La hipocresía es la falta de sinceridad y de autenticidad. Es la pretensión engañosa de hacer creer lo contrario de lo que se piensa o de lo que se es. Puede conllevar autoengaño pero, las más de las veces, es la pretensión de engañar al otro. Voy a escoger tres hechos en los que veo una actitud hipócrita en los comportamientos de la Jerarquía católica española o, mejor dicho, de algunos de sus corifeos.
El primero se refiere a esa curiosísima defensa que hacen de la familia cristiana. Quienes no se casan, se aislan en silencio (sin familia) para rezar en los monasterios, abandonan a sus familias para entrar en los Noviciados y Seminarios, despiden para siempre a sus padres para irse de misiones, están años y años sin visitar la casa de sus padres (aunque éstos estén enfermos o desgarrados de dolor)… son los principales defensores de la institución familiar.
Voy a contar un hecho que conozco de muy buena tinta. Se trata de un caso sígnificativo. Habrá miles de la misma naturaleza. Está muriendo el abuelo de un novicio de una orden religiosa. El abuelo, en su lecho de muerte, quiere ver por última vez a su nieto. Es el mayor de dos hermanos. Hace años que no lo ve. Pero los Superiores de la Orden rechazn la petición y hacen que el abuelo muera sin ver a su nieto y el nieto a su abuelo. ¿Familia cristina?
Una sobrina del Monseñor Rouco Varela ha hablado hace unos días en televisión sobre la actitud de su tío hacia ella y hacia su familia. No contesta a sus llamadas, no la recibe, no quiere saber nada de ellos porque son humildes. Ni siquiera acude al entierro de su hermano. La mujer, desesperada, dice que si no fuera porque lleva el apellido de su padre, desearía desprenderse de su primer apellido. ¿Familia cristiana?
Dicen que defienden la familia. Pero, ¿quién la ataca? Lo que pretenden (ahí veo la hipocresía) es descalificar a quienes no piensan como ellos. Es decir, a quienes admiten otros tipos de matrimonio Dicen que celebran el día de la familia como si de un acto litúrgico se tratara. Pero lo cierto es que montan un espectáculo impresionante en Madrid y acaban diciendo que la política del Gobierno destruye la democracia, que se ha retrocedido en los derechos humanos y que el laicismo está dañando a la sociedad.
El segundo se refiere a su reciente condena de la negociación con ETA. ¿Cómo es posible que califiquen de inmoral una negociación que pretende acabar con el terrorismo? Si el Parlamento ha autorizado los contactos con ETA, ¿a qué viene que los obispos salgan a la palestra dando lecciones? Algún obispo español participó en su tiempo de los diálogos con la banda. Entonces era bueno negociar. Cuando los prelados de la Iglesia ofician de mediadores con terroristas, todo es perfecto. El Gobierno del señor Aznar negoció en sus tiempos con ETA. Entonces no aparecieron los comunicados de la Conferencia Episcopal. Pero tienen que utilizar al terorismo como arma electoral. Eso es todo.
Ahora dicen que no se les ha entendido bien. Cuando Monseñor Martínez Camino, con rostro beatífico, leyó el comunicado todos entendimos muy bien lo que dijo. Ahora resulta que lo esencial es que no se puede negociar, pero sí dialogar. Y ¿para qué se dialoga? ¿Para estar entretenidos dialogando o para conseguir el fin de ETA?
Cuando se responde a sus argumentos se incurre en un despreciable, visceral y trasnochado anticlericalismo. Ellos no son antinada. Son los propietarios de la verdad. Palabra de Dios. Ellos dan lecciones de moral a quien quiere oírles y a quien no quiere. Hay que dejarles la televisión para que nos adoctrinen a todos. Y confunen la televisión con el púlpito. Acostumbrados al silencio con el que se escuchan las homilías, no entienden que alguien critique sus postulados. Claro que cuando se sentaban a la mesa del dictador, cuando le llevaban bajo palio, cuando levantaban la mano saludando a quienes derrotaron con las armas a los que habían ganado en las urnas, entonces no había comunicados.
