Jean es nuestra protagonista, ahora viuda. La viuda. La esposa de un hombre sobreprotector que la conoce cuando aún es demasiado joven y ella tiene un concepto romántico del amor. Como todas las parejas, se enamoran y se casan. Quizá aquí ya comencemos a notar la sobreprotección y situación asfixiante del marido, pero ella se deja querer en una inocencia que va perdiendo poco a poco con el paso de los años pero que no transmite a su esposo. Le deja hacer… es demasiado sumisa.
El marido, un hombre en principio exitoso cuando la conoce, comienza a caer en malos asuntos y va degradándose de trabajo hasta convertirse en un repartidor. No importa, ellos no necesitan más. Nunca ella levantará la voz contra él.
Un día desaparece una niña pequeña y los periódicos se hacen eco de este rapto. De una forma brutal, algo muy mediático, como estamos ahora acostumbrados –desgraciadamente- en cualquier telediario. Las cosas se ponen muy feas para esta pareja cuando todo apunta a que ha sido él el autor material del secuestro.
Ella no levanta la voz. Sigue ahí. A su lado. Impertérrita. Apoyando silenciosamente a su marido día tras día en el juicio. Ante los medios de comunicación y ante la propia madre desesperada que sigue buscando a su hija. Hasta que sale absuelto.
Pasada la vorágine del juicio, siguen juntos. Como siempre. Como si nada. Un buen día, van a comprar y a él lo pilla un coche delante de su mujer.
De la noche a la mañana la vida de Jean cambia de forma radical. Ya nadie la protege, nadie piensa por ella, nadie decide por ella. Nadie la somete silenciosamente. Se siente libre.
Junto a ella, una periodista que sigue buscando viejos porqués decide hacerle una entrevista de aquellos amargos años que pasaron cuando se sucedió el juicio.
Y ella habla….vaya si habla… pero no dice nada.
Están ante una novela de tempo lento, no tiene la premura de un thriller, de éste género sólo tiene la parte misteriosa del secuestro de la niña, pero no la agilidad de la novela negra. En realidad es más una novela policiaca, pues vamos a desentrañar quién cometió aquel secuestro pero a través del perfil psicológico de nuestra protagonista, de ahí la pausa y el método en la investigación: ella está continuamente recordando, con puntos de referencia en el presente, pero volviendo la vista a atrás, quizá por esa continua referencia al pasado parece que el desarrollo es menos ágil, pero lo cierto es que no es más que el uso lingüístico del pretérito.
El factor sorpresa no existe como tal. Existen múltiples sorpresas pero desde el comienzo la autora es consciente de que deja entrever el final y aun así es capaz de mantenerte en la lectura hasta el final.
Los personajes están perfectamente estructurados, en especial, los femeninos, con especial mención a la madre de la secuestrada por reflejar los diferentes estados psicológicos de un trauma de ese calibre.
Están ante la opera prima de esta autora, periodista, que trata algo tan actual como los medios de comunicación ante los dramas familiares, del trato de la prensa amarillista a estos sucesos y de periodistas normales que les gusta hacer su trabajo y colaborar con la policía cuando se da el caso.
Están ante una novela que destaca por la evolución psicológica de todos sus personajes, indepedientemente de su lugar en la narración y de su resultado final. Un ‘domestic noir’ de rabiosa actualidad, altamente recomendado para aquellos que busquen un giro en las novelas policíacas y psicológicas.