Longanimidad

2 Ene
Crecerse ante la adversidad es una virtud que todos desearíamos tener.
Crecerse ante la adversidad es una virtud que todos desearíamos tener.

No sé si algún lector o lectora desconocerá, ya que no se utiliza mucho, el significado de la palabra longanimidad. Dice el diccionario de la RAE que longanimidad es “grandeza y constancia en las adversidades”. Claro que una persona que conoce lo que significa esta palabra puede no ser longánima y otra que no lo conoce puede serlo hasta extremos espectaculares.

Una persona longánima es aquella que no se arredra ante las dificultades. No es frecuente encontrarse con personas que tengan esta cualidad del ánimo. Algunas no saben reaccionar ante situaciones persistentemente difíciles. Se derrumban y se entregan al desaliento. Me preocupa mucho la actitud de las jóvenes antes las inevitables dificultades que se van encontrando en la vida. Algunos, hoy en día y después de una etapa infantil llena de comodidades, se vienen abajo ante la primera adversidad. No están acostumbrados a solucionar por sí mismos los problemas.

Un soplo de viento tumba a ciertas personas, habituadas a una vida fácil. La fortaleza de ánimo es imprescindible para poder vivir. Porque es inevitable que haya problemas en la vida. De salud, de dinero, de amor, de trabajo…Sin dolor no tendríamos ni conciencia de nosotros mismos.

La cuestión importante es cómo reaccionamos ante las dificultades. Ante las mismas o parecidas dificultades unas personas se acobardan y otras se estimulan. Podemos responder a los problemas con pusilanimidad, con miedo, con angustia, con impaciencia, con rabia o, por el contrario, con fortaleza, con coraje, con valentía y con entereza. Decía Tolstoi: “la felicidad no depende de acontecimientos externos, sino de cómo los consideramos”.

Otro componente nada desdeñable de la longanimidad, además de la fortaleza, es la constancia. Es más fácil tener un arranque de coraje que persistir en una actitud valiente y decidida. Resistir a la dificultad prolongada es lo verdaderamente difícil.

Mantener el buen ánimo en la adversidad ayuda a superar las dificultades. No se solucionan los problemas mientras más dolor manifestemos. Si viniese la superación de la dificultad en función del dolor y las lágrimas tendría algún sentido entregarse al sufrimiento. Pero no es así. Más bien sucede lo contrario como explica Luis Rojas Marcos en su excelente libro “La fuerza del optimismo”.

Aunque no es un componente intrínseco de la longanimidad, creo que la manifestación persistente a los demás, en un tono masoquista y quejicoso, de la dificultad que se vive ayuda muy poco a la superación de las dificultades. Resulta insoportable una persona que constantemente está expresando su tristeza y su dolor. Parece que el mundo gira alrededor de su ombligo. Un mundo lleno de lágrimas amargas y negro como el azabache. No digo que se pueda expresar y compartir el dolor y la dificultad, digo que hay que huir de una actitud lastimera y quejumbrosa.

La magnificación de la dificultad nos mete en un callejón sin salida, en un laberinto de amargura. El pensador francés André Maurois decía que “hay que trabajar las catástrofes como molestias y jamás las molestias como catástrofes”. A veces bastaría pensar en situaciones terribles que viven otras personas para relativizar las nuestras. Una insignificante dificultad, un pequeño problema, un mínimo fracaso bastan para sumir a algunas personas en un sentimiento de fracaso total. Por eso es tan importante aprender a superar el fracaso, a encajar los rechazos, a superar las dificultades.

El esfuerzo y la superación de la dificultad nos fortalecen y nos capacitan para hacer frente a nuevas situaciones difíciles. Alex Rovira, en su libro “La buena crisis” ilustra esta idea con un interesante ejemplo. Dice que si se evitasen a la mariposa los esfuerzos que tiene que realizar cuando es un gusano para salir del capullo, después no podría volar.

El gusano de seda construye un capullo para luego liberarse de él y renacer como mariposa tras la metamorfosis. El proceso de liberación es extraordinariamente complicado, porque la crisálida tiene que aplicar una enorme cantidad de fuerza con sus apenas formadas alas para romper la cáscara de seda que la ha protegido durante la transformación.

