Atraído por el título, he leído el desconcertante libro de Nikolái Lilin, ”Educación siberiana”. El adjetivo que acompaña a la palabra educación me lleva a plantear una cuestión de fondo: ¿hay tantos tipos de educación como adjetivos se deseen utilizar?
Así habría, según los gustos, educación francesa, educación tibetana, educación judía, educación colombiana, educación militar, educación opusdeista, educación catalana, educación católica, educación criminal, educación budista, educación hitleriana, educación etarra…. ¿Hasta dónde? ¿Quién o quiénes eligen el adjetivo y su correspondiente contenido intelectual, cultural, ético, político…? ¿Los educandos? ¿Los educadores? ¿Las instituciones? ¿El gobierno de turno? ¿La familia?
De esta forma cada colectivo tendría las claves de esa educación que consistiría en transmitir las bases de la cultura, sin ponerse a pensar si son buenas o malas, saludables o insanas, justas o injustas… Se definiría la educación de forma interna, sin tener en cuenta los patrones de una ética universal. El individuo tendría que asimilar los contenidos de esa educación sin rechistar e, incluso, sentirse orgulloso de hacer suyas esas normas.
¿No sería esto adiestramiento? ¿No sería indoctrinación? Es decir que el educando no tendría la facultad de poner en tela de juicio esas reglas, de rechazarlas o de quebrantarlas a su albedrío. No tendría libertad.
El libro al que hago referencia, aunque es una novela, está basado en la experiencia personal del autor. Es, de alguna manera, una curiosa autobiografía. Describe la vida, costumbres y valores de diferentes comunidades, sobre todo la de los urcas, una insólita comunidad de bandidos siberianos que fueron deportados por Stalin desde Siberia a la Transnitria, una franja en tierra de nadie entre Moldavia y Ucrania. (en 1990 declaró su independencia, pero ningún Estado la reconoce). En Bender (Transnitria) nace el autor de la obra, en el seno de una familia que no reconoce más autoridad que la de sus ancianos, obligando a sus miembros a respetar un estricto código de conducta que les define como “criminales honrados”. Después de ser reclutado a la fuerza por el ejército ruso y de pasar una temporada como soldado en Chechenia, se trasladó a Italia. Desde 2003 vive en el norte de este país, donde se gana la vida como tatuador profesional, especializado en mantener viva la tradición de los tatuajes siberianos. (Especialmente llamativo es el capítulo del libro dedicado a los tatuajes, que lleva por título “Cuando la piel habla”).
En la obra se describe minuciosamente la vida y costumbres de los urcas. A cada paso aparecen armas, peleas, asesinatos, cárceles y acciones violentas sin cuento ni cuenta… Choca una y otra vez encontrarse con expresiones como “criminales honestos”, “bandidos buenos”, “reglas de juego criminales”… Y todo mezclado con un sentimiento religioso un tanto mágico que introduce invocaciones a Dios y a Jesucristo de manera constante.
Ver la palabra educación presidiendo este entramado de tropelías, de agresiones, de golpes, de navajazos y de muertes sin sentido, me ha dejado de una pieza. ¿Puede llamarse a ese fenómeno de inculturación, un proceso educativo? Creo que no porque la educación exige la capacidad de poner en tela de juicio la cultura. No todo es bueno en ella, no todo es admisible. La transmisión o la asimilación indiscriminada de reglas, normas y costumbres no es, a mi juicio, educación sino adiestramiento. La educación incluye una dimensión crítica. Y, además, un inexcusable componente ético. ¿Cómo se puede justificar el robo, el asalto, el asesinato, el ajuste de cuentas sin otro criterio que las normas internas de la tribu?
Es probable que el lector o lectora comparta mi preocupación si transcribo algunos párrafos literales.
“Nuestros mayores nos educaban bien. Para empezar, nos enseñaban a respetar a todos los seres vivos, categoría en la que no entraban los policías, las personas relacionadas con el gobierno, los banqueros, los usureros y todos aquellos que ostentaban poder económico y explotaban a la gente sencilla” (pág. 115).
