No todos los ojos abiertos ven

26 Ene

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Cada día, cada hora, cada momento, pasan cosas admirables en cualquier lugar donde nos encontremos. Lo que pasa es que no las vemos. Porque no tenemos los ojos educados para ver. Decía Vicente Espinel que «los ojos son arcabuces y lumbreras del alma». La capacidad de observación es importante para saber lo que pasa. ¿Por qué no se ve lo evidente? Porque nos instalamos en las rutinas, porque no somos capaces de fijar persistentemente la atención, porque no sabemos focalizar adecuadamente. Más difícil es ver lo subterráneo, lo que está bajo la capa superficial de los hechos. «Lo esencial es invisible a los ojos», dice Antoine de Saint-Exupéry.
Además de ver, es preciso analizar. Para ello hay que disponer de teorías. Si un crítico deportivo ve un partido de fútbol sabe que un equipo está jugando con la táctica 4-4-2 y otro con la 4-3-1-2, por ejemplo. El que no sabe nada de fútbol sólo ve números en la espalda de los jugadores. Y cuando le dicen que la gente grita por culpa del que viste de negro, piensa que se debe a que no toca el balón durante todo el partido. No conoce la teoría.

Un cirujano quiso dar a sus alumnos una lección en vivo sobre la importancia de la observación. Una vez reunidos, les dijo:
– Hay dos cualidades fundamentales del cirujano, que son la resistencia a la repugnancia y, sobre todo, la capacidad de observación. Lo vamos a comprobar a través de un sencillo experimento.
Dicho esto les mostró un recipiente con un líquido sanguinolento, verdaderamente repugnante. La vista y el olor provocaban un rechazo irreprimible. Y les dijo:
– Voy a meter el dedo en el recipiente y me lo voy a llevar a la boca. Observad atentamente. Y veréis cómo puedo superar la repugnancia. Es el fruto de una larga experiencia y de un intenso afán de superación.
En presencia de todos ellos metió el dedo en el recipiente y se lo llevó a la boca sin inmutarse. Los alumnos hicieron un gesto de sorpresa y de admiración. Luego les pidió a cada uno que hiciera lo mismo. Algunos no pudieron superar el rechazo y ni siquiera metieron el dedo en el recipiente. Otros sí lo hicieron y se llevaron el dedo a la boca. El vómito provocado por el sabor fue casi automático. Entonces el cirujano se dirigió de nuevo a los estudiantes para decirles lo siguiente:
– He visto que no tenéis todavía suficientemente desarrollada la capacidad de superación de la repugnancia. Pero me preocupa más lo que sucede con la observación. Ninguno se ha dado cuenta de que introduje el dedo índice en el recipiente y me llevé a la boca el dedo corazón.
Saber observar es tan difícil como necesario. Porque observar no es sólo mirar, es buscar. Y la búsqueda tiene un eje estructurador que da sentido a la mirada y proporciona explicaciones a lo que se ve. ¿Cómo es posible que se les escapen tantas cosas de los hijos a los padres y madres? ¿Cómo se nos pasan tantas cosas de los alumnos a los profesores y profesoras?
Para observar hace falta combinar objetividad y subjetividad. Hace años leí una preciosa novela del recientemente galardonado Juan José Millás. Se titulaba «La soledad era esto». La protagonista es una mujer que encarga a un detective que siga a una persona y que haga informes sobre ella. Lo que no sabe el detective es que la persona a quien tiene que seguir es la misma que le encarga los informes. Le envía el primero y ella le dice que no le gusta el informe porque es muy objetivo. Sólo describe lo que hace la persona observada, pero ella quiere saber qué le pasa, por qué hace las cosas, cómo es. Poco a poco va aumentando la subjetividad de los informes y éstos empiezan a ser más ricos y más profundos.
Vemos las cosas como son, pero también como nosotros somos. «El horizonte está en los ojos, no en la realidad», decía Ángel Ganivet. No podemos prescindir de la subjetividad (que no es lo mismo que arbitrariedad). Ni debemos hacerlo cuando observamos a personas.
Para observar con rigor hace falta combinar la focalización y la contextualización. No se puede observarlo todo, en todos los sitios, de manera constante. Hay que centrar la atención, pero también hay que tener en cuenta el contexto donde el hecho sucede. Un grito no significa lo mismo en un campo de fútbol que en una iglesia.
Otro dilema que presenta la observación es la necesaria equidistancia que tiene que mantener el observado para estar dentro de la realidad, pero suficientemente fuera como para que no le condicione el juego de intereses que en toda realidad se produce. Si el observador se distancia mucho no conoce los significados que tienen los protagonistas. Si está demasiado dentro no puede analizar con imparcialidad.
No se puede perder de vista la artificialización del comportamiento que se produce en una persona cuando se sabe observada. Me cuenta un colega de Barcelona que en una evaluación que se estaba haciendo en un Colegio de la ciudad un profesor que era muy «vanguardista» (entraba en clase y se ponía a leer La Vanguardia) durante todo el tiempo que duró la observación de su aula había dejado de ser vanguardista. Pero siguió siéndolo el primer día en que se fue el observador. Mientras más transparencia tenga la observación, mientras más tiempo dure y más control democrático tenga el observado sobre los datos, menos artificialización existirá.
Para aprender a observar hay que ejercitarse. A observar se aprende observando. Es bueno también contrastar informes de diferentes observadores sobre un mismo hecho. Resulta curioso comprobar las discrepancias que se producen en la mirada de observadores diferentes. Para aprender a observar también es interesante ser observado. Cuando lees el informe de una observación que te han hecho puedes comprender que hay muchas posibilidades de que se malinterprete una palabra o un gesto.
Hay que educar los ojos para ver. Por eso hace falta fijar la atención, cosa difícil en esta cultura de distracción permanente. Decía Bill Crosby: «No todos los ojos cerrados duermen, ni todos los ojos abiertos ven»

