El vestido de hierro

6 Dic

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No hay etapa más decisiva, a mi juicio, en el sistema educativo, que la infantil. Los aprendizajes que en ella se realizan tienen una repercusión decisiva sobre la vida de las personas. Se trata de una etapa de una gran plasticidad en la que las influencias abarcan las dimensiones más variadas, ricas y profundas del ser humano.
Los profesionales que se dedican a esta delicada tarea (mujeres en su mayoría) suelen ser personas con una preparación, una dedicación y una creatividad extraordinarias. Creo que el sistema educativo, en el que las bisagras entre etapas están tan mal engrasadas, va sufriendo una erosión didáctica a medida que se va avanzando. Por eso me parece pintoresca la expresión de prepararse para la Universidad, a no ser que se equipare a prepararse para la adversidad o para la guerra.
Vale lo que digo para la organización de los espacios, para las relaciones interpersonales, para la atención a la diversidad, para el ingenio en la metodología, para la producción de materiales… Los espacios de la educación infantil están llenos de colores, no es imaginable que una maestra de infantil no se sepa el nombre (y hasta el cumpleaños) de los niños, las iniciativas novedosas con constantes, los afectos se expresan con facilidad, la creatividad para confeccionar materiales es inagotable… Claro que la preparación didáctica de los profesionales sigue una progresión descendente a medida que se avanza en el sistema educativo, Más en infantil y primaria, menos en Secundaria y Bachillerato y nula en la Universidad.

La producción didáctica de quienes trabajan con niños y niñas de 0 a 6 años está siendo no sólo abundante sino de enorme interés pedagógico. Voy a referirme a dos obras, entre muchísimas otras, que tienen para mí un peculiar interés. Me refiero a “Mi escuela sabe a naranja”, de Mari Carmen Díez Navarro y “Tú sí que vales”, de Monserrat Espert y M. Carme Boqué.
Hace unos días le oí contar a Carme Boqué, con el encanto natural que la caracteriza y con la pasión por la enseñaza que desborda, una hermosa y significativa historia que las autoras presentan en el libro antes citado. Para hacer el tipo de intervención que en ella se narra hace falta capacidad de observación (suelo decir que los maestros somos los profesionales de la observación), sensibilidad, ingenio y ternura a grandes dosis. Aquí va la historia.
“Desde hace un par de semanas Quimi está triste y ensimismado, en lugar de jugar busca la compañía de los adultos, el trabajo no le sale como siempre, habla poco y canta con desgana.
Su maestra le observa cada día más de cerca: ¿qué le debe pasar? ¿Problemas en casa? ¿Celos del hermanito? ¿Dolor de estómago? Hasta que un día encuentra la respuesta donde nunca la habría buscado: en una conversación cazada al vuelo entre Quimi y su amigo Jorge:
– Si no me das tus pegatinas, mi hermano mayor, que va a quinto, te matará, amenaza Jorge.
– Si no me dejas el rotulador verde, mi hermano mayor, que va a quinto, te matará, insiste Jorge.
– Si tocas el coche de bomberos, mi hermano mayor que va a quinto, te matará, prohíbe Jorge.
Quimi, con el miedo en el cuerpo, se desprende de las pegatinas y el rotulador verde y se aleja temeroso del coche de bomberos.
A primera hora de la tarde, los pequeños reciben la visita in esperada de un invitado muy especial: el hermano mayor de Jorge. Todo el mundo le saluda excepto Quimi, que mira hacia el suelo, y Jorge que no acaba de ver claro qué pinta su hermano en su clase.
Le hacemos varias preguntas: cómo se llama, si le gusta la escuela, qué cosas importantes hace en quinto, si recuerda cuándo iba a párvulos, cuál es su música preferida, si es bueno jugando al fútbol, y por último, también le preguntamos si mata a personas. El niño pone cara de susto y nos responde, muy convencido, que no.
– ¿Ni una, no has matado nunca ni una?, insiste la maestra.
– ¡Noooo!, niega extrañado el niño.
– Pues entonces, ¿qué haces cuando tienes un problema con alguien?, pregunta nuevamente la maestra.
– Yo soluciono los problemas hablando y haciendo las paces, declara el niño.
Veo que eres una gran persona y un buen amigo para todos los niños y niñas de esta clase. Ven a vernos cuando quieras, guapo, acaba la maestra.
Quimi sonríe y respira tranquilo. En cambio Jorge se da cuenta de que se ha acabado la bicoca.
Aquella misma tarde, en el rincón de construcciones, coinciden Quimi, Jorge…y la maestra, que sigue atenta sus charlas.
– Hoy, cuando vayamos a la piscina, mi padre te pondrá un vestido de hierro y te tirará al agua, dice Jorge con actitud de perdonavidas.
Quimi, con los ojos bien abiertos, vuelve a temblar. La terrorífica escena se apodera de su imaginación y no ve escapatoria alguna.
La maestra, tranquila, pero muy seria, mira a Jorge de hito en hito y le pregunta:
– ¿Crees que deberíamos invitar a tu padre a nuestra clase?
Jorge enrojece: le han pillado por segunda vez diciendo una mentira para aprovecharse del miedo de su amigo. Sabe perfectamente que eso no está bien.
La maestra despeina los cabellos castaños de Quimi. Y, pasando la mano por los hombros de Jorge, explica: el hierro parece muy fuerte, ¿verdad?, pero con el agua se oxida. En cambio una amistad muy grande, muy grande, no se oxida nunca, porque es de oro puro”
Sin gritos, sin amenazas, sin violencia, sin castigos, que reproducen la actitud del niño amenazador, se consigue le reflexión. Con ingenio, con paciencia, con ternura se busca la mejora. Y luego se escribe para compartir. ¿A qué padres no les gustaría que su hija tuviera una maestra como ésta? En el libro se exponen los pasos para trabajar con situaciones de este tipo: buscar, encontrar, ensayar y enmarcar los valores. Pasos que conducen, por el camino del razonamiento y del compromiso, al territorio de la ética. Hermosa tarea. Hermoso libro. Hermosa gente.