“Dos años antes un amigo nuestro, Mitia, alias Giulic, que en jerga significa pequeño criminal, había matado de un navajazo a un georgiano que lo ofendió por hablar en su idioma ante él” (pág. 272).
“Los criminales dignos se presentan, se saludan y se desean lo mejor incluso cuando van a matarse” (pág. 281)
“Bueno, tranquilo hasta cierto punto, porque una vez había matado a martillazos a un chaval del Centro que había querido rebajarlo ante una chica con la que Guiguit mantuvo primero una relación de amor y luego de amistad” (pág. 294).
“Su madre, la tía Svetlana, era jefa de una pequeña banda de ladrones que se dedicaba a hacer turnéi, esto es, a robar de ciudad en ciudad. Asaltaban casas de ricos y políticos locales, pero sobre todo de los llamados empresarios ocultos, productores y comerciantes ilegales asociados con los directores de las grandes fábricas” (pág. 295).
Dentro de la filosofía de los urcas aparecen con frecuencia valores como la lealtad, la humildad, la generosidad. Prohíben las drogas, la violación y el desprecio hacia los débiles, delitos que castigan con la muerte. Pero sólo de puertas adentro. Matar policías, por ejemplo, es un meritísimo ejercicio cultural. Se habla de alguna “autoridad” que tenía a gala haber matado más de catorce mil.
El periodista Roberto Saviano dice en el diario La República que “para leer este libro hay que estar dispuesto a olvidar las definiciones de bien y de mal tal como las conocemos…”. Y yo me pregunto: ¿cómo podemos olvidarnos de la ética cuando hablamos de educación, cómo podemos dejar a un lado los valores? ¿Qué educación es ésta? ¿Puede existir educación a la carta?
Lo he pensado muchas veces. Si los terroristas imbuyen a los niños (hijos y alunos) sus ideas, ¿están educando? ¿Podría abrirse un colegio con esa filosofía? Sin pretender ofender a nadie, ¿se hace educación en un colegio del Opus en el que se recorta la libertad hastxa extremos inauditos? ¿Es justo que se subvencione con dinero público un colegio que no admite niños o niñas? Buen tema el de este sábado.
En mi años mozos estudie en un texto que se titulaba: “Urbanidad Cristiana”. En Internete hay tela.
Ayer, sin ir más lejos, vi por la carretera de Las Pedrizas un minibus de “Transporte escolar”. Sería un “transporte a la carta” que devora además kilómetros.
“La educación exige la capacidad de poner en tela de juicio la cultura”, pienso que no puede ser de otra manera. Pero cuando los padres eligen colegio para sus hijos lo que buscan muchos de ellos es transmitir a sus hijos su propio criterio respecto a la organización de la sociedad y desde este punto de vista esperan que la escuela sea conservadora que conserve y transmita esa visión. Un padre liberal probablemente elija un colegio que fomente el espíritu crítico en su hijo, otros fomentarán el pensamiento único y de los profesores no esperarán otra cosa. Pienso que efectivamente existe educación a la carta y en la misma España, no hay que irse tan lejos para encontrar escuelas donde se imparte ese adoctrinamiento al margen de los valores de la ética universal. Sociedades enfermas, maestros a su servicio. Al final, tal vez lo que quede sea la frase de Sartre, que somos lo que cada uno hacemos con lo que hicieron con nosotros. ¡Qué tremenda la responsabilidad del maestro!.
Querida Isabel:
Gracias por tu asiduidad en la lectura y por tus enriquecedores comentarios. Los espero, probablemente, que más interés que tu esperas el artículo. Siempre hace más el lector por autor que a la inversa. Muchas gracias y un saludo.
La escuela privada tiene un ideario y los padres que deciden matricular a sus hijos en las mismas aceptan explícitamente el mismo, según queda recogido en la LOE. En esto, no hay engaño posible, es un acto voluntario de las familias. En la pública, la comprensividad (una enseñanza común para todo el alumnado) es uno de los principios por los que se rige el sistema educativo en todo el territorio nacional. ¿Donde queda la “educación a la carta”? Desde luego, no en el terreno educativo de los colegios e institutos. Pero sí, es evidente, en el contexto familiar, si bien este terreno pertenece a la esfera privada de las personas y los padres tienen todo el derecho del mundo a transmitir a sus hijos su propia forma de pensar y concebir la vida, en toda su amplitud. Por lo tanto, no desarrollemos dogmas gratuitos, como es el caso del artículo: la educación a la carta sólo se encuentra en la esfera privada de las familias. La enseñanza pública tiene un currículo oficial que cumplir, en todos y cada uno de los centros y en ellos no caben ideologías de ningún tipo. Saludos y buena suerte.
