Eros y Thanatos : así también las catedrales…
¡Qué atrocidad, eso de idear que cualesquier objeto pueda estar sexuado! Así, por ejemplo, una catedral. O los vehículos que circulen por la vía pública. Lo que sea, lo que fuere : paisajes, oleajes, nubes, formaciones. Como las montañas; o los valles. ¿No hay en esta ciudad unos leves montes que llamaron antaño los marineros “las tetas de Málaga”? En su imaginario, los pescadores y marineros de inicios del siglo pasado así llamaron al monte de San Antón; eso, si la tradición que a mi llegó en los años de adolescencia no me tuvo engañado, que para mí es que no me engañaba : remito al lector a un artículo del diario Sur, que el 31 de julio del 2017 publicaba Pilar R. Quirós. El título : “Las tetas de Málaga”.
La imagen que arriba la tomé en su día en el interior de La Cueva del Tesoro, en una de mis varios paseos por su interior, recordando años pasados en sus galerías y, sobre todo, aquellas incomparables tareas que hacíamos, mucho tiempo atrás, el grupo de colaboradores, y yo mismo con ellos, cuando acudíamos a la Cueva cada domingo y día festivo.
En aquellos días seguíamos los planes de excavaciones que mi padre trazaba siguiendo las directrices de arqueólogos de su tiempo y personas doctas en la materia, además de su propio saber y contrastada experiencia. Su idea clave era darle cuerpo serio y científico, hasta donde fuera hacedero, a una leyenda en torno a un tesoro oculto en dicha cavidad que conocíamos como “Cueva del Suizo, del Higuerón, y del Tesoro”, pues los tres nombres tiene esa histórica caverna. Tal propósito sin duda lo alcanzó, en buena medida, mi padre : logro impar que nadie nunca podrá quitarle. Pero volvamos a la actualidad : esa imagen.
¿Quién no alcanza a ver en ella una configuración similar a la de una pétrea vagina de mujer? Sin esfuerzo mental alguno, eso podemos ver en la fotografía que reproducimos arriba. Y no es la única formación o espeleotema del interior de la Cueva donde el visitante se topa con figuras que adquieren formas diversas : una figura de “fantasma” o ensabanado, otra que parece una cabeza de toro…, etc. Y muchas más que no vamos ahora a ir refiriendo. De momento nos quedamos con lo de esa vagina que aquí relacionaremos con el ciclo de la vida humana en general y en un sentido amplio, la vida de los seres humanos desde su origen, y luego daremos un salto, yéndonos, de la cuna de la Tierra a los parajes de los cielos…
Las catedrales apuntan con sus torres al cielo, y suben así, simbólicamente, al que en su interior se entra para abstraerse y reflexionar, del suelo al cielo. Pero si nos quedamos unos escalones más abajo de ese estado mental y no entramos en santidades ni religiosidades, las catedrales pueden contener en sí la idea que casi toda gran torre tal vez contiene : son fálicas. Sobre todo aquellas que en lugar de dos torres gemelas, como la mayoría suelen ser, presentan solamente una, como es el caso en Ulm, que ahí ven en la imagen. Yo diría que en líneas muy generales las cuevas suelen ser femeninas en su mayoría, y las catedrales no. Algunas como la de Ulm, que ahí ven, o como la de Berna, que está en Suiza, tiene una única torre : característica que ahora me atrevo a calificar de “fálicas”. Todo ello desde una perspectiva muy a ras de tierra y, desde luego, muy teñida de “ideologías en exceso mundanas”.
Y voy acercando ya este texto a su final : ¿qué tiene que ver todo esto con los sueños? Eso, junto con lo que deberé decir en relación con mis personales relaciones con “Cueva del Tesoro” desde hace ya no pocos años, será el tema central del próximo texto. Anticipo ya que en dicho texto, parte dos o segunda de esta colaboración, quiero referir algunos muy curiosos y extraños sueños que, en sí mismos, darán cumplida cuenta de lo que aquí se dice y también podrán servir de a modo de guía orientativa para aquellos que, en relación con dicha Cueva, de la que tanto hablo, en la actualidad tiene relación con la misma. Suerte a todos, y hasta pronto.