Cuántas veces nos sentimos insatisfechos, disconformes, quejosos y, en definitiva, tristes, porque no sabemos valorar aquello que tenemos. Sólo cuando perdemos algunos de esos maravillosos bienes que poseemos (por ejemplo, la salud) reparamos en lo felices que podríamos haber sido cuando lo teníamos.
También suele ser fuente de infelicidad lo que otros tienen o aparentan tener. Muchas veces pensamos que si fuéramos tan ricos o tan guapos o tan listos o tan fuertes o tan altos como…, entonces sí seríamos felices. Pero ni siquiera sabemos a ciencia cierta si los otros están felices por ello. El arco iris sólo se ve sobre la casa del vecino, no sobre la propia.
He leído, al respecto, una sugerente anécdota en la que intervino el famoso poeta brasileño Olavo Bilac, nacido en Río de Janeiro el año 1985.
El dueño de un pequeño negocio, amigo del famoso poeta parnasista, fallecido en 1918, lo encontró cierto día por la calle y le dijo:
– Señor Bilac, quiero vender mi casa, que usted conoce tan bien. ¿Me podría redactar una nota para el periódico?
Olavo Bilac tomó lápiz y papel y escribió:
«Se vende una encantadora propiedad en la que cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas que la rodean. La casa está bañada por el sol naciente y ofrece la sombra tranquila de las tardes en el balcón. Está rodeada por las cristalinas aguas de un hermoso riachuelo y todo es paz en su entorno».
Algunos meses después, el poeta se encontró con el comerciante y le preguntó si ya había vendido su casa.
– No volví a pensar en ello, dijo el hombre. Después de leer varias veces su nota en el periódico me di cuenta de la maravillosa casa en la que vivía.
La casa gris que habitaba se convirtió en una casa luminosa y llena de color gracias a las palabras que un poeta escribió sobre ella. El propietario vivía en la casa, pero no la había valorado con tanta intensidad hasta ese momento. La rutina cegadora había llenado de grises los vivos colores de la realidad.
Nos sucede muchas veces. Mientras somos jóvenes añoramos las etapas de la vida en las que podremos disponer de libertad y de dinero. Mientras tenemos trabajo anhelamos la tranquilidad de quien ya está jubilado y puede pasear tranquilamente al atardecer. Si no tenemos trabajo envidiamos a quien cada mañana se levanta para acudir a la fábrica. No valoramos aquello que tenemos. No sabemos apreciar aquellos bienes de los que podríamos disfrutar si fuéramos inteligentes. Porque en eso consiste precisamente la inteligencia: en saber ser felices.
He pensado muchas veces en lo mucho que daría un opositor por el hecho de aprobar los temidos exámenes que lo convertirán en un funcionario que podrá disfrutar de un trabajo y un sueldo vitalicios. En ese momento piensa que, de tener el trabajo, sería una persona feliz. Pero, ¿qué sucede? Una vez superadas las pruebas, una vez conseguido el trabajo, basta una pequeña contrariedad para que olvide toda la felicidad del comienzo, basta una pequeño problema para hacerle olvidar que ahora posee todo lo que tanto anhelaba. ¿Por qué reaccionamos así? ¿Por qué esa torpeza?
Pienso con frecuencia en lo feliz que volvería a ser el padre o la madre de un hijo que ha fallecido en un accidente de trabajo o, lo que es aún más dramático, que se ha suicidado de forma inesperada y terrible. Ahora piensan en lo inexplicable que es la infelicidad en la que estaban instalados cuando su hijo vivía, comía y sonreía a su lado.
Sospecho lo mucho que daría una persona a la que le acaban de diagnosticar una grave enfermedad en volver a la situación anterior en que vivía con angustia pequeños problemas laborales. Es muy probable que se sorprenda de la amargura en que se sumía en los días de plena salud, de plena vitalidad por un leve (incluso grave) contratiempo.
¿Cómo no van a añorar los días de paz aquellas personas que están inmersas en una guerra sangrienta, prolongada y absurda? Sin embargo, cuando estaban en paz, apenas si saboreaban la felicidad de una convivencia sin conflictos.
¿Por qué no es plenamente consciente el propietario de la «casa gris de cada hora vivida e la maravillosa casa que posee? ¿Por qué es necesario que alguien le haga caer en la cuenta de que vive en un lugar maravilloso? ¿Por qué no sabe ser feliz?
Aprender a ser feliz es, en definitiva, la gran tarea de la vida. Por eso resulta tan sabia aquella historieta judía: Un hijo manifiesta a su padre su deseo de casarse con la señorita Katz. El padre se opone, porque la señorita Katz no aporta nada. El hijo replica que sólo será feliz si se casa con la señorita Katz. El padre le dice: Ser feliz, ¿y de qué te servirá eso?
«El arte de amargarse la vida» es el título de un libro en alemán de Paul Watzlavick. Un libro que ya tiene algunos años y que acaba de ver su enésima edición en castellano. Espero que el lector pueda acercarse a él de forma sosegada. Se lo puedo recomendar con fundamento. Vázques Montalbán decía que detestaba a los críticos solapados, es decir a los que sólo leen la solapa de los libros.
Watzlawick finaliza su obra con estas palabras de Dostoievski puestas en boca de un personaje de los Demonios: «Todo es bueno…, todo. El hombre es desdichado porque no sabe que sea dichoso. Sólo por esto. ¡Eso es todo, todo! Quien lo reconozca, será feliz en el acto, en el mismo instante…». Pues a ello.
