Bienvenido Mr. Gálvez

12 May

Bernardo de Gálvez fue un militar y político español que destacó en ambos ámbitos. Como buen héroe de nuestra tierra, de Macharaviaya para más señas, permanecía en el pozo de los complejos.

Fueron varios y muchas veces los que quisieron rendir el homenaje merecido al genial estratega malagueño.  Supo leer perfectamente los acontecimientos que le tocaron vivir y aprovecharlos en beneficio de la Corona Española. Había conferencias, una asociación de irreductibles, aparecía en revistas muy especializadas, pero no asomaba al gran público y, por tanto, la clase política que gestiona los honores oficiales, ignoraba – en el mejor de los casos obviaba – su existencia.

Todos los que somos aficionados a la historia militar, sabemos que los  países anglosajones cuidan mucho a sus héroes siendo guardianes, y muchas veces estupendos maquilladores, de su pasado. Al contrario que nosotros. Tienen que ser unos pocos, entre los que tengo la suerte de contar con buenos amigos, los que reivindiquen figuras de este estilo. Del estilo poco correcto. Aunque últimamente y tras lo dicho, por ejemplo, sobre Teresa de Calcuta, por los amos de la posverdad (aka Ministerio de la Verdad), el único pasado correcto que se podrá citar en paz será el asalto del Palacio de Invierno. Estos amigos a los que me refiero y cuya obra reivindico por su oposición intelectual a la inercia autodestructiva son Carlos Canales y Miguel del Rey o muy recientemente el magnífico libro de Elvira Roca Imperiofobia y leyenda negra. Tampoco quiero olvidar a la Asociación Bernardo de Gálvez y Gallardo.

Estos que cito, y cada vez más autores, esclarecen los hechos de nuestro pasado sin ruedas de molino al cuello, admitiendo los errores y sombras, pero no asumiendo como ciertos los hechos que siglos de propaganda en contra de España han insertado en el imaginario colectivo.

Volviendo a Bernardo de Gálvez: su principal gesta fue la campaña para recuperar La Florida de manos de los ingleses. No era una tarea sencilla, pero supo aprovechar la ocasión con astucia: la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos tenía muy ocupados a los británicos. En una operación relámpago recuperó enclaves importantísimos como Panzacola o Mobila. En el primero de los casos con un asalto digno de la mejor de las películas, se lazó contra los ingleses como Obélix contra los romanos para inspirar a sus dubitativos compañeros de armas.

Su acción fue importantísima para favorecer a los colonos rebeldes que vieron cómo se le abría un nuevo frente a los británicos. Es cierto que los españoles ya habían ayudado de forma clandestina a los futuros ciudadanos estadounidenses, pero esta hecho resultó fundamental.

230 años después Gálvez no tenía más reconocimiento de las autoridades españolas que alguna placa en el callejero. Pero ¡ay amigo! los anglosajones y su forma de entender las gestas: el Senado de los Estados Unidos con la rúbrica de Obama como colofón, nombró a D. Bernardo Ciudadano Honorífico en 2014. Si bien ya en los 70 habían inaugurado una estatua ecuestre.

Políticos de toda índole se remangaron los trajes y corrieron a rendir homenajes, a inaugurar estatuas, a alabar Gálvez como si de un ídolo desde la infancia se tratase. Galvezmaniacos por doquier, viajes a los EEUU, herederos directos de la gesta, discursos bastante imprecisos, pero es lo que se puede aprender en un rato, y un largo etcétera. ¡Quién nos iba a decir a nosotros que el amigo americano iba  a señalar a uno de Macharaviaya!

El bueno de Gálvez nunca quiso ayudar de forma directa a los rebeldes. Él servía a la Corona española. Es más, advirtió al Rey de que en cuanto los EEUU fueran nación, España tendría en aquella zona un enemigo mucho más temible que los ingleses. Y así fue. Pero los herederos de aquellos rebeldes agradecen mucho la ayuda para su causa. Saben la importancia de conocer el pasado. Una ayuda que vino de quien sólo quiso servir a su país, pero que nació en la patria del olvido.

Huelga decir que celebro este cambio de actitud. Pero que aprendamos algo de todo esto. Nos quedan cientos de los nuestros perdidos en la bruma del complejo y el temor a no agradar a todo el mundo. Actitud que en palabras de Oscar Wilde es la de a quien no le importa nadie. La clase política debe combatir todas las corrupciones, también la de las mentiras que tergiversan nuestra historia. La falsa leyenda de maldad que impregna nuestro pasado genera efectos más graves que los que afloran a primera vista. La narración de la historia cargada hispanofobia atañe a problemas que los españoles afrontamos hoy en día, económicos, sociales y territoriales.

Así que sea por lo que sea, bienvenido Mr. Gálvez.

 

 

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