Hay personas que pasan por la vida sin pensar más que en sí mismas. Pretenden que todo el mundo orbite sobre su ombligo. Creen que las personas y las cosas están ahí para su gloria y servicio. ¿En qué medida le puedo sacar partido?, se preguntan ante cualquier situación. No se plantean qué puedo hacer yo para mejorar lo que ya existe sino cómo me puede beneficiar a mí eso que está pasando.
Recuerdo que, cuando yo estudiaba bachillerato, un profesor escribía en el encerado una máxima cada lunes con el fin de que nos sirviese de objeto de reflexión durante la semana. Una de esas máximas decía: “Lo mejor y lo primero, para mí compañero”. Un avispado colega tuvo la ingeniosa idea de cambiar la coma de lugar y de modificar el sentido de la sentencia. Lo que se pudo leer a partir del martes fue lo siguiente: “Lo mejor y lo primero para mí, compañero”. Las dos frases sintetizan posturas antagónicas hacia la vida y hacia las personas. Hay quien se preocupa por los demás y hay quien sólo se preocupa de sí mismo. En esa coma danzarina se esconden dos planteamientos antitéticos.
En su excelente blog Terrear, mi querido amigo portugués José Matías Alves reproduce un cuento de William J. Bennet, que resumo a continuación:
Un rey muy sabio que vivía allende los mares ponía en práctica interesantes lecciones para enseñar a su pueblo. Solía decir que nada bueno le puede sobrevenir a una nación que siempre reclama y espera que otros resuelvan sus problemas y en la que cada uno va a lo suyo.
En cierta ocasión colocó una gran piedra en el camino, justamente delante de su palacio mientras él se escondía detrás de unos arbustos.
Pasó por allí un labrador con un carro cargado de simientes. Al ver la piedra, dijo contrariado, mientras la rodeaba para pasar con su carro:
– ¿Dónde se ha visto semejante descuido? ¿Cómo no han mandado retirar esa enorme piedra?
Horas después pasó por allí un soldado que, ensimismado en sus batallas interiores, chocó contra la piedra y maldijo a quien la había dejado allí y a los gobernantes que no habían ordenado retirarla. Él la sorteó para seguir su camino.
Así transcurrió el día. Todos los que pasaban criticaban a quienes crearon el problema y a quienes no tenían la iniciativa de solucionarlo. Ya casi de noche pasó por allí la hija del molinero. Era muy trabajadora y estaba cansada. Y se dijo: “De noche alguien puede tropezar con la piedra y herirse gravemente. Voy a quitarla de aquí”. La piedra era muy pesada, pero no había nadie más por allí. Empujó y empujó hasta que consiguió moverla y apartarla del camino. Para su sorpresa encontró una caja debajo de la piedra. La caja era muy pesada y tenía una leyenda fuera: “Esta caja pertenece a quien retire la piedra”. La abrió y comprobó que estaba llena de oro.
El labrador, el soldado y todos los que había pasado por allí se enteraron de lo sucedido y acudieron al lugar donde estaba la piedra, y removieron el polvo del camino con la esperanza de encontrar un trozo de oro, pero no encontraron nada.
– Mis queridos amigos, dijo el rey, con frecuencia encontramos obstáculos en el camino. Podemos criticar y lamentarnos por lo que otros han hecho o dejado de hacer, pero también podemos eliminar el obstáculo y dejar expedito el camino para los demás.
Siempre se esconde debajo de la piedra la caja el oro de la recompensa. No una caja material sino la satisfacción de haber hecho el camino más fácil y más hermoso para todas las personas que lo transitan. Dice Sófocles que “la obra humana más bella es ser útil al prójimo”.
La hija del molinero podía haber pasado por allí sin importarle lo que les pasase a los demás. No fue a lo suyo. Quitó la piedra cuando era de noche y nadie la veía. Decía Eduardo Marquina que “hay que dar cantando como la fuente y no chirriando como la noria”.
He visto personas con esas dos actitudes básicas. De las que actúan pensando en el bien de los demás y de las que sólo piensan en el propio beneficio.
Creo que hay pocas dudas de cómo sería el mundo si sólo hubiera personas de uno de los tipos. En el primer caso el mundo sería habitable y hermoso. En el segundo caso sería una selva en la que sólo podrán sobrevivir los más fuertes.
