La niña perdida cierra la gran tetralogía de Elena Ferrante, esa misteriosa escritora italiana que se ha destapado como una de las grandes autoras contemporáneas de este país
Con La niña perdida, Elena Ferrante llega al final de esta historia napolitana entre dos mujeres del siglo XX. Las hemos visto prácticamente nacer, hemos compartido su amista llena de altibajos, una amistad compleja en la que muchas veces nos ha parecido ver la sombra de la dominación. Una amistad llena de espacios, vacíos y convulsa pero llena también de lealtades, confidencias y confianza. Lina y Lenù se nos han hecho adultas, una se convirtió en escritora de éxito y la otra se construyó a sí misma después de llegar a caminar por el mismísimo infierno. Nápoles fue testigo de sus vidas ayudado por una sociedad asfixiante y cerrada.
Nuestro escritor o escritora cuyos editores originales facilitan el anonimato sobre su identidad, nos demuestra que la literatura está mucho más allá del sexo del escritor, aunque eso ya lo sabíamos. En cualquier caso la mayoría de la crítica la compara con la nueva Elsa Morante y aciertan a decir que sus obras son un auténtico vuelco a la narrativa de estos años. El éxito de crítica y lectores se refleja en artículos publicados en The New York Times, París Review o El País o en citas como la de Juan Marsé quien afirma: «Las novelas de Elena Ferrante me han tenido atado al sillón, leyendo y celebrando unas páginas donde la emoción nunca es banal».
Elena Ferrante no sólo cuenta la historia de estas dos mujeres sino que nos acerca a la historia cercana de Italia, con sus movimientos políticos y revolucionarios, la imagen de las mafias o las sacudidas estudiantiles. No hay rutina en las vidas de estas mujeres, no desde el concepto normal de rutina, porque todo está ligado y cualquier situación aparentemente normal esconde misterios propios de la esencia de vivir y que iremos descubriendo en el desarrollo de las historias y de las narraciones. La naturalidad de la obra se hace cruel a veces, como la vida misma, mientras la suerte golpea a rachas lo que viene siendo la vida normal de los personajes.
Una de las características propias de la literatura narrativa es que los personajes toman una nueva dimensión ante nuestros ojos y partimos de lo particular del libro hasta generalizar sus tipos. En este caso conoceremos a personajes que podremos identificar con nuestro entorno, y sin embargo no son «tipos» literarios limitados, al contrario, su riqueza es lo que los hace grandes y si me permiten, hasta épicos.
La lectura de esta historia se hace adictiva y obsesiva porque continuamente necesitamos saber más, conocer más y ampliar más nuestros sentimientos hacia ella. Muchos de ellos auténticamente viscerales pero todos muy apasionados, como buenos mediterráneos y con ello no quiero caer en el tópico, porque la propia autora, aun utilizándolos como base lineal, les da una vuelta de tuerca y huye de ellos, despojándolos y mostrándonos la más estricta honestidad y si me apuran, hasta la ferocidad.
No busquen un thriller, aunque lo tiene, una novela con contexto político social, que lo tiene, una novela fantástica, porque también lo tiene, o simplemente una novela realista. Es todo esto y nada menos. Una suma que hace de esta novela algo prácticamente imposible de definir.
Dicen que su anonimato enriquece el gusto por la lectura, pero Elena va más allá afirmando que cuando un libro está terminado no necesita al autor, quizá por eso no es partícipe de la promoción de sus libros porque no «ansía la notoriedad». Hay quien piensa que ella forma parte de esta historia (sea hombre o mujer) porque en parte es biográfica. Miren, yo tampoco sé quién está detrás de estas novelas, si es hombre o mujer, si son un grupo o uno sólo, sólo sé que roza el límite de la perfección y que sin exuberantes promociones, los libros y su historia adquieren el protagonismo que el autor o la autora busca. El libro y su historia. Limpios de ornamentos de marketing y en cualquier caso excepcional. Absolutamente recomendable, eso sí, léanlos en orden y déjense atrapar por estas mujeres.