El tercero es bien reciente. Al programa televisivo «59 segundos», acude el Director de la Revista Ecclesia, Jesús de las Heras Muela. Con cara angelical dice que la Iglesia nunca ha dicho a qué partido hay que votar. ¿No? Si pagan una emisora que desde la hora cero a la hora cero no deja de hablar mal de un partido, y de ridiculizar al Presidente del Gobierno, ¿no están apoyando de esta manera al partido alternativo? Si dicen que hay que votar a un partido que no apoya el matrimonio homosexual, que no apoya la ley del aborto ni la ley del divorcio, ni la asignatura de Educación para la Ciudadanía, ¿no están diciendo a quién tienen se debe votar? Para remate, se añade la coletilla de que hay que votar en conciencia. Quienes votan otra opción no tienen conciencia. Es que los señores obipos siguen el conocido lema del que hablan Jaume Soler y María Conangla en su reciente libro «Sin ánimo de ofender»: «Toda cuestión tiene dos puntos de vista: el equivocado y el nuestro».
Tres botones de muestra. Rouco, Martínez, De las Heras. Podría sacar a la luz los necesarios para abrochar una sotana. Dicen ellos y sus defensores que los obispos tienen derecho a expresar su opinión. Pues sí. Y los demás también. Lo que pasa es que, a su divino juicio, sus observaciones son bienintencionadas y las críticas que se les hacen son malintencionadas y erróneas. Sus descalificaciones de la negociación buscan el bien y los que les critican son agentes del mal. Sus comunicados pastorales pretenden salvar a las personas y las críticas que se les hacen pretenden destruirlas.
Habrá quien califique este artículo de anticlerical. Claro que lo es. Siempre me ha llamado la atención la etiqueta maldita que se ha pretendido poner a quien critica los planteamientos y comportamientos de la Iglesia. ¿No es acaso la jerarquía española (y su cadena de radio) antigubernamental? Y ahí están. Dicen que las críticas a la Comisión Episcopal las hacen los anticlericales trasnochados y resentidos. Ante ese tipo de argumentación, sólo cabe decir que cuando el dedo señala la luna, el necio mira la mano.
No se trata de anticlericalismo, sino de laicismo. Cuando las políticas se acercan al laicismo, se habla de laicismo radical, término total y absolutamente carente de sentido (publiqué una entrada al respecto en mi blog).
Y como ya indiqué alguna vez, la problemática es económica (parafraseando a Krahe) y de llevarse una buena parte del pastel: apoyo a quien más me paga.
Las sotanas ya no se usan…
No dudo que tengas razón en las cosas que dices. Pero también hay muchos «botones» con maravillosas historias dentro de la iglesia católica. Conozco curas y monjas excelentes y otros que no lo son. La historia de siempre, la historia del hombre, buenos y malos…
Sin ninguna duda la iglesia como institución ocupa lugares de poder que dista años luz del evangelio.(no en todas partes) Si Jesús volviera a echar a los mercaderes del templo sin ninguna duda habría muchos católicos.
El evangelio es la medida de todas las cosas y el mensaje es claro: amar hasta ser capaces de dar la vida por el otro. Y la vida no solo se da muriendo. Respetar las distintas maneras de pensar, ser pacíficos y justos, son algunas de las formas posibles.
Y así como vos con mucha libertad podés hablar de la iglesia, la iglesia puede hablar de la familia. No es necesario tirarse a un pozo para saber lo que sucede.
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Sigo sin entender por qué no se da el paso dfinitivo para desterar las sotanas de la vida política. No tiene sentido en nuestro actual sistema democrático.
No estoy en contra de la Iglesia (aunque quizá me gustaría más una iglesia de San Juan), sí en contra de su pertinaz afán docente.
Infunde más respeto una iglesia que una escuela. Mal vamos.
Estimado Miguel Angel, muchas gracias por su optimista mensaje a todos los maestros en La Línea. Yo, al menos, lo necesitaba.
