La cultura de los titulares

15 Mar

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Vivimos en la cultura de los titulares. Hay quien vive intelectualmente de los titulares de prensa. En ellos bebe y de ellos se nutre. Nunca va más allá del impacto causado por las frases que abren los periódicos. Como se comprenderá, esto es muy peligroso. Porque los titulares no lo pueden explicar todo. Porque los titulares constituyen una forma peculiar de filtrar la realidad. Porque los titulares suelen escribirse para causar un golpe de efecto, cuando no para servir a los intereses espurios de quien los escribe.
Basta comparar, ante los mismos hechos, los titulares de periódicos de filiación ideológica diferente para darse cuenta de la arbitrariedad que, muchas veces, los inspira. Ha terminado el proceso electoral en España. Los titulares que han ido describiendo la campaña podrían ser objeto de un estudio minucioso. Los periódicos «La Razón», «ABC» y «El Mundo» ofrecían una visión diametralmente opuesta a la que presentaban en sus titulares «El País», «Público» y «La Vanguardia», por citar algunos de los más significados. Resulta, pues, curioso oír hablar de periodismo independiente y de periodistas de investigación.
Puede comprobarse esta tendencia en el análisis de los debates electorales, en la información sobre los mítines y, sobre todo, en el análisis de los resultados. Fácilmente se pudo comprobar cómo se daba como vencedor de un debate a un contendiente según el signo ideológico del periódico. ¿Han visto el mismo debate o se están refiriendo a debates diferentes?, se podría preguntar un lector desapasionado.
Cada uno interpreta la realidad de forma tan sesgada e interesada que, al comparar los titulares, resulta escandaloso el sectarismo. ¿Cómo se puede explicar que, sea cual sea la noticia, el acontecimiento o la información, «El Mundo» elija un titular que desprestigie al Gobierno? ¿Con qué cara se presentan a sus lectores después de manifestar un día tras otro una parcialidad tan insoportable?

El problema es que los titulares crean estado de opinión. Porque, dadas las prisas, no se lee la explicación que los justifica. Porque se suele comprar el periódico que está en la línea de la propia línea argumental y porque vivimos en un mundo de fragmentos informativos y de atención voluble..
Hay casos en los que la situación se agrava. Me refiero a aquellas situaciones en las que todos los periódicos coinciden en los titulares. Pondré un ejemplo. ¿Qué piensa el gran público de los resultados del Informe PISA? Lo que han dicho los titulares de prensa. No es que no haya leído el Informe, es que no ha leído ni siquiera los artículos que desarrollan los titulares. Como éstos buscan causar impacto, el resultado suele ser muy peligroso. «España es el furgón de cola de los países europeos y Andalucía el furgón de cola de España», venían a decir los titulares. Y muchos convierten el titular en un dogma, en un eslogan que se repite sin argumentos y que, a base de repetirse, se convierte en un estribillo. Podría referirme a miles de ejemplos.
¿Qué peligros encierra esta configuración del estado de opinión a través de los titulares?
– En primer lugar, produce una simplificación abusiva del pensamiento. La argumentación desaparece llegando de forma repentina y gratuita a la conclusión.
– En segundo lugar, genera una tergiversación casi inevitable de la realidad. Porque es imposible encerrar en tan pocas palabras la comprensión de un fenómeno complejo.
– En tercer lugar, se origina una dogmatización de las opiniones, ya que parece que los enunciados del titular constituyen verdades indiscutibles. Como las personas no acostumbran a comprar y leer dos o más periódicos, se concluye que esa verdad es un dogma.
Pero lo más grave de la influencia de los titulares es la posibilidad de manipulación que, inevitablemente, encierran. Como no es posible decirlo todo, hay que elegir. El periodista tiene en sus manos la posibilidad de reflejar fielmente lo sucedido o lo explicado. Pero también tiene la posibilidad de utilizarlo de manera engañosa. Quiero suponer que en la mayoría de los casos, la forma de titular es simplemente una forma de llamar la atención de vender. Algunas veces se puede dar un engaño clamoroso a veces y a veces sutil.
Suelo poner, al respecto, un ejemplo a mis alumnos. Un obispo inglés iba a realizar un viaje pastoral a Manhattan. Sus asesores le dicen que tenga cuidado con los periodistas, ya que existe una actitud muy sensacionalista hacia el viaje. A la tradicional prudencia eclesiástica, el obispo añade más prudencia. Así que, cuando llega a la sala de autoridades y comienza la rueda de prensa va contestando a la preguntas con un extremada prudencia. Después de media hora de interrogatorio, uno de los periodistas le plantea la siguiente cuestión:
– Monseñor, ,qué opinión le merece la red de burdeles del sur de Manhattan?
El obispo, extremando el cuidado, ni siquiera opina. Solamente dice:
– Ah, ¿es que hay burdeles en el sur de Manhattan?
La entrevista sigue y, después de unos minutos, concluye..
Al día siguiente el séquito de Monseñor compra la prensa para conocer el eco que han tenido sus palabras. La sorpresa no puede ser mayor. En primera página del periódico aparee una foro en primer plano del obispo y, al lado, el siguiente titular: «Primera pregunta del obispo al llegar al aeropuerto: ¿Hay burdeles en el sur de Manhattan?». Era su primera pregunta. No se podía negar. Estaba grabada y ser podía mostrar a quien quisiera escucharla. Pero la manipulación era tan evidente como indignante.
Es tan difícil como importante elegir un titular. Difícil porque pretende resumir mucha información de forma corta y clara. Importante porque es la cara de la noticia. Y es importante saber leer los titulares, saber desentrañar el contenido de la explicación que lo justicia y, todavía más, asomarse a la realidad con rigor y formarse un juicio propio que evitará muchos engaños. En definitiva, hay que aprender a pensar.

2 respuestas a «La cultura de los titulares»

  1. Muy buen artículo, y cuánta razón tienes en lo de los titulares, sobre todo los educativos. Me harta discutir con gente que sólo ha leido el titular sobre PISA, huelgas y problemas de la enseñanza y como bien dices, va calando una falsa sensación sobre asuntos educativos que no nos ayuda nada

  2. El cuarto poder… quizás se ha convertido en estos tiempo en el primero…
    Hay que enseñar a pensar… Y entonces, todo se puede leer sin que te arrastre la corriente. Solo a los peces muertos los lleva la corriente…

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