15 respuestas a «No todos los ojos abiertos ven»

  1. Estimado Migue Ángel. Hace tiempo cuando estudiaba la asignatura de «Estética de la música» en el conservatorio de Sevilla, el profesor puso el siguiente ejemplo acerca de la obsevación.
    Nos dijo: cuando uno mira un cuadro, ¿con qué ojos los ve? Claro, no sabíamos a dónde quería llegar a parar pero tiene gran paralelismo con su artículo. Nos dijo que contemplar un cuadro de forma estéticamente pura sería la forma ideal de verlo; es decir, yo no conozco al pintor, ni su obra, entonces seré capaz de verlo en conjunto, sus trazos, su colorido, luminosidad, etc., mientras que si conocemos algo acerca del pintor o ya hemos visto otras obras suyas e incluso si somos pintores, es evidente que no veremos la obra de este pintor con ojos estéticamente objetivos, sino que ya interviene la subjetividad de cada uno. Ocurre lo mismo con la música, vas a un concierto de la orquesta y a la salida escucha los siguientes comentarios:¡Han estado geniales!, ¡Qué bien han tocado!, suelen decirlo el público melómano no especialista, mientras que los estudiosos de la música y críticos musicales afinan un poco más con: en general bien, pero…el trombonista se despistó en el «solo», el director no transmitía lo suficiente y era muy brusco en sus movimientos, etc…
    ¿Qué quiere decir esto? Que estoy totalmente de acuerdo con usted , y es que no todos llevamos las mismas «gafas de mirar» y por supuesto que todas las cosas dependen del cristal con que se miren y menos mal que es así, pues de esta manera la sociedad puede discrepar y aprender unos de otros porque si todos viésemos lo mismo, ¡qué aburrido sería el mundo!
    Reciba un cordial saludo.

  2. Cuando camino por mi ciudad donde vivo desde hace 20 años y que es horrible (o a mi me lo parece), muchas veces me digo que tengo que mirarla como si fuera la primera vez, para poder descubrir cosas nuevas y distintas. La costumbre de pasar tantas veces por los mismos lugares hace que los dejemos de ver.
    Este artículo me hace recordar a un profesor de filosofía que nos instaba a no perder nunca la capacidad de asombro.
    En mi trabajo en Atención Temprana la observación ocupa un lugar de privilegio. A veces paso muchos encuentros solo observando, para poder decidir el tratamiento. Y siempre observo para cambiar las desisiones tomadas si es necesario. La objetividad es dificíl. Llevamos con nosotros un vagaje cultural que hace que nuestra mirada disfiera de la de los otros. Esto se compensa con el trabajo en equipo. Todos miramos y consensuamos. Involuicrarse es bueno. Y nunca somos imparciales por mucho que busquemos la distancia adecuada.
    Y no creo que lo esencial sea invisible a los ojos. LO esencial es el amor. Y si no pudieramos verlo no valdría la pena vivir.
    Ver, el simple hecho de ver, es un regalo inmenso que la vida nos hace. Ver viendo lo que miramos es maravilloso.

