Pasado mañana cerraremos la última página del año. Un libro más (o uno menos, según se mire) de esa peculiar colección de libros que es la vida. ¿Qué hemos aprendido de la experiencia, de lo que ha sucedido, de lo que nos ha pasado? “Estar vivo es algo más que no estar muerto”, dice Allan Percy. Muchas de las cosas que han acontecido han sido las mismas para todos, pero no a todos nos han hecho aprender lo mismo. No a todos nos han hecho siquiera aprender.
Mi querido amigo Horacio Muros, director que me propuso como Padrino Pedagógico de su pequeña y luminosa escuela en la provincia de Mendoza (Argentina), me invita a dedicar una de estas secciones a la importancia que tiene la experiencia. Me envía además, y se lo agradezco, algunas reflexiones de su cosecha (y de campos ajenos) sobre un tema tan decisivo para la vida de las personas.
Voy a poner en cuestión el conocido refrán castellano que afirma que “la experiencia es la madre de la ciencia”. Decía Cervantes por boca de Don Quijote: “Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas”. No siempre. Hay refranes cargados de torpeza y mezquindad: “piensa mal y acertarás”, “por la caridad entró la peste”, “la letra con sangre entra”, “ande yo caliente y ríase la gente”, “vale más pájaro en mano que ciento volando”, donde las dan las toman”… No siempre de la experiencia se aprende y, cuando se aprende, a veces no son ideas y sentimientos positivos.
Hay quienes son embrutecidos por la experiencia y quienes sólo aprenden de ella falsedades, estereotipos y perversiones. Algunos, por contra, son enriquecidos e iluminados por el paso de los años. ¿De qué depende esta doble posibilidad? De la capacidad de análisis, de la apertura de la mente, y de la magnanimidad del corazón.
Decía Martin Luther King: “Cuando mi sufrimiento se incrementó, pronto me di cuenta de que había dos maneras con las que podía responder a la situación: reaccionar con amargura o transformar el sufrimiento en una fuerza creativa. Elegí la segunda”. Ahí está la clave, a mi juicio. En cómo se responde a lo que nos pasa. En cómo se comprende lo que pasa. “La experiencia no es lo que sucede, sino lo que hacemos con lo que sucede”, dice Aldous Huxley. (Citado por Alex Rovira y Francesc Miralles en su reciente libro “El laberinto de la felicidad”).
Hace unos años pregunté a mis alumnos de la asignatura ‘Evaluación de alumnos, centros y programas’ cuál había sido lo más significativo que habían vivido en la evaluación recibida a lo largo de sus años escolares. Publiqué, sobre aquellas contestaciones, un artículo titulado ‘Escrito en la piel. Aprendizaje sobre evaluación a través de la experiencia’. Las respuestas no pudieron ser más inquietantes. Dolor, angustia, frustración, miedo, estrés, represalias, comparaciones, injusticias… Cuando esos alumnos sean profesores, ¿evitarán todo aquello que describen como negativo? Su experiencia ha sido dolorosa pero, ¿realmente han aprendido? ¿Serán capaces de no repetir los errores que otros cometieron con ellos?
Lo que nos da a todos la experiencia, de forma inexorable, son años. No nos da, automáticamente, sabiduría. No nos da, sin más ni más, compromiso con la acción y solidaridad con las personas más desfavorecidas. Para que la experiencia se convierta en sabiduría (que, etimológicamente tiene que ver con saber y con gustar, ya que el verbo saber procede del latín “sapere”=saborear) hacen falta varias exigencias:
– Capacidad para observar con rigor lo que sucede. Hay personas que pasan por la experiencia sin enterarse de nada, sin aprehender sus significados, sin descubrir los hilos invisibles que se mueven “entre bastidores”.
– Capacidad para analizar críticamente lo que sucede, comprendiendo los significados, las causas y las consecuencias. Existe una forma de entender la realidad que la considera ahistórica, es decir que no depende de decisiones humanas. Como si las cosas fuesen como son porque no pudiesen ser de otra manera.
