LAS MANOS

28 May

Así en plural. Y no porque sean dos, sino porque aun siendo sólo unas las que consideremos, apenas encontramos al ser que nos complementa (sin que por ello nos duplique) las manos tienden a unirse, se entrelazan, se hacen ya dos con otras dos, así, : asidas la una a la otra, entrelazándose esos dos seres de las manos, ya se trate de dos que pasean y van con las manos unidas, enlazadas, como si así estuvieran certificando un modo de unión que va más allá de toda posible palabra. O tal vez porque un padre, una madre, llevan a su niño de la mano.

La Historia tal vez (¡y sin tal vez!) empieza en las manos. Y no sólo la historia de los seres humanos, sino la de los seres vivos que precisan servirse de lo que para ellos son «manos». Pero ahora nosotros nos quedamos en la historia de los seres que conocemos como «humanos», ya se trate de los que iniciaron la vida en la tierra hace eones tal vez, los prehistóricos, hasta los de hoy. Y que la Historia se inicia en la manos es algo que tal vez intuyeron unos muy lejanos antepasados nuestros que plasmaron en una pared de una caverna. Empieza en las manos la historia, como digo, y ya no termina : hasta hoy, la poesía habla de las manos en múltiples siglos y poetas y lenguas.

Y hay más : en las manos hay sin lugar a dudas todo un cúmulo de historias que están como inscritas. La mano de un campesino, la de un guerrero, la de un prestidigitador, la de un cirujano, la de un poeta, la de un escalador…etc., no son iguales. Las manos son únicas en cada ser. Y más aún : las manos, pueden hablar. De hecho, las manos hablan. No lo digo porque al escribir con las manos aquello escrito es ya un modo de lenguaje, sino porque al moverse de tal o cual manera, al esconderse (de manera tal vez inconsciente) o al mostrarse de par en par abiertas, nos dicen cosas, hablan.

Pero en fin ; son tantas las cosas que en las manos están contenidas y que sin embargo no todos son los que pueden verlas, esas escondidas cosas, digo, que aquí me voy ahora a quedar, y tengan esto por seguro : tengo aún mucho que hablar de manos, de las manos. De las que he podido ver en cuevas y tienen miles años y de las que se ven en obras de arte, y de otras. Salvo de las mías (que a veces me parecen horrorosas), de tantas y tantas manos quiero hablarles, que vamos a tener para rato.

Gracias, lectores. Y si has llegado hasta aquí, dobladas sean las gracias.

Manuel Laza Zerón

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Una respuesta a «LAS MANOS»

  1. Precioso, e instructivo recuerdo de las manos, que entre sí, aún se dice que, guardan secretos entre ellas, que prueba más se necesita para constatar su importancia.

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