17 respuestas a «El vestido de hierro»

  1. Bueno dias. Si todos los sábados me levanto con buen sabor de boca; hoy es más especial.
    Gracias por acordarte, de nuevo, de las maestras de infantil
    Desde Cheste «Una simple maestra de infantil».

  2. Con 3 niños y una niña, muchos han sido los años que he estado en contacto con ese mundo mágico que es la escuela en los primeros años; que aquí en Argentina recibe el nombre de Jardín de Infantes. Espacios únicos de jugar y ser felices, de socializar y compartir. Única etapa de la vida escolar a la que se va con gusto y a donde nunca se quiere faltar.
    Siempre me he preguntado porqué se pierde la magia cuando se acaba esta etapa.
    Desde mi trabajo,con niños con dificultades desde que nacen hasta los 3,4 años, trato de que puedan ingresar a este espacio de la vida sin proyectos de integración, sin maestras/os especiales, para que ellas y ellos, que tantas veces se les van a cerrar puertas, puedan al igual que todos,desde lo que puedan y como puedan, jugar y ser felices.
    Solo deseo de todo corazón que este espacio de JUGAR Y SER FELICES, no se contamine con las estructuras más rígidas de la educación. Que todos los niños y niñas, cualquiera sea su capacidad y condición, puedan acceder libremente. Que a los jardines de infantes no se los llene de contenidos pedagógicos obligatorios, y que no importe si al salir de ellos un niño sabe leer o no. Que se preserve ese precioso espacio de la vida al que se puede acceder y concurrir sin miedos, sin exigencias.
    En estos últimos años el promedio de vida ha aumentado de 60 a 80 años. Montones de años de trabajo y responsabilidades.
    Que no se pierda la magia y el encanto de estos primeros años, que ayudan a construir personas más sanas y felices y que todas las niñas y niños del mundo puedan disfrutar de ellos.

  3. Hace poco que sigo el bloc, pero como Nati, levantarte el sábado con esta joya és un placer.
    Trabajar con niños, niñas y sus famílias, en la etapa de infantil, donde la relaciones estan a ras de piel, te da las oportunidades que muy bien sabe describir Mari Carmen Díez y Carmen Boqué, en este apunte como el que nos ha deleitado. Oportunidades de vivir muy de cerca sus emociones, sus pensamientos (que a partir de les 2 años empiezan a floreces por esas boquitas), sus valores…
    Me impresiono cada día cuando oigo reflexionar a los pequeños, «cazando» conversaciones que pasan en clase, poniendo de manifiesto su potencial en estas edades.

