Decía Homero que “el ser humano le teme más al aburrimiento que a la guerra”. A mí me preocupa especialmente el aburrimiento que produce la escuela. Me inquieta la sensación de monotonía y de tedio, que viven algunos escolares y, lo que es peor, algunos maestros. Ya hace años el sociólogo Alberto Moncada escribió un libro en el que reflexionaba sobre este delicado tema. Se titulaba así de crudamente: “El aburrimiento en la escuela”.
Si enseñar y aprender son, en sí, procesos apasionantes, me pregunto por qué resultan en ocasiones aburridos. A mi juicio, las explicaciones son múltiples y complejas: los contenidos están alejados de los intereses del alumnado, la metodología es poco dinámica, no se tiene en cuenta la diversidad del alumnado, existe poca participación, no abunda la creatividad… y, sobre todo, falta ilusión y el necesario entusiasmo. Dice Sthendal que es preciso desarrollar el oficio con pasión. También hay aburrimiento cuando el alumnado no se sacude la pasividad, el desinterés y la pereza.
Las rutinas que se instalan en las prácticas docentes son tan poderosas que no se encuentra nada extraordinario en ellas, nada llamativo. Me parece una trampa decir que no tenemos que convertir las clases en un circo, que no tenemos que actuar de payasos para divertir a los espectadores. Porque ese es un argumento que nos hace refugiarnos en la comodidad. No estoy de acuerdo con la filosofía que pretende convertir a los alumnos en sufridores bajo la excusa de que hay que prepararles para una vida dura y, quizás, cruel. Instalarse en el aburrimiento bajo el pretexto de que hay que endurecerlos, de que hay que habituarles al sufrimiento me parece el fruto de una actitud sádica, heredera de aquel odioso y repetido aforismo: “la letra con sangre entra”. Esa argumentación nos instala en la rutina y en la comodidad. Que se esfuercen ellos en aguantar. La letra entra con la sangre, sí, pero con la sangre del profesor. Lo cual no quiere decir que el alumno no tenga que esforzarse, que sacrificarse, que perseverar y que ser exigido en sus responsabilidades de aprendiz.
Acabo de leer un libro de Seth Godin (uno de los más grandes gurús del marketing y autor del blog más famoso del mundo sobre empresa) que tiene este curioso título: “La vaca púrpura”. No es un libro sobre la escuela sino sobre el mercado, pero puede muy bien aplicarse a la enseñanza.
Sostiene el autor que para captar la atención hace falta algo extraordinario. Si vas por el campo, dice, y ves una vaca marrón, no te llama la atención. Te fijas un instante en ella y se acabó. Pero si ves una vaca púrpura te quedarás asombrado y hasta puede que pares el coche y vayas a ver aquel fenómeno de la naturaleza. Las vacas normales, después de ser contempladas un rato se vuelven aburridas. Pero una vaca púrpura sería algo interesante, algo excepcional. Dice Godin: “La esencia de la vaca púrpura es que debe ser extraordinaria”. “Algo extraordinario, explica, es un asunto del que merece la pena hablar. Conviene fijarse en él; es excepcional, nuevo, interesante: es una vaca púrpura. Las cosas aburridas son invisibles, son una vaca marrón”.
Si haces un viaje de avión y llegas sano y salvo, no se lo cuentas a nadie, pero si el viaje fue horrible o te atendieron de una forma inusualmente buena (“llegamos con una hora de antelación”, “me reembolsaron el billete porque soy guapa”…) se lo cuentas a todo el mundo.
Y a eso voy en estas líneas, a preguntarme: ¿qué tiene de excepcional la escuela?, ¿qué tienen de extraordinarias las clases?, ¿qué tiene de espectacular el proceso de enseñanza y aprendizaje?
Hay un capítulo en el que el autor habla de la escuela. Dice: “Dirigimos nuestras escuelas como fábricas: colocamos a los niños en filas, los ponemos por lotes (llamados cursos) y nos esforzamos en asegurarnos de que no salen piezas defectuosas. No dejamos que nadie destaque, se quede atrás, vaya adelantado o arme jaleo. Ir a lo seguro, jugar según las reglas, parece ser el mejor modo de evitar el fracaso”.
Voy a referirme a dos experiencias que, hace muchos años ya, puse en marcha, buscando la vaca púrpura. Una se refiere a la escuela y otra al aula.