Pepa, me extraña. si que caben ideologías, si que hay un ideario político detrás de cada sistema educativo, público o privado. Si que tiene mucho que ver que quieren los gobiernos o los que manejan los hilos de la política con lo que la escuela enseña. No sé en España, pero aquí en Argentina los cargos educativos más altos son cargos políticos, a los que solo se accede por decisión del gobierno de turno y no por concurso o capacidades intelectuales. Personas que implementan políticas educativas, que hacen y deshacen con poca o mucha ingerencia de lo que los que trabajan en educación piensan o pueden aportar.
Estimada Pepa:
¿Cuál es el “dogma gratuito” que se defiende en el artículo? En primer lugar, ya ves que el título aparece con interrogantes. En segundo lugar, ¿no hay ideología, por ejemplo, en un colegio del OPUS? Ideología que, en el caso que sea concertado, se suraga con dinero público.
Pero, en el artículo, voy un poco más allá: ¿se puede (es de recibo), incluso en el marco familiar, imbuir la ilosofía nazi, por ejmplo?
Un cordial saludo y gracias por participar.
Miguel A. Santos Guerra
Comparto 100% lo expresado en el artículo. Un cordial saluco, y gracias señor Santos.
Estimado Miguel Ángel:
Lejos de mi intención crear polémica alguna, más al contrario, creo que el hecho de que podamos matizarnos unos a otros crea riqueza y dinamismo en este foro y que la preocupación de todos y todas por una enseñanza de calidad, abundando en todos los matices posibles, es un obligación de educadores, familias, el propio alumnado y la sociedad en general. Miguel Ángel, los conciertos educativos se establecen por necesidades de escolarización. Dichos conciertos garantizan la gratuidad de las enseñanzas concertadas al alumnado y dichas enseñanzar concertadas, tenga el centro el ideario que tenga, se rigen por todos los preceptos de la Ley Orgánica de Educación en cuanto a enseñanzas gratuitas se refiere. Esto quiere decir que si el Centro donde se establecen las enseñanzas concertadas es de carácter religioso, en las unidades concertadas el currículum a impartir en los diferentes cursos y etapas será el común a todos los centros públicos. Y que la única connotación religiosa que habrá en el mismo es la posibilidad de que el alumnado pueda escoger la materia de religión católica. Este alumnado (a diferencia del que esté matriculado en las enseñanzas no concertadas que por el mero hecho de matricularse en el mismo acepta explícitamente el ideario religioso del centro) no está obligado en absoluto a desembolsar cantidad alguna por ningún concepto, salvo las actividades complementarias y extraescolares, siempre de carácter voluntario. La salvaguardia de esta gratuidad y el carácter voluntario de estas actividades es de la Administración Educativa correspondiente. Los conciertos, por último, tienen sentido en la medida que atienden, como he comentado, necesidades de escolarización y que garanticen un puesto escolar gratuito a todos los estudiantes que cursan las enseñanzas obligatorias.