  4. Te sigo leyendo y a veces me sorprende que la dirección de nuestros artículos es la misma (mañana lo verás). Se necesitan más palabras como las tuyas para fortalecer este gremio de educadoras y educadores que en silencio transforman, y para bien, a la sociedad. Un abrazo.

  5. Estoy deseando que llegue el sábado para leer tus articulos Miguel Angel y perdona que te tutee. Soy maestra de primaria y tus articulos me hacen mucho bien. Gracias

  6. Gracias, Miguel Angel, una vez más.
    Sólo la sabiduría es capaz de ver la grandeza en las cosas pequeñas. Es verdad que, a diario, en educación infantil, ocurren milagros educativos como el que describes. Pero necesitamos altavoces para que el mundo se entere de que aquí se forja la base de nuestra sociedad. Y tu espacio, siempre es un excelente noticiero emocional y ético. Por ello, gracias, Miquel Angel.
    Cristóbal

  7. Que bonita foto ilustra el comentario (tipo Benetton, multiracial y cosmopolita con globos sustitutos de la ropa patrocinada) Donde trabajo la E. Infantil alcanza hasta los 18-20 años, ya imagináis que se trata de un centro específico con gran número de niños con P.C. en su mayoría con grave afectacción, esos no están en la foto por la sencilla razón de que es imposible que estén, pero la pregunta que cada día me hago y que me gustaría que alguien respondiera es: qué hacen en este mundo si no quieren estar.Hace poco una alumna de mi módulo de oficina del Programa de Garantía Social que imparto, escribió en el teclado adaptado, con el único dedo que puede mover, una frase que apareció en pantalla así: Carla, mátame.

  8. ¿Carla, como sabés vos que no quieren estar? Quizás haya querido decir Carla AMAME… «Mátame» puede ser también una forma de pedir a gritos, gritos que no pueden ser pronunciados, ocúpate de mi. Incluso la muerte es mejor que sentir el abandono, el desinterés, el ovido de los que me gustaría que me quisieran. El menosprecio de una sociedad donde los valores de la belleza superficial y la eterna adolescencia son los que priman…
    Y si pueden aparecer en las fotos, somos quienes compartimos la vida con ellos, los que nos tenemos que ocupar.
    En mi Centro de Atención Temprana, nos hemos ocupado de hacer a la entrada, una linda cartelera con las fotos de todos nuestros niños y niñas.

  9. Hace muchos años, en un aula de Primero de Primarias, a un niño se le perdió el diente que momentos antes se le había caído. Entonces sin armar ruido nos pusimos a buscarlo. Una niña se me acercó y me dijo que a ella también se le había perdido un diente, el año anterior, en Infantil. Me quedé de piedra y pensé rápidamente como un adulto:»Como ésta quiera que busquemos su diente también…» Pero enseguida discurrí como un niño y le pregunté: «Y ¿qué pasó?».
    Me dijo que su señorita le escribió una cartita para el ratoncito Pérez. Me dio la clave, por si no aparecía el diente del compañero. El diente apareció y todos contentos, pero yo más porque había aprendido algo del arte de las «Seños» de Educación Infantil.
    Esta misma niña, me contaron, que recibió la lección de su papá «para que le diera una patada en la espinilla» a un niño que le había matado un caracol. Menos mal que, el papá llegó tarde, ya otro niño le había dicho: «No llores. Yo te buscaré otro». El colegio se permite hoy día el lujo de estar vivo como la vida misma. Viviendo todos aprendemos.

  10. Por estos días no todas las cosas me están saliendo bien, yo sé que la vida es así, a uno le va bien y le va mal, pero levantarme un sábado y leer sus palabras, maestro Miguel Ángel,créame que me ha resultado como un bálsamo para las heridas de mi alma.
    Gracias por su grandeza y humildad, por dedicarnos cada sábado su tiempo-oro, por entendernos y decirnos palabras de aliento.
    Un fuerte abrazo, desde Córdoba de la Nueva Andalucía, el Corazón de Argentina.