– Voluntad para asimilar en la propia historia aquello que se ha descubierto. La actitud positiva hacia el aprendizaje es un componente ‘sine qua non’ para que se produzca un aprendizaje significativo.
Me sorprende sobremanera la facilidad con que se repiten los errores habiendo sido víctima de ellos. Hijos que han sufrido incomprensión se convierten en padres que no hacen esfuerzo alguno para comprender a sus hijos. Pacientes que han sido maltratados por la insensibilidad de los médicos y que luego se convierten en médicos insensibles. Alumnos que han sido objeto de evaluaciones rígidas, autoritarias, irracionales y que luego se convierten en profesores que practican una evaluación irracionalmente autoritaria. ¿Cómo es posible que en tan corto tiempo se haya olvidado todo lo que se ha vivido?
La experiencia es una forma más de conocimiento, sí. Hay cosas que aprendemos en los libros y otras que aprendemos en la vida. Pero no se aprende automáticamente de la experiencia. Prueba de ello es que algunos, a medida que van haciéndose mayores, van haciéndose más escépticos y más cínicos. La experiencia no les ha enriquecido, les ha destrozado.
Hay quien es capaz de aprender incluso, y sobre todo, de las situaciones adversas. Dice un poema japonés: “Al recoger las piedras que me lanzaron, vi que una era una joya”. Qué hermoso arte en la vida personal y profesional es el saber convertir dos signos menos en un signo más. Dos errores, dos desgracias, dos tropiezos, pueden ser manejados de manera que podamos aprender, fortalecernos y crecer. Lo decía Oscar Wilde: “Experiencia es el nombre que damos a nuestros errores”.
Pronto llegará un nuevo año. Habrá en él felicidad y dolor, alegrías y tristezas. Ojalá podamos aprender de la nueva experiencia que se nos brinda. “Transformar una experiencia en conciencia, en eso estriba ser persona”, decía André Malraux. Y eso se puede hacer de forma reposada y silenciosa, sin grandes alardes. Hace más ruido un árbol que cae que un árbol que crece. Te digo con Pitágoras: “Prefiere el bastón de la experiencia al carro rápido de la fortuna. El filósofo viaja a pie”. Feliz Año Nuevo.
ola Miguel
aprendo sempre qualqer coisa boa ao ler os seus textos. estou com saudades de o ouvir contar as suas historias, quando é que vem de novo ao Porto?
um bom ano cheio de boas HISTORIAS
um abraço Marilia
Tomo a liberdade de escrever este comentário porque, na sequência do anterior, eu não posso ter saudades de o ouvir, pois não tive ainda a honra de tal, o que lamento imenso. Se não for muito o atrevimento, deixo um convite na sequência da sua vinda ao Porto, quando possível, se poderia também passar por Setúbal… Ficaria encantada e muito grata (eu e concerteza muitos professores desta península tão maltratada…). Leio com frequência o seu Blog que conheci através de JMAlves no terrear com o qual contactei através do Correio da Educação do qual fui assinante. Sou professora de filosofia embora não exerça presentemente. Coordeno grupos de professores que leccionam em co-formação, um currículo implementado pelo PETI (Programa para Prevenção e Eliminação da Exploração do Trabalho Infantil)que tem por finalidade garantir que os alunos em situação de Trabalho Infantil (TI)efectivo ou indiciado e em situação de Abandono Escolar e com mais de 15 anos (fora da escolaridade obrigatória), possam regressar à escola para concluir a escolaridade básica.
Sou também doutoranda na área da Neuropsicologia na Universidade de Salamanca.
Obrigada por tudo o que nos permite retirar da leitura dos seus artigos.
Desejo que 2008 seja um ano próspero.
Albertina
VEJEZ CONSTRUCTIVA.
Efectivamente ,estimado Maestro,feliz y contento voy por la vida ,al aplicar tus sabias y enriquecedoras enseñanzas.
