Sabemos que no todo el mundo piensa igual, que valoran algo más que nuestra presencia cuando nos ven entrar juntos. ¿Pero y los otros?
    Que más les podemos decir a esas personas que piensan que con nosotros llegó la delincuencia, la inseguridad y la falta de trabajo. De nada les serviría hablar de la historia, de los cruces de culturas, de la diversidad, de que, en el fondo, todo aquello que nos separa, nos une y enriquece. Eso, posiblemente, ahora sería hasta peligroso.
    Lo nuestro es más sencillo: cada día que pasa es una bendición de nuestro respectivo dios, que permite que podamos ver amanecer y que con este humilde salario otras bocas podrán alimentarse muy lejos de aquí.
    La piel de Ahmoud, los ojos de Chang, los rasgos faciales de Ravindranath o el velo de Alina nos delata.
    Somos distintos, pero nos respetamos. Eso es algo que noté desde el primer día cuando pasados los primeros instantes de confusión y recelo nos fuimos presentando de modo que cada uno pronunciaba su nombre y fijaba su lugar de procedencia mientras él, astutamente, nos provocaba amistosamente para que cuanto antes nos contagiáramos de su confianza.
    ¿Quién diría que el esfuerzo común es divertido?
    Ahí estamos reflejados en la pared: cómo nos llamamos, de dónde venimos y dónde estamos.
    Celebramos nuestros tres primeros meses de convivencia compartiendo una fiesta en la que el motivo era un menú gastronómico.
    Y ahora esto. Sé que ustedes lo están pasando mal, muy mal y que lo ocurrido permanecerá en sus memorias. A algunos, a esos de quien les hablaba antes, habría que recordarles que el fanatismo también se ha llevado por delante otras vidas, otras ilusiones. Y que el dolor se ha instalado sin conocer lengua ni religión.
    Por eso debemos desterrar que no hay unos y otros, que no hay blanco ni negro, que no hay Dios, Yahvé o Alá,…
    En esto pienso, mientras atendemos sus explicaciones antes de comenzar esta nueva jornada, cuando miro emocionadamente con cuanta dignidad una nueva compañera escribe lentamente, pero con firmeza, el día, mes y año de su primera clase de “español para extranjeros”.
    2004

    A las víctimas del 11 de marzo de 2004
    in memoriam

  9. Se habla del desaparecido Ministerio de Igualdad. Tuvo muy malas críticas desde el principio, como ya ha dicho alguien, motivado por el bajo perfil de su máxima responsable. Un Ministerio exclusivo, de todos modos, me parece absolutamente excesivo, está mejor integrado en otros temas.

  10. Creo Guadalupe que para que un profesor sea respetado no depende de su sexo, depende de su personalidad y profesionalidad. Creo que para que una profesora sea respetada no es necesario que se comporte como un hombre, el carácter no tiene sexo . . . He conocido muchas profesoras con un gran carácter y eso no significa dar voces ni tener comportamientos agresivos . . . y además pueden unir a ese caracter una habilidad innata, ese sexto sentido que tienen las mujeres y que en muchas ocasiones les hace anticipar los problemas.
    Por otra parte, creo que el Ministerio de Igualdad fue un error, creo que crear ese Ministerio fomenta la desigualdad. La igualdad debe ser algo transversal que se debe transmitir desde las casas y desde el colegio y en todo caso estar regulada por el Ministerio de Educación.

  11. Guadalupe no estoy de acuerdo con tu comentario acerca de que una profesora para hacerse respetar debe comportarse como un profesor. ¿A qué te refieres? ¿A dar más voces? ¿A ser más agresivo? Quizá para determinados alumnos el hecho de ser hombre puede ser una ventaja los cinco primeros minutos, pero una vez haya pasado ese tiempo, creo que el respeto de un profesor/a se lo gana uno/a con personalidad y profesionalidad y sobre todo siendo un modelo para ellos . . . Lo he visto en muchas ocasiones con jóvenes conflictivos (Centros de Menores), que en un primer momento lo ponen difícil, pero incluso este tipo de jóvenes suelen ser justos y saben recompensar con comportamientos y con afecto a quienes son justos/as y honestos/as con ellos/as, aunque en ocasiones sean duros.