  11. También con la lectura recordé al menor de mis hijos,que hoy tiene 16 años, con sus flamantes 2 años y la panza cocida de arriba a bajo por las cirugías. Mientras yo tendía ropa, su vecinito, un año mayor le decía: El auto de mi papá es más nuevo y más grande que el tuyo. Mi casa es más grande y más linda que la tuya. Yo tengo un videíto, vos tenés? Yo me mantenía al margen, y no niego que me causaba dolor ver cómo mi hijo tal vez se sentía menos que el vecino. Pero con toda su naturalidad y la sabiduría de los niños le dijo: No, yo no tengo videíto, pero mirá lo que tengo, ¿Vos tenés una así? Y levantando su remera le mostró con gran orgullo su barriga remendada. El vecino se quedó mudo, y él parecía un héroe, un sobreviviente de quizá qué guerra.
    Son cosas que guardo en mi corazón, que no sé si vienen al caso, sólo las he revivido al leer la reflexión y los comentarios.
    Feliz fin de semana.

  12. Puede que el quid de la cuestión esté en la felicidad.
    En la educación infantil, las maestras valoramos que los niños sean felices en la escuela. Lo valoramos y lo transmitimos a las familias y ellos también lo valoran.
    En otras etapas educativas valorar la felicidad del alumno seria considerado, cómo poco, desviarse de lo que importa.
    Lo que importa… pueda que esa sea la cuestión.

  13. Ahora que he vuelto al aula con los más , más pequeñ@s de tod@s los de infantil, estoy disfrutando sobretodo de la ternura, del contacto, y de no correr… ; reirme cuando uno tira de los pelos al otro con la intención de comunicar y experimentar; sorprenderme y llamar a mi compañera para que vea como un niño se ha girado o me sigue con la mirada y llora para que me siente a su lado…
    Saber encontrar en las pequeñas cosas de la vida el valor de la enseñanza y del aprendizaje, es realmente gratificante….

  14. «Jorge enrojece: le han pillado por segunda vez diciendo una mentira para aprovecharse del miedo de su amigo. Sabe perfectamente que eso no está bien.»

    Los pequeños de Educación Infantil saben perfectamente lo que está bien y mal. Tienen un desarrollo moral suficiente -a la par que sorprendente- para discernir si su conducta es adecuada.

    Afortunadamente, la maestra de Jorge pone los medios para hacer reflexionar al alumno…

    Odio la mentira -no a las personas mentirosas-. Se puede vivir perfectamente diciendo siempre la verdad. Por eso es tan importante crear también este hábito en la infancia. Por eso poseen tanto valor las primeras etapas educativas.

    He constatado cómo alumnos/as que acceden a la Educación Secundaria (a la que parece concedérsele mayor importancia por parte de la Administración Educativa en España que a las primeras etapas) llegan incluso a obtener brillantes resultados académicos y a mentir con enorme facilidad.

    La educación integral ha de propugnar el desarrollo de valores y conocimientos, no sólo estos últimos.

    ¿De qué sirven los resultados académicos si no construimos personas? Me replanteo como docente muy a menudo esta cuestión.

    Muchas gracias por estas reflexiones, querido amigo y maestro, así como a las aportaciones de los lectores precedentes. Todas me han resultado muy útiles.

  15. Que delicia, despues de tanto años y tanta lucha para dignificar la educación infantil. Necsitamos mas voces como la tuya Miguel Angel, sobre tod en la Comunidad de Madrid, donde el desprecio por esta Etapa educativa es inmperdonable. Gracias a tod@s por poner la voz a los mas pequeños de nuestra sociedad, que continuamente estan comunicandonos sus necesidades y en mjchas ocasiones no «queremos escucharlas»

  16. Que delicia, despues de tanto años y tanta lucha para dignificar la educación infantil. Necesitamos mas voces como la tuya Miguel Angel, sobre todo en la Comunidad de Madrid, donde el desprecio por esta Etapa educativa es inmperdonable. Gracias a tod@s por poner la voz a los mas pequeños de nuestra sociedad, que continuamente estan comunicandonos sus necesidades y en muchas ocasiones no «queremos escucharlas»

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