Manos, ideas.

29 Oct

Manos, palabras. O manos, actos. La mano es símbolo y es instrumento, es parte del cuerpo y es elemento importante en la fundamentación del lenguaje. Con las manos podemos hablar, y aunque se tenga pleno dominio del lenguaje, al hablar también usamos las manos ya que hay matices que se refuerzan, e incluso que únicamente se expresan con las manos. En la Guerra de la Galias refiere Julio César un episodio muy curioso donde relata cómo ponían las mujeres las manos al ver a sus hombres guerreros derrotados y a la ciudad inerme ante el general romano, gesto que explica el propio César como típico de algunas tribus celtas. Ahora esta cuestión nos desviaría de nuestro propósito, así que quede ello ahí.

Porque la cosa que ahora nos queremos plantear es en apariencia simple, pero cuando se aborda resulta algo compleja : ¿desde cuándo las manos son símbolos, desde cuándo se convierten en aliadas del decir cosas, del expresarnos ante otros? Desde el principio de los tiempos el ser humano usó las manos para comunicarse con otros, sin duda. Sobre todo cuando no tenían un lenguaje hablado común, eran los signos representados por gestos con las manos lo que más se usaba. «Natura dedit homini manus» , escribe Cicerón. La frase clásica latina se convierte en la cultura general a partir de la Edad Media en «Dios le dio manos al hombre». Natura o Deus, ahora tanto nos da, pues la idea es la misma.

Lo que ahora buscamos no es el concepto y los usos históricos y culturales de las manos, sino su valor como símbolo. ¿Por qué son símbolos las manos? La respuesta es obvia : la importancia que las manos tienen en el desarrollo del ser humano desde el origen mismo de la especie justifican esta simbología tan concreta y, al mismo tiempo, tan poderosa e intensa. La mano es el principal instrumento que, junto con la palabra, tiene el hombre para construir su mundo; y eso ha venido siendo así desde siempre. Pero vayamos ahora a un curioso caso concreto :

Miren ustedes esa mano de la fotografía de ahí arriba, la de una mano en una calle de una ciudad. Amberes es Antwerpen («Lanzar la mano») y su nombre le viene de una leyenda según la cual un centurión romano, de nombre Silvio, cansado de la crueldad de un gigante que cobraba peaje a todo el que trataba de cruzar el río Escalda, le cortó la mano de un tajo al gigante y la arrojó al río. Esa mano en una calle de Amberes es el símbolo de la historia mítica de la ciudad. Y en una muy céntrica plaza de la ciudad podemos ver un grupo escultórico que relata con sus figuras el hecho mítico.

Manos, palabras. Lo que hace al hombre diferente de otras especies de seres inteligentes, algunos próximos a él, como algunos simios muy avanzados en su natural inteligencia, y otros no tanto pero desde luego sí que dotados de cualidades que les permiten asociarse, formar comunidades, etc., como por ejemplo las abejas o las hormigas, manadas de lobos, algunas aves…, es, son las manos junto con las palabras. En cierto modo, las palabras son como una especie de manos del espíritu, las manos del alma humana. Y llegados aquí, podemos trazar un círculo donde partimos de un punto, hacemos un recorrido, y volvemos al punto de partida…, pero dejando ya una obra atrás, una obra hecha.

Veamos : un ser humano idea, imagina, piensa algo. Le sobreviene un sueño o se le presenta en su memoria un ser que ha visto en la realidad, y entonces usando sus manos, lo pinta. Por ejemplo, un bisonte en una pared de una caverna. Y ahí queda esa obra de sus manos, que nació en su imaginación en su pensamiento o sus sueño o sus mente, o vaya usted a saber si en el seno de su tradiciones y mitos culturales, y hoy son estudiados por los paleo-antropólogos y pre-historiadores, y se les trata de hallar una explicación, un sentido, saber a ciencia cierta qué significan esas pinturas del alba de una humanidad en el fondo de cavernas o en abrigos naturales muy poco accesibles. ¿Se unieron desde el principio de los tiempos las manos y sus posibilidades de uso con los pensamientos o ideas, visiones o sueños? Sin duda, parece que algo de eso pasó. Y sigue pasando : repasen la historia de la Pintura, en especial la del Surrealismo. Algunos cuadros de Miró, por no citar más que a un pintor históricamente «de hoy», ¿son «actuales» o podrían ser «prehistóricos»? Cada cual se enfrasque en su propio pensar, pues nosotros hemos llegado hasta aquí.

 

 

5 respuestas a «Manos, ideas.»

  1. Es posible que en mi memoria se haya mezclado la historia de la mano que un centurión romano le cortó al desaforado gigante que cobraba unas monedas a todo el que quería cruzar el río Escalda (esto era en Amberes) con una mano tocando una teta en las lindes del “barrio rojo” de Àmsterdam.
    Si me falló la memoria, se me disculpe.

  2. Sea cual sea la ciudad donde esté la mano (en Amberes hay una gigantesca mano esculpida y que ocupa el centro de una plaza; la de La foto creo recordar está a la entrada de un barrio de Àmsterdam) el texto que presentamos hoy hace una reflexión sobre la relación entre las manos del ser humano y las palabras y pensamientos de este mismo ser, qué palabra y mano, de la mano van desde el principio de los tiempos.

  3. ¿Y esas “muchedumbres de manos” que nos han llegado impresas en unas paredes de roca desde la prehistoria? ¿Qué significan esas manos? ¿Son unas firmas simbólicas de algún tipo de pacto trascendental?
    En La portada de un estudio de Ina Wunn están también representadas.
    Que la mano está llena de simbolismo es algo que cruza de parte a parte todas las culturas del ser humano. Hoy, y hace miles de años.

  4. Esa mano está en una calle de Àsmterdam, y parece como si acariciara un pecho. La calle es una de las que se hallan próximas al famoso «barrio rojo», que es el barrio «del placer y del sexo», conocido por muchos de los visitantes de esta ciudad de Holanda.
    La mano de Amberes es una escultura de una mano de grandes dimensiones, cortada, en alusión a la mítica historia del bravucón gigante que obligaba a pagar un peaje a todo el que quisiera cruzar en río Escalda, hasta que un centurión romano, cansado de estas bravuconearías y abusos, cortó de un tajo la mano del gigante y así liberó a la ciudad de su molesto gigantón.

  5. No afecta en absoluto al texto que arriba tienen ustedes el hecho de que en mi exposición llegara a confundir ambas manos. Creí por un momento que la mano del suelo de una calle en Ámsterdam era la mano famosa de Amberes. Quede ahora resuelto este lapsus, que me costará perdonarle a mi memoria. Gracias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *