Hacía muchísimo tiempo que no sufría tanto con un relato. Una mala pesadilla, así podríamos denominar El rostro del Mal de Thomas Berger.
Nuestro protagonista es un hombre casado, John, padre de familia, con un trabajo normal que se encuentra en su día de descanso cuando pegan a la puerta de su residencia. Del otro lado, su antagonista, Richie, un personaje misterioso que le pide ayuda con su coche averiado. A partir de ahí todo se convierte en un mal sueño.
John se ve atrapado en una situación de la que no puede huir y acompaña a este desconocido en una cadena de descalabros que van aumentando en horror hasta que la situación se hace insostenible y decide huir. Pero escapar del mal no es tan fácil, y parece incluso que el mal ha manchado en cierto modo su espíritu y se sorprende haciendo cosas que él mismo no las toleraría en otras circunstancias. Su reencuentro con Richie, le llevará a terminar en una comisaría, y por tercera vez, cuando todo parece ya resuelto, la maldad en persona, estará sentada en la mesa de su casa con su mujer y sus hijos.
Sin dudarlo definiría esta novela como thriller psicológico por la angustia que me ha provocado. Identificarse con John, te hace intentar escapar durante toda la unidad de tiempo que nuestro autor ha definido en un solo día y esa sensación de estar ‘secuestrado’ y no poder salir de los sucesos que se van cometiendo te genera cierto estrés y ansiedad.
La dualidad psicológica del bien y el mal, tan perfectamente descrita en nuestros protagonistas, suscitará en el lector reflexión pues los límites de ambos se difuminan en determinadas circunstancias y le harán dudar de qué lado se encuentra Richie o John.
La guinda del debate interno del protagonista se producirá al final, justo cuando dudaremos de su bondad y de su estrategia, cuando toda la negatividad del mal se ha derramado entre las líneas de nuestra novela y creemos confundir términos. La resolución del asunto, tan previsible por otro lado, nos conducirá al pensamiento de cierto determinismo filosófico y psíquico, de tal manera que todo suceso psíquico tiene una causa y, la libre elección o decisión humana está determinada por todos los condicionamientos procedentes de la herencia, la biología, la educación, el temperamento y el carácter de la persona que decide. Como si al mal sólo se le puede combatir con el mal…cuando se ha intentado todo lo contrario.
El ritmo de la novela no es pausado, pero tampoco excepcionalmente rápido, en la conclusión conoceremos una serie de hechos que no han sido relatados en su momento y que causarán más profundidad y más definición a este ritmo encajando todas las piezas del puzzle.
Sin duda una novela que te hace sentir incómodo, (no en el sentido peyorativo del término), y que te hará remover en el sillón. Relato al que asistirás perplejo y desconcertado al sentirte tentado por el lado más oscuro, a pesar de tus valores, y al que te sientes abocado por la irritación del estado en que te hayas. Como bien dice Jonathan Lethem en la introducción de la novela “Berger está fascinado por las maneras como la inocencia y la reserva son cómplices del caos y la impulsividad. Investiga la malignidad del carisma, pero también el torpor de la reflexión”. No apta para cardíacos.