Siendo el responsable de un Centro tuve la idea de convertirlo en un barco. Se hizo la botadura con toda la solemnidad, el barco seguía un itinerario con sus correspondientes escalas en puertos diversos, los nombres de los espacios, de las autoridades y de los objetos eran los de un barco, el currículo estaba relacionado con el viaje, se rellenaba diariamente el cuaderno de bitácora…
La segunda está reherida al aula: Siendo tutor de un curso, organicé una ciudad llamada Edelweis: la ciudad tenía autoridades (alcalde y concejales), juez, banquero, bandera, snombre, insígnea, constitución, asambleas, periódico (“Adelante”)… No hace mucho me encontré con uno de aquellos “ciudadanos” que me dijo:
– ¿Recuerdas con cuánto entusiasmo íbamos los sábados para publicar contigo el periódico de nuestra ciudad?
Hay muchas vacas púrpuras en las escuelas. No seré yo quien sostenga la tesis de que sólo hay vacas marrones en los pastos de nuestro sistema educativo. El problema es que quien tiene una vaca púrpura no la muestra a los demás. No la saca a pasear. Quien quiera ver una impresionante vaca púrpura puede leer el libro de Mari Carmen Díez Navarro titulado “Mi escuela sabe a naranja”. Es un ejemplo entre miles. Un ejemplo bien hermoso.
Lo extraordinario no tiene por qué ser escandaloso. Lo escandaloso, con frecuencia, es molesto. Lo extraordinario llama la atención, atrae, seduce. Se trata de poner pasión, entusiasmo, ingenio y magia en las cosas. Hay que poner en marcha la filosofía de la vaca púrpura. “La lección es sencilla, concluyo con Seth Godin, lo aburrido conduce al fracaso”.
Un saludo de un lejano expatriado de Edelweis, utópica ciudad juvenil de Tuy (Pontevedra). Os escribe uno de sus antiguos secretarios.
El artículo de Miguel Ángel me trae a la memoria historias y anécdotas de hace más de 35 años. De la impronta de aquella ciudad (experimento, quizás fallido en su tiempo, o por lo menos cuestionado como Summerhill de cuyo espíritu bebía (aunque fuera en forma denatada), da fe que aún conservo todos los números de la revista «Adelante» (en cada número por cierto escribía Miguel Ángel una espedcie de editorial) y un resumen manuscrito de las principales características de la ciudad: funcionamiento, normas, cargos, lema, leyes… Aquella ciudad a imágen y semejanza de la Ciudad de los Muchachos fue una experiencia enriquecedora. Dentro de los corsets de la época (franquismo), de la forma educativa (internado) y de la ideología (religiosa); hubo espacio para la autogestión y la creatividad.
Lejana ya en el tiempo, Migue Ángel, nos invita a dinamizar la escuela, a hacerla más creativa. Nada que objetar. A nadie le amarga un dulce. Sólo que habría que analizar cuidadosamente los costes de la cretativad ¡y asumirlos!. Me contaba el director de mi colegio (público) hace unos años que a su hija las monjas de su colegio (privado) la estaban atormentando diariamente a base de dictados y ejercicios artiméticos porque se aproximaban las fechas de las pruebas a los centros de la Comunidad de Madrid y había que sacar mejores calificaciones en el ranking… (sin entrar a comentar la incongruencia de su cargo y la escolarización de su hija, ya vemos la improtancia que se da a «la creatividad» en la vida real). Curiosamente el centro que el dirigía obtuvo al año siguiente las peores calificaciones en ese mismo ranking y, yo doy fe, de que los profesores eran unos profesionales excelentes, preparados y creativos en sus clases. ¿Quién les explica eso a los padres?. A la entrada, a la mañana siguiente de la publicación de resultados, éramos crucificados con las miradas reprobadoras de padres, madres y alumnos que parecían espetarte: ¡mierda de cole!
Quiero también comentar la instantánea asociación que me produjo el título de la entrada y los siguentes comentarios. Celebramos este año el 30 aniversario de la muerte de Gianni Rodari. En mi centro se prepara una semana del libro dedicada a este gran autor infantil y estudioso de la creatividad y fantasía en los cuentos infantiles. Me estoy ocupando de leer su «Gramática de la Fantasía» y hacer un pequeño resumen de sus técnicas aplicadas a los niños de nuestro cole. La filosofía de «la sorpresa», la dislocación semántica de las palabras, el binomio fantástico, la «vaca púrpura»… son las claves que dambos defienden.
