Giovanni Verga es el máximo representante del verismo, una tendencia literaria fechada entre 1875 y 1896 en Italia alrededor de un grupo de escritores, en su mayoría narradores y comediógrafos, que crearon una verdadera escuela fundada sobre principios precisos: la referencia a cualquier tipo de personajes y la veracidad en situaciones y emociones. Los personajes pueden ser de cualquier clase social incluidas las bajas –sobre todo rurales– y se caracteriza por tramas sórdidas. El interés de Giovanni Verga se focaliza sobre todo en los «vencidos de la vida». Podríamos afirmar que estamos sin duda ante el equivalente italiano de un escritor de la talla de Honoré de Balzac y su naturalismo.
Maria, nuestra protagonista, huérfana de madre, está desde pequeña internada en un convento. Pronto tomará los votos, sin embargo y debido a una epidemia, ha de volver a su casa unos días que se convertirán en una estancia más larga de lo prevista inicialmente. En la casa, una segunda residencia familiar en un entorno rural, convivirá con su padre, por quien siente adoración y con su madrastra y hermanastra.
Abstraída desde pequeña del mundo tras los muros conventuales, descubre todo un universo. Desde la naturaleza hasta los sentimientos puesto que es virginal hasta en las percepciones más básicas como pueda ser el amor paternal. Al principio disfrutará muchísimo con esta semi libertad que va narrándonos a modo de epistolario a una de sus amigas del convento que ya ha terminado sus estudios y no va a volver. Iremos conociendo cómo la hermana recibe mejor trato o como su madrastra la encierra para no hacer sombra a un posible pretendiente de su hermanastra. Pero el mal ya está hecho. La pequeña e inocente novicia ha conocido el sentimiento del amor y aunque sabe que su situación es pasajera no puede evitar sentir todo lo que arrastra un primer amor: celos, angustia, alegría súbita, etc. Todo termina con la vuelta al convento y una serie de acontecimientos más que no desvelaremos aquí para no romper el encanto de esta novelita.
Basada en una historia real, con una candidez que sorprende en el trato de sentimientos de una mujer escritos desde la pluma de un hombre, seremos testigos del nacimiento completo a una vida normalizada de alguien que ha estado siempre apartado. En otro orden la crítica social latente a la educación y a las convenciones sociales de la época, así como a las instituciones religiosas está presente de una forma normalmente introducida y sin velos. Es cierto que nunca están en boca de la protagonista ni de los personajes, pero vemos esa crítica en cada página de la narración. La resignación a la vida, a la conciencia, en una sociedad cerrada y arcaica donde existe una rígida concepción de la jerarquía familiar nos ofrece una visión pesimista y trágica cuya característica principal –y aquí me atrevo a decir que es propio de este autor– es la renuncia desafiante a todo tentativo de lucha para cambiar las cosas.
Una historia íntima, delicada, no exenta de cierta dureza, de fácil lectura y poca extensión fundamental para los que gusten de los clásicos, en especial los clásicos italianos, para los que gusten del naturalismo y del verismo y como primera novela de Verga con la que se dará a conocer al público.