  3. La versión que yo tenía del experimento del cirujano es que el recipiente no era artificial. Esto me da pie a corroborar el tema simple o corriente de que «cuatro ojos ven más que dos». Cuestión que ha dado lugar también a muchas interpretaciones por aquella visión estrictamente cuantitativa, que consideraba que cuatro ojos veían el doble que dos, lo cual sabemos que no es verdad. Y no lo es porque cuatro ojos también ven algo de lo que ven sólo dos.
    Por tanto necesitamos de la colaboración de otros ojos y puntos de vista. En educación, algunas veces no se tiene en cuenta lo que dicen los «infantes», cuando en muchas ocasiones son ellos los que ven las cosas con más claridad y lógica que nosotros.
    Gracias, Miguel Ángel, por recordarnos lo del trabajo en equipo, porque si no, os vamos a caer con todo el equipo.

  4. Me ha parecido precioso el artículo Miguel Ángel. En mi opinión la gente que sabe admirar la belleza que hay ahí afuera tiene capacidad para volar. Una hoja de árbol cayéndose, una sonrisa de un niño cuando pasa a tu lado. Dice el escritor extremeño Angel Campos «un simple gesto puede arreglar el día» y no hay nada más cierto.
    Espero que cada vez haya más observadores que aprecien lo que les rodea, yo por mi parte lo voy a propiciar. Dice Anton Van Humbolt famoso naturalista, que para apreciar la belleza basta con observar cualquier elemento de la naturaleza. Salud!

  5. «El hombre es la medida de todas las cosas; de las que son en cuanto que son; de las que no son en cuanto que no son» -Decía Protágoras.
    ¿Qué es un ratón?. ¿para quién?. ¿Para una rata?. ¿Para un gato?, ¿Para un elefante?, ¿para una persona asustadiza?, ¿para un zoólogo?
    La pregunta «¿qué es un ratón?» tiene tantas respuestas como sujetos cognoscente.
    Incluso la misma persona, en momentos y situaciones distintas, mirando lo mismo verá cosas distintas.
    «Miren. Miren por la ventana» -les decía un profesor a sus alumnos.
    Sus alumnos fueron corriendo a asomarse,
    -«Ya estamos mirando, profesor, pero…qué es lo que tenemos que ver?.
    La virginidad cognoscitiva «es absurda y, además, no puede ser.
    Todo conocimiento es la suma de dos sumandos, el sujetivo y el objetivo, y nunca, ninguno de los dos es igual a 0.
    Tomás

  6. Yo pienso que todo eso está muy bien y tiene mucho de verdad, pero creo que uno de los factores que influyen a que nuestras observaciones por regla general sean tan malas es que no estamos en un contexto en el que observar sea un hecho natural, no porque no lo sea en sí mismo, sino porque socialmente queda mal. Creo que nuestra sociedad no es un buen sitio para ver y ver de verdad, es más bien un sitio donde intentar estar de pie y no caerse, pero claro, también se puede ser «observador» siempre que se quiera hacer algo más que estar de pie y no caerse cueste lo que cueste.

  7. Como maestro, me preocupa especialmente la “cultura de distracción permanente” a la que se alude al final del artículo, una cultura donde el poder de los mass-media influye poderosamente, sobre todo en las jóvenes generaciones aún en proceso de formación, a las cuales se les proporcionan múltiples oportunidades de observación, pero empleando recursos que minimizan sus capacidades analíticas y de reflexión.

    Robert MacNeil, presentador y editor ejecutivo de “La hora de las noticias MacNeil-Lehrer”, a raíz del éxito de este programa, proponía las siguientes recomendaciones al objeto de mantener niveles altos de audiencia: “Que todo sea breve, que no se fuerce la atención de nadie, sino que se dé estimulación constante con variedad, novedad, acción y movimiento. No detengáis la atención en ningún concepto, personaje ni problema durante más de unos cuantos segundos. Pequeño es mejor. Hay que evitar la complejidad. Los matices no son necesarios. Los adjetivos estorban el mensaje simple. La estimulación visual es sustituto del pensamiento, y la precisión verbal es un anacronismo” (Postman, 1991b, p. 133-134).