Como contrapunto decir que la idea de un blog de biblioteca (donde se exponen estos resúmenes) lanzanda al aire otoñal en octubre ha tenido «exito cero». Sólamente el autor que suscribe sigue escribiendo en ella. Son los costes de la creatividad: Pena. Tristeza…
http://bibliotecasjb.blogspot.com/
Si, Sr. Míguel Ángel, ese sería el ideal y lo maravilloso, «ser una vaca púrpura» durante todos los días del año y sus cinco horas diarias y durante todos los años de profesión. Hay quienes lo consiguen. Es digno de encomio, pero en todas las profesiones no todos tienen las mismas capacidades de creatividad, de inventiva permanente, de sorprender. Ese es un hermoso ideal a conseguir. Lo más penoso que he visto en el terreno de la educación es cuando los alumnos dicen de odiar a un profesor y no suele ser porque sus clases sean más o menos aburridas, sino por una toatal falta de empatía, o más bien de desprecio hacia sus alumnos. El apoyo y la entrega incondicional a los alumnos, más que las ideas geniales, (que me parece sensacional los que las tienen y son capaces de llevarlas a cabo) eso es lo que he observado y creo que te hace ser día a día «la vaca púrpura».
Yo conozco al Sr. Miguel Ángel y puedo decir que ha sido y es extraordinario como persona y como profesor. Enhorabuena, maestro.
No abundan las vacas púrpuras. Hay demasiado rutina, demasiada monotonía, demasiado aburrimiento. Sería bueno que los prpofesionales de la enseñanza se esforzasen más en hacer el trabajo con más dosis de creatividad y de ingenio.
Ya sé que no depende todo el éxito de esa variable, pero es fundamental.
Muchísmas gracias por esta reflexión tan acertada.
La hemos llevado a este proyecto de la TRIBU 2.0.
Una lectura a recomendar, sin lugar a dudas.
http://diadellibro2011.blogspot.com/2011/04/miguel-angel-santos-guerra-un-autor-que.html
Pingback: Bitacoras.com
Coincido plenamente que la concepción de aprendizaje y el montaje de recursos didácticos es monótono y rutinario. Sólo carteles prolijos y las mismas flores primaverales son el marco por excelencia que observamos mayoría en la mayoría de los centros, me pregunto: los recursos en tridimensión no existen, el pensamiento creativo y divergente no tienen cabida? Hace poco participé en unos Talleres de Producción Pedagógica en la ciudad de Rosario, que se desarrollaron en la Isla de los Inventos, un lugar donde los recursos innovadoras, las metáforas y simbolización dan rienda suelta a la creatividad y a los múltiples lenguajes (allí el aburrimiento no tiene cabida). Qué las escuelas y los docentes demos cabida a las vacas púrpuras, a las azules, a las doradas …
Saludos a Todos/as.
Miguel Ángel, mi admiración y cariño de siempre.
A mi querido expatriado de Edelweis:
Ha sido una sorpresa y una alegría encontrarme contigo tantos años después.
Y saber que te dedicas a la enseñanza (con evidentes inquietudes de renovación y con preocupaciones que comparto sobre rankings y otras trampas en las que nos mete la cultura neoliberal imperante).
Cómo me gustaría hablar con quienes compartisteis aquella experiencia conmigo. (Tan sometida a las restricciones que muy bien señalas). Estoy seguro de que en ella encontraríais luces y sombras. Espero que sean más las primeras.
Yo también conservo algunos ejemplares de «Adelante». ¡Qué tiempos!
Hace mucho que leí el magnífico libro de Rodari que tú estás trabajando (de título tan precioso y preciso). Creo que ha sido una aportación valiosísima a la creatividad.
Pero no te desanimes (aunque haya hechos como el que describes del blog). Las dos últimas palabras de tu comentario no se ajustan a tu modo de ser maestro. Yo elegiría, y ya ves que no es mucho lo que sé de ti, estas otras dos: alegría e ilusión.
Un gran abrazo.
El éxito cero de la primera entrada ha sido recogido en otro espacio de la REd y puesto en redes ¡los equipos docentes y los claustros están cambiando!
La web 2.0 puede poner la alegría y la ilusión para que el contexto «cara cara» siga queriendo tener vacas de color púrpura.
El Dia del Libro en el SXXI tiene la suerte de haber encontrado a este ciudadano Edelweis y a su blog.
Gracias Miguel!!
por esta gran reflexión que siempre está dando vuelta dentro de nosotros…dentro de la mayoría de los que educamos y que estamos en constante busqueda de llegar con el mensaje de una manera diferente.
Creo que la «Vaca purpura» esta dentro de nosotros,esperando ser encontrada o despertada, y tambien dentro de nuestros alumnos.
La rutina mata y desmotiva a cualquiera y si lo pensamos bien , no puede ser natural, fluido ni creativo..algo que no cambia, cuando lo real es que todo cambia constantemente.