En cuanto las familias….. un tema muy complicado. Todo el que sea docente de los CEIPs o IEs sabrá de la enorme casuística que año tras año, llega a las aulas, donde son evidentes, en muchas ocasiones, las carencias educacionales, las afectivas o todas aquellas que se derivan de condicionantes socio económicos. El trabajo que se hace en los centros es una hazaña diaria, heroíca contra todos estos elementos adversos: atención a la diversidad, flexibilización, adaptaciones curriculares, escuela de padres, servicios sociales, EOEs… Las tutorías hace ya muchos años que dejaron de ser simple transmisión a las familias de las notas trimestrales (particularmente desde el año 1990)y se atiende, prácticamente diario, a un consejo orientador continuo, constante hacia el alumno. ¿Puede suplir, en última instancia, la institución escolar ese papel que deberían desarrollar día a día, las familias para con sus hijos? Dejo la respuesta abierta, no quiero axiomatizar al respecto. Y de ahí mi expresión “dogmas gratuitos”. Estamos en una sociedad, como decía el informe Delors en que cada ciudadano, en su evidente derecho a expresarse, parece vivir en constante tensión. Antes de escuchar una propuesta, una sugerencia, una simple opinión, tendemos a criticar la misma. Parece que nos hemos olvidado de lo que significa vivir juntos, participar en un estado democrático, ser ciudadano de pleno derecho, integrado, inmerso en lo que debería ser un estado de ideas, de consenso. Claro está que la situación económica y política tampoco están a la altura (única nota de subjetividad que me permito en mi aportación); quizás nunca lo hayan estado, por otra parte. Pero lo que es evidente, ya para terminar: los problemas de la sociedad y por descontado de la educación (la educación no se extiende de un modo universal hasta los catorce años hasta mediados de los ochenta y de un modo efectivo hasta los dieciseis años hasta los noventa) no los arregla una institución escolar por sí misma; no los arregla el texto impreso, como tal, de una Ley Orgánica. Es una tarea de reconstrucción social, diaria, constante, unánime, fruto del trabajo cooperativo, del esfuerzo compartido. Si un eslabón falla (la familia, el profesorado, etc.) la víctima será siempre el alumno. En fin Miguel Ángel, creo que estamos de acuerdo en el fondo, quizás a veces no tanto en la forma. Quedo a tu disposición para lo que quieras. Un abrazo a todos y a todas.
Querida Pepa:
Sigo sin ver dónde está el planteamiento dogmático en mi artículo.
Lo que planteo es una pregunta que me surgió al leer el libro Educación siberiana”. Ni siquiera me pronuncio sobre la respuesta.
Lo que pasa es que después ha derivado el debate a la ideología de los centros concertados. No es tan sencillo el problema como los planteas. En los centros concertados religiosos,por ejemplo, se reza, se hace la comunión, se hace catequesis, se cobran “donativos voluntarios”, están matriculados muchos menos alumnos inmigrantes que en los públicos, muchos menos discapacitados, todo el curriculum está impregnado de la educación religiosa… ¿Hay que sufragar esa educación con fondos públicos?
Está muyt bien que sigamos dialogando.
Un cordial saludo y gracias por tu aportación.
MA Santos Guerra
¿Existe una ética universal? ¿Hay valores consensuados entre distintas civilizaciones? ¿Cuál es el pensamiento único? Las respuestas pueden ser tan variables como puntos de vistas de quienes las respondan.
¿La ética universal es la que proponía el derecho romano? ¿La ética universal es la que implantamos los españoles en América? ¿La ética universal es la que extrapolaron los ingleses durante el periodo de revolución industrial a sus colonias? ¿la ética universal es la que propugnan los Estados Unidos? ¿La ética universal es la que se deriva de las resoluciones de Naciones Unidas?. Todas estas éticas seguro que son cuestionables, partían de quienes tenían el poder, a los demás no se les preguntaba si estaban de acuerdo con los valores implícitos en esas éticas.
Quizás podamos acordar que la ética universal es la que se expone en la declaración de derechos humanos, aunque para que se respeten estos derechos queda aún mucho trecho que recorrer.
Para no educarse a la “carta” es necesario ponerse en la piel de los demás, comprender otras formas de pensar y vivir, en definitiva en respetar a los demás. Y como bien dice el profesor Santos para que un individuo pueda tolerar y comprender a otras personas es necesario que observe la realidad desde distintas ópticas, porque sólo así podrá, desde la crítica, tener un pensamiento propio y no ajeno.
Como docente de la escuela pública, con todas las carencias que la puedan afectar, que son muchas, lo que si tengo claro es que un alumno tiene la opción de recoger distintas formas de entender la realidad, tantas como profesores le atiendan, no creo que en un centro privado o concertado se pueda decir lo mismo.