    Yo también creo que el Ministerio de Igualdad fue un error. Desde mi punto de vista la igualdad es algo transversal que debe ser inherente a cualquier comportamiento o conducta que desarrollemos, algo que debe estar siempre en nosotros como la honestidad. Por supuesto se debe trabajar desde la familia y en la escuela y en todo caso estar regulado desde el Ministerio de Educación.

  12. Un artículo más que acertado! En estos días he estado leyendo en diferentes redes sociales críticas a la celebración del Día de la Mujer… Ha sido algo que ne ha dejado, como mínimo atónita, y lo que considero peor es que muchas de esas críticas provienen de mujeres. Como lo podría decir… tirando piedras sobre nuestro propio tejado! Se han olvidado de que no hemos partido de la misma meta de salida, por desgracia, que los hombres? Pero bueno esto no hace más que alentarme para seguir defendiendo y apoyando mi causa y la de muchas otras personas. Un abrazo!

  13. Yo me quedo con una frase de Carmen Posadas, en relación a las políticas positivas a favor de la mujer: “no me gusta sentirme especie protegida”. Estoy de acuerdo con varios comentarios: yo valdré lo que valga profesionalmente y a nivel personal, pero por mí misma, nunca en comporación con un hombre. Lo contrario me parece una soberana idiotez, con perdón. Las mujeres que acuden a la frase “me atacan por ser mujer” o similar, en realidad lo hacen para justificar, a la desesperada, un fracaso. Somos muy distintos, los hombres y las mujeres. Creo que en todos los sentidos posibles. Ni podemos compararnos recíprocamente por razón de género ni podemos adoptar roles que nos resultan completamente ajenos. Rechazo, por lo tanto, cualquier política de discriminación “positiva”. Valdré, repito, lo que valga por mí misma, pero no por el simple hecho de ser mujer.

  14. Estoy muy en desacuerdo contigo, Juana. No me extraña que la señora Carmen Posadas no necesite discriminación positiva. Y acaso tú tampoco. Qué afortunadas. Pero hay muchas mujeres que la necesitan. Muchísimas. Muchísimas mujeres maltratadas, objeto de discriminación, sometidas a la pobreza, no encontrando trabajo por ser mujeres, cobrando menos por ser mujeres, no ascendiendo en sus trabajos por ser mujeres, “obligadas” por su religión o cultura a ir tapadas… Veo tu postura muy poco solidaria con las mujeres que necesitan esa ayuda.
    Por otra parte, no creo que dudes de la discriminación que hemos sufrido las mujeres durante siglos. Caramba, deja que de alguna forma sean compensadas como colectivo durante tantísimos siglos machacada (inclusive hoy, claro).

  15. Hola Luisa. Si yo me considerara parte de un “colectivo” por el hecho de ser mujer estaría perdida. No sería yo misma, no estaría definida por mis virtudes y defectos, por mis propios esfuerzos diarios, cotidianos. Por mi afán de superación. Por demostrar, en definitiva, lo que valgo, en concurrencia competitiva. Pero nunca por el hecho de ser mujer, sin más, simplemente. Creo que tal posición no es justa, socialmente hablando. Y aún menos para las mujeres, porque pienso que tal posición no nos hace avanzar, sino retroceder. Si queremos dejar definitivamente atrás esa historia de la humanidad donde hemos sido relegadas a los roles “propios de nuestro género”, como se decía antes, tenemos que hacernos valer como cualquier persona, es decir, por nosotras mismas: con inteligencia, esfuerzo, afán de superación. Como cualquier mujer o cualquier hombre. Es la postura que pienso, logrará que en este siglo XXI, se queden definitivamente en el olvido mentalidades obsoletas y posiciones retógradas, que por otra parte, nadie puede negar. Están ahí. La violencia de género es repugnante. Pero no logro explicarme cómo la mujer, al menor síntoma, no deja atrás a su potencial maltratador. Pero creo que este tema es muy delicado como para tratarlo en tan pocas líneas. En el fondo, creo que todas estamos de acuerdo, si bien con matices. Pero ese fondo es único y la dirección también: seguir avanzando, hasta que la sociedad, por completo, cambie de mentalidad. Que ya no quede resquicio alguno de posturas interesadas por razones de género. Y ese camino se recorre haciéndonos valer, no como mujeres, sino como personas. Termino,no me gusta escribir tanto: el esfuerzo individual, por encima de etiquetas. El afán de superación por encima de “colectivos”. El hacerse valer, por encima de una condición de género. Abrazos.