Muy bueno y muy cierto. Parece que lo has escrito para mi. 😉
Hay quienes en este mundo somos felices con nuestra «casa gris» Hay quienes vivimos cada día dando gracias de lo que nos toca en suerte, incluso el dolor, porque hasta así podemos valorar la maravilla de sentir. Hay quienes nos sentimos agradecidos por los momentos duros porque nos ayudan a crecer, a madurar, a sentirnos solidarios con quienes sufren. Hay quienes disfrutamos intensamente de la sonrisa de nuestros hijos, de las charlas con ellos, de verlos crecer, de compartir su vida. Hay quienes no envidiamos lo que otros poseen y somos felices compartiendo incluso lo que es indispensable.
Hay quienes vivimos cada día como si fuera único. Hay quienes vivimos cada día como si fuera el último, sin lamentarnos de las equivocaciones, porque así es la vida: una representación sin ensayos. Hay quienes vivimos en paices llamados con crueldad el tercer mundo, bajo gobiernos despóticos y abusadores, pero sin perder la esperanza de un mundo mejor, sin dejar de intentar construir espacios de justicia y respeto por el otro.
Hay quienes somos inmensamente agradecidos a todo lo bueno que Dios y la vida nos han dado.
Y hay quienes disfrutamos sin límites el arco iris sobre la casa de nuestro vecino…
Sí, es cierto respetable maestro Miguel Ángel.
Yo aprendí mucho sobre la felicidad cuando pasé al lado de mi hijo,que sólo tenía 4 meses de edad, noches, días y meses rezando entre puertas de cirugía y terapias.
Gracias a Dios me encontré este aprendizaje de vida sin perder a mi hijo.Porque siempre digo en mis aulas que a los aprendizajes hay que salir a buscarlos, a conquistarlos, y no esperar que te lo den servido y a la fuerza, de los pelos.
Aprendí a ser feliz, por eso en mi frase para mostrar suelo poner: ¡Qué bonito día! ¡Celebra la vida hoy! Soy feliz, yo me lo busqué…y otras por el estilo.
Pero, maestro, porqué cuando la gente te ve feliz te lanza palabras o frases que son como cuchillos que hieren?
visitá: http://reflexionesentreaulayaula.blogspot.com/
Por casualidad me topé con su blog el otro día, es una maravilla lo que escribe y cómo lo escribe.
Tal y como me propuse he vuelto e leerle.
Con pequeñas pildoritas como las suyas se ayuda a quien lo necesita, y también a quien no lo necesita.
Saludos.
Hola.. soy de tres arroyos, provincia de buenos aires argentina. hoy ud a estado aqui brindando una conferencia sobre «la evaluacion como aprendizaje»; y la verdad queria hacerle saber que ha superado mis expectativas!! quede totalmente encantada de su forma de llevar adelante la charla, los ejemplos, los chistes, todo fue apropiado para hacer llevadero el momento, entretenido y atrapante.
espero que se vuelva a repetir en alguna ocasion su visita.
un saludo… mariana – estudiante de profesorado en nivel inicial y jardin maternal
Hola
Este año tuve la oportunidad de conocerle y disfrutar de sus conferencias en dos congresos en bs.as.
Sus textos y escritos nos ayudan a reflexionar con colegas en distintas oportunidades.
En una de las conferencias concurrí con compañeras de trabajo y son muchas las veces, que ante situaciones, nos acordamos de sus dichos.
Gracias.
Artículo Bonito
Miguel Ángel, al igual que Mariana yo también soy de Tres Arroyos y asistí a esa conferencia. Quiero agradecerle por haberme obsequiado, aquella tarde, infinidad de cajas de galletas (las que no dejaré de saborear nunca)y por ayudarme a ver, con mayor claridad, que la posiblidad de enseñar es el mejor e incomparable regalo que un ser humano puede tener.
Ojalá pueda volver pronto
Fue un placer.
mi nombre es Marisa, Naci en un hermoso pueblito de la pcia. de Bs. As. Argentina y participe hace unos días de la conferencia brindada por usted en Tres Arroyos , de la que rescato la pasión del educador y la oportunidad para reflexionar sobre la tarea docente que hoy realizo, al tiempo que comparto con la idea que cada uno debe tener en cuenta lo que se aprende mientras se aprende, por eso agradezco a los maestros y profesores de la escuela N=4 y E.E.M.Mº201 de De La Garma Pcia. de Buenos Argentina por lo enseñado y a usted por perimitrirme recordarlos
muchas Gracias.
Participè de su conferencia en Villa Marìa Còrdoba…gracias ¡ como decimos acà en el campo, me empachè de galletas….gracias Noelia stang
¡Fabuloso! y totalmente cierto. Me llevó tiempo, pero he aprendido a ver con nuevos ojos mi casa gris. Gracias por compartir sus conocimientos
Lo escuché en Tres Arroyos y me sentí identificada con muchas de mis prácticas docentes. Siempre fue mi obsesión saber por qué un alumno se pierdía en el aprendizaje…me gustaba decirle: «pensá en voz alta conmigo así te puedo seguir para ayudarte. Todo esta situación de aprendizaje al revisar una evaluación y analizar los errores.Qué misterioso es el camino del
conocimiento !! Gracias por su mirada tan abierta y objetiva!
Muy bueno su blog. Me lo mandó una amiga y me gustó mucho. También me gustó la música y si es posible quisiera conocer el nombre del tema musical. Gracias.
Isabel
que es aburrido y no es interesante , y muy anticuado de todas manera no leeria esa obra o lo que sea
y si en toda la vida haz tenido muy poco amor, como vaz a poder valorar todo lo demas
MAGNIFICO
llegué al blog por esta bella imagen
sabios me parecieron los comentarios también y agradezco
es posible saber de quien es la foto?
gracias!