El miedo se ha convertido en un próspero negocio. Un negocio que crece sin cesar. Los ciudadanos, particularmente, pagan más de lo que tienen por sentirse seguros. Puertas blindadas, cerraduras de seguridad, rejas de protección, agentes privados, instalación de alarmas, seguros a todo riesgo, mastines amenazadores, incluso armas contundentes… Unos amigos míos han vendido su hermoso chalet para vivir en un piso a salvo de amenazas, ya que habían sido asaltados dos o tres veces estando los niños en la casa, a pesar de disponer de todos los medios imaginables de seguridad. La carrera no tiene fin: más medios de seguridad (más dinero), superación por los delincuentes de todos esos medios, más seguridad (más dinero)…
El miedo puede ser provocado, incrementado, exacerbado para potenciar el negocio. Hace unos años se creó en Madrid un estado de alarma, alimentado por los medios, sobre el peligro de que las mujeres sufrieran robos y violaciones. Se supo luego que había sido una campaña orquestada por empresas que se dedicaban a vender puertas blindadas y sistemas de seguridad.
¿Tiene miedo de que le roben el coche? Suscriba un buen y carísimo seguro, instale una alarma, compre un aparato para inmovilizar el volante, alquile o compre un garaje… Los fabricantes de coches, proveen a los vehículos de sistemas casi acorazados de seguridad (especialmente costosos, claro está). Y, ¿el que no tenga dinero? El que no tenga dinero que se aguante, dice la filosofía del negocio del miedo.
La sensación de inseguridad se hace casi obsesiva. Cada cinco minutos oirá el confiado pasajero en el aeropuerto que :por su propio bien, debe vigilar sus pertenencias en todo momento. Cuando se acercan las vacaciones las cadenas de televisión advierten a los propietarios con consejos preventivos: deje alguna luz encendida, no baje del todo las persianas, deje descolgado el teléfono…
Se está planteado un peliagudo dilema entre seguridad y libertad. Vigilancia, cámaras, detectores… En nuestra ciudad se están instalando cámaras en las calles para vigilar a los ciudadanos. Todos somos sospechosos, salvo que se demuestre lo contrario. Lo que graban las cámaras, deberá después ser visto y analizado por alguien… Todo cuesta dinero. Si no hay seguridad no puede haber libertad. pero, ¿de qué sirve una gran seguridad si nos priva de la libertad? ¿En qué tipo de ciudadanos nos estamos convirtiendo bajo un miedo cerval?
Cada vez hay sistemas más sofisticados de control en los aeropuertos, en los edificios públicos, en los campos de fútbol… Cada vez hay más personas empleadas en la vigilancia, el control y el castigo… Cada día crece el número de los escoltas que protegen la vida de las personas.
La lucha contra el terrorismo hace que los Gobiernos contraten a empresas que acumulan una información casi ilimitada de las personas. A precios insospechados. Quienes piensen entrar en estados Unidos tienen que saber que en virtud de un acuerdo entre la Comisión Europea y la autoridades federales la compañía aérea en la que viajen entregará a las aduanas de Estados Unidos abundantes datos personales. Antes de entrar en el avión las autoridades de los Estados Unidos van a conocer su nombre, apellidos, edad, dirección, número de pasaporte y tarjeta de crédito, estado de salud, preferencias alimentarias, viajes anteriores, nombre y edad de los que le acompañaron, organizaciones que financian sus desplazamientos…
Todas estas informaciones serán entregadas a un dispositivo de filtro denominado CAAPS (Computer Assisted Passenger Pre-Screening o Sistema de Control Preventivo Asistido por Computadora para detectar posibles sospechosos.
Monde Diplomatique ha realizado una recopilación de trabajos bajo el significativo título ‘El negocio del miedo’ con el que he querido encabezar estas reflexiones. En ese librito de sólo 68 páginas Denis Duclos presenta un trabajo en el que muestra cómo terroristas y ciudadanos estamos bajo control. “Se construye, dice, bajo el pretexto del miedo, un ejército mundial de la seguridad, cuyas convergencias rápidas y funcionales hacen pensar que se trata del núcleo de un nuevo capitalismo: el capitalismo del miedo”. Cuatro movimientos entrelazados estructuran esta situación:
–Una aceleración de la conexión entre innovaciones en los diferentes segmentos del mercado del miedo: identificación, vigilancia, protección, detección, encarcelamiento…
– Una fusión entre la reconversión de las industrias bélicas y de las organizaciones militares en la formación y equipamiento de fuerzas de represión, y la concomitante militarización de las fuerzas de seguridad civil.
– Una creciente articulación entre poderes públicos y privados, tanto en materia de control de la identidad como de capacidad para coaccionar y prohibir.
– Un empuje ideológico que funciona conjuntamente en las esferas jurídica, política, administrativa, económica y mediática tendente a hacer que la angustia por la seguridad sea permanente y se acepte el control preventivo generalizado como nueva normalidad de la existencia humana.
Las policías privadas se han convertido en un nuevo poder. “La presencia de policías privadas da lugar a la novedosa reformulación de un sector social que, a la calidad de propietario acumulativo, agrega ahora la posesión de una policía y unos dispositivos de control propios. Esta vuelta de tuerca corresponde a un nuevo tiempo, caracterizado por la mercantilización del valor de seguridad, su reducción a las implacables reglas de la oferta y la demanda y su transformación de monopolio estatal en oligopolios privados”, dice Martín Lozada, profesor de Derecho Internacional en la Universidad de Fasta (Bariloche).
Hay que preguntar si realmente estamos avanzando en la buena dirección cuando hablamos de progreso. Hace unos días visité la isla de La Palma. Me decía el taxista camino del aeropuerto que en la isla no había problemas de seguridad, pero que pronto aparecerían a gran escala porque se estaba produciendo un estallido urbanístico incontrolable. Daba un plazo de quince años para que los males hiciesen presencia en aquel paraíso. ¿Están progresando o retrocediendo? “Avance estratégico hacia la retaguardia”, dicen eufemísticamente quienes cobardemente retroceden ante los enemigos.
El negocio del miedo
4
Nov
Hola
Hace poco descubrí su blog y voy leyendo cuando puedo sus artículos atrasados, los cuales valoro notablemente.
Tal como dice, es un gran negocio para unos pocos y un gran pesar para aquellos que constantemente escuchan lo que dicen los medios respecto a lo “inseguros” que vivimos y nos enumeran con gran detalle todas aquellas cosas que “nos pueden pasar”.Y cuando tenemos la descgracia de pasar por alguna situación desagradable, como un asalto, terminamos dando las gracias de que “todavía lo podemos contar”.
Además, se trata de modas, está la moda de los asaltos a los bancos, los secuestros express, las salideras bancarias, los paseos por los cajeros automáticos, los robos a los countries, las violaciones, los asesinatos a ancianos,etc, etc, etc. Cada mes hay un estilo de delito preferido, así cuando la gente ya se va haciendo una idea, la sorpresa y la angustia aparecen por otra. Para los que trabajamos y estamos ocupados no es dificil abstraerse de “las noticias” pero siempre pienso en aquellos que no tienen otra ocupación o compañía que la radio y la tele. Realmente sus vidas deben ser una verdadera tortura.