Este es el experimento que cuenta Rovira:”Cuando llegó el momento de la liberación abrieron artificialmente desde el exterior una serie de capullos. Las mariposas ilesas empezaron a hormiguear liberadas de la seda, pero fueron incapaces de emprender el vuelo. No se pudieron alimentar y murieron, porque no podían ni sabían volar. Ninguna fue capaz de elevarse por los aires y, como en aquel estado no podían acceder al néctar de ninguna flor, murieron de inanición”.

Así es la vida. Un exceso de facilidades, un proceso de sobreprotección impide que las personas se hagan autónomas, que puedan crecer y que sean capaces de superar las inherentes dificultades de la experiencia.

Nos remite esta cuestión a las auténticas actitudes educativas. Decir no, dejar que cada uno haga su camino, aún a costa de caídas y graves dificultades para avanzar, ayuda a que las personas puedan ser ellas mismas, a que tengan confianza en sus propias fuerzas y, por supuesto, a caminar en la buena dirección. Si siempre llevásemos a un niño en los brazos para evitarle tropiezos, conseguiríamos que nunca aprendiese a caminar.

Esta actitud corajuda y valerosa ante las dificultades de la vida nos hará mejores personas. Más fuertes y más sensibles a la vez. Más comprensivas, más compasivas y más solidarias. Decía Nietzsche: ¿Qué es ser bueno? Ser valiente es ser bueno”.

15 respuestas a «Longanimidad»

  1. La peor educación que puede recibir un niño es la ausencia de barreras. Nuestra ciudadania, a corto plazo, que se pretende activa y en un marco de concordia constitucional será más o menos afortunada dependiendo precisamente de que nos hayan inculcado, desde que tenemos uso de razón, que hay límites (éticos, morales…) en nuestras acciones. Los trágicos casos que aparecen en los medios de comunicación protagonizados por niños, adolescentes y adultos muy jóvenes deberían hacer saltar todas las alarmas. ¿De qué carece esta generación de progenitores para que las nuevas generaciones hayan interiorizado la violencia como algo cotidiano? De tiempo, sin duda. El neoliberalismo económico implantado en España ha llevado a muchas familias al culto constante al dinero y los bienes materiales, dejando de lado algo tan básico como es la educación de sus hijos. Familias que en muchos casos sólo se han visto a la hora de cenar, todos agotados. Ser padres constituye la mayor de las responsabilidades y la entrega al hijo debe ser constante, desde el mismo momento de su nacimiento. Las instituciones escolares sólo suplen la ausencia de la madre y el padre físicamente hablando. El cariño, la entrega, el tesón diario para que un niño descubra el mundo es una tarea que atañe exclusivamente a los progenitores. Un cuento en la cama, al dormir. Abrazos, canciones, afecto…. Un niño, lo que desea por encima de todas las cosas (de un ordenador, de un coche último modelo, de un teléfono móvil de última genreación….) es cariño constante, diario. Ojalá esta tendencia, desafortunada, cambie. Aunque para ello tengamos que renunciar a esas posesiones materiales que nada nos aportan. Ser madre y vivir este hecho intensamente, día a día, es una gran experiencia que merece ser vivida. Nuna comprenderé a esas mujeres que han renunciado a ello en nombre del dinero y los bienes materiales. Feliz año a todos y a todas.

  2. Si siempre llevásemos a un niño en los brazos, aprendería a caminar igual, porque está en la naturaleza caminar. Lo que no aprendería es a caerse y a volverse a levantar… Esos primeros aprendizajes son los que comienzan a moldear para toda una vida. Cuando un niño o niña cae, no solo interesa desde su motricidad, sino desde su desarrollo cognitivo. Es allí donde empieza la resolución de problemas. Al buscar la manera de salvar la situación, todas las neuronas se ponen en funcionamiento, y cuanto más funcionan más conexiones neuronales suceden… Parece increíble pero es desde los primeros momentos de la vida que se comienza a forjar nuestro desarrollo intelectual. Ayuda también reducir las horas de televisión, donde un pequeñoa parato, (o grande) da todo resuelto y se pierde el poder de creatividad. Para lograr jóvenes responsables, creadores, entusiastas, luchadores, es bueno pensar en ello desde el primer momentos que se los tiene en brazos.