Ayer, antes de dar por concluida mi jornada entré aquí con la intención de agradecer al profesor Santos Guerra sus palabras a mí dirigidas más arriba y que había leído previamente. Sin embargo me quedé atascada en el comentario que antecede, que no entiendo muy bien. En mi opinión el profesor, trabaje en un centro público, privado o concertado siempre transmite al alumno su modo de entender la realidad. La dimensión moral está presente inevitablemente en la relación alumno-profesor, no tiene que ver tanto con el espacio externo cuanto con las pautas de comportamiento que observa el educador y que en el día a día transmite. Personalmente creo que sería la misma en un centro privado o público, con plena conciencia de mí misma me dirigiría a mis alumnos.
En fin, que estoy encantada de andar por aquí reflexionando, querido profesor, gracias a usted por propiciarlo.
Estimada Isabel, no dudo de la capacidad profesional ni ética de un profesor/a de un centro concertado o privado, me merece todos los respetos porque realizan un función similar a la mía.
Lo que ocurre es que para trabajar en la educación pública hay un sistema de selección en donde no se valora el pensamiento ni la ética del aspirante, puede entrar cualquiera que supere las pruebas correspondientes, sin embargo para trabajar en un centro privado posiblemente el aspirante deberá compartir la ética o valores del ideario de ese centro o al menos aparentarlas.
Mi querido y respetado Profesor:
Tuve la oportunidad en sus dos últimas visitas a Mendoza; y como docente de Nivel Inicial, disfrute tanto sus charlas puesto es un didacta por excelencia. Entre su acento español, sus chistes y lo más jugoso: su charla…no sentí ni su retraso ni las horas en el Bustello que se pasaron volando. Y me dejaron con gusto a poco (por el tiempo). Ojalá pronto Mendoza se vea nuevamente honrada con su visita. Y ojalá el Gno. de Mendoza le permita a más docentes disfrutar, pensar y poner en práctica al menos algo de sus experiencias maravillosas.
Con respecto a este artículo Educación a la Carta, comparto plenamente con Ud. todos los interrogante que plantea…
Y el último párrafo: “¿cómo podemos olvidarnos de la ética cuando hablamos de educación, cómo podemos dejar a un lado los valores? ¿Qué educación es ésta? ¿Puede existir educación a la carta?”
Me pregunto exactamente igual que Ud. ¿donde se fueron los valores, la ética, los pilares básicos de la educación??? No tengo respuesta. Solo el ideal que en algún momento rescataremos lo que se ha perdido, yo humildemente desde mi Nivel Inicial y con mi ejemplo del día a día.
!Gracias por sus aportes! Y mi admiración de siempre!!!
En primer lugar decir que es un placer para mi poder participar en éste blog, gracias Sr. Santos Guerra por hacerlo posible.
Simplemente quería puntualizar que el tema del adoctrinamiento, lamentablemente para nosotros, siempre estará presente en la educación (si es que se le puede llamar así). Yo creo que el objetivo de toda educación, transmisión de valores, adoctrinamiento, llamemosle cómo corresponda en función del contexto, tiene por objetivo la perpetuación y continuación de esa misma sociedad o cultura.
Así en la cultura de los urcas ha sobrevivido, seguramente, ggracias a éstas prácticas de adoctrinamiento. El ejemplo de los urcas, o de otras sociedades no democráticas debería dservirnos de ejemplo, además de cómo modelo a no imitar, quiero decir con ello, que las élites pólitico-económicas de toda sociedad, tratarán siempre de imponer su visión de las cosas.
Por todo esto, creo que en una sociedad democrática, que defiende valores tan fundamentales cómo la igualdad, libertad, derechos humanos, etc. debe de tener una clase diriginte que propicie las normativas necesarias para evitar, ya sea en concertados o públicos (algo más complejo pues están más controlados), que se puedan dar claros ejemplos de adoctrinamiento.
El hombre no debería de convertirse en una máquina al servicio de ninguna causa, más bien debiera ser un individuo libre que pueda elegir su propio camino.
¿Interesa esa verdadera libertad individual, ese espíritu crítico a nuestras élites?, ¿Cómo conciliar esa pretendida libertad con el derecho de las familias a elegir centro?