Creo que una buena forma de despertar o encontrar nuestra «vaca purpura» es tomar siempre la clase como un nuevo desafio, ir con una actitud de apertura a lo desconocido que ocurrirá en ella y con una alta sensibilidad y atención en nuestros alumnos…asi todos lo pasaremos mucho mejor en esta gran y hermosa tarea de la enseñanaza y aprendizaje.
un gran abrazo y saludos a todos.
MPAZ
Muy de acuerdo con el ensayo. a menudo veo en las escuelas esto.
En todo orden de cosas, incluso las maritales, aún más en educación, lo único que debe permanecer constante es el cambio, la creatividad como demostración de competencia radicará en apoyarse en las experiencias personales, colectivas, más aún viniendo de los y las estudiantes, de quienes a menudo subestimamos, cohartándoles las posibilidades de generar y desarrollar demostraciones de sus conocimientos adquiridos, si nosotros los educadores, no somos capaces de estar en constante indagación, de innovación, por supuesto que la rutina echará raíces enormes en las salas de clases, haciendo crecer un bosque de rutinas, que finalmente no nos dejará ver más allá de nuestras propias narices. Después de todo, sensibles y altamente creativos son parte de los elementos claves en todo proceso de aprendizaje-enseñanza.
Hola Miguel Ángel, buenas tardes.
Ya hace algunos años que vengo recibiendo tus enseñanzas, que me ayudan y me dan seguridad, que me animan, que comparto y nos confortan; GRACIAS, no sólo por la vaca púrpura, . . . , también por el dedo corazón, …
Uso este espacio porque necesito de tu correo.En Granada te conté brevemente que tenemos en mente la ilusión de poder poner en marcha un Proyecto Local de Educación aquí, en Aracena; me diste tu correo; hace unos días nos hemos visto en Alcalá y me has comentado que te escriba, … no encuentro el correo.Mañana seguiré buscando pero hoy no quiero dejar pasar el día sin intentarlo. Gracias Miguel Ángel por todo.
Manolo
Tengo, tenemos necesidad de contactar contigo. Tenemos un proyecto que nos ilusiona y que deseamos poder
Hay que buscar la vaca púrpura. Tiene razón Miguel Ángel. LO que pasa es que es más fácil no esforzarse, no salir de la monotonía, no arriesgar, no llamar la atención. Buscar la vaca púrpura siendo profesor es conseguir que la motivación suja de manera fácil. Y no es que los alumnos no tengan que esforzarse (que tienen que hacerlo) pero por algo que ellos ven que merece la pena.
To estpy de acuerdo en que la educación aburre a los niños, y así nos va, por debajo de todos los países europeos en el nivel educativo de nuestros hijos..y empeorando…yo creo que el sistema está ya obsoleto y necesita un cambio hacía el dinamismo y la participación del alumno…a ver si lo consiguen con los cambios de los planes de estudio…7
Querido Miguel Ángel, no podemos olvidar a Foucault la escuela como institución creadora de orden, donde «la regla sustituye al accidente y la norma toma el lugar de la espontaneidad» (Bauman). Para encontra la vaca púrpura hay que alejarse del sistema y encontrar una nueva Ilustración que nos libere
MUCHAS GRACIAS ME SEDUJO Y QQQQUIERO SEGUIR LEYENDO…
Esto de la vaca púrpura es una idea fantástica. Para encontrar y mostsrar la vaca púrpura hace falta imaginacióny esfuerzo. Lo que pasa es que es más fácil no hacer nada excepcional. La ley del perezoso es: pudiendo no hacer nada, ¿por qué voy a intentar ahacer algo?
Poner una vaca púrpura en las clases es procurar que sean atractivas, interesantes, motivadoras… No es fácil, pero ahí está el reto. Porque el profesor tiene muchos competidores que tiran de la atención de los alumnos con mucha fuerza. No se trata sólo de saber mucho, es preciso saber enseñarlo. No es de recibo aquella conesión de un comerciante: Yo vendo, pero no compran.
Otra vaca púrpura: http://www.proyectolova.es
Cómo transformar la clase en una compañía de ópera. Cómo transformar el día a día en algo extraordinario.
Quiero conocer más vacas, púrpuras o rojas, o amarillas…
Gracias por tanta sabiduría. me hubiera encantado ser ciudadana de Edelweis.
Tamara
¡Muchas gracias Miguel Ángel por tu analysis de este gran libro de Seth Godin! Lo que más me aporto La Vaca Purpura es el concepto que hoy en día hay tanta oferta de productos y servicios que si lo que vendes no destaca, si no es una Vaca Purpura, eres uno más en la multitud.
Encontré un analysis interesante y complementario del libro, os lo dejo aquí: https://aureoapp.com/marketing-y-ventas/la-vaca-purpura/
Espero que os aporte valor