Sobre la gestación subrogada

8 Feb

El cáncer me robó la posibilidad de gestar, pero no la ilusión y las ganas de ser madre (…)Tenemos las mejores clínicas, abogados y psicólogos para poder llevar a cabo esta realidad en España. Sueño con el día en que todos los que tengan esta ilusión puedan cumplir sus sueños”.

Así concluyó Sonia Ruano su intervención ayer en el acto que organizó Ciudadanos para proponer que se regule en España la gestación subrogada.

La ciencia permite hoy en día que la gestación de un hijo la lleve a cabo otra persona. El progreso devuelve la posibilidad de tener hijos a mujeres que habían perdido su capacidad para ser madres a causa de la enfermedad. Permite a parejas homosexuales ser padres. Personas que por causas diversas no podían formar una familia, hoy, gracias a los avances médicos, pueden tener hijos por medio de la gestación subrogada.

Pero como ha ocurrido a lo largo de la historia en multitud de ocasiones, superadas las barreras de la enfermedad y el infortunio, surgen los obstáculos que imponen la derecha reaccionaria y la izquierda conservadora.

He leído estos días declaraciones sobre la gestación subrogada como que “se mercantilizan los cuerpos de las mujeres”. En este caso se trata de una izquierda muy reactiva ante la ciencia y profundamente religiosa, puesto que parte de la premisa de una existencia dual, en la que se da por sentada la diferenciación de una persona y su cuerpo. Esta argumentación además ignora los diversos modelos de gestación subrogada que coexisten. El que propone Ciudadanos es altruista, similar al que rige en Canadá. Ayer en ese mismo acto al que hacía referencia al comienzo de este texto, había varias mujeres dispuestas ser gestantes altruistas para que otras personas pudieran ser padres o madres.

El mismo argumento empleado por quienes dicen “no somos vasijas”, serviría para prohibir el trasplante de órganos. Existe un mercado negro y un interés mercantilista en algunos casos, pero no por ello nos oponemos a que se regule y exista una ley de trasplantes. Y no nos va nada mal, por cierto.

Al otro lado del espejo surgen quienes se oponen a esta regulación en defensa de la familia y en consecuencia neutralizan a todas las que no sean acordes a sus gustos o prejuicios.

No deja de impresionarme la alianza de la derecha rancia y una izquierda fresca como la mojama. La primera con sus lastres clásicos. Ya en su etapa primigenia encerró a Galileo, atacó a Darwin o retrasó la posibilidad del divorcio. La segunda tan social, que tras un cáncer de cuello de útero desgraciadamente frecuente, podrás ser madre si eres rica. Y si eres homosexual, padre sólo por adopción.

No regular una situación que existe, sí condena a la mercantilización. Existen paquetes de viaje que incluyen todo el proceso en otros países. Posteriormente hay problemas para inscribir a los hijos. No legislar sobre esta materia es dejación de funciones. Mirar hacia otro lado fomentará el éxodo de familias al extranjero buscando una cobertura y servicios que no les proporciona su país.

Y quiero terminar dirigiéndome a mi compañera Patricia Reyes. Ella es quien abandera en Ciudadanos este asunto y lo defenderá en el Congreso de los Diputados. Una mujer valiente que se enfrenta por un lado a la derecha dura de la reacción y por otro a la izquierda conservadora. Unidas ambas en contra del progreso. Patricia, piensa en Clara Campoamor.

Eppur si muove.

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