Adela Cortina, en su libro Etica para una sociedad civil (cito de memoria) defiende que podemos llegar a un acuerdo de mínimos sobre valores. Podemos aceptar que son valores la libertad, la justicia, la paz, la solidaridad,la compasión, el respeto, la vida, la dignidad de todos los seres humanos… Para aceptar esta propuesta no es necesario ser creyentes. Creo que por ahí va el autor del artículo.
Coincido que detrás de todo proyecto educativo hay marcadamente una tendencia ideológica sustantiva. Sra. Pepa la educación carece de neutralidad y puedo decir que en muchos institutos privados los docentes se eligen a la carta, una carta obviamente que encuadre con el modo de vida “que algunos” consideran adecuado, tengo innumerables y tristes ejemplos. Lamentablemente cuestiono por qué esa posibilidad de elegir a los “adecuados”, según criterios ideológicos debamos hacerlo con el aporte de todos, no entiendo o me parece injusta esa autonomía.
Miguel Ángel, un fuerte abrazo y hasta pronto-
He regresado tarde a este foro, cuando ya se ha publicado otro artículo de Miguel Ángel. Tengo la sensación de que, a pesar de mis explicaciones,existe un gran desconocimiento sobre los conciertos educativos. A lo que he intentado explicar en alguna aportación previa anterior, sólo me queda abundar en ello: los conciertos se realizan por necesidades de escolarización; las unidades concertadas con el correspondiente Centro, si acaso tiene un ideario religioso, desarrollan el currículum en las mismas condiciones que la enseñanza pública, para entendernos. Ninguno de estos alumnos está obligado ni el Colegio podrá jamás exigirle a éstos o sus familias que participen en los correspondientes ritos litúrgicos, tal como proponía Miguel Ángel. Los puestos escolares de las unidades concertadas de un centro con ideario religioso entran en concurrencia competitiva, esto es, las familias interesadas, en el mes correspondiente de escolarización, deben hacer constar, entre sus preferencias, dichos colegios. Esto es, es una elección voluntaria, por parte de las familias. Los comentarios en torno a “dinero de todos para sufragar ideologías” carece absolutamente de sentido. A vuestra disposición siempre.
Estimada Pepa:
La sesación que tiene es errónea, respeto la libertad de los padres de elegir la educación y la escuela que consideran para sus hijos, en ningún momento cuestioné el curriculum, ni las condiciones de enseñanza. Tal vez la que tenga que abundar en explicaciones soy yo, en muchas instituciones privadas, religiosas subvencionadas por el estado los docentes y los alumnos se eligen a la carta, con respecto a los docentes no puede acceder cualquiera, muchas veces la idoneidad es dejada de lado y se tienen en cuenta amiguismos e ideologías, que me parecería bárbaro si ellos solventaran los sueldos. Con respecto a los alumnos, en la ciudad de Rosario, un colegio religioso entre una de las condiciones de ingreso aclaraba que el perfil del alumno que ingresara no podía poner en duda su condición de varón, he puesto algunos ejemplos para que podamos precisar mi concepto sobre el tema. También quiero aclarar, que lo que carece de sentido para algunos, no lo tiene para los otros, en democracia es bueno que exista el pensamiento divergente. Me parece que el juzgar categóricamente, no es conveniente en ningún momento.
Saludos cordiales
Si se leen aprates del libro me parece estar leyendo algunos relatos escritos en mi país y que se vuelven en éxitos televisivos, además que es más triste cuando estos relats aparecen en las escuelas. No quiero decir que esta sea la realidad de toda una escuela, ni de todas las escuelas.
Este tipo de narrativas debe ser leida en un marco interpretativo muy crítico y muy ético, en este sentido estoy de acuerdo con Miguel Ángel que usar un elemento como la educación es muy desafortunado para el libro, más aún para los lectores que no hagan una crítica a lo que plantea el autor.
En una respuesta algo tardía a Pepa, me parece que tiene un concepto de la vida escolar muy idealizado, al igual que no ha tenido que enfrentar contextos (me parece) muy agresivos no por naturaleza, sino por condiciones de quienes llegan a la escuela, cómo resulta ser en algunos casos de las escuelas en Colombia.
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