  16. Amiga Juana:
    Cada una a lo suyo, cada una a su superación, cada una a su guerra, NUNCA SE HABRÍA CONSEGUIDO NADA. Creo que han sido mujeres que han pensado en el colectivo (y en su discriminación las que han conseguido los progresos que se han conseguido). Por otra parte, cuando hablas de que “hemos sido relegadas” te incluyen en un colectivo. Es que formas parte de él aunque no quieras.
    En el libro al que hace referencia Miguel Angel “Aprender a perder” recuerdo haber leído un capítulo en el que las maestras de una escuela presentan (COMO GRUPO, APOYANDOSE UNAS A OTRAS, COBRANDO ASI MUCHA MÁS FUERZA) una queja a sus colegas sobre los agravios de que eran objeto.
    No se trata de que te compadezcan por ser mujer sino de exigir los derechos que durante tanto tiempo nos han quitado.

  17. Importante tema. Tengo dos hijas y siempre temo que acaben siendo víctimas del sexismo que no cesa. Por eso considero que es importante la eduación. Y que también son importantes las políticas que velan por la igualdad de oportunidades.

  18. Lo siento, pero no. No quiero mirar al pasado, donde hasta el siglo XX las mujeres no existiamos. Afortunadamente, éste es el siglo XXI y la mujer y el hombre tenemos los mismos derechos y deberes en el marco democratico que marca nuestra Constitucion. El futuro de la mujer es el futuro que ella misma quiera labrarse, como persona. Exactamente igual que el hombre. No quiero politicas que me favorezcan, por el hecho de ser mujer. Mi condicion biologica no debe definirme, debe hacerlo mi esfuerzo, mi inteligencia, mi afan de superacion. Tambien mis errores. Y no lo he dicho antes, pero me encanta ser mujer y desde luego, en el terreno sentimental, sexual, me encantan los hombres. Lo dejo definitivamente aqui, no quiero que se convierta esto en un chat. Abajo los victimismos femeninos.

  19. No hay victimismo, Juana. Hay discriminación. Y si no la ves, pues qué te voy a decir.
    Todavía existen muchas diferencias que son futo del sexismo y todavía está muy consolidado el patriarcado.
    Tú renuncia a lo que quieras, pero deja que las mujeres necesitadas reciban las ayudas que necesitan. No se le puede decir a una mujer amenazada, maltratada y quizás en peligro de muerte: mira, es cosa tuya, no te hagas la víctima.
    Me sorprende mucho que esa postura la mantenga una mujer. Tú te sentirás fuerte para salir adelante sola (como Carmen Posadas, a la que citas), pero hay muchas otras mujeres que no pueden defenderse solas.

  20. Juana estoy completamente de acuerdo con tus reflexiones. Creo que es una manera de ver en positivo la vida y de mirar hacia adelante, ya que creo que nadie pone en duda un pasado en el que la mujer ha sido maltratada y ninguneada y un presente en el que todavía ocurren casos discriminatorios hacia la mujer, aunque cada vez en menor número.
    Por supuesto hay que seguir ayudando a todas esas mujeres que necesitan apoyo y protección, pero no menos que a cualquier otra persona que en nuestra sociedad sufra cualquier tipo de discriminación.

  21. Los estereotipos por ser mujeres o hombres están, en mi opinión, mas presentes durante los primeros años de la educación de los niños, lo que seria jardín de niños y primaria. El problema que esto causa es que, a esta edad, los niños se están desarrollando, son como plastilina que puede ser moldeada fácilmente. El problema en esto es que, si educamos a los niños con estos principios esto solo los llevará a creer que es correcto tener un “rol” que depende de tu genero. Las oportunidades hoy en día están creciendo para las mujeres, que han luchado por la igualdad de oportunidades desde hace tanto. pero aun existen aquellas personas que no se sienten cómodas con este avance en la sociedad, y aun hay personas que se preguntan Por que es que esto pasa? Todo comienza en la infancia y en los valores y la tolerancia que les enseñamos a los niños que, si son educados correctamente, llegaran a aceptar los cambios y serán mas abiertos a tolerar lo que pueda cambiar en el futuro.

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