¿Cómo optar por la postura que nos hace convivir de manera más satisfactoria? Va a depender de nosotros mismos. Las circunstancias pueden sernos favorables o adversas, pero somos nosotros quienes vamos a fraguar nuestra actitud radical ante la vida y ante los demás.
No sé dónde he leído esta pequeña historia. Un discípulo le pregunta a su maestro cuál es el principio que habita en las personas y que las hace obrar de manera positiva o negativa.
– En el interior de las personas hay un perro bueno y un perro malo, dijo el maestro.
– ¿Cuál de ellos ganará?, preguntó el discípulo.
– Depende, contestó el maestro. Ganará aquél al que se alimente más.
Influirán la educación recibida en la familia, los amigos y las amigas, la escuela, el contexto… Pero, sobre todo, dependerá de nuestra voluntad, de nuestra experiencia, de nuestra actitud hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia la vida. Nosotros vamos a conseguir cristalizar una actitud solidaria, respetuosa y compasiva o una actitud egoísta, prepotente y agresiva.
De nosotros va a depender que pasemos por la vida colocando piedras que dificulten el paso de los demás por el camino o que actuemos con la generosidad y la diligencia que empleó la molinera del relato.
Ojalá que se pueda colocar sobre nuestra tumba un epitafio que acredite que pasamos por este mundo haciéndolo un poco (o un mucho) más habitable.
Yo conozco una enorme cantidad de personas que pasan por este mundo haciéndolo un poco mejor, dejando lo mejor de si en hacer que la vida de otros y otras sea diferente. Por todos ellos gracias.
Muy interestantes ejemplos. Gracias por compartirlos.
Por cierto, al leer artículos como éste siempre me da por pensar si frases como la primera estarán dedicadas a alguien concreto. Ya sé, soy muy curiosa. O quizá sea deformación profesional ya que cuando yo escribo posts así siempre tengo a alguien o algo muy específico en la cabeza.
Saludos.
Hay quien pone piedras y hay quien las quita. Yo creo que la educación es el mejor camino para que aumenten las personas que las quitan.
Tengo la suerte de estar rodeada de muchas personas que me ayudan a caminar (ahora, más que nunca, literalmente) y estoy muy agradecida a la vida por ello.
Comparto con María la opinión de que la educación es la mejor vía para que crezca el número de personas que quitan piedras.
No siempre hay oro material debajo de las piedras, pero siempre está allí la recompensa de la acción bien hecha. A eso es a lo que hay que acostumbrar a niños y jóvenes. La recompensa más importante es saber que has hecho algo por los demás.
Todos las semanas espero con impaciencia el artículo semanal.
Sr. Miguel Ángel, maravillosas reflexiones. Me ha encantado el símil de los dos perros. Pienso que todos llevamos dentro los dos. Sin duda el que más alimentamos en la vida es el más ladrador.
Gracias por tus artículos porque me ayudan a ser mejor.
Este artículo me ha permitido reflexionar mucho y me ha ayudado a esclarecer muchas ideas que tenía tambaleándose en mi cabeza durante este año, por todo ello MUCHAS GRACIAS.
Estimado profesor
Que gran verdad nos has mandado a reflexionar hoy, verdad, yo lo tome por el lado que a veces nosotros mismos nos ponemos esas enormes piedras,y solo cuando las quitamos podemos ser felices, a veces las piedras de la desconfianza, del desamor, del egoismo, que nos hace mas cómodos cada dia en vez de ser inteligentes y poner nuestra buena voluntad en querer superarlo.Me encantan sus reflexiones, lo felicito y Adelante…!!!!
Buenas noches Dr. Miguel Angel, gracias por compartir esa gran sabiduría que posee con ejemplos cotidianos que en muchas ocasiones son invisibles para muchos de nosotros, el hacerlos evidentes de una forma tan amena indica el grado de inplicación que usted tiene con la vida, porque la vida puede vivirse intensamente o puede pasar como un simple movimiento diario de cambio de hoja en el calendario, con la monotonía de ver el reloj pasar las agujas en un movimiento circular interminable.
Es tan notoria la fuerza de su pensamiento de maestro que en cada entrega propicia la transformación del lector y si además la labor que se realiza es la de docente la ganancia es doble, este aprendizaje continuo, inequitativo desde mi dimensión porque recibo tanto de sus escritos y de los comentarios de los demás que no puedo más que decir ¡Gracias!
