Vuelve el noir. Vuelve Thilliez. Vuelven Sharko y Lucie.
Atomka, la nueva novela de Franck Thilliez, se presenta rotunda. Si ya nos enganchó a más de uno, ahora tenemos la certeza de la capacidad de este escritor en mantener la intriga y el desvelo del lector hasta el final.
Decir que me ha gustado muchísimo sería quedarme corta y a fin de cuentas sería tan sólo una opinión personal. Así que intentaré desgranar –sin deshojar- una novela negra de estas características.
Sharko y Lucie, se enfrentan a sus vidas y a una vida en común, a la par que a unos misteriosos asesinatos. Resurgidos los dos de sus cenizas mentales, la dureza de Sharko y la intuición de Lucie se mezclan mirando un futuro común, con sus planes de vida. Todo queda bastante ensombrecido cuando comienzan a aparecer unas chicas ahogadas en lagos helados… Ahora es cuando viene la parte difícil de comentar sin desbrozar el libro…
En las investigaciones de estos asesinatos los detectives irán camino de la radioactividad, Alburquerque y Chernóbil serán parte de los viajes que realizaran, pero aquí no queda la cosa, el tema se complica aún más cuando Sharko empieza a tener pisándole los talones un asesino en serie que va descaradamente a por él con el fin de saldar una vieja deuda.
Una de las facetas que más me ha sorprendido gratamente en la novela ha sido la enorme documentación que ha tenido que aprehender el autor para volcarla en el texto. Si en su escrito anterior, Gataca, me impresionó este cometido, en éste se ha mejorado todavía más. La capacidad de hacer fácil cualquier explicación que se salga del entorno normal del lector es algo que enriquece y aporta a la novela. Quizá por eso no sea la típica novela negra-guión cinematográfico, rápida, con personajes semiperfilados. No. Aquí encontramos unos forenses –que ya conocimos- que explican detalles sobre la ‘animación suspendida’ que nos dejarán con la boca abierta, químicos y físicos, que te hablan el funcionamiento de los átomos, la vida del cesio y las capacidades del plomo como si fuera lo más normal. Y lo mejor: ¡Se entiende!.
La estructura de la novela es escalofriante. Te introduce rápidamente en el problema, y aunque la evolución de los hechos es paulatina con tiempo suficiente para ir comprendiendo y almacenando datos, en ningún momento se rompe o decae. Incluso, cuando crees que ya no puede complicarse más el argumento aparece la historia paralela que afecta en lo personal a Sharko.
Por tanto tenemos entre las manos una novela negra, sí, pero estudiada, cuidada en detalles, con personajes principales conocidos que cada vez son más nuestros, y que no son ya un perfil negro básico. Tipos duros, marcados a fuego por la violencia y la soledad a los que hemos visto recorrer el camino de la tristeza hacia un final más esperanzador.
Metan en una caja: radioactividad, átomos, terror psicológico, un hospital para enfermos mentales, la maldad como ente superior, asesino de la más baja escoria, secuestros infantiles, espías, política internacional y grupo de policías encabezados por nuestros protagonistas. Agítenlo y no saldrá ni la mitad de la novela que les presento hoy. Recomendada para los que ya conocen a Thilliez y a aquellos que no conocen la novela negra pero no quieren cualquier cosa. Pata negra.