  3. Qué buen tema, da para hablar y escribir por horas.
    Sin sospechar siquiera que existía la palabra LONGANIMIDAD, la he practicado siempre en el aula, tratando de dejar que cada niño haga su propia experiencia, que construya sus aprendizajes equivocándose, dando sus tumbos y sus aciertos.
    Pero sobre todo la he practicado, más que predicado, en la crianza de mis hijos. He dedicado alguna página sobre esto en mi blog.
    ¿Qué niño aprende a andar en bicicleta sin darse algún porrazo? Mi experiencia de madre me ha enseñado que es mucho más fácil proteger a los hijos y ponerlos al resguardo de los peligros, así se sufre menos, sobre todo los padres. No hagas esto, no hagas aquello, esto no, eso no, aquello otro menos. Deben tener en claro qué es lo bueno y qué es lo malo y saber porqué, pero siempre he sido partidaria de dejarlos hacer a su manera. ¿O es que acaso no nos equivocamos también nosotros?
    Lo difícil es dejar que vayan construyendo sus vidas, aceptar que les va a ir bien y mal, que cada uno debe luchar por lo quiere, que a veces LA VIDA NO ES JUSTA, ásí solía decirles a mis hijos cuando se quejaban porque algo no salía como ellos lo esperaban. Es más difícil y duele. Duele cuando la madre pare al hijo porque siente que se lo arrancan, y es sabido que no es nada fácil para el recién nacido aparecer un día ante el mundo que conocemos. Duele cuando lo deja en el jardín con su carita desolada y sus ganas de llorar, duele cuando se va al secundario y se te va aljando, después sigue doliendo cuando se va a estudiar a la universidad a cientos de kilómetros, y más aún cuando alza vuelo para atravesar el océano y buscar nuevas expeiecias o mejor futuro en mundos desconocidos. Pero por más que un padre quiera darle a sus hijos todo lo que tiene, jamás podrá darle su experiencia de vida, a esa debe construírla cada quien solito, a golpes, a fuerza de coraje, valor, optimismo…
    Hay algo que siempre quise dejarles, y es tratar de que confíen en que todo lo que nos sucede, por malo que sea, algún lado bueno debe tener, hay que saber buscarlo con ganas, creatividad, y optimismo… Y he criado cuatro tigres valientes, llenos de o ptimismo y de ganas de vivir, locos dueños de sus sueños y capaces de perseguirlos vadeando peligros y dificultades. Y aunque me duelan las distancias a la hora de los brindis y los abrazos, sólo yo sé cuán orgullosa estoy de cada uno de ellos.
    ¡Feliz 2010 a todos!.

    http://reflexionesentreaulas.blogspot.com/
    http://con-los-ojos-del-alma.blogspot.com/

  4. Si lo llevásemos siempre en brazos, un niño no aprendería a caminar. La naturaleza tiene que ser ayudada por el entrenamiento, por el esfuerzo, por el desarrollo intenciondo. El esfuerzo es imprescindible para crecer.

  5. Tomás. NO es tan fácil predicar como tú crees.
    Lo que resulta verdaderamente sencillo es decir que predicar es muy fácil.

  6. Olga Ocaña, eso de llevarlo siempre en brazos es metafórico… de todas maneras no se tiene siempre un niño en brazos…Para caminar no se necesita entrenamiento ni ayuda. Salvo que haya algún tipo de dificultad todos los niños y niñas caminan. Es más el desarrollo motor es autónomo, sin ayuda, y cuanto menos ayuda más seguro es. Está en la naturaleza. Está en los patrones genéticos. Está en la cultura si querés, pero no hay entrenamiento. Solo sucede, si se le da la posibilidad de suceder.