Soy Maestra de Química de la Escuela Preparatoria “Tapachula” en la Ciudad de Tapachula, Estado de Chiapas (Uno de los estados más pobres de mi país, de la República Mexicana y he leído varios de sus libros y artículos, pero no había encontrado este espacio hasdta hoy, ya llevo varias horas leyendo sus escritos y en todos ellos veo la entrega, el apasionamiento, la devoción por la vida, el deseo de compartir con los demás, la oportunidad que se da y que nos ofrece para saberse útil y reproducir ese sentimiento que permite a la humanidad darse cuenta de que somos eso: humanos.
Gracias otra vez Maestro.
Florinda González Villafuerte
En la historia que nos cuenta M.Angel alguien pone la piedra para probar y enseñar, pero en la vida muchos ponen piedras para fastidiar. Habría que preguntarse si se puede aceptar que algunos se dediquen a esa tarea tan perniciosa para los demás. Una cosa es lo abrupto del camino y otra los obstáculos que ponen algunos para complicarle la vida a los demás. Está bien quitar piedras, pero sería mejor que algunos no tuviesen tanto empeño en ponerlas.
La hija del molinero, a pesar de estar cansada, quita la piedra para que no siga siendop un peligro para los demás. Y lo hace sin saber que debajo de la piedra tenía una recompensa fabulosa. No me gusta esa educación que tiene que dar un premio por todo lo que se hace bien. La recompensa de hacer algo bien es, sencillamente, haberlo hecho.
Como en la vida ha de haber de todo, están los que quitan piedras del camino -o incluso las ponen para luego quitarlas- pensando en el bien de los demás (?) pero sin olvidarse de la recompensa en forma de brillo social, de manera que no sabe una -sólo lo intuye- cuáles son sus verdaderas motivaciones.
Hace unas semanas, en el blog “Desde mi terraza” de Antonio Gutiérrez Turrión leía un soneto del que extraigo este cuarteto:
“Qué afán de salvar vidas y qué brío,
qué ganas de crecer entre el gentío,
qué fuerzas, qué ilusión, qué poderío
los que declinan yo, mi, me, conmigo”.
Pues eso, qué malo es a veces intuir.
Que gran tema de reflexión…la verdad es que si que existen estos dos tipos de personas..y por desgracia a dia de hoy aumentan las que solo miran por si mismas…el mundo se está convirtiendo en algo frío..por eso se agradece tanto la presencia de esas personas que, como he leido..van quitando piedras del camino para que otros anden mejor
Me gustan las personas que despejan el camino a los demás, no tanto las que sólo se preocupan de avanzar ellas solas. La hija del molinera podía sortear la piedra y seguir su camino, pero se entretuvo moviendo la piedra para que otros pudieran pasar. Esa es la actitud deseable. Si todos y todas la tuviéramos la vida sería más fácil, más hermosa.
¿Cuántas piedras hay en el camino? No hay una. Hay miles. Hay que quitar alguna, no limitarse a pasar y dejar las demás en su sitio p<ra que otros se estrellen. Y, desde luego, hay que ser de aquellos que no las colocan parza fastidiar a los demás. Conozco a algunos que se dedican a ello con tal voluntad que se diría que es su profesión.
QUERIDO MIGUEL ANGEL! QUE AFORTUNADA ME SIENTO DESDE EL DIA QUE LO CONOCI.SIN DUDA HA SIDO MI PATRÓN DE VIDA,MI GUIA ESPIRITUAL. CADA VEZ QUE LEO UN ARTÍCULO SUYO ES PARA INCULCARME SU DON DE BUENA GENTE Y PARA IR POR LA VIDA CON SU MISMO SENTIDO DE HONESTIDAD Y DE AMOR A LOS DEMAS. LAS PIEDRAS ME LAS SALTO PONIENDO TODAS LAS GANAS DEL MUNDO.GRACIAS POR LO QUE ME ENSEÑA. SALUDOS
Es usted un ser extraordinario, señor Santos.
Un saludo, y muchas gracias.
buenas tardes, gracias por el articulo, me ha servido mucho.Dejo mi me
gusta. Yo me dedico al mundo de internet o bien mejor dicho posicionamiento SEO y
la verdad que el articulo en sí esta realmente bien organizado
increible el articulo lo he compartido con mis amigos
Muy buen articulo Miguel Angel.
Gracias
Gracias por leer y por la felicitación.
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