¿Cómo se llamaba esa figura literaria en la que se empleaba un adjetivo consustancial al objeto calificado? Como un «león fiero», una «mansa ovejita» o «la verde hierba».
Pues decir «la hipócrita Iglesia» es eso.
No niego que haya cristianos desarraigados del cristianismo que nieguen con sus obras la verdad que en eñan con su palabra; pero eso es anecdótico: hay muchísima gente buena en la Iglesia. No juzgo a ninguna persona concreta de quien habla el autor del artículo: sus palabras no cosntituyen para mí, elementos de juicio válido. Que la Iglesia es defensora de la familia, es cierto; que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer, pues mire usted, también es cierto; que el aborto es la pena de muerte para el más inocente…y que la Iglesia defiende la vida, pues es verdd evidente; que la Iglesia enseña la verdad y el bien, sin imponerlo, así es. El bien se hace odioso, porque es como un espejo en el que aún sin querer, nos miramos y a veces nos vemos muy feos y esto contradice nuestra vanidad.
Por lo visto, hasta el día de hoy, los Señores Obispos tienen toda la razón. Lo digo, porque a los Señores Inspectores del Catolicismo en España sólo les queda votarse a sí mismos.Y esto no es votar al PP, porque, si lo hicieran, estarían votando a los divorciados (algunos reincidentes y muy conocidos), a los matrimonios del mismo sexo, a los abortistas… del PP.
Por otro lado, basta escuchar un rato la COPE y te das cuenta de cómo se alimenta esta emisora de la publicidad institucional de los Ayuntamientos regidos por el PP.
Defienden a la familia, pero les encanta que los hermanos estén separados en colegios distintos en razón de su sexo, situación que, de rebote, puede provocar las relaciones homofilas.
Por último, rompemos una lanza, la de todas las guerras y enfrentamientos,por todos aquellos católicos que se dejan la piel, igual que otros que no lo son, por un mundo mejor, y que les sirven de coartada, porque están en el mismo club que sus Inspectores diocesanos, que a veces vemos que se dedican no precisamente al diálogo. ¡Qúe lejos nos queda la postura del teólogo andaluz don José Mª González Ruiz, de feliz memoria!
Una vez más, gracias, Miguel Ángel.
La Iglesia y ETA consiguen gran parte de su poder por la cancha que le damos a las tonterías que dicen. Lo que hay que hacer es aplicar la ley. Ningún privilegio para nadie, la ley para todo, respeto a las opiniones, no a las imposiciones.
Excelente reflexión, la comparto, mi pregunta es:
¿quienes se van a encargar de continuar con esas ideas de la cúpula eclasial? ¿ las nuevas generaciones son tan católicas, apostólicas y romanas?
no veo que esten llenos los lugares de culto.Tengo una excelente familia en los vecinos de mi casa en el pueblo y no hay vínculos de consanguiniad familiar.Tengo una hermana que emigró a otro país y no tengo más contacto que el correo.¿ Cuál creen que es mi familia? Lo tengo clarísimo.
Magnífico blog. Oí tu conferencia de clausura del CAP en Ferrol -con ciertos fallos técnicos justo en los momentos cumbre- y me gustó mucho. Por eso te he buscado aquí.
Con respecto a esto de las injerencias de la Iglesia en todas las cosas laicas: creo que al intentar influir en el Mundo contradicen sus propios principios: a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
Me parece tan absurdo que este grupo se meta en la vida política como que lo hicieran los fabricantes de tabaco. Más o menos mueven la misma gente. Tan absurdo me parece que los obispos opinen sobre el aborto -cuando es gente que oficialmente no «copula» como que los altos ejecutivos de Marlboro o Ducados opinen sobre la salud pública y las prestaciones que deben entrar en nuestra Seguridad Social.
Ayer escuché (que no oí) tu conferencia en Lugo. Darte la más sincera enhorabuena, ya que; por lo menos a mí, me has hecho reflexionar acerca del día a día en el aula, y de la ilusión de trabajar cada vez un poquito mejor, colaborando con todos esos elementos y agentes que influyene en la educación de futuros ciudadanos; tarea y oficio complicado.