Al ser un viejo innovador (CHORO)con tu oportuno despertar pedagógico y personal en ese intensivo curso para Magister en Chile.
Ese curso junto mis experiencias han desarrollado el inicio de mi nuevo pensar innovador ,lo que ha permitido rejuvenecer mi ser y el hacer ,logrando así disfrutar lo que he tenido.
No solo se vive hay que aplicar el como,por qué y para què .
Tu comentario avala el èxito de la vejez
GRACIAS MAESTRO FELICIDADES
Mi nombre es Roberto Arguello y soy miembro de la comisión directiva de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires, Asociación sin Fines de Lucro Personería Jurídica Decreto 14679 Del 28/12/60. DNRP 6250414, nuestra oficina queda ubicada en Av. Corrientes 1145 2° PISO OF. 36/37 (C1043AAL) Ciudad Autónoma de Buenos Aires tel 4382-8331 / 4382-5675
Nuestra Asociación tiene una revista que se llama Laberintos que sale cada dos meses y tiene llegada a 1500 servicios educativos de la Pcia de Buenos Aires, nos interesaría poder realizar una entrevista con usted para que la misma sea publicada, o bien también ver la posibilidad que nos de autorización para poder publicar un articulo de su Blog, o bien sobre un tema que usted este trabajando, estamos abierto a los que usted pueda brindar.
Para que sepa de que tipo de publicación estamos hablando, le solicito me envié una dirección para que le pueda enviar el último ejemplar del 2007.
Además de mi trabajo en AIEPBA, trabajo en el Colegio “juan Bautista Alberdi” , allí me encargo de los aspectos institucionales y también soy el administrador del mismo.
Espero sus comentarios,
Saludos Cordiales
Roberto Arguello
instituto.alberdi@speedy.com.ar
http://www.aiepba.com.ar/
Acercarse a la experiencia como camino de nuevos aprendizajes constituye un apasionante desafío porque en nombre de la racionalodad dominante muchas veces se la a despreciado y devaluado como forma de conocimiento válido.
En medio de tanto pragmatismo y sin sentido, es necesario reivindicar la experiencia dandole legitimidad y porque no decirlo, una cierta dignidad en cuanto forma de conocimiento; porque este tipo de aprendizaje vivencial es único y compromete todo nuestro ser frente a la realidad existencial.
Creo que la experiencia es una palabra que resuena cerca de la palabra vida y si educar es dar vida a la vida, no podemos dejarla de lado o menospreciar su valor pedagógico. La expereincia es siempre algo que tiene que ver con lo subjetivo y contextual, es siempre de alguién,de aqui y ahora; por eso tiene algo de opacidad y de oscuridad, de confusión de incertidumbre, de desorden y de indecision, rasgos todos de la vida misma.
La experincia muchas veces se la invoca como principio de autoridad y en su nombre se nos dice que deberíamos hacer, decir o pensar; esto no es otra cosa que dogmatismo esteril.
La experiencia es necesaria no para evitar en otros sus propias experiencias, sino para ayudar a los otros a que construyan sus propios conocimientos a partir de lo que les acontece. Hay que dar lugar a las experiencias y correr el riesgo de encontrarle sentido a las cosas a partir de ella, porque del significado de cada cosa depende la vitalidad del nuevo conocimiento; por eso bien dice el pedagogó latinoamericano Daniel Prieto Catillo ” si me atrevo a reconocer mis propias ya no seremos los mismos”
Hay que repensar entonces a la experiencia como un territorio poco explorado; pienso entonces en un provocativo y perfumado jazmin, en un radiante amanecer lleno de gaviotas y aire puro, en el temor frente a una tormenta insospechada, en la perdida de un ser querido, en el placer de una amena y luminosa lectura, de la belleza que encierra en una buena poesía…
¿Estaremos experimentando los albores de una pedagogía de la experiencia?
Saludos desde argentina. Que el 2008 sea un año cargado de experiencias significativas que nos hagan crecer como personas en comunidad de personas.