  7. Se han llevado a cabo experiencias con mellizos gemelos, entrenando a uno y no al otro, y han caminado ambos en el mismo tiempo. Es una cuestión de genética y maduración. Pero si lo llevamos siempre en brazos le evitamos la posibilidad de que tropiece, caiga y experimente dolor, desazón, frustración, sensación de fracaso…pero al mismo tiempo le quitamos la posibilidad de experimentar el goce que produce el hecho de levantarse solo después de caer y continuar hacia donde se dirigía, la satisfacción de haber llegado adonde quería por sí solo, por mérito propio, sin sentirse un nene de mamá que no logra salir de la burbuja protectora. Ése fue el saco amniótico que abandonó cuando se abrió paso al mundo hostil que le toca habitar; el cordón umbilical se corta en el día del parto.
    Por supuesto que no podemos dejarlos librados a su suerte, para eso estamos los padres, porque el ser humano moriría a pocas horas de nacer sin la atención, los cuidados y el afecto de sus progenitores. Debe saberse querido y amado siempre, aun cuando las cosas no le salgan bien. Pero necesita explorar el mundo y hacerlo desde su propia mirada, si queremos crear y criar personas críticas, capaces de tener SUS puntos de vista. Debe tener nuestra mano a su alcance para sentirse seguro, pero no nec esariamente se la oprimiremos para evitar que se caiga.
    Es mi opinión.

  8. Es necesario hacer frente a las adversidades. O las dominamos o ellas nos dominan a nosotros. Para ello hace falta entrenamiento y un destacado espíritu jovial y deportivo.

  9. La palabra española longanimidad encierra un contenido similar al de resiliencia, que es una palabra más utilizada para referirse a esa capacidad del ser humano de remontar con fortaleza las adversidades padecidas en la infancia o en la juventud. Al respecto me gustó mucho la lectura del libro «Los patitos feos» de Boris Cyrulnik (que aconsejo a los lectores y comentaristas del blog).

  10. Hay aqui dos o tres firmas que observo están presentes semana tras semana, defendiendo con uñas y dientes al autor, sea el artículo que sea. Creo que eso es muy poco objetivo y empobrece en grado sumo este foro. Por otro lado, sobre la temática que se propone creo que somos los docentes (se infantil, primaria, secundaria, bachillerato, fp) los que conocemos sobradamente el desarrollo psicoevolutivo del alumnado, su grado de maduración, su evolución cognitiva, sus disfunciones sociales, etc. Hay de todo, sin duda, pero en el contexto de los padres, durante muchos años hasta el presente, en bastantes casos, han relegado sus responsabilidades (y sus fracasos) a los centros educativos. Dicen que con este stop al neoliberalismo más atroz qhe hemos padecido (mientras otros se han enriquecido) durante tantos años, las familias comienzan a ser más responsables para con sus hijos. Quizás, pero pienso que lo que no tiene sentido, por parte de los progenitores, es abrazar el mercado laboral relegando a los hijos a un triste papel secundario. Las políticas de conciliación de vida laboral y familiar, por otra parte, son prácticamente simbólicas por no decir inexistentes. Creo que podríamos aprender mucho de otros países al respecto. Y por último, en la línea de muchas aportaciones, animar al autor a estar en contacto más directo con la realidad docente. No todo pueden ser bellas palabras o tópicos. La realidad educativa es mucho más compleja. Un saludo, feliz año a todos/as.

  11. Querido Miguel A,
    Me ha hecho reflexionar sobre la siguiente situación: ¿qué pasa con los/las hijos/as de las personas que son muy longánimas porque en su historia de aprendizaje han adquirido esta cualidad debido a tantas dificultades que han tenido que superar (al igual que la mariposa para salir del capullo)para levantar el vuelo? ¿No existe un peligro? El peligro de «sobreproteger» para evitar al hijo/a las dificultades por las que que el padre/madre pasó. Y con ello estamos abocando a un destino mucho peor al hijo/a, le estamos quitando la posibilidad de hacerse fuertes, de forjarse el carácter longánimo…

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