  8. hola Miguel Angel He recorrido con autentica curiosidad varias páginas de tu blog, sabia que iba a disfrutar por algunas ideas que ya habia compartido en otros lugares, pero me encanta tu entusiasmo y la cercania que expresas entre la idea y la vida, es un lujo tenerte tan cerca, seguiré leyendo tus ideas y si me siento inspirada te comentaré mis impresiones un abrazo. Mª Carmen

  9. Hola, estimado Dr. Miguel Angel.
    El artículo de hoy me ha hecho pensar en mi clase de hace unos días, cuando parada frente a los alumnos, que no lograban interpretar una consigna escrita en el pizarrón,les he dicho: -Lo que sucede es que miran sin ver. Les aseguro que ha visto más Ezequiel con los oídos (es un alumno no vidente) que ustedes con los ojos-.
    No sólo con los ojos se puede ver.
    También se lo hace con las manos, con los oídos… Pero sobre todo se ve con el corazón. Y hay que aprender a mirar con los ojos del alma.
    Un abrazo.
    Nancy Mansur.

  10. Es curioso ver cómo analizamos cada uno las ideas que Miguel Ángel deja entre las líneas… Cada uno las ve de manera diferente, cada uno las interpretamos y las hacemos cómplices de nuestras experiencias, las conectamos con nuestra vida…

    No sólo es «ver» con todos los sentidos, no sólo es darnos cuenta que todo depende del cristal con el que miremos, sino que además, ser conscientes de ésto, del lugar desde el cuál cada uno de nosotros está mirando, nos ayuda a comprender, a darle nuevos sentidos al mundo que nos rodea y que esconde más que aquello que vemos por separado.

    No sólo es cuestión de ver… sino de compartir nuestras visiones… A mi me ayuda a mirar de nuevo y a descubrir nuevos aspectos de la realidad de cada uno.

    Muchas gracias por compartir la suya.

  11. Hola Miguel Angel. Encuentro con grata sorpresa este espacio y su contenido. Su título «No todos los ojos abiertos ven» es su mejor resumen. Hace muchos años que comprendí la razón por la que conocer personas y compartir tiempo con ellas me ha resultado mucho más gratificante cuando esas personas son capaces de darme otra visión de la realidad. Tengo la agradable impresión de estar ganando en perspectiva, perfeccionando la construcción de significados y con frecuencia, añadiendo matices que me resultaban invisibles. Ver de otra forma es conocer más y mejor el mundo, pero tambien es una forma de conocer a la persona que mira. Dice Rafael Echeverría (2006)»No sabemos cómo las cosas son. Sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos». Un saludo.
    Jorge García Angélica

  12. Hola Miguel Angel,
    disculpa que te hable de otro tema.
    Me gusta mucho la ilustración que tienes en este artículo. ¿ Es tuya?
    Si es así, ¿nos das permiso para usarla en nuestra asociación?
    Gracias!

    • Querida Elena:
      Las ilustraciones las eleige y publica el periódico. No creo que haya problema en la que utilicéis. Saludos.

  13. Hola Miguel, estoy leyendo tu artículo en una clase en la facultad. Me gustó mucho realmente.
    Para hacer ejercicio de los ojos abiertos que sí ven, no puedo evitar observar que le nombre del actor que citas se apellida «Cosby» y no «Crosby». Tal vez haya sido un error de tipeo, tal vez un desafío para los lectores. 🙂
    De cualquier forma, gracias de nuevo por tu artículo.
    Cariños,
    Paula

    • Querida Paula:
      Gracias a ti por leerlo. No existe un artículo si no hay unos ojos que quieran leerlo.
      Sí, un error tipográfico, como dices, pero me ha hecho descubrirte como una lectura perspicaz.
      Me alegra que te haya gustado leerlo. Me gusta decir que el primer mandamiento del escritor es el siguiente: «No aburrirás ni a Dios sobre todas las cosas».
      Besos en este hermoso día del libro.
      MÁS

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