Puertos de amargura

20 Ene

El payaso tristePor muy mal que estemos, podríamos estar peor. Ya sé que puede parecer un consuelo falso e ingenuo, incluso ridículo. Psicológicamente resulta efectivo. Basta pensar cómo nos sentiríamos si nos faltara un ser querido que tenemos al lado, si nos hubiesen comunicado un diagnóstico fatal, si nos viésemos arruinados… Pero eso no ocurre en la realidad. O no tenemos acumuladas todas las desgracias en el mismo momento. Imaginarse esas situaciones dramáticas y volver a la realidad es como despertar de una horrible pesadilla. Nos reconforta saber que era un simple sueño y aquella tragedia era sólo una ficción.
Acabo de leer un extenso libro titulado ‘Curso para mejorar el sentido del humor’ del que es autora Begoña García Larrauri, psicóloga y profesora del Departamento de Psicología de la Universidad de Valladolid, institución en la que ha cumplido sus bodas de plata como docente.

Una de las estrategias que plantea para vivir felizmente es la de la exageración hipotética de los males. La realidad se vuelve más llevadera cuando aterrizamos después de ese vuelo al horror y descubrimos que los males supuestos ya no están presentes. La autora se sirve de algunas historias para hacer reflexionar al lector. Veamos una de las que utiliza para potenciar este recurso de la magnificación hipotética de las desgracias.
Un hombre, acuciado por la difícil situación en la que vive, acude a un rabino para pedirle consejo.
– Rabino, dice el hombre, mi casa es muy pequeña. Con mi mujer, mis hijos y mis suegros viviendo en una sola habitación, estamos siempre estorbándonos unos a otros. Nos pasamos el día gritándonos. No sé qué hacer.
El rabino le preguntó si tenía una vaca. Cuando el hombre le respondió que sí, le aconsejó que la metiera también dentro de la casa.
Perplejo, el hombre hizo lo que le decía; pero, una semana después, volvió quejándose de que las cosas se habían puesto mucho más desagradables que antes.
– Mete también en casa a tus dos cabras, le aconsejó el rabino.
Una vez más el hombre siguió el consejo del rabino, pero volvió de nuevo explicando que la situación era aún peor.
Y de nuevo el rabino le preguntó qué otros animales tenía.
Cuando el hombre le respondió que sólo tenía un perro y algunas gallinas, el rabino le dijo que los metiera también en casa y volviera a la semana siguiente. Aturdido, el hombre regresó a su casa y siguió el consejo del erudito.
Cuando volvió de nuevo, estaba fuera de sí.
-¡Esto es insoportable! He de hacer algo o me volveré loco. ¡Por favor, ayúdeme!
– Escucha con atención: coge la vaca y llévala al establo, saca las cabras al corral, deja al perro fuera de casa, y devuelve las gallinas al gallinero. Y dentro de unos días ven de nuevo a verme.
Cuando volvió, el hombre estaba eufórico.
– ¡Ah, rabino!, dijo, con solo mi mujer, mis hijos y mis suegros en casa hay mucho más espacio ahora. ¡Menuda mejora!
Alguien puede pensar que esta reacción es una invitación al conformismo, a la pasividad, a la resignación. No es así. Qué duda cabe de que si el rabino supiera que su discípulo tenía posibilidades de adquirir una vivienda más amplia o de exigir que se la dieran, le hubiera aconsejado que cambiase de domicilio. Se trata de una estrategia, más de carácter mental que operativo, para superar males o problemas inevitables. Se trata de combatir inteligentemente las desgracias.
En ocasiones, relativizaremos nuestros males, si pensamos que otros viven en una situación mucho más dramática. Es la moraleja de aquella célebre décima de Calderón de la Barca, extraída de ‘La vida es sueño’. Todos las sabemos de memoria: «Cuentan de un sabio que un día/ tan pobre y mísero estaba,/ que sólo se sustentaba/ de las hierbas que cogía./ ¿Habrá otro, se decía,/ más pobre y triste que yo?/ Y cuando el rostro volvió/ halló la respuesta, viendo/ que otro sabio iba cogiendo/ las hierbas que él arrojó». Aunque menos conocida, la décima que sigue es igualmente didáctica: «Quejoso de mi fortuna/yo en este mundo vivía,/y cuando entre mi decía:/¿habrá otra persona alguna/de suerte más importuna?/Piadoso me has respondido./Pues volviendo a mi sentido,/hallo que las penas mías,/para hacerlas tú alegrías/las hubieras recogido».
Hay otras personas que viven mucho peor que nosotros, con muchos menos medios, con muchas más dificultades. ¿Por qué maldecir la situación si, comparativamente, la nuestra es casi envidiable? Esta actitud no significa que nos alegremos de las desgracias ajenas sino que nos hace reparar en lo afortunados que somos ‘objetivamente’, aunque nos sintamos desgraciados.
En ambas estrategias psicológicas existe un puntito de humor, siempre tan deseable y tan necesario para afrontar los problemas que nos presenta la vida y los que nosotros mismos nos creamos. Tenía sentido del humor aquel condenado a muerte que, un lunes por la mañana, iba camino del patibulo pensando: «Mal empiezo la semana».
La mayor desgracia es sentirse desgraciados, pensar que todo lo malo que nos pasa lo tenemos bien merecido y que nuestro sino es el del sufrimiento. Dice Andy Rooney: «He aprendido que cuando tienes un puerto de amargura, la felicidad atraca en cualquier otro lugar»

5 respuestas a «Puertos de amargura»

  1. Soy una fan tuya, son del d.f. directora de una secundaria, en donde el material que tengo tuyo la he utilizado para trabajar con mis compañeros en las juntas de consejo tecnico, me encantas, gracias por todo lo que has dado. Charo

  2. Querido Miguel Ángel:
    Contagias optimismo. Si fueras la gripe, sería obligatorio destruir todas las vacunas antigripales.
    Gracias por seguir sembrando ganas de vivir.
    Un beso,
    Zoraida (Las Palmas, Canarias)

  3. Siempre,si miramos para atrás, alguién recogerá lo que a nosotros nos sobra… Pero pobre felicidad la nuestra si la basamos en las miserias de otros. Ser feliz no es fácil, pero disfrutar de lo que nos toca, ayuda. Sin envidias materiales, afectivas o intelectuales. Sabiendo que también los momentos duros de la vida, son parte de esa felicidad más profunda que es fruto de aceptar el dolor.
    Quién no quiere ser feliz…

  4. ANTES YA HABIA TENIDO LA OPORTYUNIDAD DE LEER ALGO COMO ESTO… MAS NO RECUERDO SI ERA ESTA PAGINA O OTRA… PERO BUENO.
    SON ESTAS PALABRAS LAS Q ME DICEN QUE TODAVIA HAY MAS QUE SABER.

    ESPERO VISITAR MAS SEGUIDO.

  5. Estimado santos vivo en pachuca del estado de hidalgo, muy recientemente estuve en una conferencia tuya en le UAEH kiero decirle ke sus palabras son muya lentadoras para mi persona, en especial este que acabo de leer, sus palabras son sabias como las oparabolas del mismo señor jesucristo, en verdad gracias por todo lo que gha dicho.

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