Horacio Muros
He oído muchas veces que los refranes constituyen la “sabiduría popular”. Creo que es cierto, si bien el mensaje que pueden albergar dependerá -como dice el artículo- “de la capacidad de análisis, de la apertura de la mente, y de la magnanimidad del corazón”.
No obstante, a veces se puede incurrir en una generalización falaz, en tanto que enunciar afirmaciones en términos absolutos implica una discriminación -e incluso un desprecio- de los supuestos que puedan considerarse excepcionales. Por ejemplo, la malintencionada aseveración “Piensa mal y acertarás” excluye a muchas personas que pretenden proceder ofreciendo el corazón en cada acto.
“Nadie escarmienta en cabeza ajena” es otra muestra que particularmente he pretendido considerar desde niño. La experiencia ajena, cuando se percibe inundada de valores, siempre me ha resultado muy útil en mi crecimiento personal. Escuchar a las personas que han tenido vivencias enriquecedoras me ha posibilitado procurar evitar equívocos anunciados, a tenor de los consejos altruistamente brindados por ellas. Si el camino ya ha sido recorrido, si se conocen los baches, no tiene sentido dejar de evitarlos cuando se nos muestra.
Considero que la actividad cognoscitiva ha de servirse de la experiencia vicaria positiva. Creo que pensar que se domina el conocimiento sobre alguna cuestión, conlleva cerrar la posibilidad de ampliar las estructuras cognitivas personales. Entiendo, pues, que se torna en requisito indispensable la necesidad de contar con la suficiente humildad para aprender de otros/as, posibilitando la apertura a nuevos enfoques que pueden resultar muy enriquecedores e incluso vitales.
No puedo, por tanto, concluir este comentario sin calificar de excelente este artículo, broche de oro de los profundos pensamientos ofrecidos en “El Adarve” de 2007.
Muchas gracias, maestro, por abrir su corazón y su mente, por compartir su experiencia también a través de este medio.
Feliz 2008 a todos/as.
Sobre la incomprensión acerca de por qué repetimos errores… ¿Por qué un niño que fue maltratado se convierte en maltratador en vez de todo lo contrario…? ¿Por qué no somos mejores cada vez, teniendo en cuenta que debimos aprender que aquello que hicieron con nosotros no estaba bien?
Dado que algunos sí que aprendimos, ¿por qué unos aprenden y otros no? A mí es una pregunta que a veces me quita el sueño. Es un misterio enorme.
Bien es verdad que aceptar que tu padre, por poner el ejemplo más visible, fue un auténtico maltratador, que no te quiso, que abusó de ti, que te jodió la vida… Aceptar eso, digo, es mucho más difícil que negarlo. Y si lo niegas, “quien bien te quiere te hará llorar” se convierte en tu guía a la hora de ser padre, por ejemplo. Y si eres profe, “la letra con sangre entra”, y humillas a tu alumnado como te humillaron a ti.
Aceptar auqello que nos hicieron como bueno, es más fácil que asumir el dolor de toda una vida y pelear para que eso no se vuelva a repetir.
¿O por qué se huye tanto en la escuela de los debates que suponen una implicación personal como pueden ser la Ley de Igualdad en la Educación, o la Educación para la Ciudadanía…?
Todos esos temas remueven los cimientos personales del profesorado, y la gente huye de todo lo que sea mirar hacia dentro, replantearse las creencias y renunciar a la comodidad de no pensar en si lo que hago es lo correcto, o la estoy cagando como lo hicieron conmigo.
“A mí me pegaban y aquí estoy, entero”, dice mucha gente. Yo no estoy de acuerdo, muy entero no te veo.
Gracias por el artículo, anima a seguir.
🙂
Dicen que el hommbre es el único annimal que tropieza dos veces con la misma piedra.
Quienes hemos recorrido una gran parte del camino de nuestra vida llevamos a cuestas un cúmulo de experiencias que tratamos de convertir en sabiduría.
No siempre sucede. Cada ser humano recorre su propio camino y arma su vida con sus propias experiencias.